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Gabriela Mistral



Gabriela Mistral, seudónimo de Lucila Godoy Alcayaga[1]​ (Vicuña, 7 de abril de 1889-Nueva York, 10 de enero de 1957), fue una poetisa, diplomática, profesora y pedagoga chilena. Por su trabajo poético, recibió el premio Nobel de Literatura en 1945. Fue la primera mujer iberoamericana[n 1]​ y la segunda persona latinoamericana[n 2]​ en recibir un premio Nobel.

Nacida en una familia de recursos modestos, Mistral se desempeñó como profesora en diversas escuelas y se convirtió en una importante pensadora respecto al rol de la educación pública, llegó a participar en la reforma del sistema educacional mexicano.[2]​ A partir de la década de 1920, Mistral tuvo una vida itinerante al desempeñarse como cónsul y representante en organismos internacionales en América y Europa.

Como poetisa, es una de las figuras más relevantes de la literatura chilena y latinoamericana. Entre sus obras destacan Desolación, Tala y Lagar.[3][4]

Gabriela Mistral nació en Vicuña el 7 de abril de 1889, con el nombre de Lucila de María Godoy Alcayaga.[5]​ En la actualidad, en la calle donde vio la luz, se creó en 1957 el museo que lleva su nombre.[6]​ Toda su infancia la pasó en diversas localidades del valle de Elqui, en la actual Región de Coquimbo. A los diez días, sus padres se la llevaron desde Vicuña al cercano pueblo de La Unión (actualmente llamado Pisco Elqui). Entre los tres y los nueve años, Mistral vivió en la pequeña localidad de Montegrande. Sería este lugar el que Mistral consideró su ciudad natal; la poetisa se refería a él como su «amado pueblo» y fue allí donde pidió que le dieran sepultura.

Hija de Juan Jerónimo Godoy Villanueva, profesor y poeta de ascendencia española, natural de San Félix,[7]​ y de Petronila Alcayaga Rojas, de ascendencia vasca.[8]​ Sus abuelos paternos, oriundos de la actual región de Antofagasta, fueron Gregorio Godoy e Isabel Villanueva; y los maternos, Francisco Alcayaga Barraza y Lucía Rojas Miranda, descendientes de familias propietarias de tierras del valle de Elqui. Por el lado de su madre, Gabriela Mistral tuvo una media hermana mayor, Emelina Molina Alcayaga, hija de Rosendo Molina Rojas, quien fue su primera maestra. Por el de su padre, habría tenido otro hermanastro, llamado Carlos Miguel Godoy Vallejos.

Aunque su padre abandonó el hogar cuando ella tenía unos tres años, Gabriela Mistral lo quiso y siempre lo defendió. Cuenta que «revolviendo papeles», encontró unos versos «muy bonitos». «Esos versos de mi padre, los primeros que leí, despertaron mi pasión poética», escribió.[9]

En 1904, comenzó a trabajar como profesora ayudante en la Escuela de la Compañía Baja (en La Serena) y a enviar colaboraciones al diario serenense El Coquimbo. Al año siguiente, continuó escribiendo en él y en La Voz de Elqui, de Vicuña.[10]

Desde 1908, fue maestra en La Cantera y después en Los Cerrillos, camino a Ovalle. No estudió para maestra, ya que no tenía dinero para ello. Quiso ingresar en una escuela normal de la que fue excluida por prejuicios religiosos.[11]​ En 1910, convalidó sus conocimientos ante la Escuela Normal № 1 de Santiago y obtuvo el título de «profesora de Estado», con lo que pudo ejercer la docencia en el secundario. Esto le costó la rivalidad de sus colegas, ya que ese título lo recibió mediante convalidación de sus conocimientos y experiencia, sin haber concurrido al Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile.[12]

Lucila Godoy Alcayaga o Gabriela Mistral llegó a Traiguén en la Araucanía en octubre de 1910, con 21 años, a prestar servicio como profesora a instancias de la directora del Liceo de Niñas de Traiguén. Al respecto, escribió: “Fidelia Valdés me metió en la enseñanza secundaria, me llevó a Traiguén". En este pueblo desarrolló funciones como maestra interina de Labores, Dibujo, Higiene y Economía Doméstica hasta el primer semestre del año siguiente; sin embargo, el recibimiento no fue el esperado, pues sus colegas la cuestionaron —tal como ocurriría en los restantes establecimientos donde sirvió en Chile—, por carecer estudios sistemáticos en el Instituto Pedagógico. Mistral dice en un escrito haber observado el problema de reparto y juicios de tierras indígenas y señaló que "éstos saben amar su tierra", fue el primer contacto con los mapuches. En Traiguén comenzó el recorrido de once años dedicada a la enseñanza chilena en Antofagasta, Los Andes, Punta Arenas, Temuco y Santiago.[13]

