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Alcañiz



Alcañiz es una ciudad y un municipio español de la provincia de Teruel, en la comunidad autónoma de Aragón. Perteneciente a la comarca del Bajo Aragón, de la que es capital, el municipio está formado por el núcleo urbano de Alcañiz y las pedanías de Valmuel y Puigmoreno. En 2014 tenía 16 333 habitantes, según los datos del INE y es, junto con Andorra y la capital de la provincia, uno de los pocos municipios que cuenta con un incremento de población notable en la provincia, en contraposición a la despoblación que sufre la mayor parte de ese territorio. Es capital tradicional del territorio del Bajo Aragón histórico. En el municipio se encuentra el circuito de velocidad MotorLand Aragón.

Los orígenes de Alcañiz como asentamiento de población estable son difusos. Pese a considerarse el despoblado de Alcañiz el Viejo como su precedente, el poblamiento actual parece que procede de época musulmana, ya que su nombre actual proviene del árabe, quizá de al-qannis, que significa "las cañas o cañizos", muy abundantes en la ribera del río Guadalope que rodea con un meandro la ciudad, o quizá de الكنائس al-kanā'is, que significa "las iglesias".[3]

Las primeras referencias confirmadas[4]​ se remontan a 1157, cuando el conde de Barcelona Ramón Berenguer IV, príncipe de Aragón por su matrimonio con la reina Petronila de Aragón, la reconquistara, ampliando su término para hacer frente al azote musulmán, pero no tardó en volver a perderla, hasta la segunda reconquista llevada a cabo por su hijo Alfonso II de Aragón. En 1179 Alfonso II de Aragón cedió el castillo de Alcañiz a la orden religiosa-militar de Calatrava, comenzando así una pugna que duraría siglos entre el concejo y la orden.

Tanto en su historia como en su evolución urbana se aprecia el dominio inicial de la Orden de Calatrava en los siglos XII, XIII y XIV. Esta orden monástico-militar, impuso su modelo de poblamiento e impulsó un primer recinto de muralla, la "muralla alta", cuyo símbolo era el propio castillo. Durante el siglo XV será el concejo medieval quien tome la preponderancia en Alcañiz y todo el Bajo Aragón, gracias en parte al apoyo de diferentes Reyes de Aragón, la aparición de una nobleza local, y el progresivo deterioro de las Órdenes Militares en la Península, tras terminar la Reconquista en 1492. El símbolo del concejo alcañizano serán las Casas Comunes, de las que tenemos un fragmento de mural instalado en el edificio que heredó esta función en el siglo XVI, la actual Casa Consistorial, que junto a la lonja, la creación de la Plaza Mayor (actual Plaza de España), y una ampliación y reordenación urbana, dentro de los límites de un nuevo recinto de muralla del siglo XIV, la llamada "muralla baja", configuran el cambio de una villa medieval calatrava a una ciudad renacentista.[5]

En 1411 fue sede del parlamento de la Concordia, creado para elegir al sucesor de la Corona de Aragón en Caspe, tras la muerte de Martín I "el Humano", rey de Aragón. Esta reunión de Alcañiz vino precedida por una reunión de Cortes en Calatayud. De ella salió la invitación a las cortes valencianas y catalanas, de tomar conjuntamente las riendas del proceso sucesorio del rey difunto, bajo el apercibimiento, de que si no enviaban sus representantes, Aragón como reino titular de la Corona, y sus Cortes decidirían por sí solas quien fuera el sucesor.

El 15 de febrero de 1412, Cataluña y Aragón firman la Concordia de Alcañiz en la que establecen que nueve compromisarios (que al final se agruparían en tres por cada uno de los territorios de Aragón, Valencia y Condado de Barcelona) reunidos en la localidad aragonesa de Caspe, deliberen sobre los derechos de los pretendientes y decidan cuál debe ocupar el trono, siempre y cuando el elegido obtenga un mínimo de seis votos y al menos uno de cada trío.

