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Español (idioma)



Territorio dependiente

Lengua significativa

Indoeuropeo
 Itálico
  Latino-falisco
    Romance
     Romance occidental
      Iberorromance
       Iberorromance occidental

1 entidad dependiente

3 Estados de Estados Unidos, como lengua administrativa

Estado con reconocimiento limitado

Organizaciones internacionales

El español (del occitano espaignol, y este del latín medieval Hispaniolus ‘de Hispania’, España[29]​) o castellano (del latín castellānus ‘perteneciente al castillo’[30]​) es una lengua romance procedente del latín hablado, perteneciente a la familia de lenguas indoeuropeas. Forma parte del grupo ibérico y es originaria de Castilla, reino medieval de la península ibérica. Se conoce también informalmente como «castilla»,[n. 1][33][34]​ en algunas áreas rurales e indígenas de América,[35]​ pues el español se empezó a enseñar poco después de la incorporación de los nuevos territorios a la Corona de Castilla.[36][37][38][39][40][41]

Es la segunda lengua del mundo por el número de hablantes nativos (475 millones aproximadamente[42]​) tras el chino mandarín, y la cuarta lengua en hablantes tras el inglés, chino mandarín e hindi.[43][44][45][46]​ Unos 493 millones de personas lo hablan como primera o segunda lengua con dominio nativo, alcanzando los 592 millones al incluir a los hablantes con competencia limitada, entre los que hay 24 millones de estudiantes.[2]​ Así pues, puede ser considerado el tercer idioma en comunicación internacional tras el inglés y el francés.[47]​ El español posee la tercera población alfabetizada del mundo (un 5,47 % del total), siendo la tercera lengua más utilizada para la producción de información en los medios de comunicación,[48]​ como también la tercera lengua con más usuarios de Internet, después del chino y el inglés, con unos 364 millones de usuarios, lo cual representa el 7,9 % del total.[49]​ Se estima que para el año 2050 el idioma español tendrá 820 millones de hablantes, y 1200 millones para el año 2100.[50]

La lengua es hablada principalmente en España[12]​ e Hispanoamérica, como también entre las comunidades de hispanohablantes residentes en otros países, destacando Estados Unidos con más de 40 millones de hablantes de español. En algunos países anteriormente bajo dominio español donde el español ya no es lengua de habla mayoritaria ni oficial, el mismo sigue manteniendo una gran importancia en el sentido cultural, histórico y muchas veces lingüístico, siendo el caso de Filipinas y algunas islas del Caribe. En Guinea Ecuatorial, donde es lengua oficial, es hablado como lengua materna solo por una pequeña parte de la población.[51]

Es uno de los seis idiomas oficiales de la Organización de las Naciones Unidas.[52]​ Es también idioma oficial en varias de las principales organizaciones internacionales ―la Unión Europea,[53]​ la Unión Africana,[54]​ la Organización de Estados Americanos,[55]​ la Organización de Estados Iberoamericanos,[56]​ el Tratado de Libre Comercio de América del Norte,[57]​ la Unión de Naciones Suramericanas,[58]​ la Comunidad del Caribe,[59]​ los Estados de África, del Caribe y del Pacífico[60]​ y el Tratado Antártico, entre otras― y en el ámbito deportivo, la FIBA,[61]​ la FIFA,[62]​ la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo,[63]​ etc.

El español, como otras lenguas romances, es el resultado de siglos de evolución a partir del latín hablado (denominado latín vulgar) desde el siglo III aproximadamente. Tras la caída del Imperio romano, el latín vulgar de la Hispania romana se fue transformando y divergiendo de las otras variantes del latín que se hablaban en otras provincias del antiguo Imperio. Las transformaciones dieron lugar, tras una lenta evolución, a las distintas lenguas romances que existen hoy en día.

Según la Real Academia Española (RAE), la palabra español procede del provenzal espaignol, y este del latín medieval Hispaniolus, que significa «de Hispania» (España).[64]

La forma en latín HĬSPĀNĬOLUS procede de la denominación latina de la provincia de HĬSPĀNĬA que incluía a la península ibérica, más bien, de su forma ultracorrecta.[65]​ Cabe recordar que en latín tardío no se pronunciaba la /H/. La abertura de la /Ĭ/ latina breve en /e/ habría dado por tanto en protorromance: ESPAŇOL(U).

Otra hipótesis sostiene que español procede del occitano espaignon.[66]Menéndez Pidal ofrece otra explicación etimológica: el clásico hispanus o hispánicus tomó en latín vulgar el sufijo -one (como en borgoñón, bretón, frisón, lapón, sajón, etc.) y de *hispanione se pasó en castellano antiguo a españón, «luego disimilando las dos nasales se llegó a español, con la terminación -ol, que no se usa para significar naciones».[67]

La otra denominación, el castellano, procede del latín castellanus, que significa de Castilla, reino medieval situado en la parte central de la península ibérica y origen de esta lengua.[68]

La polémica en torno a los términos «español» y «castellano» estriba en si resulta más apropiado denominar a la lengua hablada en Hispanoamérica, en España y en otras zonas hispanohablantes con uno u otro término, o bien si ambas son formas perfectamente sinónimas y aceptables.

Como muchas de las controversias relacionadas con la denominación de una lengua identificable con un determinado territorio (español con España, y castellano con Castilla, el antiguo reino de donde surge el idioma y se empieza a enseñar en América), o que lleva aparejada una ideología o un pasado histórico que provoca rechazo, o que implica una lucha en favor de una denominación única para facilitar su identificación internacional y la localización de las producciones en dicha lengua (por ejemplo, en redes informáticas), la controversia es extralingüística.

Desde el punto de vista estrictamente lingüístico, no es posible justificar preferencias por una denominación u otra.

En el ámbito normativo o prescriptivo, según la normativa establecida por los principales organismos de política lingüística del área hispanohablante en lo relativo a la codificación del estándar idiomático (Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española), «castellano» y «español» son términos sinónimos, aunque el Diccionario panhispánico de dudas, obra de esta misma institución de carácter normativo, señala: «El término español resulta más recomendable por carecer de ambigüedad, ya que se refiere de modo unívoco a la lengua que hablan hoy cerca de cuatrocientos millones de personas. Asimismo, es la denominación que se utiliza internacionalmente (Spanish, espagnol, Spanisch, spagnolo, etc.)».[69]

Asimismo, el diccionario normativo editado por la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española se titula Diccionario de la lengua española.[70]

Determinados autores han mostrado su preferencia por uno u otro término, como el lingüista venezolano Andrés Bello, que titulaba su principal obra Gramática de la lengua castellana, o el valenciano Gregorio Mayans, que escribía, en 1737, en su libro Orígenes de la lengua española lo siguiente:

Por otra parte, la Constitución española de 1978, en su artículo tercero, utiliza la denominación específica de «castellano» para la lengua, diferenciándola de las otras «lenguas españolas» también existentes, tales como el euskera, el aragonés, el catalán o valenciano, el asturleonés, el gallego o el aranés.

En cuanto a los filólogos, algunos autores justifican el uso preferente de uno u otro término a partir de su origen y evolución histórica, interpretados de maneras distintas.

Actualmente la RAE prefiere el uso del término «español» en lugar del término «castellano», a pesar de considerar válidos ambos para referirse al nombre oficial del idioma; aunque también considera al castellano un dialecto del español que se habla en la región española de Castilla. No obstante, debe mencionarse que, cuando la RAE se funda en 1713, tomando como modelo a las academias francesa e italiana, se marcó como objetivo esencial la elaboración de un diccionario de la lengua castellana, «el más copioso que pudiera hacerse». Ese propósito se hizo realidad con la publicación del Diccionario de autoridades, editado en seis volúmenes, entre 1726 y 1739.[72]

La historia del idioma castellano comienza con el latín vulgar del Imperio romano, concretamente con el de la zona central de Hispania. Tras la caída del Imperio romano en el siglo V, la influencia del latín culto en la gente común fue disminuyendo paulatinamente. El latín hablado de entonces fue el fermento de las variedades romances hispánicas, origen de la lengua española. En el siglo VIII, la invasión musulmana de la península ibérica hace que se formen dos zonas bien diferenciadas. En al-Ándalus, se hablaban los dialectos romances englobados con el término mozárabe, además de las lenguas de la minoría invasora (árabe y bereber). Mientras, en la zona en que se forman los reinos cristianos desde pocos años después del inicio de la dominación musulmana, continúa una evolución divergente, en la que surgen varias modalidades romances: la catalana, la navarro-aragonesa, la castellana, la astur-leonesa y la gallego-portuguesa.

