María de Maeztu cumple los años el 18 de julio.
María de Maeztu nació el día 18 de julio de 1881.
La edad actual es 143 años. María de Maeztu cumplió 143 años el 18 de julio de este año.
María de Maeztu es del signo de Cancer.
María de Maeztu nació en Vitoria.
María de Maeztu y Whitney (Vitoria, 18 de julio de 1881-Mar del Plata, 7 de enero de 1948) fue una pedagoga y humanista española. Dirigió e impulsó la Residencia de Señoritas entre 1915 y 1936, formó parte de la junta directiva del Instituto-Escuela y presidió el Lyceum Club Femenino (1926-1936). Murió exiliada en Argentina a los sesenta y seis años.
María de Maeztu y Whitney nació el 18 de julio de 1881 en Vitoria, hija de Juana Whitney y Donè y del ingeniero Manuel de Maeztu y Rodríguez. Su madre Juana fue una enseñante inglesa nacida en 1854 y muerta en Estella en 1945. Su padre era un hacendado cubano de ascendencia navarra nacido en Cienfuegos, hijo del último intendente general siendo la isla de Cuba aún territorio español. Sus padres se conocieron en París cuando su madre contaba con 16 años y se establecieron en Vitoria sin llegar nunca a casarse. La pareja tuvo cinco hijos: Ramiro, Ángela, Miguel, María y Gustavo. Formaba parte de la prestigiosa y dura familia de los Maeztu.
El padre, Manuel, vivía de los negocios derivados de la pertenencia de Cuba a España, por lo que la independencia de Cuba en 1895 hunde esos negocios familiares y su muerte en Cuba en 1898 acarrea una serie de confusos problemas administrativos en torno a su herencia. Esto deja en una situación precaria a Juana Whitney y sus hijos, lo que lleva a la familia a trasladarse a Bilbao, ciudad en la que Juana montó la Academia Anglo-Francesa (luego Academia Maeztu), donde ella impartía inglés y su hija Ángela francés.
María de Maeztu se licenció por la Escuela Normal de Magisterio (1896-98) y también colaboró en la academia de su madre hasta que en 1902 comenzó a ejercer como maestra en una escuela pública de Santander, desde donde fue trasladada a Bilbao cinco meses después; terminando su periplo en Madrid en 1909. De su experiencia como maestra de escuela reflexionó obteniendo conclusiones como la expresada en la Universidad de Oviedo años más tarde:
Continuó entretanto su formación universitaria. Habiendo obtenido el bachiller en el Instituto de Vitoria en 1907, dos años después se matriculó como alumna no oficial en la Universidad de Salamanca, completando los estudios en Madrid, donde se licenció en Filosofía y Letras en 1915.
Pensionada por la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas a partir de 1908, su conocimiento de idiomas, poco frecuente en la España de entonces, y su espíritu bravo y activo la hicieron alumna idónea en varios proyectos. Así, formó parte de la comisión nombrada por el Gobierno para el certamen pedagógico celebrado en Londres. A su vuelta, en la sociedad bilbaína "El Sitio", dio una conferencia en la que observaba que:
La formación internacional de Maeztu prosiguió en los siguientes años, viajando a Bruselas (1910) y a Alemania, en cuya Universidad de Marburgo fue alumna de Paul Natorp y de Nicolai Hartmann en 1912. Este viaje fue sugerido por Ortega y Gasset para conocer el pensamiento del segundo movimiento neokantiano alemán. De regreso a Madrid, ingresó en el Centro de Estudios Históricos, en el círculo de José Ortega y Gasset.
En la primavera de 1919 María de Maeztu visitó el Smith College, la universidad privada femenina estadounidense ubicada en Northampton, Massachusetts, y en esta visita le fue otorgado un título honorario (“honorary degree of Law, LL.D”) en la ceremonia de graduación del college celebrada el 17 de junio de 1919. Esto la dotó de unas credenciales académicas en Estados Unidos que le sirvieron para establecer unos lazos permanentes de colaboración con diversas universidades norteamericanas.
