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La guerra, en su sentido estrictamente técnico, es aquel conflicto social en el que dos o más grupos humanos relativamente masivos —principalmente tribus, sociedades o naciones— se enfrentan de manera violenta, preferiblemente, mediante el uso de armas de toda índole, a menudo con resultado de muerte —individual o colectiva— y daños materiales de una entidad considerable.[1][2]

La guerra es la forma de conflicto socio-político más grave entre dos o más grupos humanos. Se da en sociedades tribales y en sociedades civilizadas, pero es más grave entre estas últimas porque son más complejas, masificadas y tecnificadas. Es quizás la más antigua de las relaciones internacionales y ya en el comienzo de las civilizaciones se constata el enfrentamiento organizado de grupos humanos armados con el propósito de controlar recursos naturales o humanos (conflictos entre cazadores nómadas y recolectores sedentarios que sí desarrollaron el concepto de "propiedad"),[3]​ exigir un desarme o imponer algún tipo de tributo, ideología o religión, sometiendo, despojando y, en su caso, destruyendo al enemigo, en lo que se podía llegar y se llegó frecuentemente al genocidio. Es más, este tipo de conducta gregaria es extensible a la mayor parte de los homínidos[4]​ y se encuentra estrechamente relacionado con el concepto etológico de territorialidad.

Las guerras tienen como origen múltiples causas, entre las que suelen estar el mantenimiento o el cambio de relaciones de poder, dirimir disputas económicas, ideológicas, territoriales, etc. En Ciencia Política y Relaciones Internacionales, la guerra es un instrumento político, al servicio de un Estado u otra organización con fines eminentemente políticos, ya que en caso contrario constituiría una forma más desorganizada aunque igualmente violenta: el bandolerismo por tierra o la piratería por mar. En las sociedades primitivas tribales su origen aparece más claro: deriva de dos elementos: presión demográfica y escasez de recursos.

Según Richard Holmes, la guerra es una experiencia universal que comparten todos los países y todas las culturas.[5]​ Según Sun Tzu, «La guerra es el mayor conflicto de Estado, la base de la vida y la muerte, el Tao de la supervivencia y la extinción. Por lo tanto, es imperativo estudiarla profundamente».[6]​ Por demás, la forma más astuta de ejercerla sería soslayarla de manera que no hubiera necesidad de llegar a ella. Según Karl von Clausewitz, la guerra es «la continuación de la política por otros medios».[7]

Las reglas de la guerra, y la existencia misma de reglas, han variado mucho a lo largo de la historia. El concepto de quiénes son los combatientes también varía con el grado de organización de las sociedades enfrentadas. Las dos posibilidades más frecuentes son civiles sacados de la población general, generalmente varones jóvenes, en caso de conflicto, o soldados profesionales formando ejércitos permanentes. También puede haber voluntarios y mercenarios. Las combinaciones de varios o de todos estos tipos de militares son asimismo frecuentes. Las formas de hacer una guerra dependen de los propósitos de los combatientes. Por ejemplo, en las guerras romanas, cuyo objetivo era expandir el imperio, el objetivo militar principal era, una vez sometido, incorporar al pueblo ajeno al imperio y a las leyes y costumbres de Roma.[8]​ En la actualidad, a veces se hace distinción entre conflictos armados y guerras. De acuerdo con este punto de vista, un conflicto solo sería una guerra si los beligerantes han hecho una declaración formal de la misma. En una concepción de la doctrina militar de Estados Unidos no se hace distinción alguna, refiriéndose a los conflictos armados como guerras de cuarta generación.

Entre el final de la Segunda Guerra Mundial y el año 2010 hubo 246 enfrentamientos armados en 151 lugares del mundo.

