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Eucalyptus



ASDLista de especies

Los eucaliptos o eucaliptas, Eucalyptus L'Hér. (del griego ευκάλυπτος eukályptos, que significa ‘bien cubierto’, refiriéndose a la semilla en su cápsula), es un género de árboles (y algunos arbustos) de la familia de las mirtáceas. Existen alrededor de setecientas especies, la mayoría oriundas de Australia y Nueva Guinea. En la actualidad, se encuentran distribuidos por gran parte del mundo y, debido a su rápido crecimiento, frecuentemente se emplean en plantaciones forestales para la industria papelera, maderera o para la obtención de productos químicos, además de su valor ornamental.

Los eucaliptos son árboles y plantas medicinales perennes pirófitas, de porte recto. Pueden llegar a medir más de 60 m de altura, si bien se habla de ejemplares ya desaparecidos que han alcanzado los 150 m.[2]​ En algunos ejemplares la corteza exterior (ritidoma) es marrón clara con aspecto de piel y se desprende a tiras dejando manchas grises o parduscas sobre la corteza interior, más lisa.[3]

Las hojas jóvenes de los eucaliptos son sésiles, ovaladas, grisáceas y de forma falciforme. Estas se alargan y se tornan de un color verde azulado brillante de adultas;[4]​ contienen un aceite esencial, de característico olor balsámico, que es un poderoso desinfectante natural.[5]

El aceite esencial de las hojas de eucalipto es usado como descongestionante nasal y para combatir infecciones respiratorias. Se utiliza en forma de ungüento, en pastillas, caramelos inhalantes, infusiones, jarabes o en vaporizaciones. El aceite se usa de forma tópica como tratamiento para dolores musculares y de articulaciones, así como para tratar el herpes labial. También sirve como repelente de mosquitos natural. [6]

En España existen dos especies de eucalipto desde el siglo XIX: el eucalipto blanco (ampliamente distribuido por Galicia y el litoral cantábrico) y el eucalipto rojo (con una distribución más interior, en el suroeste peninsular). Estas ayudaron en diversos problemas para los pobladores.

El eucalipto fue introducido en Galicia en 1860 por Fray Rosendo Salvado, misionero en Australia mediante el envío de semillas a su familia en Tuy.

Gracias al Patrimonio Forestal de Estado se empleó una política de reforestación mediante especies de crecimiento rápido, principalmente el pino y el eucalipto, lo cual llevó al aumento de actividad forestal.

Hacia fines de 1973 habían sido plantadas con este género alrededor de 390 277 ha , sin contar las plantaciones en hilera. Dos regiones son importantes: el suroeste (en especial Huelva), con 269 029 ha plantadas, y el noroeste, a lo largo de las costas cantábrica y atlántica, con 120 998 ha.[cita requerida] Actualmente se estima que la superficie española ocupada por eucaliptos es de unas 76 0000 ha que representa algo más del 3% de la superficie mundial de eucaliptos.[7]

De entre todos los árboles usados actualmente en cultivos forestales, el eucalipto destaca por su rápida velocidad de crecimiento y gran volumen de producción de madera, usándose principalmente para la fabricación de papel.

A mediados del siglo XIX, comienza a aparecer la preocupación por el retroceso de los bosques en España, pues comienza a notarse la escasez de materias primas de dicha procedencia. Esta desaparición fue provocada por varios factores: las extensas vías pecuarias que sustituyeron el bosque por matorral, las desamortizaciones, la privatización de grandes terrenos o el éxodo rural.

La repoblación sistemática no se hizo esperar y la creciente demanda de recursos forestales que exigía el modelo económico industrial, con el norte de España como núcleo, hizo que a mediados del siglo XIX los responsables de organizar estas replantaciones usaran una especie alóctona, el eucalipto. Fue particularmente en Galicia donde su producción se extendió de manera vertiginosa. Tal es así que durante los ochenta la fábrica de madera de Pontevedra comenzó a usar la madera del eucalipto como principal y, finalmente única, materia prima debido a su rápido crecimiento y a otra serie de ventajas.

Según el IV inventario forestal nacional, actualmente existen más de 400 000 ha de eucaliptos en los ecosistemas gallegos y la masa forestal total es de aproximadamente dos millones de hectáreas.

La introducción de una especie invasora en cualquier ecosistema supone una perturbación a este, pues los diferentes ejemplares comienzan a competir por los recursos y, en caso extremo, derivar en un desplazamiento de los nativos.

Para el estudio de esta problemática en Galicia, ADEGA (Asociación para a Defensa Ecolóxica de Galiza) comparó en un estudio la abundancia, composición y riqueza de las plantas y aves en bosques autóctonos y de eucaliptos en catorce pares de parches de un área representativa de la comunidad.

