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Gnósticos



El gnosticismo (del griego antiguo: γνωστικός gnōstikós, "tener conocimiento") es un conjunto de antiguas ideas y sistemas religiosos que se originó en el siglo I entre sectas judías y cristianas antiguas.[1]​ Estos varios grupos enfatizaban el conocimiento espiritual (gnosis) por encima de las enseñanzas y tradiciones ortodoxas y la autoridad de la iglesia. Viendo la existencia material como defectuosa y malévola, la cosmogonía gnóstica generalmente presenta una distinción entre un Dios supremo y oculto, y una deidad menor y malévola (en ocasiones asociada con Yahveh (Jehová) en el Antiguo Testamento)[2]​ quien es responsable de crear el universo material.[3]​ Los gnósticos consideraban que el principal elemento de salvación era el conocimiento directo de la divinidad suprema en la forma de intuiciones místicas o esotéricas. Muchos textos gnósticos discuten no los conceptos de pecado y arrepentimiento, sino los de ilusión e iluminación.[3]

Algunas de estas corrientes sincréticas filosófico-religiosas llegaron a mimetizarse con el cristianismo en los tres primeros siglos de nuestra era, convirtiéndose finalmente en un pensamiento declarado herético por la Iglesia después de una etapa de cierto prestigio entre algunos intelectuales cristianos. En efecto, puede hablarse de un gnosticismo pagano y de un gnosticismo cristiano, aunque el más significativo pensamiento gnóstico se alcanzó como rama heterodoxa del cristianismo primitivo. Según esta doctrina los iniciados no se salvan por la fe en el perdón gracias al sacrificio de Cristo, sino que se salvan mediante la gnosis, o conocimiento introspectivo de lo divino, que es un conocimiento superior a la fe. Ni la sola fe ni la muerte de Cristo bastan para salvarse. El ser humano es autónomo para salvarse a sí mismo. El gnosticismo es una mística esotérica de la salvación. Se mezclan sincréticamente creencias orientalistas e ideas de la filosofía griega, principalmente platónica. Es una creencia dualista: el bien frente al mal, el espíritu frente a la materia, el ser supremo frente al Demiurgo, el espíritu frente al cuerpo y el alma. El término proviene del griego Γνωστηκισμóς (gnostikismós); de Γνῶσις (gnosis): ‘conocimiento’.

Los escritos gnósticos florecieron entre ciertos grupos cristianos en el mundo mediterráneo hasta mediados del siglo II, cuando los primeros padres de la iglesia los denunciaron como herejía.[4]​ Los esfuerzos por destruir estos textos fueron exitosos en general, lo que resultó en que muy poco de los escritos de los teólogos gnósticos sobreviviera.[5]​ Sin embargo, maestros gnósticos antiguos como Valentín veían sus creencias como compatibles con el cristianismo. Cristo es visto como un ser divino que ha tomado forma humana para liderar la humanidad de vuelta a la Luz.[6]​ Sin embargo, el gnosticismo no se refiere a un único sistema estandarizado, y el énfasis en la experiencia directa da espacio a una amplia variedad de enseñanzas, incluyendo corrientes distintas como el Valentinianismo o el Setianismo, o corrientes posteriores cómo el Catarismo. En el Imperio Persa, las ideas gnósticas se difundieron incluso hasta China a través del movimiento relacionado llamado Maniqueísmo, en tanto que el Mandeísmo sigue aún vigente en Irak.