Platón no habla de guerreros, sino de "guardianes" de la polis, y distingue además entre la discordia (que se da entre los griegos) y la guerra (que se da entre griegos y bárbaros).[9]Aristóteles afirmó que la guerra sólo sería un medio en vista de la paz, como lo es el trabajo en vista del ocio y la acción en vista del pensamiento,[10]​ pues considera que la guerra es tan natural en la sociedad humana como la paz, ya que también es legítima la esclavitud en la naturaleza para mantener la jerarquía de lo mejor sobre lo peor, el orden social:

La guerra, afirma el Marqués de Olivart, es el litigio entre las naciones que defienden sus derechos, en el cual es el juez la fuerza y sirve de sentencia la victoria. Hugo Grocio la definió como status per vincertatium qua tales sunt. Por su parte, Alberico Gentilis afirmó que Bellum est armorum publicorum ensta contentio.[12]Funk - Bretano y Alberto Sorel escribieron: "La guerra es un acto político por el cual varios Estados, no pudiendo conciliar lo que creen son sus deberes, sus derechos o sus intereses, recurren a la fuerza armada para que esta decida cuál de entre ellos, siendo más fuerte, podrá en razón de la fuerza, imponer su voluntad a los demás.[13]​".

Joseph de Maistre (1821) dijo, en sus Soirees de Saint Petesburg: "La guerra es divina en la gloria misteriosa que le rodea y en el atractivo no menos explicable que nos lleva hacia ella. La guerra es divina por la manera como se produce independientemente de la voluntad de los que luchan. La guerra es divina en sus resultados que escapan absolutamente a la razón".[12]

G.W.F Hegel escribió: "la guerra es bella, buena, santa y fecunda; crea la moralidad de los pueblos y es indispensable para el mantenimiento de su salud moral. Es en la guerra donde el Estado se acerca más a su ideal porque es entonces cuando la vida y los bienes de los ciudadanos están más estrechamente subordinados a la conservación de la entidad común[13]​".

El instituto de investigación de la paz internacional de Suecia, define la guerra como todo aquel conflicto armado que cumple dos requisitos:[14]​ enfrentar al menos una fuerza militar, ya sea contra otro u otros ejércitos o contra una fuerza insurgente y haber muerto diez mil o más personas.

Johan Huizinga establece que la guerra obtiene un carácter lúdico cuando se cumple con la condición agonal; el elemento agonal empieza a actuar en el momento en el que los adversarios se consideran enemigos que luchan por una cosa a la que pretenden tener derecho.[15]

Los fines del derecho son la paz y la justicia, vocablos polisémicos; la paz incluye la seguridad;[16]​ por eso la guerra supone la suspensión del derecho. El jurista Rudolf von Ihering en su Der Kampf ums Recht o La lucha por el Derecho (1872) sostuvo que la fuerza es la base del derecho y que el derecho sin la fuerza es una utopía.[17]​ Pero el derecho es la lucha contra la injusticia:

Buscar una o varias causas a las guerras ha sido una constante para muchos historiadores y políticos con el fin de evitar posibles conflictos futuros o encontrar culpables.[19]​ Pero el jurista Papiniano afirmaba que "es más fácil cometer un crimen que justificarlo" y el senador Hiram Johnson escribió ya en 1917 que «la primera víctima cuando llega la guerra es la verdad». Autores como Brian Hayes señalan, sin embargo, que hay consenso en tener como ciertas algunas causas.

Una de las causas de la guerra es que dos naciones tengan diferencias profundas en diversos temas, que solo pueden resolverse con la vía armada. El historiador griego Tucídides afirma en su "Diálogo de los melios", incluido en su Historia de la guerra del Peloponeso que "no es vergonzoso someterse a un enemigo más fuerte, especialmente uno que está ofreciendo términos razonables... La justicia solo se tiene en cuenta en el razonamiento de los hombres si las fuerzas son iguales en ambos lados; en el caso contrario, los fuertes ejercen su poder y los débiles deben ceder ante ellos", pero de hecho muchos inferiores no se someten a la razón sino a la guerra. Desde el punto de vista socio-filosófico, se han avanzado muchas teorías sobre el origen y causa de la guerra. La primera, más contundente, resumida, filosófica, racional (en cuanto a explicar el origen de un fenómeno) es la que propone Platón en La República (tras afirmar que una ciudad es feliz si se ocupa de disponer de lo necesario y nada más):

Además, parece posible tratar de clasificar, muy en general, las teorías en dos grandes divisiones: la que ve la guerra como producto racional de ciertas condiciones, primariamente condiciones políticas (Carl von Clausewitz argumentó que la guerra es la continuación de la política por otros medios[20]​) y otra "irracionalista", que ve la guerra como producto de una tendencia, últimamente irracional, de los seres humanos.