Fue contratada por el gobierno de México para asentar las bases de su nuevo sistema educacional, modelo que se mantiene casi en su esencia, pues solo se le han hecho reformas.[14][2]

Los escritos realizados un mes antes de que llegara Lucila Godoy a Traiguén en octubre de 1910, son artículos de prensa donde aboga por la instrucción primaria obligatoria, con fuertes críticas al mundo político de esos años; la cuestión social marcaba la preocupación de los intelectuales de la época, además de los altos gastos efectuados para las obras y actividades de celebración del Centenario de Chile; un importante sector del bajo pueblo pasaba por problemas socioeconómicos y la joven Lucila Godoy no fue ajena a esas problemáticas.

El diario El Colono de Traiguén del 1 de noviembre publicó el poema «Tristeza», resume el sentir del rechazo y, a su vez, la tragedia sentimental de su frustrada relación con Romelio Ureta, que se había suicidado el año anterior. Además, escribe el poema «Rimas», fechado en esa ciudad el 24 de octubre de 1910, donde manifiesta tristeza frente a la pérdida y la imposibilidad de una despedida. Estos versos son distintos a los publicados con el mismo título un año antes.

El mismo año, Mistral comenzó a escribir sus famosos Sonetos de la muerte. “Ignoraba yo por aquellos años (1910-1911) lo que llaman los franceses el metier de côté, o sea, el oficio lateral; pero un buen día él saltó de mí misma, pues me puse a escribir prosa mala, y hasta pésima, saltando, casi en seguida, desde ella a la poesía, quien, por la sangre paterna, no era jugo ajeno a mi cuerpo. En el descubrimiento del segundo oficio había comenzado la fiesta de mi vida”. En este periodo de reflexión en Traiguén opta por la poesía como una de sus mayores realizaciones personales.[15]

El 12 de diciembre de 1914, obtuvo el primer premio en el concurso de literatura de los Juegos Florales, organizados por la FECh en Santiago, por sus Sonetos de la muerte.

Desde entonces utilizó el seudónimo literario «Gabriela Mistral» en casi todos sus escritos, en homenaje a dos de sus poetas favoritos, el italiano Gabriele D'Annunzio y el occitano Frédéric Mistral. En 1917, Julio Molina Núñez y Juan Agustín Araya publicaron una de las más importantes antologías poéticas de Chile, Selva lírica, donde Lucila Godoy aparece ya como una de las grandes poetas chilenas. Esta publicación es una de las últimas en que utiliza su nombre verdadero.

Desempeñó el cargo de inspectora en el Liceo de Señoritas de La Serena. Además, como destacada educadora, visitó México, Estados Unidos y Europa estudió las escuelas y los métodos educativos de estos países. Fue profesora invitada en las universidades de Barnard, Middlebury y Puerto Rico.

Después de haber vivido en Antofagasta en el norte de chile, trabajo en Punta Arenas en el extremo sur de Chile, donde dirigió su primer liceo: Gabriela Mistral tenía una misión en Punta Arenas: ella fue enviada a una de las ciudades más australes de Chile con una tarea específica, “la chilenización de un territorio donde el extranjero superabundaba” ... El encargo se lo había hecho el Ministro de Justicia e Instrucción Pública del gobierno de Juan Luis Sanfuentes, a saber Pedro Aguirre Cerda y bajo ese propósito había recibido el cargo de directora del Liceo de Niñas Sara Brown.[16]​ Pese a tener un rol fundamental en la chilenización de la población local, también lamentaba al mismo tiempo el exterminio selknam[17]​. Su mentor y quien la trasladara a dicha ciudad austral para hacerse cargo del Liceo N.º 1 de Niñas, fue el gobernador del territorio de Magallanes, general Luis Alberto Contreras y Sotomayor. Su apego a Punta Arenas también se debió a su relación con Laura Rodig, que vivía en aquella ciudad.

