Por los siete varones apostólicos son conocidos siete clérigos cristianos ordenados en Roma por los apóstoles (discípulos del apóstol Santiago el Mayor pero designados por San Pablo y San Pedro) que marcharon a Hispania a evangelizar: Torcuato, Tesifonte, Indalecio, Segundo, Eufrasio, Cecilio y Hesiquio o Isicio.
Según unos manuscritos del siglo X, que transmiten información más antigua (del siglo VIII o del siglo IX), los siete varones apostólicos llegaron a Acci (Guadix) cuando se estaban celebrando las fiestas paganas de Júpiter, Mercurio y Juno y los paganos les persiguieron hasta el río, pero el puente se partió milagrosamente y los siete varones apostólicos quedaron salvos. Una noble mujer llamada Luparia se interesó por ellos y los escondió, y se convirtió al Cristianismo después de haber levantado un altar a San Juan Bautista. A continuación los varones apostólicos se separaron para dar noticia del Cristianismo por distintas regiones de la Bética: Torcuato permaneció en Acci (Guadix), Tesifonte marchó a Vergi (Berja), Hesiquio a Carcere (Cazorla o Cieza), Indalecio a Urci (Pechina), Segundo a Abula (Abla, según otros Ávila), Eufrasio a Iliturgi (Andújar) y Cecilio a Iliberri (Iliberris o Elvira, la actual Granada). La identificación de esas localidades es muy insegura: según otras fuentes Carcere o Carcesi es Cieza (Murcia), Urci es Torre de Villaricos e Iliturgis es Cuevas de Lituergo; según una tradición abulense, Abula sería Ávila, y San Segundo su primer obispo (actualmente, su santo patrón).
Francisco Márquez Villanueva entre otros documenta que un autor del siglo IX fundió esta tradición con la de Santiago Apóstol en la Translatio S. Iacobi in Hispaniam. Según este, siete discípulos de Santiago trajeron su cuerpo a Hispania después de su martirio desde Jerusalén y tuvieron que refugiarse en una fuente protegida por una cripta porque eran perseguidos por el rey; cuando entraron para prenderlos la cripta se derrumbó y el rey y los suyos perecieron. Una mujer, también llamada Luparia, se convirtió al Cristianismo y mandó colocar el cuerpo de Santiago en un edificio que previamente había estado consagrado a ídolos paganos; esta tradición cuenta también que tres de estos discípulos, Torcuato, Atanasio y Tesifonte, fueron enterrados junto al apóstol. También habla sobre los siete varones apostólicos el escritor dominico del siglo XIII Rodrigo de Cerrato.
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