Por siglos, la mayoría del conocimiento académico sobre el gnosticismo estuvo limitado a los escritos anti-heréticos de figuras cristianas ortodoxas como San Ireneo de Lyon e Hipólito de Roma. Un renovado interés en el gnosticismo ocurrió después del descubrimiento, en 1945, de la Biblioteca de Nag Hammadi en Egipto; una colección de raros y antiguos textos cristianos y gnósticos, entre los que se incluyen el Evangelio apócrifo de Tomás y el Apócrifo de Juan. Una cuestión importante en la investigación académica es la descripción del gnosticismo bien como un fenómeno interreligioso o como una religión independiente. Los académicos han reconocido la influencia de fuentes tales como el judaísmo helenístico, el zoroastrismo y el platonismo, y algunos han notado posibles vínculos con el budismo y el hinduismo, aunque la evidencia de influencia directa de estas últimas fuentes no es conclusiva.[3]

La Gnosis se refiere al conocimiento basado en la experiencia o percepción personal. En un contexto religioso, la gnosis es conocimiento místico o esotérico basado en la participación directa con lo divino. En la mayoría de sistemas gnósticos, la causa suficiente de la salvación es este "conocimiento de" ("familiaridad con") lo divino. Es un "conocer" interior, comparable con aquel al que invitaba Plotino (neoplatonismo), y difiere de las perspectivas cristianas proto-ortodoxas.[7]​ Los gnósticos son "aquellos que están orientados hacia el conocimiento y el entendimiento —o la percepción y el aprendizaje— como una modalidad particular de vida."[8]​ El significado usual de gnostikos en los textos clásicos griegos es el de "culto" (aprendido o educado) o "intelectual," como lo usa Platón en la comparación entre "práctico" (praktikos) e "intelectual" (gnostikos). El uso platónico de "culto" o "aprendido" es típico de los textos clásicos.

Para el periodo helenístico, el término empezó a asociarse con los misterios greco-romanos, convirtiéndose en un sinónimo del término griego musterion. El adjetivo gnóstico no se usa en el Nuevo Testamento, pero Clemente de Alejandría habla del cristiano "culto" (gnostikos) en términos elogiosos.[9]​ El uso de gnostikos en relación con la herejía se origina en los intérpretes de Ireneo. Algunos académicos consideran que Ireneo utiliza a veces la palabra gnostikos para significar simplemente "intelectual," en tanto que su mención de la "secta intelectual" es una designación específica.[10]​ El término "gnosticismo" no aparece en fuentes antiguas,[11]​ y fue acuñado por primera vez en el siglo XVII por Henry More en un comentario sobre las siete cartas del Libro del Apocalipsis, donde More usa el término "Gnosticisme" para describir la herejía en Tiatira.[12]​ El término gnosticismo se derivó del uso del adjetivo griego gnostikos (en griego γνωστικός, "culto", "aprendido," "intelectual") por san Ireneo (c. 185) para describir a la escuela de Valentín como "he legomene gnostike haeresis," la herejía llamada Aprendida (gnóstica)."[13]

Los orígenes del gnosticismo son oscuros y aún hoy motivo de debate. Los grupos cristianos proto-ortodoxos llamaron a los gnósticos una herejía del cristianismo,[14]​ pero de acuerdo con los académicos modernos el origen de la teología gnóstica está estrechamente relacionado con medios sectarios judíos y sectas cristianas primitivas.[1][15][16]​ Los académicos debaten si los orígenes del gnosticismo tienen raíces en el neoplatonismo y el budismo, debido a similitudes en sus creencias, pero su origen es actualmente desconocido. A medida que el cristianismo se desarrolló y se hizo más popular, lo propio ocurrió con el gnosticismo, y a menudo coexistían en los mismos lugares grupos cristianos proto-ortodoxos y grupos cristianos gnósticos. La creencia gnóstica era generalizada dentro del cristianismo hasta que las comunidades cristianas proto-ortodoxas expulsaron al grupo en los siglos II y III. El gnosticismo se convirtió así en uno de los primeros grupos en ser declarado herético.

