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Museo de Bellas Artes de Bilbao



El Museo de Bellas Artes de Bilbao (en euskera, Bilboko Arte Ederren Museoa) está situado en la ciudad de Bilbao, en el norte de España, y es actualmente uno de los principales museos del país.[3]​ Está caracterizado por su amplitud cronológica, cubriendo desde el siglo XIII hasta nuestros días, y por la gran diversidad de manifestaciones artísticas que contiene.

Durante sus más de 100 años de historia, la colaboración entre la sociedad civil, los artistas locales y las instituciones públicas ha determinado su configuración y crecimiento y ha permitido al museo reunir una extensa colección, considerada como una de las más importantes y variadas de toda España. Su formación resulta singular por la importancia de los legados y donaciones recibidas de patronos y benefactores, así como por el esfuerzo continuo por parte del propio museo para ampliarla a través de importantes adquisiciones. Desde su creación, el interés por establecer un compendio artístico representativo ha permitido afinar un criterio de selección cuyo resultado final es la posibilidad de presentar al público una dilatada panorámica por la historia del arte.

Más de 10 000 objetos conforman la colección del museo distribuidos en cinco grandes secciones: Arte antiguo, Arte moderno y contemporáneo, Arte vasco, Obra sobre papel y Artes aplicadas.

La columna vertebral de la colección es la escuela española a cuyos ejemplos antiguos y modernos se suman las manifestaciones de arte vasco en la edad contemporánea. La amplia representación de otras escuelas como la flamenca y la holandesa entre los siglos XV y XVII, obras singulares de la escuela italiana, así como algunos ejemplos de vanguardia impresionista y postimpresionista ofrecen el necesario contexto internacional al arte español y vasco.

En su faceta como entidad cultural de carácter público, su misión principal es reunir, conservar, estudiar y exhibir la colección propia, procurar su enriquecimiento, mantener servicios y promover actividades de calidad con el fin de contribuir decisivamente a la educación de la sociedad y a la proyección de los valores culturales de la Comunidad Autónoma Vasca.

El Museo de Bellas Artes de Bilbao se creó en 1908 y abrió sus puertas en 1914, orientado por la voluntad de modernización de individuos e instituciones públicas locales sensibles al momento cultural que vivía la ciudad, imbuida de pleno en el desarrollo de su tejido económico y urbano. Sus objetivos principales eran dotarla de un espacio que por aquellas fechas se consideraba imprescindible en cualquier sociedad moderna y proporcionar modelos históricos ejemplares a la comunidad artística local que ayudasen a completar su formación. A estos efectos, el impulso más importante para la materialización del proyecto fue la aportación vía legado de un extenso fondo artístico de gran valor por parte del empresario y filántropo Laureano de Jado. A Jado le siguieron pronto otras importantes donaciones de Antonio Plasencia, de las corporaciones propietarias, de la Casa de Juntas de Guernica o del consulado de Bilbao. El pintor bilbaíno Manuel Losada también fue uno de los promotores principales del museo, además de convertirse en el director de su primera sede en la Escuela de Artes y Oficios de Bilbao, sita en el edificio del antiguo Hospital Civil de Achuri.

A través de los contactos de jóvenes artistas con otros centros artísticos, y gracias fundamentalmente a la cada vez más habitual programación regular de exposiciones de arte actual, organizadas en muchas ocasiones por la recién creada Asociación de Artistas Vascos, se había ido tramando en el entorno social y cultural de la ciudad una creciente inquietud por el denominado "arte moderno", generando el ambiente propicio para que las mismas corporaciones fundadoras del Museo de Bellas Artes se propusieran la creación de otro centro dedicado en exclusiva al arte contemporáneo. De esta forma, el 25 de octubre de 1924 abría sus puertas el Museo de Arte Moderno en los mismos locales, propiedad de la Diputación, donde ya se encontraba instalado el Conservatorio de Música. El nuevo museo nacía con un espíritu claramente innovador para su tiempo y, de hecho, marcaba una gran diferencia en cuanto a la actualización de los criterios y al riesgo asumido en relación a las iniciativas museísticas del resto del Estado.

