Organización militar del Virreinato del Río de la Plata cumple los años el 18 de febrero.
Organización militar del Virreinato del Río de la Plata nació el día 18 de febrero de 814.
La edad actual es 1209 años. Organización militar del Virreinato del Río de la Plata cumplirá 1210 años el 18 de febrero de este año.
Organización militar del Virreinato del Río de la Plata es del signo de Acuario.
Durante la existencia del virreinato del Río de la Plata la monarquía española mantuvo escasas fuerzas militares profesionales -veteranas- en él, convocando a milicianos para suplir su escasez cuando las circunstancias lo requirieron. A raíz de las Invasiones Inglesas de 1806 y 1807, las milicias urbanas de Buenos Aires fueron organizadas de manera permanente y semiprofesional, dando origen a las unidades militares que luego de la Revolución de Mayo de 1810 formaron los primeros ejércitos de las Provincias Unidas del Río de la Plata. En el caso de Montevideo dieron lugar a unidades que se mantuvieron bajo bandera española hasta la caída de la ciudad en 1814. Mediante la continuidad histórica, algunas de esas unidades siguen existiendo en la República Argentina y también en la República Oriental del Uruguay.
El virrey era el representante local del rey de España y como capitán general era el comandante de todas las fuerzas militares de tierra y mar del virreinato.
Desde la implementación de las intendencias en 1784 los gobernadores intendentes provinciales recibieron la causa de guerra como parte de sus atribuciones de gobierno, quedando al mando de las fuerzas militares de su jurisdicción. Si el gobernador no era un militar, solo le correspondían los asuntos de intendencia o hacienda militar, como por ejemplo el pago de sueldos, delegando el mando en un comandante. Desde 1784 existieron las gobernaciones intendencias de: Córdoba del Tucumán, Salta del Tucumán, Paraguay, Potosí, Chuquisaca, Cochabamba, La Paz, Puno (hasta 1796), todas de nombramiento real, mientras que Buenos Aires estuvo bajo el mando militar del virrey.
Los gobernadores políticos y militares eran jefes militares de designación real que entre sus atribuciones ejercían la causa de guerra en áreas fronterizas con el Brasil portugués. Existieron: el de Montevideo, los de Moxos y de Chiquitos —bajo dependencia militar del gobernador intendente de Cochabamba— y el de las Misiones Guaraníes, que desde 1806 lo ejerció el gobernador intendente del Paraguay.
Una real cédula de 21 de febrero de 1783 instituyó en el Río de la Plata el cargo de subinspector general del virreinato del Río de la Plata y cabo subalterno del virrey, denominado inicialmente inspector general, y cuyas funciones eran: cuidar la disciplina de las tropas, informar sobre los méritos de los oficiales, pasar revista a las unidades, preparar planes defensivos y mantenerse informado sobre el número de unidades y sus efectivos. Era el segundo jefe militar del virreinato. El primero en ocupar este cargo fue el brigadier Antonio Olaguer Feliú, en 1797 lo reemplazó Rafael de Sobremonte, a quien en 1804 sucedió Pedro de Arce hasta que el virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros en 1809 lo reemplazó por Bernardo Lecocq. Este mantuvo el cargo al reconocer a la Junta de Buenos Aires el 25 de mayo de 1810. El 16 de julio de 1810 el Consejo de Regencia de España e Indias nombró a Gaspar de Vigodet, a la vez que como gobernador de Montevideo, quien llegó a esa ciudad el 7 de octubre de 1810 y se mantuvo en el cargo hasta la rendición de la plaza el 23 de junio de 1814.
Los funcionarios civiles que auxiliaban al virrey y capitán general en funciones militares eran: el secretario de la capitanía general, que era a la vez el secretario del virreinato —similar a un ministro—, el auditor de guerra, el escribano de guerra, el contador de ejército y el tesorero de ejército.
El comandante general de la Frontera estaba a cargo de la línea de defensa contra los indígenas. El de la frontera de Buenos Aires por lo general era a la vez comandante del Cuerpo de Blandengues. Existían otros, tales como el de la frontera de Mendoza, el de la frontera de Córdoba, y el de la de Tomina. Estos comandantes eran secundados por los maestres de campo quienes eran los jefes de sectores de frontera, a cargo de algunos fortines.
En los partidos en que se dividieron las intendencias la causa de guerra estaba a cargo del comandante de armas o comandante militar, que mandaba fuerzas generalmente milicianas que se hallaban en las ciudades, villas o lugares de cierta importancia. Cumplían funciones militares y de policía y les incumbía la organización de las milicias locales y la reunión de las caballadas. El cargo era generalmente ejercido por los subdelegados de Real Hacienda de los partidos.
En las plazas militares importantes existieron otras autoridades como el teniente del rey creado en Buenos Aires en 1714 como segundo del gobernador (desapareció luego) y el sargento mayor de la plaza, quienes cumplían funciones subordinados a los comandantes y gobernadores.
Existieron otras autoridades militares transitorias en tiempos de guerra, como el comandante general de la campaña de la Banda Septentrional del Río de la Plata, función que cumplía generalmente el subinspector general, a quien se ponía a cargo de todos los comandantes militares de la Banda Oriental. El cuartel maestre general del Ejército en Campaña, tenía funciones de jefe de estado mayor.
Cuando el virrey lo estimaba conveniente, o cuando lo obligaba el plan de defensa aprobado por el rey, se convocaba a una junta de guerra, para la cual el virrey designaba a un grupo de jefes, quienes debían estudiar y efectuar recomendaciones sobre los asuntos que se les sometía a su dictamen.
Todos los ascensos de oficiales militares eran de nombramiento real, lo mismo que la comandancia y estado mayor de las unidades veteranas y milicianas.
Para 1803 existían las siguientes plazas militares en el virreinato, cada una con un estado mayor:
Los oficiales se formaban en los cuerpos de veteranos ingresando como cadetes, debiendo pertenecer a la nobleza o ser hijo de un oficial (mínimamente de una capitán) o nieto de un teniente coronel como mínimo. Los soldados de la tropa eran por lo general reclutados en España, sirviendo durante 8 años. Podían provenir de un sorteo realizado en su provincia de origen o ser voluntarios enganchados o reenganchados. Otros eran reclutados como castigo a manera de deportación, aplicándose el mismo sistema para los criollos sin ocupación conocida. Los soldados veteranos eran profesionales que recibían un salario denominado prest, se acuartelaban de forma permanente y tenían dedicación exclusiva al ejército.
En 1725 fueron enviados a Buenos Aires 200 infantes y 200 soldados de caballería, para sumarlos a los 389 soldados veteranos de la guarnición. En abril de 1729 llegaron a Montevideo 200 infantes de la guarnición de Cádiz (entresacados de los regimientos de Saboya, Badajoz, Valladolid, Canarias y España), junto con 29 dragones del Regimiento de Pavía, 8 oficiales y las familias canarias con las que se fundó la ciudad. En 1736 llegaron a Buenos Aires 214 dragones y 10 oficiales, que en septiembre pasaron a la guarnición de Montevideo.
El 20 de marzo de 1737 se produjo la llegada desde España a la Ensenada de Barragán, de 4 compañías con 12 oficiales, 20 sargentos y cabos y 208 soldados en total del Regimiento de Cantabria. Luego de participar del sitio de Colonia del Sacramento, en julio se situaron en Montevideo. Las cuales se fusionaron en 1743 con las 4 compañías con 184 hombres que formaban la tropa veterana de Buenos Aires. Las 8 compañías fueron conocidas como Infantería Antigua, constituyendo la guarnición fija.
Junto con el gobernador Pedro de Ceballos, en agosto y noviembre de 1756 llegaron a Buenos Aires 564 soldados de infantería, con 24 sargentos y 12 tambores. Los dragones eran 370, con 20 sargentos y 10 tambores. Los oficiales eran 2 tenientes coroneles, 9 capitanes, 10 tenientes, 4 subtenientes, un capellán y 2 cirujanos.
En 1764 fue formado en España el Batallón de Infantería de Buenos Aires, formado por una compañía de granaderos y 7 de fusileros, embarcado en noviembre de ese año hacia el Río de la Plata. El 5 de febrero de 1765 se embarcaron en España el Regimiento de Infantería de Mallorca (2 batallones con 1200 plazas), el 1.º Batallón del Regimiento de África (600 plazas) y el 2.º Batallón del Regimiento de la Corona (600 plazas). El África retornó a España antes de finalizar el año y el de la Corona expedicionó al Alto Perú y en 1767 se refundió con la Asamblea de Infantería.
