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Economía española



La economía de España es la cuarta por tamaño en la Unión Europea y la decimotercera a nivel mundial en términos nominales.[18]​ En términos relativos o de paridad de poder adquisitivo, se encuentra también entre las mayores del mundo (ver Anexo:Países por PIB (PPA)). Según un informe de The Economist del año 2005, España era el 10º país del mundo con mayor calidad de vida.[19]​ Como en la economía de todos los países europeos, el sector terciario o sector servicios es el que tiene un mayor peso. La moneda de España es desde el 1 de enero de 1999 el euro, que entró en circulación como moneda de cambio el 1 de enero de 2002 (manteniéndose la peseta durante 2 meses más, hasta el 28 de febrero de 2002), pero ya se utilizaba como divisa en los bancos europeos de la zona euro.

Desde el final de la crisis de principios de los años 1990, la economía española tuvo más de una década expansiva de crecimiento macroeconómico, por encima de la media del resto de la Unión Europea. Sin embargo, entre 2008 y 2013 sufrió una fuerte recesión[20]​ En 2014 el producto interior bruto volvió de nuevo a crecer, a un 1,4 %.[21]​ El número de desempleados alcanzó un máximo de 5,77 millones en febrero de 2014 y disminuyó el resto del año en 446 000 personas.[22]​ Según la CEOE, la revisión al alza del crecimiento de la economía española en 2015 se debe al "descenso del precio del petróleo, la mejora de las condiciones de financiación y la depreciación del euro, así como la previsión de crecimiento para la Eurozona".[23]

La economía española consolidó en 2015 el proceso de recuperación iniciado en 2013, registrando el PIB real una trayectoria expansiva. En el conjunto del año, el PIB creció el 3,2%, por encima del PIB de la zona euro (2%).[24]

Es destacable la prolongación del proceso de desapalancamiento del sector privado, cuya deuda se ha reducido en 49 puntos porcentuales de PIB, desde el máximo alcanzado a mediados de 2010 hasta 2016. La deuda no consolidada del sector privado no financiero se en 2016 a niveles de finales de 2005 y próximos a la media de la zona euro.[24]

En 2016, el déficit de las Administraciones Públicas españolas quedó en el 4,33% del PIB, cumpliendo por primera vez desde el estallido de la crisis en 2008, el objetivo comprometido con la Comisión Europea.[25]​ La deuda pública era en el año 2000 igual al 59 % del PIB, se redujo entre 2000 y 2007 hasta el 36 % del PIB, pero a partir de ese año se fue elevando hasta llegar a un 99 % en 2014, motivado por una fuerte caída de los ingresos, acompañada de una subida de los gastos de las Administraciones públicas.[20]

Los efectos adversos de la crisis han generado un importante cambio de tendencia en lo que a distribución de la renta se refiere. España, en el periodo entre 2008 y 2011, no había seguido la tendencia al aumento de las desigualdades observada en muchos países desarrollados, pero esta excepción ha quedado truncada por la intensidad de la crisis que ha convertido a España en uno de los países donde las desigualdades han crecido más en los años 2008-2013 (OCDE 2013, 2014).[20]​ En 2017, el 0,4% de la población concentra casi la mitad del PIB de España.[26]

El 1 de abril de 1939 acabó la Guerra Civil Española con la victoria del bando sublevado, liderado por el general Franco, que sería jefe de Estado desde el 1 de octubre de 1936 hasta su muerte, el 20 de noviembre de 1975. Tras tres años de guerra, el panorama del país era desolador:

El estallido de la Segunda Guerra Mundial el 1 de septiembre de 1939 determinó que aún fueran mayores las dificultades para procurarse los suministros indispensables y las posibilidades de transporte marítimo quedaron seriamente limitadas, con lo que toda labor de reconstrucción económica quedó aplazada. El gobierno implantó una política de autarquía, ya que la comunidad internacional había aislado a España económicamente (salvo la Argentina de Perón, que proveyó de carne bovina y trigo). Esto consiste en la búsqueda de la autosuficiencia económica con la intervención del Estado en la misma. El gobierno impuso un extenso sistema de controles estrictos e intervino en muchos aspectos de la vida económica del país. Entre los elementos sujetos a regulación figuraban los precios, el comercio exterior, las inversiones y la distribución de materias primas.

Los resultados obtenidos no fueron los esperados, sufriendo España en estos años un hundimiento de la producción agrícola e industrial, con una gran importancia del contrabando o estraperlo y la corrupción.[27]

El final de la guerra mundial en 1945 no supuso una mejora de la situación de los problemas económicos de España. Los demás países europeos estaban tratando de resolver sus propios problemas y la escasez de alimentos y materias primas estaba extendida por toda Europa. España fue excluida por los Estados Unidos del plan Marshall para la recuperación de Europa y esto acentuó la crisis y el aislamiento de la economía española.

El crecimiento económico en la década de los cuarenta fue muy lento y estuvo acompañado de una inflación alta. En 1950 la economía todavía no había recuperado el nivel de producción de 1935.

Hacia los años 50, la situación económica española empezó a mejorar debido al cambio de postura de Estados Unidos y de nuevas políticas económicas, un ejemplo del cambio fue la liberalización parcial de los precios y del comercio.[27]​ Algunos síntomas de esta mejora fueron el fin del racionamiento de la comida en 1952[27]​ y el hecho que en 1954 la renta media superase a la de 1935 (es decir, por fin la renta por habitante era superior a la del inicio de la guerra, 20 años antes).[27]

Desde 1951, Estados Unidos de América en gran parte por intereses estratégicos y geopolíticos, apoyaron financieramente a España mediante créditos bancarios, debido a la Guerra Fría, pues el régimen de Franco, que anteriormente había sido visto como aliado del fascismo, era ahora visto como un aliado contra el creciente comunismo. Sin embargo, esta ayuda no era gratuita, Estados Unidos recibía a cambio privilegios militares en territorio español. Recordemos que mientras que el Plan Marshall con ingentes recursos financieros ayudó a levantar la industria de las naciones occidentales tras la Segunda Guerra Mundial tales como Gran Bretaña, Francia, Alemania, Italia y Japón, en el caso de España se limitó solo al ocasional y muy limitado envío de leche en polvo y queso enlatado. Al incrementarse la adquisición de suministros se produjo una expansión más rápida, al principio sin inflación, pero más adelante los precios comenzaron a subir y las reservas de divisas a disminuir. Esta situación llevó a Franco a crear un gobierno de tecnócratas a partir de 1957,[27]​ que elaboraron y establecieron una nueva y planificada política económica en 1959, que pronto comenzó a mostrar signos positivos.[27]

En 1959, un nuevo gobierno nombrado por Franco, elaboró el Plan de Estabilización,[27]​ que se marcaba como objetivo la estabilidad económica, el equilibrio de la balanza de pagos y el robustecimiento de la moneda, el plan supuso por una parte liberalización de la economía y por otra parte austeridad, recortar el gasto público, disminuir el grado de intervención del Estado en la economía y abrir la economía a las empresas e inversores internacionales.[30]​ El plan tuvo un éxito inmediato para contener la inflación y rehacer las reservas de divisas,[30]​ en contra el crecimiento se frenó desde 1958 hasta 1960, mientras se operaba el reajuste.

Con estos antecedentes el Gobierno español decidió elaborar un programa de desarrollo. Todas estas medidas provocaron una larga etapa de expansión económica conocida internacionalmente como el Milagro Español, que duró hasta la crisis del petróleo de 1973.

