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Transporte en España



El transporte en España está caracterizado por una extensa red viaria, ferroviaria y de aeropuertos y puertos. El país tiene la red de vías rápidas –sumando autovías y autopistas– más larga de la Unión Europea y la tercera del mundo, solo por detrás de China y Estados Unidos.[1]​ La red ferroviaria se caracteriza por una gran interconexión entre los distintos modos de transporte –líneas urbanas, metropolitanas e interurbanas–, lo que le ha valido la consideración de ser uno de las mejores países con acceso al tren del mundo.[2][3]​ Referente en alta velocidad ferroviaria, posee la segunda red de alta velocidad más extensa del mundo, solo superada por la de China.[4]​ En el tráfico aéreo existen un total de 52 aeropuertos (un 90% de gestión pública) que movilizan a más de 200 millones de personas cada año. A esto se le suma una importante red de puertos en su costa, donde se encuentran los puertos de Valencia[5]​ (el 31.º en movilización de contenedores del mundo) y el de Algeciras (el número 32.º).

España se encuentra en una situación estratégica a nivel mundial, en el extremo meridional de Europa. Separada de África por uno de los pasos de navegación más frecuentados del mundo, el Estrecho de Gibraltar, que sirve de nexo entre el Océano Atlántico y el Mar Mediterráneo y del cual deriva gran parte del tráfico marítimo del Nuevo Mundo. En el tráfico aéreo los aeropuertos españoles representan un nexo obligado de gran parte del tráfico internacional hacia América Latina, África y el Arco Mediterráneo.

Se considera a España un país con unas infraestructuras y una red de transporte completa y que da apoyo a su sistema económico. Sin embargo también existe una corriente crítica que considera que la política de infraestructuras no ha sido equitativa, primando modos de transporte dedicados a las clases altas o al sector turístico, desfavoreciendo a aquellos sectores menos pudientes, como por ejemplo primar los aeropuertos y la alta velocidad frente a las líneas de metro, cercanías o autobuses interurbanos y la creación de sistemas tarifarios integrados.[6][7][8]​ A esto hay que añadir que no todas las infraestructuras construidas en España han resultado finalmente útiles, casos de aeropuertos fantasmas y autopistas de peaje en quiebra.[9]​ El desequilibro inversionista además ha llevado a analistas económicos internacionales a criticar que en España existen sectores del transporte donde no se ha invertido lo suficiente, como el transporte del agua y la energía.[10]

Se considera transporte aéreo al servicio cuyo fin sea el traslado de un lugar a otro de pasajeros o carga, mediante la utilización de una aeronave. Dentro del ámbito civil, el servicio de transporte aéreo puede ser regular y no regular, siendo estas ofrecido por las líneas aéreas que operan en el aeropuerto. Las líneas aéreas se caracterizan por estar sujetas a itinerarios, horarios y frecuencias, independientemente de la demanda que posean. Los servicios no regulares son también conocidos como vuelos chárter. Se prestan servicios de transporte de pasajeros y/o carga, conocidos en su conjunto como industria aerocomercial.

El rápido desarrollo del transporte aéreo, en consonancia con lo que ocurre en los países más avanzados de su entorno, es uno de los elementos más característicos de la evolución reciente del sistema español de transporte.

El espectacular crecimiento del tráfico aéreo de pasajeros en los últimos años, y en menor medida el de mercancías, resulta muy ilustrativo. El Ministerio de Fomento prevé incrementos aún superiores para la primera década del siglo XXI, lo que llevaría a corto plazo a duplicar la cifra actual de pasajeros.

