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Epaminondas




Epaminondas (en griego: Ἐπαμεινώνδας, Epameinondas; h. 418 a. C.-362 a. C.) fue un general y político griego del siglo IV a. C., quien convirtiera la polis de Tebas en la nueva potencia hegemónica de Grecia, sustituyendo a Esparta.

Epaminondas redibujó el mapa político de Grecia, fragmentó antiguas alianzas, creó nuevas y supervisó la construcción de ciudades enteras. También tuvo gran influencia militar, inventando e implementando diversas y muy importantes tácticas de batalla. Antes de su mandato, Tebas se encontraba en una situación de dominio espartano. Epaminondas logró mejorar la capacidad militar de Tebas para situarla en una posición preeminente dentro de la política de Grecia, creando lo que se conocería como la hegemonía tebana. En el proceso acabó con la supremacía militar espartana en la batalla de Leuctra y liberó a los ilotas de Mesenia, un grupo de griegos del Peloponeso que habían sido reducidos a la servidumbre bajo el dominio de Esparta durante unos 200 años.

El orador romano Cicerón le llamó el primer hombre de Grecia, si bien Epaminondas ha caído en una relativa oscuridad en los tiempos modernos. Los cambios que Epaminondas llevó al orden político griego no le sobrevivieron mucho tiempo, dado que el ciclo de hegemonías y alianzas todavía no se había estabilizado. Tan solo 27 años después de su muerte, Tebas fue destruida por Filipo II de Macedonia, batalla en la que también participó su hijo Alejandro Magno. Por todo ello, Epaminondas no es recordado tanto como un idealista y liberador (como se le vio en su tiempo), sino por una década de campañas (desde 371 hasta 362 a. C.) que dieron forma y fuerza a los grandes poderes de Grecia y que pavimentó el camino para la posterior conquista macedonia.

Aunque Epaminondas fue una figura muy significativa de su tiempo, hay comparativamente muy poca información sobre su vida al alcance de los historiadores modernos, y no existe ningún historiador clásico que nos muestre una imagen completa del personaje. Algunas de las biografías más completas son trabajos de Cornelio Nepote, Pausanias, Plutarco, Diodoro Sículo y Jenofonte, aunque no todas ellas han llegado hasta nuestros días.

En particular, una de las principales biografías perdidas es la realizada por Plutarco sobre Epaminondas en sus Vidas paralelas. Epaminondas era una de las aproximadamente 50 figuras históricas analizadas por Plutarco en su obra, y en la que le comparaba con el político romano Publio Cornelio Escipión el Africano. Sin embargo, estas dos biografías no han perdurado hasta nuestros días.[1]​ Plutarco escribió unos 600 años después de la vida de Temístocles, por lo que se trata de una fuente muy secundaria, pero su valor radica en que a menudo menciona los nombres de sus fuentes, lo cual da cierto grado de verificabilidad a sus afirmaciones.[2]

De todas las biografías que han perdurado, la más completa que existe a nuestra disposición es la de Cornelio Nepote, del siglo I a. C., que se convierte por tanto en la principal fuente sobre la vida de Epaminondas.[3]​ Sin embargo, la biografía de Cornelio Nepote es corta, aunque se pueden encontrar algunos datos más en la Descripción de Grecia de Pausanias. En lo que respecta a la obra de Plutarco, y a pesar de haberse perdido su biografía, se pueden encontrar algunos de los detalles sobre su vida y trabajos en las biografías sobre Pelópidas y Agesilao II.

El periodo de la historia de Grecia que transcurre a partir del año 411 a. C. fue relatado principalmente por el historiador Jenofonte, que veía su obra como una continuación de la Historia de la Guerra del Peloponeso de Tucídides.[4]​ Sin embargo, Jenofonte, que idolatraba a Esparta y a su rey Agesilao II, evita mencionar a Epaminondas siempre que le es posible y ni siquiera hace mención de su presencia en la Batalla de Leuctra.[5]​ Por último, el papel de Epaminondas en los conflictos del siglo IV a. C. también es descrita por Diodoro Sículo en su obra Biblioteca histórica, pero Diodoro escribió en el siglo I a. C., y también es una fuente muy secundaria,[6]​ aunque útil para corroborar los detalles que aparecen en otras fuentes.[7]

Por todas estas razones hoy en día nos encontramos en una situación en la que el personaje histórico de Epaminondas es virtualmente desconocido, y en particular en comparación con personajes casi contemporáneos como el conquistador macedonio Alejandro Magno o el general ateniense Alcibíades.[8]

Según Cornelio Nepote el padre de Epaminondas, Polymnis, era un descendiente empobrecido de una noble familia tebana. Sin embargo, ello no impidió que Epaminondas recibiese una educación excelente: sus profesores de música estaban dentro de los mejores de su disciplina, al igual que sus instructores de danza. Más notable todavía fue su profesor de filosofía, Lisis de Tarento, que fue uno de los últimos grandes filósofos pitagóricos. Lisis había ido a vivir con Polymnis en la época de su exilio, lo cual permitió a Epaminondas trabajar mucho con él, por lo que terminó destacando en sus excelentes estudios filosóficos. Sin embargo, Epaminondas no era solo un académico. También resaltó por sus cualidades físicas y durante su juventud dedicó mucho tiempo a la preparación física de cara al combate.[9]

Epaminondas comenzó pronto su servicio como soldado, poco después de la adolescencia. Plutarco relata un incidente acaecido en una batalla en Mantinea.[10]​ Aunque no se explícita claramente, probablemente se trate del ataque de Esparta sobre Mantinea en el año 385 a. C. descrita por Jenofonte,[11]​ puesto que Plutarco afirma que Epaminondas formaba parte de la fuerza tebana que ayudaba a los espartanos, lo cual encaja en la descripción.[12]​ Lo que es seguro es que Epaminondas no era lo suficientemente mayor como para haber servido en la batalla de Mantinea del año 418 a. C.

Sea como fuere, el hecho es que en esa batalla tuvo lugar uno de los eventos más importantes de la juventud de Epaminondas, puesto que en esa batalla salvó la vida de su futuro colega Pelópidas poniendo en grave riesgo la suya propia. Plutarco dice que este indidente pudo cimentar su amistad, y Pelópidas se convertiría en el compañero político de Epaminondas durante los siguientes veinte años.[10]​ A través de toda su carrera, Epaminondas seguiría siendo destacado por su capacidad táctica y su manejo del combate cuerpo a cuerpo.