No soportaba el clima polar. Por eso, pidió un traslado, y en 1920 se mudó a Temuco, desde donde partió en ruta a Santiago al año siguiente. Durante su estancia en la Araucanía, como directora del Liceo de Niñas de Temuco, conoció a Neftalí Reyes (Pablo Neruda)[18]​, quien recuerda que «ella me hizo leer los primeros grandes nombres de la literatura rusa que tanta influencia tuvieron sobre mí».[19]

Aspiraba a un nuevo desafío después de haber dirigido dos liceos de pésima calidad. Opositó y ganó el puesto prestigioso de directora del Liceo № 6 de Santiago, pero los profesores no la recibieron bien, reprochándole su falta de estudios profesionales.

Desolación, considerada su primera obra maestra, apareció en Nueva York en 1922 publicada por el Instituto de Las Españas,[11]​ a iniciativa de su director, Federico de Onís. La mayoría de los poemas que forman este libro los había escrito diez años atrás mientras residía en la localidad de Coquimbito.

El 23 de junio de 1922, en compañía de Laura Rodig, zarpó hacia México en el vapor Orcoma, invitada por el entonces ministro de Educación José Vasconcelos. Allí permaneció casi dos años, trabajando con los intelectuales más destacados del mundo hispanohablante.

En 1923, en México se inauguró una estatua y se publicó su libro Lectura para mujeres; en Chile apareció la segunda edición de Desolación (con una tirada de 20 000 ejemplares) y apareció en España la antología Las mejores poesías, con prólogo de Manuel de Montoliú.

Tras una gira por Estados Unidos y Europa, volvió a Chile, donde la situación política era tan tensa que se vio obligada a partir de nuevo, esta vez para servir en el viejo continente como secretaria de una de las secciones de la Liga de Naciones en 1926; el mismo año ocupó la secretaría del Instituto de Cooperación Internacional, de la Sociedad de las Naciones, en Ginebra. En diciembre de 1925 el cónsul general de Chile en Suecia, Ambrosio Merino Carvallo, propuso al gobierno la candidatura de Mistral al Premio Nobel de Literatura de 1926; finalmente obtendría el galardón 19 años después.[20]

En 1924, publicó en Madrid Ternura, libro en el que practicó una novedosa «poesía escolar», renovando los géneros tradicionales de la poesía infantil (por ejemplo, canciones de cuna, rondas, y arrullos) desde una poética austera y muy depurada. Petronila Alcayaga, su madre, murió en 1929, por lo cual le dedicó la primera parte de su libro Tala.

Su vida fue, en adelante, una continuación de la errantía incansable que conoció en Chile, sin un puesto fijo en que utilizar su talento. Prefirió, entonces, vivir entre América y Europa. Así, viajó a Puerto Rico en 1931, como parte de un tour del Caribe y de América del Sur. En esta gira la nombra «Benemérita del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional» en Nicaragua el general Augusto Sandino, a quien había dado su apoyo en numerosos escritos. Además, dio discursos en la Universidad de Puerto Rico, Río Piedras, en Santo Domingo, en Cuba, y en todos los otros países de América Central.

A partir de 1933, y durante veinte años, trabajó como cónsul de su país en ciudades de Europa y América. Su poesía fue traducida al inglés, francés, italiano, alemán y sueco, y ha resultado muy influyente en la obra de muchos latinoamericanos, como Pablo Neruda y Octavio Paz.

La noticia de que había ganado el Nobel la recibió en 1945 en Petrópolis, la ciudad brasileña donde desempeñaba la labor de cónsul desde 1941 y donde en 1943, a los 18 años, se había suicidado Yin Yin (Juan Miguel Godoy Mendoza, su sobrino según la documentación oficial, pero que dijo a Doris Dana, ya muy disminuida en sus días finales, que era su hijo carnal, al que, con su amiga y confidente Palma Guillén, "había adoptado" y con el que vivía por los menos desde que este tenía cuatro años).[21]

La motivación para entregarle esta distinción fue «su obra lírica que, inspirada en poderosas emociones, ha convertido su nombre en un símbolo de las aspiraciones idealistas de todo el mundo latinoamericano».[22]​ Recibió el Premio Nobel, que otorga la Academia Sueca, el 10 de diciembre de 1945, en un discurso en que manifestó: «Por una venturanza que me sobrepasa, soy en este momento la voz directa de los poetas de mi raza y la indirecta de las muy nobles lenguas española y portuguesa. Ambas se alegran de haber sido invitadas al convivio de la vida nórdica, toda ella asistida por su folklore y su poesía milenarias».[23]

A finales de ese año regresó a Estados Unidos por cuarta vez, entonces como cónsul en Los Ángeles y, con el dinero ganado con el premio, se compró una casa en Santa Bárbara.[24]​ Allí, al año siguiente, escribió gran parte de Lagar I, en muchos de cuyos poemas se observa la huella de la Segunda Guerra Mundial, que sería publicado en Chile en 1954.