La práctica totalidad de los principales aeropuertos españoles están sujetos a la ley de interés general, por lo que su titularidad es pública y corresponde al Ministerio de Fomento. Esta tarea se realiza a través del operador aeroportuario Aena, así como a través del ente público de control del espacio aéreo nacional ENAIRE.[11]

Aun así, existen aeropuertos menores cuya gestión corresponde a empresas privadas, como es el caso del Aeropuerto de Castellón-Costa Azahar. Algunos aeropuertos fueron cerrados o inhabilitados tras su apertura debido a su escasa afluencia. En la actualidad Aena cuenta con 48 aeropuertos activos con tráfico de pasajeros, a los que se unen otros 3 gestionados por otros operadores.[12]

En total, los aeropuertos españoles desplazaron en el año 2013 un total de 187.361.347 pasajeros. Los principales en volumen de viajeros fueron Madrid-Barajas (46.824.838), Barcelona-El Prat (39.711.237), Palma de Mallorca (23.745.023), Málaga-Costa del Sol (14.404.206), Gran Canaria (10.627.218) y Alicante-Elche (10.575.288).[13]

En cuanto a mercancías, en el mismo año el conjunto de los 37 aeropuertos españoles que tienen servicios de carga sumaron 627.330.375 kg de mercancías transportadas. En este servicio destacan Madrid-Barajas (381.594.780 kg), Barcelona-El Prat (117.219.382 kg), Zaragoza (85.741.369 kg), Vitoria (46.371.874 kg), Gran Canaria (18.800.101 kg), Valencia, (13.539.904 kg), Tenerife Norte (12.818.854 kg) y Palma de Mallorca (11.373.639 kg).[13]

En la actualidad en España operan aerolíneas procedentes de multitud de países del mundo, aunque la mayoría de vuelos suelen estar operados por aerolíneas españolas y europeas. En cuanto a los destinos, existen vuelos con destino a todo el mundo, pero los principales nodos de conexión del país por medio aéreo son el resto de Europa y Latinoamérica. En este último caso, España destaca como el mayor punto de conexión entre el sur de América y Europa debido a los fuertes lazos de unión e intereses comerciales comunes entre ambas regiones.[14]

En 2017, España contaba con 12 aerolíneas comerciales para transporte de pasajeros. A estas se suman algunas más que realizan vuelos de cargo, así como servicios de vuelo charter privado. En dicho año, las aerolíneas comerciales de viajeros que operaban en España eran las siguientes:

España cuenta con una amplia red de puertos a lo largo de su geografía, así como diversas líneas de transporte marítimo tanto de pasajeros como de mercancías, aunque su potencial económico destaca principalmente en esto último. España está situada como la tercera potencia de la Unión Europea en transporte de mercancías por vía portuaria y la número once a nivel mundial, ya que cuenta con dos de los diez puertos de mercancías más importantes del continente: el puerto de Algeciras y el de Valencia.[15]

El transporte marítimo es la vía de importación y exportación principal de mercancías en el país, contando en 2016 con un 74% de cuota sobre el total de mercancías. En dicha actividad, los principales puertos en 2017 eran, en la costa mediterránea el Puerto de Algeciras, el Puerto de Valencia y el Puerto de Barcelona. En la costa atlántica los puertos con mayor actividad comercial fueron el Puerto de Bilbao y el Puerto de Las Palmas.[16]

En cuanto a transporte de viajeros, los puertos españoles destacan por el transporte en ferry (en especial entre la península y los territorios insulares de Baleares y Canarias, y entre la península y el Puerto de Melilla y el Puerto de Ceuta), así como por una gran afluencia de cruceros y embarcaciones turísticas de gran tamaño. La orden ministerial FOM/2554/2006, de 27 de julio y FOM/2427/2012, de 29 de octubre regulan bonificaciones al transporte marítimo para los residentes en las comunidades autónomas insulares, así como en las ciudades de Ceuta y Melilla.[17]

España cuenta con 46 puertos de titularidad pública amparados bajo la ley de interés general. Dichos puertos son gestionados a través de 28 autoridades portuarias coordinadas y gestionadas por el ente público estatal Puertos del Estado, que depende directamente del Ministerio de Fomento. Los puertos se encuentran distribuidos entre las 30 provincias marítimas en las que se divide el litoral español.

