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Derechos de los animales



Los derechos de los animales son las ideas postuladas por corrientes de pensamiento y a la subcorriente del movimiento de liberación animal que sostienen que la naturaleza animal, independientemente de la especie, debe ser un sujeto de derecho en los ordenamientos jurídicos, donde hasta ahora esta categoría solo ha pertenecido a personas naturales y jurídicas, es decir, al ser humano (aunque históricamente también se ha privado y se priva de derechos a diversos grupos de humanos).[1][2]

Los humanos siempre han reconocido a ciertos animales una consideración especial que varía mucho según el entorno cultural o el lugar, desde la utilización de los animales al servicio del hombre, pasando por el bienestar animal, hasta el trato ético de considerar que los animales merecen derechos tradicionalmente reconocidos solamente a los humanos.[2]

No se debe confundir con el derecho de animales como doctrina jurídica, marco jurídico de algunos países donde el objeto de derecho es la libertad de conducta de los animales en su ambiente natural y el trato que reciben en un hábitat humano.

Se postula que todos los animales nacen iguales ante la vida y tienen derechos que deben ser respetados, siendo uno de los más relevantes, el derecho a la libertad y al no sometimiento a vejaciones o sufrimientos atribuibles a conductas discriminatorias y arbitrarias por parte del ser humano.

La idea según la cual sería aceptable que los animales puedan ser explotados por los humanos para comida, vestido, u otras razones, proviene básicamente de tres fuentes principales:[cita requerida]

El psicólogo Richard D. Ryder afirma que en el siglo VI antes de Cristo se incuba el primer encuentro de consideración del tratamiento a los animales.[3]

Había cuatro escuelas influyentes en la Grecia Antigua: animismo, vitalismo, mecanicismo y antropocentrismo. El filósofo y matemático Pitágoras (~580-500 a. C.) fue citado como el primer filósofo de los derechos de los animales[4]​ por su creencia de que animales y humanos están equipados con el mismo tipo de alma. Pitágoras pensaba que el alma de los animales era inmortal, hecho de fuego y aire, y que era reencarnada de humano a animal o viceversa. Pitágoras fue vegetariano y un "liberador" en cuanto a que compraba animales del mercado para darles luego la libertad.[3][5]

La Biblia da a entender que el ser humano puede usar a los animales como alimento y para sacrificios con motivo religioso, como reza en Deuteronomio 12:15: «Sin embargo, podrás matar y comer carne dentro de todas tus puertas, conforme a tu deseo [...]»,[6]​ y en 14:3, se permite comer «cualquier animal que tenga la pezuña partida» (ciervo, oveja, etc.), menos el cerdo; de los animales marinos «les estará permitido comer todos aquellos que tengan aletas y escamas» y, respecto a las aves, se pueden comer todas menos las que se encuentran ahí relatadas (águila, cuervo, golondrina, etc.).[7]

En el Génesis, se cuenta que los hombres tienen el dominio sobre todos los animales.[8]​ También en el Génesis, se hace referencia a que el ser humano de la tierra original podría ser vegetariano (Génesis 1:29-31), aunque no está bien fundamentado debido a que algunos estudiosos establecen que todo ser vivo, animal de la tierra, animal de las aguas, tierra y la hierba del campo servirían del alimento; esto debido a que algunas traducciones dan a entender que la hierba verde era "solamente" para alimentar a todo ser vivo, sin embargo, revisando en las escrituras originales, éstas dan a entender que tanto los animales como las plantas servirían como alimento. Tomar una parte de un animal vivo para la comida fue prohibido (Génesis 9:4), lo que alude a la necesidad de que este sea desangrado. Los animales domésticos también habían de reposar en el Sabbath (Éxodo 20:10; 23:12) y una vaca y su cría no debían ser matados el mismo día (Levítico 22:28).

También es destacable la cita de la recriminación que se le hace, primero por parte de la propia burra y después por parte de un ángel, a Balaam cuándo este golpea repetidas veces con su bastón a su asna sin motivo (Números 22:23-35).