En 1766 llegaron a Buenos Aires 3 compañías del Batallón de Santa Fe, creado originalmente para la Nueva Granada.
En febrero de 1771 llegó a Montevideo el 2.º Batallón del 2.º Regimiento de Cataluña (conocidos como Batallón de Voluntarios de Cataluña), junto con una compañía de artilleros. En octubre de 1771 fue creado el Regimiento de Dragones, formado por soldados de los regimientos de Mallorca y de Cataluña, de los que el resto regresaría a España en marzo de 1772. Un estado de fuerzas del 1 de febrero de 1772 señala que el Regimiento de Cataluña había transferido 261 hombres al Regimiento de Infantería de Buenos Aires, 50 al de Dragones, 9 a la Asamblea de Infantería y 10 a la de Dragones. El 2 de marzo de 1773 llegaron destacamentos de Dragones del Rey y de Dragones de la Reina, 29 soldados del Regimiento de Galicia, 25 del Regimiento de Burgos y destacamentos de los regimientos de Toledo y de la Corona, con el fin de llenar bajas en la guarnición fija.
En noviembre de 1774 llegó a Buenos Aires el Regimiento de Infantería de Galicia (1200 plazas, 30 soldados destacados en Malvinas en 1775), que permaneció hasta 1778, cuando fue relevado por las unidades que quedaron de guarnición en el Río de la Plata llegadas con Ceballos: el Batallón n.º 2 del Regimiento de Saboya (con 557 soldados de tropa), al mando del teniente coronel Antonio Olaguer Feliú, 4 compañías del Cuerpo de Dragones de Almansa (con 232 soldados de tropa, llamados Dragones de la Expedición y luego Dragones de Montevideo) y 47 artilleros del Real Cuerpo de Artillería. 160 soldados del Regimiento de Zamora fueron destinados a reforzar el fijo de infantería en 1778. En 1780 el Saboya abandonó Montevideo y participó en la expedición al Alto Perú, regresando a España el 9 de febrero de 1782.
El teniente general Pedro de Ceballos fue nombrado virrey interino del Río de la Plata y partió de Cádiz el 13 de noviembre de 1776 como comandante general de una gran flota destinada a expulsar a los portugueses de la región de Río Grande del Sur, Colonia del Sacramento y de la isla Santa Catalina.
El 22 de febrero de 1777 la expedición desembarcó tropas en la isla Santa Catalina, rindiéndose los portugueses el 5 de marzo, los cuales fueron remitidos a Río de Janeiro junto con el gobernador de la isla el 14 de marzo. Tras dejar una guarnición de catalanes en la isla al mando del brigadier Juan Waughan y al teniente coronel Juan Roca como gobernador, el 28 de marzo la flota se dirigió a Río Grande, sin poder desembarcar por el clima continuaron hacia Montevideo, a donde llegaron el 20 de abril de 1777. El 4 de junio se rindió el gobernador portugués de Colonia del Sacramento. Luego de avanzar hasta la Fortaleza de Santa Teresa, el 4 de septiembre Ceballos ordenó el cese de hostilidades, tras el acuerdo entre las coronas de España y Portugal. Vértiz logró que 930 soldados y oficiales de la expedición permanecieran voluntariamente en el Río de la Plata, engrosando las unidades fijas. El resto regresó a España con Ceballos en 1778.
El 22 de agosto de 1778 fue embarcado en el puerto de Ferrol para Montevideo y Maldonado el Regimiento de Infantería de Navarra, con 1188 plazas.
En marzo de 1784 llegaron a Montevideo los 2 batallones del Regimiento de Infantería de Burgos procedentes de España, con la misión de relevar a las tropas dejadas por Ceballos. Este regimiento retornó a España en el invierno de 1790 sin ser relevado por nuevas unidades provenientes de España, parte de él formó el 3.º Batallón del Regimiento de Infantería de Buenos Aires. Junto al Burgos llegaron 347 vagos reclutados para engrosar los regimientos fijos de Buenos Aires.
En Cádiz funcionaba la bandera general de América para el reclutamiento de voluntarios, pero una real cédula en 1783 autorizó al virrey a crear una bandera de reclutamiento en La Coruña (Galicia), para recibir voluntarios para los regimientos de Infantería y Dragones de Buenos Aires. En 1802 los Dragones tuvieron otra bandera en Málaga.
En octubre de 1806 la guarnición de Buenos Aires contaba con 1329 soldados veteranos, habiendo sido remontados los cuerpos con soldados criollos.
Luego de producida la Revolución de Mayo en 1810, Montevideo permaneció bajo control realista hasta 1814, recibiendo refuerzos de España. Estas unidades fueron diezmadas durante el sitio, permaneciendo hasta la rendición de la ciudad cuando sus restos (1200) fueron conducidos prisioneros a Buenos Aires y 800 de sus soldados incorporados a la fuerza al Ejército Argentino para ser enviados a Jujuy, en donde se sublevaron.
El 16 de febrero de 1812 llegó a Montevideo el 3.º Batallón del Regimiento de León, con 400 plazas. En 1813 llegaron a Montevideo unos 60 hombres sobrevivientes de un naufragio pertenecientes al 2.º Batallón del Regimiento de Albuera, procedentes de Santa Marta. En mayo de 1812 4 compañías del Regimiento de Voluntarios de Madrid (447 hombres) fueron embarcadas para Montevideo.
El 23 de agosto de 1813 arribó a Montevideo una expedición que transportaba entre 2200 y 2400 hombres, formada por el Regimiento de Lorca (820 plazas), el 2.º Batallón del Regimiento de América (852 plazas), una compañía del Regimiento de Voluntarios de Sevilla, un escuadrón de Granaderos a Caballo de Galicia (o del IV Ejército, 184 plazas) y un contingente de artillería (300 plazas).
La infantería veterana estaba representada por el Regimiento de Infantería de Buenos Aires, denominado generalmente como Regimiento Fijo de Infantería. Estaba en su mayoría conformado por españoles, pero los criollos igualmente gozaban de los mismos beneficios y privilegios que los soldados españoles.
En diciembre de 1768 fue formado por el gobernador Bucarelli el Batallón de Infantería Antigua de Buenos Aires, con la tropa correspondiente a las 8 compañías y cuatro piquetes sueltos fijos (de la tropa antigua) en esta provincia. Por la real orden de 26 de abril de 1771, efectivizada el 1 de abril de 1772, fue creado el Regimiento de Infantería de Buenos Aires al fusionarse el Batallón de Infantería de Buenos Aires (llamado moderno) con el Batallón de Infantería Antiguo de Buenos Aires (llamado antiguo) y el Batallón de Santa Fe. Parte del Regimiento de Mallorca y de los Voluntarios de Cataluña se integraron al regimiento totalizando un efectivo de 1377 plazas.
El rey envió a Buenos Aires 161 hombres que arribaron en abril de 1773 para completar el regimiento.
También el fijo contó con guarniciones destacadas en Montevideo, en el Fuerte San Miguel, en la Fortaleza de Santa Teresa, Córdoba, Santa Fe, Maldonado, islas Malvinas, isla Martín García, Fuerte de Santa Tecla y la costa patagónica. Tres compañías del regimiento concurrieron a la campaña contra Túpac Amaru II en 1781 y quedaron como guarnición en Salta, Oruro, Potosí y Chuquisaca hasta 1805. Su jefe era un coronel y estaba constituido generalmente por dos batallones, el primero de los cuales estaba al mando del coronel y el segundo de un teniente coronel, quien era a su vez subjefe del regimiento. Cada batallón se componía de 8 compañías de fusileros y una de granaderos. En agosto de 1789, el Fijo pasó a tener tres batallones formados por siete compañías cada uno, al formarse el 3.º Batallón con soldados del Regimiento de Infantería de Burgos y del 2.º Batallón del Regimiento de Infantería de Extremadura que se quedaron al retornar estos a España. Tenía un efectivo orgánico de 2065 hombres, pero en agosto de 1802 se había reducido a 876 hombres. En 1803 los comandantes eran el coronel Félix de Iriarte, el teniente coronel Pedro de Arze y el teniente coronel José Ignacio de Merlos. El fusil y la bayoneta eran sus armas características.
Su uniforme contaba de casaca, chupa y calzón azules, vuelta y collarín encarnados, botón blanco.
La caballería veterana estaba representada por dos cuerpos militares, los Blandengues y el Regimiento de Dragones de Buenos Aires o Regimiento Fijo de Caballería, que se dividía en 4 escuadrones, cada uno de los cuales tenía 3 compañías. Su jefe era un coronel, secundado por un teniente coronel, quien era jefe del segundo escuadrón y de una de sus compañías. Dado que podían combatir montados o a pie, sus armas eran la carabina, la bayoneta, la espada y la pistola.