A partir de finales del siglo XI es cuando comienza un proceso de asimilación o nivelación lingüística, principalmente, entre los dialectos románicos centrales de la península ibérica: astur-leonés, castellano y navarro-aragonés, pero también del resto. Este proceso es el que dará como resultado la formación de una lengua común española, el español.[74]​ Cada vez son más los filólogos que defienden esta teoría (Ridruejo, Penny, Tuten, Fernández-Ordóñez). También se ha resaltado el peso del mozárabe de Toledo, ciudad en la que el castellano escrito comenzó su normalización. Sin embargo, otros filólogos siguen defendiendo los postulados pidalianos del predominio del dialecto castellano en la formación del español y su expansión por un proceso de castellanización por el resto de territorios peninsulares.[75]

El dialecto románico castellano, uno de los precursores de la lengua española, se considera tradicionalmente originado en el condado medieval de Castilla (sur de Cantabria y norte de Burgos), con posible influencia vasca y visigótica. Los textos más antiguos que contienen rasgos y palabras similares al castellano son los documentos escritos en latín y conocidos como Cartularios de Valpuesta,[76]​ conservados en la iglesia de Santa María de Valpuesta (Burgos),[77]​ un conjunto de textos que constituyen copias de documentos, algunos escritos en fecha tan temprana como el siglo IX. El director del Instituto Castellano y Leonés de la Lengua concluyó que:

Las Glosas Emilianenses de finales del siglo X o principios del XI, conservadas en el monasterio de Yuso en San Millán de la Cogolla (La Rioja), fueron consideradas por Ramón Menéndez Pidal como el testimonio más antiguo de lengua española. Sin embargo, hay teorías posteriores que afirman que esos documentos corresponden al romance navarro-aragonés, no al romance castellano.[79]

Un momento decisivo en el afianzamiento del idioma español se dio durante el reinado de Alfonso X de Castilla (1252-1284).[80]​ Si los cantares de gesta estaban escritos en esa lengua vulgar ―el castellano― y por eso mismo eran populares, podría pensarse que las obras cultas y literarias producidas en la Corte toledana del citado rey deberían ser redactadas en latín, única lengua culta que toda la Europa cristiana había admitido hasta esa época; por eso resultó una verdadera revolución cultural el hecho de que Alfonso X el Sabio decidiese dirigir un buen número de obras de elevada cultura redactadas en un idioma hasta entonces desairado por las personas letradas por considerarlo demasiado prosaico. Esto dio lugar al reconocimiento oficial del español, que podía alternar desde entonces con el latín, un idioma respetado por todas las personas ilustradas.[81]

El español se extendió por la península durante la Baja Edad Media debido a la continua expansión de los reinos cristianos en este período, en la llamada Reconquista. La incorporación a la Corona de Castilla de los reinos de León y Galicia con Fernando III de Castilla y la introducción de una dinastía castellana en la Corona de Aragón con Fernando I de Aragón en 1410 y más tarde, la unión final peninsular con los Reyes Católicos acrecentaron la asimilación y nivelación lingüística entre los dialectos de los diferentes reinos.

El primer libro impreso en español se publicó hacia 1472.[82]​ En el siglo XV, la lengua común española se había introducido en gran parte de la península ibérica. En 1492 el sevillano Antonio de Nebrija publicó en Salamanca su Grammatica, primer tratado de gramática de la lengua española, y el primero publicado «en molde» de una lengua europea moderna.[83]​ También son de Nebrija las primeras "Reglas de ortografía en la lengua castellana", impresas en Alcalá de Henares en 1517, en las que postula la ortografía como una relación biunívoca entre la pronunciación y la escritura.[84]

Se estima que a mediados del siglo XVI el 80 % de los españoles hablaba español.[85]​ En esa época ya había comenzado el reajuste consonántico, que significó la reducción del sistema fonémico al pasar, por la pérdida del rasgo de sonoridad, de seis consonantes sibilantes a solo dos o tres según la variedad.

La colonización de América, iniciada en el siglo XVI expandió el español por la mayor parte del continente americano, tomando préstamos que enriquecieron su vocabulario de idiomas nativos como el náhuatl o el quechua, lenguas sobre las que también tuvo un notable impacto. Tras conseguir la independencia los nuevos estados americanos iniciaron procesos de unificación lingüística que terminaron de extender el idioma español a través de todo ese continente, desde California hasta Tierra del Fuego.

A lo largo de los siglos XVII y XVIII surgen infinidad de publicaciones periódicas públicas y privadas en español. La primera ve la luz en Madrid en 1661 de la mano de Julián Paredes (Gazeta nueva),[86]​ y la siguen numerosas publicaciones en Salamanca, León, Granada, Sevilla y Zaragoza. En los territorios bilingües también comienzan a aparecer publicaciones periódicas en español. La primera fue en 1792, el Diario de Barcelona, que también fue el primer periódico en español de Cataluña.[cita requerida] Le siguieron El Correo de Gerona (1795), Diario de Gerona (1807) y aun antes en ciudades también bilingües como Palma de Mallorca (1778), Vigo o Bilbao. En América el español pasó a ser la lengua normal en la enseñanza, en detrimento de las lenguas generales basadas en lenguas indígenas. Se estima que el español era conocido hacia 1810 por un tercio de los habitantes de la América española.

El idioma español siempre tuvo numerosas variantes que, si bien respetan el tronco principal latino, tienen diferencias de pronunciación y vocabulario, como sucede con cualquier otra lengua. A esto hay que agregar el contacto con los idiomas de las poblaciones nativas, como el aimara, chibcha, guaraní, mapudungun, maya, náhuatl, quechua, taíno y tagalo, entre otros, que hicieron también contribuciones al léxico del idioma, no solo en sus zonas de influencia, sino en algunos casos en el léxico global.

El español o castellano es la lengua oficial de diecinueve países en América, además de España y Guinea Ecuatorial, y tiene un cierto grado de reconocimiento oficial en Filipinas, y en la República Árabe Saharaui Democrática[87]​ (país no reconocido internacionalmente), pero sus hablantes se distribuyen por los cinco continentes:

En América se encuentran alrededor del 90 % del total de hablantes de español en el mundo, unos 400 millones de personas.[88]​ Además de en 19 países de Hispanoamérica, el español es hablado por una parte significativa de la población de Estados Unidos, principalmente inmigrantes recientes. Tanto en América Latina como en Estados Unidos hay un importante aumento en el número de hablantes. Anteriores presidentes de Estados Unidos son conocedores del idioma y Barack Obama lo estudió y tiene buena pronunciación en la lectura.[89]

La mayoría de los hablantes del español se encuentran en Hispanoamérica, conformando unos 375 millones de personas.

