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Historia del concepto de raza



En antropología, el concepto acerca de las razas humanas se refería a los grupos fenotípicos en que se subdividen los seres humanos de acuerdo con diversos sistemas de clasificación usados especialmente entre los siglos XVIII y mediados del XX.


A partir de los años 1950 y 1960, estos sistemas de clasificación han ido cayendo en desuso con el advenimiento de nuevas corrientes antropológicas, y actualmente existe un amplio consenso científico de que no existen razas humanas en un sentido biológico.[1][2]

Los sistemas de clasificación racial han variado según la época y contexto, y la rama encargada de su estudio ha sido la antropología física basándose mayoritariamente en aspectos físicos visibles como el color de la piel, características del cabello, forma del cráneo, etc. Para evitar estudiar a las personas solo por sus caracteres físicos, se desarrolla en el siglo XX la antropología biológica, pero no hay una definitiva diferencia entre estas disciplinas.

El racismo ha sesgado los estudios históricos y ha usado conclusiones pseudocientíficas para el enfrentamiento o discriminación de los grupos humanos diferentes al suyo y para prevalencia de los grupos mayoritarios o de poder, produciéndose en el siglo XX los mayores genocidios étnicos que se registran en la historia.

El concepto y las clasificaciones tradicionales de las razas siempre son relativas y dependientes del criterio del naturalista, todas se basan en la descripción de fenotipos, es decir, en los caracteres morfológicos anatómicos dados por los rasgos más evidentes, como el color de la piel y otros rasgos físicos, rara vez por fisiología. Entre los métodos que ha usado la antropología física está lo que se llamaba Caracteres morfológicos raciales y consiste en el estudio de las siguientes características:

Sistemas históricos más relevantes de clasificación humana:

Existen pinturas y grabados en muchas tumbas faraónicas de la época del Imperio nuevo de Egipto (entre el 1550 y el 1070 a. C.) que dan referencia de las cuatro razas conocidas por ellos. De izquierda a derecha, según el dibujo:

En la Edad Media se creyó encontrar en la diversidad humana un origen similar al que tiene la multiplicidad de lenguas. Haciendo una interpretación bíblica, la humanidad desciende de los hijos de Noé: Sem, Cam y Jafet, cuyos descendientes se esparcieron por el mundo después del diluvio, dando lugar a tres pueblos o razas diferentes:

Las primeras clasificaciones raciales datan del siglo XVII, las cuales se dieron en el contexto de una época contemporánea al imperialismo de ultramar o período colonial, que consistió en la conquista de extensas áreas continentales alrededor del mundo por un puñado de reinos europeos. François Bernier publicó en 1684 la primera clasificación en distintas razas o especies humanas, argumentando que era posible dividir la Tierra teniendo en cuenta las características físicas de los hombres, además de por regiones en donde habitaban. (Stuurman 2000) Dividió en cuatro grupos:

Gottfried Leibniz a fines del siglo XVII creía que, independientemente de las diferencias físicas y culturales, todos los seres humanos pertenecemos a una misma raza. Igualmente Samuel Smith escribió en 1787 que las diferencias físicas fueron causadas por el clima y que todos somos esencialmente de la misma raza; concluyó que los humanos son multivariables y que tratar de clasificarlos en razas era inútil e imposible.

George Buffon creía que las diferencias raciales eran subjetivas y que estaban inducidas por procesos temporales climáticos, dieta alimentaria o costumbres. Por ejemplo, relacionaba la piel negra con la sobreexposición al sol, y que los lapones y groenlandeses tenían la piel más oscura que los noreuropeos por el frío congelante; y que si los pueblos cambian de lugar, cambiará su tipo. Publicó a partir de 1749 y distinguió seis variedades de hombre dándoles la categoría de raza:

Linneo definía ya la posición de los humanos en el marco general de las especies naturales, en correlación con las especies zoológicas y botánicas, además de incluir a la especie humana y a los monos en el orden especial de los primates.

En realidad Linneo no utilizó el concepto de raza, sino que se limitó a dividir al género humano en variedades. Linneo tuvo el mérito de dar origen a un nuevo e inmenso campo epistemológico, el de la antropología, si bien se limitó a enunciarlo y no lo cultivó. A él tendrán que remitirse todos los científicos posteriores, tanto para retomar sus definiciones como para criticarlas. En 1758 se definió al Homo sapiens linneano como una especie diurna que cambiaba por la educación y el clima, y que comprendía según sus propias palabras las variedades:

Johann Friedrich Blumenbach se basó en su análisis craneométrico para su clasificación. Él creía en la igualdad de razas y consideraba las variaciones físicas producto de adaptaciones climáticas, aunque ignoraba el mecanismo de esto. Inicia sus publicaciones en 1790 y determina cinco razas, que se muestran aquí en orden correlativo con el dibujo adjunto:

Entrando al siglo XIX, algunos autores sostenían que en los hombres se reconocía la superioridad de unas razas sobre las otras. Estas teorías fueron utilizadas para justificar actos como el colonialismo histórico europeo o los genocidios y segregacionismos del siglo XX. A pesar de ello, se halla muy arraigada en las creencias populares y en los dominios extracientíficos de gran parte del mundo una clasificación básica y elemental de tres razas que ha mantenido más o menos su vigencia hasta el día de hoy. Se resume en las siguientes:

Georges Cuvier (1798)

Joseph Gobineau (1853).

