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Guerra del Rif



La guerra del Rif, también llamada la segunda guerra de Marruecos, fue un enfrentamiento originado por la sublevación de las tribus del Rif, una región montañosa del norte de Marruecos, contra las autoridades coloniales españolas y el Imperio colonial francés, concretada en los Tratados de Tetuán (1860), Madrid (1880) y Algeciras (1906), completado este con el de Fez (1912), que delimitaron los protectorados español y francés, cuya vida administrativa y geográfica se inició en 1907, conflicto en que participaron también tropas francesas, pese a haber afectado principalmente a las tropas españolas.

En 1909 se produjo una agresión de las tribus rifeñas a los trabajadores españoles de las minas de hierro del Rif, cercanas a Melilla, que dio lugar a la intervención del Ejército español. Miguel de Unamuno escribió en agosto de ese año un polémico poema, "Salutación a los rifeños".[4]​ Por otra parte, las operaciones militares en Yebala, al oeste de Marruecos, ya habían empezado en 1911 con el Desembarco de Larache, lo que supuso la pacificación de gran parte de las zonas más violentas hasta 1914, intervalo de tiempo de lento progreso o estabilización de líneas que se prolongó hasta 1919 por causa de la Primera Guerra Mundial. Al año siguiente, tras la firma del Tratado de Fez, la zona norte de Marruecos fue adjudicada a España como protectorado, mientras que la zona sur sería adjudicada a Francia, también como protectorado. El comienzo del mismo lo fue también de la resistencia de las poblaciones rifeñas contra los españoles, desencadenando un conflicto que se alargaría durante años. En 1921 las tropas españolas sufrieron un grave desastre en Annual, amén de una rebelión acaudillada por el líder rifeño Abd el-Krim. Los españoles se retiraron a unas cuantas posiciones fortificadas mientras El-Krim llegó a crear un Estado independiente que llegó a funcionar como tal, más allá de los papeles: la República del Rif. El desarrollo del enfrentamiento y su fin coincidieron con la dictadura del general Primo de Rivera en España, que se ocupó de la campaña de 1924 a 1927. Además, tras la batalla de Uarga (1925), los franceses intervinieron de lleno en el conflicto y establecieron una colaboración conjunta con España que culminó con un desembarco en Alhucemas. Hacia 1926 la zona había sido pacificada, rindiéndose Abd-el-Krim en julio de 1927 y obteniéndose la reconquista del territorio anteriormente perdido.

Esta guerra dejó un profundo recuerdo tanto en España como en Marruecos. Tras la independencia marroquí en 1956, todavía tuvo lugar una revuelta rifeña contra el sultán Mohamed V de Marruecos, secuela del anterior conflicto armado.

En 1912 se establece el protectorado español en Marruecos. Se trata en realidad de una especie de "subprotectorado", una cesión a España por parte de Francia de la administración colonial de una franja del norte del país. El sultanato de Marruecos en su conjunto quedó ese mismo año bajo dominación francesa merced al Tratado de Fez, culminándose así varios años de paulatina penetración colonial en el país magrebí.

Francia cede a España la administración de un 5% del territorio marroquí, unos 20 000 km² que incluyen la región montañosa del Rif. Tanto en la parte española como en la francesa, la colonización implica que todo el poder político, económico y militar se encuentran en manos de las autoridades de la potencia protectora y de un número creciente de colonos europeos que intervienen activamente en la política colonial; al mismo tiempo, dado que se trata oficialmente de un protectorado, se mantienen formalmente algunas estructuras de poder preexistentes, que en la práctica no tienen competencia alguna más que cierta capacidad de intervención parcial en asuntos religiosos. De este modo, el sultán se mantiene simbólicamente como máxima autoridad marroquí (firma las leyes del protectorado) y es representado en la zona española por un vicario o jalifa.

Las tropas españolas, en el proceso de colonización de la zona norte del país, encuentran varios focos de resistencia. Ya unos meses antes de la firma del tratado del protectorado había sido sofocada en el Rif, cerca de Melilla, una rebelión encabezada por un jefe conocido como El Mizzian. Cuando la colonización empieza a hacerse efectiva, surgirá un nuevo foco rebelde, esta vez en Yebala (región desde la fachada atlántica hasta las estribaciones del Rif y en la que se encuentra Tetuán, la capital del protectorado), capitaneado por Ahmed al-Raisuni, señor de Arcila y la costa atlántica, que se extendería hasta 1919.