Algunos académicos prefieren hablar de “gnosis” para referirse a las ideas del siglo I que luego habrían de desarrollarse en el gnosticismo, y reservar el término “gnosticismo” para la síntesis de estas ideas en un movimiento coherente en el siglo II.[17]​ De acuerdo con James M. Robinson, ningún texto gnóstico antecede claramente al cristianismo, y “el gnosticismo precristiano como tal es difícil de encontrarse, de manera tal que se pueda cerrar el debate de manera definitiva.”[18]​ Sin embargo, la biblioteca de Nag Hammadi contenía enseñanzas herméticas que puede discutirse si se remontan al Antiguo Reino de Egipto (c. 2686-2181 a. C.).[19]

Los académicos contemporáneos tienden a estar de acuerdo en que el gnosticismo tiene orígenes judeocristianos, originándose a finales del siglo I en sectas judías no-rabínicas y sectas cristianas primitivas.[1][15][20]

Muchos de los líderes de las escuelas gnósticas fueron identificados por los padres de la iglesia como judíos cristianos, y las palabras y nombres de Dios hebreas fueron aplicadas en algunos sistemas gnósticos.[21]​ Las especulaciones cosmogónicas entre los cristianos gnósticos se basaron al menos en parte en los textos místicos judíos del Maaseh Breishit y el Maaseh Merkabah. Esta tesis es propuesta particularmente por Gershom Scholem (1897-1982) y Gilles Quispel (1916-2006). Scholem encontró rasgos de la gnosis judía en el imaginario de la Merkabah, que también pueden hallarse en documentos gnósticos “cristianos,” por ejemplo en el ser “llevado” al tercer cielo que menciona el apóstol Pablo.[22]​ Quispel ve el gnosticismo como un desarrollo judío independiente, trazando sus orígenes a los judíos alejandrinos, un grupo con el que Valentín también estaba conectado.[22]

Muchos de los textos de Nag Hammadi hacen referencia al judaísmo, en algunos casos con un rechazo violento al Dios judío.[15]​ Gershom Scholem describió alguna vez al gnosticismo como “el caso más grande de antisemitismo metafísico.”[23]​ El profesor Steven Bayme afirmó que el gnosticismo debería caracterizarse mejor como antijudaísmo.[24]​ La investigación reciente sobre los orígenes del gnosticismo muestra una fuerte influencia judía, particularmente de la literatura de las Hekhalot.[25]

Dentro del cristianismo primitivo, las enseñanzas de Pablo y Juan pueden haber sido un punto de partida para las ideas gnósticas, con un énfasis creciente en la oposición entre carne y espíritu, el valor del carisma, y la descalificación de la ley judía. El cuerpo mortal pertenecía al mundo de los poderes inferiores y mundanos (los arcontes), y sólo el espíritu o el alma podían ser salvos. El término gnostikos puede haber adquirido mayor significado allí.[1]

Alejandría fue de una importancia central para el nacimiento del gnosticismo. La ecclesia cristiana (es decir, la congregación, iglesia) era de origen judeocristiano, pero atraía también a miembros griegos, y varias corrientes de pensamiento estaban disponibles, como el “apocalipticismo judaico, la especulación sobre la sabiduría divina, la filosofía griega y las religiones mistéricas helenísticas.”[1]

En relación con la cristología angelical de algunos cristianos primitivos, Darrell Hannah señala que:

“[Algunos] cristianos primitivos entendían ontológicamente al Cristo preencarnado como un ángel. Esta cristología del “verdadero” ángel tomó muchas formas y puede haber aparecido ya a finales del siglo I, si en efecto es ésta la perspectiva a la que hacen oposición los primeros capítulos de la Carta a los Hebreos. Los Elcesaitas, o al menos los cristianos influidos por ellos, emparejaban al Cristo masculino con el Espíritu Santo femenino, viéndolos a ambos como dos ángeles gigantescos. Algunos gnósticos valentinianos suponían que Cristo asumió una naturaleza angélica y que podría ser el Salvador de los ángeles. El autor del Testamento de Salomón sostenía que Cristo era un ángel ‘frustrante’ particularmente efectivo en el exorcismo de los demonios. El autor de De Centesima y el ‘Ebionitas’ de Epifanio sostienen que Cristo ha sido el más alto e importante de los arcángeles creados primero, una perspectiva similar en muchos respectos a la ecuación que hace Hermas de Cristo y Miguel. Finalmente, una posible tradición exegética detrás de La Ascensión de Isaías y corroborada por el maestro hebreo de Orígenes, puede atestiguar sobre otra cristología angélica, así como una pneumatología angélica.”[26]