México es el país con el mayor número de hablantes (casi una cuarta parte del total de hispanoparlantes del mundo), aunque no es la lengua oficial del estado. En 2003, México reconoció como idiomas nacionales también a las lenguas indígenas.[90]

Con una u otra denominación, es una de las lenguas oficiales de Bolivia,[91]Colombia,[92]Costa Rica,[93]Cuba,[94]Ecuador,[95]El Salvador, Guatemala,[96]Honduras,[97]Nicaragua,[98]Panamá,[99]Paraguay,[100]Perú,[101]República Dominicana[102]​ y Venezuela.[23]​ No tiene reconocimiento de lengua oficial en otros países americanos donde es lengua hablada y mayoritaria, como es el caso de Argentina, Chile, México y Uruguay.[103]​ En Puerto Rico, la Constitución de 1952 establece el español junto al inglés como idiomas oficiales.[104]​ En septiembre de 2015, se presentó el Proyecto del Senado 1177 para establecer la utilización del español en primer lugar en los poderes ejecutivo, legislativo y judicial del Estado Libre Asociado de Puerto Rico.[105]

Estados Unidos es el segundo país con más hablantes de español en el mundo después de México,[106][107]​ con un avance progresivo del bilingüismo, sobre todo en los estados de California, Nuevo México y Texas, en los que existen programas oficiales bilingües de español para residentes procedentes de Hispanoamérica. Así por ejemplo, en California muchas actividades de gobierno, documentos y servicios están disponibles en español. La sección 1632 del Código Civil de California reconoce al idioma español como la lengua de la considerable y creciente comunidad hispana, de ahí que la ley Dymally-Alatorre instituya un bilingüismo inglés-español, sin la exclusión necesaria de otras lenguas.[108]​ En el estado de Nuevo México, el español se utiliza incluso en la administración estatal, aunque ese estado no tiene ninguna lengua oficial establecida en su constitución. El español neomexicano hablado por hispanohablantes nativos del estado (no por inmigrantes recientes) se remonta a los tiempos de la colonización española en el siglo XVI y conserva numerosos arcaísmos. La Comisión de Derechos Civiles de Estados Unidos reconoce que en 1912:

En Texas, el gobierno, a través de la sección 2054.116 del Código Gubernamental, ordena que las agencias estatales proporcionen la información en sus páginas web en español.[110]​ Otros estados de la Unión también reconocen la importancia del castellano en su territorio.[111]​ En Florida, por ejemplo, está muy extendido su uso por la presencia de una numerosa comunidad de origen cubano, principalmente en el área metropolitana de Miami. El español tiene una larga historia en Estados Unidos; muchos estados y accidentes geográficos tienen su nombre en ese idioma, pero el uso de la lengua española ha aumentado sobre todo por la inmigración proveniente del resto de América. Una muestra de la expansión del idioma en el país es la numerosa presencia de medios de comunicación en español. El español también se concentra especialmente en ciudades cosmopolitas como Nueva York, Los Ángeles, Chicago, Miami, Houston, Dallas, San Antonio, Denver, Baltimore, Portland y Seattle. El español, además, es la lengua más enseñada en el país.[112]

Estados Unidos es el segundo país, tras Israel, con mayor número de hablantes de judeoespañol o ladino. Concretamente se estima que hay unas 300 000[113]​ personas que lo hablan. El seguimiento y contabilización de las comunidades sefardíes tanto en Estados Unidos[114]​ como en el resto del mundo ha mejorado notablemente tras la ley española del año 2015 que permite a los sefardíes, que cumplan una serie de requisitos,[115]​ solicitar la nacionalidad española.

El español siempre ha sido importante en Brasil a causa de la proximidad y el comercio creciente con sus vecinos hispanoamericanos, siendo miembro de Mercosur, así como por la inmigración histórica de españoles e hispanoamericanos. En 2005, el Congreso Nacional de Brasil aprobó el decreto, firmado por el presidente, conocido como ley del español, que ofrece esta lengua como primera lengua extranjera de enseñanza en los colegios y liceos del país.[116]​ El español es una lengua fácil de aprender para los brasileños, gracias a que el portugués es una lengua muy similar al español.[117]​ En la zona fronteriza entre Brasil y Uruguay (principalmente en Uruguay) se habla una lengua mixta llamada portuñol.[118]​ La constitución del estado de Río de Janeiro y una deliberación del gobierno del estado de São Paulo incluyen el español de modo oficial en los centros de enseñanza secundaria. Así el artículo 317.3 de la constitución del estado de Río de Janeiro de 1989 declara:

Y el artículo 2 de la deliberación n.º 77 del consejo estatal de educación del gobierno del estado de São Paulo de 2008 reconoce:

La UNILA, universidad pública de la región sur brasileña que coordina y proporciona profesorado de castellano a las escuelas estatales de Río Grande del Sur, Santa Catarina y Paraná, cooficializó el español. En los últimos años, debido a la crisis migratoria venezolana, el fronterizo estado brasileño de Roraima ha pasado a ser el lugar con más hablantes de español de Brasil. Se estima que alrededor de 50 000 venezolanos residen actualmente en Roraima, lo que constituye aproximadamente el 10% de la población del estado. En 2005, el entonces ministro de la educación, Fernando Haddad, y el entonces presidente de la república brasileña Luiz Inácio Lula da Silva, firmaron la Ley n.º 11.161, que quedó conocida como “Lei do espanhol”. Según sus términos, su objetivo era tratar específicamente sobre la enseñanza de español en Brasil.[119]

En Canadá, la población inmigrante de habla hispana supone el 1,3 %,[120]​ y casi otro tanto lo hablan como segunda lengua. Aproximadamente la mitad se concentra en Toronto.[121]​ El español se posiciona en el cuarto lugar en idiomas extranjeros con 553 495 hablantes como lengua materna tras el mandarín, cantonés, y panyabí.[122]

El español no tiene reconocimiento oficial en la antigua colonia británica de Belice. No obstante, la mayoría de la población sabe hablar español ya que es lengua de aprendizaje obligatorio en las escuelas.[123][124]​ Se habla principalmente por los descendientes de hispanos que han habitado la región desde el siglo XVII. En la isla caribeña de Aruba, lo habla gran cantidad de personas, siendo la segunda lengua más hablada en casas arubeñas según datos del censo de 2010.[125]​ Por el contrario, en las vecinas Curazao y Bonaire lo habla una minoría.[cita requerida] Debido a la cercanía con Venezuela, en las tres islas se reciben medios de comunicación en español, principalmente canales televisivos, debido a los estrechos vínculos comerciales y la importancia del turismo hispanohablante. En los últimos años, también se introdujo la enseñanza básica obligatoria del castellano en las escuelas, aunque sin carácter oficial (las únicas lenguas oficiales de Aruba, Bonaire y Curazao son el neerlandés y el papiamento: mezcla de español y afroportugués).

El español no es idioma oficial de Haití. Aunque su idioma oficial es el francés, el criollo haitiano (idioma que proviene del francés) es ampliamente hablado. Cerca de la frontera con la vecina República Dominicana, el español básico es comprendido y hablado coloquialmente. En los estudios secundarios reglados aprender español es obligatorio desde los 15 hasta los 18 años.[126]​ Se estima que más de un millón y medio de haitianos pueden comunicarse en español, sin considerar la diáspora.[cita requerida]

En las islas Vírgenes de los Estados Unidos el español es hablado por aproximadamente un 17 % de la población, procedente sobre todo de Puerto Rico y la República Dominicana. En Trinidad y Tobago, goza de un estatus especial y es de aprendizaje obligatorio en las escuelas públicas. En Jamaica es la lengua extranjera más estudiada en la educación secundaria desde los 12 hasta los 14 años. Otras islas caribeñas cuentan con comunidades de hispanohablantes debido a su cercanía a los países de habla hispana del entorno y las correspondientes migraciones de países como República Dominicana o Venezuela, motivo por el cual el español se enseña como segunda lengua en el sistema educativo de algunos de ellos.[cita requerida]

España es el único lugar de Europa donde el idioma es oficial, sin embargo es usado fuera de sus fronteras como Gibraltar.[127]​ En Andorra es la segunda lengua más hablada actualmente,[128]​ sin ser la lengua tradicional ni oficial, que es el catalán.[129]​ El español se utiliza también en pequeñas comunidades de otros países europeos, principalmente en Portugal, Francia, Italia, Reino Unido, Alemania, Bélgica y Suiza[130]​ (donde es lengua materna del 1,7 % de la población, representando la lengua minoritaria más hablada en este país por detrás de tres de las cuatro lenguas oficiales). El español es una de las lenguas oficiales de la Unión Europea (UE).[131]​ Casi 23 millones de europeos mayores de 12 años hablan español fuera de España en la UE, contando los que lo han aprendido como lengua extranjera y son capaces de mantener una conversación. En total habría unos 70 millones de hablantes de español en Europa.[132]

En 2020, Rusia incorporó al español como idioma extranjero en la enseñanza pública, en total 2 horas a la semana, esto se da después de que el gobierno ruso implementara la obligatoriedad de estudiar una segunda lengua extranjera.[133]​ Desde 2009, Rusia lanzó el canal RT que emite noticias y reportajes completamente en español.