Epaminondas no se casó nunca, lo cual le supuso muchas críticas por parte de sus contemporáneos, que pensaban que un personaje como él estaba obligado a proveer a su Estado con el beneficio de hijos que fueran tan grandes como lo había sido su padre. En respuesta Epaminondas dijo que su victoria en Leuctra era una hija destinada a vivir por siempre. Se sabe, sin embargo, que tuvo diversas relaciones amorosas con jóvenes griegos, una costumbre que era habitual en la antigua Grecia, y que lo era muy particularmente en Tebas. Plutarco recoge que los legisladores tebanos instituyeron la práctica para «atemperar las formas y el carácter de los jóvenes».[13]​ Una anécdota contada por Cornelio Nepote indica que Epaminondas había intimado con un joven llamado Micitos. Plutarco también menciona a dos de sus amantes: Asópico, que luchó con él en la Batalla de Leuctra, en la que se distinguió enormemente;[14]​ y Capisdoros, que murió con Epaminondas en Mantinea y fue enterrado a su lado.[15]

Epaminondas vivió toda su vida en una situación cercana a la pobreza, debido a su rechazo del enriquecimiento personal a través de su poder político. Cornelio Nepote deja constancia de su incorruptibilidad, describiendo cómo rechazó a un embajador persa que llegó a él con un soborno. Siguiendo la costumbre de los pitagóricos, era dadivoso con sus amigos y les recomendaba que hiciesen lo mismo con los demás. Todos estos aspectos de su carácter contribuyeron de forma muy importante al renombre que adquirió tras su muerte.[16]

Epaminondas vivió una época particularmente turbulenta en la historia tebana. Después de la Guerra del Peloponeso, en 404 a. C., Esparta se embarcó en una política unilateral e individualista muy agresiva contra el resto de polis griegas, y rápidamente fue alienando a muchos de sus antiguos aliados.[17]Tebas, mientras tanto, había incrementado mucho su poder durante la guerra, y buscaba ganar el control sobre otras ciudades de Beocia (la región de la antigua Grecia al noroeste de Ática). Esta política, así como algunas otras disputas más, llevaron a Tebas a un conflicto con Esparta (su antiguo aliado) en la Guerra de Corinto.[18]​ En esa guerra, que se prolongó durante ocho años y acabó sin decantarse definitivamente por ninguno de los dos bandos, se produjeron algunas derrotas tebanas muy sangrientas en enfrentamientos contra Esparta. Para cuando acabó la guerra Tebas se vio forzada a olvidar sus ambiciones expansionistas y volver a su antigua alianza con Esparta.[19]

En 382 a. C., sin embargo, el comandante espartano Fébidas cometió un error estratégico que hizo que Tebas se volviese en contra de Esparta definitivamente, y que pavimentó el camino para la llegada al poder de Epaminondas.[20]​ Atravesando Beocia para una campaña, Fébidas se aprovechó de una revuelta civil en Tebas para asegurar la entrada a la ciudad a sus tropas. Una vez dentro, asedió Cadmea (la acrópolis tebana), y forzó al partido anti-espartano a huir de la ciudad.[21]​ Epaminondas, si bien estaba asociado a esa facción, pudo quedarse en la ciudad porque se pensaba que no era más que un filósofo empobrecido y completamente inofensivo.[22]​ Los espartanos instalaron un gobierno títere en Tebas e impusieron una guarnición espartana en Cadmea para asegurarse el comportamiento a su favor de los tebanos.[20]

En los años posteriores a la toma de control de Esparta, los tebanos exiliados por el nuevo gobierno se reagruparon en Atenas y se prepararon, con el apoyo encubierto de los atenienses, a reconquistar su ciudad. Se comunicaron con Epaminondas, que comenzó a preparar a los jóvenes de la ciudad para un intento de asaltar el poder. En 379 a. C., un pequeño grupo de exiliados liderados por Pelópidas se infiltraron en la ciudad y asesinaron a los líderes del gobierno pro-espartano. Epaminondas y Górgidas dirigieron a un grupo de jóvenes que entraron en las armerías, cogieron armas, y rodearon a los espartanos en Cadmea asistidos por una fuerza de hoplitas atenienses.

En la asamblea tebana celebrada al día siguiente Epaminondas y Górgidas trajeron a Pelópidas y a sus hombres frente a la audiencia y exhortaron a los tebanos a luchar por su libertad. La asamblea respondió aclamando a Pelópidas y a sus hombres como libertadores y, temiendo por sus vidas, la guarnición espartana se rindió y fue evacuada. A los tebanos del partido pro-espartano también se les permitió rendirse, pero fueron posteriormente ejecutados por los insurgentes.[13]

Cuando llegaron a Esparta las noticias del levantamiento en Tebas, se envió en primer lugar a un ejército bajo el mando del rey espartano Cleómbroto I, que volvió sin haber llegado a entrar en combate contra los tebanos. Seguidamente se envió un nuevo ejército comandado por el diarca espartano Agesilao II para someter a la ciudad. Los tebanos, sin embargo, decidieron no enfrentarse directamente al ejército espartano en el campo de batalla, y construyeron una trinchera y una barricada en las afueras de Tebas, tras la que se parapetaron, evitando el avance espartano contra la ciudad. Los espartanos se dedicaron a saquear la zona tratando de hacer salir a los tebanos, pero éstos permanecieron en su refugio y, finalmente, los espartanos se fueron, con lo que Tebas mantuvo su independencia.[23]​ La victoria subió la moral de los tebanos, que comenzaron a afrontar una serie de operaciones militares dirigidas contra otras ciudades vecinas.[24]

En poco tiempo los tebanos lograron reconstruir su antigua confederación de Beocia en una nueva forma democrática. Las ciudades de Beocia se unieron como una federación con un consejo ejecutivo formado por siete generales o Beotarcas, elegidos de los siete distritos de Beocia.[25]​ La fusión política tuvo tanto éxito que más adelante los nombres tebano y beocio se usaron indistintamente como muestra de la unión de los habitantes de la región.