En 1744 existía en Buenos Aires un cuerpo de dragones compuesto por 8 compañías con 77 plazas cada una.
Creado como Regimiento Provisional de Dragones de Buenos Aires en 1770, fue reorganizado en 1772. Parte del Regimiento de Mallorca y de los Voluntarios de Cataluña se integraron al regimiento. Para 1774 había en Buenos Aires 8 compañías de dragones con 77 hombres cada una, totalizando 516 plazas. En 1803 su comandante era el brigadier José Ignacio de la Quintana, secundado por el coronel Manuel Gutiérrez y el sargento mayor coronel José María Calazeyte.
Su uniforme constaba de casaca, capa y mantilla azules, chupa, calzón, y vuelta encarnadas con una pequeña solapa azul en la chupa, botón dorado.
Existían 3 cuerpos de blandengues independientes entre sí, cada uno de los cuales era una unidad veterana.
El Cuerpo de Blandengues de la Frontera de Buenos Aires fue inicialmente creado para la defensa de la frontera contra los indígenas. En 1752 el Cabildo de Buenos Aires estableció el ramo de guerra para solventar con un gravamen a la exportación de cueros tres compañías que creó con milicianos asalariados de servicio permanente, denominadas: Valerosa, situada entre Luján y la Guardia de Luján (Mercedes); Invenzible para Salto, y Atrevidos para la Laguna de los Lobos, situada luego en el Zanjón (pago de Magdalena), posteriormente denominada Conquistadora. En 1779 pasaron a Chascomús, Monte y Rojas. En 1780 las 6 compañías existentes de 94 plazas cada una, fueron agrupadas en un cuerpo, elevado a clase veterana mediante la real orden de 5 de julio de 1784. En 1783 fue asentado en Ranchos. Sus armas eran la carabina y la espada o el sable. Custodiaban la frontera de Buenos Aires, de casi 900 km, en la que guarnecían los 6 fuertes y guardias de la frontera (Fuerte de San Juan Bautista de Chascomús, Guardia de Nuestra Señora de los Ranchos, Guardia de San Miguel del Monte, Guardia de San José de Luján, Guardia de San Antonio del Salto, Guardia de San Francisco Rojas), mientras que las milicias custodiaban los 5 fortines intermedios: Fortín de San Pedro de los Lobos, Fortín de San Lorenzo de Navarro, Fortín de San Claudio de Areco, Fortín de Nuestra Señora de Mercedes y Fortín de Nuestra Señora del Rosario de Melincué.
Cada compañía tenía un capitán, un teniente, un alférez, un capellán, 4 sargentos, un tambor, 8 cabos, 2 baqueanos y 85 soldados. En 1803 el sargento mayor comandante era el coronel de milicias Nicolás de la Quintana y el segundo comandante el teniente coronel de milicias Antonio de Olavarría.
Su uniforme contaba de casaca corta azul, vuelta, collarín, solapa y calzón encarnados, botón blanco con un galón estrecho en el collarín.
Una unidad independiente era la Compañía de Blandengues de la Frontera de Santa Fe, que trazaba sus orígenes a dos compañías milicianas de 50 hombres creadas en esa ciudad en 1726. Esas compañías se mantuvieron hasta que fueron reformadas en 1799 por el virrey Arredondo, quien ordenó formar en Santa Fe de las dos compañías de Blandengues provinciales una unidad veterana independiente denominada Compañía de Blandengues de la Frontera de Santa Fe, con 93 plazas, más un capitán, un ayudante mayor, un teniente, un alférez, 2 sargentos, un tambor y 4 cabos. El uniforme era el mismo que el de los blandengues de Buenos Aires.
Por real orden de 12 de mayo de 1797, el rey Carlos IV aprobó la creación del Cuerpo de Blandengues de la Frontera de Montevideo. El 23 de septiembre de ese año, fue constituido el regimiento, siendo nombrado el 6 de octubre su primer comandante, el sargento mayor Cayetano Ramírez de Arellano, esta unidad se constituyó con 8 compañías de 100 plazas cada una, todas a cargo de un sargento mayor comandante.
Su uniforme constaba de casaca corta y calzón azules, vuelta, collarín, solapa y chupa encarnados, botón dorado, con un galón estrecho en el collarín.
La artillería veterana dependía del Real Cuerpo de Artillería (creado en España en 1710), solo tuvo dos compañías de 150 hombres cada una en el virreinato, una en el Fuerte de Buenos Aires y otra en Montevideo. Piquetes de esas compañías se hallaban en Maldonado, Colonia del Sacramento, Fortaleza de Santa Teresa, Fuerte de San Miguel y en la costa patagónica. En 1803 el comandante general era el coronel Francisco Orduña y el ayudante mayor el teniente coronel Francisco Javier de Reyna.
Dependían del Real Cuerpo de Artillería compañías milicianas que secundaban a los veteranos.
En 1796 fue organizada la artillería volante o de a caballo (aunque era preferida la mula como transporte). Las baterías constaban de cañones de hasta un calibre de 8 libras y obuses de 6 pulgadas. Se agrupaban en divisiones de tren volante, generalmente formadas por 4 cañones y dos obuses. Existían también morteros y pedreros.
Su uniforme era el mismo que el del Real Cuerpo de Artillería de España.
En Buenos Aires y en Montevideo existían los Cuerpos Políticos de la Artillería, compuestos cada uno de un contralor (en Montevideo un ayudante de contralor), un guardaalmacén, un ayudante de guardaalmacén y un maestro mayor de montajes.
No existieron tropas del arma de ingenieros en el virreinato, pero sí había oficiales de esa especialidad que integraban el Real Cuerpo de Ingenieros (creado en España el 17 de abril de 1711 cuando lo aprobó el rey). El 3 de julio de 1702 llegó a Buenos Aires con el gobernador Alonso Juan de Valdés e Inclán el primer ingeniero militar al Río de la Plata, José Bermúdez de Castro. En junio de 1717 llegó el ingeniero Domingo Petrarca con el gobernador Bruno Mauricio de Zabala. Al morir en 1736 soló fue reemplazado en 1740 por el ingeniero Diego Cardozo del Espino. En 1731 existían solo 4 oficiales del cuerpo en todo el Virreinato del Perú (2 en Lima, 1 en Chile y 1 en Buenos Aires). En 1768 el rey promulgó la Ordenanza General del Ejército que reorganizó al Real Cuerpo de Ingenieros como un arma separada. Con Ceballos llegaron 11 ingenieros en 1776.
El 28 de enero de 1803 asumió Bernardo Lecocq la comandancia de ingenieros del Río de Plata. Al momento de las Invasiones Inglesas había en el Río de la Plaza una sección compuesta de 8 ingenieros dependiente de la Dirección General de Ingenieros de España y cuya función era proyectar fortificaciones y supervisar su construcción. Su comandante era un subinspector.
La Asamblea de Infantería fue creada en 1764 y estaba compuesta de un sargento mayor, cuatro ayudantes mayores y un número de sargentos, cabos, pífanos y tambores destinados a instruir a las milicias de infantería. Su uniforme constaba de casaca azul, chupa, calzón y collarín encarnado con galón de oro en la chupa y botón dorado.
La Asamblea de Caballería fue creada en 1764 y estaba compuesta de un sargento mayor, cuatro ayudantes mayores y un número de sargentos, cabos, clarines y tambores destinados a instruir a las milicias de caballería. Su uniforme constaba de casaca y capa azul, chupa, calzón y collarín encarnado, solapa en la casaca y galón de oro en la cimpa, botón dorado. A los suboficiales reunidos de las asambleas de infantería (mayoría) y caballería se los llamaba Compañía de Sargentos y Cabos, usaban un mismo uniforme.
La Asamblea de Dragones fue creada por Ceballos en 1766 al llegar dragones veteranos de España para instruir a las milicias de Dragones Provinciales establecidas ese año. Desapareció con las reformas de Vértiz entre 1778 y 1779 al ser disuelto el cuerpo de Dragones Provinciales. Sus efectivos pasaron al Regimiento de Dragones y al Cuerpo de Blandengues.
Existía también en Buenos Aires el Real Cuerpo de Inválidos con 500 hombres. Desde abril de 1781 fue instalado en Colonia del Sacramento reemplazando a los soldados del Regimiento de Infantería de Buenos Aires. Eran veteranos mutilados nacidos o casados en el Río de la Plata o que estaban imposibilitados de regresar a España. Se los consideraba un cuerpo veterano, aunque en tiempos de paz estaban exentos del servicio activo y solo eran útiles para tareas sedentarias, excepto algunos de ellos que podían ser ocupados como auxiliares de arsenales, custodios o para el servicio de policía. En 1803 eran 493, contando oficiales, sargentos, cabos y soldados, distribuidos en Buenos Aires y su frontera, Colonia, Montevideo y Maldonado, a cargo de un sargento mayor. Para 1807 eran casi 600 y estuvieron en la guarnición de la fortaleza y otros puntos de la ciudad de Buenos Aires durante la defensa.