En estos años, la industria ganó importancia en España, así como el sector terciario (un ejemplo es el turismo), provocado por este desarrollo industrial, los ciudadanos de las zonas rurales emigraron a las ciudades (principalmente hacia Madrid, Barcelona y Bilbao), creando suburbios donde las condiciones de vida eran muy precarias. Esto causó una gran diferencia entre las regiones españolas,[30]​ pues las más industrializadas, caso de País Vasco, Madrid y Cataluña, estaban mucho más desarrolladas que otras donde este proceso había sido prácticamente irrelevante y continuaban con una estructura económica basada en el sector primario, como fue el caso de Extremadura.

En 1973, el mundo occidental entró en una gran crisis económica denominada Crisis del Petróleo provocada por la negativa de los países productores a vender petróleo a los aliados de Israel en la guerra del Yom Kippur, (Estados Unidos y sus aliados europeos).

A la crisis económica internacional, hay que añadir la crisis política española tras la muerte del dictador Francisco Franco en 1975, y la proclamación de Juan Carlos I como rey de España, Adolfo Suárez como presidente del Gobierno y la elaboración de una nueva constitución (Constitución de 1978), que introducía un sistema de monarquía parlamentaria.

A principios de 1977 los datos de la economía española mostraban sin lugar a dudas que se encontraba en una situación de depresión, caracterizada por un estancamiento de la actividad productiva, crecimiento del PIB en 1976 1,5 %, aumento del paro (más de 800 000 parados) y fuertes niveles de inflación (20 %).

En esta coyuntura se firmaron los Pactos de la Moncloa, acuerdos sin precedentes en España, suscritos por el gobierno, partidos políticos, sindicatos y asociaciones empresariales, que supusieron un control de las disponibilidades líquidas, una devaluación de la peseta y el control de los salarios. Los resultados no fueron del todo satisfactorios, aunque significaron la unidad de los agentes económicos frente la crisis. Desde 1982 con la entrada del gobierno socialista se llevó a cabo una política económica marcada por el control de la inflación y la moderación salarial.

La consolidación del proceso democrático facilitó un proceso de acercamiento a Europa que culminaría en 1986 con el ingreso de España en la Comunidad Económica Europea bajo la presidencia de Felipe González.

La entrada de España en la Comunidad Económica Europea (CEE) el 1 de enero de 1986 aceleró y fortaleció el impulso económico iniciado. La entrada requirió que el país abriera su economía, con un fuerte incremento de la inversión extranjera y un impulso modernizador de la empresa española ante la competencia exterior. También se produjo un incremento de las inversiones públicas en infraestructuras entre las que se encontraban las relativas a los fastos del 92, Olimpiadas de Barcelona y Exposición Universal de Sevilla. Se produjo un tirón del consumo motivado también por un efecto enriquecimiento provocado por la subida de la Bolsa y del valor de los inmuebles. Con esto, España aceleró el crecimiento de su PIB, redujo la deuda pública, redujo la tasa de desempleo del 24,4 % al 15 % en 3 años y redujo la inflación por debajo del 3 %.

Después del gran crecimiento experimentado a finales de los años 80, la economía española entró en recesión a mediados de 1992. Durante varios años el desempleo estuvo por encima del 20 %, alcanzando su máximo en 1994.

Desde 1992 la política económica estuvo marcada por el Tratado de la Unión Europea (TUE), conocido también como Tratado de Maastricht, dirigido a la instauración del euro como moneda común de la Unión Europea. Las principales medidas suponían el control de la inflación y del déficit público establecidas en el Pacto de estabilidad y crecimiento.

Los índices económicos comenzaron a subir a partir de 1995, trayendo una fase expansiva que duró hasta principios de 2008, con un incremento medio anual del PIB del 3,5 %, lo que ha constituido el periodo de crecimiento más alto desde 1975. Las razones que se han enunciado mayoritariamente como impulsoras de este prolongado periodo de auge económico fueron básicamente dos:

Estos factores mencionados fueron capaces de vencer un periodo internacional caracterizado por el alza de los precios de la energía y de otras materias primas así como por el desarrollo de una competencia internacional creciente. A finales de 2007 se ponía de manifiesto en la economía de España, problemas típicos de un exceso de la demanda global con una inflación arrastrada superior en un punto a la de la zona euro, una burbuja inmobiliaria muy hinchada y un amplio déficit de la balanza por cuenta corriente, que llegó a ser el segundo más elevado del mundo, tras el de Estados Unidos, provocado por el aumento muy fuerte de la inversión en España que se tradujo en un elevado endeudamiento exterior, también se llegó a este año con una economía muy desequilibrada hacia el sector de la construcción y poco eficiente con una productividad muy deteriorada que en su conjunto hacían insostenible el mantenimiento de las tasas de crecimiento llevadas hasta ese año.

Los desequilibrios mencionados se vieron también favorecidos por una política monetaria fijada de forma centralizada por el Banco Central Europeo que mantuvo unos tipos de interés, marcados en buena medida por la situación de Alemania y que eran demasiado bajos para la situación de la economía de España. La política fiscal fue estabilizadora contraria al ciclo con presupuestos equilibrados y algún superávit público que disminuyeron la deuda pública hasta colocarla en un 37 % del PIB. Sin embargo no se corrigió la política del suelo, los incentivos fiscales a la vivienda ni las políticas de aumento de la productividad.[35]

Crecimiento interanual del PIB en España (base 2010)[39]

A partir del año 2008 al igual que la zona Euro, la economía española ha sufrido una caída de sus índices macroeconómicos, dando paso a un período de recesión y crisis.

El origen de esta caída es una combinación de problemas estructurales propios de la economía española y la fuerte influencia externa de la crisis financiera mundial. En la parte doméstica destacan principalmente el exagerado peso del sector de la construcción en el PIB y la burbuja inmobiliaria que al igual que en otros países industrializados como Estados Unidos y Reino Unido, explotó entre el año 2007 y 2008, el fuerte endeudamiento acumulado por familias y empresas y la mediana productividad y competitividad española debido en gran medida al limitado I+D+i y al relativo bajo uso de tecnología punta en comparación con otros países avanzados.

Esta etapa estuvo marcada por la fuerte contención de crédito bancario provocada por la crisis subprime en EE. UU., las subidas del tipo de interés y el alza en los precios del petróleo y materias primas, que en España acaban por convertir una ralentización del sector de la construcción en una grave crisis por la rapidez con la se producen estos cambios.

Por otra parte esta crisis desencadenaría la crisis financiera de 2008 que según muchos autores sería la primera crisis económica global y que se califica de manera prácticamente unánime como la crisis económica más grave desde la segunda guerra mundial.

En España el sector financiero resistió inicialmente bien a la situación del mercado gracias a la regulación del sector financiero español, (más regulado que en otros países) que llevó a una menor exposición a los activos tóxicos derivados de las hipotecas subprime. Debido a dos crisis bancarias desde los años 80, el Banco de España obligó a acumular colchones de capital durante el auge.[40]

En 2009, el PIB tuvo una variación –3,8 %, en 2010 del –0,2 %. En 2011 se vivió una ligera mejoría con una subida del 0,1 %, pero de nuevo en 2012 volvió a descender un 1,6 %.[41]​ Con especial dureza la crisis en España se ha manifestado, en un fuerte aumento del desempleo, con una tasa de paro del 20,05 % en el primer trimestre de 2010 según los datos del INE, alcanzando el 27 % en 2013. Esto contrasta con el conjunto de la UE-27, en el cual el desempleo también se incrementó hasta el 9,6 %, la mayor tasa desde el comienzo de la serie histórica en enero de 2000. Dañado el motor de la economía antes de la crisis, el sector de la construcción, y una fuerte acumulación de deuda, se hace patente la debilidad estructural del modelo económico español de los últimos años. En 2017, España tiene más del doble de «súper ricos» que antes de la crisis.[26]

Uno de los problemas a los que ha tenido que enfrentarse España para remontar la grave crisis que atraviesa desde 2008, es el fuerte endeudamiento privado que sufren tanto familias como empresas. La ratio entre el crédito al sector privado y el PIB casi se triplicó en poco más de diez años, habiendo pasado desde el 65 % que representaba en 1995 hasta alcanzar el 170 % en 2010.