Buscando acabar con la unión de este nuevo estado, los espartanos invadieron tres veces la región de Beocia durante los siguientes años.[23]​ Si bien al principio se rehuía el enfrentamiento directo, los beocios poco a poco fueron ganando suficiente confianza como para salir al campo abierto y fueron capaces de luchar con los espartanos directamente.[26]​ A pesar de que Esparta permanecía siendo el poder terrestre dominante en Grecia, los habitantes de Beocia habían demostrado que ellos también eran una amenaza militar y un poder político a tener en cuenta.[27]​ Al mismo tiempo, Pelópidas, defensor de una política antiespartana, se había logrado situar como uno de los principales líderes políticos de Tebas.[28]

Es difícil determinar con exactitud cuál sería el papel de Epaminondas en los acontecimientos acaecidos hasta el año 371 a. C. Ciertamente, Epaminondas sirvió en los ejércitos tebanos en su defensa de Beocia en esa década, y para el 371 a. C. se había convertido ya en uno de los Beotarcas.[29]​ Parece probable que, vista su fuerte amistad y su colaboración a partir de ese año, que Epaminondas y Pelópidas también hubiesen colaborado de forma estrecha en el periodo anterior, entre 378 y 371 a. C.[30]

No existe ninguna fuente que nos indique en qué momento fue elegido Epaminondas como Beotarca por primera vez, pero en el año 371 a. C. ocupaba el puesto y, el año siguiente, estaba a la cabeza de una conferencia de paz que tuvo lugar en Esparta.

Los años posteriores al golpe de estado de Tebas habían sido testigos de las luchas entre Esparta y Tebas, habiendo sido Atenas también arrastrada al conflicto. Se había hecho un intento de lograr un acuerdo de Paz Común en 375 a. C., pero se había vuelto a las hostilidades entre Atenas y Esparta en 373 a. C. (como muy tarde).[31]​ En el año 371 Atenas y Esparta volvían a estar preocupadas por la guerra, por lo que tuvo lugar una nueva conferencia de paz.[32]

En ella, Epaminondas se presentó como Beotarca, y dirigió a la delegación de Beocia en la conferencia de paz. Se llegó a un acuerdo de paz, y presumiblemente los tebanos habrían firmado el tratado en su propio nombre.[33]​ Sin embargo, al día siguiente, Epaminondas provocó una importante ruptura con Esparta cuando insistió en firmar no solo en nombre de los tebanos, sino en el de todos los beocios. Agesilao II se negó a permitirlo, insistiendo en que las ciudades de Beocia deberían ser independientes, pero Epaminondas contraargumentó que si eso fuese así, entonces las ciudades de Laconia deberían serlo también. Ante esta situación, Agesilao expulsó a los tebanos de la conferencia y del tratado, por lo que la delegación volvió a Tebas y ambos bandos se prepararon para la guerra.[34]

Inmediatamente después del fracaso de la conferencia de paz, se enviaron órdenes desde Esparta al rey espartano Cleómbroto I, que se encontraba a la cabeza del ejército desplazado al distrito de Fócida, ordenándole marchar directamente a Beocia. Se desvió hacia el norte para evitar los pasos montañosos en donde los beocios se preparaban para emboscarle, y entró en el territorio de Beocia desde una dirección inesperada desde la que pronto tomó una fortaleza y capturó entre 10 y 12 trirremes. Desde ahí marchó hacia Tebas y acampó en Leuctra, en el territorio de Tespias y hasta ahí acudió el ejército beocio para encontrarse con ellos. El ejército espartano estaba compuesto de unos 10 000 hoplitas, de los cuales 700 eran guerreros de élite conocidos como espartíatas. Los beocios se enfrentaban a ellos con un número inferior, de solo unos 6000, aunque acompañados de una caballería superior a la de los peloponesios.[35]

Epaminondas recibió el mando del ejército beocio, quedando los otros seis beotarcas como consejeros. Pelópidas, mientras tanto, quedó como capitán al mando del Batallón Sagrado de Tebas, el grupo de soldados de élite del ejército tebano. Antes de la batalla hubo una larga discusión entre los beotarcas sobre la conveniencia o no de luchar. Epaminondas, defensor de una política agresiva, deseaba luchar, y fue capaz de conseguir que se adoptara esa decisión con el apoyo de Pelópidas.[36]​ Durante el transcurso de la batalla, Epamindondas pondría en práctica tácticas militares no vistas hasta entonces en la historia bélica griega.[37]

Al preparar a sus tropas para la batalla, Epaminondas utilizó una estrategia que no se había visto nunca en las tácticas de guerra griegas. La formación de falange utilizada por los ejércitos griegos tenía tendencia a trasladarse hacia la derecha durante la batalla, porque "el miedo hace que cada hombre haga lo posible para escudar su lado descubierto con el escudo del hombre situado a su derecha".[38]​ En consecuencia, tradicionalmente las falanges se alineaban para la batalla con las tropas de élite situadas en la derecha, el "flanco de honor", con la finalidad de contrarrestar esta tendencia.[39]​ Por tanto, en la falange espartana Cleómbroto había situado a sus espartíatas en la derecha, mientras que los aliados con menos experiencia estaban a la izquierda. Epaminondas, que necesitaba de algún modo poder superar la ventaja numérica de los espartanos, desarrolló e implementó dos innovaciones tácticas.

En primer lugar, se colocó junto con sus tropas de élite tebanas, el Batallón Sagrado de Tebas, en el flanco izquierdo, de forma que quedasen enfrentadas a Cleómbroto y los espartanos.[40]​ En segundo lugar, viendo que no podía alargar sus tropas para igualar la longitud del frente espartano sin que quedasen sin suficiente profundidad, abandonó cualquier intento de igualar los frentes. En su lugar hizo a su falange mucho más profunda en el lado izquierdo, haciéndola de unas cincuenta filas en lugar de las habituales ocho o doce. Cuando comenzara la batalla, el flanco fortalecido podría avanzar al ataque al doble de velocidad, mientras que el flanco más débil tenía órdenes de retirarse y de tratar de retrasar el combate. La táctica de la falange profunda ya fue utilizada anteriormente por otro general tebano llamado Pagondas, que utilizó una falange de 25 hombres de profundidad en la Batalla de Delio.[41]​ Por otro lado, la idea de una línea de ataque descompensada u "orden oblicuo", así como la reversión del orden de colocación de las tropas fue una innovación de Epaminondas. Por lo tanto, Epaminondas fue el general que inventó la táctica militar de rechazar uno de los dos flancos.[42]

