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William Randolph Hearst



William Randolph Hearst (San Francisco, 29 de abril de 1863 - Beverly Hills, 14 de agosto de 1951) fue un periodista, editor, publicista, empresario, inversionista, político y magnate de la prensa y los medios estadounidenses, que emergió como uno de los más poderosos personajes de la escena política y empresarial de dicho país.

Hearst consolidó uno de los más grandes imperios empresariales de la historia, llegando a poseer en su epítome un total de 28 periódicos de circulación nacional, entre ellos Los Angeles Examiner, The Boston American, The Atlanta Georgian, The Chicago Examiner, The Detroit Times, The Seattle Post-Intelligencer, The Washington Times, The Washington Herald y su periódico principal The San Francisco Examiner, además de diversificarse con la posesión de empresas editoriales, compañías y emisoras de radio, así como revistas, tal es el caso de Cosmopolitan, Town and Country y Harper's Bazaar, entre muchas otras.

Ampliamente conocido por usar los medios como auténticos instrumentos políticos, además de ser el más afamado de los promotores de la prensa amarilla, se valió de generar escándalos y de la manipulación mediática para lograr que sus intereses comerciales y políticos se viesen beneficiados; siendo los casos más reseñables su intervención para que la Guerra hispano-estadounidense aconteciera y sus periódicos fuesen los que obtuvieran las primicias, así como la campaña que realizó en contra de la Revolución Mexicana, primero para mantener el régimen de Porfirio Díaz y luego el de Victoriano Huerta; ello debido a la inmensa cantidad de propiedades y haciendas de su propiedad en territorio mexicano, que se habrían visto en riesgo con la revolución.

Deseoso de consagrarse en el campo político, Hearst trató de alcanzar varios cargos públicos, valiéndose de todas las herramientas de las que dispuso. Tuvo éxito en ser electo por el Partido Demócrata, como miembro de la Cámara de Representantes del Congreso de los Estados Unidos, para el periodo 1903-1905 y luego consiguió reelegirse para el consiguiente periodo de 1905-1907; pero falló posteriormente en su intento de convertirse en Alcalde de Nueva York y luego fracasó otra vez, en esta ocasión en su aspiración a ser gobernador del Estado de Nueva York. En lo sucesivo no interferiría directamente en la política, aunque sí mantendría injerencia en la misma.

La historia de Hearst, llena de ambiciones, extravagancias y acciones tan despóticas como arbitrarias, sería llevada a la gran pantalla por Orson Welles con la afamada película Ciudadano Kane. El propio Hearst trató de evitar que fuese lanzada al público, lo que ocasionó que la cinta no lograse obtener un buen resultado en las taquillas. No obstante, la película conseguiría ganar un Óscar y a la larga sería considerada como una de las más extraordinarias obras del séptimo arte.

Inspirado por el trabajo de Joseph Pulitzer, fue inventor de la prensa amarilla o sensacionalista, un periodismo que mezcla titulares incendiarios, alejados de la neutralidad y rigor periodístico, con noticias de interés humano. El único objetivo de este tipo de periodismo es vender el mayor número de ejemplares posible sin tener en cuenta la veracidad u objetividad de lo que se publica. Su influencia en su época fue casi mítica gracias a poseer un enorme imperio periodístico, formado a base de talonario, del que formaban parte los mejores periodistas de la época como profesionales de la talla de Jack London.

Hearst es recordado particularmente por el incidente de la guerra de Cuba de 1898. Una escalada creciente de tensión surgió entre España y los Estados Unidos a causa de la situación de Cuba, en ese momento una colonia perteneciente a España. Esta tensión diplomática fue alimentada por Hearst, según muchos con el único objetivo de vender periódicos, si bien según la posterior película de Orson Welles la guerra facilitó el anhelado dominio estadounidense del Canal de Panamá, de gran valor estratégico.

Cuando, en medio de la guerra de Cuba (1898), el acorazado estadounidense Maine explotó en el puerto de La Habana (Cuba), fue Hearst quien señaló a España como culpable de un supuesto sabotaje e instó al por aquel entonces presidente estadounidense William McKinley a iniciar una guerra contra los españoles, algo que el gobierno no tenía en mente. La guerra facilitó a Estados Unidos el dominio del Canal de Panamá y de las últimas colonias españolas de ultramar.

Sus opiniones, manifestadas a través de sus periódicos, fueron controvertidas. Fue acusado de xenófobo, de pronazi y partidario de la caza de brujas. Algunos, además, apuntan a que instó al asesinato del presidente meses antes de que fuera asesinado McKinley. Una de sus máximas más conocidas era «I make news» («Yo hago las noticias»), dando a entender que alteraba la noticia para que fuera más escandalosa.