Las teorías irracionalistas pueden aproximarse desde dos puntos de vista:

1. Aquellas que ven el origen de la guerra en causas no atribuible a fundamento racional,[21]​ por ejemplo, sentimientos religiosos[22][23]​ o emociones.[24][25]​ El extremo lógico de esta visión —que el hombre es un animal inherentemente agresivo sujeto a tendencias tanto de competición como cooperación que se observan en animales sociales, situación que demanda la expresión ocasional de tales tendencias— se encuentra en algunas explicaciones ya sea biológicas, psicológicas[26]​ o de la psicología social del origen de conflictos (ver, por ejemplo: Experimento de Robber's Cave).

2. La visión alternativa dentro de esta posición ve la guerra como originándose, a menudo, en equivocaciones o percepciones erróneas. Así, por ejemplo, Lindley y Schildkraut[27]​ argumentan, a partir de un análisis estadístico, que la cantidad de guerras que se podría aducir tuvieron un origen racional ha disminuido dramáticamente en tiempos recientes (Lindley y Schildkraut ofrecen como ejemplos de tales equivocaciones la Guerra de las Malvinas aunque se dice que la causa fue en verdad subir la popularidad de Margaret Thatcher de Inglaterra declarando ella la guerra ya que Argentina no había matado a nadie y ellos hundieron al Belgrano que estaba yendo al continente matando a la mitad de todos los Argentinos que murieron, y la Guerra de Iraq) que otros aluden al deseo de petróleo, riquezas y dominio a la causa.

La visión alternativa, de la guerra como actividad racional, se basa en dos percepciones. La original de von Clausewitz acerca de la guerra constituyendo la persecución de (objetivos de) la política por otros medios, y una percepción posterior (implícita en von Clausewitz) que indica que se recurriría a la guerra cuando se estima que las ganancias superan a las pérdidas potenciales (es decir, a través de un análisis de costo-beneficio). A su vez, se pueden distinguir dos posiciones:

1. La teoría de la primacía de las políticas domésticas: se encuentra, por ejemplo, en las obras de Eckart Kehr y Hans-Ulrich Wehler (op. cit). Para esta posición, la guerra es el producto de condiciones domésticas. Así, por ejemplo, la Primera Guerra Mundial no fue producto de disputas internacionales, tratados secretos o consideraciones estratégicas, sino el resultado de condiciones sociopolíticas, incluyendo económicas, que, a pesar de ser comunes a varias sociedades, hacían sentir tensiones a cada una de ellas en forma interna, tensiones que solo se pudieron resolver a través de la guerra.

2. La teoría de la primacía de la política internacional, que se encuentra, por ejemplo, en la concepción de Leopold von Ranke, de acuerdo a quien son las decisiones de estadistas motivados por consideraciones geopolíticas las que conducen a la guerra.

Pedro Luis Lorenzo Cadarso sintetiza en tres grupos de teorías el origen de las guerras:[28]

Este deseo de conocer las causas para poder predecir cuando estallará el próximo conflicto ha sido abordado en varias ocasiones. Uno de los investigadores del fenómeno bélico fue Lewis Fry Richardson. Este autor investigó todos los conflictos desde el siglo XIX hasta la década de los 1950; considerando conflicto aquel enfrentamiento donde han muerto personas por causa intencionada de otra persona; de este modo juntaba los conflictos bélicos con las muertes por asesinato y homicidio, la mezcla fue intencionada por sus experiencias en la Segunda Guerra Mundial por las cuales pudo comprobar el efecto de muchas de las órdenes que vio dar y la suerte corrida por muchos soldados, enviados a la muerte a causa de esas órdenes.[19]

Richardson tuvo la idea de catalogar las guerras según el número de muertos de una forma similar a cómo se catalogan los terremotos: según su intensidad. Así, una guerra de magnitud 6 sería en la que morirían de 1 000 000 a 1 999 999 personas; pero por todas las dificultades que halló para saber el número de muertos en una contienda (llegó a decir que resultaba más fácil saber el número de estrellas de una galaxia o de neutrinos en el universo) Richardson aplicó un índice de error de 0,5 (más menos); con este índice de error una guerra de magnitud 3 sería aquella en la que perecieron entre 316 228 y 3 162 278.