La batalla comenzó con un enfrentamiento entre las caballerías, enfrentamiento del que los tebanos salieron victoriosos sobre la inferior caballería espartana, que fue rechazada y enviada contra su propia falange, lo que provocó que la formación se viese desordenada. Viendo en ello una ventaja, los beocios se lanzaron a un enfrentamiento general, en el que el fortalecido flanco izquierdo tebano avanzó con velocidad redoblada contra el flanco derecho espartano, mientras que el flanco derecho retrocedía. Tras una intensa lucha, el flanco espartano comenzó a flaquear frente a la gran masa de tebanos que tenía en frente, y Cleómbroto murió en la batalla. Aunque los espartanos se mantuvieron firmes suficiente tiempo como para recuperar el cuerpo de su rey, sus líneas acabaron rompiéndose por el empuje del asalto tebano. Los aliados de los peloponesios, ubicados en el ala izquierda, también rompieron filas y comenzaron a huir al ver a los espartanos en retirada.[43]

Murieron un millar de soldados del Peloponeso, frente a unas 300 bajas de Beocia. Además, y lo más importante, murieron en el campo de batalla 400 de los 700 espartiatas que participaron en la batalla, lo cual supuso una pérdida catastrófica que supuso una seria amenaza para la capacidad militar futura de Esparta.[44]​ Cuando, tras la batalla, los espartanos solicitaron poder recoger a los muertos junto con el resto de aliados peloponesios, Epaminondas sospechó que los espartanos podrían intentar encubrir la escala de sus pérdidas. Por ello, permitió a los peloponesios recoger a sus muertos primero, de forma que los que quedaran se trataría presumiblemente de espartiatas, enfatizando la escala de la victoria tebana.[45]

La victoria tebana en Leuctra socavó los cimientos de la hegemonía espartana en Grecia. Dado que el número de espartiatas fue siempre relativamente pequeño, Esparta había necesitado a sus aliados para poder formar ejércitos lo suficientemente grandes. Sin embargo, la derrota de Leuctra supuso que los aliados del Peloponeso estuviesen menos inclinados a acceder a las exigencias espartanas. Además, debido a la pérdida de hombres en Leuctra y en otras batallas, los espartanos no estaban en una posición lo suficientemente fuerte como para reafirmar su dominio sobre sus antiguos aliados.[46]

Inmediatamente después de la batalla de Leuctra, los tebanos consideraron la posibilidad de aprovechar su victoria desencadenando su venganza sobre Esparta, e incluso invitaron a Atenas a unírseles en ello. Sin embargo, sus aliados de Tesalia, dirigidos por Jasón de Feres, les disuadieron de destruir lo que quedaba del ejército espartano.[47]​ En su lugar, Epaminondas se ocupó de consolidar la confederación de Beocia, exhortando a las polis de Orcómeno, que hasta entonces había estado alineada con Esparta, a que se uniesen a la Liga.[48]

El año siguiente los tebanos invadieron el Peloponeso, buscando acabar con el poder espartano de forma definitiva.[49]​ No está claro cuándo comenzaron los tebanos a pensar no solo en acabar con la hegemonía espartana, sino en sustituirla con la suya propia, pero en cualquier caso llegó un momento en que ese se convirtió en su objetivo. Hans Beck dice que, al contrario de lo que había pasado con Esparta y la Liga del Peloponeso o con Atenas y la Liga de Delos, Tebas no intentó de ningún modo crear un imperio o atar a sus aliados en algún tipo de organización permanente y estable. En su lugar, tras la batalla de Leuctra los objetivos de Tebas se dirigieron a esfuerzos diplomáticos en la Grecia central, en lugar de en esquemas de dominación más allá de esas fronteras.[50]​ A finales del año 370 a. C., la red de alianzas tejida desde Tebas le dio seguridad en su área, lo que no había tenido antes de Leuctra, y le permitió suficiente margen de maniobra como para plantearse la expansión de la influencia tebana más allá de esos límites.[51]

Cuando, justo después de la batalla de Leuctra, los tebanos enviaron a un emisario a Atenas para informar sobre el resultado de la batalla, el mensajero fue recibido con un silencio sepulcral. Los atenienses decidieron entonces aprovechar la grave situación espartana, manteniendo una conferencia en Atenas en la que se reprodujeron las condiciones de paz propuestas en 371 a. C., que fueron ratificadas por todas las ciudades (excepto Elis). Para entonces, el tratado declaraba explícitamente que todas las ciudades del Peloponeso, antes bajo el dominio de Esparta, eran independientes.[52]​ Aprovechándose de esto, Mantinea decidió unificar los asentamientos que la componían en una sola ciudad para luego fortificarla, decisión que enfadó enormemente al rey Agesilao. Además, Tegea, apoyada por Mantinea, instigó la formación de una alianza en Arcadia, la llamada Liga Arcadia. Todo ello llevó a que los espartanos declarasen la guerra a Mantinea, en donde la mayoría de las ciudades de Arcadia se unieron para oponerse a los espartanos (formando la confederación que los espartanos intentaban prevenir), solicitando asimismo la ayuda de Tebas. El ejército tebano llegó a finales de 370 a. C., dirigido por Epaminondas y Pelópidas, siendo ambos beotarcas en ese momento.[53]

A medida que viajaban hacia Arcadia, los tebanos se fueron uniendo a distintos contingentes armados procedentes de muchos de los antiguos aliados de Esparta, que les permitieron incrementar sus fuerzas hasta entre 50 y 70.000 hombres.[54]