Durante los últimos treinta años, el endeudamiento ha crecido notablemente en la mayoría de países de forma similar al caso español. Sin embargo a partir de 2005 se detectan diferencias que pueden ser significativas para este caso. Aunque la ratio de endeudamiento que una economía en equilibrio es capaz de sostener ha ido aumentando desde los años ochenta y los países desarrollados se han ido endeudando progresivamente como reflejo de esta mayor capacidad, los niveles alcanzados al comienzo de esta crisis parecen excesivos.

Este proceso de desapalancamiento tiene que ir realizándose, ya que los niveles alcanzados resultan insostenibles y puesto que hasta que no se produzca una bajada del nivel de endudamiento, será difícil volver a alcanzar un ritmo de crecimiento adecuado.[42]

Este proceso de desapalancamiento necesario puede ser lento y puede tardar entre unos seis a siete años en volver a alcanzar la tendencia existente, al ir unido a un periodo de recesión económica, crisis inmobiliaria y una crisis bancaria. El estudio histórico del proceso explica que tras la ruptura, el ajuste del PIB suele ser inmediato y el del crédito es también rápido y pronunciado. Además, mientras el PIB suele recuperarse relativamente rápido, el ajuste del crédito es más persistente, de manera que una gran parte del descenso de la ratio de apalancamiento se debe a la debilidad del crédito.

Los procesos de desapalancamiento suelen iniciarse con una recesión económica, general, durante la que el crecimiento del crédito se modera tras años de fuerte expansión (más de trece años en el caso español). Se observa que la caída del PIB dura aproximadamente un año (2009), tiempo durante el que el crecimiento del crédito empieza a reducirse rápidamente, ese año tanto el PIB como el crédito cayeron, de manera que la ratio de endeudamiento permaneció en niveles elevados. Durante aproximadamente los dos años siguientes, el crecimiento del PIB se recupera aunque se siguen observando tasas de crecimiento de crédito negativas, esta fase podría alcanzar previsiblemente hasta finales de 2012. Finalmente, durante los tres a cinco años siguientes (entre 2013 y 2017) se producirían tasas de crecimiento del crédito inferiores al crecimiento nominal de la economía, por lo que aunque el crédito iría aumentando (2,7 % anual), de forma compatible con el desapalancamiento de la economía.

El desapalancamiento esperado se puede producir por varias vías. En el caso español, el margen para lograr un desapalancamiento basado en fuertes crecimientos del PIB es reducido a no ser que se hagan reformas estructurales profundas, con lo que, el proceso tendrá que venir necesariamente de la mano de un crecimiento del crédito muy moderado durante los próximos años.

Dada la envergadura histórica de esta crisis económica y su naturaleza global se han utilizado un amplio catálogo de medidas para combatirla. Durante los primeros momentos de la crisis el gobierno practicó una política fiscal de estímulo de la demanda: la aprobación del Plan Español para el Estímulo de la Economía y el Empleo (PlanE) que englobaba todas las medidas económicas, financieras y fiscales que el Ejecutivo aplicaría para intentar recuperar la senda de crecimiento. El Plan se basaba en cuatro grandes ejes de actuación: medidas de apoyo a familias y empresas, medidas de fomento del empleo, medidas de apoyo al sistema financiero y medidas de modernización de la economía. El gobierno anunciaba recortes fiscales y nuevos gastos por valor de 21 000 millones de €, un 2 % del Producto Interior Bruto, en 2008 y 31 280 millones de €, un 3 % del PIB, en 2009.

No obstante, a los mercados de deuda pública les preocupaba el ritmo alarmante de deterioro de las cuentas públicas del país; en enero de 2009, la calificación de la deuda soberana de España fue rebajada por la agencia internacional Standard & Poor's. En el año 2008 la deuda del sector público rondaba el 36 % del PIB, cifra menor a la media de la eurozona, pero a lo largo del año 2009 el déficit público se incrementó en un 11,4 %.[43]​ Las principales causas son la pronunciada caída del PIB, la igualmente pronunciada subida del paro y la fuerte inversión en programas de ayudas como las contenidas en el PlanE.

A raíz de esta situación en enero de 2010 el Gobierno aprueba un paquete de medidas de recorte que tratan de frenar el crecimiento del déficit público plan de austeridad por 50 000 millones de € para volver al límite del 3 % de déficit público en el 2013.

A finales de enero de 2010 el Gobierno anunció además un aumento progresivo de la edad de jubilación hasta los 67 años. La medida generó un fuerte rechazo de los sindicatos, pero contó con el apoyo de la CEOE, Comisión Europea y el Banco de España. Junto con esta medida se anunció la posibilidad de aumentar la edad mínima de las prejubilaciones a los 58 años de edad.

En 2012 se produjo una recaída de la economía española que ha producido una disminución aproximada del Producto interior bruto del 1,6 %. La causa de este deterioro fue el agravamiento de la crisis de la deuda pública, provocada por la desconfianza de los mercados financieros internacionales hacia las pérdidas ocultas de las entidades financieras españolas y sus posibles consecuencias en las arcas públicas. Esta desconfianza se tradujo en el cierre de los mercados financieros internacionales a la economía española y la huida de los inversores extranjeros de los activos españoles. Ha sido un año peligroso desde el punto de vista financiero, aunque parece que los mayores peligros que han acechado en este campo han empezado a superarse.[45]

La destrucción de empleo ha sido muy fuerte, alcanzando una media anual del 25 %. Este desempleo junto al aumento impositivo efectuado para intentar controlar el déficit, ha provocado una importante erosión de las rentas de las familias y consecuentemente del consumo y la inversión.

El único sector que tenido un comportamiento positivo durante el año ha sido el exterior que ha traído un ligero incremento de las exportaciones y una disminución de las importaciones produciendo un saldo positivo de la balanza de bienes y servicios por primera vez en 15 años.[46]

Desde finales de 2013, la economía ha entrado en un fase de recuperación, con crecimiento positivo aunque moderado, que se ha afianzado conforme ha transcurrido 2014, con el comienzo de creación de empleo.