El texto cristiano pseudoepigráfico La Ascensión de Isaías identifica a Jesús con la cristología angelical:

[Cristo el Señor es comisionado por el Padre] Y escuché la voz del Más Alto, el padre de mi SEÑOR cuando le decía a mi SEÑOR Cristo quién será llamado Jesús, ‘Ve y desciende a través de todos los cielos…’[27]

El Pastor de Hermas es una obra literaria cristiana que era considerada como escritura canónica por algunos de los primeros padres de la iglesia como Ireneo. Jesús es identificado con la cristología angelical en la parábola 5, cuando el autor menciona un Hijo de Dios, como un hombre virtuoso lleno de un Santo “espíritu preexistente.”[28]

Conexiones gnósticas con el neoplatonismo fueron propuestas por primera vez en la década de 1880.[22]​ Ugo Bianchi, quien organizó el Congreso de Messina de 1966 sobre los orígenes del gnosticismo, propuso también orígenes órficos y platónicos.[22]​ Los gnósticos tomaron varias ideas y términos importantes del platonismo,[29]​ usando conceptos filosóficos griegos a lo largo de sus textos, incluyendo conceptos tales como el de hipóstasis (realidad, existencia), ousia (esencia, sustancia, ser), y demiurgo (Dios creador). Tanto los gnósticos setianos como los valentinianos parecen haber sido influidos por Platón, por el platonismo medio y por las academias o escuelas de pensamiento del neopitagorismo.[30]​ Las dos escuelas intentaron "un esfuerzo hacia la conciliación, incluso la afiliación" con la filosofía antigua posterior,[31]​ esfuerzos en los que fueron rechazados por algunos neoplatónicos, incluyendo a Plotino.

Las primeras investigaciones sobre los orígenes del gnosticismo proponían orígenes o influencias persas, dispersándose hasta Europa e incorporando elementos judíos.[22]​ De acuerdo con Wilhelm Bousset (1865–1920), el gnosticismo fue una forma de sincretismo iraní y mesopotámico,[22]​ y Richard August Reitzenstein (1861–1931) famosamente situó los orígenes del gnosticismo en Persia.[22]

Carsten Colpe ha analizado y criticado la hipótesis iraní de Reitzenstein, mostrando que muchas de sus hipótesis son insostenibles.[22]​ Sin embargo, Geo Widengren (1907–1996) propuso que el origen del gnosticismo (mandeísta) estuvo en el zurvanismo zoroastrista (mazdeano), en conjunto con ideas del mundo mesopotamio aramaico.

En 1966, en el Congreso de Median, el budólogo Edward Conze señaló puntos fenomenológicos en común entre el budismo mahayana y el gnosticismo,[32]​ en su artículo Budismo y Gnosis, tras una idea anterior adelantada por Isaac Jacob Schmidt.[33]​ La influencia del budismo en cualquier sentido en bien el gnostikos Valentín o en los textos de Nag Hammadi (siglo III) no ha recibido soporte en la investigación moderna, si bien Elaine Pagels (1979) lo denominó una "posibilidad".[34]

El gnosticismo cristiano, pagano en sus raíces, llegaba a presentarse como representante de su tradición más pura. El texto gnóstico de Eugnosto el Beato parece ser anterior al nacimiento de Jesús de Nazaret.