En Filipinas, otrora provincia española de ultramar, el idioma español fue oficial desde 1571 a 1987, si bien desde 1973 había perdido mucho peso representativo a nivel oficial. La proclamación presidencial/155 de 15 de marzo de 1973 todavía en vigor, declara el español como lengua oficial de Filipinas para todos aquellos documentos de la época colonial no traducidos a la lengua nacional. Tras la guerra hispano estadounidense, Filipinas pasó a ser colonia de los Estados Unidos a partir de 1899. Desde entonces, debido a la intervención estadounidense, las autoridades siguieron una política de deshispanización del país e imposición del inglés. Después de la guerra filipino-estadounidense, se diezmó a la burguesía urbana hispanoparlante, y tras la Segunda Guerra Mundial en 1945, prácticamente se aniquiló a los restos de la burguesía española tras el bombardeo de Intramuros en Manila. Se ha calculado que en 1907, aproximadamente un 70 % de la población filipina tenía la capacidad de hablar español, aunque solo un 10% como lengua materna. En 1950 pasó a ser de un 6 %.[134]​ En la actualidad es menos del 0,5 %.[135]​ También sobreviven lenguas criollas de base española, como el chabacano de Zamboanga. En 2009, la entonces presidenta filipina Gloria Macapagal-Arroyo ha sido galardonada con el Premio Internacional Don Quijote 2009,[136][137]​ que reconoce la iniciativa educativa de la República de Filipinas de introducir el español en los planes de estudio nacionales, siendo el español ya en el curso 2012-2013, la lengua extranjera más estudiada tras el inglés, impartida en 65 centros públicos.[138]

En la actualidad, la lengua española sigue muy presente tanto en los nombres y apellidos de los filipinos (antropónimos), como en el nombre de muchas de sus localidades (topónimos) y demarcaciones administrativas.[139]

En Israel existe una importante comunidad sefardí de aproximadamente 1 400 000[113]​ personas, muchas de las cuales aún conservan el idioma judeoespañol (o ladino), herencia de los judíos expulsados de los reinos ibéricos en los siglos XV y XVI.[140]​ En 2018 se inauguró en Jerusalén la Academia Nacional del Judeoespañol, incorporada en 2020 a la ASALE, con el fin de proteger, investigar y promover el uso del judeoespañol entre las comunidades sefardíes y en general.

Otra contribución al español en ese país han sido los muchos inmigrantes judíos de América Latina, y sobre todo de Argentina, que han aportado el típico acento rioplatense a muchas zonas del país.[141]

Existen otros países asiáticos donde el español está siendo estudiado con gran interés y comienza a tener importancia en el ámbito educativo, migratorio y social, siendo los países más referenciados, Rusia, China, Japón, Irán, India, Emiratos Árabes Unidos, Bangladés y Kuwait.[cita requerida] En Turquía, más específicamente en la ciudad de Estambul, se conserva el judeoespañol ladino.

Formando parte de España y por tanto políticamente europeas, el principal enclave hispanoparlante en África son las islas Canarias (con más de dos millones de hablantes), seguidas por las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla (con más de 168 000 hablantes) y demás plazas de soberanía menores.

El español es una de las lenguas oficiales de Guinea Ecuatorial. Guinea Ecuatorial obtuvo su independencia de España en 1968, pero mantiene el español como lengua oficial junto al francés, y el portugués, siendo actualmente el único país africano donde el español es lengua oficial.[142]​ También es la lengua más hablada (considerablemente más que las otras dos lenguas oficiales), dominada por el 87,7 % de la población según el Instituto Cervantes.[143]​ La gran mayoría de los ecuatoguineanos habla español, aunque siempre como segunda lengua, siendo diversas lenguas bantúes las lenguas maternas más extendidas.

En el Sahara Occidental, el ministro saharaui para América Latina, Hash Ahmed declaró en nombre de la República Árabe Saharaui Democrática que su país es «simultáneamente una nación africana y árabe que tiene el privilegio de ser la única hispanohablante debido a la herencia cultural de la colonización española. El idioma español es el idioma de enseñanza obligatorio por ser junto al árabe, idioma oficial».[144]​ El español es considerado la segunda lengua administrativa y de comunicación de la RASD;[87]​ la única lengua oficial en su constitución es el árabe. En Tinduf, Argelia, hay unos 200 000 refugiados saharauis, que pueden leer y escribir el idioma español y miles de ellos recibieron educación universitaria ofrecida por Cuba, México, Venezuela y España.

En Marruecos el idioma español es muy popular como segunda o tercera lengua. Es hablado principalmente en las zonas de antiguo protectorado español de Marruecos: Rif, Ifni y Tarfaya.[145][146]​ También se conserva en el norte del país la haketía, variante marroquí del judeoespañol.

Además, es hablado por las comunidades ecuatoguineanas huidas durante las dictaduras de Francisco Macías Nguema y Teodoro Obiang y que ahora se encuentran en países como Gabón, Camerún, Nigeria y Benín. También en Sudán del Sur hay una importante minoría, la élite intelectual y profesional, formada en Cuba, que habla español. Otros lugares donde el español tiene presencia son Angola, principalmente en la ciudad de Luena, y Walvis Bay, ciudad de Namibia, por la presencia del ejército cubano.

A petición de Guinea Ecuatorial, el español es idioma de trabajo de la Unión Africana y a través de una enmienda del artículo 11[147]​ del Acta Constitutiva de la Unión Africana, se ha incluido al español entre los idiomas oficiales "de la Unión y de todas sus instituciones".

Entre los países y territorios de Oceanía, el español es lengua oficial de facto en la isla de Pascua, en Polinesia, por ser parte de Chile; el idioma nativo es el rapanui. En las islas Marianas (Guam y las Marianas del Norte) el chamorro es lengua oficial y nativa de las islas, el cual es un idioma austronesio que contiene léxico de origen español.[148]​ Algunas islas de la Mancomunidad de las Islas Marianas del Norte (Saipán, Tinian, Rota) y de los Estados Federados de Micronesia (Yap, Pohnpei) tuvieron hispanohablantes nativos, ya que fueron colonias españolas hasta 1898-1899. No obstante, tanto en Guam como en las Marianas del Norte, una buena parte de sus habitantes tienen apellidos de origen español.

Además, en Australia y Nueva Zelanda, hay comunidades de nativos de español, resultantes de la emigración de países hispanohablantes (principalmente del Cono Sur), que suman 133 000 hablantes.[149]​ En Hawái, el 2,1 % de la población son hablantes nativos de español.[150]​ En el 2010 había 120 842 hispanos, según el censo de Estados Unidos.[cita requerida]

En la Antártida, solo existen dos localidades civiles y ambas están habitadas principalmente por hablantes nativos de español. Una de ellas es la argentina Fortín Sargento Cabral, la cual cuenta con 66 habitantes.[151]​ La otra es la localidad chilena de Villa Las Estrellas, que tiene una población de 150 habitantes en verano y 80 habitantes en invierno. En cada una de ellas existe un centro escolar donde se estudia y se investiga en español. La base antártica Orcadas, una estación científica argentina, es la base más antigua en toda la Antártida aún en funcionamiento y la más antigua con una población permanente (desde 1907).

También cabe destacar el papel que tienen las diferentes bases científicas de la Antártida pertenecientes a países hispanos:

Gibraltar (del R. U.)

Para el año 2000, la previsión era que solo en Estados Unidos el número de hispanohablantes alcanzara los 35 000 000. En ese año el español superó al inglés como el idioma más hablado del mundo occidental.[330]​ En 2001, los hispanoparlantes eran aproximadamente 400 millones de personas.[331]

El Instituto Cervantes, organismo para la difusión del español, informó que entre 1986 y 1990 se registró un aumento del 70 % en la cantidad de estudiantes de español en Estados Unidos y del 80 % en Japón. El idioma español es quizás la tercera lengua extranjera más estudiada en Japón. Actualmente, el portugués es el primer idioma extranjero más estudiado, debido a la gran comunidad japonesa / brasileña, con un total de 400 000 hablantes. Como tal, la lengua portuguesa es actualmente parte del currículo escolar en Japón. Otros países que destacan por su elevado incremento de estudiantes son Brasil,[332][333]Marruecos, Suecia,[334]Noruega,[335]Polonia,[336][337][338]Costa de Marfil, Senegal, Camerún[339]​ y Gabón.[340][341][342]

No obstante, en las últimas décadas también se produjeron retrocesos. El caso más notable es el de Filipinas, un país en el que el idioma español pasó de ser oficial a tener un papel restringido desde 1973,[343]​ y a perder definitivamente su carácter oficial en 1986; así, tras un proceso de sustitución en favor del inglés y del tagalo, pasó en muy pocas décadas de decenas de millones de hablantes en el archipiélago filipino [cita requerida] a no más de 20 000 en 1990.[344]​ El número total de hablantes está aumentando muy ligeramente en los últimos años debido a las iniciativas del gobierno filipino para reintroducir el idioma en la enseñanza, pero ya no son hablantes nativos.

