x
1

Clodoveo I



Clodoveo I (francés: Clovis) fue el primer Rey de los francos en unificar toda Francia (con excepción de Bretaña y Septimania). Fue coronado como rey de los francos salios en el año 481,[1]​ tras lo cual emprendió una serie de campañas con las que logró someter al resto de pueblos francos. Fue coronado como Rey de todos los francos alrededor del año 509,[2]​ poco después de establecer la ciudad de París como la capital de su nuevo Reino Franco.

Fundó la primera dinastía de Francia: la merovingia, y fue además el primer rey cristiano. Por estos motivos, en su mayoría los reyes franceses se llamaron “Luis” (Louis), forma moderna de “Clodoveo” (Clouis).

A finales del siglo V, la Galia se encuentra dividida entre varios pueblos bárbaros, constantemente en guerra los unos contra los otros, buscando extender sus influencias y sus posesiones:

Una multitud de poderes locales o regionales de origen militar habían ocupado el vacío dejado por la deposición del Emperador Romano de Occidente en 476. Entre estos se encontraba aún el reino de Siagrio, establecido en la región de Soissons.

En 481 Clodoveo, hijo del rey Childerico I y de la princesa Basina de Turingia, accedió al trono del reino franco salio situado en la región de Tournai en la actual Bélgica. El título de rey no era nuevo, pues este era dado a los jefes militares de las naciones bárbaras al servicio de Roma. Así los francos, antiguos servidores de Roma y a los ojos de esta, no eran nada menos que germanos: bárbaros paganos, alejados del modo de vida de los galos romanizados durante más o menos cinco siglos de dominación e influencia romana.

Clodoveo tenía solo quince años cuando se convirtió en el jefe de su tribu, en 481[3]​ su coronamiento dio inicio a la primera dinastía de reyes de Francia, los merovingios, los cuales tomaron su nombre del abuelo de Clodoveo, el gran Meroveo.

El reino de Clodoveo se inscribe más bien en la continuidad de la Antigüedad tardía que en la Alta Edad Media según numerosos historiadores. No obstante, contribuye a formar el carácter original de este último período, dando inicio a una primera dinastía de reyes cristianos y, gracias a la aprobación de las élites galorromanas, crea un poder central en la Galia. Los obispos locales, en su lucha contra visigodos y ostrogodos del sur de la región (de credo arriano), saludaron a Clodoveo como un nuevo Constantino.[4]

Lanza una serie de alianzas y de conquistas militares, en un principio a la cabeza de unos mil hombres. Más que las armas, como se había creído, eran la manera y la experiencia que sus hombres habían adquirido al servicio del Imperio y contra los otros bárbaros lo que posibilitó el éxito militar de Clodoveo y su ejército.

Una idea que habría de rechazarse es que a través de él, no fue un pueblo germánico el que se impuso a los galorromanos, sino la fusión de los elementos latinos y germanos que se sucedieron. En la época de Clodoveo, mientras que Siagrio era calificado como romano por las fuentes, no llevaba un nombre bárbaro y no contaba con el apoyo de su pueblo. Por otro lado, el rey de los bárbaros, el ostrogodo Teodorico el Grande, perpetuó los caracteres de la civilización romana tardía aunque, siendo ostrogodo, siempre fue considerado como bárbaro y hereje a los ojos de la Iglesia, por su fe arriana.

Si Clodoveo supo imponerse rápidamente, es de cierta forma gracias a la impresión que daba, pues aparecía como el mejor amo entre todos los pretendientes, y por lo menos los galorromanos se contentarían con que fuera de su misma fe. Es así como Clodoveo conquista la mitad norte de la Francia moderna, primero se alió con los francos renanos en 484, luego llevó a cabo ofensivas hacia el sur a partir de 486. Comenzó con el revés y derrota de Siagrio, el último representante del Imperio destronado. El reino de Siagrio cubría aproximadamente el área entre el río Sena y el río Loira, en las que se encontraban las principales ciudades de Senlis, Beauvais, Soissons y París.

El obispo de Reims, el futuro San Remigio, buscaba quizás la protección de una autoridad fuerte para su pueblo. Los contactos fueron numerosos entre Clodoveo y el obispo; este último incita al rey a proteger a los cristianos que habitan en su territorio. Gracias a su carisma y quizás en razón de la autoridad que él mismo representaba, Remigio supo hacerse respetar por Clodoveo y le sirvió hasta de consejero. Le incitó notablemente a pedir la mano de la princesa Clotilde, una princesa cristiana de alto linaje, hija del rey de los burgundios. El matrimonio tuvo lugar en 492, probablemente en la localidad de Soissons.

Desde entonces, Clotilde hizo todo lo posible para convencer a su esposo de convertirse al catolicismo.[5]​ Al principio, Clodoveo fue reticente, dudaba de la existencia de un Dios único, además la muerte prematura de su primer hijo quien habría de ser bautizado cristianamente, no hizo más que agrandar su desconfianza. Por otra parte, si aceptaba convertirse al cristianismo, podría perder el apoyo de su pueblo todavía pagano; además debía tener también el apoyo del clero galo-romano ya que este último tenía una gran influencia sobre la población gala.

Es finalmente durante la batalla de Tolbiac contra los alamanes hacia el año 496, que el destino borra las dudas de Clodoveo. Mientras que se encontraba luchando contra los alamanes con el fin de extender su territorio hacia el este, su ejército se encontraba casi vencido. No sabiendo a qué otro dios pagano rezarle, Clodoveo ora entonces a Cristo y le promete que si gana la batalla se convertiría al cristianismo. En el centro de la batalla, cuando entonces el mismo Clodoveo se encontraba acorralado y a punto de ser capturado, el jefe alamán es alcanzado por una flecha, lo que hizo que su ejército se fuera a la deriva y huyera en pánico.