A principios de 1771 la guarnición veterana de Buenos Aires contaba con un total de 3151 hombres:
La real orden de 26 de abril de 1771 ordenó crear 3 unidades veteranas fijas en la guarnición de Buenos Aires, lo que se efectivizó en 1773:
A causa de la expedición de Juan Ignacio de Madariaga a las islas Malvinas, en 1769 se dispuso que una corbeta basada en Montevideo relevase anualmente a otra en las Malvinas, creando de hecho una estación naval en Montevideo, que a partir del 1 de abril de 1773 quedó al mando del capitán de navío Juan Antonio Camino.
El Apostadero Naval de Montevideo fue creado por real orden de Carlos III del 9 de agosto de 1776. Su jurisdicción comprendía la cuenca del Plata y el Atlántico Sur. La real orden dispuso que con base en Montevideo dos fragatas de guerra se turnasen en la vigilancia de las costas de las posesiones españolas sujetas a su jurisdicción. El 26 de noviembre de 1776 una real cédula dispuso que los barcos procedentes de España con destino al océano Pacífico debían ser registrados en Montevideo, relevando de esa función a la Aduana de Buenos Aires. El 2 de febrero de 1778 el capitán de navío Gabriel Guerra asumió como comandante del apostadero. El 12 de octubre de 1778 el Reglamento de Libre Comercio habilitó al comercio los puertos de Buenos Aires y Montevideo, trasladándose a esta última el 10 de febrero de 1779 las funciones de la Aduana de Buenos Aires. En 1781 se creó el cargo de comandante del resguardo de Montevideo. El 1 de marzo de 1784 asumió la comandancia el capitán de navío Francisco de Idiáquez Borja, que falleció el 5 de mayo de 1785. Interinamente ejercen los capitanes de fragata Santiago de Hezeta y por 4 días Ramón de Clairac (desde el 31 de mayo de 1786, pues estaba en Malvinas) hasta que el 4 de junio de 1786 asumió el capitán de navío Antonio Basurto. El 22 de febrero de 1789 asumió el capitán de navío José de Orozco. El 18 de abril de 1792 asume como comandante el brigadier Antonio de Córdova. El 3 de marzo de 1795 arribó a Montevideo el nuevo comandante, capitán de navío José Adorno. El 11 de febrero de 1797 el brigadier José de Bustamante y Guerra asumió como gobernador político y militar de Montevideo y comandante general de los bajeles en el Río de la Plata. El 11 de enero de 1804 asumió el brigadier Pascual Ruiz Huidobro como gobernador político y militar y comandante del apostadero. En febrero de 1807 el capitán de navío Santiago de Liniers asumió interinamente como comandante del apostadero al estar Ruiz Huidobro prisionero de los británicos, quedando el capitán de fragata Joaquín Ruiz Huidobro al frente de la estación naval de Montevideo. Luego de que los jefes de Montevideo rechazaran el nombramiento por Liniers del capitán de navío Juan Ángel Michelena como gobernador y comandante del apostadero, el 20 de octubre de 1808 parte de los oficiales navales se trasladan a Buenos Aires, siendo recogidos en Colonia por los místicos San Felipe y Conquista. El capitán de fragata Bernardo de Bonavía quedó al mando de la fracción de la Armada en Montevideo nombrado por Elío. El 30 de junio de 1809 arribó a Montevideo junto con el virrey Cisneros el nuevo comandante del apostadero, capitán de navío José María Salazar. En enero de 1812 asumió interinamente la comandancia el capitán de navío Miguel de la Sierra. El 23 de junio de 1814 es arriada la bandera española en el apostadero de Montevideo al rendirse la ciudad, poniendo fin a su existencia.
La Real Armada estaba al mando de un comandante, secundado por un ayudante de órdenes, un ministro y dos capitanes de puerto (uno en Buenos Aires y el otro en Montevideo). El comandante era: jefe de la escuadra de la Real Armada, comandante general de Marina, presidente de la Junta de Marina, inspector de la tropa de Marina, de la Escuela Náutica, de matrículas, arsenal, presas y naufragios, comandante principal de correos marítimos y demás ramos navales. El apostadero principal de la flota y sede del comandante se situaba en Montevideo. El comandante era ayudado por un asesor y un escribano.
La Secretaría de la Comandancia General de Marina estaba a cargo de un ayudante secretario, auxiliado por un pilotín, un bombardero de brigada, un portero y un intérprete de lenguas.
La Mayoría estaba a cargo de un oficial de órdenes auxiliado por un escribiente.
La Junta de Apostadero tenía como presidente al comandante general, con 4 vocales, un asesor y un secretario.
La Comandancia Militar de Matrícula de Montevideo tenía un comandante y un ayudante, siendo su asesor y su escribano los mismos que los de la comandancia.
En 1802 la flota estaba formada por:
Para el servicio fluvial y de la costa patagónica se empleban:
Los partidarios eran milicianos a sueldo que cubrían de manera profesional la defensa de las fronteras indígenas de la gobernación del Tucumán, heredadas luego por la intendencia de Salta del Tucumán y la intendencia de Córdoba del Tucumán. Componían las guarniciones de los fuertes y fortines de la frontera del Gran Chaco y la del sur de Córdoba. La profesionalización de los defensores de la frontera fue establecida hacia 1740 por el gobernador teniente coronel Juan de Santiso y Moscoso, quien creó el impuesto del ramo de Sisa, que gravaba en tránsito de mercaderías por los caminos reales, para pagar los sueldos de los partidarios.
En 1745 el gobernador Juan Alonso Espinosa de los Monteros formó 4 compañías con 50 partidarios cada una, quedando al mando de un maestre de campo. Otra compañía fue formada en la frontera de Córdoba. Esta última sufrió reducciones hasta quedar solo 24 partidarios y sus dos oficiales en 1755.
En 1766 se uniformó a la tropa y fue destacado un piquete de dragones veteranos para instruir a los partidarios y milicianos en los fuertes, que hacia 1770 fue reducido a 18 hombres al mando de un cabo principal y de un alférez.
La Compañía de partidarios de la Frontera de Córdoba, con 100 plazas nominales, estaba basada en La Carlota. Utilizaba el uniforme de los blandengues de Buenos Aires y estaba a cargo de un sargento mayor veterano, que en 1803 era Simón de Gorordo.
El 9 de febrero de 1803 el virrey aprobó un reglamento que reestructurada la fuerza, creándose la Compañía de Partidarios de la Frontera de Salta con 142 plazas nominales, que incluían 3 sargentos, 6 cabos y 117 soldados partidarios y 12 cabos y 4 trompetas veteranos. Al frente de la compañía se hallaban un teniente y un alférez, comandantes de los fuertes principales de Ledesma y San Bernardo. Todas las fuerzas de la intendencia quedaron al mando de un sargento mayor veterano, a la vez comandante de la Frontera. En septiembre de 1803 los partidarios de las fronteras de Salta y de Jujuy eran 121, más un capellán para cada frontera. Formaban una compañía a cuyo mando estaba un teniente que era comandante del Fuerte de Río del Valle, secundado por un alférez, comandante del Fuerte de Pizarro. A principios de 1804 la compañía se distribuía así:
El fuerte de Río del Valle fue luego trasladado a San Bernardo, que junto con el de San Luis custodiaban la frontera de Salta. Los de Ledesma y Santa Bárbara custodiaban la de Jujuy y el de Pizarro la de San Ramón de la Nueva Orán.
Las milicias llegaron a estar distribuidas por todo el virreinato; al principio se formaron para contener los ataques indígenas en áreas de frontera. En 1590, una década después de la segunda fundación de Buenos Aires, se formaron las primeras milicias del Río de la Plata, integradas por:
Para defender las misiones jesuíticas del ataque de los bandeirantes lusobrasileños y de indígenas no reducidos, se formaron compañías de milicias en los pueblos guaraníes que debieron mantenerse permanentemente. En 1636 el gobernador Pedro de Lugo y Navarra autorizó a las milicias guaraníes a portar armas de fuego, lográndose el triunfo contra los bandeirantes en la Batalla de Mbororé 1641. El virrey del Perú eximió a los guaraníes de la mita en 1649 en reconocimiento de su vigilancia de las fronteras.
