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Fernando Savater



¿Qué día cumple años Fernando Savater?

Fernando Savater cumple los años el 21 de junio.


¿Qué día nació Fernando Savater?

Fernando Savater nació el día 21 de junio de 1947.


¿Cuántos años tiene Fernando Savater?

La edad actual es 76 años. Fernando Savater cumplirá 77 años el 21 de junio de este año.


¿De qué signo es Fernando Savater?

Fernando Savater es del signo de Geminis.


Fernando Fernández-Savater Martín (San Sebastián, 21 de junio de 1947) es un profesor de Filosofía y escritor español. Destaca en el campo del ensayo y el artículo periodístico, y ha cultivado también la novela y el género dramático.

Fue profesor de Filosofía en diversas universidades. En otoño de 1974 no se le renovó un contraro en Madrid, siendo interpretado como una represalia política por lo que hubo huelgas y protestas estudiantiles.[1]

Una vez que llegó la democracia pasó a dar Ética en la Euskal Herriko Unibertsitatea. Su labor de divulgación y de crítica cultural lo convirtió en un referente para toda una generación en España, que convirtió en superventas títulos suyos como Ética para Amador (1991) o El contenido de la felicidad (1986).

Savater considera a la filosofía como una actividad de crítica permanente, de expresión de la subjetividad e incluso de provocación, lo que traslada en sus obras mediante un estilo audaz y expresivo que, a menudo, utiliza el matiz, la ironía y la paradoja como estructuras de razonamiento. Por otra parte, su estilo ha adquirido un molde literario a través de un proceso gradual de acercamiento a la narrativa en el que se pueden detectar varias etapas.

En 1976 publicó el ensayo La infancia recuperada, en cuyas páginas se defienden la necesidad de la ficción novelada y la pasión de contar frente a la sofisticación de la narrativa comprometida con la experimentación lingüística y estructural. En su crítica literaria, Savater retoma y propone con entusiasmo la narración fantástica, la historia de los contenidos éticos y heroicos a través del análisis de autores y personajes como Julio Verne, Sherlock Holmes, Guillermo Brown, Jack London o H. P. Lovecraft.

Una etapa posterior de su profundización a lo largo de los itinerarios narrativos se corresponde con Criaturas del aire (1979), en la que una serie de personajes de la historia o de la literatura, como Tarzán, la Bella Durmiente, Drácula, Juliano el Apóstata, Mijaíl Bakunin o el mismo Savater, monologan sobre sus vidas, el destino, la violencia, el amor o la muerte, y confirman, desmienten y narran situaciones de su existencia.

En 1981 escribe su primera novela, Caronte aguarda, narración policíaca que mezcla una trama personal con una conspiración política, y que constituye una meditación sobre las formas del mal, el delito y la venganza. A esta le siguieron El diario de Job (1983) y El dialecto de la vida (1985).

También ha escrito obras de teatro, entre las que destacan Juliano en Eleusis (1981), Vente a Sinapia (1983) y Guerrero en casa (1992).

Savater es un autor prolífico, que se define como un «filósofo de compañía», al estilo de los philosophes franceses, no como un Filósofo académico y con mayúscula. Su filosofía es ilustrada y vitalista; su forma de expresión, polémica e iconoclasta; sus opiniones a menudo navegan contracorriente. Su estilo agudo, incisivo e irónico se aprecia de manera evidente en sus artículos periodísticos, género por cuya escritura tiene preferencia.

Se confiesa influido por Nietzsche, Cioran y Spinoza, entre otros. En los setenta se le consideró durante mucho tiempo discípulo de Agustín García Calvo, pero a partir de 1981 sus caminos se separan ostensiblemente. Como escribe en su autobiografía Mira por dónde, «fue fundamental en mi devenir intelectual y moral encontrarle, no menos que luego despegarme de él».[2]

Siguiendo a Spinoza, propugna una ética del querer en contraposición a una ética del deber. Los seres humanos buscan de manera natural su propia felicidad y la ética ayuda a clarificar esta voluntad y mostrar las formas de su realización. Por tanto, la ética no debe juzgar las acciones por criterios abstractos y ajenos a la felicidad propia.

