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Patriarca



Patriarca (del griego antiguo πατριάρχης, de πατριά + ἄρχω, que significan descendencia + mandar)[1]​ es el título de los obispos que presiden algunas Iglesias o sedes episcopales residenciales o titulares llamadas por este motivo patriarcales. Este título es utilizado por varias denominaciones cristianas, particularmente se encuentra entre las Iglesias de tipo episcopal que tienen sucesión apostólica, tales como la ortodoxa, católica, ortodoxa oriental, asiria del Oriente y husita. La diócesis y el eventual grupo de diócesis sujetas a la autoridad de un patriarca reciben el nombre de patriarcado.

En la ciencia de la sociología se llama patriarca a un hombre que ejerce la autoridad autocrática como pater familias sobre una familia extensa, sistema que recibe el nombre de patriarcado. En el derecho romano el pater familias tenía un privilegio legal sobre la propiedad de la familia y diversos niveles de autoridad sobre sus dependientes: estos incluían a su esposa e hijos, ciertos otros familiares a través de sangre o adopción, clientes, libertos y esclavos.

En relación al pueblo hebreo, la versión griega del Antiguo Testamento llamada Septuaginta describe como πατριάρχαι (patriarcas) a los jefes en cierto momento de las doce tribus de Israel.[2]​ El Nuevo Testamento da el nombre de patriarca a David (Hechos 2:29),[3]​ a los doce hijos de Jacob (Hechos 7: 8-9),[4]​ y a Abraham.[5]​ Son llamados patriarcas también todas las personas cuyos nombres aparecen en las genealogías bíblicas de los períodos anteriores a Moisés, en particular Abraham, Isaac y Jacob.[6]

En los primeros siglos de la historia cristiana las palabras 'padre' (πάππας, páppas) y 'patriarca' solían utilizarse como títulos honoríficos para referir a cualquier obispo muy respetado. Gregorio Nacianceno (329-389) escribió: los viejos obispos, o mejor, los patriarcas.

En la Iglesia de los primeros tres siglos hubo dignidades eclesiásticas que ejercieron derechos y prerrogativas sobre otros obispos y diócesis. En el Imperio romano de Occidente el obispo de Roma, la capital imperial y sede apostólica, ejercía sus prerrogativas sobre un territorio indefinido e intervino en otras comunidades para ayudar a resolver conflictos.[7]​ El papa Clemente I (papa de 88 a 99) lo hizo en la Iglesia de Corinto.[8]​ A principios del siglo II Ignacio de Antioquía habló de la Iglesia de Roma como presidenta de la región de los romanos[8]​ y a finales de ese siglo, el papa Víctor I amenazó con excomulgar a los obispos orientales que continuaron celebrando la Pascua el 14 de Nisan y no el domingo siguiente.[9]

Dos obispos orientales, los de Alejandría y Antioquía, ejercían de hecho autoridad sobre vastos territorios. La ciudad de Alejandría, debido a su importancia urbana y geográfica y sus orígenes importantes como sede apostólica, pronto se convirtió en uno de los principales centros de difusión del cristianismo, con un gran peso en la dirección de las primeras comunidades cristianas. A mediados del siglo III, Heraclas de Alejandría (el primero de esta sede en usar el título de papa) ejerció su poder como archimetropolitano al deponer y reemplazar al obispo de Thmuis. En un sínodo celebrado en Alejandría en 318 el obispo se convirtió en el jefe reconocido de todos los obispos y metropolitanos de Egipto. Otra sede apostólica fue Antioquía, ciudad principal y capital de la provincia romana de Siria y la cuarta ciudad más grande del Imperio romano. Diocleciano en 297 estableció la diócesis civil de Oriente con capital en Antioquía. Los primeros registros del ejercicio de la autoridad por parte del obispo de Antioquía fuera de su propia provincia de Siria datan de fines del siglo II, cuando Serapión de Antioquía intervino en Rhosus, una ciudad de Cilicia, y también consagró al tercer obispo de Edesa, fuera del Imperio romano. La autoridad espiritual del obispo de Antioquía era aceptada en las provincias que recibieron sus misioneros evangelizadores, como Cilicia, Mesopotamia, Siria, Palestina y Chipre. Los obispos que participaron en los concilios celebrados en Antioquía a mediados del siglo III llegaron no solo de Siria, sino también de Palestina, Arabia y el este de Asia Menor.[10]