El puerto con mayor tránsito de pasajeros en 2007 fue el de Palma de Mallorca, con 5.926.000 pasajeros, seguido de Algeciras, con 5.225.00 pasajeros y de Santa Cruz de Tenerife, con 4.954.000. En cuanto a cruceros, el Puerto de Barcelona es el mayor puerto de España en cuestión de cruceros y similares (barcazas, y otras embarcaciones de gran tamaño) y el cuarto a nivel mundial, seguido por el puerto de Santa Cruz de Tenerife.[18]​ El número total de pasajeros en los puertos españoles durante 2005 fue de 30.204.000 pasajeros.

En mercancías, en el año 2007 los puertos Españoles movieron 480.787.000 toneladas de mercancías. El de Algeciras fue el principal, con 69.279.000 toneladas, seguido de Valencia (53.254.000), Barcelona (50.055.000), Bilbao (38.423.000), Tarragona (35.956.000), Las Palmas de Gran Canaria (25.402.000), Cartagena (23.934.000), Huelva (21.783.000), Avilés (20.531.000), Santa Cruz de Tenerife (18.750.000), Palma de Mallorca (14.416.000), La Coruña (13.877.000), Castellón (13.087.000), Ferrol (11.039.000), Almería y Motril-Granada (9.466.000), Bahía de Cádiz (7.143.000), Málaga (6.251.000), Santander (6.187.000), Vigo (5.030.000), Sevilla (4.718.000), Alicante (3.598.000), Ceuta (2.082.000), Marín-Pontevedra (1.908.000) y Melilla (803.000).[19]

La red de carreteras de España está constituida por el conjunto de vías destinadas a la movilidad mediante el uso de vehículos. Están gestionadas en su titularidad por administraciones públicas, repartiéndose su gestión entre el Gobierno de España (Red de Carreteras del Estado), los gobiernos autonómicos y las diputaciones y ayuntamientos. En 2014, la red contaba con un total de 1 165 361 km, de los cuales 26 073 km están gestionados por la Administración Central y acogían el 50,9 % del tráfico total y el 62,5 % del tráfico pesado. Las diferentes redes de carreteras autonómicas gestionaban 71 145 km y el 43,3% del tráfico, mientras que las diputaciones poseían a su cargo 68 143 km (5,8 % restante). Además, los ayuntamientos tienen a su cargo 489 698 km de los cuales 361 517 km son vías urbanas.[20]

La totalidad de la red española de carreteras está integrada en la Red de Carreteras Europeas, un sistema creado por la Unión Europea que persigue la unificación y normalización de todas las carreteras de los países miembro. Así, las carreteras españolas, además de su denominación propia, poseen una segunda nomenclatura europea, que se rótula en color verde lima bajo el esquema E-XX y que identifica de manera única a cada vía dentro del sistema transnacional del continente. Así, por ejemplo, la autovía A-62 también se denomina E-80 dentro del sistema europeo.

En transporte de viajeros, la movilidad en carretera era el medio más utilizado por los viajeros españoles para desplazarse, con una gran diferencia por encima del resto de medios. En 2014, el 90 % del total de viajeros por kilómetro recorrido en España utilizó algún medio de transporte por carretera.[21]

Históricamente, la red de carreteras española se creó siguiendo un esquema radial con centro en la ciudad de Madrid. Esto se llevó a cabo por dos motivos: por una parte, debido a que la ciudad ostenta la capitalidad del país, y por otra parte, ya que al estar situada la ciudad en el centro geográfico de la península, se facilitaban las comunicaciones entre toda la periferia. Desde finales del siglo XX, los cambios de población y el avance económico de otras zonas ha conllevado que las administraciones vayan sustituyendo este modelo, creando nuevas vías transversales y constituyendo así un esquema en forma de malla.