Aunque Richardson no fue el primero en recopilar conflictos bélicos su trabajo es uno de los más exhaustivos, pues comenzó en 1940 y siguió hasta el año de su muerte en 1953. Según sus estudios entre 1820 y 1950 hubo 315 conflictos de magnitud 2,5 o superior (al menos 300 muertos).

Pese a reconocer que resulta muy difícil saber cuando comienza un conflicto y cuando termina, si es uno o varios al tiempo o el ya citado número de muertos; los resultados fueron decepcionantes en cierto modo:

La frecuencia con la que estallan las confrontaciones sigue la distribución de Poisson, lo que parece indicar que las guerras son un suceso aleatorio. Así pues el autor concluyó que la principal causa de la guerra es la casualidad.

En segundo lugar, colocó los conflictos cronológicamente y según su magnitud, para saber si algún tipo de conflicto se repetía o si un tipo de guerra iba en aumento o en detrimento respecto a las demás. Los resultados tampoco fueron concluyentes, volviendo a mostrar una distribución muy similar al suceso aleatorio. De esta forma la conclusión es que de las guerras no se aprende a evitarlas y que la probabilidad de que estalle un nuevo conflicto es la misma para cualquier día, no importa si antes ha sucedido otro ni el tamaño de este otro.

Profundizando en su trabajo realizó un estudio de países vecinos que entraban en guerra. Midiendo las fronteras llegó a la conclusión de que un país linda con otras 6 naciones por término medio; por lo que la probabilidad de que una nación entrara en guerra con un vecino era casi del 10 %, si fuera un proceso aleatorio; sin embargo la estadística indicaba que la probabilidad era del 87,33 % (de 94 guerras estudiadas sólo 12 no tenían frontera común). Por lo tanto, según el matemático, otra causa de la guerra es la vecindad.

Richardson también relacionó las guerras con otros factores comúnmente indicados por los historiadores, como crisis económica o religión, llegando a otras tantas decepcionantes conclusiones:

No obstante Richardson concluyó que ni siquiera la religión es una causa de gran importancia.

El siguiente en investigar en este ámbito es H. van Velzen y W. Wetering, quienes, en un análisis comparativo sobre residencia y conflicto, llegaban a la conclusión de que los grupos fraternos locales y la patrilinealidad constituyen las variables más significativas en relación con la frecuencia de la guerra. Algunos años más tarde, esta idea sería retomada por K.Otterbein, quien, en una nueva investigación transcultural, señalaría otra variable importante: la poliginia.

En síntesis, Otterbein sostiene que las sociedades patrilocales y poligínicas y con grupos locales fraternos recurren más fácilmente a la violencia que las no patrilocales y poligínicas y sin dichos grupos.

Es más, según este autor, las sociedades con mayor número de conflictos armados son aquellas que poseen comunidades políticas similares. Orrerbein denomina guerra interna al conflicto entre éstas, para distinguirlo del que se origina entre comunidades culturalmente distintas o guerra externa. Así, tomando como base si propia tabulación estadística resulta que, sobre una muestra de veintiocho sociedades patrilocales, un 71 % se caracteriza por guerra interna frecuente y un 19 % por guerra interna esporádica, mientras que en catorce sociedades no patrilocales, sólo un 55 % presenta conflictos internos frecuentes.

Para Maquiavelo y Thomas Hobbes está en la naturaleza humana el deseo y la ambición, lo que induce a la inseguridad colectiva y a la guerra de todos contra todos, y, por tanto, esa inseguridad es el fundamento de la ley y del Estado, que debe cuando menos reducirla.[35]​ Hobbes determina que las causas principales de la guerra entre los hombres son:

Se ha sugerido si, desde un punto de vista moral o filosófico, sería posible hablar de una guerra justa o lícita. Si ese es el caso, hay que distinguir:

A primera vista parece posible proponer que la guerra no es necesariamente ilícita. Existe el derecho natural de autodefensa o de legítima defensa contra el enemigo exterior cuando ese ataca injustamente a un pueblo. Si se niega este derecho de legítima defensa, se robustece al agresor y se pone en peligro la paz de los pueblos. Sin embargo, se ha sugerido desde una perspectiva ética que, para que una guerra pueda tener una licitud ética, existen una serie de condicionantes adicionales:

La defensa del bien público prevalece sobre cualquier derecho del agresor e incluso sobre los riesgos que puedan tener los propios agredidos. Pero se considera ilícita la matanza injusta.