Creada en Madrid por la Junta de Ampliación de Estudios, la Residencia Internacional de Señoritas, le fue encomendada su organización y dirección. Cargo que desempeñó entre 1915 y 1936 y que se convertiría en el gran proyecto de su vida. En un artículo titulado «Lo único que pedimos» y publicado en la revista La mujer moderna, explicaba su postura frente a la liberación de la mujer:
La Residencia de Señoritas supuso un éxito inmediato que compartía sus objetivos con el Instituto Internacional, dirigido por Susan Huntington en Estados Unidos. Era una microcomunidad de conocimiento femenino. Fruto de su relación con Huntington fueron los viajes que realizó a aquel país con los que consiguió establecer el primer programa de estudio para mujeres en el extranjero. En 1923, todas estas colaboraciones se englobaron bajo un convenio bilateral de colaboración, articuladas en cuatro tipos de iniciativas: intercambio de alumnas, lectorados en el extranjero, becas de investigación e intercambio de material de laboratorios y bibliográfico.
A la Residencia podía acceder cualquier muchacha mayor de 17 años que hiciera sus estudios en Madrid o preparase su ingreso en las facultades universitarias Escuela Superior de Magisterio, Escuela Normal, Escuela Hogar o que estuviese ampliando su formación científica privadamente. También se admitían alumnas extranjeras y externas. Se les ofrecía, además de residencia, clases y cursos dados en sus dependencias. Así, había clases complementarias de Pedagogía y Filosofía, dadas por Maeztu. El éxito fue rotundo y pronto sucedió que el número de estudiantes de licenciaturas y doctorados sobrepasara a las aspirantes a maestras. Además, era lugar de encuentro con conferencias y cursos cuyo público era eminentemente femenino y que alcanzaron gran notoriedad en el Madrid de los años veinte y durante la Segunda República . Entre las más destacadas figuran la poeta Concha Méndez, las abogadas Victoria Kent y Matilde Huici, la posterior diputada republicana Francisca Bohigas, las periodistas María Luz Morales y Josefina Carabias, la física Felisa Martín Bravo, la artista Maruja Mallo o las médicas Cecilia García de Cosa y Elisa Soriano.
Una de las figuras más relevantes que visitaron la Residencia fue Gabriela Mistral, que se alojó allí en diciembre de 1924. Desde entonces, mantuvieron una amistad con altibajos que duraría hasta la muerte de Maeztu en 1948. Compartían la idea de Iberoamérica, su espíritu pedagógico y un profundo cristianismo. Mistral le dedicó su poema «Salutación», leído en el evento del Pen Club y publicado en El Sol el 17 de diciembre de 1924. En 1921 junto a Clara Campoamor fundó la Federación de Mujeres Universitarias, Maeztu fue la vicepresidenta y Campoamor la secretaria. En 1928, se celebró en Madrid el XII Congreso Internacional de Mujeres Universitarias y numerosas delegadas se alojaron en la Residencia. España estuvo representada por María de Maeztu, Matilde Huici, Jimena Quirós, Matilde Ruíz y Clara Campoamor. En 1931 Marie Curie se alojó también durante su estancia en Madrid. Ese mismo año, en octubre, Victoria Ocampo, directora de la revista Sur argentina, pronunció una conferencia sobre Harlem y, en 1935, dio otra con el título "Supremacía del alma y de la sangre". María Montessori también residió cuando estuvo en Madrid dando conferencias sobre su método en 1934.
