Bernardo Prudencio Berro cumple los años el 28 de abril.
Bernardo Prudencio Berro nació el día 28 de abril de 1803.
La edad actual es 221 años. Bernardo Prudencio Berro cumplió 221 años el 28 de abril de este año.
Bernardo Prudencio Berro es del signo de Tauro.
Bernardo Prudencio Berro nació en Montevideo.
Bernardo Prudencio Berro Larrañaga (Montevideo, 28 de abril de 1803 - 19 de febrero de 1868) fue un político y escritor uruguayo, miembro del Partido Nacional y Presidente de la República entre 1860 y 1864.
Era un hombre vinculado por su origen a una familia de comerciantes españoles, de origen vasco, de temprana actuación política. Su padre, Pedro Francisco Berro Etchebarne, natural de Uztárroz, había sido integrante de la Junta de Montevideo y de la Asamblea Constituyente de 1828 a 1829. Su madre fue Juana María Josefa Larrañaga Piriz.
Ejerció como diputado por el departamento de Maldonado entre 1837 y 1838, durante la III Legislatura de la Cámara de Representantes de Uruguay.
Fue ministro de Gobierno (1845-1851) de Oribe durante el Gobierno del Cerrito, miembro de su Tribunal Supremo y una de las figuras más destacadas de aquella administración. Estaba casado con Práxedes Bustamante del Puerto.
Desde por lo menos 1847, se había manifestado partidario de lo que la historiografía uruguaya conoce con el nombre de política de fusión, denominación que compete al proyecto de abolición de las divisas y vigencia integral de la Constitución de 1830, como forma de desplazar a los caudillos del poder político y la dirección de los asuntos de estado, hecho notorio durante la llamada Guerra Grande, por entonces en curso.
Durante la administración de Juan Francisco Giró (1852 - 1853), de quien fue su estrecho colaborador, fue Ministro de Gobierno nuevamente y también de Relaciones Exteriores, y objeto principal de los ataques de la oposición, que terminaría derrocando a aquel gobierno en septiembre de 1853.
Fue elegido Presidente de la República el 1 de marzo de 1860 por la Asamblea General para el período constitucional 1860-1864, desempeñando íntegramente sus cuatro años de mandato, durante los cuales hubo de enfrentar nuevamente la oposición a aquellos principios políticos. Una de sus primeras medidas fue, precisamente, la prohibición del uso público de las divisas y la penalización severa de los infractores.
Influido por el modelo democrático conservador estadounidense, el que encomió en varios artículos de carácter político, Berro fue quizás uno de los primeros presidentes del Uruguay que intentó lograr la viabilización administrativa del Estado, para lo cual dictó una serie de medidas que encontraron oposición incluso en los elementos más afines a él dentro de su gobierno.
De origen acomodado y de costumbres y hábitos patricios, Bernardo Berro era, sin embargo, un individuo de una llamativa sencillez. Habitaba generalmente su quinta en el partido (hoy barrio montevideano) de Manga, a unos 15 kilómetros del centro de Montevideo, y trabajaba él mismo la tierra, lo que provocaba la sorpresa y el repudio de una élite aristocratizante que no concebía semejantes actitudes en un individuo de su cargo y de su clase.
Hubo de enfrentar, desde 1863, la insurrección antifusionista y luego, de hecho, colorada, de Venancio Flores, la cual, al final de su mandato, el 1 de marzo de 1864, no había podido sofocar, entre otras cosas por la defección de algunos de sus colaboradores más inmediatos, como Andrés Lamas, que se pasaron abiertamente del lado del rebelde. Las desavenencias con sus generales también fueron causa adicional de la inacción militar de su gobierno.
Durante su gobierno se produjo una gran recuperación económica del país, hecho que se explica fundamentalmente por tres factores: el crecimiento del comercio y de los comerciantes como grupo socioeconómico dominante en la ciudad; la revolución del lanar y el reforzamiento económico y político de los estancieros; y el ingreso de capital extranjero, fundamentalmente británico.
El aumento del comercio exterior, tanto de importaciones como de exportaciones, se produjo por una serie de causas. En primer lugar, el crecimiento de la población nacional produjo un aumento de la demanda y por lo tanto amplió la importación. En segundo lugar, por la incorporación de la lana como producto exportable del país. En tercer término, debe señalarse la enorme incidencia que tuvo la guerra del Paraguay (véase Guerra de la Triple Alianza) (hecho que ocurre una vez fuera del poder Berro) en la multiplicación de las actividades comerciales y financieras. Todo esto, sumado al establecimiento en el país de paz interna, condujo a la prosperidad y al crecimiento económico.
La revolución del lanar (nombre que otorga la historiografía uruguaya a la introducción del capitalismo agrario desde 1850), que significó la primera modificación de la producción del Uruguay desde los tiempos de la colonia, fue una forma de modernización, porque permitió al país ingresar a mejores niveles de exportación económica.
El ovino impulsó la tecnificación del agro (baños, bretes, alambrados) y demandó mano de obra especializada. La buena calidad de la lana amplió los mercados exteriores del país. Acentuó su dependencia pero diversificó los productos exportables y los mercados de consumo, distribuyendo esa dependencia entre varios centros económicos mundiales.
La primera causa de la expansión de la lana fue la fuerte demanda europea, a partir sobre todo del cambio de fibra que las industrias textiles inglesas habían comenzado desde hacía unos años. Los países europeos no podían cubrir toda la demanda de la industria textil, por lo que recurrir a los lugares donde se producía lana de buena calidad y barata fue una prioridad para los industriales europeos.
Durante la década de 1860, otro hecho que favoreció al Uruguay fue la Guerra de Secesión de Estados Unidos, que anuló el envío de algodón estadounidense a Europa. Desprovista de una de las dos fibras textiles que alimentaban su industria, Europa tuvo que volcarse necesariamente a la compra de lana en mucho mayor cantidad que hasta ese momento.
En tercer lugar, una causa interna llevó a los estancieros criollos a acercarse a la lana, y fue que la abundancia del ganado vacuno había llevado a que de él solo se valorara el cuero. La crisis vacuna por un lado y el hecho de que el ovino complementara, sin sustituirlo, al vacuno, tanto en el consumo de los pastos como en las eventualidades comerciales, hizo que su explotación se generalizara en toda la República.
La consecuencia del proceso de diversificación, desde un punto de vista social, fue la repoblación del campo y de la estancia, ya que para el cuidado de la oveja se necesita mucha más mano de obra que para el vacuno. Además, se sedentarizó a la población rural, porque el pastor debía permanecer en un puesto fijo. De esta manera se restó gente dispuesta a acompañar las incesantes revoluciones, fortaleciendo una clase media rural y facilitando el ascenso social.
Desde el punto de vista económico, el ovino significó el quiebre de la edad del cuero, lo cual representó la diversificación de los rubros exportables uruguayos. Al tasajo y a los cueros, había que sumar la lana, lo que a su vez produjo la diversificación de los mercados compradores. En esta diversificación y menor dependencia relativa de los centros industriales europeos, estuvieron los motivos de aquel periodo de prosperidad.
El 19 de febrero de 1868 los blancos se levantaron contra el gobierno.
Bernardo Berro fue apresado y llevado al Cabildo. El tiro que mata a Bernardo Berro se atribuye a Segundo Flores, uno de los hijos de Venancio.
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