Desde ese mismo punto de vista filosófico, se considera que el movimiento a favor de la paz se hace acreedor del más alto reconocimiento. Dicho movimiento es difusor de un espíritu de entendimiento y comprensión entre los pueblos. Su fin ético y moral es conseguir la paz y los acuerdos sin derramamiento de sangre.

El general chino Sun Tzu, en su célebre obra El arte de la guerra, afirmó que la guerra había que ganarla antes de declararla o de que existiera en sí misma. En este aspecto, el célebre general expondría en una sucinta frase su concepción sobre el carácter de la guerra: "La guerra, es el Tao del engaño"; así, pretendería establecer que el estratega virtuoso debía basar todas sus decisiones militares, buscando primeramente distraer la atención del enemigo en los elementos más sobresalientes de su posición, y de no tenerlos, inventarlos.

El pensamiento de Sun Tzu, dejaría una profunda impronta en el pensamiento militar moderno, no solo en reconocidos pensadores, sino también en eximios estrategas como Napoleón Bonaparte, quien en su renombrada victoria en la Batalla de Austerlitz, aplicara aquellos preceptos del engaño.

El concepto de "guerra justa" fue presentado sistemáticamente por Tomás de Aquino en Summa Theologiae.

Erasmo de Róterdam, el reconocido humanista renacentista, calificaba a la guerra con la frase "Dulce bellum inexpertis est", cuya traducción al castellano es "La guerra es dulce para los inexpertos".

El historiador árabe Ibn Jaldún descubrió por primera vez las causas materiales de la guerra.

Carl von Clausewitz, en su clásica obra De la guerra, pensaba que la guerra moderna es "La continuación de la política por otros medios" y que el fin de la misma era "desarmar al enemigo", no exterminarlo; de aquí nació el concepto de desarme mutuo, que imposibilita toda guerra y da paso a la política. La guerra sería pues un "acto político" y esta manifestación ponía en juego lo que él consideraba el único elemento racional de la guerra.

Según la Enciclopedia mundial de las relaciones internacionales y Naciones Unidas, en los últimos 5500 años se han producido 14513 guerras que han costado 1240 millones de vidas y no han dejado sino 292 años de paz. Y únicamente entre 1960 y 1982, dicha enciclopedia calcula 65 conflictos armados (solo los que hayan producido al menos mil muertos) en 49 países, con un total de 11 millones de víctimas.[37]

El primer conflicto bélico del que se tiene constancia es el que enfrentó a las ciudades-estado sumerias de Lagash y Umma, hacia el año 2450 a.C. La disputa se produjo por unas tierras de regadío. El rey de Lagash, Eannatum, comandó el ejército, que resultó victorioso, y convirtió a Umma en un estado vasallo.[38]

Los conflictos bélicos en la siguiente lista representan guerras por control de un estado, en las cuales un mínimo de 1000 personas habrían perdido sus vidas en 2011 o 2012. Las estadísticas son del Programa de Datos sobre Conflictos de Upsala en Suecia.[39]

La guerra moderna , aunque está presente en cada período histórico de la historia militar, se utiliza generalmente para describir los conceptos, métodos y tecnologías que estaban en uso durante y después de la Segunda Guerra Mundial. Aunque la Primera Guerra Mundial fue una guerra moderna, ya que en ella se introdujeron masivamente elementos de guerra muy conocidos en el presente como los tanques, ametralladoras, granadas, cascos y aviones, etc.; por lo tanto marcó un antes y después en la historia de las guerras.

Con el advenimiento de las armas nucleares, el concepto de guerra total, tiene la posibilidad de la aniquilación global, y que los conflictos de este tipo desde la Segunda Guerra Mundial fueron, por definición, "de baja intensidad".