También se demostró una diferencia hasta cuatro veces mayor en el número de aves en los bosques autóctonos que en los de eucalipto (2.384 frente a 548 aves).[8]​ Esto se debe a que los eucaliptos poseen unas propiedades físico-químicas poco propicias a la formación de humus para el ecosistema, afectando a los productores primarios que, tras verse reducidos, condicionarán a su vez el número de los insectos y herbívoros dejando muy pocos alimentos para los niveles tróficos superiores (aves o vertebrados de mayor tamaño). Otro de los problemas que acarrea es el enorme aporte hídrico y de nutrientes que necesita, convirtiéndose en la competidora interespecífica por excelencia y ocasionando problemas de sequía y fertilidad allá donde se encuentra. [9]

En los últimos años, el sector del eucalipto ha favorecido el desarrollo económico de las zonas en donde se ha plantado, gracias a la gran demanda de sus productos derivados. El 60% de los ingresos gallegos de este sector van destinados a más de 80.000 propietarios forestales, suponiendo casi un 3% de la población gallega.[10]​ Esto no quita la fuerte repercusión ambiental que se mencionó anteriormente, sumada a su alta volatilidad en el mercado en épocas de crisis.

En 2017, el precio del eucalipto alcanzó máximos históricos. Sin embargo, desde entonces ha caído hasta los 3€ por tonelada causando un exceso de oferta. Como fundamento para analizar la situación actual de las industrias gallegas en este sector, la encuesta realizada por la Agencia Gallega de Industria Forestal sostiene que [11]​:

Galicia posee una superficie boscosa que representa el 7,7% de la superficie arbolada del país, la cual en 1980 suponía el 22,5% de la producción maderera de esta comunidad. En tan solo 35 años, esta pasó a ser del 58%.[12]

Según los datos de “Consejería del Medio Rural de la Junta de Galicia”; se destacan tres años (1989, 2006 y 2017) en los cuales el número de hectáreas quemadas ha resultado considerablemente superior a la media.[13]

El eucalipto posee algunas características que le permiten adaptarse mejor que otras especies en caso de incendio, pudiendo favorecer incluso su propagación.

La mayoría de los incendios que sufre esta comunidad son provocados. Asimismo, una de las especies más afectadas es el P. pinaster.[14]

Evolución histórica de las políticas de reforestación del eucalipto:

Tras el final de la Guerra Civil, España se vio obligada a seguir un modelo económico autárquico forzado por el aislamiento y la falta de ayudas externas por la oposición al régimen franquista. Sin embargo, este proyecto de reforestación basado en la figura del consorcio no permitía la participación de la iniciativa privada.

En 1952 se promulgó la Ley de 7 de abril de 1952, siendo la primera iniciativa de repoblación puesta en marcha por el Franquismo. No tuvo éxito dado que el organismo competente no estaba interesado en la negociación con parcelas privadas, a lo que se le sumaron las altas tasas de interés de los anticipos junto con la negativa de los agricultores y ganaderos quienes temían a un posible dominio de lo forestal.[15]

No fue hasta 1968 (con la implementación del II Plan de Desarrollo) cuando se produjo el gran auge de las repoblaciones en montes de particulares. Este Plan financió todo tipo de labores y trabajos forestales que tuvieran como resultado un rápido incremento de la producción, situando al eucalipto en el pódium de estas subvenciones. Los nuevos incentivos sobre las especies de rápido crecimiento consiguieron una gran aceptación por parte de los dueños de tierras de índole privada. Además, cabe destacar que la predisposición por esta especie estuvo favorecida por el abandono de terrenos por la emigración campesina que viajó en busca de empleo en las ciudades más industrializadas. Se estima que en un 80% de las hectáreas repobladas se utilizaron eucaliptos.

Por otro lado, las empresas madereras barajaron la posibilidad de instalar nuevas industrias en Galicia, lo cual fomentaba más si cabe la replantación de especies de crecimiento rápido por parte de los propietarios.

Unos años más tarde, con la llegada de la Transición, se realiza una gestión de los bosques enfocada a la exportación de celulosa cuyo marco legislativo estaba definido por la Ley de fomento de la producción forestal, de 4 de enero de 1977. Esta Ley dejaba de lado el tema ambiental y se centraba en la producción masiva y veloz de madera comercial con diferentes fines. Dos aspectos que resaltar de dicha ley son, en primer lugar, que dotaba de preferencia a los créditos aplicados en montes con especies de gran rendimiento en madera (se da por hecho que una de ellas es el eucalipto) y, por otra parte, las también preferencias de obtención de crédito a las explotaciones mayores de 200 hectáreas en el caso de los eucaliptos. Estas son las razones por las que los criterios de inversión y superficie mínima beneficiaban claramente a las principales empresas del sector (ENCE, Sniace, etc). Otro incentivo importante para la expansión del eucalipto en Galicia lo constituyó el hecho de que la Empresa Nacional de Celulosas modificase su estructura productiva para dedicarse a la obtención de celulosa a partir del empleo exclusivo de la citada especie.

“Sniace, presidida durante muchos años por Eugenio Calderón Montero-Ríos, al que le sucedió el exministro franquista Gregorio López-Bravo, y regida por el ex-Director General de Montes y exprocurador en Cortes, Paulino Martínez Hermosilla, constituye un excelente ejemplo de la «interrelación» entre la esfera pública y el ámbito de los negocios privados”.[16]

Cabe mencionar la gran emisión de gases contaminantes que generan las industrias madereras que, si además se carecía de una legislación adecuada para su control, derivaría en una producción de papel y celulosa sin límites.