La enorme diversidad de doctrinas y "escuelas gnósticas" hace difícil hablar de un solo gnosticismo. Algunos aspectos comunes de su pensamiento, no obstante, podrían ser:

Entre los conceptos místicos con características mitológicas presentes en el gnosticismo podemos encontrar:

Se pueden discernir tres períodos en el desarrollo del gnosticismo:[35]

Durante el primer período, se desarrollaron tres tipos de tradición:[35]

Algunos cristianos identifican como gnóstico a Simón el Mago, personaje que aparece en una narración en Hechos de los apóstoles en el Nuevo Testamento. Su personalidad más relevante fue Valentín de Alejandría, que llevó a Roma una doctrina gnóstica intelectualizante. En Roma tuvo un papel activo en la vida pública de la Iglesia. Su prestigio era tal que se le tuvo en consideración como posible obispo de Roma. Otro gnóstico de renombre es Pablo de Samósata, autor de una célebre herejía sobre la naturaleza de Cristo. Carpócrates concibió la idea de la libertad moral de los perfectos, en la práctica una ausencia total de reglas morales.

Finalmente, el amplio rango de variación moral del gnosticismo fue visto con recelo y el obispo Ireneo de Lyon lo declaró herejía en el 180 d. C., para la Iglesia católica.

El movimiento se extendió en las zonas controladas por el Imperio romano y los godos arrianos,[38]​y el Imperio persa. Siguió desarrollándose en el Mediterráneo y Oriente Medio antes y durante los siglos II y III, pero su declive se produjo también durante el siglo III, debido a la creciente aversión de la Iglesia nicena y al deterioro económico y cultural del Imperio romano.[39]​La conversión al islam y la Cruzada Albigense (1209-1229) redujeron en gran medida el número de gnósticos que quedaban a lo largo de la Edad Media, aunque todavía existen en la actualidad comunidades mandeas en Irak, Irán y comunidades de la diáspora. Ideas gnósticas y pseudognósticas llegaron a influir en algunas de las filosofías de varios movimientos místicos esotéricos de los siglos XIX y XX en Europa y Norteamérica, incluyendo algunos que se identifican explícitamente como resurgimientos o incluso continuaciones de grupos gnósticos anteriores.

En 1945 fue descubierta una biblioteca de manuscritos gnósticos en Nag Hammadi (Egipto), que ha permitido un conocimiento mejor de sus doctrinas, anteriormente solo conocidas a través de citas, refutaciones, apologías y heresiologías realizadas por Padres de la Iglesia.

El gnosticismo moderno o neognosticismo incluye una variedad de movimientos religiosos, derivada de la antigua sociedad helenística en torno al Mediterráneo. En el siglo XIX se publicaron estudios populares que hicieron uso de textos recientemente redescubiertos. En este período también hubo reactivación del movimiento religioso gnóstico en Francia. La aparición de la biblioteca de Nag Hammadi en 1945 aumentó considerablemente la cantidad de textos disponibles.

Dillon señala que el gnosticismo plantea cuestiones sobre el desarrollo del cristianismo primitivo.[40]

Los heresiólogos cristianos, sobre todo Ireneo, consideraban el gnosticismo como una herejía cristiana. Los estudiosos modernos señalan que el cristianismo primitivo era diverso, y que la ortodoxia cristiana solo se asentó en el siglo IV, cuando el Imperio romano entró en declive y el gnosticismo perdió su influencia.[41][39][42][40]​Los gnósticos y los cristianos proto-ortodoxos compartían cierta terminología. Al principio, era difícil distinguir unos de otros.[43]

Según Walter Bauer, las «herejías» bien pueden haber sido la forma original del cristianismo en muchas regiones.[44]​Este tema fue desarrollado por Elaine Pagels,[45]​quien sostiene que «la iglesia proto-ortodoxa se encontró en debates con cristianos gnósticos que les ayudaron a estabilizar sus propias creencias».[40]​Según Gilles Quispel, el catolicismo surgió como respuesta al gnosticismo, estableciendo salvaguardas en la forma del episcopado monárquico, el credo y el canon de las sagradas escrituras.[46]