Fuentes oficiales académicas calculan que para el año 2030 el español será el segundo idioma más hablado del mundo, detrás del chino mandarín,[345]​ y para el 2045 se prevé que llegue a ser el primero.[346]

Estudiantes de español como lengua extranjera, según el anuario del Instituto Cervantes 2015. Solo se muestran los países donde hay más de 30 000.[347][348]

Los datos de las personas que estudian español solo abarca los centros que son certificados por el Instituto Cervantes; sin embargo, debido a las nuevas tecnologías, la forma de estudio ha cambiado en todos los ámbitos; las aplicaciones en los teléfonos inteligentes es un claro ejemplo de ello.

En la plataforma web Duolingo, el español es el segundo idioma más estudiado en el mundo, con más de 36 millones de estudiantes. Según su informe de 2020, Duolingo reportó que el español había crecido en popularidad, desplazando al francés como el segundo idioma más estudiado en el mundo, creciendo hasta ser el idioma más popular en 34 países y el segundo más popular en 70 países.[349]​ En 2016, el español era el idioma más estudiado en 32 países y el segundo más estudiado en 57 países.[350][351]

Nota: Total de usuarios por cada idioma, datos actualizados a marzo de 2021.[352]

En el año 2020, de un total de 19 idiomas disponibles en Duolingo, el inglés lo estudiaban el 53 % de los usuarios, especialmente en regiones como América Latina, Medio Oriente y el Sudeste Asiático. El español con el 17 % de los usuarios se destaca en países como Estados Unidos, Reino Unido y Noruega, y a nivel regional, en América Anglosajona. Desde la versión en inglés, el español tiene 27 millones de usuarios; eso equivale al 80 % del total que estudian español.[353]​ Le sigue desde la versión en portugués con cerca de 3 millones de usuarios.[354]

Las variedades geográficas del español, llamadas dialectos o geolectos, difieren entre sí por multitud de razones. Entre las de tipo fonético destacan la distinción o no de los fonemas correspondientes a las grafías c/z y s (ausencia o presencia de ceceo/seseo), la distinción o no de los fonemas correspondientes a las grafías ll e y (ausencia o presencia de yeísmo), la aspiración o no de la s o z ante una consonante, y la adopción o no de nuevas consonantes (tales como /ʃ/). Estas diferencias no suelen ocasionar problemas de inteligibilidad entre sus hablantes. Las diversas variantes también difieren en usos gramaticales, como el voseo o el empleo o no del pronombre informal de segunda persona del plural («vosotros»). En aspectos de vocabulario, se dan notables diferencias especialmente en determinados ámbitos semánticos, como la nomenclatura de las frutas y verduras, vestimentas, artículos de uso cotidiano, así como en las expresiones coloquiales o insultantes.

Como en cualquier lengua, especialmente cuando se distribuye por un dominio geográfico extenso, el español presenta diversas variedades internas que permiten distinguir a sus hablantes según su pronunciación, sus construcciones gramaticales y su vocabulario. En términos generales, el español presenta convencionalmente dos tipos de modalidades presentes tanto en España como en América: las modalidades conservadoras, como el español del norte de España, el del interior de Colombia y México o el de los Andes, y las modalidades innovadoras, como el español de Andalucía y Canarias, el del Caribe o el del Río de la Plata. Una característica típica del español peninsular es la división del grupo consonántico tl que, en palabras tales como atlas o atletismo se pronuncia ['at.las] y [at.le.'tis.mo], mientras que en América la pronunciación corriente es ['a.tlas] y [a.tle.'tis.mo].

Independientemente de estos rasgos, es posible distinguir grandes grupos de variedades dialectales del español. Por ejemplo, para Menéndez y Otero (2007) serían ocho: las variedades castellana, andaluza y canaria en España, y las variedades caribeña, mexicano-centroamericana, andina, chilena y rioplatense[355]​ en América.

Las diferencias entre los dialectos casi siempre se limitan únicamente a la entonación, pronunciación y palabras o expresiones aisladas. Una de las diferencias de los dialectos de España y los de Hispanoamérica son los pronombres. En España, el único pronombre informal de segunda persona empleado es «», pero en algunas zonas de Hispanoamérica como Argentina, Uruguay o Paraguay se utiliza el «vos». «Tú» y «vos» son informales y se utilizan con amigos. «Usted» es una fórmula de respeto que se utiliza con desconocidos o personas mayores. Sin embargo, en ciertas regiones de Colombia el ustedeo se puede dar en ámbitos de cierta informalidad comparable al uso del tuteo o del voseo en los países mencionados.

«Vos» se utiliza como segunda persona del singular en muchos lugares de Hispanoamérica (véase #Voseo).

Los dialectos del español también varían en lo que respecta a la segunda persona del plural. Los dialectos de América solo tienen una forma para la segunda persona del plural: ustedes, que sirve para las situaciones formales y las informales. Sin embargo en el español europeo existen dos: ustedes para situaciones formales y vosotros para situaciones informales.[356]

Las siguientes son lenguas que pueden ser consideradas derivadas del español e idiomas criollos con influencia del español:

 Español moderno

 Chabacano

 Palenquero

 Papiamento

 Judeoespañol


En el mundo existen varias lenguas mixtas y pidgins que toman gran parte de su léxico del español:

El español es una lengua indoeuropea de la subfamilia romance, concretamente una lengua del grupo iberorromance, por lo que las lenguas más cercanas a él son el asturleonés, el gallego-portugués y el aragonés. Tipológicamente es una lengua flexiva fusionante, de núcleo inicial y marcaje de complemento y el orden básico es SVO (oraciones enunciativas sin topicalización).[361]

El español moderno tiene una fonología notoriamente diferente de la del latín. En español estándar moderno se ha perdido la oposición de cantidad en vocales y consonantes y el acento no está prosódicamente determinado sino que es fonológicamente distintivo. En español moderno los sonidos sordos (sin vibración de las cuerdas vocales) son siempre obstruyentes (fricativas, africadas u oclusivas), mientras que los sonidos sonoros son frecuentemente continuos (aproximantes, sonorantes o vocales). Los únicos sonidos obstruyentes que son sonoros sin que se deba a asimilación son las oclusivas /b, d, g/ (en posición inicial absoluta o tras nasal). El español medieval poseía africadas y fricativas sonoras (aún presentes en otras lenguas romances e incluso en judeoespañol pero ensordecidas sistemáticamente en español estándar moderno).

En el paso del latín al español se aprecian algunos cambios distintivos como por ejemplo la presencia de lenición (latín vita – español vida, latín lupus – español lobo), la diptongación en los casos fonéticamente breves de la E y la O (latín terra – español – tierra, latín novum – español nuevo), y la palatalización (latín annum – español año). Algunas de estas características están también presentes en otras lenguas romances.

El fonema más frecuente en español es /e/, por lo que también la letra «e» es la letra más repetida en un texto largo en español. El fonema consonántico más frecuente en todas las variedades es /s/, aunque como letra consonante la «r» es un poco más frecuente que «s» (esto se debe a que el fonema /r/ cuando no va a principio o final de palabra se escribe doble, con lo cual la frecuencia de esa letra supera a la del fonema. La frecuencia de «r» se ve todavía más incrementada porque cuando se encuentra en el interior de una palabra representa al fonema /ɾ/, vibrante simple).