Tras haber terminado el Franquismo, la Junta de Galicia tendrá las competencias en ordenación del territorio y aprovechamientos forestales y seguirá estando liderada por presidentes con una ideología muy similar a la mostrada anteriormente (Manuel Fraga fue concretamente ministro de Información y Turismo durante el Franquismo). Desde su fundación en 1981 hasta la actualidad, la Junta estará en manos del Partido Popular con Manuel Fraga (1990-2005) a la cabeza, seguido de Alberto Núñez Feijoo (2009-actualidad).

Actualmente, la Xunta, al igual que el resto de los gobiernos autonómicos, está obligada a proteger la biodiversidad de los ecosistemas que queden dentro de su jurisdicción a través de la Ley 42/2007 de 13 de diciembre del Patrimonio Natural y la Biodiversidad.

Se puede describir la política forestal de estos dos presidentes de forma simultánea, puesto que es muy similar: ambos han seguido una lógica capitalista, fomentando el cultivo de especies pirófitas y de crecimiento rápido, dejando al margen el carácter ambiental. Un ejemplo reciente es el de los 60 años de prórroga de la concesión a ENCE para la explotación de su fábrica en Pontevedra.[17]

A modo de conclusión, es importante saber que la llegada de la Transición a España no supuso ningún cambio en relación con la gestión de los montes. Esto se debe, como se ha explicado anteriormente, a la permanencia de los mismos nombres al mando de los altos cargos que no modificaron su actitud al respecto.

El debate sobre el eucalipto en los ecosistemas gallegos: 150 años después de que el eucalipto empezase a extenderse en el norte de España, ya es una de las especies arbóreas productivas más abundantes en los ecosistemas atlánticos de la península ibérica junto con el P. pinaster y otras coníferas.

Jurídicamente, el eucalipto no se encuentra en la actualidad dentro de los listado y catálogos de especies exóticas invasoras oficiales (listado del CEIDA, Consejería de Medio Ambiente, Territorio y Vivienda de la Junta de Galicia ni en el catálogo nacional). Sin embargo, el Comité Científico de flora y fauna silvestre, uno de los órganos consultivos del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, se ha pronunciado varias veces en la última década recalcando su grave carácter invasor.

El eucalipto se ha convertido en un foco de discusión, ya que la biodiversidad de las plantaciones se ve afectada y la mesofauna del suelo es más pobre en plantaciones de eucalipto que en bosques autóctonos españoles, en plantaciones de pino marítimo (Pinus pinaster) y en alcornocales.[18]​ Asimismo, estas plantaciones intensivas son una amenaza para muchos anfibios y reptiles ibéricos, en la medida que suponen la alteración o pérdida de la vegetación autóctona y modificaciones importantes en la dinámica de los ecosistemas originales.[19]

Si embargo, ENCE, grupo empresarial vinculado al eucalipto, afirma que el eucalipto es un árbol de gran valor ambiental, eficiente en el uso del agua; su cultivo sostenible favorece la biodiversidad, reduce el riesgo de incendios, proporciona nuevos espacios naturales, recupera suelos degradados o inservibles y enriquece su paisaje.[cita requerida]

Pero esto es más habitual en su entorno natural oceánico. Generalmente, en plantaciones forestales para la obtención de biomasa bien localizadas, es decir, en terrenos de por sí muy pobres, secos y rocosos, la vegetación apenas se altera, pues convive con especies con necesidades similares, generalmente arbustos espinosos de secarral, como la aulaga espinosa, el palmito mediterráneo y la jara pringosa. En suelos más húmedos, en zonas bajas pantanosas y ríos o riachuelos, pueden convivir con acebuches, pinos y la flora propia de un terreno con endorreísmo no adulterado o salino.

La mayoría de los eucaliptos no toleran las heladas, o toleran ligeras heladas de hasta −3 °C a −5 °C; los más resistentes al frío son los llamados «eucaliptos de nieve», tales como Eucalyptus pauciflora, el cual es capaz de resistir frío y heladas de hasta −20 °C. Dos subespecies, E. pauciflora subsp. niphophila y E. pauciflora subsp. debeuzevillei en particular, son más resistentes al frío y pueden tolerar inviernos completamente severos. Algunas otras especies, especialmente de las altas mesetas y de las montañas del centro de Tasmania tales como Eucalyptus coccifera, Eucalyptus subcrenulata, y Eucalyptus gunnii, han producido formas extremadamente resistentes al frío y se procura semilla de esos linajes genéticos que se plantan para ornamento en áreas más frías del mundo.

El género fue descrito por Charles Louis L'Héritier de Brutelle y publicado en Sertum Anglicum, p. 11 [1], pl. 20 [2], 1789[20]​ La especie tipo es Eucalyptus obliqua L'Hér., 1789.




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