Esas milicias fueron empleadas por los gobernadores en diversos conflictos, así como en las entradas al Chaco en persecución de los guaycurúes:
Durante la guerra Guaranítica en mayo de 1754 el gobernador de Buenos Aires, José de Andonaegui, creó dos compañías de milicias de caballería que se disolvieron al terminar el conflicto.
Un reporte de julio de 1664 señala que la guarnición de Buenos Aires contaba con:
En la campaña bonaerense se estructuraron las milicias en 1762, divididas en maestrías de campo:
En 1763 Cevallos utilizó esas milicias para colaborar en la toma de Colonia del Sacramento, Santa Teresa y Río Grande. Esas milicias eran:
En diciembre de 1799 una revista de las milicias sueltas de la campaña bonaerense determinó que estaban constituidas por:
Además de estas compañías estaban las cinco compañías sueltas que custodiaban los fuertes:
La riqueza minera de Potosí dio lugar a la formación de varios cuerpos de milicias:
En 1755 ya existía en Buenos Aires el Batallón de Voluntarios Españoles, conocido como Batallón de Forasteros. Tenía 9 compañías en 1762 y su misión era custodiar la ciudad cuando las demás tropas salían de campaña. Otros batallones de forasteros fueron creados en Montevideo y Potosí y se formaban con españoles.
En diciembre de 1755, cuando las tropas salieron de campaña, el gobernador Andonaegui creó en Buenos Aires el Batallón de Vecinos, formado por 4 compañías de vecinos de larga data en la ciudad, cada una con un capitán, un teniente, un subteniente, 2 sargentos mayores, 4 sargentos, 4 cabos de escuadra y 94 soldados, totalizando 450 efectivos de tropa. Su uniforme era azul y plata con divisa roja. Estaba agregado al Batallón de Forasteros.
Una real instrucción de 28 de noviembre de 1764 mandó establecer las milicias provinciales:
Cuando la población era suficiente para formar un regimiento de infantería de milicias con uno o dos batallones, cada uno de estos tenía nueve compañías de 75 soldados, cada una a cargo de un capitán, un teniente, un alférez y un portabanderas. Los oficiales eran el coronel, un teniente coronel (jefe del segundo batallón), un sargento mayor, dos ayudantes, uno mayor, otro segundo, un capellán y un tambor mayor.
El cuerpo de caballería y Dragones tenía 54 soldados por compañía, tres de las cuales formaban un escuadrón. El coronel mandaba el primer escuadrón, el teniente coronel el segundo y el capitán más antiguo el tercero. La jerarquía era encabezada por el coronel, el teniente coronel y por falta de ambos el sargento mayor, siguiendo luego el capitán más antiguo.
Fue enviado desde España el personal veterano necesario para constituir las tres asambleas que instruirían a las milicias: 3 sargentos mayores, 3 ayudantes, 29 tenientes y además sargentos y cabos.
El 20 de noviembre de 1764 Cevallos ordenó al comandante de San Carlos la organización de milicias en la villa, siendo formadas dos compañías de 58 hombres cada una y tres oficiales españoles.
En cumplimiento de la real instrucción, el gobernador de Buenos Aires, Pedro de Cevallos, el 15 de diciembre de 1765 creó:
Su uniforme constaba de casaca azul, vuelta, solapa y collarín encarnado, chupa y calzón blanco, y galón de plata en el collarín y botón blanco.
Su uniforme constaba de casaca azul, vuelta, solapa y collarín encarnado, chupa y calzón blanco, galón de oro en el collarín, botón dorado.
Una vez llegado el personal veterano de dragones con el que se constituyó la Asamblea de Dragones, a principios de 1766 creó el Cuerpo de Dragones Provinciales de Buenos Aires en la campaña.
Compañías de milicias fueron establecidas en Magdalena, Matanza, Areco, Cañada Honda, Arrecifes y Pergamino.
El 14 de mayo de 1763 el virrey del Perú dictó el Plan de Milicias: su establecimiento y necesidad, que estableció las bases de las milicias en el virreinato, mandando establecerlas en Charcas y La Paz. El virrey del Perú, Manuel de Amat y Juniet, en cumplimiento de la real cédula de 24 de agosto de 1765, dictó un Reglamento para las milicias del Perú el 31 de agosto de 1766. El reglamento organizaba a todos los habitantes en compañías milicianas integradas en batallones y regimientos provinciales.
Posteriormente, hasta 1771, fueron establecidos otros cuerpos de milicias:
El 15 de marzo de 1772 el gobernador de Buenos Aires, Juan José de Vértiz y Salcedo, efectuó modificaciones en las milicias, entre ellas, el Regimiento Provincial de Caballería de Buenos Aires pasó a estructurarse en 4 escuadrones con un total de 12 compañías. La edad mínima de los milicianos fue establecida en los 16 años.
El gobernador del Tucumán, Gerónimo Matorras, creó nuevas unidades milicianas en 1772:
El primer virrey del Río de la Plata, Pedro de Cevallos recibió el encargo real de:
Cevallos dispuso el alistamiento obligatorio de todos los hombres aptos estantes y habitantes mayores de 16 años que habitaran en la campaña bonaerense.
El virrey Vértiz dispuso varias modificaciones, dejando organizadas las milicias que casi no variaron en su organización hasta 1801:
El 24 de octubre de 1780 Vértiz elevó al rey un reglamento que consideraba miliciano a todo individuo robusto y dispuesto para el servicio, sin excepción de persona alguna de una misma familia, salvo el hijo que sea sostén de madre viuda. El reglamento fue aprobado mediante una real orden de 15 de marzo de 1781. Los milicianos continuaron siendo separados por castas. La frontera de Buenos Aires quedó al mando de un comandante, un subinspector de milicias y 3 ayudantes mayores basados en Luján, San Miguel del Monte y Salto.
Además de otras milicias en el resto del virreinato.
La real orden de 22 de agosto de 1791 estableció la siguiente clasificación:
Entre 1778 y 1881 el gobernador del Paraguay Pedro de Melo de Portugal, creó 3 regimientos y varias compañías sueltas.
En 1790 el gobernador intendente del Paraguay, Joaquín de Alós y Brú organizó las milicias de esa provincia en cuatro regimientos, con un total de 2.884 hombres:
Todos estaban constituidos por 4 escuadrones y 12 compañías con 44 oficiales, a excepción del de Asunción que solo tenía 3 escuadrones y 9 compañías, con 33 oficiales. Cada compañía constaba de 61 plazas, además de dos oficiales, dos sargentos y dos cabos.
Existía además en Asunción un Batallón de Infantería con 568 plazas y una compañía de artillería con 70.
Hacia 1779 había 11 fuertes y guardias con artillería en la costa alta del río Paraguay y 13 en la costa baja, es decir al norte y al sur de Asunción.
Al dejar el gobierno de la intendencia de Córdoba del Tucumán a fines de 1797, el gobernador Rafael de Sobremonte escribió una memoria a su sucesor, en la que se pueden ver los siguientes datos:
La mayoría de estos regimientos habían sido establecidos por el virrey del Perú Manuel de Amat. Para 1797 el destacamento de veteranos del Regimiento Fijo de Infantería de Buenos Aires que se hallaba repartido en Córdoba, Mendoza y la Carolina, se había retirado.
En 1790, el comandante general de los partidos de Entre Ríos, Vicente Giménez, reorganizó las milicias de ese territorio.
El 22 de enero de 1807 debido a la segunda invasión inglesa al Río de la Plata, 241 milicianos de Gualeguay, Gualeguaychú y Concepción del Uruguay partieron hacia Montevideo al mando del ayudante mayor José Pérez:
Luego se le sumó la milicia de Nogoyá que llegó al campamento del Perdido el 13 de febrero de 1807 y fue destinada a la estancia del Rosario. Cuando los británicos ocuparon Montevideo, las milicias entrerrianas fueron desplegadas en torno a la ciudad para cortar los suministros a ella.
En 1792 fueron reorganizadas las milicias de Santa Fe por el Comandante de la Frontera de Santa Fe, Francisco Balcarce.
Las milicias fueron reorganizadas a partir del "Reglamento para las Milicias disciplinadas de Infantería y Caballería del Virreynato de Buenos Ayres, aprobado por S. M. y mandado observar inviolablemente", aprobado por real cédula de 14 de enero de 1801, que contaba de 10 capítulos, estableciendo el deber de tomar las armas en defensa del rey, de la religión y de la patria. Establecía para todos los hombres hábiles de entre 16 y 45 años un servicio en la milicia no menor de 10 años y no mayor de 20, excepto para quienes quisieran continuar y si eran necesarios. Había sido preparado por el subinspector general, Marqués de Sobremonte. Las cuerpos milicianos alcanzados por el reglamento pasaron a tener fueros militares e incluían algunos instructores veteranos en sus filas. El resto de las unidades milicianas existente que no fueron contempladas por el reglamento, continuaron en clase de milicias urbanas, para ser convocadas en caso de necesidad.
