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Ramón Berenguer IV de Barcelona



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Ramón Berenguer IV el Santo (Barcelona 1113/1114-Borgo San Dalmazzo, 6 de agosto de 1162)[1]​ fue conde de Barcelona, Gerona, Osona y Cerdaña, y princeps de Aragón (o a veces también de Sobrarbe y Ribagorza),[2]​ que en la época significaba primus inter pares.

Hijo de Ramón Berenguer III y de Dulce I de Provenza. Era nieto por línea paterna de Ramón Berenguer II y de Mafalda de Apulia-Calabria, y por línea materna de Gilberto de Gévaudan y Gerberge de Provenza.

A la muerte de su padre en 1131 recibe el Condado de Barcelona, mientras que su hermano gemelo Berenguer Ramón le sucede en Provenza. Fue caballero templario, como lo había sido su padre, aunque con carácter temporal (miles ad terminum).[3][4]

El 26 de mayo de 1135 acudió a León para la coronación de Alfonso VII como Imperator totius Hispaniae (Emperador de toda España) ante el legado pontificio y los principales nobles de la península ibérica y el sur de Francia, incluyendo musulmanes.

Gracias al apoyo mostrado a Ramiro II de Aragón en contra de Alfonso VII de León, aquel le ofreció a su hija Petronila, de un año de edad, en matrimonio.

La boda (a pesar de la enorme diferencia de edad) se celebró en Lérida, mucho más tarde, en el mes de agosto de 1150. El 13 de noviembre de 1137, Ramiro depositó en su yerno el reino pero no la dignidad real, firmando este en adelante como Conde de Barcelona y Príncipe de Aragón (la reina era su mujer Petronila). Luego renunció al gobierno (aunque no a su título de 'Señor Mayor de la Casa de Aragón'), en tanto que su nieto Alfonso no cumpliera la mayoría de edad y volvió al convento. De esta manera, Ramiro cumplió la misión de salvar la monarquía y así también se uniría dinásticamente el Reino de Aragón con el Condado de Barcelona.

Los acuerdos matrimoniales por los que se rigió el enlace se establecieron según el derecho aragonés y, según algunos historiadores, se establecieron bajo la forma de Matrimonio en Casa. Por este contrato de esponsales, y su reflejo en la documentación posterior de Petronila, el marido se adscribe a la familia de la esposa, y es ella quien transmite la pertenencia al grupo familiar, junto con el patrimonio que hereda; el marido se somete formalmente a su suegro o al «Señor mayor» de la casa, y este, a cambio, le otorga la potestad sobre el solar familiar, pero reservándose su señorío tanto sobre los bienes del solar patrimonial como sobre los que aporta el marido. A partir de este contrato, quien tiene la última potestad no es el esposo, sino el Señor Mayor de la Casa de Aragón, hasta que el heredero legítimo adquiera la potestad (y en el caso del reino de Aragón, el reino, título de rey y cabeza de la Casa de Aragón) y, por tanto, asumía el linaje de la Casa de Aragón él y sus herederos in saecula saeculorum, por lo que, desde ese mismo momento[5][6][7][8]​ se extingue el linaje de la Casa de Barcelona, tras el Casamiento en Casa en que se subsume en la Casa de Aragón en 1137, o bien se considera que perdura hasta la muerte sin descendencia masculina de Martín el Humano en el año 1410, según otros historiadores.[9][10]

El profesor J. Serrano Daura ha cuestionado la teoría del casamiento en casa aplicada a los esponsales de Ramón Berenguer IV y Petronila de Aragón, basándose en la ausencia de referencias a esta institución consuetudinaria del derecho aragonés antes del siglo XV, y que las cláusulas que fueron establecidas por Ramiro II sobre la sucesión a la corona de Aragón no se ajustan a las peculiaridades de esta institución, por lo que no sería trasladable a los pactos de 1137.[11]

El historiador Percy E. Schramm considera que la relación que se estableció entre Ramiro II y Ramón Berenguer IV tras el documento de esponsales de agosto de 1137 «quedaba sujeta a las condiciones consuetudinarias del juramento de fidelidad» y que el documento de noviembre del mismo año revela el deseo definitivo del rey Ramiro de volver al monasterio, por lo que declara «por libre voluntad» que sus vasallos pasan a depender de Ramón Berenguer y que le habrán de obedecer a partir de entonces como su rey (tanquam regi), aunque Ramón Berenguer no quiso ofender la sensibilidad de sus nuevos súbditos, por lo que prefirió mantener la ficción de que la dignidad real no pasaría a la nueva dinastía hasta la siguiente generación.[12]

Por su parte, José Luis Villacañas define el acuerdo como «una filiación con encomienda de principado, esto es, de los derechos políticos sobre los hombres de la tierra».[13]​ Aunque Ramiro II conservó un dominium nominal, encomendó todos sus hombres a quien será marido de su hija, incluyendo también su afiliación. Así transfirió el poder pero no la propiedad, que conservó mientras viviesen él o su hija.