Por Real Decreto del 30 de enero de 1920 se nombra al general de división Manuel Fernández Silvestre para el mando de la Comandancia General de Melilla, cesando en la de Ceuta en la que desempeñaba igual cometido. Silvestre estaba obsesionado por la conquista de la Bahía de Alhucemas.

El 14 de octubre de 1920, Alberto Castro Girona logra el dominio casi pacífico de Chauen, ciudad sagrada muy próxima a la frontera con el protectorado francés. Al disponer de escasas tropas para asegurar el dominio de la zona y también de las líneas de abastecimiento, se construyen cerca de cuatrocientos pequeños fuertes o blocaos que cubren el camino a Tetuán, por el valle alto del río Martín y hacia el mar por el valle del Lau. En un territorio de carácter montañoso, tales fortines españoles se situaban en puntos elevados, dominando por el día amplias zonas, pero al estar desprovistos de agua, debían abastecerse mediante recuas de mulas, en algunos casos diariamente, con el consiguiente riesgo de emboscada.[5]​ Con esta acción al-Raisuni tiene que atrincherarse en sus nidos de Yebala. Según afirma el historiador Ricardo de la Cierva:

A la muerte de Eduardo Dato, el monarca español Alfonso XIII encomienda el gobierno a una coalición conservadora presidida por Manuel Allendesalazar. El mismo día de la jura, el 12 de marzo de 1921, el general Fernández Silvestre completa un nuevo avance en línea, ocupando la playa de Sidi Dris, situada en la desembocadura del Uad Kebir, hoy conocido como río Amekran. Esta operación anfibia tuvo como antecedente el desembarco de Afrau realizado el 12 de enero de 1921. Los secos afluentes de las cuencas del Kebir y del Kert marcan en dirección a la bahía de Alhucemas una serie de barrancos que Fernández Silvestre rebasa imprudentemente, adentrándose en la cabila de Tensaman y ocupando el aduar de Annual, donde establece el campamento.

Apenas liquidada mediante negociaciones la rebelión de Raisuni, negociación que llevó a buen puerto el general José Villalba Riquelme, se levantan contra las tropas coloniales las tribus del Rif central, al frente de las cuales está la tribu de los Beni Urriaguel o Ait Waryaghar y la tribu de los Beni Touzine o Ait Tuzin. La cabeza visible de esta, y por tanto de la rebelión, es Mohammed Abd al-Karim al-Jattabi, conocido en la historiografía española como Abd el-Krim o Abdelkrim, miembro del clan de los Ait Yusef, cadí (juez islámico) de Melilla y antiguo colaborador del diario El Telegrama del Rif.

El 1 de junio de 1921, Silvestre, desde el campamento de Annual, ordena ocupar la posición de Monte Abarrán, corazón de la cabila de Tensanamí, última barrera sobre Alhucemas desde donde se domina el territorio costero de la cabila de Beni Urriaguel. La ocupación de esta estratégica posición dura pocas horas al desertar las unidades de la policía indígena que arrebatan al destacamento peninsular la batería allí emplazada:

A los pocos días se establece una nueva posición en el monte Igueriben, con la idea de defender el campamento de Annual por el lado sur. Esta posición es asediada y cae en poder del ejército rifeño el 21 de julio, salvándose solo once de los 350 soldados de la guarnición. Tras estos sucesos, los rifeños se dirigen a Annual, que es puesto bajo asedio. A primeras horas de la mañana del 22 de julio se da la orden de retirada española, que se produce a la carrera y en completo desorden. Perseguidos por los combatientes rifeños, los 13 000 soldados de Annual son masacrados por los 3000 rifeños que les persiguen en el camino hacia Melilla. En esta masacre desaparece (su cadáver no fue encontrado) el general Manuel Fernández Silvestre. Muchos supervivientes se refugian en el cuartel de Monte Arruit, donde resisten dos semanas cercados por el enemigo sin apenas provisiones, agua ni ayuda, dada la desorganización y la precariedad de la retaguardia. Finalmente las tropas españolas se rinden, pero los asediantes no observan las condiciones de la rendición y tiene lugar una nueva masacre, en la que sólo se salvan del asesinato un reducido grupo de jefes y oficiales por los que se pediría (y obtendría) cuantioso rescate económico.