El reino de Valencia no había podido instituir un parlamento unificado, por lo que no llegó a tiempo para estar presente en las decisiones finales de la Concordia, a pesar de los esfuerzos aragoneses y catalanes para que pudieran integrarse sus dos asambleas (una en Vinaroz y otra en Traiguera, luego trasladada a Morella) y enviar una representación unitaria a Alcañiz. Sin embargo, el mismo 15 de febrero llegaron enviados de la asamblea de Vinaroz (aunque solo representaba al bando urgelista) con credenciales para poder confirmar los acuerdos tomados. Al día siguiente de ser firmada la concordia, el 16 de febrero, los embajadores valencianos Pedro Puyol, Juan Gascó y Pedro Catalá aceptaron en su integridad todo lo establecido en la Concordia lamentando que no hubieran podido estar presentes representantes del parlamento de Traiguera, ahora reunido en Morella.

La elección de los nueve compromisarios fue posterior a la Concordia de Alcañiz, y partió de una lista inicial propuesta por Gil Ruiz de Lihori, en realidad Juan Fernández de Heredia IV, gobernador de Aragón, y Juan Jiménez Cerdán, justicia mayor del Reino, posteriormente ratificada. Los compromisarios fueron:[6]

El Compromiso de Caspe concluyó con la elección del castellano Fernando de Antequera, sobrino del difunto rey, como sucesor, y dio una solución pactada a la sucesión regia, memorable por su inteligencia y precursora en el contexto europeo, tanto por evitar una guerra civil entre los candidatos a la sucesión de la Corona de Aragón, como por asumir los parlamentos de los reinos y del condado la soberanía para decidir sobre un asunto tan trascendente como quien sería su gobernante.

Gracias a este hecho inicial de tan singular proceso, y para conmemorarlo, se dio a Alcañiz el título de Ciudad de la Concordia.

En 1462 sufrió las acometidas de los castellanos y catalanes que liderados por Juan Fernández de Híjar y Cabrera se sublevaron contra Juan II en apoyo de su hijo Carlos de Viana. El cambio de bando del señor y posterior duque de Híjar permitió al rey retomar la región. Participó activamente en el sometimiento de la secesión catalana de 1640, contribuyendo con hombres y dinero, por lo que Felipe IV como recompensa le concedió el título de "ciudad" en 1652.

El 26 de enero de 1809 se produjo el sitio de Alcañiz, donde las tropas españolas retiradas del Cordón de Samper defendieron la ciudad frente a las tropas francesas del general Wathier, con 2000 infantes, 500 caballos, 3 cañones y 1 obús, con los que cercó la ciudad. Los improvisados defensores sumaban 1500 hombres, en su mayoría bisoños y mal armados. Salieron a recibir al enemigo 700 paisanos, de los cuales murieron 140, de ambos sexos, en la primera acometida. Poco más tarde el francés se introduce en el casco urbano por la zona del matadero, y durante 3 horas el fuego es vivísimo entre ambos bandos, principales escenarios del combate fueron la calle Mayor y la plaza del Carmen, donde valientes defensores, como Miguel Rufí y Tomás Barreda, disparaban desde sus casas y luchaban cuerpo a cuerpo contra el invasor. Llegados a la plaza de España desde la cuesta de la calle Mayor, los Imperiales se desperdigaron por las principales arterias de la ciudad, como la Calle Blasco, Alejandre y del Carmen. Más de 100 vecinos muertos quedaron desperdigados por las calles ocupadas, el coste para los imperiales fue de unos 400 hombres.

Esta gesta heroica fue bien cobrada por los ocupantes: saqueo, destrucción e incendio de viviendas y monumentos, asesinatos y violaciones por doquier. La orfebrería de plata de la iglesia parroquial fue fundida frente a su portada para transformarse en lingotes y llevarlas a Francia para no recuperarse jamás. Igual suerte corrieron las reliquias de San Vicente Ferrer. Junto con la destrucción del Archivo Municipal. Ejemplos de barbarie durante los meses que permanecieron los franceses apostados en el antiguo Castillo Calatravo. Hasta su retirada hacia Híjar, La Puebla de Híjar y Samper de Calanda el día 21 de mayo ante la nueva ofensiva española comandada por Joaquín Blake, valiente oficial irlandés al servicio de España, cuyo valor y patriotismo fue comparable a su desdichada fortuna en las batallas en las que se batió frente al francés. Se afirma que su única victoria fue la batalla de Alcañiz, sucedida el 23 de mayo de 1809.