María de Maeztu consiguió compatibilizar su tarea en la Residencia de Señoritas con la dirección de uno de los departamentos del Instituto Escuela puesto en marcha también por la JAE en 1918, donde pudo abrir aún más el abanico de sus ideas pedagógicas. Este Instituto fue concebido como un centro oficial de segunda enseñanza donde se ensayaron planes de estudio y métodos de educación para implantar después en toda España. Además era un centro de ensayo pedagógico para el profesorado. Maeztu lo definió como la primera escuela activa oficial de España -la primera de carácter privado había sido la Institución Libre de Enseñanza-. Para ella, lo importante no es que el alumnado infantil aprendiera y repitiera sino que reflexionara, constatara y ejecutara. Por ello, todas las enseñanzas habían de partir de los hechos y de la observación de fenómenos. Puso especial empeño en que no hubiera libros de texto sino que el alumnado tomara sus propios apuntes desde el inicio de sus estudios para que se acostumbrara a interpretar lo que oía. Destaca también la Biblioteca literaria del estudiante, colección de libros seleccionados de literatura española bajo la dirección de Menéndez Pidal. Permaneció en el Instituto Escuela desde su fundación hasta 1934 en que dimitió.
En 1926 María de Maeztu fue cofundadora y primera presidenta del Lyceum Club Femenino a semejanza de los ya existentes en Europa; si bien desde un principio ella abogaba por un club mixto, tuvo que aceptar el reglamento internacional que regía en Europa. El Lyceum tenía como objetivo fomentar el espíritu colectivo de las mujeres y ser también un lugar abierto a las mujeres casadas que no querían tener como único horizonte las cuatro paredes del hogar. Se inauguró con ciento cincuenta socias de todas las tendencias. Siguiendo el modelo internacional, dispuso de secciones de Literatura, Ciencias, Artes Plásticas e Industriales, Social, Música e Internacional. Maeztu organizaba cursillos, conferencias, conciertos, exposiciones, a cargo de intelectuales, científicos y de artistas nacionales y extranjeros. García Lorca leyó allí su libro Poeta en Nueva York y dio en sus salones la conferencia Imaginación, inspiración y evasión en poesía; también Unamuno leyó su drama Raquel encadenada. Por su parte, Carmen Monné, esposa de Ricardo Baroja, para recaudar fondos, organizó funciones y rifas de cuadros en su teatro de cámara «El mirlo blanco».
Fueron sus vicepresidentas Isabel Oyarzábal y Victoria Kent; secretaria, Zenobia Camprubí; vicesecretaria, Helen Philips; tesorera, Amalia Galárraga, y bibliotecaria, María Martos de Baeza. También participaron Margarita Nelken, María Lejárraga, Carmen Baroja, Ernestina de Champourcín, Concha Méndez, María Teresa León, Elena Fortún, Mabel Rick Pérez de Ayala... La presidencia honorífica la ostentaban la reina Victoria Eugenia y la Duquesa de Alba.
Durante la dictadura de Primo de Rivera, María de Maeztu, respaldada por su hermano Ramiro, aceptó —junto con otras 12 mujeres— ser miembro de la Asamblea Nacional, en la sección dedicada a la educación. Entre 1926 y 1929 realizó varios viajes a América: Argentina, Uruguay y México donde impartió cursos sobre educación y conferencias sobre la cultura española. Además fue delegada de España en diferentes Congresos de Educación en Europa y América. Más tarde, en 1930, fue vocal del Consejo de Instrucción Pública, y en 1934 miembro del Consejo Nacional de Cultura. Accedió a la docencia universitaria en 1932, en la recién creada Sección de Pedagogía de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central, cargo que ostentó hasta 1936.
