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Calanda



Calanda es un municipio y localidad española de la provincia de Teruel, en la comunidad autónoma de Aragón. Ubicado en el Sistema Ibérico, pertenece a la comarca del Bajo Aragón. Cuenta con una población de 3822 habitantes (INE, 2020).

Su nombre actual se deriva del poblado celtíbero que se asentó sobre la población con el nombre de Kolenda.

La villa, situada a los pies del Sistema Ibérico, está regada por los ríos Guadalope y Guadalopillo. Su extensión es de 112.07 km².

Destaca el paisaje del embalse de Calanda, situado entre la Sierra de Peñas Blancas (conocida como Clocha ) y el Morrón o Tolocha, así como el frondoso pinar del Desierto de Calanda.

En cuanto a la climatología calandina, los veranos se consideran muy cálidos habiendo cambios bruscos entre el día y la noche. La media de máxima durante el día suele ser de 33ºC y la mínima de 14ºC, es típico que por las tardes haya algunas tormentas que en alguna ocasión descarguen piedra. Los inviernos, suelen ser muy fríos, con una temperatura máxima media de 12ºC y una mínima de -1ºC, suele haber alguna que otra nevada, pero también hay muchos días que te levantas con niebla y en algunas ocasiones permanece durante días, tienes que vigilar la carretera porque hiela más de un día. Las lluvias son escasas. Tienen una media anual de 350 a 400 mm; con distribución irregular: grandes períodos de sequía y otros, cortos, lluviosos. La temperatura máxima absoluta registrada en Calanda, desde que se tienen registros, es de 43,2ºC, el 29 de junio de 2019. Y la mínima de -7,3ºC.

Importante huella han dejado los distintos pueblos que habitaron las tierras de Calanda: además de los celtíberos, por aquí pasaron romanos, visigodos y árabes; el origen de la afición a tocar tambores y bombos viene de la época de las luchas con los árabes (siglo XII), ya que sirvieron para avisar de los ataques de éstos; posteriormente se utilizó como instrumento de celebraciones.

Con la invasión árabe se formó un núcleo de población alrededor de un castillo hoy deasparecido, separando la población cristiana de la mora.

La reconquista de Calanda tendría lugar en 1119 por Alfonso I El Batallador; pero la reconquista definitiva no se producirá hasta el bienio 1169-1170, bajo el reinado de Alfonso II.

Sin embargo, y pese a sus remotos orígenes, la fundación de la Calanda que llegaría a ser la actual tuvo lugar en 1360 con la concesión a la villa de su Carta de Puebla, quedando bajo el emblema de la Orden de Calatrava.

Los últimos moriscos de Calanda abandonaron ésta hacia 1610, dada la difícil convivencia entre cristianos y árabes.

El 29 de marzo de 1640, cuenta la leyenda que tuvo lugar en Calanda uno de los acontecimientos más singulares en la historia de la villa: el milagro obrado por la Virgen del Pilar, entre las diez y las once de la noche, en la persona de Miguel Pellicer, quien recuperó por intervención de la Virgen la pierna que le había sido amputada dos años y cinco meses antes.

El 2 de abril, cinco días después del milagro, Miguel Andreu, notario de Mazaleón, levantó acta notarial de "tan impresionante hecho". El acta original, con todo el protocolo de 1640, se conserva en el Archivo del Ayuntamiento de Zaragoza. El 25 de abril, Miguel Juan y sus padres llegaron a Zaragoza para dar gracias a la Virgen del Pilar. El Cabildo de Zaragoza remitió al Conde-Duque de Olivares la información del hecho para que, a su vez, la pusiera en conocimiento del rey Felipe IV.

Declararon en dicho proceso facultativos y sanitarios (5 personas), entre ellos el cirujano que le amputó la pierna, familiares y vecinos (5 personas), autoridades locales (4 personas), autoridades eclesiásticas (4 personas) y personajes diversos (6 personas, destacando a dos mesoneros de Samper de Calanda y de Zaragoza). La archidiócesis aragonesa reconoció el hecho como milagro el 27 de abril de 1641.

Vittorio Messori dedica el libro Il Miracolo (2008, Mondadori) al milagro de Calanda y a rebatir las críticas a su veracidad.