Las históricas vías radiales reciben el nombre de «carreteras nacionales», rotuladas en rojo bajo la nomenclatura N-XX. Estas han ido siendo sustituidas paulatinamente en favor de nuevas autovías y autopistas, rotuladas en color azul bajo la nomenclatura A-XX y AP-XX. Así, muchas de las vías de gran capacidad son desdoblamientos de carreteras nacionales. Las red principal de autopistas y autovías es parte de la Red de Carreteras del Estado (RCE), gestionada por la Dirección General de Carreteras del Ministerio de Fomento,[22]​ o en el caso de ser una autopista de peaje, por la empresa concesionaria, con arreglo al contrato firmado. En entornos urbanos, algunos tramos de las autovías están gestionadas por los gobiernos autonómicos.

A 31 de diciembre de 2015 la red de vías de alta capacidad estaba compuesta por 17 021 km, lo que supone el 10 % del total de carreteras de España, convirtiéndose así en el tercer país del mundo tras Estados Unidos y China por número de kilómetros. Esto también convierte a España en el país de Europa con mayor longitud absoluta de este tipo de vías. El segundo es Alemania con 12.879 km y Francia el tercero con 11.465 km.[23]

Para ser considerada una vía como autopista o autovía, debe reunir las siguientes características:

La red secundaria de carreteras de España está formada por el conjunto de las carreteras de titularidad autonómica (Red Autonómica dependiente de la Comunidad Autónoma), provincial (Red Provincial dependiente de las Diputaciones Provinciales) y municipal. En 2007 había 170 000 km de carretera de este tipo en todo el país.

En España y en el ámbito de sus respectivas competencias, cada comunidad autónoma organiza la red de carreteras que discurre por su territorio (Red Autonómica, Red Provincial y Red Municipal) de acuerdo con sus respectivas leyes de carreteras, con excepción de la Red de Carreteras del Estado, que depende del Ministerio de Fomento y se rige por la Ley 37/2015, de Carreteras[24]​ del Estado.

Su nomenclatura está constituida por un código de una, dos o tres letras acordes al nombre del territorio seguido de un número. Así, por ejemplo, las carreteras de la red catalana se denominan C-XXX, mientras que las de Extremadura quedarían identificadas como EX-XXX. El código de colores está normalizado por el Reglamento General de Circulación. Así, las autopistas autonómicas, al igual que las estatales deben rotularse en azul, las carreteras de primer nivel (autonómicas) en naranja, las carreteras de segundo nivel (comarcales) en verde y las carreteras de tercer nivel (locales) en amarillo.

Las líneas de transporte regular de viajeros es un negocio regulado de titularidad pública en la que las distintas autoridades permiten a diversas empresas explotar comercialmente los recorridos sometidas a régimen de concesión. La titularidad de cada una de las líneas depende de su ámbito territorial: Los recorridos que transcurran por el interior de una Comunidad Autónoma son concesión del gobierno autonómico. En cambio, las que discurran por más de una Comunidad, son competencia del Gobierno Central. Sin embargo, hay excepciones, existiendo concesiones autonómicas que sobrepasan el límite autonómico. Así, cada administración es la encargada de designar a una empresa concreta para cubrir cada recorrido durante el tiempo pactado en cada concesión.

En el año 2015 hubo aproximadamente un volumen total de 5.385.793.739 de viajeros por kilómetro recorrido en líneas regulares de largo recorrido de transporte colectivo en autobús, según los datos ofrecidos por el Ministerio de Fomento.[25]

España cuenta con un gran número de estaciones de autobús. Todas las capitales de provincia cuentan con al menos una estación para este tipo de transporte colectivo, así como la mayor parte de municipios de más de 100 000 habitantes. En términos de volumen de viajeros, el operador Alsa es la compañía con mayor número de pasajeros y líneas en concesión del país.[26]

En un gran número de ciudades españolas es habitual encontrar sistemas de autobús urbano que permiten la movilidad urbana de sus ciudadanos. Dichos servicios son de titularidad municipal, aunque su explotación depende de cada municipio. Mientras que en algunos el consistorio es el encargado de explotar el servicio público, en otras ciudades se gestiona de manera indirecta mediante concesiones a operadores privados. El autobús es el medio de transporte urbano más utilizado en todas las grandes áreas metropolitanas españolas, seguido de cerca por el transporte metropolitano en ferrocarril.