Fueron disciplinadas por el reglamento algunas unidades del Alto Perú, las cuales no tenían instructores veteranos por lo que eran consideradas milicias provinciales, aunque gozaban de fuero militar como las regladas.
Con los blancos que no fuesen españoles se crearon compañías y escuadras denominadas de Urbanos del Comercio. En 1805 formaron un batallón con 6 compañías y 1200 hombre en Buenos Aires y probablemente también en Montevideo. Constituían la reserva para ser alistados en caso de invasión, siendo su misión la de custodiar la ciudad.
El reglamento disciplinó además 9 compañías milicianas de artillería:
Cuadro de milicias de artillería regladas por el Reglamento de 1801.
No fueron disciplinadas las dos compañías de naturales de artillería existentes en Montevideo:
El reglamento otorgaba al virrey la potestad para crear nuevos cuerpos reglados o modificar los existentes, dando cuenta al rey para su aprobación. El virrey creí el Escuadrón de Voluntarios de Caballería de la Frontera del Cerro Largo, con 3 compañías de igual fuerza que el del Yí, fue creado en 1801 a causa de la guerra con Portugal.
Una real orden de 29 de abril de 1804 mandó que las 11 compañías milicianas de artillería existentes en el virreinato se redujeran a 4 de 100 plazas, cada una con 4 cabos primeros, 4 cabos segundos y 88 artilleros segundos. Las unidades subsistentes quedaban en Buenos Aires, Montevideo, Maldonado y Colonia del Sacramento, pasando el resto a integrar unidades de infantería.
Otra real orden de 5 de mayo de 1805 dispuso restablecer 3 unidades de artillería milicianas, quedando así 5 compañías de 100 hombres cada una en Buenos Aires, Montevideo (2), Maldonado y Paraguay. Dos compañías de 60 hombres quedaban en Mendoza y Colonia del Sacramento. Tenían 3 cabos primeros, 5 cabos segundos y 52 artilleros segundos.
La dependencia e instrucción seguía a cargo del Real Cuerpo de Artillería.
El 7 de noviembre de 1773 el gobernador de Buenos Aires salió de campaña desde Montevideo por la frontera de la Banda Oriental con el Brasil, llevando las siguientes fuerzas:
En 1781 el virrey Vértiz envió al Alto Perú una fuerza militar para colaborar en la sofocación de la rebelión de Túpac Amaru II. La fuerza comandada por el coronel Ignacio Flores, nombrado presidente de Charcas, estaba constituida por 154 infantes y 36 dragones veteranos. Poco después envió al capitán Sebastián Sánchez con 200 veteranos y luego al comandante Cristóbal López con 200 veteranos, incluso la compañía de granaderos del 2.º Batallón del Regimiento de Saboya. Toda la fuerza se componía de 600 veteranos, estando al mando del brigadier José Sebastián de Segurola.
El coronel José de Reseguín partió de Montevideo en febrero de 1781 con varios oficiales y tomó el mando de las fuerzas en Jujuy el 13 de marzo de 1781. Además se agregaron contingentes de milicias provinciales de Buenos Aires, Tucumán y Santiago del Estero, contando unos 1000 hombres.
Terminada la insurrección, en 1783 la corona destacó fuerzas veteranas de España en Lima, Arequipa y Cuzco, 2561 veteranos del Regimiento de Granaderos de Soria y del Regimiento de Infantería de Extremadura. A fines de 1783 el Batallón n.º 2 de este último fue distribuido entre: Salta (1 compañía), Oruro (2 compañías), Potosí (1 compañía), Chuquisaca (1 compañía), Puno (1 compañía) y La Paz (3 compañías). Permanecieron hasta julio de 1787 cuando pasaron a Buenos Aires y en 1790 regresaron a España.
La plaza de Montevideo estaba bajo el mando militar del gobernador, del que dependía un sargento mayor y las fuerzas navales de la ciudad. Hacia 1802 las fuerzas militares que dependían de este, eran las siguientes, (con sus comandantes):
El gobernador de Montevideo y comandante de Marina era Bustamante y Guerra.
El comandante militar de Colonia (Enrique de la Have Saint-Hilaire) disponía de:
El comandante militar de Maldonado (Ramírez de Arellano) disponía de:
El comandante militar (Francisco Lucero) disponía de:
El presidio de Martín García estaba comandado por el alférez Juan José Díaz.
En la frontera de la Banda Oriental con los dominios portugueses se hallaban varios fuertes y guardias:
El rey ordenó el 11 de junio de 1791 que se establecieran 3 guardias al sur del río Piratiní entre la laguna Merín y Santa Tecla al norte del río Yaguarón, las que fueron creadas en 1792 y se hallaban bajo dependencia de la Comandancia (de oeste a este):
También fueron establecidas en 1792 bajo dependencia de Cerro Largo:
Todas fueron ocupadas por los portugueses en 1801, subsistiendo solo en poder español la villa de Melo en Cerro Largo. La Comandancia General de la Campaña Oriental fue luego ejercida desde Montevideo.
Distribuidos entre todas las guardias había en mayo de 1800, 414 hombres procedentes de los cuerpos de infantería, dragones y blandengues. En agosto de 1797 la Guardia de Melo tenía 93 hombres entre oficiales, soldados y peones, en septiembre la de Batoví tenía 42, la de Santa Tecla 72, la de San Antonio 35, la de Santa Rosa 43 y la de San Rafael 36.
En la relación del virrey Gabriel de Avilés y del Fierro a su sucesor Joaquín del Pino, escribió el 21 de mayo de 1801:
En enero de 1805 el virrey Rafael de Sobremonte recibió órdenes de organizar la defensa de Buenos Aires y de Montevideo en previsión de una posible invasión británica. Sobremonte convocó a una junta de guerra:
La junta de guerra presidida por el virrey se reunió el 2 de abril de 1805 y determinó varias medidas, entre ellas: convocar a Buenos Aires a fuerzas milicianas del interior del virreinato, juntar caballos, fabricar pólvora y cartuchos, e internar los caudales del virreinato. El plan de defensa se estructuró siguiendo el delineado por la junta de guerra presidida por el virrey Olaguer Feliú en Montevideo el 17 de julio de 1797, que fuera elevado a la Corte en cumplimiento de la real orden de 28 de febrero de 1795 y aprobado por el rey el 4 de mayo de 1798.José García Martínez de Cáceres (Real Cuerpo de Ingenieros), Joaquín de Mosquera (Real Cuerpo de Ingenieros), José Pérez Brito (Real Cuerpo de Ingenieros) y Pedro de Arze (subinspector general), tenientes coroneles Manuel Gutiérrez (2.º jefe del Regimiento de Dragones de Buenos Aires), José Ignacio Merlo (Regimiento de Infantería de Buenos Aires), Nicolás de la Quintana (Blandengues de Buenos Aires), Miguel de Azcuénaga (Voluntarios de Infantería de Buenos Aires) y Juan Ignacio de Elía (Voluntarios de Caballería de Buenos Aires).
Además del virrey participaron de la junta de guerra: brigadieres José Ignacio de la Quintana (Regimiento de Dragones) y Francisco de Orduña (Real Cuerpo de Artillería), coronelesEl 12 de marzo de 1805 Sobremonte ordenó marchar a una compañía del Regimiento de Voluntarios de San Luis, los cuales al ser revistados en Buenos Aires el 1 de junio de 1805 sumaban 158 hombres al mando de José Giménez Inguanzo, secundados por los oficiales: ayudante mayor veterano Matías Sancho, capitán Francisco de Paula Lucero, teniente Blas de Videla y alférez Luis Gonzaga de Videla. Estos milicianos fueron destinados a la construcción de baterías en la Ensenada de Barragán, trabajando en la siega de trigo a principios de 1806 y de 1807. Giménez Inguanzo regresó a San Luis en marzo de 1806. Tras el ataque británico se dispersaron y se reunieron con Sobremonte en Monte Castro el 28 de junio de 1806 para dirigirse a Cruz Alta.
Junto con los milicianos de San Luis llegó también un escuadrón de 300 soldados del Regimiento de Voluntarios de Caballería de Córdoba y 100 partidarios de la frontera de Córdoba. A la Ensenada de Barragán fueron destinados 100 blandengues de Santa Fe y 50 de los Voluntarios de Caballería de la Frontera de Buenos Aires.