La rebelión estalló después de la convocatoria de Cortes del 20 de junio de 1833, cuando el pretendiente don Carlos, refugiado en Portugal, se negó a jurar lealtad a María Cristina de Borbón-Dos Sicilias. El 1 de octubre, apoyado por Miguel I de Portugal reivindicó su derecho al trono. En la práctica la rebelión empezó el día 2 en Talavera de la Reina cuando los voluntarios realistas locales proclamaron a Carlos rey de España y se iniciaron una serie de insurrecciones de guerrilleros, exmilitares y voluntarios, asumiendo en muchos casos el control del gobierno municipal. En Cataluña, la rebelión de Josep Galceran en Prats de Llusanés el 5 de octubre fue sofocada por el capitán general Llauder. En Morella, Rafael Ram de Víu y Pueyo proclamó rey a Carlos V el 13 de noviembre, pero ante la dificultad de defender la localidad frente al gobernador de Tortosa Manuel Bretón, que se dirigía ahí con 600 hombres y artillería,[1] evacuó la villa 9 de diciembre. Sus 1200 partidarios marcharon en dirección a Calanda mientras el coronel Linares se dirigía a Calanda para interceptar a los carlistas con 800 hombres y 27 jinetes.[3]​ El 6 de diciembre de 1833, al ver a los liberales, los carlistas de Ram de Víu que ocupaban la ermita de Santa Bárbara abrieron fuego y se retiraron a las trincheras montadas en Calanda. Esa fue la posición del grueso de las tropas carlistas, que recibieron un ataque frontal hasta que salieron en desbandada y fueron capturados por los liberales.[3]​ La localidadfue ocupada por fuerzas liberales el 10 de diciembre.[4]Ram de Víu escapó, dejando mujer e hijos en manos de los liberales, pero fue reconocido y capturado el 27 de diciembre en Manzanera. Fue juzgado y fusilado en Teruel el 12 de enero de 1834.[5]Manuel Carnicer asumió la jefatura militar del ejército carlista en el Bajo Aragón y el Maestrazgo[6]​ e intentó unir sus fuerzas con las que operaban en el Principado, extendiendo la revuelta en el valle del Segre y el Urgel.[7]​ Sin embargo, fracasó tras sufrir una severa derrota cerca de la población de Mayals.[7]

Producción de melocotón con denominación de origen; aceite de oliva con denominación de origen; aceitunas, tanto las verdes como las que por su maduración se convierten en negras; almendra y cereal; así como refractarios y otras industrias y servicios.

El melocotón tardío con Denominación de Origen llamado «Melocotón de Calanda» se cultiva de forma tradicional, caracterizándose por el proceso de embolsado previo a su maduración; es reconocible por su tamaño, un color amarillo uniforme y sin estrías, su exquisito aroma y un sabor dulce propio.

El aceite de oliva virgen extra de Calanda goza de la Denominación de Origen llamada Aceite del Bajo Aragón. Este aceite de categoría superior, obtenido directamente de las aceitunas y mediante procedimientos mecánicos, es de color amarillo dorado, sabor suave y agradable y con una acidez perfecta.

Tal y como informa Mosén Vicente Allanegui en sus Apuntes históricos sobre la Historia de Calanda, el escudo de la villa adquirió su forma definitiva en el año 1906, y para ello "adicionó a las armas nacionales la figura de calandria que hoy las acompaña y puso también en la punta del escudo las barras aragonesas". Y añade: "Respeto siembre los acuerdos de nuestras autoridades, pero como historiador debo hacer constar que el verdadero y primitivo escudo es un pino con una calandria y una corona encima. La corona como recuerdo de su antigua grandeza y el pino y la calandria como escudo que concedió D. Alfonso II al tomar esta villa a los moros, pues el lugar en donde se establecieron los ejércitos del mencionado rey era entonces un inmenso pinar poblado de calandrias de collar que todavía hoy existen en grandes bandadadas en la fuente del Carmen, ceiquetas y otros términos de nuestro monte lindante con el de Alcañiz".

Los restos arqueológicos más antiguos corresponden al Paleolítico y fueron encontrados por Manuel Sanz Martínez frente a la Cueva Corva. Entre los útiles, apareció un raspador de sílex, así como un hacha de mano, lo que deja prueba clara de que las tierras calandinas estaban ya habitadas hace unos 50.000 años.

Restos del Mesolítico y Neolítico aparecieron en la partida de Las Contiendas, entre ellos una punta de lanza bien tallada, un gran punzón, raspadores y fragmentos cerámicos. Estos hallazgos se enriquecieron cuando Sanz Martínez localizó el yacimiento arqueológico del Llano del Carmen.

De la época romana apenas había más referencias que las monedas encontradas en Castiel que coleccionó Mosén Vicente Allanegui.

Sin embargo, el momento culminante de la arqueología calandina tendría lugar en 1964 con el descubrimiento de un espectacular mosaico, hallado por Antonio Bielsa Alegre[11]​ en la partida de Albalate,[12]​ Quedó así confirmada la teoría de que Calanda fue una importante villa romana. Hoy el mosaico, junto a otros elementos, se encuentra en el Museo Provincial de Teruel, constituyendo su pieza más significada.

Dentro del conjunto provincial turolense, la primitiva cerámica calandina recupera una alfarería primitiva -sin el uso del torno y escasos útiles o herramientas, como una paleta y una media esfera con mango- que producía cántaros, cocios y tinajas. Heredera de la producción de los moriscos expulsados en el año 1610, y continuada por conversos o "cristianos nuevos". El traspaso provocó algunas alteraciones; así por ejemplo, algunos especialistas proponen que las líneas negras características de la cerámica morisca son el resto de las leyendas que en grafismos árabes reproducían invocaciones del tipo Ala akbar -"Alá es grande"-), que ya se quedaron en las tres rayas negras típicas.