Evolución de la tasa de desempleo en España

Fuente: Instituto Nacional de Estadística[47][48]

Las aportaciones de capital de la UE, que contribuyeron significativamente al fortalecimiento económico español desde la incorporación a la CEE, decrecen considerablemente en los últimos años, debido a la estandarización económica respecto a los demás países y a los efectos de la ampliación de la Unión. Por una parte, los fondos agrícolas de la Política agrícola común de la Unión Europea (PAC) se reparten entre más países (los países incorporados del este de Europa tienen un sector agrícola significativo), por otra, los fondos de cohesión y estructurales han disminuido inevitablemente debido al éxito económico español (ya que su renta ha progresado fuertemente en términos absolutos) y en razón que la incorporación de países de menor desarrollo hace disminuir la media de renta per cápita (o PIB per cápita), de modo tal que regiones españolas de menor desarrollo relativo han pasado a estar en la media europea o incluso encima de ella. España progresivamente pasa a ser aportante neto de fondos para las regiones menos avanzadas de la Unión.[49]

La economía española históricamente hasta el 2008 ha tenido una productividad media relativamente baja, en comparación con las economías europeas vecinas. Esto ha llevado a que algunos sectores tengan una competitividad disminuida, tal como se ha reconocido en el Programa Nacional de Reformas. Las causas son diversas, diversos analistas han propuesto diversas posibles causas como un sector de la construcción con un peso excesivo sobre el PIB (se trata de un sector de baja productividad, poco tecnológico y con poca capacidad de innovación), una tendencia histórica a suplir la inversión en capital con bajos costes laborales (inmigración, precariedad laboral, etc.), poca relación entre universidad y empresa y una todavía insuficiente tasa de inversión de I+D+i.[50]

Si bien durante los primeros años de la crisis económica de 2008 tanto el gran sector financiero se mostraba como uno de los más robustos del mundo, con una banca globalizada, la prolognación de la crisis demostró la debilidad estructural de numerosas entidades financieras medianas y pequeñas que requirieron rescates financieros e intervención pública. La presencia en sus balances de activos sobrevalorados (viviendas y terrenos que perdieron valor como consecuencia de la crisis subprime) y otros problemas llevaron a una severa reestructuración del sector bancario que obligaron a un masivo endeudamiento público.[cita requerida]

Evolución de la deuda pública en España en % sobre el PIB

Fuente: Banco de España[51]​ y datosmacro.com[52]

Por otra parte España, a pesar de una posición general, relativamente menor en materia de I+D+i, respecto de las demás economías más avanzadas del mundo, cuenta con una importante posición en varios terrenos de innovación concretos como son las energías renovables, la biotecnología, el sector farmacéutico, el transporte y las pequeñas y medianas industrias tecnológicas, que ahora se consolidan como fortalezas sobre las cuales se establecen las bases del nuevo modelo económico exportador y competitivo.



Con un crecimiento del 17,4 % y 185 799 millones de euros en ventas, el sector exportador ha recuperado los niveles previos a la crisis, según los datos publicados por el Ministerio de Industria. Con una contribución del 1,1 % al Producto Interior Bruto (PIB), ha aportado estabilidad a la economía española. La mejora de las exportaciones incluidos países emergentes, ha permitido que el déficit comercial no se incremente por causa de la subida mundial de los precios de la energía. En el año 2011, España se sitúa entre los países con mayor crecimiento global de las exportaciones, según previsiones de la OCDE. La institución internacional sitúa a España en el quinto lugar en el ranking, con una estimación de exportaciones de bienes y servicios del 9,9%.[56][57][58]

El déficit comercial de España se redujo hasta octubre de 2011, un 1,9 % a 3.632 millones de euros, según anunció el Ministerio de Economía. Las alzas más elevadas se registraron en las exportaciones de bienes de equipos, que subieron 14,8 % respecto a los diez primeros meses del 2010 y en el sector automovilístico, con una subida de 14,3 % en un año. España registró un excedente comercial en los intercambios con la Unión Europea (UE), de 3.043 millones de euros en los diez primeros meses del año. Mientras el consumo interno sigue parado, España cuenta con sus exportaciones para animar un lento crecimiento, que no obstante, sufre también la desaceleración mundial. [59]

España es uno de los países industrializados con una de las más altas tasas de pobreza infantil relativa, de acuerdo a un estudio realizado por Unicef. En 2017, al menos 1 400 000 niños en España permanecían en situación de pobreza. Según Andrés Conde, director general de Save the Children: «Si no hay empleo suficiente para todos o este no es de calidad, los hogares solo pueden salir de la pobreza a través de la protección social, pero en el caso de España la inversión es muy escasa y no se distribuye de manera equitativa. Tan solo una de cada tres familias en situación de pobreza recibe la prestación por hijo a cargo, que es del todo insuficiente para cubrir las necesidades».[60]

Según la tasa AROPE en España Habría un 26,1% de personas en riesgo de exclusión social.[61]​ (21,5 según otras fuentes)[62]

También se estima que un 5,4 % de la población sufría carencia material severa.

El mercado laboral español se caracteriza por dos problemas estructurales: alto desempleo y alta tasa de temporalidad.[63]

En épocas de crisis económica el desempleo supera el 20 % de la población activa (máximos de 21,5 % en 1985; 24,6 % en 1994; 27,2 % en 2013). Durante la época de crecimiento económico ligado a la burbuja inmobiliaria española una gran cantidad de jóvenes abandonaron los estudios para emplearse en la construcción. En la actualidad (2015) la mitad de los desempleados carece de estudios más allá de la educación secundaria obligatoria.[63]

En 2007, durante la época de bonanza económica, eran temporales el 30 % de los contratos de baja cualificación y el 23 % de los que requerían formación superior. Ello hacía de España el país con mayor temporalidad laboral de Europa.[64]​ La tasa bajó a un 22 % de media durante la recesión de 2008-2015 porque los despidos se cebaron sobre todo con los trabajadores temporales.[65]​ La temporalidad afecta sobre todo a las mujeres, los más jóvenes y los trabajadores menos formados.[66]​ Entre los menores de 24 años, el 61,4 % de los trabajadores tenían contrato temporal en 2013, porcentaje solo superado en la OCDE por Polonia y Eslovenia.[67]

Un estudio estadístico de 2008 alertó de que la alta tasa de temporalidad en ciertos sectores de la economía, como la industria, las actividades inmobiliarias o financieras, el transporte y la sanidad probablemente ocultase un uso indebido de contratos temporales para obras y servicios para puestos que en realidad deberían ser fijos.[66]

Desde la transición a la democracia, el marco legal para las relaciones laborales en España lo fija el Estatuto de los trabajadores, cuya primera versión fue aprobada en 1980. Desde entonces hasta la actualidad (2015) ha sido reformado siete veces. Actualmente la indemnización por despido es de 32 días por año trabajado.[63]

En España hay 797.000 asalariados que trabajan más tiempo del acordado, de los que casi la mitad no cobra ni cotiza por ello, según la Encuesta de Población Activa.[68]

A lo largo del periodo 1985-2011 la renta disponible de los hogares españoles aproximadamente se ha duplicado, superando la media europea, aunque menor de la que registran las familias en las más grandes economías de la Unión Europea.[69]

Según los últimos datos publicados por el INE, referentes al año 2018, existen diferencias relevantes en la distribución de la renta entre las distintas comunidades autónomas, liderando la estadística la Comunidad de Madrid y siendo esta autonomía un 92 % más rica que Extremadura (es decir, casi el doble).[70]

Respecto a la Unión Europea, teniendo en cuenta el PIB a paridad de poder adquisitivo (PPA), España se sitúa ligeramente por debajo de la media; si en la UE-28 el PIB (PPA) per cápita es de 30 900 €, en España la media es de 28 300 €, es decir, un índice de 91 respecto al UE-28 de 100.[71][72]

Atendiendo al Producto interior bruto nominal por habitante, la primera posición la ocupa la Comunidad de Madrid, con 34 916 euros por habitante, seguido del País Vasco (con 34 079 euros por habitante), la Comunidad Foral de Navarra (con 31 809 euros por habitante) y Cataluña (con 30 769 eutos por habitante).

En el lado opuesto, Extremadura (con 18 174 euros por habitante), la ciudad autónoma de Melilla (con 18 482 euros por habitante) y Andalucía (con 19 132 euros por habitante) cierran la lista.


Por lo que se refiere a la distribución individual de la renta, España es un país razonablemente igualitario,[74]​ con un índice de desigualdad de Gini entre 32 y 37 (el máximo valor posible es 100, aunque solo el país más desigual del mundo, Namibia, rebasa el valor 70).