Las guerras modernas tienen como propósito el ganar control sobre el tejido social como una manera de destruir al enemigo, separando usualmente a los agresores de la verdad de sus propios actos. Esto, debido a que los asesinatos, masacres o los desplazamientos masivos eliminan a las víctimas y regalan a los vencedores una verdad indiscutible. La victoria encierra al vencedor en el olvido que libra del remordimiento, sentimientos imprescindible para encontrarse con la verdad.[55]

Operaciones basadas en efectos (en inglés aparece frecuentemente con las siglas EBO de Effects-Based Operations). Se trata de una forma de ver las operaciones militares que emplea recursos más allá de lo simplemente militar de tal forma que se maximice la eficiencia y se reduzca al mínimo el esfuerzo erróneo de perseguir objetivos colaterales, algunos autores lo definen como: "El resultado físico, funcional o psicológico, así como un evento o consecuencia que se obtiene de una acción específica que puede ser o no militar". Otros "como un proceso para obtener un resultado estratégico deseado o un efecto sobre el enemigo a través de la aplicación sinérgica y acumulada de un completo rango de capacidades tanto militares como no-militares a todos los niveles de un conflicto".[56]​ Las Operaciones Basadas en Efectos se emplean no sólo en el momento puntual del periodo bélico sino que van más allá y tratan los momentos de paz, tensión, conflicto y post-conflicto. La idea de operaciones con EBO se conciben en sistemas de planificación donde se tiene en cuenta todo el rango de efectos en cascada, tanto directos e indirectos. Algunas de las nuevas ideas de la doctrina militar actual provienen de conceptos de Operaciones basadas en Efectos, se puede decir que otras han sufrido un cierto refinamiento gracias a la introducción de este nuevo concepto. Uno de los conceptos refinados es el de efecto que puede entenderse de dos formas diferentes:

De la misma forma se ha revisado el concepto de enemigo comparado a veces como un sistema de sistemas y su estudio ha dado lugar a conceptos como el Análisis de sistemas de sistemas (en inglés: System-of-Systems Analysis - SoSA). El proceso SoSA incluye en sus inicios categorías muy simples como puede ser un sistema-azul (fuerzas amigas), rojo (fuerzas adversarias) y verdes (neutrales o no-alineadas). La necesidad de poner en funcionamiento Operaciones Basadas en Efectos hizo que esta clasificación se expandiera a nuevas dimensiones Políticas, Militar, Económicas, Social, Infraestructura, Informacional. Todas estas dimensiones se denominan en EBO con sus siglas PMESII.

La guerra subsidiaria es un tipo de guerra que se produce cuando dos o más potencias utilizan a terceros como sustitutos, en vez de enfrentarse directamente. Aunque las superpotencias han utilizado a veces países enteros como subsidiarios, normalmente se prefiere utilizar a guerrillas, mercenarios, grupos terroristas, saboteadores o espías para golpear al oponente indirectamente. El objetivo es dañar, dislocar o debilitar a la otra potencia sin entrar en un conflicto abierto. Con frecuencia, las guerras subsidiarias se libran en el contexto de conflictos violentos o soterrados a gran escala. Rara vez es posible librar una guerra subsidiaria pura, pues los bandos utilizados tienen sus propios intereses, algunos de los cuales divergen de los intereses de los patrones. Entre las guerras que se considera que han tenido un componente de subsidiariedad importante se hallan la Guerra Civil Española, la Guerra Civil Griega, las guerras de Corea, Vietnam o Afganistán, la Guerra Civil del Líbano, la Guerra de Angola, la Guerra Indo-Pakistaní, la Guerra de Irak, Guerra de Osetia del Sur, la Guerra Civil De El Salvador, actualmente la guerra en Siria y en general, los conflictos derivados de la Guerra Fría entre las que encontramos las guerras revolucionarias de América Latina impulsadas desde Cuba.

La llamada Guerra de cuarta generación es una denominación dentro de la doctrina militar estadounidense que comprende a la Guerra de guerrillas, la Guerra asimétrica, la Guerra de baja intensidad, la Guerra Sucia, el Terrorismo de Estado u operaciones similares y encubiertas, la Guerra popular, la Guerra civil, el Terrorismo y el Contraterrorismo, además de la Propaganda, en combinación con estrategias no convencionales de combate que incluyen la Cibernética, la Población civil y la Política. En este tipo de guerras no hay enfrentamiento entre ejércitos regulares ni necesariamente entre Estados, sino entre un estado y grupos violentos o mayormente entre grupos violentos de naturaleza política, económica, religiosa o étnica..