En 1946, conoció a Doris Dana, una escritora estadounidense con quien estableció una controvertida relación, y de quien no se separaría hasta su muerte.

Gabriela Mistral fue nombrada cónsul en Nueva York en 1953, cargo por el que consiguió estar junto a la escritora y bachiller estadounidense Doris Dana, a quien había conocido en 1946 y quien fue receptora, portavoz y albacea oficial.

En 1954, fue recibida con honores tras la invitación del gobierno de Chile encabezado por Carlos Ibáñez del Campo.[25]​ En esa ocasión la acompañó Doris Dana, a quien la prensa nacional identificaba como «la secretaria de Mistral», y que pisaba tierra chilena por primera y última vez.

En Santiago, que había declarado día festivo, la esperaban las autoridades de la capital, mientras su auto descubierto era escoltado por patrullas de carabineros seguidas de huasos a caballo y escolares destacados de diferentes colegios portando banderas. En su trayecto, pasó por un arco de triunfo hecho con flores frescas en la Alameda con España ―«El buen sembrador siembra cantando», se leía en él―; la gente le lanzaba flores. En la tarde, fue recibida en La Moneda por el presidente Ibáñez y al día siguiente, se la honró con el título de Doctor Honoris Causa de la Universidad de Chile.[26][27]

Volvió a Estados Unidos, «país sin nombre», según ella, para quien Nueva York era demasiado fría; hubiera preferido vivir en Florida o Nueva Orleans (había vendido su propiedad en California), y así se lo dijo a Doris, a quien le propuso comprar una casa a nombre de las dos en alguno de esos lugares, pero al final terminó acomodándose en Long Island, en la mansión de la familia de Doris Dana y se instaló en las afueras de la megalópolis: «Pero si tú no quieres dejar tu casa, cómprame, repito, un calentador y quedamos aquí», le escribió en 1954.

Doris Dana en esa época, consciente de que la existencia de Mistral era finita, comenzó un minucioso registro de cada conversación que tenía con la poetisa. Además, acumuló 250 cartas y miles de ensayos literarios, que constituyen el más importante legado mistraliano y que fue donado por su sobrina Doris Atkinson después de su muerte, en noviembre de 2006.

Mistral tenía diabetes y problemas cardíacos. Murió en el Hospital de Hempstead en Nueva York a causa de un cáncer de páncreas, el 10 de enero de 1957, a los 67 años, estando Doris Dana.

Doris Dana permaneció como albacea de la obra de Mistral y evitó enviarla a Chile hasta que no se reconociera a la poetisa como correspondía a su estatura mundial. Incluso se le llegó a extender una invitación de parte del gobierno del presidente Ricardo Lagos Escobar, cosa que ella declinó.

En su testamento, estipuló que el dinero producido por la venta de sus libros en América del Sur debía destinarse a los niños pobres de Montegrande, donde pasó sus mejores años de infancia, y el de la venta en otras partes del mundo a Doris Dana y Palma Guillén, quien renunció a esa herencia en beneficio de los niños pobres de Chile. Esta petición de la poetisa no se había podido realizar debido al decreto 2160, que derivaba los fondos a editoriales e intelectuales. Este decreto fue derogado y los ingresos producto de su obra llegan a los niños de Montegrande en el valle del Elqui.

La sobrina de Doris Dana, Doris Atkinson, donó al Gobierno chileno el legado literario de Mistral ―más de 40 000 documentos, custodiados en los archivos de la Biblioteca Nacional de Chile, incluidas las 250 cartas escogidas por Zegers para su publicación―.

Sus restos llegaron a Chile el 19 de enero de 1957 y fueron velados en la Casa Central de la Universidad de Chile[28][29]​ donde permanecieron hasta el 21 de enero.[30]​ Luego fueron sepultados en Montegrande, como era su deseo. Una vez mencionó que le gustaría que bautizaran un cerro de Montegrande en su honor; lo consiguió el 7 de abril de 1991, en el que hubiera sido su 102.° cumpleaños, el cerro Fraile pasó a llamarse Gabriela Mistral.