La Exposición Internacional de 1919, organizada en el edificio de las Escuelas de Berastegui, fue, sin duda, uno de los detonantes del nacimiento de esta iniciativa. No solo por la importante nómina de artistas nacionales e internacionales que participaron en ella, sino por el compromiso de los organizadores con el arte más contemporáneo, demostrado con la adquisición por parte de la Diputación de un conjunto significativo de las piezas presentadas, obra de Cassatt, Gauguin, Sidaner, Cottet, Sérusier, y de los españoles Anglada Camarasa, Nonell o Canals entre otros, y que acabaría ingresando en los fondos del museo. Siguiendo con la tradición de los directores-artistas, sería nombrado director el pintor vasco Aurelio Arteta, quien permanecerá al frente del mismo hasta el estallido de la Guerra Civil en 1936.

La guerra afectó de forma desigual a los dos museos. Mientras la colección del Museo de Bellas Artes se trasladó al Depósito Franco de Uribitarte, en Bilbao, las obras del Museo de Arte Moderno fueron expatriadas. La recuperación de las obras fue una determinación urgente del nuevo poder establecido que, una vez logrado ese objetivo y con los locales que las albergaban hasta entonces inhabilitados, se vio en la necesidad de estudiar un nuevo emplazamiento. El mismo año 1939 en el que concluyó la guerra, la Diputación y el Ayuntamiento llegaron al acuerdo de sufragar conjuntamente la construcción del nuevo edificio en el por entonces llamado parque de las Tres Naciones (actual parque de Doña Casilda), situado en el ensanche de la ciudad.

El edificio, diseñado por el joven arquitecto Fernando Urrutia y por Gonzalo Cárdenas, e inspirado probablemente por los grandes museos históricos, especialmente el Museo del Prado diseñado por Juan de Villanueva,[4]​ adquirió formas neoclásicas, combinando la piedra y el ladrillo rojo. Las obras finalizaron en 1945 y en 1962 fue declarado Monumento Nacional.

Quedaría al cargo de este nuevo espacio, denominado Museo de Bellas Artes y de Arte Moderno de Bilbao el que fuera desde su fundación director del Museo de Bellas Artes, Manuel Losada, cargo que ostentó hasta su muerte en 1949. Aunque durante un tiempo los dos museos conservaron su particular denominación, el alojamiento en un mismo espacio provocaría a la larga la fusión de las dos instituciones en una sola.

A Manuel Losada le sucedió como director Crisanto de Lasterra, quien continuó con la política seguida por sus antecesores hasta su muerte en 1973. Bajo su dirección, las corporaciones decidieron la ampliación del museo añadiendo una nueva ala al edificio neoclásico. Proyectada por los arquitectos Álvaro Líbano y Ricardo de Beascoa Jauregui, se trata de una construcción más audaz, de línea minimalista y materiales modernos como el metal y el vidrio, influida por la arquitectura de Mies van der Rohe[5]​ y que respondía tanto a la necesidad de espacio de las colecciones existentes como a las características expositivas que exigían las nuevas tendencias del arte. Esta nueva arquitectura se inauguraría en 1970, alojando desde entonces la sección de arte contemporáneo.

Tras la muerte de Basterra, desempeñarán el cargo Javier de Bengochea y Jorge de Barandiarán, que acometerán diversas obras de ampliación y de mejora, como la habilitación de nuevos espacios e instalaciones (sala de exposiciones, salón de actos, gabinete de obra gráfica) y la dotación de nuevos servicios (Departamentos de Restauración, Catalogación, Documentación y Educación, así como biblioteca, cinemateca, librería y cafetería).

A finales de los años noventa las instituciones propietarias, el Ayuntamiento de Bilbao, la Diputación Foral de Vizcaya y el Gobierno Vasco, conscientes del creciente protagonismo de los equipamientos culturales en la ciudad, promovieron el "Plan de Reforma y Ampliación" del Museo. En 1996, y bajo la dirección de Miguel Zugaza, se convocó el concurso para la adjudicación de dicho plan, siendo elegido el proyecto concebido por Luis Mª Uriarte, que perseguía la mejora de las instalaciones y servicios mediante la construcción de un nexo de unión y una galería de comunicación entre el edificio original y su ampliación, respetando las arquitecturas existentes. Además, liberaba espacios para ampliar los servicios al visitante y los espacios expositivos. Modificaba también los accesos al museo, situándolos en la reformada Plaza del Monumento a Arriaga y en la nueva Plaza Chillida, y proponía un plan de accesibilidad. Las obras concluyeron en noviembre de 2001.

En mayo de 2009, el alcalde de Bilbao Iñaki Azkuna comentó públicamente la oportunidad de emprender otra ampliación y se planteaba la opción de buscar una segunda sede, a la cual se trasladarían los fondos de arte más reciente, que permanecen almacenados en gran parte. El debate sobre la fórmula ideal de ampliación seguiría abierto durante una década; pero al menos, en 2018 se acometió un remozamiento de las salas existentes según un criterio más neutro (suelos de roble, paredes blancas) para hacerlas más versátiles y diáfanas.

