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Monarcas



Se conoce como monarca al jefe de Estado de un país cuyo sistema político recibe el nombre de monarquía; ejerce normalmente la más alta representación del Estado y arbitra y modera el funcionamiento de sus instituciones.[2]

Aunque también puede referirse al jefe de una etnia (zulúes, maoríes, etc.), normalmente lo es de un país (en la actualidad cuarenta y seis Estados y una institución de derecho internacional elevada a la categoría de Estado —Orden de Malta—, reconocidos por la ONU). Uno de esos jefes de Estado, en concreto la reina del Reino Unido, ostenta el papel de cabeza de la Mancomunidad de Naciones, organización que comparte lazos históricos con el Reino Unido.

Suele ser un título hereditario y vitalicio. En algunos casos son elegidos por un cónclave (Ciudad del Vaticano), asamblea (Orden de Malta), por decisión papal (copríncipe eclesiástico de Andorra) o por elección democrática del pueblo francés (copríncipe de Andorra tal y como señala la Constitución de este Estado pirenaico). No son monarcas vitalicios el rey de Malasia y los copríncipes de Andorra.

Aunque tradicionalmente han actuado como autócratas (en el sentido de ejercer por sí sola la autoridad suprema de un Estado, caso del emperador o zar de Rusia) también han podido ser figuras de carácter ceremonial sin ningún poder real (caso del emperador de Japón), con el poder restringido a sus territorios patrimoniales (caso del emperador del Sacro Imperio Romano Germánico o el rey de Francia en la Edad Media antes de que extendiera su autoridad a la totalidad del país), o con unos poderes más o menos limitados por una constitución, en cuyo caso se habla de monarca constitucional (caso del estatúder en los Países Bajos, el rey de España o la reina de Inglaterra).

Habiendo estado extendidos por casi toda la tierra, el origen de los distintos regímenes monárquicos es a veces un tanto incierto, sobre todo por la antigüedad de muchos de ellos y por la carencia de fuentes relevantes que lo refieran; en estos casos, es relativamente común que la monarquía se asocie a alguna leyenda de carácter mítico, usualmente asociada a una intervención divina, (caso del emperador en Japón, supuesto descendiente de la diosa Amaterasu; y también de los emperadores julio-claudios de Roma, que decían descender de la diosa Venus). En muchos otros casos, existen abundantes fuentes documentales que describen la aparición de la monarquía, como por ejemplo en el advenimiento del régimen imperial romano y de su directo descendiente el Imperio bizantino, en el establecimiento del Sacro Imperio Romano Germánico. De todas formas, dentro del contexto de las monarquías cristianas (que van desde el Bajo Imperio romano y el Imperio bizantino hasta los reyes de Francia, Inglaterra, Austria, España, entre otras) se extendió como había sido en la Edad Antigua, a modo de justificar el régimen, el concepto de monarquía divina, en virtud del cual el rey lo era por la gracia de Dios (derecho divino de los reyes), lo cual confería un carácter sagrado a la monarquía. Conceptos parecidos se empleaban en el Imperio chino, donde el emperador (el 'Hijo del Cielo'), ostentaba el llamado "mandato del Cielo", que lo habilitaba para gobernar.

La monarquía es mayoritariamente hereditaria y presuntamente perpetua, excepto en casos excepcionales como en la Ciudad del Vaticano, donde el monarca es un pontífice elegido por inspiración divina, por un grupo cerrado de personas que conforman el Colegio Cardenalicio. El modo de herencia más común ha sido de padres a hijos, por línea paterna; las monarquías matrilineales han sido algo excepcional. En algunas dinastías, las mujeres han podido gobernar, bien porque no hubiera ningún hermano varón, bien porque ellas fueran las primogénitas; ello, empero, dependía de las tradiciones de la propia dinastía: por ejemplo, la dinastía Capeto de Francia, se regía por la Ley Sálica que impedía gobernar a las mujeres, mientras que la Casa de Trastámara de Castilla no lo hacía, y algunas mujeres pudieron llegar al poder.