La producción alfarera se concentraba en el barrio de Las Cantarerías. Los alfareros trabajaban en la planta baja de su casa, donde estaba el taller y el horno. El material característico era la arcilla roja.[13]

En 1995 fue fundada en Calanda una Escuela de Cerámica Virgen del Pilar, en un intento por recuperar el arte de ceramistas calandinos como Antonio Bondía y Pascual Labarías.

Del baile aragonés por excelencia, la jota, la de Calanda es una de las más complejas y antiguas, manifestándose por su popularidad como timbre de gloria de la jota del Bajo Aragón. Tal y como la describe Javier Barreiro en su libro La Jota Aragonesa, "se baila sobre las plantas y punteando muy claramente, evolucionando en círculo y con movimientos ondulantes de los brazos", destacando que acaso por ello se parece más, como la jota de Andorra, a los bailes folclóricos de otras regiones españolas.

Decisivo para el discurrir cultural de la villa de Calanda fue el papel realizado por su más ilustre hijo, el cineasta Luis Buñuel (1900-1983), por más de un concepto el mayor autor del cine español y uno de los más influyentes de todos los tiempos en el plano internacional. Calanda, pues, de manera consciente o fortuita, ocupa un lugar destacado en el cine del director, ora explícitamente, ora implícitamente: desde la columna sonora de algunas de sus películas (La edad de oro, Nazarín, Simón del desierto), donde utiliza el sonido de sus tambores, hasta otras referencias más sutiles, desde las meramente geográficas a otras de signo costumbrista y religioso; a este respecto, es importante como explicación/confesión su libro de memorias, Mi último suspiro (1982), en cuyas páginas ofrece un lúcido retrato de la población y el influjo de ésta en su persona.

En 1997, las cenizas del cineasta fueron esparcidas en el monte Tolocha, situado en las proximidades de Calanda.[14]​ En esta montaña y en su juventud, le sorprendió a Buñuel una tormenta junto a sus amigos; ello le llevó a retar a la divinidad diciendo: "Si existe Dios, que me caiga un rayo", asunto que recordaría en su filme La Vía Láctea.

En el año 2000 fue inaugurado en Calanda el Centro Buñuel Calanda (CBC), ubicado en la Casa Fortón-Cascajares, y que supone el mayor centro cultural del país dedicado a la figura del cineasta, gozando de museo permanente, sala de exposiciones temporales y un centro de investigaciones relacionadas con Buñuel.

Desde el año 2003, con regularidad anual y durante los meses centrales del verano, tiene lugar en Calanda el festival de cine de la villa, también llamado 22 x Don Luis, en homenaje al cineasta Luis Buñuel. Durante estos días y en las instalaciones del Centro Buñuel Calanda se proyectan películas recientes (generalmente de limitada difusión comercial), tanto largometrajes como cortos, se emiten conferencias y se realizan cursos relacionados con el cine. Los films proyectados pueden optar a algún premio en el palmarés del festival.

La Semana Santa calandina, declarada de Interés Turístico Nacional e Internacional, pertenece a la Ruta del tambor y el bombo. El 29 de noviembre de 2018 es reconocida por la UNESCO, junto con otras 16 localidades de España, como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

Es conocida internacionalmente por "La Rompida de la hora", que tiene lugar a las doce de la mañana del Viernes Santo. Los "putuntunes" (guardia romana), representados por los jóvenes que en ese año cumplen los 18 años y por voluntarios, permanecen montando guardia en señal de duelo hasta las doce de la noche del Jueves Santo, cuando el sonido de los tambores comienza por primera vez en Semana Santa (Via Crucis). Durante el Viernes Santo, tiene lugar a las doce del mediodía el acto más multitudinario de todos, la Rompida de la Hora. A las tres y media del mediodía tiene lugar la Procesión del Pregón, en la que participan una gran cantidad de tamborileros. Por la noche, comienza a las ocho, la Procesión de la Soledad, englobando las diferentes cofradías. Al día siguiente, tiene lugar a las nueve de la mañana la Procesión del Entierro, la más solemne. El toque dura hasta las dos del mediodía del Sábado Santo.

Nueve son las cofradías de la villa:

Calanda ha sido objeto de estudio total o parcial de los siguientes documentales:

En 1967 Carlos Saura rodó en Calanda una escena de su película Peppermint frappé, dedicada a Luis Buñuel y con la inspiración puesta en los tambores de la villa.

En esta localidad han nacido prominentes figuras de la cultura española, como el cineasta Luis Buñuel (1900), el compositor barroco Gaspar Sanz (1640), el filósofo Manuel Mindán (1902), el cardenal y escritor Antonio María Cascajares (1834) o el ensayista y filósofo del derecho Miguel Sancho Izquierdo (1890).



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