El acento es de intensidad y estadísticamente dominan las palabras llanas, o acentuadas en la penúltima sílaba, después las agudas y por último las esdrújulas. Gracias a la Real Academia Española, fundada en 1713, la ortografía del español se ha ido simplificando buscando el patrón fonético, aunque esta tendencia se paralizó a mediados del siglo XIX, pese a las propuestas en ese sentido del gramático Andrés Bello.

En todas las variantes del español hay cinco vocales fonológicas: /a e i o u/. La /e/ y /o/ son vocales medias, ni cerradas ni abiertas, pero pueden tender a cerrarse y abrirse [e], [ɛ], [o] y [ɔ] dependiendo de su posición y de las consonantes por las que se hallen trabadas. Sin embargo, estos sonidos no suponen en la mayor parte de variedades un rasgo distintivo, a diferencia de lo que pasa en catalán, en gallego, en portugués, en francés, en occitano y en italiano; en español estos sonidos son por tanto alófonos. No obstante, en las variedades del sureste de la península ibérica (andaluz oriental y murciano) el rasgo de abertura es fonológico, y por tanto esos geolectos poseen hasta 10 vocales en oposición (singular [el 'pero] / plural [lɔ perɔ]).

Según Navarro Tomás, los fonemas vocálicos /a/, /e/ y /o/ presentan diferentes alófonos.[362]

Las vocales /e/ y /o/ presentan unos alófonos algo abiertos, muy aproximados a [ɛ] y [ɔ], en las siguientes posiciones:

El fonema /a/ presenta tres variedades alofónicas:

Tanto /i/ como /u/ pueden funcionar también como semivocales ([i^] y [u^]) en posición postnuclear de sílaba y como semiconsonantes ([j̞] y [w̞]) en posición prenuclear. En el español existe una pronunciada tendencia antihiática que con frecuencia convierte en diptongos los hiatos en una pronunciación relajada, como héroe ['e.ɾo.e]-['e.ɾwe], o línea ['li.ne.a]-['li.nja].

Además en español todas las vocales pueden nasalizarse al encontrarse trabadas por una consonante nasal dando como resultado [ã], [ẽ], [ĩ], [õ] y [ũ]. Este rasgo es más destacado en unas variedades lingüísticas que en otras.[cita requerida]

En diversos dialectos del español del sureste de España, como el andaluz oriental y el murciano, entre otros, se distinguen entre 8 y 10 vocales,[363][364]​ e incluso 15 si se cuentan las vocales nasales, las cuales están muy presentes en estos dialectos; este fenómeno va a veces acompañado de armonía vocálica. Cualquier vocal al hallarse trabada por una “s” (muda), o por las demás consonantes (mudas), dan como resultado las siguientes vocales /ɑ/, /ɛ/, /ɪ/, /ɔ/ y /ʊ/; formándose así los siguientes pares vocálicos: /a/-/ɑ/, /e/-/ɛ/, /i/-/ɪ/, /o/-/ɔ/ y /u/-/ʊ/. Estos pares vocálicos son distintivos en estos dialectos, como hasta y asta /ɑt̪a/ - ata (verbo atar) /at̪a/, mes /mɛ/ - me /me/, los /lɔ/ - lo /lo/.[cita requerida]

A diferencia de lo anterior, el español de México pronuncia las vocales átonas de una forma débil o sorda, principalmente en contacto con el sonido /s/.[365]​ Dándose el caso que las palabras pesos, pesas y peces tengan la misma pronunciación ['pesə̥s].[cita requerida]

Todas las variedades de español distinguen un mínimo de 22 fonemas, cinco de los cuales corresponden a vocales (/a e i o u/) y 17 a consonantes (/b s k d f g x l m n ɲ p r ɾ t ʧ ʝ/). Algunas variedades pueden poseer un mayor número de fonemas; por ejemplo, en la península ibérica la mayoría de dialectos tienen la presencia adicional de /θ/ y en algunos hablantes de varias zonas de España y América además persiste el fonema /ʎ/ (que estaba presente en español medieval). Sin embargo el número de sonidos o alófonos (que no necesariamente son fonológicamente distintivos) es notoriamente superior en todas las variedades de español, para ver una lista de algunos puede consultarse transcripción fonética del español. Las diferencias fonológicas dialectales, debidas en su mayoría a diferencias en las consonantes, son las siguientes:

El sistema fonológico del español está compuesto por un mínimo de 17 fonemas consonánticos (y algunas variedades de España pueden llegar a presentar hasta 19 fonemas al disponer además de los fonemas /ʎ/ y /θ/). En cuanto a las vocales, la mayoría de variedades solo cuentan con 5 fonemas y varios alófonos. En algunas variedades del andaluz y otros dialectos meridionales del español pueden tener hasta 10 vocales en oposición fonológica, ya que en ellas el rasgo ATR de apertura puede llegar a ser relevante, duplicándose el número de vocales.

Todos estos fonemas son analizables mediante un mínimo de 9 rasgos binarios (para las variedades sin /θ/): [± consonante], [± sonante]; [± dorsal], [± labial], [± coronal], [± palatal], [± velar]; [± continuante], [± nasal], [± lateral]. Aunque normalmente con el fin de hacer más natural la descripción se usan algunos más, incluidas algunas descripciones articulatorias más explícitas:

La tabla de consonantes en términos de estos rasgos viene dada por:

Donde se han indicado mediante paréntesis (•) los fonemas que no están presentes en todas las variedades de español.

En un estudio realizado por la Universidad de Lyon se compararon los idiomas: alemán, español, francés, inglés, italiano, japonés, mandarín y vietnamita. Se llegó a la conclusión de que solo el japonés es capaz de superar al español tanto en rapidez como en baja densidad de información por sílaba pronunciada. Las cifras para el idioma español fueron: 7,82 sílabas por segundo, frente a la media de 6,1 sílabas en inglés en esa misma fracción de tiempo, confirmando que la rapidez del idioma se debe a la adaptación a su estructura.[375]

El alfabeto usado por el idioma español es el alfabeto latino, del que se emplean 27 letras: a, b, c, d, e, f, g, h, i, j, k, l, m, n, ñ, o, p, q, r, s, t, u, v, w, x, y, z.

En español moderno la «h» no se corresponde con ningún fonema (aunque en castellano antiguo y algunos dialectos regionales modernos sigue representando el fonema /h/). Todas las variantes de español cuentan con al menos 22 fonemas (17 consonánticos y cinco vocálicos), teniendo algunas variantes hasta 24 fonemas (dos fonemas que aparecen en español ibérico central y septentrional y no aparecen en todas las variantes son /θ/ y /ʎ/). Además, no hay correspondencia exacta entre el resto de letras y fonemas (por ejemplo, «c» = /k/ ante /a, o, u/ y /θ/ ante /e, i/ en España). Asimismo, se emplean también cinco dígrafos para representar otros tantos fonemas: «ch», «ll», «rr», «gu» y «qu», considerados estos dos últimos como variantes posicionales para los fonemas /g/ y /k/.[376]

Los dígrafos ch y ll fueron considerados como letras independientes del alfabeto español desde 1754 hasta 2010, por lo que ambos signos gráficos estuvieron listados aparte en los diccionarios de 1803 a 1994, debido a que mantienen una pronunciación propia que es distinta a la de las letras individuales que los componen (c y l). Asimismo la mayoría de hablantes de español hablan variedades que presentan yeísmo, bajo el cual la pronunciación de la ll es idéntica a la de la y cuando esta última se pronuncia como consonante, aunque su sonido sea tradicionalmente considerado un fonema lateral palatal.

La letra «r» puede representar el fonema /ɾ/ (final o inicio de sílaba media) o /r/ (inicial de palabra, o tras /-s/) tal como muestran los siguientes ejemplos:

En cambio el dígrafo «rr» siempre representa el fonema /r/.

El español es una lengua flexiva de tipo fusional, es decir, en las oraciones se usa preferentemente la flexión para indicar las relaciones entre sus elementos. Sin embargo, a pesar de su carácter de lengua flexiva, también recurre al uso de preposiciones, palabras abstractas que sirven de nexo y son invariables. Por la forma en que se marcan los argumentos de los verbos transitivos e intransitivos, se agrupa dentro de las lenguas nominativo-acusativas.