El 9 de noviembre de 2018, el Gobierno vasco abrió la puerta a la ampliación del Bellas Artes en 2019 dado que el consejero de Cultura presentó los presupuestos para dicho año que incluían 222.000 euros para inversiones en el museo y una subida del 20% para su funcionamiento.[6][7][8][9][10][11]

El concurso de proyectos para la ampliación fue convocado en febrero de 2019, y el 8 de abril del mismo año el jurado encargado de seleccionar los estudios de arquitectura que optaban a llevar a cabo dicha ampliación eligió a seis estudios finalistas de entre 57 aspirantes:[12][13]

El martes 23 de julio se dio a conocer como ganador al equipo de Norman Foster.[14][15][16][17]​ El 16 de diciembre de 2019, Foster presentó la maqueta actualizada de su proyecto de ampliación denominado Agravitas,[18][19][20][21][22][23]​ en el que se incluía la prolongación tanto del museo como del parque Casilda Iturrizar adyacentes con la plaza Euskadi, conllevando la eliminación de la rotonda circundante, lo cual no estuvo exento de crítica.[24]​ El 12 de marzo de 2020 se indicó que Foster y Balmori pactarían el nuevo diseño de la plaza Euskadi.[25]

El 26 de noviembre el Pleno del Ayuntamiento de Bilbao aprobó definitivamente el Plan Especial para el Proyecto de Ampliación y Reforma del Museo de Bellas Artes,[26]​ estimándose el inicio de las obras en septiembre de 2021 sin necesidad de cerrarlo.[27]​ Al igual que con el Museo Guggenheim, el proyecto no estuvo exento de oposición.[28]

En diciembre de 2000, las instituciones acordaron la creación de la Fundación Museo de Bellas Artes de Bilbao. El órgano de gobierno es el Patronato, en el que se integran representantes de las instituciones junto a otras personas físicas o jurídicas que, por sus aportaciones o por su conocimiento de la actividad museística, favorecen la consecución del fin fundacional. En octubre de 2008, y bajo el lema “100 años de historia, 10 siglos de arte”, el Museo de Bellas Artes de Bilbao celebró su primer centenario.

A día de hoy el museo tiene una superficie total de 13 914 , de los cuales 5089 se distribuyen en las 33 salas dedicadas a la colección permanente, 1142 en las exposiciones temporales y el resto en servicios internos y de atención al visitante.

Miguel Zugaza es, desde 2017 y en la actualidad, director del museo.

El 10 de octubre de 2018 se anunció que el Museo de Bellas Artes de Bilbao se convertía en sede de la Filmoteca Vasca.[29]

La colección del Museo de Bellas Artes de Bilbao reúne un destacado conjunto patrimonial de más de 10 000 piezas: aproximadamente 1500 pinturas, 400 esculturas, más de 6500 obras sobre papel y un millar de piezas de artes aplicadas. Conserva ejemplos relevantes de las principales escuelas europeas desde el siglo XIII hasta nuestros días y otras colecciones excepcionales como la colección Palacio de arte oriental, la colección de cerámica de Manises de los siglos XIV-XVI o la colección Taramona-Basabe de bronces etruscos, itálicos, romanos e ibéricos, cuya cronología se remonta al VI a. C..

Tiene especial interés la pintura de la escuela española, con obras relevantes de El Greco, Morales, Ribera, Murillo, Zurbarán, Paret y Goya, entre otros. También la pintura flamenca y holandesa con Gossart, Benson, Coecke, Mandijn, Vredeman de Vries, De Vos, Jordaens, Van Dyck, Grebber o Ruisdael. Desde 2012 el museo viene sumando importantes ejemplos de antiguos maestros: Lucrecia de Lucas Cranach el Viejo,[30][31]Vista de Bermeo y Triunfo del Amor sobre la Guerra (I) de Luis Paret,[32][33][34]Paisaje con pastor de Ignacio de Iriarte,[35]​ o el más reciente, Desposorios místicos de Santa Catalina de Sofonisba Anguissola.[36]

Posee, además, la más importante colección de artistas vascos y es en ese aspecto la institución de máxima referencia por sus fondos artísticos y documentales, su tradición investigadora y su cercanía a los propios artistas.