Los monarcas pueden recibir distintos títulos, como rey/reina, emperador/emperatriz, gran duque/gran duquesa, príncipe/princesa, papa (con dignidad religiosa), rara vez se les denomina caudillo; en algunas civilizaciones americanas cacique (sobre todo de carácter tribal), pishin (en las culturas mayas), inca (en el Imperio inca). Existen además términos específicos para los monarcas de algunos estados, derivados de los idiomas locales o de adaptaciones lingüísticas, como zar (de Rusia, de Bulgaria), faraón (de Egipto), sah (de Persia), kan (o khan, para los pueblos tártaros). Los monarcas de los estados gobernados por la ley islámica eran llamados sultanes, y si estaban investidos de la suprema autoridad religiosa, califa (que significa algo así como "representante del profeta" o comendador de los creyentes). En la antigua Grecia, los monarcas recibían el título de tirano o basileo; este último fue retomado por los emperadores bizantinos. Los términos príncipe y princesa provienen del latín princeps, primer ciudadano; fue el título empleado durante el Alto Imperio romano por los emperadores (a su vez, emperador viene del latín imperator, título militar equivalente a "soberano" o jefe del Ejército). Algunos monarcas soberanos, sobre todo de Italia, mantuvieron el título de príncipe, y en ciertos países como en Francia fue empleado como título nobiliario; en otros casos se destinó a los hijos, descendientes o herederos del monarca (príncipe de Asturias, príncipe de Gales, príncipe de Orange, entre otros). Nótese que en algunos países europeos, asiáticos y africanos un "rey" es el jefe de Estado de una nación-estado, pero en otros países, el rey puede que sea el jefe de una tribu, y que no se corresponda con un Estado independiente.

Antiguamente, y aún en algunas naciones monárquicas actuales, solían atribuirse al monarca, poderes divinos (por ejemplo, los monarcas ungidos de Israel, e Inglaterra o Francia, supuestamente podían curar a los enfermos imponiendo las manos), como una muestra de que eran elegidos o enviados de Dios para gobernar.

La palabra monarca, en latín monarcha, proviene de la griega μονάρχης, monárkhēs (de monos, μόνος, "uno/singular", y ἄρχω, árkhō, "gobernar" (compárese con archon, ἄρχων, "liderar/gobernar/mandar")) la cual se refería a un solo gobernante absoluto, al menos nominalmente hablando.

Por su parte el término “rey” en el español moderno deriva del latín “rex” con igual significado, y de forma análoga la palabra “reino” del latín “regnum”. Todas estas provienen a su vez de la raíz indoeuropeareg” que significa regir o gobernar además de referir al lado derecho o recto del cuerpo, razón por la cual se conserva en la etimología del término para diestro de algunas lenguas germánicas.

En hebreo el término para rey es mé·lekj. Uno de los monarcas más antiguos, Nemrod, es mencionado por la biblia (Gé 10:8-12.) y numerosas tradiciones antiguas.[3]

El sistema de sucesión al trono no es igual en todas las monarquías. Tradicionalmente, lo más común es que el sucesor de un rey sea su hijo primogénito varón; en caso de que no los tuviera, le sucedería su hija mayor o algún familiar de sexo masculino, dependiendo de si la monarquía permite a las mujeres reinar, e incluso que la sucesión pase por una rama femenina del linaje.

Algunas monarquías han abolido esta preferencia por los hombres, y es el hijo primogénito del monarca, varón o mujer, quien sucede al rey.

En España, fue abolida en 1830 la ley sálica que impedía reinar a las mujeres, pero sigue existiendo una preferencia por los hombres en la sucesión al trono. Felipe VI sucedió al rey Juan Carlos I, a pesar de tener dos hermanas mayores que él.

También han existido algunos monarcas electos, como los papas, los reyes de Polonia, y dictadores que se han declarado líderes de una monarquía autoproclamada.[4]

Papa Francisco

Isabel II, reina del Reino Unido

Harald V, rey de Noruega

Margarita II, reina de Dinamarca

Juan Adán II, príncipe soberano de Liechtenstein

Luis, príncipe regente de Liechtenstein

Carlos XVI Gustavo, rey de Suecia

Enrique, gran duque de Luxemburgo

Alberto II, príncipe de Mónaco

Felipe, rey de los belgas

Guillermo Alejandro, rey de los Países Bajos

Felipe VI, rey de España

Emmanuel Macron, presidente de Francia y copríncipe de Andorra

Joan Enric Vives, obispo de la diócesis de Urgel y copríncipe de Andorra

Naruhito, emperador de Japón

Abdalá II, rey de Jordania

Hamad II bin Isa Al Jalifa, rey de Baréin

Jalifa bin Zayed Al Nahayan, emir de Abu Dabi y presidente de los Emiratos Árabes Unidos

Mohamed bin Rashid Al Maktum, emir de Dubái y primer ministro de los Emiratos Árabes Unidos

Haitham bin Tariq Al Said, sultán de Omán

Salmán bin Abdulaziz, rey de Arabia Saudita

Nawaf Al-Ahmad, emir de Kuwait

Maha Vajiralongkorn, rey de Tailandia

Hassanal Bolkiah, sultán de Brunéi

Tamim bin Hamad Al Zani, emir de Catar

Abdalá II, rey de Malasia

Jigme Khesar Namgyel Wangchuck, rey de Bután

Norodom Sihamoní, rey de Camboya

Mswati III, rey de Esuatini

Letsie III, rey de Lesoto

Mohamed VI, rey de Marruecos

Tupou VI, rey de Tonga

Sualauvi II, rey de Samoa

El resto de monarquías (desaparecidas antes del siglo XX) se encuentran en Monarquía




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