El Concilio de Nicea I en 325 aprobó la ya existente de hecho organización eclesiástica según la cual el obispo de la capital de una provincia romana (el obispo metropolitano) tenía cierta autoridad sobre los otros obispos de la provincia (sufragáneos), utilizando por primera vez en su canon 6 el nombre metropolitano. Además aprobó como una costumbre antigua en ese mismo canon 6 la tradición según la cual los obispos de Roma, Alejandría (en Egipto, Libia y Pentápolis) y Antioquía (sobre otras provincias) tenían cierta autoridad sobre más de una provincia. Estableció además el orden de primacía de honor con Antioquía en el tercer lugar, después de Roma y Alejandría y otorgó un honor especial a la sede de Jerusalén.[11]

El Concilio de Constantinopla I en 381 reconoció a los metropolitanos de Roma, Alejandría y Antioquía poderes de inspección sobre los metropolitanatos adyacentes. También decidió en el canon 3 que el obispo de la nueva capital imperial (Constantinopla) «tendría primacía de honor, después del obispo de Roma, puesto que Constantinopla es la Nueva Roma», dándole un rango superior a los de Alejandría y Antioquía, pero sin atribuirle jurisdicción sobre una diócesis civil. Esto fue rechazado por el papa Dámaso I.[12]

En el Concilio de Calcedonia en 451 a la sede de Jerusalén se le dio autoridad sobre las tres provincias romanas de Palestina.[13][14]​ Se dispuso también en su canon 28 que el obispo de Nueva Roma (Constantinopla) gozara de los mismos privilegios que el obispo de la Antigua Roma y por esa razón los metropolitanos de Ponto, de Asia y de Tracia, así como los obispos de países bárbaros debían ser ordenados por el obispo de Constantinopla.[15]​ Sin embargo, la decisión del canon 28 fue tomada en ausencia de los legados del papa y rechazada por este.[16]

Desde entonces las sedes de Roma, Constantinopla, Alejandría, Antioquía y Jerusalén fueron referidas como patriarcados, y aunque el título no lo llevaran todavía formalmente, fue reservándose su uso poco a poco para ellas.[17][18]​ La primera mención explícita del título de patriarca apareció por primera vez referida al papa León I el Magno (papa de 440 a 461) en una carta del emperador Teodosio II. Los obispos de la jurisdicción bizantina lo aplicaron también para referirse al obispo de Constantinopla, Acacio (471-488).[19]​ Se pretendió entonces que las cinco sedes constituyeran en lo que se conoció posteriormente como la Pentarquía, idea que se puede encontrar por primera vez en forma sólidamente expresada en las leyes del emperador Justiniano I (527–565), especialmente en su Novella 113 de 531.[20]​ Aunque Justiniano llamó patriarcas a los obispos de las 5 sedes, el término no les era exclusivo y aún en los siglos V y VI los obispos francos Celidonio de Besançon y Nizacio de Lyon fueron llamados patriarcas en sentido honorífico.[21]​ Durante estos primeros siglos, el nombre aparece generalmente junto con arzobispo, como en el Código de Justiniano.

Con el fin del Imperio romano de Occidente el 4 de septiembre de 476, Roma quedó fuera del control imperial y el patriarca de Constantinopla pasó a ser referido como patriarca ecuménico, tal como fue usado en un concilio oriental en 536 y se oficializó en otro en 587. Esto llevó a una ruptura temporal de la comunión con Roma. El concepto de la pentarquía, sin embargo, no fue aceptado por el papa de Roma, pues ya en 446 el papa León I había reclamado expresamente autoridad sobre toda la Iglesia, y hasta varios siglos después ningún papa aceptó la legitimidad de los patriarcas de Constantinopla y de Jerusalén. La pentarquía, aunque sostenida hasta hoy como cierta por la Iglesia ortodoxa, es rechazada sin embargo por las Iglesias ortodoxas orientales (que fueron dejadas afuera y se aferran a las 3 sedes mencionadas en Nicea) y nunca aceptada por la Iglesia católica en el sentido ortodoxo de 5 sedes autocéfalas.

