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Colonias y protectorados británicos



Las Colonias y protectorados británicos fueron territorios que a nivel global estuvieron bajo el dominio del Imperio británico. La fundación del Imperio británico a finales del siglo XVII es considerada el punto de partida de la evolución territorial del Reino Unido. Desde entonces, muchos son los territorios que han estado bajo el control del Reino Unido o de sus estados predecesores.

Cuando se formó el Reino de Gran Bretaña en 1707 mediante la unión de los reinos de Escocia y de Inglaterra, las posesiones coloniales de este último pasaron al nuevo estado. De forma similar, cuando se formó el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda en 1801 mediante la unión del Reino de Irlanda al de Gran Bretaña (ver Acta de Unión (1800)), el control sobre las posesiones coloniales de este último pasaron al estado sucesor. En su conjunto estos territorios son conocidos como el Imperio británico. Cuando una gran parte de Irlanda obtuvo la independencia (ver Estado Libre Irlandés), los otros territorios del Imperio permanecieron bajo el control del Reino Unido (desde entonces denominado Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte).

Desde 1714 hasta 1837 el trono británico estaba ligado al del Reino de Hannover, un estado en el norte del Sacro Imperio Romano Germánico, cuyos líderes eran también duques y electores del reino. Sin embargo, esto era una simple unión personal en la cual Hannover mantenía su independencia política, por lo cual no se consideraba como parte integrante del Imperio británico.

Varios países o dominios del Imperio británico obtuvieron la independencia de forma sucesiva a principios del siglo XX. En los 20 años que siguieron a la Segunda Guerra Mundial, se desmanteló la mayor parte del Imperio restante, comenzando con la independencia de la India y de Pakistán en 1947. El último territorio significativo en emanciparse del Imperio británico fue Hong Kong, traspasado a China en 1997.

Muchos de los antiguos territorios del Imperio británico son miembros de la Mancomunidad de Naciones, quince de los cuales (también conocidos, junto con el Reino Unido, como Reinos de la Mancomunidad) conservan a los monarcas británicos (actualmente, la reina Isabel II) como jefes de Estado. Estos también ostentan el título de “Jefes de la Mancomunidad de Naciones”, aunque solo se trata de un título personal y simbólico, pues todos los miembros tienen coronas nacionales totalmente separadas e independientes del Reino Unido. Esta disposición constitucional no representa ni un real, ni una continuación teórica de la dominación británica sobre cualquiera de los otros reinos; los miembros de la Mancomunidad de Naciones (incluyendo los Reinos de la Mancomunidad) son estados de plena soberanía.

La naturaleza de los territorios (y sus gobiernos) en tanto que partes constitutivas del Imperio británico variaron enormemente. En términos legales incluye los territorios que estaban formalmente bajo la soberanía de los monarcas británicos (quienes, además, ostentaban el título de Emperatrices (o Emperadores) de la India desde 1876 hasta 1947); territorios varios gobernados como protectorados; territorios traspasados a la administración británica bajo la autoridad de la Sociedad de Naciones o de las Naciones Unidas; y otros diversos territorios, tales como el Sudán Anglo-Egipcio. No se aplicó un sistema uniforme de gobierno a estos territorios.[1][2]

La naturaleza de la administración del imperio cambió bastante a lo largo del tiempo y dependiendo del lugar, si bien puede ser bastante fácil agrupados en las siguientes categorías:

El propio Reino Unido estaba formado por los reinos (ahora naciones constituyentes) de Inglaterra, Gales, Escocia e Irlanda (a partir de 1922 solamente Irlanda del Norte, pues Irlanda obtuvo su independencia).

Las Dependencias de la Corona de las islas de Man, Jersey y Guernsey (las dos últimas se conocen colectivamente como las "Islas del Canal"). Estas islas, que a menudo se consideran parte de la Islas Británicas, nunca han formado parte del propio Reino Unido, o de sus estados antecesores. Al mismo tiempo, nunca han sido considerados como colonias; si bien el Gobierno británico es generalmente responsable de su defensa y relaciones exteriores, cada uno de los territorios tiene sus propias leyes e instituciones políticas. En sentido estricto su relación con la soberanía británica solo se da con el Gobierno.

