Pasión de Cristo o de Jesús es la denominación convencional utilizada para englobar los episodios evangélicos que narran los sucesos protagonizados por Jesucristo entre la última cena y su crucifixión y muerte (el ciclo narrativo puede detenerse ahí -comprendiendo aproximadamente una noche y el día siguiente- o continuarse con su entierro y resurrección, al tercer día -el cómputo cronológico ha sido históricamente objeto de debate-). También es el tema más utilizado en el arte cristiano.
La palabra castellana "pasión" proviene de la latina passĭo, -ōnis, siendo esta un calco de la griega πάθος (pathos). Hace referencia a los sufrimientos de Cristo, entre los que se incluyen: la traición de uno de sus discípulos (Judas Iscariote) y la negación de otro (San Pedro), la oración del huerto (aceptación trágica de su destino mientras los apóstoles, dormidos, le dejaban solo en el Huerto de los Olivos -Getsemaní-), su prendimiento (tras ser señalado con el "beso de Judas" y renunciar a que sus discípulos le defendieran), su periplo judicial entre Anás, Caifás, Pilatos y Herodes (el juicio de Cristo, con sus interrogatorios y enigmáticas respuestas), en el transcurso del cual se producen diversos episodios de burlas y torturas a cargo de los soldados (Cristo en la columna, coronación de espinas, los llamados improperios), la presentación a la multitud (Ecce Homo), la alternativa presentada a elección popular (salvar a Cristo o a Barrabás), su condena a muerte con el "lavado de manos" de Pilatos, el Via Crucis (el camino, cargado con la cruz, atravesando Jerusalén -por la actualmente llamada Via Dolorosa- hasta el monte Calvario -Gólgota-, con varias caídas -debe ser ayudado por Simón de Cirene- y encuentros -con Verónica, que le seca el rostro, con su madre, con las mujeres de Jerusalén-), el expolio (ser despojado de sus ropas), y la crucifixión entre dos ladrones (Dimas y Gestas).
Cristo en la columna, de Pedro de Bolduque.
La coronación de espinas o Los improperios, de El Bosco (hay otras versiones).
Jesucristo en la noche de su Pasión o Cristo en el Pretorio, de Pedro Ruiz González, 1673.
El expolio (El Greco, Toledo), 1577-1579.
La fuente principal de estos episodios son los evangelios canónicos (Evangelio de Mateo, Evangelio de Marcos, Evangelio de Lucas y Evangelio de Juan). La Pasión es un punto central del cristianismo, al interpretarse hermenéuticamente como el cumplimiento en Cristo de las profecías del Antiguo Testamento vinculadas al Mesías, y el establecimiento de una segunda alianza entre Dios Padre y los hombres mediante el sacrificio de Dios Hijo (la segunda persona de la Santísima Trinidad) que de ese modo redime o salva a la humanidad del pecado.
La liturgia de la Semana Santa conmemora todo el ciclo de la Pasión. El símbolo cristiano más extendido, la cruz, representa precisamente la muerte de Jesús (o, según su interpretación en la Teología cristiana, su triunfo sobre la muerte). Hay numerosas devociones vinculadas a la Pasión, entre las que destacan:
El vía crucis es un ejercicio piadoso de la iglesia católica, con el cual los cristianos recuerdan en oración el camino de Jesús hacia el Gólgota llevando la cruz. Se compone tradicionalmente de 14 estaciones, cada una de las cuales evoca un momento de la Pasión (algunos de estos aparecen en los Evangelios, otros son añadidos por la tradición). Hay representaciones artísticas de cada paso del viacrucis.
Son innumerables las obras de arte que representan episodios de la Pasión. La Pasión de Cristo es un tema recurrente en el arte cristiano. Su representación puede incluirse dentro del más amplio ciclo de la vida de Cristo, puede adecuarse estrictamente a los límites propios del concepto "Pasión", o incluso limitarse a una parte restringida de este (por ejemplo, al conjunto de las escenas del camino del Calvario), o a un solo episodio evangélico.
Entre los más representados:
Hay diversos elementos iconográficos identificativos de la Pasión de Cristo o de cada una de sus escenas. Los más usuales son:
La palabra "Cristo" significa "ungido", y la crismación o unción es un elemento importante en varios rituales cristianos, así como símbolo de diferentes tópicos cristianos. Para San Cirilo de Jerusalén este ritual identifica al cristiano con Cristo, insistiendo en sus implicaciones sensoriales ("el cristiano es perfume de Cristo"). La iconografía de las vasijas o tarros que contienen perfumes o ungüentos (y su interpretación metafórica -el alma, la gracia divina, los sacramentos-) és de la Pasión (los regalos de los magos de Oriente, la que conservó el santo prepucio tras la circuncisión de Jesús, la que utilizó la mujer que perfuma con sus cabellos los pies de Cristo en casa de Simón el fariseo o en Betania -María de Betania- o la que ungió su cabeza quebrando la vasija de perfume -la personalidad de estas mujeres tradicionalmente se asocia hasta confundirse, identificándose con María Magdalena-, o las que llevaban las Tres Marías al sepulcro -que hallaron vacío después de la resurrección-). Véase unción con perfume de Jesús y olor de santidad.
Juan de Juni. Catedral de Santa María de Segovia
Iglesia del Señor San Jorge, Sevilla
Sarcófago paleocristiano (siglo IV)
Talla flamenca (siglo XV)
Ilustración de un manuscrito medieval.
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