El poeta y estudioso de su obra, Jaime Quezada, ha editado una serie de libros póstumos con escritos de la premio Nobel: Escritos políticos (1994), Poesías completas (2001), Bendita mi lengua sea (2002) y Prosa reunida (2002).

La Organización de los Estados Americanos instituyó en 1979 el Premio Interamericano de Cultura «Gabriela Mistral», «con el propósito de reconocer a quienes han contribuido a la identificación y enriquecimiento de la cultura propia de América y de sus regiones o individualidades culturales, ya sea por la expresión de sus valores o por la asimilación e incorporación a ella de valores universales de la cultura».[31]​ Fue otorgado por primera vez en 1984 y por última en 2000. Además, hay una serie de otros premios y concursos que llevan su nombre.

Una universidad privada fundada en 1981, una de las primeras en Chile, también lleva su nombre: la Universidad Gabriela Mistral. En 1977, el gobierno de Chile instituyó en su honor la Orden al Mérito Docente y Cultural Gabriela Mistral.

El 15 de noviembre de 2005, recibió un homenaje en el Metro de Santiago en conmemoración de los sesenta años de su recepción del premio Nobel. Se le dedicó un tren boa tapizado con fotografías de la poetisa.

Casi todas las ciudades importantes de Chile poseen una calle, plaza o avenida bautizada en honor a ella con su nombre literario.

En diciembre de 2007 llegó a Chile gran parte del material retenido en Estados Unidos por su primera albacea, Doris Dana. Lo recibió la ministra chilena de cultura Paulina Urrutia, junto a Doris Atkinson, la nueva albacea. La recopilación, transcripción y clasificación ha sido hecho por el humanista chileno Luis Vargas Saavedra que, al mismo tiempo, ha preparado una edición del trabajo llamada Almácigo.[32]

El 19 de octubre de 2009, se renombró el edificio Diego Portales como Centro Cultural Gabriela Mistral.[33]​ La Presidenta de la República, Michelle Bachelet, promulgó la ley 20386, publicada el 27 de octubre de 2009, que cambió la denominación del edificio a Centro Cultural Gabriela Mistral, «con la finalidad de perpetuar su memoria y honrar su nombre y su contribución a la conformación del patrimonio cultural de Chile y de las letras hispanoamericanas».[34]

En 2015, la Universidad de Chile inauguró la Sala Museo Gabriela Mistral, en la Casa Central de esta institución que destaca tres hitos de su relación con la Universidad: El reconocimiento de su calidad de profesora en 1923; la creación del grado Doctor Honoris Causa para ella en 1954 (fue la primera en recibirlo); y el velatorio de sus restos en el Salón de Honor en 1957.[35]​ La sala expone material audiovisual, pinturas, primeras ediciones de sus obras y fotos.[36]

La Biblioteca Regional Gabriela Mistral de La Serena fue inaugurada el 5 de marzo de 2018 por la presidenta Michelle Bachelet, quien subrayó que esta "se relaciona armónicamente con la Casa de Las Palmeras", lugar que la poetisa compró en 1925 "soñando con reproducir el modelo mexicano de escuelas rurales y que hoy es un hito fundamental de la ruta mistraliana"».[37][38]

La imagen de Mistral ha aparecido en el billete de 5000 pesos chilenos desde julio de 1981.[39]​ En septiembre de 2009 se puso en circulación un nuevo billete, del mismo valor, con una imagen retocada de Mistral.[40]

Gabriela Mistral mantuvo su vida personal en estricta reserva, lo que ha provocado mucha discusión respecto a sus relaciones personales y sentimentales. Mistral se mantuvo soltera toda su vida, hecho poco común en una mujer en su época, por lo que gran parte de sus relaciones han sido interpretados a través de su trabajo literario o sus epístolas.

A los 15 años tuvo un amor platónico con Alfredo Videla Pineda, un hombre rico y más de 20 años mayor que ella, con el que se carteó durante casi año y medio.

