La Diócesis de Barrancabermeja (en latín: Dioecesis Barrancabermeiensis) es una jurisdicción eclesiástica de la Iglesia católica en Colombia, con sede en el municipio del mismo nombre y hace parte de la provincia eclesiástica de Bucaramanga.
Está conformada por las parroquias existentes en tres municipios antioqueños, Puerto Berrío, Puerto Nare y Yondó; dos municipios bolivarenses, Cantagallo y San Pablo; y nueve municipios santandereanos, Barrancabermeja, Betulia, Cimitarra, El Carmen de Chucurí, Puerto Parra, Puerto Wilches, Sabana de Torresy San Vicente de Chucurí; así como algunos de sus respectivos corregimientos.
Su territorio limita al noreste con la Arquidiócesis de Bucaramanga y la Diócesis de Ocaña, al este con la Diócesis de Socorro y San Gil, al sur con la Diócesis de La Dorada-Guaduas, al norte con la Diócesis de Ocaña y la Diócesis de Magangué, al suroeste con la Diócesis de Sonsón-Rionegro y la Diócesis de Girardota, al occidente con la Diócesis de Santa Rosa de Osos y al noroeste con la Diócesis de Magangué.
La presencia de la Iglesia Católica en el Magdalena Medio santandereano es reciente. Solo hasta comienzos del siglo XX se estableció allí de manera continua, a la par del proceso de colonización de la región, que hasta entonces, estaba poblada de bosques y de los últimos reductos de los indígenas yariguíes. El hallazgo de fuentes de petróleo cambio la situación, y provocó, junto con el establecimiento de la empresa petrolera Tropical Oil Company (TROCO), la llegada de miles de inmigrantes trabajadores de distintas partes del país, que se instalaron en Barrancabermeja. La ciudad creció y también los creyentes. En 1923 se crea la primera parroquia católica en Barrancabermeja y cinco años más tarde fue erigida la Prefectura Apostólica.
El 2 de abril de 1928, mediante bula papal Dominici Gregis Regiminis del papa Pío XI se erige la Prefectura del Río Magdalena con territorio segregado de la Diócesis de Santa Marta, la Diócesis de Nueva Pamplona y la Diócesis de Socorro y San Gil. la bueva jurisdicción quedó bajo la administración de la Compañía de Jesús de la Provincia colombiana.
Dicha prefectura inició su funcionamiento el 9 de septiembre de ese año con mons. Carlos Hilario Correa como prefecto, quien renuncia cuatro años después, para ser reemplazado por el padre Rafael Toro, quien renuncia el 20 de mayo de 1947, por motivos de salud, al igual que su antecesor.
El padre Bernardo Arango Henao SJ sucede a Toro, posesionándose el 6 de enero de 1948. Durante la administración de Arango, mediante bula Apostolicis Sub Plumbo Litteris Dominici Gregis del 18 de abril de 1950, expedida por Pío XII, la prefectura apostólica es elevada al rango de vicariato apostólico, y Arango al de vicario, quien es consagrado obispo el 11 de junio de 1950 en Bogotá. Posteriormente, con el nombre de Diócesis de Bermeja y mediante constitución apostólica Divina Christi Verba de Juan XXIII del 27 de octubre de 1962, el vicariato fue elevado a la categoría de diócesis como sufragánea de la Arquidiócesis de Nueva Pamplona. Arango se posesionó como obispo de la nueva diócesis en la Catedral del Sagrado Corazón el 26 de enero de 1963.
Arango renunció al llegar a la edad canónica de retiro y como su sucesor fue nombrado mons. Juan Francisco Sarasti Jaramillo, posesionado el 3 de marzo de 1984, permaneciendo nueve años en la diócesis, hasta que en 1993, Sarasti fue promovido como arzobispo de la Arquidiócesis de Ibagué, y la Diócesis de Barrancabermeja recibió a José Figueroa Gómez como administrador diocesano. Ese mismo año, el 16 de octubre, Jaime Prieto Amaya fue nombrado obispo, y tomó posesión dos meses después. Mons. Prieto Amaya desempeñó una actividad pastoral notable por su compromiso en favor de los derechos humanos, en un momento en que la diócesis y la región entera vivió uno de sus momentos más grises por la violencia paramilitar y guerrillera.