Entretanto, Melilla queda peligrosamente a merced de los rebeldes y debe ser protegida por gran cantidad de refuerzos llegados de la península. El llamado Desastre de Annual, a propósito del cual el diputado Indalecio Prieto dijo que estamos en el periodo más agudo de la decadencia española. La campaña de África es el fracaso total, absoluto, sin atenuantes, del ejército español. Es para los rifeños la victoria de Annual, que da lugar al inicio de una independencia de facto que se plasma bajo la forma de una república: la República del Rif.

El Ejército español intenta controlar el territorio mediante la construcción de pequeños fuertes o blocaos, generalmente construidos en lugares elevados y distantes unos 30 km entre sí. Los blocaos, sin embargo, rara vez tienen agua, lo que obliga a los soldados a ir a buscarla a diario haciendo recorridos que en ocasiones son de varios kilómetros a lomos de mulas. Se convierten entonces en blanco fácil de los francotiradores o pacos. De este modo, un ejército descentralizado, escaso y mal armado como el rifeño (que no cuenta con apenas artillería y no posee aviones ni barcos) consigue poner en jaque y prácticamente derrotar a un ejército convencional y mucho más numeroso como el español. Los rifeños tienen a su favor el hecho de combatir en su propia casa, el conocimiento del terreno y la motivación. Su enemigo es, sin embargo, un ejército desmotivado, desorganizado y corrupto, formado por soldados de reemplazo asustados y deseosos de volver a sus casas. La guerra, de hecho, propiciará la creación de un cuerpo militar más organizado y combativo: la Legión Española, creada a imagen y semejanza de la Legión Extranjera Francesa, cuyos jefes son José Millán-Astray y Francisco Franco. La organización del ejército rifeño, por otro lado, será considerada una de las fuentes de la teoría de la guerra de guerrillas y revisada y recuperada en distintos conflictos a lo largo del siglo XX.

En los enfrentamientos que siguen a Annual, el ejército de Abd el-Krim arrincona cada vez más a las tropas españolas, incluso fuera del Rif, tomando la importante ciudad de Chauen y amenazando Tetuán, pero desde Melilla se inició una dura contraofensiva que permitió recuperar parte del territorio perdido. Desde mediados de septiembre de 1921 hasta el 11 de enero de 1922 se recuperó la línea de Dar Drius, sobre el río Kert. Nador, Zeluán y Monte Arruit fueron reconquistados, y los soldados contemplaron horrorizados los cadáveres aún insepultos de las víctimas del desastre.

El 13 de septiembre de 1923, el capitán general Miguel Primo de Rivera se rebela contra su comando y contra el gobierno, contando con el respaldo del rey. La dictadura que implantó tenía como uno de sus principales objetivos acabar con la guerra en África. En el Ejército se temía que adoptara la posición abandonista que le había caracterizado antes del golpe. No obstante, consolidó la presencia española en Marruecos mediante una gran victoria militar, el desembarco de Alhucemas, que puso fin a años de permanentes guerras y dificultades. Abd el-Krim, por su parte, se proclamó sultán de Marruecos, pero no fue reconocido por los jeques de la zona francesa. Los ataques rifeños contra posiciones españolas continuaron durante todo el año 1924.

La fuerza rifeña sirvió de acicate, además, a los ánimos levantiscos en Yebala, de modo que en diciembre de 1924, tras la retirada de Xauen, España sólo controlaba de modo efectivo una estrecha faja costera en torno a las ciudades de Ceuta, Larache, Alcazarquivir y Arcila, protegidas por una línea fortificada, conocida como la Línea Estella, que impedía los ataques de los rebeldes. En Melilla, la zona española era más amplia y comprendía la línea reconquistada entre agosto de 1921 y enero de 1922. A partir de este momento, en la zona oriental no hubo enfrentamientos de importancia, más allá de emboscadas protagonizadas por tropas irregulares españolas como las que llevó a cabo la llamada Jarca de Varela, conjunto de tropas indígenas irregulares organizadas por el general Varela.

