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Palau Reial de Pedralbes



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¿De qué signo es Palau Reial de Pedralbes?

Palau Reial de Pedralbes es del signo de Capricornio.


Generalidad de Cataluña,
anteriormente:
Ayuntamiento de Barcelona (1931-2004)

El Palacio Real de Pedralbes (en catalán, Palau Reial de Pedralbes) es un edificio situado en medio de una amplia zona de jardines, en el distrito de Les Corts, en Barcelona. Entre 1924 y 1931 fue la residencia de la familia real española en sus visitas a la ciudad.

Actualmente, el palacio permanece cerrado al público, siendo su único inquilino el secretariado de la Unión para el Mediterráneo.[1]​ Con anterioridad, el edificio albergó el Museo de Cerámica, el Museo de las Artes Decorativas y el Museo Textil y de la Indumentaria, hasta que fueron trasladados al nuevo Museo del Diseño en 2014.[2][3]

El palacio tiene su origen en una antigua masía llamada Can Custó o Mas Monterols, que en 1859 había adquirido Joan Güell y Ferrer en el municipio de Les Corts (anexionado a Barcelona en 1899).[4]​ En 1872, Eusebi Güell, luego primer conde de Güell, heredó dicha propiedad, que por aquel entonces se conocía ya con el nombre de Torre Güell. Casi una década después, Eusebi Güell empezó un ambicioso proyecto de adquisición de propiedades alrededor la finca original, en 1882 compró Can Feliu y Can Baldiró, seguidas de Can Berra (o Can Cuyás de la Riera) el año siguiente. Juntos formaron la llamada Finca Güell, de gran extensión (30 000 m²).[5]

El arquitecto Joan Martorell se encargó se la reconstrucción de Can Feliu a modo de palacete de aire caribeño, acompañado de una capilla neogótica y rodeado de magníficos jardines. Más tarde, de 1884 a 1887, el joven Antoni Gaudí se encargó de reformar la casa principal (la Torre Güell) y de construir el muro de cerca y los pabellones de portería.

Gaudí también se encargó parcialmente del diseño de los jardines de la finca, construyendo dos fuentes y una pérgola, y plantando diversos tipos de plantas (pinos, eucaliptos, palmeras, cipreses y magnolias). Todavía subsiste la Fuente de Hércules, restaurada en 1983, que contiene un busto del héroe mitológico griego sobre una pila con el escudo de Cataluña y un caño con forma de dragón chino.

De 1885 a 1899, el conde Güell siguió adquiriendo propiedades alrededor de la Finca Güell, llegando a alcanzar una extensión de 87,3 hectáreas.[5]

Tras el incendio del Palacio Real en 1875, la Familia Real no gozó de ninguna residencia oficial en la ciudad y tuvo que alojarse en distintos edificios oficiales. Alfonso XII lo hizo en el Palacio Moja y durante la Exposición Universal de 1888 se usó el ayuntamiento, con las estancias reales situadas en la plaza de Sant Miquel. Inmediatamente después, se empezó a acondicionar el arsenal de la Ciutadella, que finalmente jamás se llegó a usar como palacio real. En sus sucesivas visitas a la ciudad, Alfonso XIII se alojó en la Capitanía General (1908 y 1910) o en el Hotel Ritz (inicios de los años 20).[6]

Fue el conde Juan Antonio Güell el responsable de impulsar el proyecto de construir un nuevo palacio real en Barcelona. Siguiendo el modelo del Palacio de Miramar en San Sebastián y del Palacio de La Magdalena en Santander, el palacio sería un edificio nuevo sufragado a través de la iniciativa privada que luego se cedería a la Corona. Inicialmente, la construcción de la residencia tenía que recibir generosas subvenciones municipales y estatales, no obstante, el proyecto de ley no prosperó en el Congreso.[7]