Mención aparte merece el fondo de obra sobre papel, con estampas y grabados de Durero, Van Meckenem, Georg Pencz, Goltzius, Lucas Vorsterman I, Rembrandt, Piranesi, Volpato, Goya, William Hogarth, Eugène Delacroix, Fortuny, Carlos de Haes, Cézanne, Picasso, Francisco Iturrino, Gutiérrez Solana, Marcel Duchamp, Lipchitz, Utamaro, Hokusai, Rouault, Hockney, Allen Jones, Immendorff, Francis Bacon, Saura y Arroyo, entre otros.

Un recorrido esencial por las salas del museo incluye obras singulares de Bermejo, Benson, Mandijn, Vredeman de Vries, Cranach el Viejo, De Vos, Moro, Sánchez Coello, El Greco, Pourbus, Gentileschi, Ribera, Zurbarán, Van Dyck, Murillo, Arellano, Meléndez, Bellotto, Mengs, Goya, Paret, Villaamil, Ribot, Doré, Zamacois, Madrazo, Gauguin, Cassatt, Sorolla, Guiard, Iturrino, Ensor, Regoyos, Romero de Torres, Zuloaga, Sunyer, Arteta, Gutiérrez Solana, Vázquez Díaz, Lipchitz, Delaunay, González, Gargallo, Bacon, Palazuelo, Oteiza, Appel, Chillida, Caro, Millares, Tàpies, Saura, Lüpertz, Kitaj, Blake, Arroyo y Barceló, entre otros.

El recorrido comienza con ejemplos del arte románico catalán y esculturas del gótico francés y alemán. Junto a ellos, extraordinarias piezas hispano-flamencas: Pere Nicolau, Bertomeu Baró, el Maestro de San Nicolás, Diego de la Cruz y Bartolomé Bermejo.

Majestad de Cristo en la cruz, Anónimo catalán

Flagelación de Santa Engracia, de Bartolomé Bermejo

Cristo de Piedad, de Diego de la Cruz

Con los primitivos flamencos y holandeses, Gossart, Ambrosius Benson y Pieter Coecke van Aelst, aparece el Renacimiento en el norte y las formas del manierismo adaptadas por los artistas flamencos como Jan Mandijn, Hans Vredeman de Vries o Marten de Vos. Se llega a los refinados retratos cortesanos españoles del XVI con Antonio Moro y uno de sus discípulos destacados, Alonso Sánchez Coello, y su continuador, Pantoja de la Cruz. También, un destacado retrato de Pourbus el Joven y obras de Luis de Morales, Gaspar de Palencia y El Greco.

La Sagrada Familia, de Jan Gossart, llamado «Mabuse», c. 1525-1530.

Retrato de Felipe II, de Antonio Moro, c. 1549-1550.

Retrato de doña Juana de Austria, princesa de Portugal, de Alonso Sánchez Coello, c. 1557.

El rapto de Europa, de Marten de Vos, 1590.

La Anunciación, de El Greco, c. 1596-1600.

El siglo XVII se inicia con obras de la escuela italianaOrazio Gentileschi, Giovanni Battista Crespi y Domenico Piola— y se adentra en la pintura española barroca, representada con piezas relevantes de los grandes maestros y escuelas de la época: Herrera el Viejo, Pedro de Orrente, José de Ribera, Francisco de Zurbarán, Bartolomé Esteban Murillo, Carreño de Miranda, Juan de Arellano y Claudio Coello. La pintura flamenca y holandesa sale de nuevo al paso con Jacob Jordaens, Anton van Dyck, Pieter de Grebber y Jacob van Ruysdael.

San Sebastián curado por las santas mujeres, de José de Ribera, 1621.

Lot y sus hijas, de Orazio Gentileschi, c. 1628.

Lamentación sobre Cristo muerto, de Anton van Dyck, c. 1635-1640.

San Pedro en lágrimas, de Bartolomé Esteban Murillo, 1650-1655.

Pantano en un bosque al anochecer, de Jacob van Ruysdael, c. 1660.

Se reúnen aquí artistas destacados del XVIII, fundamentalmente españoles. El ilustrado Luis Paret y Alcázar, exiliado durante un decenio en Bilbao, pintó vistas de la Villa y de los puertos del Cantábrico así como temas religiosos y alegóricos; el museo cuenta con ocho pinturas suyas. El genio de Goya brilla con los retratos de sus amigos Zapater y Moratín, acompañado por el talento retratista de Vicente López Portaña y por el bodegonista de Luis Meléndez. El vedutismo italiano está representado a gran nivel por el veneciano Bernardo Bellotto, y el neoclasicismo por Mengs.