Hearst también tuvo gran importancia en el desarrollo de la historieta moderna, gracias a su astucia y visión comercial,[1]​que le condujo a arrebatar a su rival Joseph Pulitzer algunos de sus autores estrella como Richard Felton Outcault o George McManus, además de dar a conocer a James Swinnerton, Rudolph Dirks o Frederick Burr Opper. Incluso se le atribuyen decisiones creativas como el paso de la macroviñeta a la secuencia de ellas en The Yellow Kid o la idea de desarrollar The Katzenjammer Kids (1897) a partir de la historieta alemana Max y Moritz, de la que era un gran admirador.[2]​Otra de sus obras favoritas era Krazy Kat, que mantuvo en sus periódicos durante 20 años, a pesar de que nunca gozó de demasiada aceptación entre el gran público. Cuando en un movimiento contrario a los anteriores Dirks se trasladó del Journal al New York World en 1913, Hearst logró que su periódico conservase el derecho sobre el título de The Katzenjammer Kids tras dictamen del Tribunal Federal, eligiendo a H. H. Knerr como continuador de la serie. El magnate también impulsó la venta de las primeras recopilaciones de tiras y en 1914 fundó el Kings Feature Syndicate, la primera agencia para la distribución de las mismas. Para este empresario

Otra de las situaciones por las que alcanzó la fama fue por su afición desmedida por poseer cuantos más objetos posibles, llegando sus riquezas a ser portentosas. Adquirió compulsivamente palacios (construyó un castillo de 240.000 acres, San Simeon, en California) y obras de arte, muchas de las cuales nunca llegaban a salir de sus envoltorios. Sirva como ejemplo la compra del Monasterio Cisterciense de Santa María de Óvila, en Trillo (Guadalajara), que envió piedra a piedra a su país natal. El declive de su imperio supuso la venta de numerosas piezas; muchas de las cuales recalaron en el LACMA de Los Ángeles. En 2008, este museo reunió parte de estas obras en una exposición sobre el magnate. Otras obras que le pertenecieron han regresado a Europa; así, la escultura La Madonna Czernazai pasó al Museo Lázaro Galdiano de Madrid y la llamada Armadura Avant (la armadura completa más antigua del mundo, de 1440) se conserva en Glasgow, en el Museo Kelvingrove.

Hearst ocupó una posición en la Cámara de Representantes estadounidense. Conocida es también su apasionada historia de amor con la bella actriz Marion Davies, a la que hizo benefactora de sus caprichos y trató de promocionar en el cine. De hecho, la leyenda urbana cuenta que en una fiesta privada en su yate encontró a Marion besándose con Charles Chaplin, le disparó a este y, por error, mató a Thomas Harper Ince (justo en el día de su cumpleaños, de ahí la fiesta), ocultando el incidente astutamente sin que las autoridades supieran nada del asunto.

Tanto hervidero alrededor de este hombre cuyo control parecía desbordarse tenía que estallar, y Orson Welles, un joven y prometedor cineasta, tuvo la idea de hacer una película sobre este personaje basado en su mal connotado perfil y opinión pública (en principio, la idea era de hacerlo sobre Howard Hughes, pero Hearst superaba con creces a Hughes), escribiendo entonces el guion en colaboración con Herman J. Mankiewicz.

De hecho, el guion es una réplica de la vida de Hearst, apenas disimulada (la palabra «Rosebud», que sirve de hilo conductor de toda la narración, es el apodo con el que Hearst llamaba a cierta parte íntima de Marion). La película se llamó Ciudadano Kane y Hearst, sabiendo que era acerca de su persona, hizo todo el esfuerzo posible por impedir que se estrenara, pero la Gran Depresión afectó seriamente sus negocios y eso mermó en gran medida su portentoso poder.

Ciudadano Kane, estrenada en 1941, está considerada por la crítica como una de las mejores películas de todos los tiempos, aunque más por sus innovaciones técnicas que por el guion (que, sin embargo, recibió el único Óscar de la película). El telefilme RKO 281 describe toda la difícil evolución de la película y cómo esta consiguió salir adelante. Gracias a este film se puede desvelar la naturaleza de la personalidad de Hearst.

Hearst fue el primero en demostrar que la prensa podía ser un terrible cuarto poder al que había que tener en cuenta en la política y en los negocios. Además, su figura como millonario comprador compulsivo ha servido de ejemplo (como, por ejemplo, en Ética para Amador de Fernando Savater) de cómo el dinero no proporciona la felicidad.[4]



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