En 1906, mientras ella se desempeñaba como profesora en La Cantera, conoció a Romelio Ureta, un funcionario de ferrocarriles por el que Gabriela sintió un gran afecto. Muchos estudiosos de la vida de la poetisa han considerado a Ureta como «el gran amor» de su vida. La relación tuvo un final trágico cuando Ureta se suicidó en noviembre de 1909. Mistral escribió Sonetos de la muerte inspirada en sus sentimientos tras la muerte de Ureta.[41]​ Dichos versos la catapultaron a nivel nacional, luego de ganar los Juegos Florales de 1914. Aunque por un tiempo la muerte de Ureta fue interpretada como causada por la relación con Mistral, ella misma lo descartó y lo consideró nada más que «novelería». Ureta se habría suicidado al verse acorralado, luego de sacar dinero de la caja del ferrocarril donde trabajaba con el fin de ayudar a un amigo y no poder devolverlo.[42]

Los Juegos Florales sirvieron también para que Gabriela entablara una relación con el escritor Manuel Magallanes Moure, quien fue jurado en el evento.[43]​ Impactado con el talento de Mistral, Magallanes comenzó a enviarle cartas y la relación epistolar entre ambos se convirtió en una con sentimientos más profundos. Mistral eliminó gran parte de las cartas, al considerar que eventualmente podían ser consideradas una suerte de adulterio (ya que Magallanes era casado), pero algunas copias que él guardó reflejan el amor prohibido de Mistral por el escritor, rechazando sus insinuaciones de concretar un encuentro.[42]

Las cartas también reflejaron la poca autoestima de Mistral, considerándose fea, deforme y complicada. «Yo nací mala, dura de carácter, egoísta enormemente y la vida exacerbó esos vicios y me hizo 10 veces dura y cruel».[43]​ La relación epistolar duró casi siete años; solo en 1921 se encontraron físicamente en Santiago, momento en que el encanto se quebró y la relación se enfrió. Ambos siguieron en contacto como amigos hasta 1923, cuando Mistral partió al extranjero. En su carta de despedida, Mistral lo enfrentó: «Tú no me pudiste querer mi vejez, mi fealdad... Tu orgullo, muy visible, te alejó de mi.»[43]

En 1925, nació Juan Miguel Godoy, su sobrino (hijo de Carlos, su hermano por parte de padre). Mistral, quien en esa época residía en Francia, recibió la custodia de su sobrino y lo crio como su propio hijo junto a su secretaria mexicana, Palma Guillén. Más conocido como Yin Yin, fue una de las figuras más influyentes en la vida de Mistral. Su vida, sin embargo, tuvo un abrupto final tras mudarse desde Europa a Petrópolis, Brasil. Yin Yin nunca pudo acostumbrarse a su nuevo entorno y fue acosado por sus compañeros. En 1943, se suicidó a los 18 años de edad tras ingerir arsénico, lo que fue un duro golpe para Gabriela Mistral y dio inicio a una de las épocas más oscuras de su vida.[44][45]

Uno de los temas más controvertidos respecto a Mistral, tanto mientras ella vivió como después de su fallecimiento, era lo asociado a su posible lesbianismo. En sus diarios íntimos escritos entre 1945 y 1946, y que fueron publicados en 2002, rechazó los comentarios sobre su eventual lesbianismo e indica que habría sido una de las razones por las que se alejó de Chile durante sus últimos años.

En el ámbito más íntimo existen documentos que reflejan una relación muy íntima con mujeres. La relación más debatida es la que mantuvo con Doris Dana. Ambas se conocieron en 1949, luego de comunicarse vía cartas desde 1948. Se mantuvieron inseparables hasta el fallecimiento de la poetisa, en 1957. En su testamento, Dana fue nombrada como albacea y custodió el legado de la poetisa por más cincuenta años.

Es la joven estadounidense —que en ese entonces tenía 28 años— quien se acerca a la poetisa tres décadas mayor que ella y ya consagrada con el Premio Nobel. Le escribe a su residencia en Santa Bárbara, California. La excusa es la publicación de un volumen en torno a Thomas Mann que incluye una traducción hecha por Dana de un texto de la poetisa chilena. El tono es de respeto, casi de veneración:

Me he tomado la libertad de mandarle, a nombre de la New Directions Press, el ejemplar destinado para usted de “The Stature of Thomas Mann”.

De haber sido posible hubiera preferido, desde luego, gozar del privilegio de poner este libro personalmente en sus propias manos.

En una época acribillada de comercialismo, un volumen como éste es digno de tal gracia y dignidad.

