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Catí



Vista de la localidad

Cati es un municipio perteneciente a la provincia de Castellón, en la Comunidad Valenciana (España).

El municipio de Catí está situado a 661 metros de altura sobre el nivel del mar, en la mitad de un valle amplio que se llama "el corredor de Catí", en la comarca del Alto Maestrazgo. Geográficamente se encuentra en el límite entre los Puertos de Morella, comarca a la que perteneció históricamente, y el Bajo Maestrazgo, en centro de la zona montañosa que une los Puertos de Morella con las sierras del Maestrazgo (sierra de Vallivana, el tosal de la Nevera y de la Barbuda).

En el término municipal de Catí se encuentra también los siguientes núcleos de población:

El término municipal de Catí limita con las siguientes localidades: Ares del Maestre, Morella, Chert, Tírig, Salsadella, San Mateo y Albocácer todas ellas de la provincia de Castellón.

En 25 de enero de 1239 Catí fue dado a poblar por Blasco de Alagón, a Ramón de Bocona (futuro poblador de Onda), y a cuarenta hombres más, (hecho que fue confirmado por el rey Jaime I, en 1243). Por los nombres de aquellos primeros vecinos se supone que procedían de las tierras de Lérida. La fidelidad era su principal virtud, que se reconoce al conceder a Catí un escudo de armas cuya figura principal es un perro andante, símbolo de la fidelidad activa.

Catí ha participado en cuantos hechos históricos ha tomado parte la ciudad de Morella. Así, hombres de Catí toman parte en la conquista de Mazalquivir, Orán y Bujía, en la Nave del Bayle de Morella. Ello a pesar de que la villa de Catí, junto a las demás aldeas, comenzó en 1292 un pleito contra Morella, que no concluyó hasta que en 1691 les fue concedida la independencia.

En el transcurso de los siglos la industria más universal ha sido en Catí la de fabricación de tejidos de lana, en ella trabajaban un número considerable de vecinos en los oficios de esquiladores, pelaires, y tejedores, así como en su comercio. En el siglo XVI Catí contaba con más de nueve mil cabezas de ganado. Hoy, como entonces, son famosos los productos que se obtienen en forma de lechales y cabritos para la hostelería, como la elaboración de quesos de forma tradicional. También antiguamente fueron importante los cereros de Catí, pero esta actividad ha dejado paso a la elaboración de turrones y mazapanes. Mientras que otra variante artesanal importante en el municipio, es la referente a la industria del mueble rústico.

Carta puebla

Campanario Iglesia de la Asunción de María

casa de la Villa

Catí conserva bellos edificios medievales como Las casas del célebre mercader Jerónimo Martí, Matías Roca, del Bayle, de Antonio Mateu, de En Galiá, de Alfaro, y del Hort de Masó, exponentes de los siglos XV al XVII. Aunque su patrimonio civil más característico es:

Levantada en 1428, es un edificio muy notable en cuyos pilares trabajó el picapedrero Jaime Sans. Levantado bajo la dirección de Bernat Turó, de Traiguera. En su salón principal a lo largo de los siglos han tenido lugar las reuniones del Concejo y se han representado comedias. Valioso artesonado. La falsa está sostenida por 18 filas, 272 tablones y 3 filas grandes de madera de Benasal.

Fue levantada por Ramón Sanjuán en 1455. Separada de la Casa de la Villa por el "callejón del viento", es obra del cantero cántabro Pedro Crespo.

Situada en el centro del pueblo, fue construida en el siglo XIV. Alberga importantes obras de arte. Posee uno de los mejores retablos pintados del siglo XV, con la particularidad de ser del afamado artista valenciano Jacomart, pintor del rey Alfonso V. La abadía edificada al sur de la iglesia y contigua a ella, es espaciosa y fue construida en 1376 por el cura Pedro Durán. La Torre, situada en la calle Mayor, domina toda la población.

El día 6 de enero de 1625, fiesta de los Santos Reyes, se reunieron los dueños de las doce masías del contorno, y acordaron edificar esta ermita en "La Vall de Catí", a unos seis kilómetros de la población. Esta ermita campera se remonta al siglo XVII. La iglesia mide 13 metros de largo, 6'60 de ancho y 5 de altura. Pero todo el complejo mide 22'20 de largo por 10'30 de ancho. La techumbre de la iglesia, a dos aguas, está sustentada por dos arcadas pétreas y la fachada por remate una espadaña, pero sin campana. En el altar mayor está la tradicional imagen de la Virgen del Pilar.

Es una de las más completas y acabadas de Catí, situada a medio kilómetro de la población. Consta de un solo cuerpo con tres arcos, de regulares dimensiones, con coro y altar mayor. Fue director de la obra Arnaldo Pedro, cantero de Forcall, quien puso la primera piedra el 29 de agosto de 1441.

En Catí y en los alrededores próximos existe una inmejorable cocina tradicional: jamón y cecina; ternascos y cabritos excelentemente preparados al horno; los "pataques farcides"; alubias como durante siglos se han preparado en Sant Pere; guisado de vaquetes (una especie de caracol blanco), cocas de tomate, cocas celestiales, buñuelos, pastissos de confitura, frito (carne conservada en aceite), quesos, cuajadas y requesones con su toque de arrope, destacan entre otras especialidades celosamente guardadas.

Destacan las aguas del manantial de l'Avellà (los árabes ya conocían sus propiedades curativas), y el tranquilo lugar que ocupa el conjunto del ermitorio de Ntra. Señora de la Misericordia y el balneario.

Desde l'Avellà se pueden efectuar paseos por toda la sierra, con posibilidad de realizar senderos hasta la ermita de Santa Lucía, en Salvasoria o Gibalcolla.

A partir de Catí se pueden efectuar breves excursiones a lugares como la ermita de San Vicente, El Pilar, l'Avellà, Santa Ana, Santa Lucía y Vallivana, Ares, Morella, pinturas rupestres de Cueva Remigia, Valltorta. Catí también cuenta con piscina municipal, campo de deportes y es posible la práctica de la equitación.

Cada año, coincidiendo con el primer sábado del mes de mayo, los vecinos de Catí realizan una romería a la Ermita de San Pedro de Castellfort. Se trata de una procesión muy arraigada que se viene haciendo desde la antigüedad, ya documentada en 1321. Destaca asimismo el acto de la Despertà, que tiene lugar en la población a las cinco de la mañana y que se vuelve a repetir en la ermita de San Pedro, en la mañana del domingo.



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