La ley de Dios prescribía que se diera un trato humanitario tanto al asno como a los demás animales domésticos: si un asno estaba echado bajo el peso de su carga, tenía que ser librado de ella, y no estaba permitido poner juntos en un mismo yugo a un asno y a un toro. (Éx 23:5; Dt 22:10.) Al ser inferior en tamaño y fuerza y, además, de naturaleza diferente, un yugo desigual hubiera resultado en sufrimiento para el asno.[9]

En el Nuevo Testamento, en Mateo 15:10-20 y Marcos 7:14-23, Jesús hace referencia a la costumbre de no comer cerdos y demás animales "impuros" según el Antiguo Testamento, y declara que: «¿No saben que nada de lo que entra de afuera en el hombre puede mancharlo [...]?.[10][11]​ Así Jesús declaraba que eran puros todos los alimentos», por lo cual se entiende que el hombre puede comer cualquier animal,[12]​ aunque el apostól San Pablo señaló que la carne animal no es un alimento esencial para el hombre, ya que, como relata en 1 Corintios 8:13: «[...] si un alimento es ocasión de caída para mi hermano, nunca probaré carne, a fin de evitar su caída.» Anterior a esta frase, en 1 Cor 8:8, Pablo dice que «ni por dejar de comer somos menos, ni por comer somos más», dando a entender que no es necesario comer carne de animal. También lo repite en Romanos 14:21.[13]

En el "corpus iuris civilis" (529) por Justiniano I ya se encontraba la consideración hacia los intereses de los animales.

Además se pueden encontrar consideraciones de relevancia moral de los animales en la poesía de Virgilio (70-19 a. C.), Lucrecio (99-55 a. C.) y Ovidio (43 a. C.-17) y en la arquitectura filósofa de los pensadores Plutarco (46-120), Plotino (205–270) y Porfirio (232–305). De Porfirio hay su transmisión De Abstinentia (De la Abstinencia) y De Non Necandis ad Epulandum Animantibus (De la Inapropiedad de matar Seres Vivos para la Comida).

Pero se tiene que admitir que en práctica el pensamiento jurídico de los Romanos no fue influido mucho por esta frase. Más que nada el derecho romano consideraba como animales a todos los seres vivos no poseedores de derechos, lo que incluía, obviamente, a las personas esclavizadas. De este modo, la idea de "derechos de los animales" carecía de sentido en la vida cotidiana de la antigua Roma. Animales vivos eran preparados para la comida y se mató a miles de animales por diversión en los famosos juegos romanos.

Las sociedades hindúes y budistas desde el siglo III a. C. proclamaron un vegetarianismo amplio refiriéndose al principio de Ahimsa, el principio de no violencia. Por la equivalencia moral de animales y seres humanos unos reyes construyeron hospitales para animales enfermos. Matar a una vaca fue un delito tan serio como matar un hombre de alta casta, matar a un perro tan serio como matar a un intocable.

El Profeta Mahoma (570-632) consideraba permisible matar a animales, aunque hacerlo sin necesidad aparente o con crueldad fue prohibido.

No deben ser fijados a la hora de ser matados ni deben ser dejados esperar su muerte. Dejar ver a un animal como afilas tu cuchillo es matarlo 17 veces.[15]

Los derechos de los animales son un tema controvertido, debido a que no existe consenso sobre los mismos, ni acuerdos internacionales al respecto. Según Descartes, los animales ni siquiera son capaces de sentir dolor; lo que se debe, supuestamente, a que carecen de alma: De este modo, los animales estarían fuera del alcance de la consideración moral. Por otro lado Nicolás Fontaine, un testigo presencial, describió en sus memorias, publicadas en 1738, una visita a un laboratorio: se les administraban golpes a perros con bastante indiferencia y se burlaban de quienes se compadecían de los perros.

La idea de no causar sufrimiento innecesario a los animales como un deber, se puede asociar con facilidad a la teoría ética de contractualismo; corriente surgida a finales del siglo XVIII.

Las primeras sociedades de "protección animal" se crearon durante la revolución industrial y las primeras víctimas defendidas fueron las que efectuaban la llamada "tracción a sangre", es decir, caballos, asnos y mulas, cuyo maltrato era habitual y a la vista de todos.