Las colonias eran territorios que estaban destinados a ser lugares de asentamiento permanente, proporcionando tierra para sus pobladores. La Corona declaró su absoluta soberanía sobre ellos, aunque no eran formalmente parte del propio Reino Unido. En general su derecho fue el Derecho común de Inglaterra, junto con todas las leyes del Parlamento que también eran aplicadas a ellos. La autoridad real por lo general se representó en la persona de un gobernador, nombrado por el Gobierno británico. Con el tiempo, un número de colonias se les concedió "gobierno responsable", que derivó en autogobierno. Las colonias eran típicamente de uno de los siguientes tipos:

Una colonia de la Corona era un tipo de administración colonial de los ingleses y más tarde del Imperio británico, que estaban directamente controlada por la Corona británica.[3][4]

Las colonias de la corona fueron gobernadas por un gobernador designado por el monarca. A mediados del siglo XIX, el soberano nombró gobernadores reales por consejo del Secretario de Estado para las Colonias. Este se convirtió en el método principal para crear y gobernar colonias.[5]​ La mayoría de las colonias de la corona, especialmente las colonias con población blanca, tenían una legislatura bicameral, que consistía en una cámara alta usualmente llamada Consejo Legislativo, cuyos miembros eran nombrados y tenían un propósito similar al de la Cámara de los Lores británica. También existían cámaras bajas que generalmente se llamaban Asamblea Legislativa o Cámara de la Asamblea. El sufragio para la cámara baja estaba restringido solo a hombres blancos libres, generalmente con restricciones de propiedad. Como la propiedad de la tierra era generalizada, la mayoría de los hombres blancos podían votar.[6]​ El gobernador también tenía a menudo un Consejo Ejecutivo que tenía una función similar al Gabinete en Inglaterra pero no era responsable ante la cámara baja colonial. Sin embargo, mantuvieron una posición consultiva y no sirvieron en oficinas administrativas como los ministros del gabinete. Los miembros del Consejo Ejecutivo no eran necesariamente miembros de la cámara baja, sino que generalmente eran miembros de la cámara alta.[7]​ Más tarde, cuando las colonias blancas obtuvieron un gobierno responsable, la cámara baja comenzó a reemplazar a la cámara alta (generalmente no elegida) como la legislatura colonial, y surgió el cargo de Primer ministro.[8]

Una colonia de la Carta era una de las tres clases de gobierno establecidas en las colonias inglesas del siglo XVII en América del Norte. En una colonia de la Carta, el Rey otorgaba una carta real u otra legislación al gobierno colonial estableciendo las reglas bajo las cuales se gobernaría y la manera de elegir a sus propios gobernadores sobre la base de las reglas detalladas en la carta.[9]

Varias colonias en los siglos XVI y XVII fueron otorgadas a individuos particulares; estas son conocidas como colonias propietarias. Las colonias propietarias en América estaban gobernadas por un señor propietario, quien, teniendo autoridad en virtud de una carta real, por lo general ejercía esa autoridad casi como un soberano independiente. Finalmente, estos se convirtieron en colonias de la Corona.[10][11]

Una compañía privilegiada es una asociación formada por inversores o accionistas con fines de comercio, exploración y colonización. Estas compañías generalmente se formaron, incorporaron y legitimaron bajo una carta real. Este documento establecía los términos bajo los cuales la empresa podría operar; definió sus límites de influencia y describió sus derechos y responsabilidades. Grupos de inversores formaron compañías para suscribir y beneficiarse de la exploración de África, India, Asia, el Caribe y América del Norte, bajo el patrocinio del estado. Algunas compañías como la Compañía Británica de las Indias Orientales gobernaron grandes posesiones coloniales (especialmente en la India).[12][13]

Los estados protegidos eran territorios extranjeros que se regían nominalmente por gobernantes locales, que entraron en una relación convenientes con el Gobierno británico y que los excluyó de tratar directamente con otras potencias extranjeras, lo cual le dio a los británicos el derecho de implicarse en los asuntos internos de su territorio. El interés en estos territorios se debió principalmente por una cuestión estratégica. Un ejemplo fueron los Estados de la Tregua, actualmente Emiratos Árabes Unidos.

Los protectorados fueron territorios que no estaban formalmente anexados pero en los cuales, ya sea por tratado, concesión u otro medio legal, la Corona tenía autoridad política y jurisdicción por lo que las autoridades británicas tomaron una participación más activa en los asuntos internos del territorio.[2]​ Varios protectorados se establecieron a menudo como medio de control de los súbditos británicos en determinado territorio (en lugar de la población indígena), o para excluir la influencia de una potencia rival europea. Un ejemplo es Bechuanalandia, ahora Botsuana.