Su filosofía política ha evolucionado desde el pensamiento libertario, que mantuvo en los setenta, al individualismo democrático, socialdemócrata, liberal y universalista de su etapa posterior. El punto de inflexión del Savater joven al maduro puede situarse en La tarea del héroe (1981), donde escribe: «He sido un revolucionario sin ira; espero ser un conservador sin vileza». También ha reflexionado a menudo sobre el papel de las religiones en las sociedades democráticas actuales, propugnando un modelo de sociedad laica en su sentido más amplio, que ayude a afrontar no solo los planteamientos teocráticos, «sino también los sectarismos identitarios de etnicismos, nacionalismos y cualquier otro que pretenda someter los derechos de la ciudadanía abstracta e igualitaria a un determinismo segregacionista».[3]​ Criticado desde sectores católicos, Ricardo de la Cierva calificó a Savater y a Francisco Umbral como «intelectuales de pandereta» que pugnaron en las páginas de El País «por el récord del despropósito que antes se llamaba blasfemia».[4]

Desde coordenadas primero libertarias y luego liberales, se ha opuesto siempre al nacionalismo en general:

Savater se opone a aquellos partidos que hacen de la exaltación patriótica su seña principal de identidad. Su evolución ideológica quedó de manifiesto en la polémica que mantuvo con el también catedrático de filosofía vasco Javier Sádaba, con quien escribió en los ochenta el libro titulado Euskadi: pensar el conflicto, a la vez que apoyaba con su firma la legalización de Herri Batasuna. Su evolución ideológica y filosófica le ha llevado después a posturas claramente antinacionalistas, que lo han convertido en uno de los referentes para los ciudadanos del País Vasco que se sienten oprimidos por el nacionalismo vasco. Savater considera excluyente, decimonónica y complaciente con el terrorismo etarra la política del PNV y EA. Sin renunciar a su condición de vasco, se considera antinacionalista y rechaza el vasquismo, postura que califica de «amable tontería».[5]​ Es, asimismo, un activo colaborador de la asociación Ciudadanos de Cataluña.

Solicitó el boicot a las elecciones vascas de 2007 por entender que no eran limpias ni democráticas, debido a ETA.[6]​ Savater, defensor de la Constitución Española, del estatuto de Guernica y de la unidad del Estado, ha expresado en numerosas ocasiones su oposición a todo tipo de nacionalismos y su deseo de superarlos en beneficio de un ideal de humanidad universal compartida, traducido en un organismo gubernamental con autoridad mundial sobre los gobiernos de los estados nacionales, que sirviese para resolver las disputas y realizar las labores administrativas de utilidad común.

Ha colaborado activamente con la Plataforma Pro, que nació con el objetivo de crear un nuevo partido político de carácter nacional capaz de trascender la tradicional parcelación política izquierdas-derechas.[7]​ Este partido se creó en septiembre de 2007 con el nombre de Unión Progreso y Democracia, y Fernando Savater, junto con Rosa Díez, Albert Boadella y Mario Vargas Llosa, fue uno de los que intervinieron en su presentación. Savater llegó a ser cabeza de lista al Senado por la Circunscripción de Madrid en las Elecciones Generales de 2015, logrando 118.683 votos,[8]​ y posteriormente ocupó el puesto número 5 en la lista al Congreso por Madrid en las Elecciones Generales de 2016.[9]

En junio de 2008 fue el principal impulsor —junto con otros veinte intelectuales entre los que destacan Carmen Iglesias, Mario Vargas Llosa, Albert Boadella, Álvaro Pombo y Arcadi Espada— del llamado Manifiesto por la lengua común, en el que se defiende que «los ciudadanos son quienes tienen derechos lingüísticos y no los territorios ni mucho menos las lenguas». El Manifiesto reivindica el derecho de los ciudadanos de toda España a recibir su educación e interactuar con la Administración, tanto estatal como autonómica, en lengua castellana («lengua común» de todos los españoles, según define el manifiesto), cualquiera que sea su lengua materna. Sostiene que los planes de estudio deben incluir opciones que contemplen las otras lenguas cooficiales autonómicas, pero nunca como lenguas vehiculares exclusivas, y critica la situación que, a su juicio, se da en determinadas comunidades autónomas, en las que el castellano resulta discriminado en la administración pública y los planes de estudio y se impone a los ciudadanos el uso de las otras lenguas cooficiales.[10]