Por su parte, en las áreas metropolitanas se han establecido Consorcios de Transporte, que agrupan a las administraciones titulares y en ocasiones, a los operadores. Son entidades que asumen las competencias de los órganos públicos que integran el consorcio. Algunos Consorcios abarcan el territorio completo de la Comunidad Autónoma (como Madrid y Asturias), mientras que en otros se limitan a las áreas metropolitanas (siendo el caso de los Consorcios de Andalucía), de tal manera que las líneas que sobrepasan el ámbito metropolitano son competencia autonómica.[27]

La red ferroviaria española es el conjunto de vías de ferrocarril del país. En 2015, España contaba con la séptima red ferroviaria europea en longitud, con 15 900 km construidos. Dicha red está compuesta por tres tipos de ancho fundamentalmente: ancho internacional, ancho ibérico y ancho métrico. La red española es de titularidad pública y su gestión corresponde a diferentes instituciones: La mayor parte de las líneas de larga y media distancia están integradas en la Red Ferroviaria de Interés General (RFIG), propiedad del Ministerio de Fomento y gestionada a través de Adif. Así mismo, existen determinados tramos propiedad de los distintos gobiernos autonómicos, así como líneas de ferrocarril metropolitano o local que son titularidad de los ayuntamientos correspondientes.[28]

Hasta la década de 1990, la red ferroviaria española ha sido en gran parte de ancho ibérico (1 668 mm). Esto tradicionalmente ha sido un obstáculo para el desarrollo y la eficacia del ferrocarril en el país, en especial para el transporte de mercancías, debido a la diferencia de ancho con Francia y otros países europeos.[29]​ Con la construcción de la línea de alta velocidad Madrid-Sevilla se decide adoptar por primera vez el ancho estándar (1 435 mm), el cual se utiliza desde entonces en casi todas las vías de alta velocidad desarrolladas hasta entonces.[30]

Renfe Operadora es un operador ferroviario público dependiente del Ministerio de Fomento. Es la compañía más importante del país en transporte de pasajeros y el único con licencia para explotar comercialmente la Red Ferroviaria de Interés General de Adif. Renfe ofrece servicios regulares de larga, media y corta distancia, tanto de alta velocidad como de velocidad convencional. En el transporte de mercancías existen otras nueve empresas privadas además de Renfe Mercancías, filial del operador público.[31]

En la actualidad coexisten hasta 6 anchos de vía distintos en la red ferroviaria de España. Esto se remonta a los orígenes del ferrocarril en la península ibérica en 1844, en el que varios ingenieros prepararon un informe, conocido como informe Subercasse, para la viabilidad de su construcción. En él se recomendaba que el ancho de vía fuese de 6 pies castellanos (1.672 mm aproximadamente). Esto permitiría disponer de locomotoras de vapor con una caldera de mayor tamaño que tuviese potencia suficiente para enfrentarse a la difícil orografía española. [32]

Aunque al poco tiempo se descartó que el razonamiento sobre la potencia de las locomotoras fuese válido y en la mayoría de los ferrocarriles europeos ya se establecían los 1.435 mm estándar, la Ley General de Ferrocarriles de 1855 mantuvo la medida, sin embargo, este ancho terminó solo por aplicarse en la Línea 1 del Metro de Barcelona. En 1955 se firmó un acuerdo entre RENFE y Caminhos de Ferro Portugueses para establecer el ancho ibérico en 1.668mm. Esta decisión acabó demostrándose como un error que ha lastrado históricamente la expansión internacional del ferrocarril en España y ha mermado la capacidad del tren para el transporte de mercancías entre la península y el resto de Europa.[32]