Los movimientos gnósticos pueden contener información sobre el Jesús histórico, en tanto algunos textos preservan dichos que muestran similitudes con los dichos canónicos.[47]​Especialmente el Evangelio de Tomás tiene una cantidad significativa de dichos paralelos.[47]​Sin embargo, una diferencia notable es que los dichos canónicos se centran en el fin de los tiempos, mientras que los dichos de Tomás se centran en un reino de los cielos que ya está aquí, y no en un evento futuro.[48]​Según Helmut Koester, esto se debe a que los dichos de Tomás son más antiguos, lo que implica que en las primeras formas de cristianismo se consideraba a Jesús como un maestro de sabiduría.[48]​Una hipótesis alternativa afirma que los autores de Tomás escribieron en el siglo II, cambiando los dichos existentes y eliminando las preocupaciones apocalípticas.[48]​Según April DeConick, tal cambio se produjo cuando el fin de los tiempos no llegó, y la tradición tomista se orientó hacia una «nueva teología del misticismo» y un «compromiso teológico con un reino de los cielos plenamente presente aquí y ahora, en el que su iglesia había alcanzado el estatus divino de Adán y Eva antes de la Caída».[48]

El prólogo del Evangelio de Juan describe al Logos encarnado, la luz que vino a la tierra, en la persona de Jesús.[49]​El Apócrifo de Juan contiene un esquema de tres descendientes del reino celestial, siendo el tercero Jesús, al igual que en el Evangelio de Juan. Las similitudes apuntan probablemente a una relación entre las ideas gnósticas y la comunidad juanina.[49]​Según Raymond E. Brown, el Evangelio de Juan muestra «el desarrollo de ciertas ideas gnósticas, especialmente Cristo como revelador celestial, el énfasis en la luz frente a la oscuridad y animosidad antijudía».[49]​El material juanino revela debates sobre el mito del redentor.[35]​Las cartas juaninas muestran que hubo diferentes interpretaciones del relato evangélico, y las imágenes juaninas pueden haber contribuido a las ideas gnósticas del siglo II sobre Jesús como redentor que descendió del cielo. [35]​Según DeConick, el Evangelio de Juan muestra un «sistema de transición del cristianismo primitivo a las creencias gnósticas en un Dios que trasciende nuestro mundo».[49]​Según DeConick, Juan puede mostrar una bifurcación de la idea del Dios judío en el Padre celestial de Jesús y el padre de los judíos, «el Padre del Diablo» (la mayoría de traducciones dicen «de [tu] padre el Diablo»), que puede haberse desarrollado en la idea gnóstica de la Mónada y el Demiurgo.[49]

Tertuliano llama a Pablo «el apóstol de los herejes»,[50]​porque los escritos de Pablo eran atractivos para los gnósticos, y eran interpretados de forma gnóstica, mientras que los cristianos judíos encontraban que se alejaba de las raíces judías del cristianismo.[51]​En 1 Corintios, Pablo se refiere a algunos miembros de la iglesia como «poseedores de conocimiento» (en griego: τὸν ἔχοντα γνῶσιν, ton ejonta gnosin).[52]James Dunn afirma que, en algunos casos, Pablo afirmaba puntos de vista más cercanos al gnosticismo que al cristianismo proto-ortodoxo.[53]

Según Clemente de Alejandría, los discípulos de Valentín decían que éste era alumno de un tal Teudas, que era alumno de Pablo,[53]​y Elaine Pagels señala que las epístolas de Pablo fueron interpretadas por Valentín de forma gnóstica, y que Pablo podría ser considerado un protognóstico además de un protocatólico.[54]​Muchos textos de Nag Hammadi, incluyendo, por ejemplo, la Oración de Pablo y el Apocalipsis copto de Pablo, consideran a Pablo como «el gran apóstol».[53]​El hecho de que afirmara haber recibido su evangelio directamente por revelación de Dios atrajo a los gnósticos, que reclamaban gnosis de Cristo resucitado.[55]​ Los naasenos, cainitas y valentinianos se referían a las epístolas de Pablo.[56]Timothy Freke y Peter Gandy han explorado en profundidad esta idea de Pablo como maestro gnóstico;[57]​si bien su premisa de que Jesús fue inventado por los primeros cristianos basándose en un supuesto culto mistérico grecorromano ha sido rechazada por los estudiosos.[58][nota 2]​Sin embargo, su revelación era diferente de las revelaciones gnósticas.[59]