Según el Libro Guinness de los Récords los siguiente conflictos están cada uno en un extremo[57]

La violación (y las graves consecuencias que supone) no ha sido solo excluida tradicionalmente del listado de los horrores de la guerra, sino que tampoco estaba, hasta hace poco, reconocida jurídicamente. Se consideraba un efecto colateral inevitable, no como una transgresión de los derechos humanos, mucho menos como estrategias o herramientas para la guerra. Según afirma George Rodrigue[58]​ «la base legal para encausar a los responsables de la prostitución forzada y la esclavitud sexual ha existido desde tiempo inmemorial, aunque los procesos no se hayan realizado de manera sólida». La violación no estaba reconocida como crimen de guerra en la Convención de Ginebra de 1949 ni en el juicio de Núremberg de 1946 y este reconocimiento no le llegó hasta los tribunales ad hoc creados para la ex Yugoslavia (1993) y Ruanda (1994), así como en el Estatuto de Roma del Tribunal Penal Internacional (TPI)[59]​. En aquellos, se define la violación como crimen contra la humanidad en el caso de que estas violaciones sean generalizadas y sistemáticas (la sistematización puede ser utilizada para demostrar la intencionalidad que precisa el crimen de genocidio[60]​, mientras que en el TPI específica que, cuando la violación se comete como parte de un ataque contra civiles, puede ser considerada tanto un crimen de guerra como un crimen contra la humanidad[61]​. Puede ser esta una característica de las nuevas guerras, el reconociendo de la gravedad de las violaciones a las mujeres. Pero no se trata en absoluto de un fenómeno nuevo, sino una consecuencia de la guerra en Europa (Bosnia y Herzegovina) y la visibilización de sus horrores, entre los que sin duda destacó, como antes en numerosos conflictos armados, la violencia contra las mujeres.

¿Qué se consigue con la violación? A menudo, humillar, a través de la mujer, al colectivo. Con la violación no solo se destruye a la mujer sino también a los familiares que observan o son conscientes de la agresión. Muchas veces las violaciones son públicas, en grupo, en presencia del marido u otros allegados. Sin embargo, aunque los parientes cercanos también sufren las consecuencias, son las mujeres directamente violadas las que soportan en numerosas ocasiones el rechazo de la comunidad, incluso cuando se las pueda reconocer como víctimas y sean objeto de lástima. Afirma Carlos Martín Beristain[62]​ que «mientras a los hombres y las mujeres que son heridos o asesinados se les considera ‘héroes’ o ‘mártires’, el dolor de la violación se mantiene en silencio o se convierte en un «estigma». La violación es tanto un arma como una expresión de la guerra[63]​. En línea con esta afirmación, el Human Security Centre afirma que el riesgo de violencia sexual en contextos de guerra era mayor cuando las normas sobre violencia sexual anteriores al conflicto armado eran más débiles. Pero la violación no es solo instrumento de humillación, sino que también es utilizada para aterrar a las sociedades (en ocasiones para forzar su desplazamiento) o para castigar o controlar. De hecho, cabe no incluir la violación en el ámbito de la sexualidad, sino en el de la tortura[64]​. El empleo de la violación sexual como arma de guerra ha estado probado en al menos 13 países entre 2001 y 2004, aunque probablemente la cifra se quede corta. Además de expresión e instrumento, la violación también puede ser una consecuencia, porque se cree que «la guerra exacerba la violencia de género ejercida contra las mujeres en tiempo de paz».[65]

Marina Mancini, Stato di guerra e conflitto armato nel diritto internazionale, Torino, Giappichelli, 2009, ISBN 978-88-348-9597-9

Erasmo de Róterdam, Adagios del poder y de la guerra y Teoría del adagio (Incluye el comentario completo de Erasmo al adagio Dulce bellum inexpertis), Edición y traducción de Ramón Puig de la Bellacasa, Madrid, Alianza Editorial, el Libro de bolsillo, Filosofía, 2008, 436 pág. ISBN 978-84-206-6255-8



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