En el nombre y el adjetivo las categorías de número y género son obligatorias, cosa que se manifiesta tanto en las terminaciones como la forma del artículo que requiere un nombre o adjetivo cuando va precedido de artículo. Los pronombres personales distinguen las categorías de número y caso y en la tercera persona además género. El verbo distingue sistemática entre formas de singular y plural, además tiene formas según tiempo, modo, aspecto y voz.

Las palabras del español se forman mediante lexemas o raíces a los que se agregan morfemas gramaticales o gramemas (como el género masculino o femenino y el número singular o plural para los sustantivos y adjetivos, y el modo, tiempo, voz, aspecto y persona y número para el verbo), más todo tipo de afijos que sirven para formar palabras derivadas o bien para marcar la afectividad, como ocurre con la especialmente abundante y característica derivación en sufijos diminutivos, muchos de ellos de uso más bien local. La sufijación se emplea tanto para la flexión como para la derivación, mientras que la prefijación siempre es derivativa, nunca flexiva. La flexión también puede realizarse suprasegmentalmente mediante la posición del acento:

La sintaxis es el ámbito de las oraciones y sus constituyentes sintácticos, y se ocupa de estudiar la manera en que los elementos discretos del lenguaje se combinan entre sí, así como las restricciones de orden sintáctico, coocurrencia y concordancia, existentes entre ellos. El orden básico más común con verbos (que no sean inergativos) y con sujeto y objeto definidos es SVO, aunque pragmáticamente el orden de estos elementos es bastante libre. Las restricciones de orden afectan casi exclusivamente a los clíticos y los elementos de polaridad negativa, y a elementos relacionados con categorías funcionales.

Las oraciones compuestas del español incluyen restricciones complejas de la consecutio temporum y restricciones por la distinción entre un modo indicativo y un modo subjuntivo. Frecuentemente las reglas de elección del modo de la oración subordinada no resultan sencillas. De hecho este es uno de los aspectos más difíciles para los estudiantes de español como segunda lengua.

Además el español, como la mayoría de lenguas indoeuropeas y a diferencia de lenguas como el chino o el japonés, usa extensivamente diversos tipos de concordancia de número, género y polaridad. Estas relaciones de concordancia con frecuencia se dan entre diferentes sintagmas. Tipológicamente el español es una lengua de núcleo inicial y pocas restricciones de orden en cuanto a los argumentos verbales y adjuntos sintácticos. Además el español es una lengua que usa preferentemente el marcaje de complemento.

En algunas variantes del español americano se emplea la forma vos para el pronombre de segunda persona singular en lugar del estándar; normalmente esta variación está acompañada de una conjugación particular.

En el español de la península el vos fue, en un principio, tratamiento solo propio de nobles o como forma de respeto similar al actual usted (vuestra merced). La irrupción de la forma vuestra merced, progresivamente contraída a usted, reestructuró el uso de los pronombres en España, de forma que vos comenzó a usarse como fórmula de trato entre iguales y entraba en competencia con . Con el paso del tiempo el uso culto de España rechazó vos dejando usted como forma de respeto y para el uso familiar o entre iguales. La colonización de América a finales del siglo XVI se produjo cuando vos todavía se usaba para el trato entre iguales y con este valor se implantó en varias zonas como forma popular de tratamiento para la segunda persona del singular, pero perdió sus connotaciones de prestigio. En España no sobrevive actualmente, aunque sí la forma de segunda persona de plural vosotros, que también tiene su origen en el vos latino. Los núcleos urbanos cultos de América que quedaron más expuestos a la influencia del español europeo siguieron la reestructuración de los pronombres de la península y rechazan el vos en favor del tuteo (casi todo México, las Antillas y Perú), mientras que en el resto el voseo ha sobrevivido, con distinta consideración, hasta la actualidad.

El voseo se presenta marcadamente en Argentina, Bolivia (oriente), Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Paraguay y Uruguay. Aparece, de maneras ligeramente distintas en Venezuela (noroeste), Colombia (occidente), y Chile. Menos frecuentemente y limitado a un ámbito familiar, el “vos” se puede encontrar en México (centro y altos de Chiapas), Colombia (costa pacífica), Ecuador (sierra), Chile (norte y sur) y en zonas más reducidas del interior de México (Tabasco), Panamá (Península de Azuero), Ecuador (sur), Belice (sur) y Perú (norte y sur). En Cuba, Puerto Rico y República Dominicana su uso está extinto.

Solo en el ámbito rioplatense, antioqueño, camba y centroamericano se emplea regularmente como forma prestigiosa; en otras regiones existe cierta diglosia entre ambas conjugaciones.

En Argentina, Paraguay y Uruguay el «vos» ha incluso desplazado casi por completo al «tú» de las fuentes escritas. No obstante hay escritores rioplatenses que aún mantienen la forma clásica «tú» para sus obras de ficción, como el poeta uruguayo Mario Benedetti.

En Guatemala el tuteo es usado más frecuentemente entre personas de diferente sexo, cuando un hombre le habla a una mujer que no conoce por lo general el trato es de «tú», cuando hay más confianza se vosea.

En El Salvador el tuteo es común, se usa como cortesía o respeto en ciertos registros, por ejemplo, cuando se habla con extranjeros, cuando se habla en público, publicidad, correspondencia, etc. Si la situación es espontánea, se suelen utilizar ambos. Es normal entre iguales, y mayoritariamente entre la clase baja, no así el voseo el cual es normal entre la clase media y alta.

En Nicaragua el uso del «tú» está extinto, toda la población utiliza el «vos» para las situaciones informales y «usted» para las formales. Si alguien tutea, se considera una persona extranjera, o quien imita otra cultura, el uso del «tú» o su conjugación en algunas frases u oraciones es a raíz de muchas telenovelas hispanoamericanas donde el tuteo es común.

En Costa Rica, vos es muy común como pronombre informal, mientras que «usted» es el pronombre formal. Existen hablantes que usan exclusivamente el «usted», sin importar si su uso es formal o informal. Existen también hablantes que usan el tuteo, pero este uso es rechazado por los hablantes voseantes.

En Venezuela el voseo es común en el Estado Zulia y en la parte centro-occidental del Estado Falcón.

El léxico del español está constituido por alrededor de un 70 % de palabras derivadas del latín, un 10 % derivadas del griego, un 8 % del árabe, un 3 % del gótico, y un 9 % de vocablos derivados de distintos idiomas.

De las lenguas prerromanas de la península (íbero, euskera, celta o tartesio) existen bastantes topónimos, algunas palabras (barro, perro, cama, gordo, nava) y algún antropónimo aislado, como Indalecio. El asentamiento de pueblos germánicos como los visigodos, los vándalos o los suevos insertó bastantes nombres de pila (Enrique, Gonzalo, Rodrigo) y sus respectivos apellidos (Enríquez, González, Rodríguez), el sufijo -engo en palabras como «realengo» y vocabulario referente a la guerra como «yelmo» y «espía».

Además, la ya mencionada época musulmana dio paso a la adopción de numerosos arabismos. En morfología, cabe apuntar que viene del árabe el sufijo de gentilismos tales como «ceutí» o «israelí».

En el siglo XVI se introdujeron numerosos italianismos referentes a las artes, pero también gran número de palabras indígenas o americanismos, referentes a plantas, costumbres o fenómenos naturales propios de esas tierras, como batata, papa, yuca, cacique, hamaca, huracán, cacao, chocolate; procedentes del náhuatl, las lenguas mayenses, las lenguas arahuacas (primordialmente el taíno) y el quechua. En el siglo XVII entraron numerosos cultismos por influjo de la lengua gongorina o culterana. En el siglo XVIII, galicismos o palabras tomadas del francés referentes sobre todo a la moda, la cocina y la burocracia como puré, tisú, menú, peluquín, maniquí, restorán/restaurante, buró, carné, gala y bricolaje, entre otras. En el siglo XIX, se incorporaron nuevos préstamos, sobre todo del inglés y el alemán, aunque también del italiano en ámbitos referentes a la música, en particular la ópera (batuta, soprano, piano, radio), y la cocina. En el siglo XX se acentuó muchísimo la presión del inglés en los campos de la tecnología, la informática, la ciencia y el deporte: set, penalti, fútbol, e-mail, Internet, software. Todos estos son conocidos como préstamos lingüísticos.