Güell decidió ceder, entonces, su finca en lo alto de la Diagonal, para que fuera transformada en palacio real gracias a una suscripción popular que él mismo encabezó. Se delimitó un terreno de unos 10 000 metros cuadrados, de los cuales 4.000 se destinarían al palacio. El arquitecto Eusebi Bona fue el encargado de edificar el palacio, iniciado en 1920, que esencialmente consistiría en la vieja casa de los Güell más dos alas añadidas a cada lado. La crisis social y económica que vivía Barcelona a inicios de los años veinte trajo consigo el decaimiento de la iniciativa, afectando a las obras y a la suscripción. Aun así, el soberano visitó el futuro palacio por primera vez a inicios de 1922. Ese mismo año, la baronesa de Maldá inició una suscripción entre las mujeres catalanas para amueblar los aposentos reales.[8]

No obstante, las obras no marchaban bien a pesar del esfuerzo del conde Güell. Con frecuencia se hacían reuniones en el Hotel Ritz en las que se tomaba el té, pero no se decidía nada. A mediados de 1922, el arquitecto Eusebi Bona presentó su dimisión. Tras el golpe de estado de Primo de Rivera, el nuevo consistorio barcelonés del barón de Viver fue el encargado de coordinarlas decidiendo relanzar las obras del palacio. El arquitecto Francesc Nebot, a quien el general Milans del Bosch había nombrado teniente de Alcalde con vistas a la exposición de 1929, fue llamado a finalizar el proyecto. Carles Buïgas realizó tres fuentes luminosas en los jardines y fue comprando mobiliario a toda prisa en París.[9]

El 26 de mayo de 1924, los reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia inauguraron su nueva residencia barcelonesa, el día siguiente fue consagrada la capilla del palacio.[10]

El 8 de junio de 1926, el barón de Viver, alcalde de Barcelona, cedió el palacio de Pedralbes y sus terrenos a la Real Casa y Patrimonio de la Corona, con el fin que de él hiciera uso el rey de España y su familia.[11]​ El Palacio Real de Pedralbes vivió su cenit en 1929, cuando alojó a la Familia Real con motivo de la exposición universal. El soberano haría uso de él por última vez en enero y mayo de 1930, durante sus últimas visitas a la ciudad.

Al proclamarse la República en 1931, el palacio pasó a ser propiedad del Ayuntamiento de Barcelona, que decidió convertirlo en sede del Museo de las Artes Decorativas. En verano de 1931, se efectuaron varias obras de adaptación, que incluyeron la transformación de los aposentos de la reina madre María Cristina en salas de exposición y la capilla real en sala de actos. El nuevo museo fue inaugurado en diciembre de 1932 e incluía colecciones de arte chino y japonés, indumentaria, orfebrería y artes suntuarias, porcelana de varios países europeos y mobiliario español del siglo XVI hasta el XIX. En la segunda planta del edificio, en los antiguos aposentos del séquito y del servicio, se instaló la Residencia Internacional de Señoritas Estudiantes, donde residió la poetisa chilena Gabriela Mistral.[12]

En el otoño de 1937, tras el estallido de la guerra civil española y la evacuación del gobierno de Madrid, el presidente de la República, Manuel Azaña, fijó su residencia oficial en Pedralbes, el ex-palacio real se convirtió en Palacio Presidencial. Allí Azaña presidía el consejo de ministros, daba audiencias y recibía las credenciales de los embajadores extranjeros. Su auténtica residencia se encontraba, sin embargo, en la villa La Barata o Casa Salvans en Tarrasa.[13]​ En esa época, Pedralbes también fue la residencia del presidente del Consejo de ministros, Juan Negrín.[14]​ El último gran acto celebrado en el palacio durante la República fue la despedida de las Brigadas Internacionales el 15 de noviembre de 1938. En enero de 1939, el gobierno republicano partió hacia Figueras, no sin antes quemar o embalar el archivo de la Presidencia.[15]

Durante la dictadura franquista, el palacio sirvió a Francisco Franco como su residencia oficial en sus visitas a la capital catalana. La primera visita tuvo lugar el 21 de febrero de 1939, pocas semanas después de la toma de la ciudad. En total, Franco visitó, de 1939 a 1972, catorce veces la ciudad de Barcelona, y en todas las ocasiones residió en Pedralbes.[16]​ Durante dichas estancias, el dictador solía agasajar a visitantes ilustres, como Eva Perón en 1947 o Richard Nixon en 1963.[17]