El INE lleva a cabo periódicamente su Encuesta Continua de Presupuestos familiares,[75]​ que permite conocer de modo razonable la distribución de la renta. La primera de estas encuestas realizada entre marzo de 1964 y marzo de 1965, reveló que más del 81,6 % de la población recibía ingresos inferiores a la media (9446 pesetas por familia),[76]​ lo cual demostraba una distribución del ingreso mucho más desigual que la actual. El índice de desigualdad de Gini estimado con los datos de esa encuesta es de 44,0. Con la instauración de la democracia y la mejora de los niveles educativos y de ingreso de los más pobres, la igualdad creció durante los años 1970 y en 1980 el coeficiente de Gini llegó a un mínimo de 36,73. Posteriormente la desigualdad aumentó un poco llegándose a valores de este coeficiente de 38,58 (1993) y 38,23 (1996).[77][75]

Una aproximación a la evolución en el largo plazo, realizada a partir del análisis del crecimiento de las rentas en términos reales confirma que, desde los años setenta y hasta que dio comienzo la crisis económica y financiera en 2008, el crecimiento de las rentas en cada grupo de ingresos habría dado como resultado una reducción de la desigualdad, puesto que las rentas más bajas habrían crecido más que las rentas más altas. En conjunto, el balance de esos treinta año habría sido positivo, habiéndose producido una reducción de la desigualdad, si bien con un preocupante estancamiento del proceso en los últimos años.

Durante la crisis actual se han agudizado considerablemente los niveles de desigualdad, situándose España, en este aspecto, entre los países en los que más está creciendo la desigualdad.[69]​ A 2011 España era el segundo país de la Unión Europea (y séptimo de la OCDE) con mayor desigualdad económica, solo superado por el Reino Unido.[78]

En 2020, el país fue el 16º exportador más grande del mundo (US $ 337,2 mil millones en bienes, 1.8% del total mundial). Considerando los bienes y servicios exportados, las exportaciones ascendieron a 486 mil millones de dólares. [79][80]​ En importaciones, en 2019, fue el decimocuarto mayor importador del mundo: US $ 375.4 mil millones. [81]

España produjo, en 2018:[82]

Además de producciones menores de otros productos agrícolas. [83]

Hasta los años 40 , más de la mitad de la población activa española trabajaba en el sector agrario, y la producción de este constituía el capítulo principal de la economía del país. En el año 1986 la proporción había descendido mucho y la actividad agraria reunía algo menos del 18 por ciento de la población total ocupada, siendo su aporte a la producción global del país el 6,7 por ciento.

Los factores que condicionan la agricultura en España son de varias clases: físicos, como la elevada altitud media que no beneficia a la mayoría de los cultivos, las heladas tardías y la erosión que despoja a las tierras de labor de su sustrato fértil; e históricos, como la tradición ganadera de España desde la Edad Media con la creación de la Mesta y el desigual reparto de la tierra en latifundios y minifundios.

Para mejorar el rendimiento y las condiciones de trabajo de los agricultores se han llevado a cabo algunas reformas como la concentración parcelaria, que ha aumentado la superficie de las parcelas cultivables hasta una media de 2,58 ha. El desarrollo de los regadíos en las diferentes cuencas hidrográficas y la mejora en las técnicas de cultivo, con la extensión de los cultivos forzados bajo plástico, que ocupan muchas hectáreas en el litoral mediterráneo preferentemente.

En España es muy importante el cultivo de los cereales llamados de invierno: cebada y trigo fundamentalmente, y en menor proporción, avena y centeno. Se cultivan en tierras de secano, que solo reciben el riego natural. Se suele practicar el barbecho, que consiste en dejar la mitad de la tierra sin sembrar, pero dándole las labores adecuadas para quitar las malas hierbas y ahuecarla de manera que recoja la mayor cantidad de agua posible. La otra mitad de la tierra se siembra ese año y al siguiente se invierte la situación. Andalucía, y las dos Castillas son los principales productores de estos cereales.

El maíz se cultiva en Galicia sin riego artificial, haciendo rotar su cultivo con el de patatas, nabos o alubias. En las zonas de regadío también se cultiva el maíz, planta que requiere bastante humedad en la época del verano.

El cultivo de hortalizas tiene gran tradición en el país. A ellas se dedican casi todas las superficies protegidas por plásticos. Su cultivo se ha duplicado desde mediados de siglo. Se ha duplicado también su producción, que es la base de la industria agroalimentaria y, con las frutas, nuestras dos principales exportaciones de productos agrarios frescos. Se exportan:tomates, cebollas, fresones, melones, sandías, lechugas, coles, judías verdes, zanahorias, pepinos, pimientos, calabacines, y otras muy distintas hortalizas

Los frutales no cítricos cultivados ofrecen una gama muy variada. son importantes las plantaciones de peral, manzano, melocotonero, y albaricoque en regadío. En secano se prefiere el cerezo, sobre todo en Extremadura y Aragón. Los frutos secos como la almendra y la avellana se cultivan en todo el litoral levantino hasta la costa bética y en Baleares.

Es muy importante también la producción de uva de mesa, de la que gran parte se exporta, se obtiene en el interior de Alicante y en los parrales de Almería y Murcia. En Canarias es de gran importancia el cultivo de la platanera, siendo la principal zona productora de toda Europa.

Dos regiones sobresalen por la amplitud del terreno vitícola: La Mancha y Extremadura seguidas de la Rioja. Las zonas más productoras en cantidad y por la calidad de sus caldos derivados son, en Castilla y León, la Ribera del Duero, en Andalucía, las del Marco de Jerez. En la Meseta Sur, Valdepeñas y Extremadura, (Tierra de Barros). En Levante, Utiel-Requena y Jumilla. En Cataluña, Panadés, Ampurdán y El Priorato. En el Ebro, Rioja y Cariñena. En el sur de Galicia, Ribeiro y Rías Bajas. En Canarias destaca Tenerife, con cinco denominaciones de origen: Abona, Tacoronte-Acentejo, Valle de Güimar, Valle de la Orotava e Ycoden-Daute-Isora. También las islas de Lanzarote y La Palma.

Los olivos soportan mal las heladas, por lo que tienen menos área de expansión que la vid. Se encuentran mayoritariamente en toda la geografía española al sur del Sistema Central. Su cultivo es prioritariamente de secano y la mayor parte de la producción se destina a su transformación en aceite. Su cultivo es muy importante en Andalucía, donde hay zonas de monocultivo como en algunas partes de la Bética, sobre todo en la provincia de Jaén.

Tradicionalmente vienen considerándose plantas industriales solo aquellas cuyo producto no admite consumo directo o para el que su transformación resulta mucho más provechosa. Tal es el caso del girasol, la remolacha azucarera, el algodón y el tabaco.

El cultivo del girasol alcanza grandes extensiones en el secano de la Meseta y abarcaba ya en 1984 más de un millón de hectáreas, de las que el 85 por ciento son de secano.

La remolacha azucarera se cultiva sobre todo en el valle del Duero, donde rota con los cereales en los regadíos. El algodón se cultiva los regadíos de Murcia y Alicante y en los regadíos y secanos de la Baja Extremadura y de la Bética. El tabaco se cultiva en la vega de Granada , que es donde mayor rendimiento produce y en la provincia de Cáceres, sobre todo en la vega del Tiétar, en todo caso en regadío. También se consideran cultivos industriales los dedicados a condimentos, entre los que se encuentran los pimientos, para el pimentón y el azafrán. El primero en los regadíos murcianos y en los de la Vera de Gredos. El azafrán se da en los secanos manchegos y en la provincia de Teruel.