La junta de guerra del 2 de abril de 1805 dispuso la creación del Cuerpo de Prevención o Campo Volante: el cuerpo de prevención que debía estar en condiciones de acudir en caso necesario a la otra banda del Rio de la Plata.
Estaba integrado por 1500 milicianos de caballería de la frontera, el batallón de infantería, los granaderos de Cívicos, 200 blandengues, 250 voluntarios de Córdoba y de San Luis y la compañía de granaderos del Rey. Al disminuir la tensión las fuerzas fueron desmovilizadas. El 8 de octubre de 1805 Sobremonte dictó una orden detallada para la defensa de Buenos Aires:
Cuando por intermedio del capitán de un barco llegado a la Ensenada de Barragán el 2 de enero de 1806 Sobremonte supo que una flota británica había arribado a San Salvador de Bahía en el Brasil en diciembre de 1805, convocó a las milicias regladas y trasladó a Montevideo a las escasas fuerzas veteranas de Buenos Aires, creyendo que esa plaza amurallada sería el blanco del ataque. Sin embargo, la flota se dirigía a África y las fuerzas fueron desmovilizadas nuevamente. Cuando supo que el 8 de junio de 1806 una flota británica fue avistada en el cabo de Santa María el virrey dispuso el día 13 que marchasen a Montevideo las últimas tropas veteranas que quedaban en la capital: la 3.ª Compañía de Blandengues del Fuerte de San José de Luján y la compañía de granaderos del Regimiento de Dragones. Junto con ellos marcharon 100 hombres de la Compañía de Partidarios de la Frontera de Córdoba. Dispuso también que el Regimiento de Voluntarios de Caballería de la Colonia pasese a depender del gobernador de Montevideo. El 17 de junio Sobremonte ordenó el acuartelamiento de las milicias de Buenos Aires.
Luego de que tomó conocimiento del desembarco británico cerca de Buenos Aires, el gobernador de Montevideo Pascual Ruiz Huidobro convocó en una proclama a todos los habitantes capaces de tomar las armas:
Ruiz Huidobro expresó en ese relato que en la campaña se formaron: el Esquadron del Yí y Río Negro, con ochenta y quatro plazas, el Esquadron del Cerro Largo, con cincuenta y la Compañía de Pando y Solís Chico, con ochenta y seis.
En julio de 1806 Ruiz Huidobro creó 5 nuevos cuerpos de voluntarios urbanos:
En ausencia del virrey, Ruiz Huidobro organizó en Montevideo las fuerzas para liberar la capital virreinal, confiando el 22 de junio de 1806 el mando de las mismas a Santiago de Liniers, luego de que una junta de guerra lo recomendara. La Fuerza Expedicionaria se conformó de las siguientes unidades, según la relación firmada por Liniers en Colonia el 3 de agosto de 1806:
En territorio bonaerense las fuerzas de Pueyrredón estaban formadas por:
200 de esos milicianos, luego de dispersarse en Perdriel, se reunieron en San Isidro con la columna de Liniers.
En previsión de un nuevo ataque británico, en septiembre de 1806 regresaron a Montevideo las compañías del Batallón de Voluntarios de Infantería de la ciudad, la Compañía de Miñones Catalanes y los marineros de Mordeille.
En octubre de 1806 existían en Buenos Aires 99 piezas de artillería:
Una vez reconquistada la capital del virreinato el cabildo de Buenos Aires convocó a un cabildo abierto «congreso general» que se llevó a cabo el 14 de agosto de 1806. En él se decidió solicitar al virrey que traspasase el mando militar de la ciudad a Liniers, lo cual fue aceptado por Sobremonte unos días después, delegando el mando militar de Buenos Aires en Liniers y los asuntos administrativos urgentes en el regente de la Real Audiencia. En el cabildo abierto se resolvió también encomendar a una junta de guerra el estudio de las opciones de la defensa ante una posible nueva invasión. Esa junta de guerra estuvo constituida por:
La junta de guerra resolvió que lo más conveniente era aprovechar el esfuerzo realizado y mantener como una prestación obligatoria el servicio de las milicias.
Tras la capitulación de William Carr Beresford y ante la posibilidad de una nueva invasión, Liniers emitió el 6 de septiembre de 1806 un documento instando al pueblo a organizarse en cuerpos separados según su origen. Este documento contenía una proclama acerca de la creación de diversos cuerpos urbanos y una segunda orden de convocatoria fue emitida el 9 de septiembre. La mayor parte de los hombres adultos entre 16 y 50 años se enlistó como miliciano de alguno de los diferentes cuerpos y regimientos que se organizaron. El comandante general de armas logró agrupar una fuerza popular a la que se le sumaban las tropas veteranas, de menor tamaño, formando un ejército de infantería, caballería y artilleros:
Tomando como base las milicias organizadas por Pueyrredón, se organizaron las demás unidades, distribuyéndose por regiones de origen a los españoles. Se autorizó a los soldados de los cuerpos urbanos formados a elegir a sus oficiales y estos a sus superiores.
Las fuerzas milicianas de Buenos Aires alcanzaban un total de 7253 plazas en octubre de 1806.
Las milicias de infantería sumaban 4538 hombres en octubre de 1806.
Cuadro de milicias de infantería de la guarnición de Buenos Aires en octubre de 1806.
Las milicias de caballería sumaban 1575 hombres en octubre de 1806.
Cuadro de milicias de caballería de la guarnición de Buenos Aires en octubre de 1806.
Las milicias de artillería sumaban 1142 hombres en octubre de 1806.
Cuadro de milicias de artillería de la guarnición de Buenos Aires en octubre de 1806.
El 25 de junio de 1806 el virrey Sobremonte escribió al comandante de armas de Córdoba coronel Santiago Alejo Allende:
Siguiendo el camino de postas Sobremonte llegó a Córdoba el 12 de julio de 1806 y dos días después la declaró capital provisional del virreinato, ordenando que no se obedeciera orden alguna de Buenos Aires mientras estuviera bajo poder británico.
Reunió allí una fuerza de 600 milicianos —incluyendo presos— al mando del coronel Allende, con la que partió hacia Buenos Aires. En esa fuerza se hallaban milicianos del Regimiento de Voluntarios de Caballería de Córdoba. En un oficio enviado por el virrey a Liniers el 18 de agosto de 1806 expresó: Las fuerzas que Sobremonte logró enviar a Buenos Aires en 1806 comprendían unos 600 cordobeses, 950 paraguayos, 1000 milicianos de otros puntos, y unos 400 blandengues de la frontera de Buenos Aires y dragones.
El 14 de agosto un cabildo abierto quitó al virrey el mando militar de la ciudad de Buenos Aires y envió una comisión para alcanzarlo —viajaba a Buenos Aires con tropas desde Córdoba— y convencerlo de que no entrara en la ciudad. Como esta fuerza expedicionaria llegó a las inmediaciones de Buenos Aires cuando la capital ya había sido reconquistada por Liniers, Sobremonte aceptó delegar el mando de las fuerzas de la capital en Liniers y el mando político de la ciudad en la Real Audiencia, trasladándose con las tropas cordobesas a Montevideo. El 12 de octubre llegó a esa ciudad, pero recibió un rechazo general, por esa razón instaló su campamento con las fuerzas que había llevado en Las Piedras, a cuatro leguas de Montevideo.
El 4 de agosto de 1806 se embarcaron en Asunción y luego en Pilar 7 compañías con 534 milicianos y 12 oficiales de los regimientos de Voluntarios de Caballería del Paraguay, al mando del coronel de milicias José Espínola y Peña, como su segundo el sargento mayor Fulgencio Pereira y como ayudante de campo el mayor veterano español Juan de la Cuesta. Esta división desembarcó el 2 de septiembre en San Nicolás de los Arroyos y se dirigió a Buenos Aires, llegando luego de la rendición británica. En un oficio de Sobremonte a Liniers, en respuesta al que este le dirigiera el 2 de septiembre de 1806, le comunicó que en el puerto de Las Conchas había 550 paraguayos llegados con el coronel José Espínola y que podía disponer de ellos. La división pasó a la Banda Oriental junto con el virrey Sobremonte. Una segunda división paraguaya de Voluntarios de Caballería con 403 plazas y 4 oficiales partió en barco desde Pilar en dos grupos. El primero lo hizo el 26 de diciembre de 1806 al mando del teniente Pedro Antonio de Herrera, y el segundo partió el 16 de enero de 1807 al mando del capitán del Regimiento de Milicias de Costa Arriba, Manuel Antonio Cohene.