La correspondencia entre la poetisa chilena y la neoyorquina es recopilada en el libro "Niña errante". El volumen solo incluye una veintena de cartas escritas por Doris Dana y más de doscientas de Mistral. Ambas hablan de una atracción a primera vista. A lo largo de la correspondencia se va configurando una relación apasionada, capaz por momentos de obsesionar a la poetisa.

A menos de un año de iniciada la correspondencia, Mistral la trata de “amor”, identificándose a ratos a sí misma con el género masculino. A ratos desesperada por la conducta evasiva de Dana, quien solía irse por largas temporadas a Nueva York, ciudad en la que estaba radicada, a veces sin dejar dirección ni dar noticia.

El 14 de abril de 1949 Mistral le escribía:

Yo no entiendo nada de lo ocurrido, mi amor. Sólo sospecho que mi carta sobre los Artasánchez te ha hecho sufrir mucho. Y que o eso o el avión te ha causado un daño del corazón.

¡Qué estúpido ha sido el que más te quiere, Doris mía! ¡Perdóname, vida mía, perdóname! ¡No lo haré más! Y tú guardarás el control de ti, y haz fe en tu pobrecillo, que es un ser torpe, vehemente y envenenado por su complejo de inferioridad (el de la edad).

A comienzos del siglo XXI, se comenzó a investigar el tema del lesbianismo de Mistral y su relación con Dana, quien en sus últimos años, negó rotundamente haber mantenido una relación íntima o sexual con Mistral.[48]​ La catedrática estadounidense Licia Fiol-Matta escribió en A Queer Mother for the Nation: The State and Gabriela Mistral, que Mistral era «una lesbiana de armario» y que su obra contrastaba con «la consagración póstuma como un ícono nacional célibe, santo, sufriente y heterosexual».[49][47]​ Estas aseveraciones fueron criticadas por el entorno mistraliano, al mismo tiempo que la Fundación Gabriela Mistral negó en 2001 al escritor Juan Pablo Sutherland la inclusión de ciertos versos de la poetisa en A corazón abierto, un análisis respecto a la homosexualidad en la literatura chilena.[50]

Al fallecer Dana en 2006, el epistolario que mantuvo con Mistral se hizo público gracias al permiso otorgado por la heredera de Doris Dana, su sobrina Doris Atkinson. La obra Niña errante fue publicada en 2009 con transcripción, prólogo y notas de Pedro Pablo Zegers, conservador del Archivo del Escritor de la Biblioteca Nacional. En ella, se reproducen por primera vez algunas cartas que reflejan la relación íntima que mantuvieron ambas mujeres, incluyendo pasajes apasionados y de despecho.

A medida que la homosexualidad ha ganado aceptación en Chile y se han liberado más cartas que reflejan la obra de Mistral, se ha avanzado en la consideración de Mistral como lesbiana,[52]​ y el impacto de ello tanto en su obra como en su legado.[n 3][55][56][57][51]​ En 2010, se publicó el documental Locas mujeres de María Elena Wood que profundizó en la relación entre Gabriela Mistral y Doris Dana. Asimismo se ha descubierto que en 1935 dejó su casa en Madrid para que la utilizara en sus reuniones el Círculo Sáfico de Madrid, integrado entre otras por las escritoras tribadistas Victorina Durán, Rosa Chacel, Elena Fortún y Matilde Ras.[58]

En 2015, cuando se promulgó el acuerdo de unión civil que permitió formalizar por primera vez parejas del mismo sexo ante el Estado chileno, la presidenta Michelle Bachelet usó algunos versos de Gabriela Mistral para ilustrar el avance de la nueva ley. «Nuestra Gabriela Mistral escribió a su querida Doris Dana: “Hay que cuidar esto Doris, es una cosa delicada el amor”. Y lo recuerdo hoy porque a través de esta ley lo que hacemos es reconocer desde el Estado el cuidado de las parejas y de las familias y dar un soporte material y jurídico a esa vinculación nacida en el amor», señaló Bachelet, lo que sorprendió a la Fundación Gabriela Mistral.[59]

Entre los muchos doctorados honoris causa que recibió, destacan los de la Universidad Nacional de Guatemala, de California en Los Ángeles y de Florencia, por nombrar algunos, además del que le otorgó la Universidad de Chile a su regreso a la patria en 1953 .[60]

Colaboraciones[61]:


Ediciones póstumas:




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