Jean-Baptiste Bory de Saint-Vincent en su Diccionario clásico de Historia natural (París, 1825):

Leyótricos (de cabellos lisos).

ellótricos

Hombres fenómenos

En su Historia natural de las razas humanas (1826):

En su Manual de mamalogía (1827):

Thomas Huxley usó estudios antropométricos para sus grupos raciales. Introdujo el término australoide en 1870 para describir la raza de los nativos de Australia y los asoció a poblaciones veddas del sur de la India. También creó el término xantocroide (xanthochroic) para referirse a la raza nórdica y suponía que la raza mediterránea era producto de mestizaje entre xantocroides y melanocroides. Hizo una división con 9 grupos raciales:

     bosquimano      negro      negritos      melanocroide      australoide      xantocroide      polinesio      mongoloide A      mongoloide B      mongoloide C      esquimal

Otros naturalistas del siglo XIX hicieron clasificaciones menos conocidas, como James Cowles Pritchard (7 razas), Louis Agassiz (12 razas) y Charles Pickering (11 razas).

El antropólogo francés Joseph Deniker estableció una clasificación más compleja. Hizo más de 20 mapas de las razas europeas donde incluía seis razas primarias: nórdica, litoral (o atlanto-mediterránea), oriental, adriática (o dinárica), ibero-insular y occidental (o cevenole), con cuatro razas más secundarias, y sostuvo un extenso debate con William Ripley sobre la naturaleza y el número de las razas europeas, ya que este último sostenía que eran 3 razas. Criticó clasificaciones anteriores, pues afirmaba que solo se basaban en caracteres somáticos (físicos), en cambio él se extendió y detalló caracteres étnicos, sociales, culturales y lingüísticos, usando a veces el término "grupos étnicos" antes que razas. (Deniker 1900). La segunda edición de su obra Les races et les peuples de la Terre (Las razas y los pueblos de la Tierra, 1926) sirvió de base a muchas más clasificaciones del siglo XX.

Según H.V. Vallois, una raza es una población natural definida por características físicas y hereditarias comunes. Su clasificación de 1944 alcanzó rango clásico en los años sesenta; estableció cuatro grupos raciales primarios (australoide, leucodermo, melanodermo y xantodermo) y veintisiete razas, que son las siguientes:


Carleton S. Coon escribió numerosos libros sobre las razas a partir de 1954. En África distinguió dos tipos principales: congoide, como los bantú y la mayoría de los pueblos africanos, y capoide, como los bosquimanos; en estos últimos sostuvo que hubo una distribución mayor en la prehistoria de África.

Sus teorías no tuvieron mucha aceptación, pues se dieron a conocer en una época de lucha contra los prejuicios raciales y el uso del sufijo -oide se sentía peyorativo; además en los años sesenta sus teorías tuvieron que confrontarse con el advenimiento de la antropología moderna y la genética de poblaciones, por lo que la aceptación de las teorías raciales estaban en retroceso. Reconocía cinco razas: caucasoide, congoide, capoide, mongoloide y australoide, distribuidas según figura en la gráfica adjunta.

Stanley Marion Garn sostuvo que el aislamiento geográfico era el factor primordial en la formación de razas, por lo que en Oceanía se habría alcanzado la mayor variedad, postulando las siguientes "razas geográficas" (1961):

Desde los años sesenta, algunos antropólogos y profesores de antropología han reconcebido "raza" como una categoría cultural o construcción social, en otras palabras, como una manera particular que la mayoría de la gente tiene al hablar de sí mismos y de los otros. Por eso se afirma que el término "raza" por sí solo debe ser analizado y el cómo y el por qué la gente usa la idea de raza, está más explicado por la historia y las relaciones sociales que por rasgos físicos o biológicos.[cita requerida]

Paralelamente se desarrolla la antropología biológica para el estudio humano más profundo aprovechando el desarrollo de la biología molecular y la genética. El resultado de ello ha debilitado el concepto de razas humanas por la complejidad de las conclusiones al momento de cruzar datos con los diferentes métodos usados; de tal manera que la tendencia es de reemplazar raza por etnias (con inclusión de los caracteres culturales) y finalmente por poblaciones o clines. Incluso en un pequeño grupo poblacional se puede encontrar gran complejidad de resultados. Algunos de los métodos usados en el siglo XX son los análisis genéticos a través del estudio de los grupos sanguíneos y más recientemente de los haplogrupos del ADN de mitocondrias y cromosomas de nuestras células, mostrando que lo que denominamos razas tienen en realidad una herencia compleja y dependiente de muchos genes.