El año 1641 tiene gran importancia para la idea de derechos animales por la gran influencia que tuvo el filósofo francés René Descartes (1596-1650), que publicó sus meditaciones en aquel año.

Tras el fondo de la revolución científica en la cual tomó parte él mismo enfrentando al pensamiento medieval del renacimiento Descartes propuso una Teoría Mecanicista del Universo cuyo objetivo fue enseñar que el mundo pudiese ser explicado sin tener que considerar ninguna experiencia subjetiva. Sus teorías fueron expandidas al asunto de la conciencia animal. La mente según Descartes consistía en una sustancia separada conectando a los seres humanos con el espíritu de Dios. Por el otro lado los animales no-humanos según Descartes eran autómatas complejos sin almas, sin mentes, sin razonamiento y sin las capacidades de sufrir o sentir.

En el Discurso del Método, Descartes dice que la capacidad de usar lengua y razonamiento incluye la capacidad de poder "responder a todo tipo de contingencias de la vida", una capacidad que los animales no tienen. Dedujo de aquello que todo tipo de sonido expresado por algún animal no constituye una lengua sino respuestas automáticas a estímulos externos.[16]

Las primeras leyes conocidas fueron pasadas en Irlanda el año 1635[17]​ prohibiendo esquilar lana de ganado ovino y atar arados a las colas de los caballos basándose en la crueldad usada frente al animal.

El año 1641, el mismo año que las Meditaciones fueron publicadas, la colonia estadounidense de Massachusetts Bay aprobó un sistema de leyes protegiendo a animales domesticados. Las leyes fueron basadas en el Massachusetts Body of Liberties (Cuerpo de Libertades de Massachusetts) y escritas por el abogado y pastor puritano Nathaniel Ward (15781652) de Suffolk, Inglaterra que estudiaba en Cambridge.[18]​ Ward listaba los rights (derechos) que el tribunal general de la colonia adaptó más tarde. Entre aquellos fue el derecho número 92: "A ningún humano le es permitido efectuar algún tipo de tiranía o crueldad hacia alguna criatura nacida que esté normalmente retenida para uso humano".[19]​ Esta ley es considerada muy destacable por oponerse a las ideas de Descartes, que tenían gran influencia en aquel momento.

Los puritanos también crearon leyes de protección animal en Inglaterra. Kathreen Kete del trinity College, Hartford, Connecticut escribe que leyes fueron aprobadas en 1654 como parte de las ordenanzas del protectorado - El gobierno bajo Oliver Cromwell duró desde 1653 hasta 1659 (durante la guerra civil de Inglaterra). Cromwell tenía una aversión personal por los deportes sangrientos como las peleas de gallos, perros o toros, de las cuales se afirmaba machacaban la carne. Para el movimiento puritano aquellas peleas fueron asociadas con borracheras y pereza. Ellos interpretaron el concepto de Dominio como una tarea de tenencia responsable en vez de posesión del animal. La oposición al movimiento puritano estigmatizó estas leyes como parte de la supremacía puritana haciéndola un motivo clave en la resistencia hacia ellos. En cuanto Carlos II tomó el trono en el año 1660, las peleas de toros fueron legales de nuevo en Inglaterra durante unos 162 años hasta que volvieron a ser prohibidas en 1822.

Oponiéndose a la postura de Descartes, el filósofo John Locke (1632-1704) (Some Thoughts concerning education: Algunos pensamientos educativos, 1693) argumentaba que la crueldad con los animales tendrá efectos negativos sobre la evolución ética de niños, que más tarde transmiten la brutalidad a la interacción con seres humanos, pero no consideró ningún concepto de derechos.'