Los dominios eran entidades políticas semi-independientes que estaban nominalmente bajo la Corona, constituyendo parte del Imperio británico y la Mancomunidad Británica; aparecieron a finales del siglo XIX y la primera parte del siglo XX.[14][15]​ Algunos habían sido previamente colonias de la corona, y algunos otros federaciones de colonias como la Unión Sudafricana y la Mancomunidad de Australia. El concepto de dominio se definió formalmente en la Declaración de Balfour de 1926, que reconocía a estos países como "comunidades autónomas dentro del Imperio británico", reconociéndolos así como iguales políticos al Reino Unido; el Estatuto de Westminster de 1931 convirtió este concepto en realidad legal, convirtiéndolos en miembros esencialmente independientes de lo que entonces se llamaba Mancomunidad Británica. Inicialmente, los dominios llevaron a cabo su propia política comercial, algunas relaciones exteriores limitadas y fuerzas armadas autónomas, aunque el gobierno británico reclamó y ejerció el poder exclusivo de declarar guerras. Sin embargo, después de la aprobación del Estatuto de Westminster, la dependencia de estos a la Corona del Reino Unido cesó. Después de eso, los países que anteriormente se denominaban "Dominios" se convirtieron en Reinos de la Mancomunidad donde el soberano ya no era el monarca británico, sino que este era el monarca de cada nación en sí mismo, y se consideran iguales al Reino Unido y entre sí.[16]​ Un ejemplo fue el Estado Libre de Irlanda, formado como un dominio en 1922 a partir del territorio de Irlanda y que conservó a la reina como jefe de Estado hasta que se formó la República de Irlanda en 1949. Ejemplos similares son los dominios de Canadá (1867), India (1947), Pakistán (1947); Ceilán y Kenia.

Los mandatos fueron formas de gobierno de determinados territorios creados tras la Primera Guerra Mundial. El Reino Unido y sus dominios de Australia, Nueva Zelanda y la Unión Sudafricana mantuvieron como mandatos varias colonias y protectorados alemanes. En teoría, estos territorios se regían en nombre de la Sociedad de las Naciones en beneficio de sus habitantes. La mayoría se convirtió a los Territorios en fideicomiso de las Naciones Unidas en 1946.[17]

El Raj británico, también llamado Imperio de la India, fue la estructura política imperial aplicada en el subcontinente indio entre 1858 y 1947, que comprende la India británica (una colonia de la corona: presidencias y provincias gobernadas directamente por la Corona británica a través del virrey y gobernador general de la India) y los Estados principescos, gobernados por dirigentes indios, bajo la soberanía de la Corona británica ejercida a través del virrey y gobernador general.[18]

Después de los dieciocho meses de la guerra de independencia librada entre los nacionalistas irlandeses y las autoridades británicas en los años 1919-1921, la mayoría de Irlanda se estableció como un dominio británico separado denominado Estado Libre de Irlanda. Poniendo fin a un proceso que había comenzado a mediados de la década de 1930, los lazos constitucionales finales se rompieron en 1949, cuando Eire se convirtió en una república. La parte norte-oriental de la isla de Irlanda sigue siendo parte del Reino Unido hasta el día de hoy.

Antes de la fusión de Irlanda en el Reino Unido en 1801, su relación con Gran Bretaña podría ser descrito como una especie de híbrido entre una colonia y una dependencia de la corona.

Durante los siguientes veinte años tras la independencia de la India Británica (considerada como la posesión colonial más importante) en 1947, la mayor parte de los territorios del Imperio alcanzaron plena independencia. Hoy en día solo 14 antiguas colonias (conocidas desde 2002 como "Territorios Británicos de Ultramar") permanecen bajo dominio británico; el término "colonias" ya no se utiliza para describir a estas posesiones.

Casi la totalidad de los territorios británicos de ultramar son islas (o grupos de islas) con una pequeña población; algunos están en zonas muy remotas del mundo. De los territorios con una población permanente, todos tienen al menos cierto grado de autonomía interna, manteniendo el Reino Unido la responsabilidad de su defensa y de sus relaciones exteriores.

Los catorce territorios de ultramar británicos son:

Las tres dependencias de la corona son:

Bajo el Tratado Antártico

Soberanía disputada por Argentina Flag of Argentina.svg

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Esta es una lista de los tratados y Leyes del Parlamento más importantes, así como otros instrumentos legales y eventos que afectan la naturaleza y extensión territorial del Imperio Británico.



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