Por un lado, Luis Gabriel de Suchet, experimentado mariscal imperial y brillante estratega. Se acerca a Alcañiz para evitar la ofensiva española que se preparaba para liberar Zaragoza del segundo sitio, contaba con 10 000 infantes, 800 caballos y 12 piezas de artillería.

Frente a él se apostaba Blake con tropas valencianas y murcianas. Repartidas entre los cerros de Capuchinos, Perdiguer y Las Horcas. A la vanguardia se encontraba el general Juan Carlos de Aréizaga, en el cerro de Pueyos, con los infantes de Aragón.

Atacó Suchet frontalmente a Pueyos, siendo rechazado. Más tarde embiste el Cabezo Perdiguer y de nuevo Pueyos, con sólida infantería francesa y dos compañías polacas. De inmediato Blake lanza su caballería para rodear a los atacantes, pero se retiran ante cargas de fusilería y caballería imperial. Finalmente, una fuerte columna francesa de 2000 infantes de reserva se lanzó por la huerta hasta el cerro de las Horcas, pero fueron barridos por la eficaz artillería española que mandaba con enorme acierto y grandes dosis de valentía el brigadier Martín García-Loygorri e Ichaso, que los puso en desbandada, provocando su retirada precipitada hacia Samper de Calanda, dejando más de 1000 muertos y 40 prisioneros sobre el terreno; los españoles sufrieron 300 bajas, entre muertos y heridos. Y tan diezmados quedaron que no se atrevió Blake a perseguir al enemigo, camino de Zaragoza.

Más tarde, las derrotas de Blake en María de Huerva y en Belchite, provocaron una nueva ocupación francesa de Alcañiz, que perduró hasta el 11 de julio de 1813, cuando el 1er Regto. de línea Italiano evacuó el Castillo Calatravo, destruyendo sus defensas, incorporándose en Caspe a la división Musnier en retirada hacia el norte.

Como importante nudo de comunicaciones entre Aragón, Cataluña y Valencia, sólo decir que el mariscal Suchet tuvo la ciudad a menudo como centro de operaciones, donde publicó varias disposiciones sobre el reino de Aragón, y mantuvo casi permanentemente una guarnición de 2000 hombres, sobre una ciudad ocupada que sumaba en 1810 poco más de 4000 almas.

Tras la evacuación se vio el coste de la ocupación francesa: destrucción y saqueo del Sepulcro de Lanuza, en la Iglesia Románica del Castillo Calatravo; desaparición de reliquias de todos los conventos e iglesias de la ciudad, salvo contadas excepciones escondidas por religiosos y vecinos; voladura del convento de Carmelitas en el barrio de Almudines, desaparición de las Iglesias de San Pedro y San Juan, del Calvario y la Ermita de la Encarnación, etc. Se calcula que más de un tercio del casco urbano desapareció durante la ocupación. Además de dos saqueos generales que tuvo que sufrir la ciudad. De una población de 7000 habitantes a principios del siglo XIX, se pasó a 1700 vecinos en 1813. El desastre no fue menor al de Zaragoza, aunque sí mucho menos conocido. Según Eduardo Jesús Taboada: "había en Alcañiz un montón de ruinas, poca gente y mucha miseria, su riqueza, sus archivos y sus títulos, todo había sido pasto de las llamas". Por su resistencia al invasor en esta guerra, le fue concedida a la ciudad el título de "Muy leal".

Tras la contienda, el escultor alcañizano Tomás Llovet realizó varios trabajos en la ciudad, como la construcción del retablo mayor en mármol de la entonces Colegiata de Santa María la Mayor (1818), o reparaciones en el Santuario de Nuestra Señora de Los Pueyos.