En 1960, el ayuntamiento de Barcelona llegó a un acuerdo con Patrimonio Nacional para que Pedralbes se abriera al público de forma permanente. Varias piezas de mobiliario y decoración, así como pinturas y tapices fueron trasladadas a Pedralbes para ser expuestas.[18]​ Desde entonces, el palacio tuvo una doble función residencial y museística. Diversas exposiciones tuvieron lugar a partir de esa fecha, entre las que caben destacar: Velázquez y su época (1961), Goya, cuadros y tapices de Patrimonio Nacional (1964) o Las pinturas de Sert para el Hotel Waldorf de Nueva York (1973).[17]

De 1964 a 1966, el ayuntamiento realizó varias obras de dignificación en el interior del palacio, que incluyeron la creación de nuevas estancias y, sobre todo, la sustitución del yeso pintado por el mármol en varios lugares.[18]​ En 1970, se abrió el Museo de Carruajes situado en las antiguas caballerizas (paralelas a la calle John Maynard Keynes), con diversas piezas provenientes del Museo de Carruajes Reales.[19]

Después de 1975, el rey Juan Carlos I prefirió el Palacete Albéniz como residencia oficial en la ciudad, uso perpetuado por su hijo Felipe VI. La última celebración real en Pedralbes tuvo lugar el 4 de octubre de 1997, cuando fue el escenario del almuerzo y la recepción de la boda de la infanta Cristina con Iñaki Urdangarin.

Tras dejar de ser residencia oficial, el palacio de Pedralbes fue progresivamente desamueblado por Patrimonio Nacional, las estancias de la planta baja permanecieron cerradas al público y en primer piso se abrió en 1990 el Museo de Cerámica, seguido por el Museo de las Artes Decorativas en 1995. El Museo Textil y de la Indumentaria y el Gabinete de las Artes Gráficas fueron abiertos en la segunda planta en 2004.[17]​ Ese mismo año, el ayuntamiento de Barcelona cedió el palacio de Pedralbes a la Generalidad de Cataluña, que eventualmente lo usa para actos institucionales.[20]​ Esta, a su vez, cedió parte de los espacios al secretariado de la Unión por el Mediterráneo en 2010.[21]​ Desde el traslado de todos los museos al nuevo Museo del Diseño en la Plaça de les Glòries en 2014, el palacio permanece cerrado al público.[3][1]

El palacio está formado por un cuerpo central de cuatro plantas, con una capilla en la parte posterior, y dos alas laterales de tres plantas que se abren en curva a la fachada principal. La fachada exterior es de estilo novecentista con porches de columnas toscanas, aberturas de arco de medio punto con medallones intercalados y jarrones coronando la construcción. Asimismo, el cuerpo central y los áticos de las laterales están decorados con esgrafiados. En la cornisa superior central se sitúa el escudo real flanqueado por dos mástiles. Los extremos de la alas laterales se encuentran rematados por dos exedras, de las cuales, la del ala izquierda (sur) esta rodeada por columnas toscanas a modo de tholos.

El palacio posee tres entradas, la central, reservada al soberano; la izquierda, de uso cotidiano, y la de la derecha, usada principalmente los días en que había audiencias.

El interior, tanto en decoración como en mobiliario, contenía una mezcla de estilos academicistas que iban desde el neobarroco hasta estilos más contemporáneos, sobre todo en mobiliario, pasando por el neoclasicismo o el isabelino. Los aposentos interiores se dividían entre los de la planta baja, usados para recepciones y audiencias, y los del primer piso, de carácter privado. Aunque en la actualidad las estancias han perdido parte de su mobiliario y decoración original, una guía de 1974 describe los siguientes interiores.[22]

La parte central del palacio ocupaba el espacio de la antigua torre de los Güell.