En ganadería, España fue, en 2019, el cuarto productor mundial de cerdo, con una producción de 4,6 millones de toneladas; el 22º productor mundial de carne de pollo, con una producción de 1,4 millones de toneladas; el 22º productor mundial de leche de vaca, con una producción de 7,4 mil millones de litros; 19º productor mundial de vacuno, con una producción de 695 mil toneladas, entre otros. [84]

La ganadería ha mejorado mucho en los últimos tiempos porque se han sustituido unas especies por otras y, dentro de cada una, las razas de variada aptitud y escaso rendimiento, por selectas.

Cerdos y vacas son los animales preferidos en las granjas. En las vacas se han reemplazado las razas autóctonas - rubia gallega, asturiana etc., por razas extranjeras de selecta aptitud, de manera preferente la frisona para leche y la charolesa para carne. Se prefiere un régimen de estabulación para las vacas de leche y un régimen mixto para las de carne.

Del mismo modo, en los cerdos se adopta la estabulación en granjas adecuadas y con razas de gran porte- la Large White, por ejemplo - mejor que las autóctonas, pequeñas y de gran osamenta. Las autóctonas han recuperado su importancia pasada y se obtiene de ellas el jamón de cerdo ibérico -de pata negra- .

También las gallinas de alta producción cárnica o de huevos se tienen en granjas especiales.

Los pastores ya no practican la transhumancia con sus rebaños, sino que prefieren quedarse en zonas próximas a sus residencias, realizando desplazamientos de más corto radio; y la antigua orientación lanera se ha reemplazado por la de corderos para carne o la láctea para quesos con denominación de origen.

España tiene más de 4.000 km de litoral y una tradición pesquera que se remonta por lo menos a la época romana, cuando escabeches y peces vivos de la costa mediterránea hispana llegaban a los mercados itálicos.

Las aguas nacionales, definidas como las que discurren desde la costa hasta la línea exterior de 200 millas náuticas, que delimita la Zona Económica Exclusiva (ZEE), constituyen el Caladero Nacional.

La flota pesquera española faena en cuatro zonas pesqueras diferenciadas: Cantábrico-Noroeste, Golfo de Cádiz, Canarias y Mediterráneo. Se trata de flota de bajura, que faena en zonas determinadas del Caladero Nacional y con artes o aparejos específicos.[85]​ La elevada demanda de productos pesqueros hizo necesario el desarrollo de pesquerías en aguas exteriores y caladeros lejanos. La irrupción de los barcos congeladores hizo posible esta pesca en caladeros lejanos de manera que actualmente, una gran parte de la flota de gran altura pesca en aguas internacionales.

Las especies más capturadas son: la sardina, la merluza y la pescadilla, el bacalao, el boquerón, y el bonito. De los crustáceos, la gamba, y de los moluscos el calamar y el pulpo. Los viveros se dedican fundamentalmente al mejillón.

El Banco Mundial enumera los principales países productores cada año, según el valor total de la producción. Según la lista de 2019, España tenía la decimocuarta industria más valiosa del mundo (155.400 millones de dólares). [86]

En 2019, España fue el 19o mayor productor de vehículos en el mundo (2,8 millones) y el 17o mayor productor de acero (3,6 millones de toneladas). [87][88][89]​ España es también uno de los 5 mayores productores mundiales de vino (fue el tercer productor mundial en 2018, solo por detrás de Italia y Francia).[90]​ El país también es el mayor productor mundial de aceite de oliva (1,79 millones de toneladas en 2018). También en 2018, fue el décimo productor mundial de cerveza (a base de cebada), con 383 mil millones de litros. [91]

La industrialización de España se ha producido en diferentes momentos y con distintas velocidades, viviendo la economía española dos grandes periodos industrializadores: uno durante el siglo XIX y otro a mediados del siglo XX.

La industrialización decimonónica tuvo sus principales focos en Cataluña y el País Vasco, desarrollándose en Cataluña la industria textil, mientras que en el País Vasco la industria predominante fue la siderurgia, gracias a los yacimientos de mineral de hierro, que proporcionaron los capitales y materia prima. Además, un tercer foco de industrialización en el siglo XIX se desarrolló en Asturias, debido a los yacimientos de carbón, que provocaron la aparición de la minería y la industria siderúrgica, financiadas con inversiones de capitalistas españoles, franceses y británicos. En Andalucía, concretamente en la provincia de Málaga, también se experimentó un proceso industrializador que, sin embargo, tuvo una existencia efímera (estaba basada en carbón vegetal y los bosques se agotaban) y por una serie de causas no se logró la industrialización de esta región hasta bien entrado el siglo XX.

Respecto a las restantes zonas industriales, su desarrollo más efectivo se produjo en el segundo periodo industrializador de España, durante el denominado "desarrollismo", en las décadas finales del franquismo, en el denominado "milagro español" entre 1959 y 1973, en el cual se alcanzaron alta tasas de crecimiento, un desarrollo que ha proseguido hasta la actualidad, con importantes actividades en todos los sectores, que van desde la industria de la moda, la construcción naval, las tecnologías renovables, la biotecnología, los trenes de alta velocidad o la industria aeroespacial.

España tenía un parque de 23.700.600 viviendas a finales del año 2005, según datos del Banco de España, sobre un total de 15,39 millones de hogares españoles. Estas cifras indican un promedio de 1,54 viviendas por hogar español, la tasa más alta del mundo. Según las mismas fuentes, el 85 por ciento de las viviendas en España son de propiedad, y solo un 15% se disfrutan en régimen de alquiler.

El precio medio de la vivienda nueva en España era de 2.510 euros por metro cuadrado, según datos de la Sociedad de Tasación a 31 de diciembre de 2005. El precio de la vivienda, sin embargo, varía ostensiblemente en función de las comunidades autónomas y las capitales de provincia.

Al estallar la llamada "burbuja inmobiliaria", se inició un retroceso económico en todos los aspectos de la economía española. El resultado de la explosión de la burbuja es una brusca caída de la demanda y de los precios a corto plazo. Desde septiembre de 2007, se está produciendo por la incapacidad del mercado para absorber la enorme oferta de vivienda construida y vacía disponible. Este cambio de ciclo inmobiliario español habría tenido lugar por factores internos y externos: por un lado, la falta de liquidez del sistema financiero, iniciado por la crisis de las hipotecas subprime en Estados Unidos en agosto de 2007, y por otro, por el deterioro interno de la economía española, la falta de financiación y el agotamiento del modelo de crecimiento (basado en la construcción), al reducirse los retornos de la inversión (provocando la salida del mercado de los especuladores) y contenerse el crédito.