El papel de Ramón Berenguer IV a partir de los esponsales de 1137 fue el de administrador de la Casa de Aragón como regente del Reino de Aragón, y en la documentación se intituló princeps y dominador, pero nunca rey. Fue Ramiro II quien siguió siendo «señor, padre y rey» como reza la documentación aducida («Y yo predicho Ramiro sea rey, señor y padre en el citado reino y en todos tus condados mientras me plazca»32 e «in tota vita mea teneas me sicut patrem et dominum» 'en toda mi vi vida me tengas como padre y señor'), y ostentando el título de Rey de Aragón hasta su muerte en 1157, con lo que Ramón Berenguer IV se integraba en la Casa de Aragón al ser pactadas sus capitulaciones matrimoniales de acuerdo a las instituciones jurídicas del derecho aragonés, y dando lugar, tras el reinado de Ramiro II, a que la reina fuera su hija Petronila, hasta que el 18 de junio de 1164 esta abdica en favor de Alfonso II, transcurridos dos años desde la muerte de su marido.

Tras la concesión del rey Ramiro a Ramón Berenguer, quedaba pendiente la cuestión de los derechos sobre el territorio de Aragón estipulados en el testamento del rey Alfonso el Batallador, quien había querido dar el reino a las órdenes del Santo Sepulcro, los caballeros Templarios y los Hospitalarios, si bien los barones feudales no respetaron este testamento en todos sus términos. Una de las prioridades del príncipe Ramón Berenguer fue la de resolver la cuestión de la posesión de los derechos sobre el reino. Así, se iniciaron negociaciones entre el príncipe y representantes de la Orden del Hospital, alcanzándose en 1140 un acuerdo por el que la Orden hacía cesión a Ramón Berenguer, conde de Barcelona (venerande Barchinonensium comes), y a sus legítimos sucesores y descendientes, de la parte del reino de Aragón que le correspondía según el testamento del rey Alfonso, con la condición de que se le concediesen derechos para construir iglesias y centros propios en diversas poblaciones del reino y que, si el príncipe muriese sin descendencia, dicho territorio sería devuelto a los Hospitalarios. Acuerdos de cesión similares fueron concertados posteriormente con los caballeros del Santo Sepulcro (1141) y con los Templarios. Esta cesión de las tres órdenes fue confirmada por bula del papa Adriano IV en 1158.[14][15]

Sin embargo, es un hecho que los barones del Reino de Aragón y del Reino de Pamplona (pues los dos reinos estaban incluidos en el testamento de Alfonso I el Batallador) juraron fidelidad respectivamente a Ramiro II el Monje y a García el Restaurador. No se puso en discusión que las Órdenes militares tuvieran que negociar con el rey de Navarra la herencia de Alfonso I el Batallador. También es un hecho que Ramón Berenguer IV había pactado en los documentos de esponsales de 1137 con Ramiro II de Aragón su condición de princeps en Aragón, y venía ejerciendo la potestad real en el reino aragonés como dominator, antes de las negociaciones con las Órdenes militares de 1140 en adelante. La historiografía actual conviene mayoritariamente en aceptar que, sencillamente, el testamento de Alfonso I el Batallador no fue respetado y, así, Ramiro II de Aragón no solo ejerció la potestad regia entre 1134 y 1137, sino que se reservó la dignidad de rey hasta su muerte en 1157, circunstancia que no consta que fuera cuestionada durante el gobierno de Ramón Berenguer IV. Una interpretación distinta de los pactos con las Órdenes militares la hace Antonio Ubieto Arteta, que considera que, en un periodo en que tenían problemas económicos, y urgidas por el Papado seis años después de que hubiera sido promulgado el testamento, vieron la ocasión de obtener ciertas prebendas y establecimientos en los territorios de Aragón y Cataluña a cambio de zanjar la cuestión testamentaria de Alfonso I.[16]