Mucho más tarde, el emperador Justiniano II convocó en 692 a un concilio (llamado Concilio Quinisexto o Concilio Trullano II) en el palacio imperial de Constantinopla, sin representaciones de Occidente ni delegados papales, en el que se adoptó como oficial la teoría de la pentarquía y se les reconoció el orden de precedencia. Los patriarcados, sin embargo, no tenían todavía el poder soberano que tienen en la Iglesia ortodoxa actual. El título de patriarca de Occidente, aunque usado en el Oriente, no fue aplicado en el Occidente hasta que lo empleó el papa Teodoro I en 642, pero se hizo obsoleto y prácticamente no lo utilizaron otros papas.

El título de patriarca se volvió oficial gradualmente a partir de los siglos VIII y IX y luego se volvió costumbre extender el título a todos lo obispos que gobernaron cada sede patriarcal. En 911 el metropolitano búlgaro de Preslav se declaró patriarca, lo cual fue rechazado por el patriarca de Constantinopla hasta un tratado en 927, pero fue abolido en 971. En 976 otro patriarcado búlgaro fue establecido en resistencia en Ohrid, pero en 1018 fue abolido y reemplazado por una arquidiócesis autocéfala que perdió su naturaleza búlgara y pasó a ser de carácter griego.

La cuestión de la cláusula Filioque llevó a la ruptura definitiva de la relación de la Iglesia de Roma con los patriarcados imperiales orientales en el Gran Cisma de 1054. Estos 4 patriarcados se constituyeron desde entonces en la Iglesia ortodoxa.[22]

Por una parte, el papa de Roma, con toda su feligresía, quedó fuera de la organización eclesial griega, y, por otra, la pérdida de territorios a manos de los musulmanes, hicieron que el peso de los patriarcados de Jerusalén, Alejandría y Antioquía fuera menor, y el de Constantinopla adquiera definitivamente el gobierno efectivo de la Iglesia imperial de Oriente, adquiriendo pleno significado el apelativo de patriarca ecuménico, que usó desde el Concilio de Calcedonia.

En 1234 el exiliado patriarca de Constantinopla reconoció la autocefalía de la Iglesia búlgara y pocos años después la reconoció como patriarcado.

En el Concilio de Lyon II, bajo presión del emperador Miguel VIII Paleólogo, el 6 de julio de 1274 los ortodoxos aceptaron el Filioque, el primado del papa y otras doctrinas católicas y se proclamó la unión de las Iglesias de Occidente y Oriente. El papa aceptó que el segundo lugar fuera ocupado por el patriarca griego de Constantinopla. Pero la unión llegó a su fin en 1281 cuando el papa excomulgó al emperador.

Luego de que en 1346 la Iglesia serbia se proclamara patriarcado de los serbios y los romanos, en 1353 el patriarca ecuménico la declaró cismática. El cisma finalizó en 1375 con el reconocimiento del patriarcado de Peć. Tras la conquista otomano de Bulgaria, en agosto de 1394 el patriarcado búlgaro fue abolido de nuevo y establecido el metropolitano de Tarnovo dependiente de Constantinopla.

La unión de la Iglesias de Oriente y Occidente fue proclamada el 6 de julio de 1439 en el Concilio de Florencia.[23]​ En rechazo la unión, en 1448 la Iglesia ortodoxa rusa se autoproclamó autocéfala estableciendo un patriarcado.