Aunque los elcesaíitas y los mandeos se encontraban principalmente en Mesopotamia en los primeros siglos de la era común, sus orígenes parecen estar en el valle del Jordán.[60][61][62]: 109 

Los elcesaitas fueron una secta bautismal judeocristiana que se originó en la Transjordania y estuvo activa entre los años 100 y 400 d. C.[60]​Los miembros de esta secta realizaban frecuentes bautismos de purificación y tenían una disposición gnóstica.[60][63]: 123 La secta lleva el nombre de su líder Elkesai.[64]

Según Joseph Lightfoot, el padre de la Iglesia Epifanio (que escribió en el siglo IV d. C.) parece hacer una distinción entre dos grupos principales dentro de los esenios:[61]​ «De los que vinieron antes de su tiempo [Elxai (Elkesai), un profeta oseo] y durante él, los oseos y los nazaríes».[65]

El mandeísmo es una religión gnóstica, monoteísta y étnica.[66]: 4 [67]​ Los mandeos son un grupo etnorreligioso que habla un dialecto del arameo oriental conocido como mandeo. Son los únicos gnósticos supervivientes de la antigüedad.[68]​ Su religión se ha practicado principalmente en los alrededores de la parte baja del Karún, el Éufrates y el Tigris, así como en los ríos que rodean la vía fluvial del Chat-el-Arab, en parte del sur de Irak y en la provincia de Juzestán, en Irán. El mandeísmo se sigue practicando en pequeños números, en partes del sur de Irak y en la provincia iraní de Juzestán, y se cree que hay entre 60.000 y 70.000 mandeos en todo el mundo.[69]

El nombre «mandeo» procede del arameo manda, que significa conocimiento.[70]Juan el Bautista es una figura clave en la religión, ya que el énfasis en el bautismo forma parte de sus creencias fundamentales. Según Nathaniel Deutsch, «la antropogonía mandea hace eco de relatos tanto rabínicos como gnósticos».[71]​ Los mandeos veneran a Adán, Abel, Set, Enós, Noé, Sem, Aram y, especialmente, a Juan el Bautista. En la era moderna sobreviven cantidades importantes de las Sagradas Escrituras originales mandeas, escritas en arameo mandeo. El libro sagrado más importante se conoce como el Ginza Rabba y tiene porciones identificadas por algunos estudiosos como copiadas ya en los siglos II y III,[72]​mientras que otros académicos como S. F. Dunlap lo sitúan en el siglo I.[73]​También existe el Qolastā, o Libro Canónico de Oración y el Libro Mandeo de Juan (Sidra ḏ'Yahia) y otras escrituras.

Los mandeos creen que existe una batalla o conflicto constante entre las fuerzas del bien y del mal. Las fuerzas del bien están representadas por Nhura (luz) y Maia Hayyi (el agua viva) y las del mal por Hshuka (oscuridad) y Maia Tahmi (el agua muerta o rancia). Las dos aguas se mezclan en todas las cosas para lograr un equilibrio. Los mandeos también creen en una vida después de la muerte o cielo llamada Alma d-Nhura (Mundo de Luz).[74]

En el mandeísmo, el Mundo de la Luz está gobernado por un Dios Supremo, conocido como Hayyi Rabbi («La Gran Vida» o «El Gran Dios Viviente»).[74][72][70]​ Dios es tan grande, vasto e incomprensible que no hay palabras que puedan describir completamente lo impresionante que es Dios. Se cree que un número innumerable de Utras (ángeles o guardianes),[75]: 8 manifestados de la luz, rodean y realizan actos de adoración para alabar y honrar a Dios. Habitan en mundos separados del mundo de la luz y algunos se denominan comúnmente emanaciones y son seres subordinados al Dios Supremo, que también se conoce como «La Primera Vida». Los nombres de los Utras incluyen Segunda, Tercera y Cuarta Vida (es decir, Yōšamin, Abatur y Ptahil).[76][75]: 8 