Clodoveo recibe entonces el bautizo con unos 3000 guerreros de las manos de San Remigio, en Reims, el 25 de diciembre entre el año 496 y/o 499. Este bautizo se convirtió en un evento significativo en la historia de Francia, casi todos los reyes franceses fueron a partir de entonces consagrados en la catedral de Reims, hasta 1824, fecha en la cual el rey Carlos X de Francia accedió al trono.

Es también de destacar que el bautizo de Clodoveo marca el inicio del lazo entre el clero y la monarquía francesa, lazo que habría de perdurar hasta inicios del siglo XIX. A partir de Clodoveo, el soberano francés debía gobernar en nombre de Dios, y solo sus descendientes directos podían pretender al trono. El bautizo permitió al rey implantar perdurablemente su autoridad sobre las poblaciones dominadas; gracias a su bautizo, pudo contar con el apoyo del clero para proseguir la expansión de su reino.

Al jurar vasallaje a Anastasio I, recibe el título de cónsul de la Galia, viendo que parte de esta se encontraba bajo los visigodos arrianos (que dominaban la mayor parte de la península ibérica y el suroeste de la Galia, desde el Loira al norte hasta los límites del actual Languedoc al este), decide reunificarla con el apoyo de Oriente.

En la primavera de 507, los francos lanzan su ofensiva hacia el sur, cruzando el Loira en dirección a Tours e invadiendo el reino visigodo, mientras que sus aliados burgundios atacan por el este. El experimentado ejército franco se enfrenta al del rey Alarico II en la batalla de Vouillé, cerca de Poitiers. Tras una terrible lucha cuerpo a cuerpo, Clodoveo logra matar a Alarico en combate singular, tras lo cual los visigodos huyen en desbandada y la batalla termina en una completa victoria de los francos.

Los visigodos esperaban recibir el apoyo de Teodorico, rey de los ostrogodos, pero éstos se ven envueltos en un conflicto con el Imperio de Oriente. De este modo, Clodoveo inicia un imparable avance hacia el sur, que le lleva a conquistar todas las posesiones visigodas en la Galia, incluida su capital, Tolosa. Los visigodos se ven obligados a refugiarse en Hispania y a abandonar todas sus posesiones en la Galia a los francos, salvo una parte de la franja costera de la Septimania.

Luego de Tournai y Soissons, Clodoveo escoge finalmente a París como capital en el año 508.[2]​ Es importante añadir que la ley Sálica fue fechada después de 507, algunas hipótesis indican que su promulgación coincidió con la instalación del rey en París.

Las razones por las cuales se escogió París, parecen ser simplemente estratégicas, ya que la ciudad había sido una ciudad-guarnición y residencia imperial al final del Imperio. Aunque el hecho de que París fuera la capital era solo simbólico, ya que el reino franco no tenía administración y los reyes francos que sucedieron a Clodoveo no le dieron importancia al hecho de ser propietarios de la ciudad.

Bajo el reino de Clodoveo en todo caso, e igualmente durante todo el período en que los merovingios tuvieron el poder, la ciudad no tuvo cambios mayores, el patrimonio antiguo de la villa fue conservado y hasta en ocasiones renovado. Solamente algunos edificios religiosos donados por la familia real y la aristocracia fueron construidos, transformando un poco el paisaje urbano.

El 27 de noviembre de 511,[1]​ muere en París a la edad de 45 años. Tras haber unificado prácticamente toda Francia, al morir, dejó sus estados repartidos entre sus cuatro hijos (Teodorico I, Childeberto I, Clodomiro I y Clotario I), siguiendo la norma del derecho privado.

Su reino pudo entonces ser dividido en cuatro partes consecuentes, tres similares y una cuarta más grande, que ocupaba más o menos el tercio de la Galia franca, para su hijo mayor, Teodorico, nacido de una unión pagana antes de 493. Clodoveo fue inhumado en la entonces así llamada Basílica de los Santos Apóstoles, en París, basílica que más tarde fue rebautizada como «Abadía de Santa Genoveva de París» (Abbaye Sainte-Geneviève de París). Después de la Revolución francesa, en 1807, la abadía fue parcialmente destruida y ya solo es visible la torre del campanario, hoy en día llamada Torre Clodoveo (Tour Clovis), en honor al rey franco. En la actualidad el lugar está ocupado por el establecimiento de enseñanza secundaria Lycée Henri IV y la tradición ha transmitido, aunque la arqueología no lo ha demostrado, que Clodoveo sigue enterrado en los cimientos de la antigua abadía.

El nombre “Clodoveo” proviene del franco (antiguo bajo-alemán) Hlodowig, compuesto por las raíces hlod ("reconocido, famoso, ilustre") y wig ("combate"), quiere decir "Ilustre en el combate" o "Ilustre en la batalla", el equivalente en español moderno sería “Luis”, nombre de la mayoría de los reyes de Francia, y en alemán Ludwig, también latinizado como Ludovico.

Frecuentemente utilizada por los merovingios, la raíz hlod da también el origen a nombres como Clotario (y Lotario), Clodomiro y Clotilde.




Escribe un comentario o lo que quieras sobre Clodoveo I (directo, no tienes que registrarte)


Comentarios
(de más nuevos a más antiguos)


Aún no hay comentarios, ¡deja el primero!