Sin embargo, la Real Academia Española ha hecho, durante estos últimos años, grandes esfuerzos para evitar el uso de estos vocablos proponiendo alternativas más acordes con la ortografía tradicional del español (entre otros muchos ejemplos: zum en lugar de zoom, correo electrónico en lugar de e-mail, fútbol en lugar de football…). Aunque la mayoría de estas iniciativas han ido calando en la sociedad, ciertas propuestas no han tenido demasiada acogida, a pesar de ser recomendadas por la RAE.

Por lo general, América es más susceptible a los préstamos del inglés o anglicismos (“mouse”, en España: “ratón”), debido en buena medida al contacto más cercano con Estados Unidos. Por su lado, España lo es a los galicismos o palabras tomadas de la vecina Francia (como el galicismo “ordenador” en el español de la península ibérica, en contraste con el anglicismo “computadora” o “computador” en el español americano).

Respecto a las lenguas eslavas, la mayoría de los préstamos proviene del idioma ruso.[378]​ No obstante, también hay palabras en español que provienen del checo y del eslovaco. La mayoría de los préstamos del checo se asimilaron al español a partir de otras lenguas, como el francés y el inglés, con origen checo, como pistola o robot. No obstante, la mayor parte de las palabras provenientes del checo son sustantivos epónimos.[379]

El español se escribe mediante una variante del alfabeto latino con la letra adicional «ñ» (eñe) y los dígrafos «gu», «qu», «rr», «ch» y «ll», considerados estos dos últimos como letras del abecedario desde 1754 hasta 2010, y que estuvieron listados aparte de la «c» y de la «l» entre 1803 (cuarta edición del DRAE) y 1994, debido a que representan un solo sonido, distinto de las letras que lo componen.

Así, el alfabeto español está formado por veintisiete letras: «a», «b», «c», «d», «e», «f», «g», «h», «i», «j», «k», «l», «m», «n», «ñ», «o», «p», «q», «r», «s», «t», «u», «v», «w», «x», «y» y «z».

Los dígrafos «ch» y «ll» tienen valores fonéticos específicos, por lo que en la Ortografía de la lengua española de 1754[380]​ comenzó a considerárseles como letras del alfabeto español y a partir de la publicación de la cuarta edición del Diccionario de la lengua española en 1803[381][382]​ se ordenaron separadamente de «c» y «l»,[383]​ y fue durante el X Congreso de la Asociación de Academias de la Lengua Española celebrado en Madrid en 1994, y por recomendación de varios organismos, que se acordó reordenar los dígrafos «ch» y «ll» en el lugar que el alfabeto latino universal les asigna, aunque todavía seguían formando parte del abecedario.[384]​ Con la publicación de la Ortografía de la lengua española de 2010, ambas dejaron de considerarse letras del abecedario.[385]

[386]​ Además, a diferencia de otros idiomas en el resto del mundo, el español es el único idioma que emplea signos gráficos de interrogación y exclamación de apertura que no poseen otras lenguas («¿» y «¡»), los cuales se ponen al inicio de la pregunta o exclamación, y al final de la pregunta o exclamación sus respectivas contrapartes de cierre («?» y «!»). De esta manera se puede diferenciar al español de otros idiomas en referencia a la creación de preguntas y exclamaciones (nótese que estos signos de apertura fueron introducidos en la segunda edición de la Ortografía de la Real Academia de la Lengua). Estos signos especiales facilitan la lectura de preguntas y exclamaciones largas que oralmente solo se expresan por variaciones de entonación. En otros idiomas «¿» y «¡» no son necesarios debido a que su sintaxis oral no causa ambigüedad al ser leída, ya que existen inversión de sujeto, auxiliares especiales, locuciones ―por ejemplo: Is he coming tomorrow?, Vient-il demain?, Kommt er morgen?, ¿Viene mañana?―.

Las vocales constituyen siempre el centro o núcleo de la sílaba, aunque la «i» y la «u» pueden funcionar como semiconsonantes antes de otro núcleo vocálico y como semivocales después. Un núcleo vocálico de sílaba puede sonar más fuerte y alto que los restantes núcleos silábicos de la palabra si lleva el llamado acento de intensidad, que se escribe según unas normas ortográficas con el signo denominado acento ortográfico o tilde para marcar el golpe de voz cuando este no sigue el patrón habitual, o para distinguir palabras que se escriben igual (véase acento diacrítico).

Además, la letra «u» puede llevar diéresis («ü») para indicar que es pronunciada en los grupos «güe» y «güi». En la poesía, las vocales «i» y «u» pueden llevar también diéresis para romper un diptongo y ajustar convenientemente la métrica de un verso determinado (por ejemplo, «ruido» tiene dos sílabas, pero «ruïdo» tiene tres). El español es una lengua que posee una marcada tendencia antihiática, por lo cual suelen reducirse en el habla relajada los hiatos a diptongos, e incluso reducirse estos a una sola vocal: indoeuropeo > *indouropeo > *induropeo; ahora > *ahura > *ara; héroe > *herue.

a

b

c

d

e

f

g

h

i

j

k

l

m

n

ñ

o

p

q

r

s

t

u

v

w

x

y

z

á

é

í

ó

ú

ü

Un estudio de una fundación privada sugiere que el valor económico del idioma español en España está cifrado en un 15,6 % del PIB del país. En la actualidad, tres millones y medio de personas poseen empleos directamente relacionados con el español, un millón más que la pasada década. Además, compartir la lengua española, explica que los intercambios comerciales de España con Iberoamérica, particularmente, se multiplican por 2,5 veces.[387]​ Compartir el español aumenta un 290 % el comercio bilateral entre los países hispanohablantes.

También son factores de valor económico; la propia enseñanza de la lengua, la industria cultural, la edición de publicaciones, la gastronomía, la ciencia, la arquitectura, el deporte y el turismo.

Según el Instituto Cervantes, el número de turistas idiomáticos que llegan a España ha crecido, desde el 2000 hasta el 2007, un 137,6 %. Y el sector turístico español cifra en 462,5 millones de euros los ingresos del turismo idiomático en España en 2007. Los 237 600 estudiantes que llegaron a España en ese año destinaron 176,5 millones a los cursos de español, de los que el 86 % fue a parar a centros privados de idiomas y el porcentaje restante a las universidades.[388]

La Real Academia Española (RAE) y el resto de Academias de la Lengua Española forman conjuntamente la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE), que declara tener como fin impulsar la unidad, integridad y desarrollo del idioma español.[390]​ Como entidades regulatorias trabajan para difunfir las reglas del uso prescriptivo del idioma y recomendar su aplicación en la lengua hablada y escrita. Estas normas se han visto plasmadas en varias obras de gramática, ortografía y lexicografía, en particular la Ortografía de la lengua española (1999), el Diccionario panhispánico de dudas (2005), la Nueva gramática de la lengua española (2009) y el Diccionario de la lengua española, con 23 ediciones publicadas entre 1780 y 2014 (habiendo sido la última revisada en 20179 y actualizada en 201810 con la designación versión electrónica 23.2).

La ASALE abarca en la actualidad 24 academias,[391]​ todas en países donde el español es idioma oficial o vehicular de facto, más Estados Unidos e Israel. El caso de Israel es atípico al no tratarse de un país de habla hispana mayoritaria, sino donde se encuentran las instituciones que preservan, investigan y fomentan el uso del judeoespañol, por lo que no están sujetas a la aplicación de las normas actuales del idioma español. A tal fin se constituyó en 2018 la Academia Nacional del Judeoespañol, siendo la última en integrarse en la ASALE (en 2020).[392]

A día de hoy, no existen Academias de la Lengua Española en otros territorios que tienen una intensa vinculación histórica, y sobre todo lingüística, con España (como Andorra, el Sahara Occidental o Belice), por lo que la Real Academia Española mantiene la tradición de nombrar académicos correspondientes a reconocidas personalidades en el ámbito de la lengua española en dichos territorios.

* Fecha de reconocimiento e integración en la ASALE



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