En el ala izquierda se situaban:

El ala derecha contenía:

La parte central, antigua Torre Güell, contenía:

Escalera principal

Antecámara Real

Dormitorio de la Reina

Dormitorio del Rey

Dormitorio del Rey

En el ala derecha, alrededor del Salón del Trono de doble altura, se situaban:

De 1970 a 1985, estuvo abierto en las antiguas caballerizas del palacio el llamado Museo de Carruajes, que reunía varias piezas provenientes de las Colecciones Reales y del Ayuntamiento de Barcelona.[37]

Las colecciones incluían distintos tipos de arneses de gala, equipos de montar regalo de Hasán I de Marruecos a Alfonso XII, uniformes de los caballerizos, cocheros y lacayos de la corte, gravados diversos, sillas de montar pertenecientes a las reinas María Cristina de Borbón e Isabel II y a los reyes Francisco de Asís y Alfonso XII y monturas tejidas con hilo de oro y plata regalo de Abd-el-Krim a Alfonso XIII.[38]

Entre los carruajes reales destacaban: un victoria-gran duque y una "carretela" à la Daumont obra del célebre carrocero Ehrler; dos berlinas "de media gala" construidas por el también emblemático carrocero Binder y usadas por altos cargos de la corte durante las comitivas regias y finalmente el faetón, hecho por Ehrler en 1875, en el que Alfonso XII sufrió el atentado de 1879 cuando volvía al Palacio Real después de pasear por el Retiro.

Por otro lado, las colecciones del Ayuntamiento de Barcelona comprendían esencialmente carrozas, berlinas y cupés cedidas por aristócratas catalanes a inicios de siglo XX. La mayoría de ellas eran del siglo XVIII y presentaban elaboradas tallas de madera y paneles pintados estilo Luis XV o neoclásico. Las piezas más remarcables eran una gran berlina de mediados del siglo XVIII propiedad del marqués de la Torre y un cupé del marqués de Castellbell de finales del mismo siglo decorado con pinturas mitológicas.[39][37]

Toda la parte superior de la sala principal estaba decorada, a modo de friso, con una representación del cortejo de más de treinta carruajes que participaron en la boda de Alfonso XII y María Cristina de Habsburgo el 29 de noviembre de 1879. Dicha representación tomaba como referencia las acuarelas del recopilatorio Comitiva regia en el casamiento de S. M. el Rey de España Don Alfonso 12 con S. A. I. Y R. la Archiduquesa Dª María Cristina de Austria obra de Vicente Sabater y Puchades.[40]

Los jardines fueron diseñados por Nicolás María Rubió, a partir de un proyecto que integraba, en un trazado geométrico decorativo, gran parte de los árboles ya existentes, con un estanque y diversos elementos decorativos, como la fuente de Gaudí, bancos de bambú y tres fuentes luminosas obra de Carles Buïgas.

Los jardines también se decoraron con varias estatuas, la mayoría fechadas de finales del siglo XIX y la primera mitad del XX. En la entrada del palacio se situó la escultura Isabel II con el Príncipe de Asturias (1860) obra de Agapito Vallmitjana,[41][42][43]​ retirada durante la Segunda República, repuesta más tarde y retirada de nuevo en 2014.[44]​ En la entrada y en el muro perimetral se colocaron varias figuras femeninas procedentes del descarte de la estatuaria pública colocada en 1929 en la Plaza de Cataluña, estas eran: Alegoría de Tarragona de Jaume Otero, Alegoría de Lérida y Alegoría de la Agricultura de Manuel Fuxá, Alegoría de la Pesca de Eusebi Arnau y otras tres figuras femeninas sin nombre obra de Àngel Tarrach, Josep Llimona y Enric Casanovas. A todas estas se añadieron más tarde Mediterránea (1962) de Eulàlia Fàbregas de Sentmenat, Desnudo agachado (1916) de Joan Borrell y Desnudo (1930) de Enric Casanovas, la primera en la fuente de la entrada y las otras dos en el interior del jardín.[45]

Fuente de Hércules, obra de Antoni Gaudí.

Isabel II con el Príncipe de Asturias, obra de Agapito Vallmitjana.

Mediterránea, de Eulàlia Fàbregas de Sentmenat.

Desnudo, de Enric Casanovas.

Estatua y pérgola decorativa en la entrada al recinto.



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