En abril de 2013 fue considerado como uno de los 65 pensadores más influyentes del mundo (puesto 47) por la revista británica Prospect, especializada en política y economía, como resultado de una votación realizada en más de 100 países con más de 10 000 votos computados.[11]

El 17 de septiembre de 2017 fue el primer firmante del manifiesto Parar el golpe. 500 profesores en defensa de la democracia constitucional que fue hecho público diez días después de que la mayoría independentista del Parlamento de Cataluña aprobara entre los días 6 y 7 de septiembre la Ley del referéndum de autodeterminación de Cataluña y la Ley de Transitoriedad que rompían con la legalidad constitucional y estatutaria y que fueron inmediatamente suspendidas (y más tarde anuladas) por el Tribunal Constitucional. En el manifiesto se exigía al Gobierno de Mariano Rajoy que impidiera «la celebración de un falso “referéndum” ilegítimo e ilegal, poniendo a disposición de la justicia a los responsables de este atropello a la democracia y haciendo que recaiga sobre ellos todo el peso de la ley».[12]

Sus críticas al nacionalismo vasco han situado a Savater en medio de frecuentes polémicas. Fue amenazado de muerte por ETA y vivió protegido por escolta durante más de una década, hasta finales de 2011.[13]​ Los nacionalistas periféricos, especialmente los vascos, lo acusan de ser nacionalista del signo contrario, españolista y centralista.[14]

Recibió críticas puntuales del Foro de Ermua,[15][16]​ organización en la que ha participado activamente, por su valoración inicial favorable del diálogo con ETA emprendido por José Luis Rodríguez Zapatero. Más tarde modificó su postura.[17][18]​ Su defensa del laicismo y la libertad de decisión individual en temas como el aborto y la eutanasia le ha ganado asimismo algunos detractores.[19]​ El Manifiesto por la lengua común[20]​ fue recibido con hostilidad por algunos sectores nacionalistas periféricos, que lo consideraron de claro «sesgo españolista». También niegan que el castellano sea en toda España «la lengua común».[21]

Se ha mostrado también a favor de la tauromaquia, lo que le ha valido fuertes críticas.[22][23][24][25]

Su producción intelectual y cultural, compuesta por más de medio centenar de ensayos e innumerables artículos periodísticos, ha sido traducida al inglés, francés, sueco, italiano, portugués, alemán, japonés y danés. Ha obtenido numerosos premios, entre los que destacan el Nacional de Ensayo, el Anagrama, por Invitación a la ética; el Francisco Cerecedo de periodismo y el Planeta, por La hermandad de la buena suerte (en 1993 había sido finalista de este galardón con su novela epistolar El jardín de las dudas, sobre uno de sus autores preferidos, Voltaire; aquel año lo ganó Mario Vargas Llosa con Lituma en los Andes).[26]​ De pensamiento en sus inicios afín al de Friedrich Nietzsche (Panfleto contra el todo), se le debe la traducción y divulgación en el mundo hispánico de la obra de uno de los pensadores más notables del nihilismo contemporáneo, Emil Cioran.

Destaca por su interés en acercar la filosofía a los jóvenes, con obras como Ética para Amador, uno de los libros de temática filosófica más populares en la España de su tiempo, Política para Amador o Las preguntas de la vida; también defiende la cultura popular por expresar la vitalidad juvenil, desde las novelas de aventuras, los cuentos fantásticos, y los relatos de terror al cómic y los juegos de rol.

Fernando Savater también se ha preocupado por el tema de la educación: en El valor de educar aborda este tema con analogías y un lenguaje rebuscado, pero que al mismo tiempo lo hace motivador e interesante. Dirigido especialmente a los maestros de enseñanza básica y media de México, dicho libro fue un encargo de la profesora Elba Esther Gordillo para motivar a los profesores a «hacer del niño una fábrica de conocimientos y no sólo un depósito de basura»[27]​ y presenta, además del análisis del autor sobre la educación y los diferentes enfoques que esta tiene en México, una importante recopilación de fragmentos escritos por pensadores de todas las épocas sobre la educación.



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