Según el profesor Villacañas, el problema radicaba en que el Papa Inocencio II no estaba dispuesto a que el testamento del Batallador fuese ignorado. Así pues, no reconoció ni el matrimonio de Ramiro ni la legitimidad de Petronila. En cambio, estaba interesado en un equilibrio de poderes en tierras hispánicas, por lo que no iba a propiciar los afanes imperiales de Alfonso VII respaldando sus derechos. Por ello, favoreció que la renuncia de las órdenes militares a la herencia se hiciera directamente en favor del conde de Barcelona. Así, Ramón Berenguer encontró la manera de unir el derecho transferido por la Iglesia con el transferido por el pueblo de Aragón.[17]

Ramón Berenguer IV y su esposa Petronila residieron en el palacio condal de San Pedro de Vilamajor (Comarca del Vallés Oriental, Barcelona).[18]​ Había sido hecho construir por los condes de Barcelona, los gemelos Ramón Berenguer y Berenguer Ramón, en el siglo XI. De este, actualmente solo queda la Torre Roja, torre de 25 m de altura, situada delante de la iglesia, de la que se cree que fue parte inferior de la torre de homenaje del antiguo castillo-palacio condal. Aquí se crio el futuro rey Alfonso II[19]​ e incluso se creyó que había nacido en este lugar, aunque investigaciones posteriores indican que seguramente nació en Huesca.[20]

Ramón Berenguer IV negocia con Alfonso VII, el retorno de las tierras ocupadas por las tropas castellano-leonesas a la muerte de Alfonso I de Aragón, el Batallador, tío de su mujer. Además, quería recibir ayuda para reincorporar el reino de Navarra a la Corona de Aragón, territorio que se había independizado en las mismas circunstancias.

En 1140 firmó en Carrión un pacto de ayuda mutua y de retirada de las tropas de Alfonso VII del Ebro, a cambio del vasallaje del conde-príncipe. También se realiza una acción conjunta contra Navarra que no tiene efecto.

En 1151 Alfonso VII y Ramón Berenguer IV firmaron el Tratado de Tudilén que, aparte de renovar la alianza anti-navarra, pretendía repartirse el Al-Ándalus. De modo que para la Corona de Aragón se reservan las tierras de Valencia, Denia y Murcia, por las cuales Ramón Berenguer habría de rendir homenaje a Alfonso VII.

Por el lado aragonés, la nobleza de este territorio, las órdenes militares y la caballería popular luchan por recuperar las posesiones perdidas a manos de los almorávides en la batalla de Fraga en 1134. Se recuperan de este modo: Alcolea de Cinca, Chalamera y Sariñena en 1141; Daroca en 1142; y Ontiñena en 1147.

Por el lado catalán, con la ayuda del conde Ermengol VI de Urgel, Ramón conquista las taifas de Tortosa (1148) y de Lérida (1149) a al-Muzaffar. Ciurana, encumbrada en las Montañas de Prades, fue el último reducto musulmán en Cataluña, ya que, gobernada por el walí Almira Almemoniz, resiste hasta 1153 cuando es conquistada por Beltrán de Castellet. Estas conquistas forman el territorio que más tarde se llamaría Catalunya Nova (Cataluña Nueva). La expansión territorial no fue obstáculo para la realización de grandes expediciones por tierras de Murcia (1144) y Valencia (1146), y una brillante participación en la conquista de Almería (1147).

En 1143 ayudó a Guillermo VI a recuperar Montpellier de la cual había sido expulsado por una revuelta nobiliaria.

En 1153 funda el monasterio de Poblet, en celebración de su reciente reconquista de Tortosa.[21]

A la muerte de su hermano Berenguer Ramón I de Provenza, asume la regencia de su sobrino, Ramón Berenguer III de Provenza. Continúa las luchas contra el linaje de los Baus (1145/46-1150), aliados de Tolosa. En 1156 colabora con Enrique II, rey de Inglaterra y duque de Aquitania, en la contienda contra Tolosa.

En 1154 recibió la regencia del vizcondado de Bearn.