En energías no renovables, en 2020, el país fue el 87º productor mundial de petróleo, con una producción casi nula. [92]​ En 2019, el país consumió 1,22 millones de barriles / día (el 18 ° consumidor más grande del mundo).[93][94]​ El país fue el noveno mayor importador de petróleo del mundo en 2013 (1,22 millones de barriles / día). [95]​ En 2015, España fue el 84º productor mundial de gas natural, con una producción casi nula. [96]​ En 2010 España fue el décimo mayor importador de gas del mundo (36,7 mil millones de m³ por año), principalmente de Rusia. [97]​ En la producción de carbón, el país ocupó el puesto 38 en el mundo en 2018: 1,7 millones de toneladas. [98]​ En 2019, España también tuvo 7 plantas atómicas en su territorio, con una capacidad instalada de 7,1 GW. [99]

En energías renovables, en 2020, España fue el 5º productor mundial de energía eólica del mundo, con 27,0 GW de potencia instalada, y el 10º productor mundial de energía solar del mundo, con 14,0 GW de potencia instalada. [100]

El sector energético en España supone aproximadamente un cinco por ciento del Producto interior bruto de España, pero su importancia va más allá de su participación en la producción total, puesto que constituye un sector de carácter estratégico del que necesitan todas las ramas de la actividad económica, siendo la energía considerada necesaria para cualquier clase de producción de bienes y servicios. Precisamente uno de los elementos que ha limitado el desarrollo económico de España en los dos últimos siglos, ha sido la pobreza de recursos energéticos, en concreto la carencia de hidrocarburos líquidos y gaseosos y la mala calidad y carestía del carbón existente. La escasez de recursos ha condenado tradicionalmente al sistema energético nacional a una situación de déficit y dependencia exterior. Frente a un consumo de energía primaria en España en el año 2008 de 142.070 Kilotoneladas equivalentes de petróleo (Ktep), la producción nacional fue de 30.725 ktep, lo que ha supuesto que el grado de autoabastecimiento exterior se cifra en un veinticinco por ciento, durante este año.[101][102]

Desde finales de los años 1990 esta situación se trata de invertir mediante políticas de impulso de las energías renovables, que tienen como objetivo para 2010 generar el 30 % de la electricidad a partir de fuentes de energía renovable, el 12 % de la energía primaria y el 5,75 % con biocarburantes. España es asimismo líder mundial en energía eólica, con la mayor tasa de penetración mundial de esta tecnología (21% del consumo eléctrico en el año 2013).[103]

España no tiene una gran producción de minerales: en 2019, sus mayores destaques fueron ser el séptimo productor de yeso [104]​ y el décimo productor mundial de potasa,[105]​ además de ser el 15º productor mundial de sal.[106]

El sector del comercio en España, suponía, en 2007, un 15,43 por 100 del Valor Añadido Bruto (VAB) del sector servicios y un 10,39 por 100 del total nacional, constituyendo el sector más importante de la economía española después del turismo.

El subsector del comercio minorista se estructura como el de mayor peso en el sector comercial en general, con el 44,90 por 100 del VAB del total del sector en 2007, lo que supone una ligera bajada con respecto a 2006.[108]

El sector de comercio y reparación tiene una gran importancia por su participación en el total de empresas de la economía española, aunque dicha participación ha ido disminuyendo progresivamente en los últimos años. En 2008, el sector de comercio y reparación, con 843.212 empresas activas, engloba aproximadamente el 25% del número total de empresas de la economía.

EVOLUCIÓN DE INDICADORES DEL COMERCIO EN ESPAÑA

La mayoría de las exportaciones y las importaciones de España se realizan con los países de la Unión Europea: Francia, Alemania, Italia y Portugal.

Fuera de la Unión Europea los principales clientes de España son Iberoamérica, Asia (Japón, China), África (Marruecos, Argelia, Egipto) y Estados Unidos. Se importan productos de EE. UU., en Asia Japón, China, Corea de Sur, Taiwán. En África los países productores de petróleo y gas (Nigeria, Argelia, Libia) y Marruecos, y el Iberoamérica Argentina, México, Cuba (servicios turísticos) Colombia, Brasil, Chile (productos alimenticios) y México, Venezuela y Argentina (petróleo).

A propósito de la crisis iniciada en 2008 y la caída del mercado interno, España desde 2010 se ha volcado hacia el exterior incrementándose ampliamente la oferta exportable y los montos de las mismas, se han diversificado los destinos tradicionales y han crecido en forma importante las ventas de productos de media y alta tecnología, incluso a mercados de gran competencia como Estados Unidos y Asia.

Se presentan a continuación las mercancías de mayor peso en las importaciones de España para el período 2010-hasta junio de 2015.[109]​ Las cifras están expresadas en dólares estadounidenses valor FOB.

Se presentan a continuación los principales socios comerciales de España para el periodo 2010-hasta junio de 2015.[109]​La mayoría de sus importadores están en Europa salvo Estados Unidos, Marruecos y Turquía. Las cifras expresadas son en dólares estadounidenses valor FOB.

En 2016, las exportaciones de productos agroalimentarios crecieron un 5.9 %, por un valor de 44.288 millones de euros. Lo que supone el 17,4 % de las exportaciones totales españolas.[110]​ Los principales compradores de productos españoles son de la zona UE: Francia, Alemania e Italia, y los principales productos exportados son la carne de cerdo, el aceite de oliva y los cítricos, que superan los 3000 millones de euros en valor.[110]

Alemania

Portugal

Italia

Reino Unido

Estados Unidos

Países Bajos

Bélgica

Marruecos

Turquía

Supone alrededor del 12 % de la producción del sector servicios y el 7 % del empleo y tiene un gran poder de arrastre sobre otras actividades productivas.

Ha estado siempre influido, en general, por 3 aspectos:

España cuenta con 105 aeropuertos, de ellos 33 son internacionales, donde operan más de 250 líneas aéreas, siendo el más importante el aeropuerto de Madrid-Barajas. Tras la ampliación de Barajas, este pretende ser uno de los aeropuertos de conexión más importantes del mundo y tener una capacidad para 70.000.000 de viajeros (casi 30 millones más que en el 2005). Barajas realiza un importante papel de "hub" o conexión entre capitales de provincia y el extranjero. El aeropuerto de Barcelona no se queda atrás y, tras la reciente inauguración de la nueva Terminal 1, pasa a ser el segundo aeropuerto del sur de Europa más importante, con 60.000.000 de pasajeros al año (unos 30.000.000 de pasajeros más que en el 2005), añadiendo la renovación de las antiguas terminales (renombradas como T2).

Las vías y estaciones de la red ferroviaria son gestionadas por ADIF. En ellas ofrece sus servicios la compañía ferroviaria estatal RENFE. Además, existen diversas redes de ancho internacional (FGC) y algunas líneas de ancho métrico (FEVE). El sistema ferroviario español es fundamentalmente radial con centro en Madrid. La ciudad de Barcelona permite conectar España con París, Zúrich y Milán entre otras ciudades europeas.

Ocho ciudades disponen de una red de metro: Barcelona, Bilbao, Granada, Madrid, Málaga, Palma de Mallorca, Sevilla y Valencia. Estando planificadodo para Santander. La más extensa y con mayor número de pasajeros al año es la de Madrid (310 km; 616 millones de viajeros), seguida por la de Barcelona (115 km; 480 millones de viajeros). Existen otros tipos de sistemas de transporte ferroviario de masas, como Cercanías o metro ligero, tanto complementando las ciudades anteriores como en otras ciudades.

La red de carreteras española está formada por unos 370.000 km. Esta red comprende autopistas de peaje, autopistas libres, autovías, carreteras de doble calzada y carreteras convencionales. En esta cifra no están incluidas las carreteras y calles en medio urbano, ni las carreteras o caminos agrícolas o forestales. Pero refiriéndose a autopistas solamente, tiene una red que casi llega a los 13.200 km.

Así mismo, España goza de excelentes comunicaciones marítimas con más de 53 puertos internacionales en las costas atlántica y mediterránea. Cabe destacar el puerto de Algeciras, el único de España considerado de primer orden mundial por su elevado movimiento de viajeros y mercancías, así como el puerto de Vigo, siendo también uno de los más activos en cuanto a tráfico de mercancías, capturas vivas de pescado y congelados. El puerto de Sevilla es el único de carácter netamente fluvial que existe en el país, pues aunque la ciudad está en el interior, tiene salida al mar a través del río Guadalquivir. El puerto de Barcelona, por ser líder del Mediterráneo en tráfico de cruceros, y el segundo en ámbito mundial.