Epaminondas forzó el paso a través de las fortificaciones en el istmo de Corinto y marchó al sur hacia Esparta, enfrentándose a contingentes espartanos y de sus aliados a lo largo del camino. Una vez en Arcadia expulsó al ejército espartano que amenazaba Mantinea, y luego supervisó la fundación de la nueva ciudad de Megalópolis y la formación de una Liga Arcadia modelada a imagen de la Liga Beocia, como nuevo centro de poder opuesto a Esparta.[55]​ Luego, con el apoyo de Pelópidas y de los habitantes de Arcadia, logró persuadir al resto de beotarcas para invadir la propia Laconia. Más al sur cruzó el río Eurotas, frontera de Esparta, que ningún ejército hostil había llegado a atravesar antes en la historia. Los espartanos, que no deseaban enfrentarse en batalla campal a un ejército de tan masivas dimensiones, se refugiaron tras los muros de su ciudad y se limitaron a defenderla, si bien los tebanos tampoco intentaron capturarla y se dedicaron, junto con sus aliados, al saqueo de la región de Laconia. Saquearon la región hasta llegar al puerto de Gitión, en dónde liberaron a algunos periecos de sus vínculos con Esparta.[56]​ Epaminondas retornó durante un breve espacio de tiempo a Arcadia y luego volvió a marchar hacia el sur, esta vez a Mesenia, territorio que había sido conquistado por Esparta hacía ya unos 200 años. Ahí reconstruyó la antigua ciudad de Mesene sobre el monte Itome con fortificaciones que rivalizaban con las más fuertes de Grecia y liberó a los ilotas. Después envió una llamada a todos los exiliados mesenios esparcidos por toda Grecia para que volviesen y reconstruyesen su país.[57]

La pérdida de Mesenia fue particularmente dañina para los espartanos, dado que su territorio comprendía un tercio del total de Esparta, y contenía a la mitad de su población de ilotas. En ese sentido, es necesario tener en cuenta que era el trabajo servil de los ilotas el que permitía a los espartanos vivir como soldados profesionales y sin dedicarse a otras labores.[58]

Esta campaña de Epaminondas ha sido descrita como un ejemplo de la "gran estrategia de la aproximación indirecta", que iba encaminada a dañar las raíces económicas de la supremacía militar espartana.[49]​ En pocos meses, Epaminondas había creado dos nuevos estados enemigos de Esparta, había atacado los cimientos de su economía y había devastado su prestigio. Una vez cumplido todo esto, dirigió a su ejército victorioso de vuelta a casa.[59]

En su vuelta a casa, Epaminondas no se encontró con una bienvenida propia de un héroe, sino con un juicio preparado por sus enemigos políticos. El cargo del que se le acusaba era de haber retenido su puesto al frente del ejército más tiempo del que se permitía constitucionalmente, lo cual era indiscutiblemente cierto: Epaminondas había convencido al resto de Beotarcas para permanecer en el campo de batalla varios meses más después de que su cargo hubiese expirado, aunque lo había hecho para poder cumplir todo lo que se había propuesto en el Peloponeso. En su defensa, Epaminondas únicamente solicitó que, si iba a ser ejecutado, la inscripción en la que apareciese el veredicto dijera:

El jurado rompió a reír, se retiraron los cargos, y Epaminondas fue reelegido Beotarca al año siguiente.[61]

En 369 a. C. Argos, Elea y Arcadia volvieron a solicitar el apoyo tebano para continuar con su guerra contra Esparta. Epaminondas, en un momento de gran prestigio político, volvió a dirigir una fuerza de invasión dirigida hacia el Peloponeso. A llegar al Istmo de Corinto, los tebanos lo encontraron fuertemente defendido por los espartanos y los atenienses, que a su vez contaban con la ayuda de Corinto, Megara y Pelene. Epaminondas decidió atacar el punto más débil, defendido por los lacedemonios, en un ataque en el que logró atravesar las posiciones espartanas y unirse a sus aliados peloponesios. Con ello, los tebanos lograron una fácil victoria que les permitió atravesar el Istmo, en una acción que Diodoro define como "un logro no inferior en inteligencia a sus grandes hazañas".[62]

Sin embargo, esta vez sus logros fueron mucho más limitados. Consiguió que Sición y Pelene cambiasen su lealtad hacia la alianza con Tebas, y saquearon las regiones de Trecén y Epidauro, pero no lograron tomar las ciudades. Cuando volvió a Tebas de nuevo se encontró con un juicio, y una vez más fue declarado inocente. Tras un ataque abortivo sobre Corinto y la llegada de una fuerza de ayuda enviada por Dionisio I de Siracusa para ayudar a Esparta, los tebanos decidieron volver a casa.[63]

Cuando Epaminondas volvió a Tebas, continuó siendo acosado por sus enemigos políticos, que le volvieron a llevar a juicio por segunda vez. Si bien no tuvieron éxito en la vía judicial, sí que fueron capaces de evitar su reelección como beotarca durante el año siguiente. Fue el único año desde la victoria de Leuctra hasta su muerte que no fue así.[64]

Este año sirvió en el ejército como simple soldado cuando el ejército marchó hacia Tesalia para rescatar a Pelópidas y a Ismenias, que habían sido hechos prisioneros por Alejandro de Feras mientras actuaban como embajadores. Los generales que dirigieron la expedición fueron superados y forzados a retirarse para salvar a su ejército, encontrando serias dificultades en su retirada que Epaminondas, a partir de su puesto como soldado, logró solventar. De vuelta en Tebas, Epaminondas fue reinstaurado en el mando y a comienzos del año 367 a. C. llevó al ejército de vuelta a Tesalia, en donde superó tácticamente a los tesalios y obligó a la liberación de Pelópidas sin haber ni siquiera necesitado entablar combate.[65]

En la primavera de 367 a. C. Epaminondas volvió a invadir el Peloponeso. Antes, en ese mismo año, se había intentado llevar a cabo un nuevo tratado de paz entre todas las polis griegas en una conferencia en Tebas, pero las negociaciones no lograron superar la hostilidad entre Tebas y otros estados que estaban resentidos por su hegemonía. La paz no se llegó a aceptar nunca de forma completa, y pronto se reanudó la guerra.[66]​ En esa nueva invasión, el ejército de Argos capturó parte del istmo de Corinto a solicitud de Epaminondas, permitiendo al ejército tebano penetrar en el Peloponeso sin obstrucción.