La huella de la guerra tardaría décadas enteras en borrarse, a lo que se sumó el sitio del general Ramón Cabrera en 1838 al frente de los carlistas. Donde, apostando baterías en el Cabezo del Cuervo, trató de hacer brecha para penetrar en la ciudad, lo intentaron los Carlistas por el Claustro de San Francisco, en ese momento usado como Hospital. Siendo finalmente rechazados por las tropas leales al gobierno Isabelino. Aún se podían ver los disparos de este combate en las paredes del extinto claustro hace pocos lustros. Uno de los principales cabecillas de las Guerras Carlistas fue el General Manuel Carnicer, alcañizano, quien tras ser denunciado fue capturado y ejecutado cuando realizaba un viaje de incógnito, pasando el mando de los carlistas en Aragón a su segundo, José Ramón Cabrera Griñó.

La ciudad sufrió tres sitios durante las guerras carlistas, 1838, 1847 y 1874; por resistir los asaltos de los carlistas y permanecer leal al gobierno Isabelino, el rey Alfonso XII le concedió el título de "Heroica".

A finales del siglo XIX una pequeña burguesía comenzaba a aflorar en la ciudad, fruto de ello fue la construcción del Teatro Municipal, fechado en 1872. En 1895 se hace realidad la inauguración del primer tramo del ferrocarril del Val de Zafán (32 kilómetros entre la Puebla de Híjar y la ciudad) y que en 1942 llegaría hasta Tortosa, al sur de Cataluña. Este ferrocarril llegó a contar con una estación y un apeadero en el municipio. Sin embargo, la línea fue languideciendo en sus últimos años ante la competencia del coche y en la década de 1970 acabaría siendo clausurada. En la actualidad es una vía verde de 110 kilómetros de recorrido (Bajo Aragón-Matarraña-Tierras del Ebro).

Durante el primer tercio del siglo XX continuó el progreso industrial de Alcañiz, con aceiteras, fábricas de chocolates, comercios textiles, talleres de maquinaria, y muchas otras industrias. A su vez, la sociedad española en todo el espectro político era consciente de la corrupción del sistema bipartidista y la necesidad de unas reformas que aliviasen las condiciones miserables de la clase baja.

En una situación muy distinta de la actual, donde el aislamiento geográfico convertía las distancias en barreras, la Iglesia Católica, muy conservadora, creó en ciudades como Barcelona o Zaragoza las cajas de ahorros y centros educativos donde enseñar un oficio a los jóvenes sin recursos. Entre los habitantes desfavorecidos de la zona cercana a Alcañiz y las comarcas rurales próximas de Tarragona y Castellón, era fácil el apoyo a las ideas más cercanas del regeneracionista aragonés Joaquín Costa, partidario de la educación pedagógica de la Institución Libre de Enseñanza dirigida por Francisco Giner de los Ríos, del colectivismo agrario y contrario al analfabetismo y el caciquismo, en un pensamiento compartido por el anarquismo obrero que poco después se instaló en los núcleos rurales y adoptó además muchos de los planteamientos de Costa, experiencias de colectivización y otras de amor libre en plena Guerra Civil Española, cuya represión influyó en el pensamiento y las penalidades de los niños de la posguerra. Luis Buñuel por ejemplo, procedía de la cercana Calanda y Eliseo Bayo de Caspe.

Resultaron premonitorios los artículos aparecidos de las repercusiones que la Semana Trágica de Barcelona del verano de 1909 iban a traer a Alcañiz y sus alrededores, sobre todo al Bajo Aragón. En agosto de 1909 el Heraldo de Aragón y El Noticiero, ambos con sede en Zaragoza se quejaron de la llegada de sujetos anarquistas que podía pervertir los sentimientos de la cristiana y pacífica ciudad de Alcañiz: Procedentes del tren mixto de Barcelona, descendieron en la estación de La Puebla de Híjar seis viajeros custodiados por doce guardias civiles, al mando de un sargento; cinco hombres y una mujer, Soledad Villafranca, la compañera (y viuda) del político anarquista Francisco Ferrer Guardia, director de la Escuela Moderna de la ciudad condal, ejecutado por el gobierno de Maura. Fue un destierro forzado y expresamente constaba que "Los confinados gozarán en Alcañiz de libertad personal pero no podrán salir más allá de un radio de cinco kilómetros alrededor del casco de la ciudad". Los hombres eran José Casasola, Anselmo Lorenzo, profesores de la Escuela Moderna de Barcelona y el último propagador del anarquismo de Bakunin en España y fundador de la Sección Federal Española de la A.I.T. y del periódico Solidaridad Obrera, José Robles Pazos, Mariano Bitiori y José Ferrer, hermano del director ejecutado. María Foncuberta, esposa de José Ferrer, era también fundadora de la Sección Federal Española de la A.I.T. y del periódico Solidaridad Obrera y se instaló con su esposo. Poco después llegaron cuatro desterrados más, compañeros de José Robles, vigilados por tres agentes de policía.