Desde mediados de 1924, Francia intervino en el conflicto, ocupando militarmente la parte norte de su zona e instalando puestos avanzados a lo largo de la frontera con la zona española. La pérdida de la que era una independencia de facto, determinó que las tribus afectadas pidieran ayuda a las tropas rifeñas, que lanzaron una feroz ofensiva con el objetivo de tomar Fez en la primavera de 1925. Así tuvo lugar la conocida como batalla de Uarga, provocando un casus belli que obligó a una Francia hasta este momento distanciada, a adoptar una postura más beligerante. Se movilizaron tropas que pararon la ofensiva y atacaron a los rifeños por el sur, empleando en ocasiones el bombardeo con armas químicas. Asimismo, las autoridades francesas firmaron con las españolas los acuerdos de Madrid sobre el Rif para coordinar la lucha contra los insurrectos.

El desembarco de Alhucemas fue un desembarco militar llevado a cabo el 8 de septiembre de 1925 en Alhucemas por el Ejército y la Armada española y, en menor medida, un contingente aliado francés, que propiciaría la definitiva victoria aliada, y el fin de la Guerra del Rif.

La operación consistió en el desembarco de un contingente de 13 000 soldados españoles transportados desde Ceuta y Melilla por la armada combinada hispano-francesa. La operación tuvo como comandante en jefe al entonces "Director Militar" de España, general Miguel Primo de Rivera, y como jefe ejecutivo de las fuerzas de desembarco en las playas de la bahía de Alhucemas al general José Sanjurjo, a cuyas órdenes estaban las columnas de los generales jefes de las brigadas de Ceuta y Melilla, Leopoldo Saro Marín y Emilio Fernández Pérez, respectivamente. Entre los jefes participantes en la acción se encontraba el entonces coronel Francisco Franco, quien por su actuación al frente de las tropas de la Legión fue ascendido a general de brigada. El general estadounidense Dwight Eisenhower años después estudió a fondo la táctica empleada por los españoles en Alhucemas para trazar el plan del desembarco de Normandía. Se le considera el primer desembarco aeronaval de la historia mundial. Radio Televisión Española realizó, hacia 1980, un valioso film documental sobre esta importante acción bélica.

Durante la Guerra del Rif, las fuerzas combinadas franco-españolas arrojaron bombas de gas mostaza contra la población civil y las fuerzas de la República del Rif.[8][9][10]

La guerra de Marruecos fue en general mal vista y provocó importantes conflictos en la sociedad española del momento. Era del dominio público la pobreza del Rif y muchos no comprendían la pertinencia de una guerra tan sangrienta y onerosa solo por una cuestión de principios. Sin embargo, los jóvenes pudientes y de las clases medias, solían librarse del servicio militar. Inicialmente esto se hacía como en el siglo XIX pagando a alguien para que fuera en su lugar o mediante redención a cambio de una cantidad económica. Este sistema se sustituyó en 1912 mediante el sistema de "cuota", que permitía hacer un servicio militar reducido y en el regimiento de su elección a cambio de un pago de dinero. Esto reforzaba la idea, cierta al fin y al cabo, de que los "hijos de los pobres" eran enviados a morir a Marruecos. Hubo hijos de la nobleza y alta burguesía que como oficiales de complemento participaron en la guerra.[11]

El desastre de Annual tuvo también importantes consecuencias. El ministro de la Guerra ordenó la creación de una comisión de investigación, dirigida por el general laureado Juan Picasso, que elaboró el informe conocido como Expediente Picasso, en el que, si bien se señalaban múltiples errores militares, debido a la acción obstructiva de algunos ministros y jueces no se llegó al fondo de las responsabilidades políticas e incluso del propio rey, que según algunos había animado la penetración irresponsable del general Silvestre hasta puntos alejados de Melilla sin contar con una defensa adecuada en la retaguardia. Antes de que el informe Picasso se debatiera en las Cortes, el general Miguel Primo de Rivera dio un golpe de Estado el 13 de septiembre de 1923 iniciándose una dictadura.

No obstante, esta crisis fue una más de las muchas que socavaron los cimientos de la monarquía de Alfonso XIII y que a la vuelta de una década habría de provocar su caída.



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