Luego de aliarse con Inglaterra —según algunos historiadores, el Condado de Barcelona e Inglaterra estaban tan aliados que llegaban a actuar como un solo conjunto político—,[22]​ decide orientar su política hacia el bando gibelino, fraguando la boda de su sobrino Ramón Berenguer III de Provenza con una princesa de dicha facción. Concertó un encuentro con Federico Barbarroja, el cual le había cedido —al sobrino— los derechos sobre Provenza, pero murió de camino a Turín, el 6 de agosto de 1162, en el burgo de San Dalmacio de Génova —y no en Dalmau de Gerona como aseguraban algunas fuentes incorrectamente—.[23][24]

Hizo declaración de sus últimas voluntades el 4 de agosto, dos días antes de morir, las cuales fueron transmitidas por quienes le asistieron en ese periodo y finalmente publicadas en la ciudad de Huesca el 11 de octubre del mismo año, en presencia de la reina Petronila y varios magnates aragoneses y catalanes, eclesiásticos y seglares.[23][25]

En dicho testamento nombra a su hijo Ramón o Alfonso (que por ambos nombres fue llamado desde su nacimiento).[26]​ Conde heredero universal de todos sus Estados y honores de Aragón, Barcelona y demás, excepto el Condado de Cerdaña, que da a su segundo hijo Pedro —nombre con el que era conocido Ramón Berenguer IV de Provenza—, junto con el señorío de Carcasona y otros dominios, con la condición de que Pedro rinda homenaje a su hermano Ramón (Alfonso II de Aragón), y detallando en qué orden tenían que heredarse los honores entre los hijos en caso de muerte de alguno o falta de ellos a la de heredar. Establecía que, de morir Alfonso sin descendencia, el trono pasase a Pedro. Si feneciere la vida de este sin posteridad, quien sería el heredero de los dominios de Ramón Berenguer IV sería Sancho, su hijo menor.[23]​ A su esposa la reina Petronila le dejó para manutención las villas y castillos de Besalú y Ribas.[23]​ Su capilla la deja a la iglesia de San Rufo de Lérida.[23]​ Finalmente, deja a sus hijos bajo la tutela de Dios y de Enrique, rey de Inglaterra, gran amigo suyo.[23]

En 1164 la reina Petronila hizo donación del Reino de Aragón a Alfonso, completando la unión de los dos territorios en la persona del hijo mayor de Berenguer, el futuro rey de Aragón y conde de Barcelona Alfonso II.[27]

Su cuerpo fue trasladado de Génova al Monasterio de Santa María de Ripoll donde fue enterrado, tal y como dispuso ya Berenguer en 1141, en la donación que hizo a dicho monasterio de la dominicatura de Mojón o Mollou.[28]

La Gesta Comitum Barcinonensium y otros textos antiguos dicen que el sarcófago estaba adornado y recubierto de muchas planchas de plata, que fueron saqueadas por los franceses en la invasión de junio de 1749, además de remover el cuerpo incorrupto y una espada muy larga que encontraron dentro.[28]​ Quedó solo el esqueleto íntegro del conde, dentro de una caja de madera,[28]​ y el epitafio fúnebre original,[29]​ conservado todo hasta 1835, cuando los indisciplinados migueletes de Isabel II de España pegaron fuego al monasterio y sacaron el cuerpo momificado de su tumba para «llamarlo a juicio» y «condenarlo» a la hoguera por haber propagado el cristianismo y combatir contra el islam.[30]​ En 1893, en el mismo año en que se trasladaron los restos se hizo un monumento conmemorativo que recordase por qué se llamó El Santo, así como recordar la cesión que le hicieron en 1140 las Órdenes militares del Santo Sepulcro, del Hospital y del Temple en Jerusalén del derecho que les perteneciera de poseer el reino de Aragón en virtud del testamento de Alfonso I el Batallador.[30]

En Ripoll habían sido enterrados hasta entonces varios Condes de Barcelona desde Wifredo el Velloso,[30]​ siendo Berenguer el último enterrado allí.[31]​ Su hijo Alfonso, teniendo que escoger ser enterrado en el mausoleo paterno en Ripoll, o ser enterrado en el mausoleo conyugal del Monasterio de Sijena, escogió el Monasterio de Poblet para no levantar suspicacias.[31]​ Su testamento específica que, en caso de haber conquistado Valencia en vida, debía ser enterrado en El Puig (Valencia), el cual ya había donado al monasterio de Poblet en febrero de 1176,[32]​ deseo expresado también por su hijo Pedro II de Aragón y muerto también sin cumplirlo.[32]

Del matrimonio con Petronila de Aragón tuvo a:

Tuvo también un hijo natural:




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