En 1936, durante la guerra civil, fue una de las colectividades españolas más importantes llevadas a cabo por los anarquistas de la CNT. No sólo se colectivizaron las tierras, sino que se emprendieron labores colectivas o recuperación de hospitales, así como la fundación de escuelas. Estas obras serían destruidas durante la guerra por las tropas franquistas (Fuente:Confederación Nacional del Trabajo).[cita requerida] También en 1936 los anarquistas de la CNT asesinaron entre otros a los escolapios del Colegio San Valero de las Escuelas Pías de Alcañiz,[7]​ que desde el año 1729, venían dando educación gratuita a los más pobres de la ciudad.[7]

En 1938, el día 3 de marzo a las 16:10 horas, cuando la ciudad estaba bajo mando republicano, sufrió un fuerte ataque aéreo del bando nacionalista. Aviones italianos aliados del bando del general Franco, ensayaron sus armas aéreas, que más tarde utilizarían en la 2ª Guerra Mundial, tanto contra las tropas militares, como contra los ciudadanos de Alcañiz, provocando un cientos de muertos entre la población civil, que no pudo protegerse del ataque. Los 15 bombarderos Savoia 79 lanzaron 120 bombas de 50 kilos y 50 bombas de 100 kilos; tras el bombardeo los 3 cazas hicieron pasadas ametrallando a la población. Los dos hospitales con capacidad para 400 pacientes no pudieron acoger a tantos heridos y tuvieron que derivarlos a poblaciones cercanas. A los 11 días la legión italiana entró desfilando victoriosa. Este acto fue silenciado por los dos bandos. El bando franquista, por no mostrar cuan cruenta fue la acción; y los republicanos, por no desmoralizar a sus tropas en combate. Salió a la luz recientemente con la publicación del libro 1938, El bombardeo olvidado de José María Maldonado. El 14 de marzo de 1938, durante la ofensiva del Ebro, el CTV italiano, junto con fuerzas españolas, tomó la ciudad para el bando sublevado.

En 1943 la Diputación provincial eligió mayoritariamente a su alcalde Emilio Díaz Ferrer para el cargo de procurador en Cortes en la I Legislatura de las Cortes Españolas (1943-1946), representando a los municipios de la provincia[8]

Pirámide de población del municipio


Evolución de la población de Alcañiz en la época censal y precensal

En el 2018 se registraron 153 nacimientos, seis nacido más que el año anterior. Además deja una Tasa Bruta de Natalidad de 9,60 niños por cada 1000 habitantes.

En el 2018 se registraron 155 defunciones. Con una Tasa Bruta de Mortalidad de 9,72.

El sector económico principal es el sector servicios [9]​acaparando poco más de tres cuartos de toda la actividad económica. El principal tipo de establecimiento son los comercios al por menor de distribución local y mayoritariamente constituidas como pymes; también hay gran influencia del sector automovilístico con talleres de reparación. La economía de la ciudad es bastante diversificada ya que también cuenta con una industria propia de la Segunda revolución industrial, centrada la actividad en polígonos industriales a las afueras, es el caso del polígono las Horcas y la Estación[10]​. También cabe resaltar Technopark[11]​ que es un espacio en Motorland dedicado a la investigación en el sector automovilístico. Por último el sector menos desarrollado es el agropecuario con apenas 89 empresas en la localidad.