En Fundamentación de la metafísica de las costumbres, Kant veía la racionalidad como la base para ser un paciente moral, una consideración moral debida, creía que los animales no tienen derechos morales. Los animales, según Kant, no son racionales, por lo tanto, uno no puede comportarse inmoralmente hacia ellos.[20]​ Aunque no creía que tuviéramos ningún deber hacia los animales, Kant sí creía que ser cruel con ellos era incorrecto porque nuestro comportamiento podría influir en nuestras actitudes hacia los seres humanos: si nos acostumbramos a dañar a los animales, entonces es más probable que veamos dañar a los humanos como aceptable.[21]

El enfoque de Schopenhauer y la preferencia de una filosofía asiática hacia la tradición cristiana han caracterizado el movimiento de derechos de animales y la legislatura sobre protección de intereses de animales en el siglo XIX hasta mediados del siglo XX.

El filósofo Jeremy Bentham postuló que los animales por su capacidad de sentir agonía y sufrimiento, independientemente de que tuviesen la capacidad de diferenciar entre "bien" y "mal" (una capacidad que algunos discapacitados psíquicos no tienen) deben tener unos derechos fundamentales como el derecho a la vida y a su seguridad, y a estar libres de la tortura y de la esclavitud. (Véase Artículos 3-6 de los Derechos Humanos). Él también dedujo que un perro es más aprehensivo que un recién nacido y que de este modo estaría más cercano al humano adulto que un bebé. Con sus tesis y comparaciones "Si miramos a miembros de nuestra propia especie, los cuales carecen de calidad de personas normales, parece imposible que su vida fuera más válida que la de unos animales". Estas proposiciones fueron criticadas masivamente.[cita requerida]

En Costa Rica el gobierno quiere eliminar los zoológicos nacionales y esto podrá concretarse cuando el contrato con los actuales administradores expire.[23]

Aunque Peter Singer por su publicación Animal Liberation es reconocido como un desencadenante del movimiento de derechos animales, esto resulta incorrecto porque sus argumentos no se basan en un concepto de derechos sino en la consideración de los intereses o preferencias de los animales.

Únicamente la capacidad de padecimiento, según Singer, otorga a un ser el derecho a consideración moral y especialmente el derecho a no sufrir. Para el derecho a la vida Singer usa el término de "Persona", que para él serían todos los seres vivos capaces de anticipar su ser en el pasado y el futuro. Según Singer existen seres humanos que no constituyen una persona en este sentido. Por ejemplo recién nacidos o algunas personas con discapacidades mentales. Por otro lado, existen varios animales que constituyen una "persona": seguramente los homínidos y, quizá, todos los mamíferos.

En The Case for Animal Rights, Tom Regan argumenta que los animales no humanos son objeto de derechos morales. Su filosofía se encuentra en general dentro de la tradición de Immanuel Kant, si bien él rechaza la idea de Kant de que el respeto se debe solo a los seres racionales. Regan argumenta que sistemáticamente atribuimos valor intrínseco, y por lo tanto, el derecho a ser tratados con respeto a los seres humanos que no son racionales incluyendo a los bebés y a aquellos que sufren discapacidades mentales graves.

El atributo crucial que todos los humanos tienen en común, según él, no es la racionalidad sino el hecho que cada uno tiene una vida que tiene valor para nosotros; en otras palabras, lo que sucede nos importa sin importar que le importe a cualquier otro. En la terminología de Regan, cada uno estamos experimentando ser "sujeto-de-una-vida". Si esto es sin duda la base para atribuir valor inherente a los individuos, para ser consistentes debería atribuirse valor intrínseco y, por tanto, derechos morales, a todos los sujetos de una vida, ya sean humanos o no humanos. El derecho básico que todos los que posean valor inherente tienen, argumenta, es el derecho a no ser tratado simplemente como un medio para los fines de otros.

Helmut F. Kaplan aboga por una ética simple:[24]​ Por un lado, las aproximaciones de derechos animales existentes deberían ser accesibles y ser explicados a la población. Por otro lado, éticamente, la gente debería ser "recogida donde se encuentre". Debería quedar claro, que las existentes convicciones éticas tienen que ser pensadas hasta la conclusión que impide la violación de derechos de los animales.