En esta ocasión Epaminondas buscaba asegurarse la lealtad de los estados de Acaya. Ningún ejército se atrevió a hacerle frente en campo abierto, por lo que las oligarquías de la zona aceptaron la solicitud de alianza con Tebas. Por otra parte, la alianza entre Epaminondas y las oligarquías desencadenaron las protestas de Arcadia y de sus rivales políticos, por lo que los acuerdos adoptados pronto se vieron modificados: se obligó a instaurar democracias y los oligarcas fueron exiliados. Sin embargo, los gobiernos democráticos que fueron establecidos tuvieron vidas muy cortas, porque los aristócratas pro-espartanos que huían de la ciudad pronto se aliaron entre ellos, y atacaron cada una de las ciudades una a una, restableciendo las oligarquías. Según G.L. Cawkwell, "la consecuencia probablemente mostró el buen sentido de Epaminondas. Cuando estos exiliados recuperaron el control de las ciudades, no volvieron a 'adoptar una postura intermedia'". A la vista del comportamiento de Tebas con ellos, dejaron de mantener su anterior postura neutral y, a partir de ese momento, "lucharon celosamente en apoyo de los lacedemonios".[67]

Entre los años 366 y 365 a. C. se llevó a cabo un nuevo intento para alcanzar una paz general, esta vez con el rey persa Artajerjes II actuando como árbitro y garante de la misma. Tebas organizó una conferencia en la que intentó la aceptación de los términos del tratado de paz, pero su iniciativa diplomática fracasó: las negociaciones no fueron capaces de resolver la hostilidad entre Tebas y otros estados resentidos por su creciente influencia (como en el caso de Licomedes, líder de Arcadia que discutía el derecho de los tebanos para ser los anfitriones de la propia conferencia de paz). La paz nunca llegó a ser aceptada totalmente, y la lucha pronto volvió a retomarse.[68]

Durante la década posterior a la Batalla de Leuctra, numerosos aliados de Tebas fueron cambiando sus alianzas y acercándose a Esparta o incluso a otros estados hostiles. A mediados de la siguiente década, incluso algunas de las ciudades de Arcadia (cuya Liga Epaminondas había ayudado a crear en 369 a. C.) se habían vuelto en su contra. Al mismo tiempo, sin embargo, Epaminondas había logrado desmantelar la Liga del Peloponeso: los últimos miembros de la Liga que finalmente abandonaron a Esparta (en 365 a. C. Corinto, Epidauro y Fliunte firmaron la paz con Tebas y Argos[69]​), y Mesenia permaneció independiente y firmemente leal a Tebas.[70]

Sin embargo, ya en el año 371 la asamblea ateniense había reaccionado ante las noticias de Leuctra con un silencio sepulcral. Aliados de confianza como Feras también se volvieron contra su nuevo y dominante aliado en los años posteriores a la batalla.

Los ejércitos de Beocia lucharon a lo largo y ancho de Grecia a medida que aparecían oponentes por todos los frentes. En 364 a. C. Epaminondas llegó incluso a dirigir a su estado contra Atenas por mar.[71]​ Los tebanos fletaron una flota de cien trirremes para lanzarse a la conquista de Rodas, Quíos y Bizancio que finalmente partió de Tebas en 364 a. C., aunque los estudiosos modernos creen que Epaminondas no consiguió ningún logro duradero en este viaje.[72]​ Ese mismo año, Pelópidas murió luchando contra Alejandro de Feres en Tesalia. Para Epaminondas su muerte supuso la pérdida de su mayor aliado político.[73]

En medio de esta oposición creciente al dominio tebano, Epaminondas envió su última expedición al Peloponeso en 362 a. C. El principal objetivo de la expedición era someter Mantinea, que se había opuesto a la influencia tebana en la región. Para ello Epaminondas se puso al frente de un ejército reclutado en Beocia, Tesalia y Eubea, al que se unió Tegea, que era el centro de la oposición local contra Mantinea, Argos, Mesenia y parte de Arcadia. Mantinea, por su parte, solicitó la ayuda de Esparta, Atenas, Aquea y el resto de Arcadia, por lo que prácticamente toda Grecia se vio representada en uno u otro bando.[74]

En esta ocasión la mera presencia del ejército tebano no fue suficiente como para reprimir la oposición. Al ver que el tiempo pasaba sin que la alianza de Mantinea diera muestras de capitular, Epaminondas decidió que debía romper el punto muerto de alguna forma. Al tener conocimiento del hecho de que los espartanos habían enviado una gran fuerza militar hacia Mantinea, hasta el punto de que la propia Esparta había quedado casi indefensa, Epaminondas planeó un audaz ataque contra la propia Esparta. Sin embargo, la noticia del cambio de rumbo de Epaminondas llegó al rey Arquidamo III de Esparta a través de un mensajero, probablemente un corredor cretense, y este tuvo tiempo suficiente de preparar la llegada de Epaminondas, que se encontró a su llegada con una ciudad bien defendida.[75]​ Aunque llegó a atacar la ciudad, parece que se retiró tan pronto como se dio cuenta de que no había logrado sorprender a los espartanos. Es más, las tropas de Lacedemonia y Mantinea que habían estado estacionadas en Mantinea habían partido hacia Esparta a lo largo de ese día, disuadiendo a Epaminondas de volver a atacar. En este caso Epaminondas, esperando que sus adversarios hubiesen dejado la defensa de Mantinea en su prisa por proteger Esparta, volvió a marchar a su base de Tegea y envió a su caballería a Mantinea, aunque un encuentro fuera de las murallas con caballería ateniense frustró también esta nueva estrategia.[76]​ Viendo que se terminaba el tiempo dedicado a la campaña militar anual, y razonando que en el caso de que partiese sin derrotar a sus enemigos de Tegea la influencia tebana en el Peloponeso quedaría destruida, decidió arriesgarlo todo a una sola batalla campal.[77]

Los acontecimientos que se sucedieron en la llanura ubicada en frente de Mantinea fueron la mayor batalla hoplita de la historia de Grecia. Participaron casi todos los estados griegos, en un lado o en otro. Con Beocia se alinearon una serie de aliados, con los tegeos, los megalopolitanos y los argivos entre ellos. En el lado de Mantinea y Esparta estaban también los atenienses, eleos y muchos otros. Epaminondas contaba con el mayor ejército, con 30 000 soldados de infantería y 3000 de caballería, mientras que sus oponentes contaban con 20 000 de infantería y 2000 de caballería.[78]