A pocos kilómetros de la ciudad se conservan las magníficas pinturas rupestres levantinas de Val del Charco del Agua Amarga, conjunto declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, junto al resto de las pinturas de arte rupestre del arco mediterráneo de la península ibérica. Entre sus antiguos poblados destacan los de época ibérica, como El Palao, "el Taratrato" o Tiro de Cañón, al que en diciembre de 2013 se añadió un imponente yacimiento descubierto al lado del que ya existía. Con origen en la Colección arqueológica de los Padres de las Escuelas Pías de Alcañiz, además de otros materiales procedentes de las excavaciones realizadas en los numerosos yacimientos de su término municipal, se formó la Exposición Permanente de Arqueología de Alcañiz, localizada en el Horno Nuevo de los Almudines.[14]

Durante la Edad Media, la Orden de Calatrava —a la que Alfonso II hizo donación de un amplio territorio, en el Bajo Aragón, en 1179— se oponía a las ansias de libertad de Alcañiz, a la que Ramón Berenguer IV había concedido carta de población en 1157. Pugna en la que vencería, poco a poco, la ciudad. Los principales testimonios del Alcañiz medieval son el propio castillo, sede de la encomienda mayor que la Orden de Calatrava tuvo en la Corona de Aragón —con su magnífico conjunto de pintura mural gótica—; la gran torre-campanario gótica de la iglesia de Santa María la Mayor, templo que fue sede en varias ocasiones de las Cortes de Aragón y, singularmente, del Parlamento de Alcañiz previo al Compromiso de Caspe (1412); la Lonja, situada en la Plaza Mayor (s. XV); la portada trasladada de la antigua iglesia de San Pedro; el conjunto de pintura gótica en tabla (atribuido a Domingo Ram) conservado en su templo parroquial; y el conjunto de pintura mural gótica de las antiguas Casas Comunes de la Villa, situado actualmente en los bajos de la Casa Consistorial.[15]

El poder de la propia ciudad frente a la Orden de Calatrava está simbolizado por su hermosa Casa Consistorial (1565-1570), construida en su plaza principal, formando ángulo con la Lonja gótica. Ambas construcciones fueron declaradas monumento histórico en 1931 (Gaceta de Madrid, número 155 de 04/06/1931). Este edificio, magnífico ejemplo clasicista, evoca al gran círculo de humanistas alcañizanos de su particular Siglo de Oro: Juan Sobrarias, Juan Lorenzo Palmireno, Bernardino Gómez Miedes, Domingo Andrés, Pedro Ruiz de Moros y Andrés Vives y Altafulla, por citar los más destacados. El siglo XVI deja también su huella en el propio castillo —con el sepulcro de alabastro del comendador Juan de Lanuza, realizado por Damián Forment en 1537— y en las tablas conservadas en su templo parroquial atribuidas al “Maestro de Alcañiz”. Son también magníficos ejemplos del mundo artístico alcañizano del siglo XVII la iglesia de Santo Domingo —en la que se funden la tradición gótica con el nuevo lenguaje renacentista— y un buen número de edificios palaciegos.

Son numerosos los edificios monumentales barrocos: la propia iglesia de Santa María la Mayor (antigua colegial, reformada en el siglo XVIII), la iglesia del Carmen (BIC, siglo XVII), la iglesia de San Francisco (siglo XVIII), la iglesia de Escolapios (siglo XVIII), el palacio de los Comendadores (construido en la parte sur del antiguo castillo) que hoy acoge al Parador de Turismo, etcétera.

La gran figura artística alcañizana del siglo XIX fue Tomás Llovet, escultor y director durante varias décadas de la Real Academia de Bellas Artes de San Luis de Zaragoza y autor de varios retablos de Santa María la Mayor y de una profunda reforma del santuario de la Virgen de Pueyos.