El 1 de diciembre de 2009, el papa Benedicto XVI promovió a monseñor Prieto Amaya a la sede episcopal de Cúcuta, en Norte de Santander, y al año siguiente el 2 de diciembre, el Santo Padre nombró a mons. Camilo Fernando Castrellón Pizano, Salesiano, hasta entonces obispo de Tibú, como Obispo de Barrancabermeja, de la cual tomó posesión el 6 de marzo de 2010. Monseñor Castrellón se desempeñó como obispo durante 10 años, siendo reemplazado el 8 de agosto de 2020 por mons. Ovidio Giraldo Velásquez.
La Iglesia diocesana desde sus orígenes ha experimentado unas condiciones particulares. Según los historiadores Plata y Figueroa, "la pastoral realizada por la Iglesia Católica tuvo un acento distinto, lo que la obligó tempranamente a acercarse al mundo obrero con el objeto de hacer alianzas y a su vez, crear vínculos con las directivas de La Troco, compuesta por norteamericanos, generalmente de origen protestante. Es así como en los años cuarenta surgieron varios sindicatos de corte católico que buscaron competir con el sindicalismo socialista, al tiempo que se gestionaban recursos con la petrolera para la construcción de iglesias y casas curales. Con todo, la Iglesia Católica logró expandirse, lo que le permitió en los años setenta contar con once parroquias en la ciudad"
Luego, la elevación al rango de Diócesis coincidió con una época de cambios generada por el Concilio Vaticano II (1962-1965) y la II Conferencia del CELAM en Medellín (1968); se crea el Secretariado de Pastoral Social y una generación de jóvenes sacerdotes liderada por Floresmiro López, Eduardo Díaz Ardila, Nel Beltrán Santamaría (hoy obispo) y Gabriel Ojeda, entre otros, desarrolla una pastoral muy comprometida con los pobres y en apoyo de reinvidaciones básicas en temas como: servicios públicos, desarrollo económico, vivienda, salud, familia, mujer y educación. Se crean, en este sentido, Comunidades Eclesiales de Base y entidades como la Organización Femenina Popular (OFP) o el Instituto Cristiano de Promoción Campesina (ICPROC) entre muchas otras.
Por esos años la región experimenta grandes problemas de seguridad y orden público con la lucha entre grupos guerrilleros de izquierda, las fuerzas armadas oficiales y las organzaciones paramilitares de derecha. Asesinatos, despojo de tierras y violaciones a los derechos humanos son actos constantes en los años 80 y 90 del siglo XX. Ante esta situación la Iglesia diocesana desarrolla una pastoral por la paz que procuró acompañar y proteger a las víctimas, generar estrategias de diálogo con los grupos armados (los "diálogos pastorales") apoyar la creación de organizaciones que protegieran la vida, la paz y procuraran el desarrollo económico sostenible en una región muy desigual. Uno de los programas que la diócesis apoyó en su gestión fue el Programa de Desarrollo y Paz, nacido en 1995 y que se ha convertido en un referente nacional.
Resumiendo, la labor evangelizadora de la diócesis de Barrancabermeja ha estado acompañada de la promoción del desarrollo económico, político y social de sus habitantes y de la construcción de una Cultura de la paz.
Prefectos del Río Magdalena
Vicario Apostólico de Barrancabermeja
Obispos de Barrancabermeja
A finales de 2006 el territorio de la diócesis contaba con una población de 539.000 personas, de las cuales 386.000 son católicos, que corresponde 71,6 % del total.
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