Al descubrirse los grupos sanguíneos inmunológicos, se tenía por fin una guía más sólida que los simples caracteres físicos, ya que estos dependen de un solo par de genes. En 1901 se descubrió primero el sistema AB0 y en 1940 el factor Rh, ambos sistemas descubiertos por Karl Landsteiner y en ellos se mostraron diversas relaciones poblacionales.

En este sistema AB0, el grupo 0 tiene la mayor frecuencia en los amerindios desde México hasta Sudamérica , el grupo A sobresale en Europa, nativos de Australia y Polinesia; y el grupo B en Asia central (ver mapas). Dentro del sistema Rh el grupo del haplotipo r (Rh negativo) tiene alta frecuencia en Europa, en especial en los vascos y es casi inexistente en los asiáticos orientales; mientras que en los negroafricanos el grupo R0 (uno de los grupos Rh positivos) tiene una alta frecuencia en desmedro del grupo R1.

En el sistema Diego (Diego antigen system), el grupo Dia es mínimo en Europa y Asia, mientras que en el sistema Duffy el grupo Fya se presenta en todo el mundo menos en África negra. En el sistema MNSs (descubierto en 1927), el grupo S es más frecuente en Europa.

De los tipos de hemoglobina, la hemoglobina S se encuentra en especial en la población de África ecuatorial y su formación está determinada por un solo gen llamado HbS; si se posee una pareja de genes Hbs se produce una anemia falciforme que es grave, pero con un solo gen la población es más tolerante a la malaria, por lo que esto representa un caso claro de relación entre genética, grupo poblacional y selección natural.

La siguiente tabla resume la relación poblacional con grupos sanguíneos, están en orden de la mayor frecuencia del grupo O y se basa en datos promedio de diversas fuentes.

Gran importancia para la explicación de la actual diversidad humana recae en nuestro material genético. El ADN o ácido desoxirribonucleico, contiene la información genética usada en el desarrollo y el funcionamiento de todos los seres vivos y es el responsable de la transmisión hereditaria, forma parte de los cromosomas que están en el núcleo de las células y también hay ADN en las mitocondrias pero en pequeña cantidad.

El ADN o genoma mitocondrial, cuya estructura fue descifrada en 1981 por S. Anderson, tiene herencia matrilineal, es decir, que heredamos nuestras mitocondrias solo de nuestras madres. Una característica importante es que no se recombina, ello implica que los únicos cambios que podrían haber ocurrido, se deben exclusivamente a mutaciones a lo largo de multitud de generaciones. En el ser humano se calcula que cada 5000 a 10000 años surge una mutación en una de las bases del ADN mitocondrial; según esto se obtienen dos importantes conclusiones: primera, que se logra demostrar el origen africano de los humanos modernos, calculando que toda la humanidad desciende matrilinealmente de una sola mujer, la Eva mitocondrial, mujer africana que habría vivido hace aproximadamente 190 000 años; y en segundo lugar, se demuestra que no existen razas puras, ya que todos los pueblos descienden de la mezcla de un conjunto de linajes diferentes. (Cann, 1987).

Durante la década de 1980, varios científicos investigaron la herencia patrilineal con el objetivo de tener una mejor visión del árbol genético humano. Para esta investigación, el cromosoma Y es central, ya que es el cromosoma que determina el sexo masculino y, por lo tanto, se hereda del padre a hijos varones; su potencial para el análisis evolutivo humano fue descubierto en 1985 por 2 trabajos independientes (Casanova 1985 y Lucotte 1985). El cromosoma Y es muy estable por su baja recombinación y nos ha permitido conocer que todos descendemos de un único hombre, a quien se denomina Adán cromosómico, es africano y tiene una antigüedad de unos 140 000 años. Sin embargo, algunos autores rechazan el concepto de árbol genético para especies con gran intercambio genético, porque no se puede conciliar con los datos de la multitud de estudios genéticos que se han realizado en los últimos años.[3]

La siguiente tabla resume geográficamente la relación genética entre grupos humanos usando datos promedio de los haplogrupos de ADN más frecuentes que han sido recogidos en los últimos años entre las poblaciones nativas. En letra negrita van los haplogrupos no solo frecuentes, sino bastantes diseminados en cada región. Donde figura por ejemplo: HV, en realidad se refiere a los haplogrupos H, V y HV, ya que los tres se relacionan filogenéticamente; lo mismo se aplica a los demás haplogrupos. Dentro de cada región hay cierta cohesión en los resultados, aunque de una etnia a otra cercana puede haber importantes diferencias.

Actualmente existe un amplio consenso científico de que no existen razas humanas en un sentido biológico.[1][2]

En 2019, la American Association of Physical Anthropologists, una asociación internacional de antropólogos físicos, declaró que «la creencia en las "razas" como aspectos naturales de la biología humana ... [es] uno de los elementos más dañinos en la experiencia humana tanto en la actualidad como en el pasado».[4]

Referencias en orden cronológico:




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