Jenofonte indica que, una vez había decidido luchar, Epaminondas desplegó al ejército en orden de batalla, y luego marchó en una columna paralela a las líneas de Mantinea, de manera que pareciese que el ejército marchaba a algún otro lugar y que no tenía intención de luchar ese día. Habiendo llegado a un punto concreto de la marcha, hizo que el ejército bajase las armas para que pareciese que se preparaba para acampar. Jenofonte sugiere que con esta actuación provocó que la mayor parte de los enemigos relajasen su concentración al perder la expectativa de una batalla inminente, y que por tanto también relajaran su preparación de cara a la batalla".[77]​ Sin embargo, toda la columna, que había estado marchando de derecha a izquierda del ejército de Mantinea, llegado a un punto se giró a la derecha, de forma que se colocasen en línea de batalla enfrentados al enemigo. Epaminondas, que había estado a la cabeza de la columna (en lo que ahora era el ala izquierda), hizo traer algunas de las compañías de infantería del extremo del ala derecha para reforzar el extremo izquierdo. Con este movimiento, recreó el despliegue con el ala derecha reforzada que había utilizado en Leuctra (en este caso posiblemente compuesta por todos los beocios, y no solo por los tebanos como en la batalla anterior). En los flancos colocó una importante fuerza de caballería reforzada con infantería ligera.[79]​ Con ello esperaba conseguir una rápida victoria en los enfrentamientos de caballería y comenzar a romper la falange enemiga.

Epaminondas dio entonces la orden de avanzar, cogiendo al enemigo con la guardia baja y provocando bastante confusión en el campo de Mantinea en la preparación de la batalla. La batalla se desarrolló como Epaminondas había planeado:[80]​ las fuerzas de los flancos hicieron retroceder a la caballería de Atenas y Mantinea y comenzaron a atacar los flancos de la falange enemiga. Diodoro indica que la caballería ateniense del ala derecha de Mantinea, aunque no era inferior en calidad a la beocia, no pudo aguantar las armas arrojadizas que lanzaba la infantería ligera que Epaminondas había colocado entre su propia caballería. Mientras tanto, la falange tebana avanzaba. Jenofonte describe de forma evocativa el pensamiento de Epaminondas, y compara el avance de su ejército con el de un trirreme, a la vez que indica que Epaminondas pensaba que si fuese capaz de golpear y atravesar las líneas enemigas en cualquier lugar, destruiría al ejército completo de sus adversarios.[77]​ Como en Leuctra, la débil ala derecha recibió órdenes de aguantar más retrasada y de evitar el enfrentamiento directo. En la batalla entre los hoplitas hubo un breve equilibrio inicial, pero luego los tebanos lograron romper las líneas espartanas, y la falange enemiga completa fue puesta en fuga. Parecía que iba a ser una nueva victoria decisiva de Tebas basada en el modelo de Leuctra pero, cuando los victoriosos tebanos se lanzaron en persecución de sus enemigos, Epaminondas fue herido mortalmente por un espartano y murió poco después. A medida que las noticias de la muerte de Epaminondas se extendían en el campo de batalla de un soldado a otro, los aliados cesaron en su persecución del ejército derrotado, en una prueba de la importancia central de Epaminondas en la guerra.[81]

Jenofonte, que termina su relato con la batalla de Mantinea, hace el siguiente comentario sobre los resultados de la batalla:

Con sus últimas palabras, se dice que Epaminondas aconsejó a los tebanos hacer la paz, dado que no había nadie más que les pudiese liderar. Tras la batalla se firmó una paz común basada en el statu quo.

Mientras luchaba y presionaba con sus tropas a las de Mantinea, Epaminondas fue alcanzado en el pecho por una lanza. Cornelio Nepote sugiere que los espartanos estuvieran apuntando deliberadamente a Epaminondas en el intento de acabar con su vida, para con ello desmoralizar a los tebanos. La lanza se partió, dejando la punta de hierro dentro de su cuerpo, y Epaminondas colapsó. Los tebanos que le circundaban lucharon de forma desesperada para evitar que los espartanos se hicieran con su cuerpo y, mientras le llevaban de vuelta al campamento todavía con vida, preguntó qué bando había resultado victorioso. Cuando le dijeron que habían ganado los beocios dijo: "Es tiempo de morir". Diodoro sugiere que uno de sus amigos exclamó "Mueres sin descendencia, Epaminondas" y rompió a llorar. Supuestamente Epaminondas respondió: "No, por Zeus, al contrario. Dejó tras de mí a mis dos hijas, Leuctra y Mantinea, mis victorias." Cornelio Nepote, cuya historia es similar, ofrece también las últimas palabras de Epaminondas, que según él fueron "He vivido lo suficiente; puesto que muero invicto." Cuando se retiró la punta de la lanza, Epaminondas murió rápidamente.[83]​ De acuerdo con la costumbre griega, fue enterrado en el mismo campo de batalla.[84]

En lo que se refiere a su carácter y comportamiento, Epaminondas se encontraba fuera de todo reproche a los ojos de los historiadores antiguos que recogieron sus hazañas. Sus contemporáneos le alababan por desdeñar la riqueza material, compartiendo lo que tenía entre sus amigos y rechazando sobornos. Fue uno de los últimos herederos de la tradición pitagórica, y al parecer vivió una vida simple y asceta incluso cuando su liderazgo le había catapultado hasta la posición más alta a la cabeza de toda Grecia. Cornelio Nepote resalta su incorruptibilidad, describiendo el rechazo de un embajador aqueménida que se presentó para ofrecerle un soborno.[85]​ Estos aspectos de su carácter contribuyeron enormemente al renombre que adquirió tras su muerte.

El único punto oscuro de su vida, que fue objeto de crítica por parte de sus contemporáneos, fue el hecho de que Epaminondas nunca contrajera matrimonio, puesto que se consideraba que era una obligación ciudadana proveer al país con los beneficios que le supondría la descendencia de un hombre tan grande como él. En respuesta, se dice que Epaminondas contestó que la victoria de Leuctra era la hija que ofrecía, destinada a vivir para siempre. Se conoce, sin embargo, que Epaminondas tuvo varios jóvenes amantes, una práctica pedagógica estándar en la antigua Grecia, y en la que la ciudad de Tebas era especialmente famosa. Plutarco nos informa de que los legisladores tebanos instituyeron la práctica para "atemperar las maneras y carácter de los jóvenes."[86]​ Por otra parte, una anécdota de Cornelio Nepote indica que Epaminondas intimó con un joven de nombre Micito. Plutarco también menciona a dos de sus eromenoi: Aspico, que luchó con él en la batalla de Leuctra, en la que se distinguió enormemente;[87]​ y Cafisodoro, que murió también junto con Epaminondas en Mantinea, y que fue enterrado a su lado.[88]