Al estallar la Guerra Civil en 1936, el fusilamiento de su hermano Ramiro, intelectual noventayochista que tras una juventud en el liberalismo radical había evolucionado hacia la ideología de la derecha nacionalista, supuso un duro golpe para María. Aunque algunas fuentes indican que fue apartada de su puesto en la Residencia de Señoritas, lo cierto es que dimitió en septiembre de 1936 . Salió de España y tras haber pasado por Estados Unidos llegó a Buenos Aires, donde fijó su residencia y en cuya Universidad se le concedió la cátedra de Historia de la Educación, que mantuvo hasta su muerte. En este exilio fue ayudada por sus amigas Gabriela Mistral, que le ofreció a María su casa en Lisboa, y Victoria Ocampo que a finales de mayo de 1937 le ofreció asistir a un congreso de Historia en Buenos Aires para impartir un ciclo de conferencias. Esto hizo que se animara a establecer su residencia en la capital argentina, tras rechazar la cátedra de Literatura Española en el Barnard College de la Universidad de Columbia, en Estados Unidos. En Buenos Aires se dedicó a dar conferencias, impartir cursos, escribir artículos y libros. Intentó crear una nueva Residencia pero no hubo presupuesto para ella. Viajó a España en enero de 1947, con motivo de la muerte de su hermano Gustavo —autor de su retrato Mi hermana María—, , y pronunció un discurso con ocasión de la inauguración de la Cátedra Ramiro de Maeztu en la Universidad Central de Madrid. De vuelta a Buenos Aires, falleció el año siguiente. Su cadáver fue repatriado al mausoleo familiar de Estella (Navarra), entre grandes honores.
Toda su vida estuvo dedicada no solo a la educación de sus alumnas, sino a ofrecerles una formación intelectual que fomentase la responsabilidad civil y la participación igualitaria e integral en la construcción de España. Comenzó a trabajar en 1898 en la academia de su madre, Juana Withney, y continuó su formación a lo largo de toda su vida. Su carrera pedagógica está fuertemente marcada por el período de formación en distintos países: Bélgica, Suiza, Italia e Inglaterra. Ampliará su formación al iniciar su labor docente en el Instituto Internacional, donde trabajó en el ambiente educativo norteamericano colaborando estrechamente con Susan Huntington Vernon. Esta institución utilizaba una metodología didáctica innovadora basada en la convivencia, la tolerancia y la integración de las ciencias y las artes. Las clases que tomaban las alumnas se complementaban con conferencias impartidas por Ortega y Gasset o Juan Ramón Jiménez, entre otros. Se hizo una ampliación del currículo académico del Instituto Internacional incorporando nuevas disciplinas académicas: economía, derecho, ciencias, biología y química. Simultaneó su labor de dirección de la Residencia de Señoritas y de docencia con sus responsabilidades de representante oficial de España en Congresos pedagógicos Internacionales. Los viajes y su relación con pedagogas y profesoras de otros países le hicieron ver que los avances en la educación de la mujer tenían como consecuencia el desarrollo de una concienciación política y social. Por ello, participó en 1926 en la fundación del Lyceum Club.
Durante los años 1907,1908 y 1909 solicitó de la Junta pensión para ampliar sus estudios pedagógicos. En su proyecto de trabajo destaca lo que ella creía admirable de la educación inglesa: el principio de la economía mental, los métodos activos, los juegos y el contacto con la naturaleza y el maestro como elemento esencial en la escuela. Este fue una de los principales objetivos del Instituto Escuela, la formación del personal docente, entonces llamado los maestros. Maeztu también compartió el principio de la pedagogía del esfuerzo, que supone regulación y norma, es decir, lo racional frente a lo espontáneo.
Maeztu evolucionó desde un europeísmo inicial, ligado a su vinculación con la JAE, a una postura más cercana a la de su hermano Ramiro, tradicionalista católico-hispanista. Para ella la vocación pedagógica es una llamada íntima y afirmó que "la escuela debe ser para el maestro el altar donde ofrenda a Dios su vida". Ello le hizo identificarse con Santa Teresa de Jesús y afirmar que si esta viviera en el siglo XX fundaría hospitales, escuelas y universidades. El libro El problema de la ética, la enseñanza de la moral, escrito durante su exilio en 1938, compendia un pensamiento pedagógico que coloca a la religión como eje de la educación. En él, Maeztu establece la conexión entre moral y religión, a través de la cadena lineal moral-deber-regla-obligación-disciplina-autoridad-admiración-religión. Esta idea la había ya planteado en 1925 en el ensayo que había escrito sobre la educación en el Instituto Escuela. Para ella "la obediencia que la disciplina exige no significa negación de la voluntad propia; consiste simplemente en someterse a la voluntad del guía porque es el mejor que conoce el camino".