Retrato de Martín Zapater, de Goya

Capricho arquitectónico con un palacio, de Bernardo Bellotto

Vista de El Arenal de Bilbao, de Luis Paret y Alcázar (depósito de la Diputación Foral de Vizcaya)

En el periodo romántico, guarda obras del retratista Antonio María Esquivel, representantes del costumbrismo andaluz como Joaquín Manuel Fernández Cruzado y Andrés Cortés y Aguilar y del madrileño con trabajos de Leonardo Alenza y Lucas Velázquez. El paisaje realista queda representado con Carlos de Haes y el preimpresionista Aureliano de Beruete; y la pintura de historia por Raimundo de Madrazo, Vicente Palmaroli, Álvarez Catalá, Francisco Pradilla, Antonio Gisbert, Alejandro Ferrant, además de la obra del escultor Mariano Benlliure. La escuela de Mariano Fortuny está representada por José Jiménez Aranda y Eduardo Zamacois, considerado iniciador de la pintura vasca moderna junto a Francisco de Paula Bringas y Juan de Barroeta. Impresionismo y simbolismo se evocan en obras puntillistas de Darío de Regoyos, y paisajes de Santiago Rusiñol y Joaquín Sorolla, además de la norteamericana Mary Cassatt.

En el vestíbulo hay ejemplos de la escultura vasca del cambio de siglo: Nemesio Mogrobejo y Moisés de Huerta. A través del ventanal se contempla el monumento a Arriaga, obra maestra de Francisco Durrio.

En el primer piso aparecen los artistas vascos de finales del siglo XIX y primera mitad del XX, siguiendo la estela de Adolfo Guiard, Regoyos y Anselmo Guinea, y algunas obras relacionadas de importantes pintores españoles y europeos. Obras maestras de Ignacio Zuloaga, Francisco Iturrino, Juan de Echevarría o Ricardo Baroja, algunos de los cuales tuvieron éxito en el París de la época, integrándose en los movimientos renovadores −como el fauve Iturrino, amigo de Derain, Vuillard, Matisse y Picasso− o colaborando en la formulación de la estética de la Generación del 98 −como Zuloaga y Baroja−. La pintura etnicista vasca alcanza su cota mayor en Aurelio Arteta, los cuatro hermanos Arrúe: José, Alberto, Ramiro y Ricardo, y los dos hermanos Zubiaurre: Valentín y Ramón. Otros, como Julián de Tellaeche, pintor del mar, el intimista Benito Barrueta y el sofisticado José María de Ucelay, completan el panorama.

En escultura destaca la obra simbolista de Durrio, amigo de Gauguin y Picasso y personaje clave para la integración de los artistas vascos en París. De Gauguin, precisamente, se muestra un extraordinario cuadro de su estancia en Arlés, así como otro de su amigo y seguidor Paul Sérusier. Destaca la colección de escultura vasca de Quintín de Torre, entre el realismo y el expresionismo.

Lavanderas en Arlés, de Paul Gauguin

Mujer sentada con un niño en brazos, de Mary Cassatt

Bufones jugando al cochonnet, de Eduardo Zamacois

El beso de la reliquia, de Joaquín Sorolla

En el edificio moderno se inicia un recorrido desde el siglo XX hasta nuestros días. Aparecen el cubismo −Juan Gris, Jean Metzinger, Henri Hayden, Jacques Lipchitz− y sus derivaciones −María Blanchard, Robert Delaunay−, el futurismoCelso Lagar, Antonio de Guezala− y el expresionismoJames Ensor, Oskar Kokoschka−. Les acompañan esculturas de Pablo Gargallo y Julio González, y obras influidas por las propuestas geométricas o la estilización de las formas −Torres García, Aurelio Arteta, Vázquez Díaz−, junto a pinturas surrealistas de Óscar Domínguez, Alberto Sánchez, Josep de Togores o Nicolás de Lekuona.

A continuación, Jorge Oteiza, una de las figuras de la vanguardia vasca, introduce con su escultura los movimientos constructivistas o espacialistas del arte europeo tras la Segunda Guerra Mundial. Junto a él, Pablo Palazuelo demuestra su magisterio sobre esta inicial escultura vasca. Agustín Ibarrola, por su parte, representa un realismo social mediante recursos cartelistas y espacialistas. Destacadas piezas de Chillida, el gran escultor vasco que tanto influyó en el arte de su entorno, muestran las diferentes materias y la búsqueda de la forma en un excepcional universo poético. En las cristaleras, Darío Urzay propone su investigación sobre la relación entre pintura y fotografía.