Según su opinión la protección de los derechos de los animales muchas veces se acompañan con la humanización de la explotación en vez de con el fin de ésta. Postular una humanización de la explotación animal sería tan irracional como la humanización de la esclavitud o el consentimiento de una violación sexual suave.[25]

Steven Wise (Rattling the cage, Drawing the line) aboga por unos derechos de los animales según un criterio de autonomía práctica. Los seres que poseen un yo, que actúen intencionalmente y que posean deseos deberían ser provistos con unos derechos básicos: No deberían ser usados como alimento o para la investigación. Considerando la posibilidad de llevar dichos derechos a la práctica, él postula para ello preliminarmente solo a unos pocos animales: primates, cetáceos (delfines y ballenas), elefantes y loros.

Gary Francione basa sus teorías (Introduction to animal rights) en lo próximo: Hasta el extento al que animales pueden ser considerado como propiedad todos los derechos considerados como básicos son desarbolados. Apunta al asunto que sin el derecho elemental de no ser considerado como propiedad humana, los animales nunca pueden tener derechos porque el apuntó hacia intereses de una propiedad nunca tuviese valor.

Como sus antecedentes él también usa una aproximación de padecimiento a la hora de identificar individuos con autonomía.

En su publicación Animals, property and the Law dice que la razón más limitante en el equipaje de derechos de animales fuese el status de animales de cosas. Lo llama inconsistente el facto de tratar a algunos gatos o perros como miembros de la familia y al mismo tiempo explotar a gallinas, y vacas para el alimento.

Las diferentes aproximaciones enseñan que el movimiento no constituye un bloque unitario. Entre el movimiento por ejemplo la teoría utilitarista de Singer es sujeto de critica por parte de Regan, Francione y Kaplan porque dadas unas condiciones puede legitimar el consumo de carne.[26]

El consenso mínimo se halla, en esencia, en respetar el derecho a la vida de los animales; y en la práctica, en mejorar la situación de los animales evitando utilizarlos como medios para fines humanos.

El Derecho de animales es una colección de derecho positivo y jurisprudencia en la cual la naturaleza - legal, social o biológica - de animales es el objeto de Derecho significante, no es sinónimo de derechos de los animales como sujeto de Derecho, más es considerado un referente "práctico". Los derechos de animales incluyen animales de compañía, fauna, animales empleados en el entretenimiento y animales criados para comida e investigación. La esfera emergente de los derechos de animales a veces se compara al movimiento del derecho medioambiental hace 30 años. El Animal Legal Defense Fund (literalmente: Fundación de la Defensa Legal de Animales) fue fundado por la abogada Joyce Tischler en 1979 como la primera organización dedicada a la promoción de la esfera de los derechos de animales y usando el derecho para proteger las vidas y defender los intereses de animales.[27]

Actualmente, los derechos de animales se enseñan en 100 facultades de derecho estadounidenses, incluyendo Harvard, Stanford, UCLA, Northwestern, Michigan State University y Duke.[28]​ Cada vez más asociaciones de las abogacías estatales y locales tienen ahora comités de los derechos de los animales.[29]​ Existe poco precedente legal pro-animal, así cada caso presenta una oportunidad para cambiar el futuro legal de los animales.[30]​ En la Universidad Autónoma de Barcelona se imparte en la actualidad el único Máster de Europa en Derecho Animal y Sociedad (Animal Law and Society).[31]​ De igual modo, en la Facultad de Derecho de dicha universidad se oferta el curso en Derecho del Bienestar Animal.[32]

Los temas de los derechos de animales incluyen un rango amplio de enfoques - de exploraciones filosóficas de los derechos de animales a debates pragmáticos sobre los derechos de los que utilizan animales-, quien tiene legitimación procesal a poner pleito cuando se daña un animal en una manera que infringe la ley, y lo que constituye la crueldad legal.[29]​ Los derechos de animales impregnan y afectan la mayor parte de las áreas tradicionales legales - incluyendo la responsabilidad extracontractual, el derecho contractual, el derecho penal y el derecho constitucional. Ejemplos de esta intersección incluyen:

Sonia S. Waisman, Bruce A. Wagman y Pamela D. Frasch han sido co-autores de un registro exhaustivo sobre derechos de los animales.[33]​ Debido a que los derechos de los animales no son una esfera legal tradicional, la mayoría de los capítulos del libro se formulan en subconjuntos familiares de derecho como la responsabilidad extracontractual, el derecho contractual el derecho penal y el derecho constitucional. Cada capítulo elabora casos y comentarios donde los derechos de los animales afectan estas áreas más amplias. Desde el ámbito de la filosofía y la ética se trata de comparar y dilucidar si los animales tienen derechos similares a los humanos (Declaración de Derechos Humanos iniciados en la Revolución francesa).[34]

Algunos críticos abogan frecuentemente la tesis que de que los animales no puedan tomar parte en un contrato social o tomar decisiones morales, porque no estarían preparados para respetar los derechos de otros o entender conceptos de derechos de alguna manera. Sin considerar a los animales como sujetos de derecho, de todos modos es posible evitarles un padecimiento y proteger sus intereses básicos ante seres iuris (seres humanos).

Abogados de derechos de los animales dicen, en contra de lo anterior, que un contrato sin igualdad de las partes sería absurdo y sin moral.

Se argumenta que la exigibilidad de un reconocimiento extensible a determinados animales resulta absurdo e incongruente en un sentido filosófico y práctico ya que no vivimos en una interacción equivalente entre seres humanos y animales ya que los animales son incapaces de reclamar para sí los presuntos derechos que algunos humanos quieren concederles (Rothbard, 'La Ética de la Libertad').[35]

Desde la doctrina ética y jurídica suele explicarse que todo derecho tiene un depositario responsable, es decir, que alguien que puede adquirir derechos, (por ejemplo a través de un contrato), es porque a la vez adquiere las obligaciones equivalentes (caso de personas naturales y jurídicas); esto es algo que los animales no pueden hacer en modo alguno. Este cuestionamiento no significa que se sea favorable al sufrimiento innecesario de los animales, solo es un rechazo a la pretensión de atribuirles derechos a entes no humanos.

Unos críticos de la filosofía jurídica dicen, que según la tradición teórica de justicia un derecho se compone por 3 partes:

Los derechos de los animales solo pueden ser elaborados en una concepción secular y de manera semicognitiva, considerando una intersubjetividad moderada y el intercambio de posiciones, porque los derechos de los animales no solo constituyen el derecho a la vida, sino también una consideración relevante de sus intereses en conflictos normativos como por ejemplo, en su utilización en experimentos científicos.

Se discute si los derechos de los animales deberían ser acompañados con deberes. En la mayoría de las leyes europeas que se orientan en los Derechos Humanos, se deja claro que cada derecho (derecho a la vida) está acompañado con un deber (deber de no matar), por lo que es obvio que algunos animales no serían capaces de cumplir con aquellos deberes.

El filósofo jurídico y jesuita Norbert Brieskorn dice que quienes intentan admitir derechos para los animales más desarrollados tendrán que dar respuestas a las preguntas:

Algunos autores abogan una analogía del tratamiento que se da a los animales con el holocausto judío, como es el caso de PETA muestra en la publicación The Holocaust on your plate[36]​ imágenes de judíos en campos de concentración comparados con animales maltratados. La presidenta dice lo siguiente:

La Liga Antidifamación critica esta práctica porque según su opinión relativiza la agonía de los judíos en los campos de concentración.

Edgar Kupfer-Koberwitz, prisionero del Campo de concentración de Dachau desde 1940, escribió secretamente durante su cautiverio al respecto:[37][38]

El autor judío Isaac Bashevis Singer, que recibió el Premio Nobel de Literatura en 1978, hizo también la comparación con el holocausto en bastantes de sus historias, incluyendo Enemies, A Love Story, The Penitent, y The Letter Writer. En The Letter Writer el protagonista dice: "En relación con los animales, todas las personas son nazis; para los animales es un eterno Treblinka."[39]​ En The Penitent el protagonista dice "cuando se trata de animales, todo el mundo es un nazi."[40]

Carl Sagan, científico de la NASA y creador de la serie de documentales de divulgación Cosmos: Un viaje personal declaró en la obra Sombras de antepasados olvidados de 1992 lo siguiente:[41]



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