Tres exalumnas del Instituto-Escuela empezaron a reunirse clandestinamente a principios de los años 40 para continuar con el proyecto educativo del que habían participado. Así, Jimena Menéndez-Pidal, Ángeles Gasset y Carmen García del Diestro fundaron el Colegio Estudio en Madrid que continuó su labor educativa hasta la actualidad.
En 1931 la hispanista norteamericana Caroline Bourland recogió en una carta sus impresiones sobre una cena en la que estaban Victoria Kent, Victoria Ocampo y María de Maeztu, intelectuales de las que dijo que "out-radical the radicals" (en español, son más radicales que los radicales").
Carlos Morla Lynch, consejero permanente de la embajada de Chile en Madrid desde 1928 a 1939, era escritor, compositor y humanista. Su casa en Madrid fue centro de actividades literarias muchas de ellas reflejadas en su libro España con Federico García lorca: Páginas de un diario íntimo. María Manuela Vicuña, su esposa, frecuentaba el entorno de Maeztu asistiendo a las conferencias que esta impartía y al Lyceum. Por ello, era de las personas que frecuentaba la casa de Morla Lynch. Entre sus descripciones de la pedadoga figura esta:
Entrada del 18 de septiembre de 1931
Rubia de estatura menuda, nerviosa, vibrante, se expresa con una locuacidad tal que a veces es casi imposible seguir.
En su entrada del 29 de septiembre de 1934 dirá sobre Gabriela Mistral y María de Maeztu
Gabriela es pausada, tranquila, de unas serenidad austera, seca y severa que infunde respeto al tiempo que arredramiento. Tiene la reciedumbre del granito.
María es, en cambio, lista y avispada, de una rapidez asombrosa. Diríase que anduviera sobre patines de ruedas. Expresa en un minuto -con una facundia prodigiosa - lo que Gabriela -con su calma reflexiva -tarda un cuarto de hora en formular. Y acciona con las manos velozmente, sin desperdiciar un segundo, como una persona que no tiene tiempo que perder, con la celeridad de un tren expreso que pasa. Posee la movilidad del mercurio.
Julio Caro Baroja recordaba a María de Maeztu en su obra Los Baroja. Memorias familiares de esta manera:
Con aire de maestra vascongada. Hablaba con mucha autoridad y suficiencia y se veía que tenía alta idea de su misión.
La residente Milagros Martínez Prieto también la describió físicamente:
Una mujer no muy alta, con una belleza muy personal, un aire muy inglés, ojos azules y rubia grisácea, y unos movimientos bastante masculinos para aquella época en que las mujeres estábamos "afeminadísimas".
El periodista Mariano Daranas en el Diario Vasco en 1948 en su artículo “Pesar en Argentina por la muerte de María de Maeztu” describía a María como:
Menuda, rubia, de ojos intensos, labios finos, que charlaba en las tertulias con frases cortas y rápidas, decía siempre algo nuevo, algo suyo, y su manera de expresar era clara y directa.
Su dominio de varios idiomas le permitió desarrollar una interesante tarea como traductora; obras del alemán Paul Natorp como Curso de pedagogía (1915) y Religión y humanidad: la religión dentro de los límites de la humanidad: contribución a la fundación de la pedagogía social (1914), o la Historia de la pedagogía del inglés Paul Monroe (1918 y 1931). De entre su obra humanista y pedagógica, escrita en gran parte en la última etapa de su vida, cabe destacar:
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