En 1966 se crearon los llamados Grupos de la Escuela VascaGaur (Guipúzcoa), Hemen (Vizcaya) y Orain (Álava)− que reunieron a los más significativos artistas vascos surgidos desde finales de los años cuarenta. En los siguientes espacios aparecen obras de los pintores Amable Arias, José Luis Zumeta y Rafael Ruiz Balerdi, relacionados con el expresionismo abstracto, y de los escultores Nestor Basterretxea, Remigio Mendiburu y Vicente Larrea, que centran su interés en propuestas informalistas y geométricas.

En un ámbito independiente se reúnen algunos de los grandes nombres de la abstracción española, fundamentalmente de índole informalista y caracterizada por la práctica ausencia de color, como los expresionistas interesados por la materia −Tàpies, Manolo Millares, Lucio Muñoz− o por una pintura de grandes rasgos gestuales −Antonio Saura−. Les acompañan obras de la difícilmente clasificable Vieira da Silva, de los expresionistas abstractos Bram Van Velde y Karel Appel, y del poeta y pintor gestual francés Henri Michaux.

A continuación pueden verse obras de artistas vascos alternando con otros internacionales que realizan propuestas figurativas de carácter pop, surrealista o de diferentes realismos: Andrés Nagel, Juan José Aquerreta y Mari Puri Herrero, junto a artistas figurativos ingleses como Francis Bacon, Kitaj, Peter Blake y John Davies o españoles como Eduardo Arroyo, Equipo Crónica, Luis Gordillo y Pérez Villalta. Cercanos aparecen algunos ejemplos de la transvanguardia italiana −Mimmo Paladino, Ernesto Tatafiore−, con su imaginativa figuración, y del neoexpresionismo alemán −Markus Lüpertz−. A todos ellos les acompaña Miquel Barceló, una de las figuras españolas de más difusión internacional con un particular expresionismo figurativo y matérico.

Mención aparte merecen los escultores Anthony Caro y Richard Serra, representados con ejemplos típicos de su creatividad abstracta en metal. La imponente obra Bilbao de Serra ha ingresado en el museo por donación en 2018.[37]

Para terminar, una serie de autores vascos –Badiola, Bados, Irazu, Morquillas, Gortázar, Ortiz de Elgea, Mieg, Ramos Uranga, Goenaga, Daniel Tamayo o Jesús Mari Lazkano– se sitúan en las recientes tendencias del arte con reminiscencias del constructivismo junto a referencias objetuales que dan testimonio de la complejidad de la vida urbana y de los conflictos existenciales y sociales del mundo contemporáneo, así como de la multiplicidad de sentidos que ofrecen los mensajes que recibe el hombre actual.

Anualmente el museo presenta un importante programa de exposiciones que atiende diversos intereses y presenta estas características principales:

En la última década, y por diversos motivos, desde la afluencia de visitantes hasta el prestigio científico, han destacado varias de sus exposiciones.[cita requerida]

La labor de investigación científica del museo se centra, por un lado, en el ámbito de la conservación y restauración de obras de arte, y por otro, en el historiográfico y documental. El objetivo común es propiciar el mayor conocimiento y difusión de las obras y autores representados en la colección. En el primer caso, el departamento de Conservación y Restauración aplica diversas técnicas de análisis –luz ultravioleta, reflectografía infrarroja, radiografía, estudio estratigráfico o análisis químico–, que aportan información esencial para abordar cualquier estudio o intervención. En el segundo, actúa la Biblioteca del museo, que conserva una colección documental especializada en arte al servicio de estudiosos e investigadores. Desde su creación en 1985 se ha consolidado como un centro de investigación que ofrece un importante fondo documental con un número aproximado de 33 000 monografías, 300 títulos de publicaciones periódicas y 33 500 catálogos de mano y folletos. Desarrolla, además, una de las herramientas de referencia, ARTEDER - Base de Datos de Arte Vasco, un proyecto abierto y en desarrollo que reúne la información más completa y actualizada sobre el panorama artístico vasco desde el último tercio del siglo XIX hasta la actualidad. Otro elemento esencial para la investigación científica es el Boletín del museo, una publicación cuyos objetivos son profundizar en el estudio de la colección a través de las aportaciones de destacados historiadores, críticos y restauradores competentes en los más diversos campos y periodos de la historia del arte.



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