Todas las biografías escritas sobre Epaminondas que han perdurado hasta nosotros le describen como uno de los generales más capaces de los que surgieron en las ciudades estado griegas. Incluso Jenofonte, que no menciona su presencia en Leuctra, describe su campaña en Mantinea de forma elogiosa hacia el general que la instigó.[77]​ Diodoro, por su parte, alaba de forma efusiva el historial militar de Epaminondas, considerando que había sobrepasado a sus contemporáneos tanto en capacidad como en experiencia en el arte de la guerra, sobresaliendo por encima de figuras como Pelópidas o el propio rey Agesilao, contemporáneos a su época, o de Solón o Pericles, de épocas anteriores.[89]

Como táctico militar, la capacidad de Epaminondas sobresale por encima de cualquier otro táctico en la historia griega (si exceptuamos a Filipo II de Macedonia y a Alejandro Magno), aunque algunos historiadores modernos han cuestionado su visión estratégica más amplia.[90]​ Según Richard A. Gabriel, sus tácticas "marcaron el comienzo del final de los métodos bélicos tradicionales griegos". Su innovadora estrategia en Leuctra le permitió derrotar a la temida falange espartana con una fuerza más pequeña, y su decisión de rechazar el uso del flanco derecho fue el primer uso registrado de este tipo de estrategia militar en el campo de batalla.[91]​ Muchos de los cambios tácticos que implementó serían luego usados por Filipo II, que pasó mucho tiempo en su juventud como rehén en Tebas, y que es posible que incluso aprendiese directamente del mismo Epaminondas.[92]

En cierto modo, Epaminondas alteró de forma dramática la cara de Grecia en los 10 años en los que fue la figura central de la política. En el momento de su muerte, Esparta había sido golpeada y zarandeada, Mesenia había sido liberada y el Peloponeso se había reorganizado completamente. Desde otro punto de vista, sin embargo, dejó detrás una Grecia no muy distinta de la que había antes: las enemistades y las agrias diferencias que habían envenenado las relaciones entre las polis durante siglos seguían siendo tan profundas o más que lo que habían sido antes de Leuctra. La guerra brutal entre las distintas facciones que había habido desde la Guerra del Peloponeso y hasta entonces continuó igual, hasta que el surgimiento de Macedonia como potencia militar principal terminó con ella para siempre.

En Mantinea, Tebas se enfrentó a las fuerzas combinadas de los más grandes estados de Grecia, pero la victoria no le supuso ninguna ventaja. Con Epaminondas fuera de escena, los tebanos volvieron a su tradicional política defensiva, y unos años después Atenas les reemplazó en el liderazgo del sistema político griego. Ningún estado griego volvió a someter a Beocia de la misma forma en que se había visto sometida durante la hegemonía espartana, pero la influencia de Tebas se fue difuminando rápidamente en el resto de Grecia.[93]​ Finalmente, en la Batalla de Queronea, las fuerzas combinadas de Tebas y Atenas, juntas en un intento desesperado de aguantar ante Filipo de Macedonia, fueron derrotadas de forma aplastante, y la independencia de Tebas llegó a su fin. Tres años después, empujados por un falso rumor de que Alejandro Magno había sido asesinado, los tebanos se rebelaron, y Alejandro aplastó la revuelta y destruyó la ciudad, masacrando o reduciendo a la esclavitud a todos sus ciudadanos. Solo 27 años después de la muerte del hombre que la había hecho preeminente en toda Grecia, la ciudad de Tebas fue borrada de la faz de la tierra. Su historia, que había durado un milenio, finalizó en solo unos pocos días.[71]

Epaminondas, por lo tanto, es recordado por igual como libertador y como destructor. Fue considerado tanto en el mundo griego como en el romano como uno de los hombres más grandes de la historia. Cicerón le elogió como «el primer hombre, en mi opinión, de Grecia»[94]​ y Pausanias escribió un poema honorario para su tumba:

Por mis consejos fue Esparta privada de su gloria,

Y la santa Mesenia recibió por fin a sus hijos.
Con los brazos de Tebas fue Megalópolis rodeada de muros,

Y toda Grecia ganó la independencia y la libertad.[95]

Las acciones de Epaminondas fueron sin duda bienvenidas por los mesenios y por otros a los que ayudó en sus campañas contra Esparta. Esos mismos espartanos, sin embargo, habían estado en el centro de la resistencia ante las invasiones persas del siglo V a. C., y su ausencia sin duda se notó en Queronea. La guerra interminable de Grecia, en la que Epaminondas jugó un papel central, debilitó las ciudades de Grecia hasta que no pudieron mantenerse independientes frente a los vecinos del norte. A medida que Epaminondas luchaba para asegurar la libertad de Beocia y de otros pueblos de Grecia, estaba acercando el día en el que toda Grecia sería sometida por una fuerza invasora. Victor Davis Hanson sugiere que Epaminondas pudo haber planeado la creación de una Grecia unida compuesta por federaciones democráticas regionales, pero incluso si esta opinión fuese cierta, el plan nunca llegó a ser puesto en práctica. Simon Hornblower defiende que el gran legado que Tebas aportó al siglo IV a. C. y a la Grecia Helenística fue el federalismo, elaborado como un tipo de alternativa al imperialismo, una forma de conseguir la unidad sin la fuerza.[96]

A pesar de todas su nobles cualidades, Epaminondas fue incapaz de superar el sistema griego de ciudades-estado, con su rivalidad endémica y su guerra continua, por lo que dejó Grecia todavía más arrasada por la guerra y, sin embargo, igual de dividida que la había encontrado. Hornblower defiende que el signo del fracaso político de Epaminondas, antes incluso de la batalla de Mantinea, es que los aliados del Peloponeso luchasen con Tebas como una forma de rechazar a Esparta, en lugar de por su atracción positiva hacia Tebas.[97]​ Por otra parte, Cawkwell concluye que Epaminondas no puede ser juzgado en relación a esas inevitables limitaciones del poder de Beocia, puesto que establecer el poder de esa región a la vez que acababa con la dominación espartana en el Peloponeso era lo máximo a lo que Beocia podía aspirar.[98]



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