El Señor de las Tinieblas (Krun) es el gobernante del Mundo de las Tinieblas formado por aguas oscuras que representan el caos.[76][72]​El principal defensor del mundo de las tinieblas es un monstruo gigante, o dragón, con el nombre de Ur, y una gobernante malvada también habita el mundo de las tinieblas, conocida como Ruha.[76]​ Los mandeos creen que estos gobernantes malévolos crearon una descendencia demoníaca que se considera dueña de los siete planetas y las doce constelaciones del zodiaco.[76]

Según las creencias mandeas, el mundo material es una mezcla de luz y oscuridad creada por Ptahil, que desempeña el papel de demiurgo, con ayuda de poderes oscuros, como Ruha, los Siete, y los Doce.[76]: 343–366 El cuerpo de Adán (de quien se cree que fue el primer humano creado por Dios en la tradición abrahámica) fue formado por estos seres oscuros, pero su alma (o mente) fue una creación directa de la Luz. Por lo tanto, los mandeos creen que el alma humana es capaz de salvarse porque se origina en el Mundo de la Luz. El alma, a veces denominada «Adán interior» o Adán kasia, necesita urgentemente ser rescatada de la oscuridad, para poder ascender al reino celestial del Mundo de la Luz.[76]​Los bautismos son un tema central en el mandeísmo, ya que se cree que son necesarios para la redención del alma. Los mandeos no llevan a cabo un único bautismo, como en religiones como el cristianismo, sino que consideran los bautismos como un acto ritual capaz de acercar el alma a la salvación.[77]​Por ello, los mandeos se bautizan repetidamente a lo largo de su vida.[78]​Los mandeos consideran que Juan el Bautista fue un mandeo nazareno.[72]: 3 [79][80]​ Juan es considerado su más grande y último maestro.[75][72]

Según Magris, las sectas bautistas samaritanas eran una rama de los seguidores de Juan el Bautista.[81]​Una rama estaba a su vez encabezada por Dositeo, Simón el Mago y Menandro. En este entorno surgió la idea de que el mundo fue creado por ángeles ignorantes. Su ritual bautismal eliminaba las consecuencias del pecado y conducía a una regeneración por la que se superaba la muerte natural, causada por estos ángeles.[81]​Los líderes samaritanos eran vistos como «la encarnación del poder, espíritu o sabiduría de Dios, y como los redentores y reveladores del 'verdadero conocimiento'».[81]

Los simonianos se centraban en Simón el Mago, el mago bautizado por Felipe y reprendido por Pedro en Hechos 8, que se convirtió en el cristianismo primitivo en el arquetipo de falso maestro. La atribución por parte de Justino Mártir, Ireneo y otros de una conexión entre las escuelas de su tiempo y la persona que aparece en Hechos 8 puede ser tan legendaria como las historias que se le atribuyen en varios libros apócrifos. Justino Mártir identifica a Menandro de Antioquía como alumno de Simón Mago. Según Hipólito, el simonianismo es una forma anterior de la doctrina valentiniana.[82]

Los quqitas eran un grupo que seguía un tipo de gnosticismo samaritano e iranio en el siglo II d. C. en Erbil y en las cercanías de lo que hoy es el norte de Irak. La secta recibió el nombre de su fundador Quq, conocido como «el alfarero». La ideología quqita surgió en Edesa, Siria, en el siglo II. Los quqitas hacían hincapié en la Biblia hebrea, introdujeron cambios en el Nuevo Testamento, asociaban a doce profetas con doce apóstoles y sostenían que estos últimos se correspondían con el mismo número de evangelios. Sus creencias parecen haber sido eclécticas, con elementos de judaísmo, cristianismo, paganismo, astrología y gnosticismo.



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