En la última década del siglo XX se introdujo en España el ancho estándar empezando por la línea de Alta Velocidad a Sevilla (N.A.F.A., inaugurada en 1992), y éste ancho se adoptó para todas las líneas semejantes que se hicieran en el futuro. Sin embargo este plan adquirió una dimensión mucho más ambiciosa al comenzar la octava legislatura en 2005, cuando el Ministerio de Fomento elaboró un estudio, denominado Plan Estratégico de Infraestructuras y Transporte con el que se pretendió sentar las bases para la adaptación de toda la red convencional nacional al ancho estándar, sin exclusión de ninguna comunidad autónoma.[33]

Con estas medidas, el Gobierno de España busca asegurar la interoperabilidad con el resto de la red ferroviaria europea e incrementar el transporte de mercancías con los países del continente. Sin embargo, dada la magnitud del desembolso que la aplicación de estas medidas suponen para el erario público, se estima que la transformación de la red solo será posible en el largo plazo.[34]

La alta velocidad en España se compone de cinco corredores principales de alta velocidad y múltiples líneas que conectan con ellos. Todos ellos a su vez se integran en sus respectivos corredores europeos, integrados en red básica de la Red transeuropea de transporte (TEN-T). La práctica totalidad de la red de alta velocidad (así como todas las líneas planificadas o en construcción) es de ancho de vía estándar. Con 3 410 km en servicio, se trata de la red de alta velocidad más extensa de Europa y la segunda en todo el mundo, solo por detrás de China.[35]

Todas las líneas de alta velocidad están recogidas en la Red de Interés General y son operadas por Adif Alta Velocidad, un ente público empresarial del Ministerio de Fomento encargado de la gestión de estas líneas. inguno de los corredores se encuentra totalmente finalizado, todos ellos cuentan con parte de las líneas que lo forman en servicio o en construcción. A continuación se listan todos ellos:[36]

Renfe es el principal operador autorizado para operar de alta velocidad en España. El operador público ofrece sus servicios de alta velocidad a través de tres marcas diferenciadas: Alvia, Avant y AVE. Los trayectos internacionales con Francia los opera Renfe-SNCF en Cooperación, una empresa conjunta creada a partes iguales por Renfe y SNCF.

El AVE (Alta Velocidad Española) es la marca más popular de Renfe. Bajo esta denominación la compañía ofrece sus servicios de larga distancia en alta velocidad (hasta 300km/h). Los Alvia son servicios mixtos capaces de circular por vías convencionales y de alta velocidad al mismo tiempo y se utilizan para acortar los tiempos de viaje en trayectos que aún no cuentan con vías de este tipo en todo el recorrido. Avant es el nombre que reciben los servicios de Renfe para media distancia en alta velocidad.

Adif denomina líneas convencionales a todos aquellos tramos de la Red de Interés General que no son aptos para la alta velocidad. De ellos, 10 509,7 kilómetros son de ancho ibérico y 118 de ancho mixto (combinación de ibérico y estándar). Las principales líneas de este conjunto admiten en general velocidades de entre 160 y 220km/h.[37]​ La mayor parte de las líneas se encuentran integradas en la Red Transeuropea de Ferrocarril Convencional.

Además de la RDIG, existen líneas de titularidad autonómica o derivaciones particulares. Esto incluye todas las líneas de vía ancha a excepción de las líneas Barcelona-Vallés y Lérida-Puebla de Segur, de carácter regional y pertenecientes a FGC, y todas las de vía estrecha a excepción de las transferidas a Cataluña, País Vasco, Comunidad Valenciana y Baleares.

En servicios de pasajeros, Renfe es el principal operador ferroviario de esta red con servicios de larga distancia diurnos bajo las marcas Intercity y Euromed y nocturnos bajo la marca Trenhotel. En mercancías trabajan en esta red tanto Renfe Mercancías y sus filiales como otros operadores privados.

Renfe también junto a Comboios de Portugal la línea nocturna Lusitania, [38]​ que une las ciudades de Lisboa y Madrid.

Regionales Renfe

Regionales Feve

Cercanías Renfe

Cercanías Feve

(en miles de t)

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