Por orden imperiosa de la Real Audiencia de Buenos Aires, en mayo de 1807, el gobernador del Paraguay, Bernardo de Velasco, viajó a Buenos Aires para colaborar en la defensa con el cargo de subinspector general de la ciudad.
El 4 de noviembre de 1806 Sobremonte ordenó que desde Corrientes el comandante de armas Pedro Fondevilla viajase hacia Montevideo con el Regimiento de Voluntarios de Caballería de Corrientes y todas las armas y caballos que pudiese reunir. Su punto de concentración fue San Roque y desde allí partieron 5000 caballos y 500 hombres, la mayoría con lanzas y espadas y solo 62 con armas de fuego y otros 65 desarmados. Llegaron a las inmediaciones de Montevideo cuando la ciudad ya estaba bajo poder británico, no entraron en combate y luego regresaron a Corrientes, a donde se hallaban en 31 de mayo de 1807.
Desde San Luis fueron enviados 200 milicianos del Regimiento de Voluntarios de Caballería de San Luis al mando del comandante Blas Videla y de los oficiales: Matías Sancho, Florencio Terrada, Dolores de Videla, Juan Alejo Daract, Juan Basilio Garro, Rafael Wilckes O'Connor, Luis de Videla y Francisco Paula Lucero.
El 26 de julio de 1806 partieron de San Miguel de Tucumán 3 compañías de milicias del Regimiento de Voluntarios de San Miguel de Tucumán al mando del comandante de armas José Ignacio Garmendia, quien comandaba la 1.ª Compañía, compuesta por el teniente Diego Aráoz, alférez Bernabé Aráoz, capellán Pedro Miguel Aráoz, 3 sargentos, 4 cabos y 114 soldados. La 2.ª Compañía: capitán Salvador Alberdi, teniente Juan Benancio Laguna, alférez Máximo Molina, 3 sargentos, 4 cabos, 4 carabineros y 89 soldados. La 3.ª Compañía: capitán Manuel Padilla, teniente Javier Eugenio Ojeda, alférez Diego Ruiz Huidobro, 3 sargentos, 4 cabos, 4 carabineros y 89 soldados. Debieron retornar desde el arroyo del Medio al conocer la reconquista de Buenos Aires, custodiando un contingente de 500 prisioneros británicos, destinados: 50 a San Luis, 50 a La Carlota, 100 a Santiago del Estero y 200 a San Miguel de Tucumán.
Desde Mendoza el comandante de armas sargento mayor Faustino Ansay partió el 16 de julio de 1806 con un contingente de 600 milicianos del Regimiento de Voluntarios de Caballería de Mendoza, llegando hasta el fuerte de San Claudio de Areco, donde recibió prisioneros británicos asignados por el Plan de Internación que Sobremonte amitió el 7 de septiembre de 1806. A fines de 1806 Ansay contrató a Melchor Videla para que en el plazo de 26 días transportara a Buenos Aires trescientos quintales de pólvora en trece carretas y cinco tercios de otra.
Por orden del virrey del 30 de julio de 1807 llegaron también a Buenos Aires 2 compañías de milicianos del Regimiento de Voluntarios de Caballería de San Miguel de Tucumán que el cabildo de esa ciudad uniformó a su costa. Estaban al mando del ayudante mayor Juan Ramón Balcarce. La 1.ª Compañía, que fue alistada en San Miguel de Tucumán: comandante José Ignacio Garmendia, teniente Diego Aráoz, alférez Xavier Ojeda, capellán Pedro Miguel Aráoz, 3 sargentos, 4 cabos, 4 carabineros y 89 soldados. Otros 3 se incorporaron después. La 2.ª Compañía fue alistada en Loreto (actual provincia de Santiago del Estero): capitán Salvador Alberdi, teniente Juan Benancio Laguna, alférez Máximo Molina, 3 sargentos, 4 cabos, 4 carabineros y 89 soldados. El 11 de junio de 1807 el comandante Pío de Gana informó al cabildo de San Miguel de Tucumán que estas compañías fueron agregadas al Tercio de Arribeños de su mando, a solicitud de sus oficiales.
Liniers informó que por no alcanzar los armamentos, los milicianos que llegaron a Buenos Aires procedentes de San Luis, Tucumán y Paraguay, se destinaron a la construcción de las baterías y al cuidado de las caballadas.
Luego de la primera Invasión Inglesa el gobernador Ruiz Huidobro creó en Montevideo varias unidades milicianas:
Una vez derrotados los británicos, evacuaron la plaza de Montevideo el 9 de septiembre de 1807 cuando Francisco Javier de Elío llegó con el Regimiento de Voluntarios del Río de la Plata. Este cuerpo fue creado por Liniers el 27 de julio de 1807 con 800 hombres al mando del teniente coronel Prudencio Murguiondo y cuando fue destinado a guarnecer la plaza de Montevideo se lo elevó a 2 batallones de 10 compañías con 80 plazas cada una, siendo integrado por los milicianos de todos los cuerpos de Buenos Aires que quisieron alistarse para conservar su sueldo, el cual perderían al desmovilizarse los cuerpos a partir del 15 de agosto de 1807. Comandante: Prudencio Murguiondo; 2.º comandante: Juan del Pino; sargento mayor: Miguel Murillo; ayudantes mayores: Pedro de la Plaza y Francisco Uriondo; capitanes de las compañías: Patricio José Beldón, José María Lorenzo, Cosme Arellano, Luis de la Robla, Joaquín Gallón y Guerra, Domingo Luaces, Juan José Valderrama, Martín Galain, José Antonio Cano, Bonifacio García, José Joaquín de Olra, José Ventura Quintas, Martín Arandía, Ambrosio de Reyna, Francisco de Luna, Antonio Arraga, Francisco Sales Pérez.
Solo se mantuvieron movilizados y con sueldo los patricios para custodiar Buenos Aires y el cuerpo de artillería. De igual forma fue creado el 7 de agosto el Regimiento de Cazadores de Infantería Ligera, al mando de Juan Balbín de Vallejo, y que viajó a Montevideo con Elío. Según relación del 20 de diciembre de 1808, estaba compuesto por: sargento Mayor: Luis González Vallejo; ayudantes mayores: Alejandro de los Reyes y José Bianchi; capitanes: Domingo Rosales, Juan Loño, Vicente Augier, Jerónimo Bianchi, Patricio Mayfrén, Gregorio Villamil, José Martín de Ortega, Adrián Mendoza, José Carranza, Renato Simone, Juan Bautista Raymond, Aparicio Vidarrausaga, Blás Cárdenas, Francisco González de la Peña. Junto con los dos regimientos, también fue destinado a Montevideo el 1.º Escuadrón de Húsares.
Como el alistamiento voluntario pretendido por Liniers tuvo efectos limitados, para completar la tropa destinada a Montevideo fue necesario incorporar una compañía de cada cuerpo a excepción del de Vizcaínos. En marzo de 1808 la guarnición de Montevideo ascendía a 2366 plazas. Más adelante se dispuso el regreso a Buenos Aires del 1.º escuadrón de Húsares y de la 8.ª Compañía del tercio de Catalanes, además de las fuerzas veteranas de Infantería de Buenos Aires y Dragones.
Estos cuerpos que quedaron en Montevideo (llamados despectivamente por los realistas como los tupamaros) fueron disueltos el 12 de julio de 1810 por el gobernador de Montevideo brigadier Joaquín de Soria, quien capturó a sus jefes y licenció a la tropa cuando intentaron plegarse a los revolucionarios de Buenos Aires.
Luego del licenciamiento de los cuerpos milicianos creados durante las Invasiones Inglesas, la guarnición de Montevideo quedó compuesta de la siguiente manera (de acuerdo a la Relación de los oficiales que han reconocido/ no han querido reconocer a la Junta de Montevideo, firmada por el teniente de navío Diego Ponce de León el 20 de diciembre de 1808):
Luego de la asonada del 1 de enero de 1809 comandada por Martín de Álzaga (asonada de Álzaga), fueron disueltos los tercios de Miñones, de Gallegos y de Vizcaínos (incluyendo a los Cazadores Correntinos) por su participación en la misma.
El 11 de septiembre de 1809, el nuevo virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros, mediante una providencia reorganizó los cuerpos urbanos de Buenos Aires.
Como consecuencia de las reformas de Cisneros, el ejército del virreinato en la guarnición de la ciudad de Buenos Aires que llegó al 25 de mayo de 1810, estaba conformado por los siguientes cuerpos veteranos y milicianos:
En la reserva quedaron los Cuerpos Urbanos del Comercio con los números 6, 7 y 8.
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