Alcañiz —además de las obras mencionadas en el breve recorrido histórico anterior— conserva otras muchas construcciones interesantes. En el ámbito religioso, por ejemplo, deben mencionarse: la ermita de Santa Bárbara (fruto de varias etapas constructivas), la ermita de la Encarnación (reedificada en 1860), la ermita de San Miguel (realizada posiblemente en el siglo XVI sobre una edificación anterior), la ermita de San Pascual (1879), la ermita de la Virgen de la Peña (siglos XVII-XIX), la antigua iglesia del convento de Capuchinos (reforma del siglo XIX sobre obra del XVII), la capilla de San José y numerosas capillas hornacinas distribuidas por sus calles.

Además, la capital bajoaragonesa presenta un importante número de casas palaciegas, que en su mayor parte siguen la tipología del palacio aragonés del “tardo-renacimiento”: fachada articulada en tres cuerpos o plantas, acceso a través de un gran arco de medio punto y disposición de la típica galería aragonesa en su planta superior. Este tipo de edificación se empieza a usar a finales del siglo XVI y pervive hasta el siglo XVIII. La mayoría de estas casas se concentran en la calle Mayor, en el barrio de los Almudines y en la calle Santa Pau (antigua calle de los Clérigos). En este grupo se incluirían el palacio Ardid y la casa situada en la calle Santa Pau 4 (actual sede de la biblioteca pública y el archivo municipal), la casa Maynar (sede de la Comarca del Bajo Aragón), la casa “Calandetas” (asociada a la Inquisición), etc. Son también interesantes varios ejemplos de arquitectura modernista (como las casas situadas en el paseo Andrade y la casa Taboada), los restos de su antiguo recinto amurallado (torreones, fragmentos de lienzos de muralla y portal del Loreto), diversas obras hidráulicas (como el molino Mayor y el Río Alto, la Fuente de los 72 caños, puentes, norias o balsas), sus hornos, etcétera. Es curiosa la red de pasadizos y estructuras subterráneas de la población (nevera, bodega, galerías, etc.) que hoy puede visitarse parcialmente, accediendo desde la Oficina de Turismo.

Las fiestas patronales se celebran del 8 al 13 de septiembre en honor de los patronos de la ciudad, Nuestra Señora Virgen de los Pueyos y el Santo Ángel Custodio. Se realiza una romería al Santuario de Nuestra Señora de los Pueyos el día 9, a la que los alcañizanos son acompañados por el Ayuntamiento, celebrándose la Santa Misa en la explanada del santuario, y la ofrenda de flores a la patrona. El día 10 se celebra la procesión en honor del Santo Ángel Custodio, recorriendo las calles de la parte baja y antigua de la ciudad, para llegar a la calle La Cueva, donde la leyenda dice que se apareció el Ángel. Desde hace unos años son los miembros de la Policía Local los encargados de portar a hombros la peana con el Ángel Custodio.

El origen de la Semana Santa en Alcañiz data de 1625 según aparece publicado en el libro que está en manos de la Cofradía del Santo Entierro del año 1862 escrito por Ciriaco Romero:

El 1 de noviembre de 1628 fue erigida la Cofradía del Santo Entierro por el papa Urbano VIII en Roma, en cuya bula se puede leer:[16]

El origen de la actual procesión tiene su germen en 1678 cuando un clérigo de la iglesia colegial de Santa María la Mayor, llamado fray Mateo Pestel, dirigió una comitiva en la que tres penitentes encapuchados portaban una trompeta, dos campanas y dos timbales respectivamente, a la manera de las ejecuciones capitales, posteriormente se añadirían nazarenos y años después comenzaría a sumarse a la comitiva habitantes en un inicio con matracas que acabarían siendo sustituidas por tambores, y tomando la forma actual de la procesión en 1730.[16]

La Semana Santa de Alcañiz fue declarada de Interés Turístico Nacional en 2005 junto con el resto de las pertenecientes a la Ruta del tambor y el bombo, salvo La Semana Santa de Híjar, que ya disfrutaba de este honor desde 1980.[17]​ Alcañiz a diferencia del resto de pueblos pertenecientes a la Ruta del tambor y el bombo presenta una ausencia de bombos en sus procesiones, no existe el acto conocido como Romper la hora y se viste túnica y tercerol azul celeste, queriendo simular el color del cielo a la muerte del redentor.[18]

Las cofradías de Alcañiz son cinco:



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