Según los datos del Ministerio de Industria, Turismo y Comercio el gasto en las TIC alcanzó en el año 2006 cerca el 4,6% del PIB español. Aunque el sector está creciendo a un ritmo más acelerado que otros, sigue siendo un punto débil en la economía española, ya que el uso de las TIC son uno de los factores más importantes en la productividad y competitividad de cualquier país.

Comparativamente, la media de gasto en la UE para el mismo año según datos de Eurostat era de un 5,6%, con países como Polonia (7,6%) y Letonia (9,9%) en la cabeza. Este Plan fue recientemente renovado con el Plan Avanza2.

El sector ha estado caracterizado por el intervencionismo estatal hasta los años 90 en que aparecen aires de liberalización y la introducción de innovaciones tecnológicas auspiciadas totalmente por la Ley General de Comunicaciones.

En la parte de comunicaciones móviles estamos en un mercado de marcado carácter dinámico, competitivo e innovador. La cantidad de terminales móviles en la actualidad ha superado al número de personas en nuestro país.

En cuanto a las comunicaciones postales, se han multiplicado las empresas de mensajería que, incluso, pueden operar a nivel mundial. Asimismo cabe destacar la competencia que para el correo ordinario está representado el correo electrónico con la extensión de Internet.

En cuanto a la televisión, hoy compiten en el mercado cadenas públicas, privadas gratuitas, privadas de pago y operadores de televisión con oferta de contenidos a la carta y paquetizados. Algunos de los contenidos a la carta se pueden obtener directamente de Internet.

El caso de Internet ha sido de un éxito tan enorme que es una fuente de crecimiento económico en la actualidad.

Lamentablemente este gran desarrollo y buena salud de este sector no se ve reflejado en el usuario, ya que España cuenta con una de las conexiones a Internet más caras de Europa y de más baja velocidad en gran parte del territorio.

Uno de los sectores que mueven a gran escala la economía española, sin duda, es el turismo. En 2018, España fue el segundo país más visitado del mundo, con 82,7 millones de turistas internacionales. Este año, los ingresos por turismo fueron los segundos más grandes del mundo (73,7 mil millones de dólares, solo superados por los Estados Unidos). [111]

La industria turística es una actividad económica que constituye un pilar de la economía española, que aportó 37.500 millones de euros durante el año 2004. Entre enero y noviembre de 2005 España recibió un total de 52,4 millones de turistas extranjeros, un 6,2 % más de los registrados en el mismo período del año anterior, según datos del Ministerio de Industria, Turismo y Comercio y según las previsiones de la Organización Mundial del Turismo, la llegada de turismo extranjero a España crecerá una media del 5% anual en los próximos veinte años, lo que hace prever que España recibirá 75 millones de turistas extranjeros en el año 2020, unos 20 millones más que los recibidos en el año 2005.

Si comparamos el sector turístico español con el resto del mundo, España es el segundo país del mundo en recibir turistas extranjeros (el 7 % del total) y solo es superado por Francia. España continúa siendo el segundo país del mundo, por detrás de Estados Unidos, si lo que estudiamos son los ingresos económicos de esta actividad.

El turismo se desarrolla por todo el territorio español, pero su peso es superior en unas determinadas zonas, entre las cuales destaca Cataluña, que con 13,2 millones de turistas que suponen el 25,3% del total español y una tendencia al alza (12,7% de incremento respecto al año anterior), es el primer destino turístico de España. Le siguen las Islas Baleares, el segundo destino turístico de España con 9,4 millones de turistas recibidos durante los once primeros meses de 2005, un 1% más que el año anterior. Las Islas Canarias, con 8,6 millones de turistas (un 1,6% menos que el año anterior) es el tercer destino turístico por delante de Andalucía, que alcanzó los 7,6 millones (un 1,3% más) y la Comunidad Valenciana, con 4,8 millones (un 9,5% más).

Muchos de los bancos y cajas españoles tienen una larga historia, originaria en algunos casos en el siglo XIX, que dieron lugar a entidades financieras de la importancia del Banco Santander (principal banco de la Zona Euro), el Banco Bilbao Vizcaya Argentaria, La Caixa (principal caja europea) o Banco Popular Español. Hasta la llegada de la crisis de 2008, las empresas de este sector se encontraban en una buena salud económica gracias a sus excelentes resultados, como los más de 8.000 millones de euros de beneficio del BSCH en 2007[113]​ o los beneficios de 4.736 millones de euros en 2006 del BBVA.[114]

Es de destacar que en España, no existen bancos de inversiones que promuevan la economía del pleno empleo como es el caso de los países centroeuropeos, china o Japón.

El sistema bancario español ha sufrido gravemente los efectos de la crisis financiera iniciada en 2008. La caída en septiembre de 2008 de la entidad norteamericana Lehman Brothers obligó a emprender actuaciones públicas en todo el mundo, a lo largo de 2009, para reparar los sistemas bancarios. En el caso de España el efecto directo de la crisis financiera internacional fue mínimo, gracias a la existencia de un sistema sólido de regulación y supervisión, así como al modelo de negocio de las entidades españolas, que en el mercado internacional eran demandantes de capital y no excedentarias. Pero los efectos indirectos de la crisis internacional, la caída del producto y el cierre de la financiación bancaria, si han afectado gravemente al sistema financiero español.

El efecto más importante de la crisis sobre las entidades ha sido un desplome de todos los indicadores macroeconómicos que ha obligado a las entidades financieras a acelerar los saneamientos de sus balances y a emprender una auténtica reconversión industrial del sistema bancario español.

La legislación española no se había adaptado a las exigencias de la Unión Monetaria, así como la singularidad de una crisis sistémica y mundial desarrollada en un ámbito de libertad de movimientos de capital, hacía imposible las quitas a los acreedores sin incurrir en un riesgo muy elevado de que la alarma en los mercados hundiera a las instituciones sanas. Se partía de unas grandes entidades de crédito razonablemente sólidas y que los problemas estaban concentrados en un conjunto delimitado de algunas instituciones pequeñas y medianas. Se aprobaron más de media docena de disposiciones, que crearon el FROB en 2009 hasta el Decreto Ley aprobado en febrero de 2012 ( Real Decreto-ley 2/2012, de 3 de febrero, de saneamiento del sector financiero.[115]​), con normas que ha permitido la creación de un fondo que permitiera reestructurar de forma obligada y ordenada a las entidades no viables y a la vez incentivase la integración de las que si lo eran; la regulación de los SIPs; la posibilidad de convertir las cajas de ahorros en bancos; la exigencia de nuevos requisitos de capital para acelerar las reestructuraciones; la dotación de mayores poderes al Banco de España; la fusión de los fondos de garantía, etc.

Desde finales de 2007 hasta 2012 se han incrementado las provisiones en un total de 147.000 millones de euros, lo que representa un 14% del PIB. Se ha incrementado la capitalización de las entidades tanto en términos absolutos como relativos. Se ha reducido el número de oficinas en un 12% y el número de empleados en un 10%. Hasta diciembre de 2011 han desaparecido dos bancos y veintiocho cajas en procesos de integración, transformadas todas ellas en bancos.[116]

En el siguiente cuadro resumen se muestra una instantánea de los indicadores macroeconómicos de España en el panorama internacional, a partir de datos del Banco Mundial, Eurostat, el Instituto Nacional de Estadística Español (INE) y el Foro Económico Mundial:

Research, julio de 2010



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