La conquista de Constantinopla por los otomanos el 29 de mayo de 1453 hizo que el sultán Mehmed II se proclamara emperador y el 6 de enero de 1454 permitió la elección de un nuevo patriarca de Constantinopla, Genadio II, iniciándose la tutela otomana del patriarcado. El patriarca fue reconocido como líder civil de los cristianos ortodoxos del Imperio otomano. El patriarca ecuménico fue reconocido como el líder político y religioso más alto (o etnarca) de todos los súbditos ortodoxos orientales del sultán. Con el tiempo se fue estableciendo el sistema de millet, que dio al patriarca un gran poder, pues podía establecer sus propias leyes civiles, recaudar sus propios impuestos, tener sus propias escuelas, iglesias, hospitales y otras instalaciones.

Tras la conquista de Serbia por el Imperio otomano, en 1459 el patriarcado de Peć fue abolido y anexado a la arquidiócesis de Ohrid dependiente de Constantinopla, pero fue restablecido en 1557. En 1517 los otomanos conquistaron Damasco, Jerusalén y Alejandría, por lo que con el tiempo la autocefalía de los 3 patriarcados de Oriente fue virtualmente abolida. El sínodo de Constantinopla eligió al patriarca de Alejandría desde 1620 hasta 1865; de Antioquía desde 1724 hasta 1885 y de Jerusalén desde 1661 a 1845. El 5 de febrero de 1589 el patriarca ecuménico reconoció la autocefalía y al patriarcado de la Iglesia ortodoxa rusa en Moscú. El 22 de septiembre de 1766 el patriarcado de Peć fue nuevamente abolido y su territorio anexado al de Constantinopla. El 29 de agosto de 1831 el patriarcado ecuménico volvió a reconocer la autocefalía de la Iglesia ortodoxa serbia. El 4 de febrero de 1925 el patriarcado ecuménico reconoció al patriarcado rumano. En 1953 el exarcado búlgaro se volvió patriarcado.

El 3 de marzo de 1990, el patriarca de Constantinopla reconoció y aprobó la autocefalía de la Iglesia ortodoxa de Georgia (que en la práctica se había ejercido o al menos reclamado desde el siglo V), así como el honor patriarcal de los catolicós georgianos.

Las Iglesias ortodoxas cuyo primer jerarca goza del rango patriarcal son nueve:

Surgieron por cismas en las Iglesias ortodoxas:

Abolido:

En la actualidad, la Iglesia católica tiene dos clases de patriarcas: reales y titulares. Entre los primeros se reconocen algunas sedes orientales, alrededor de las cuales se organizan unas Iglesias católicas orientales, y tres patriarcados titulares latinos.

Durante la primera cruzada Jerusalén fue reconquistada por los cristianos y el patriarca ortodoxo fue expulsado estableciéndose el patriarcado latino de Jerusalén en 1099. Tras la pérdida de la ciudad, se convirtió en un título puramente honorífico en la Iglesia católica desde 1374, pero volvió a ser una jurisdicción residencial el 4 de octubre de 1847. Los bizantinos perdieron definitivamente Antioquía a manos de los selyúcidas en 1084, y los cruzados la ocuparon en 1098, erigiendo en 1100 el Patriarcado Latino de Antioquía, mientras el patriarca griego huyó a Constantinopla. En 1268 el sultán mameluco Baybars I conquistó Antioquía y la destruyó, por lo que el patriarca latino de Antioquía pasó a residir en la curia romana como titular y el patriarca ortodoxo residente en Constantinopla fue restaurado en Antioquía.[24]​ En 1215 fue establecido el patriarcado latino de Alejandría, pero nunca pudo ocupar su sede y permaneció como titular. La cuarta cruzada fue organizada en Roma para reconquistar Tierra Santa, pero varió su rumbo terminando con la conquista y el saqueo de Constantinopla el 12 de abril de 1204. Con el establecimiento del Imperio latino y del patriarcado latino de Constantinopla, el patriarca ecuménico se refugió en Nicea, capital del nuevo Imperio de Nicea. El papa aceptó entonces el segundo lugar para el patriarca de Constantinopla. El 25 de julio de 1261 Constantinopla fue reconquistada por los bizantinos de Nicea y el patriarca pudo regresar a la ciudad. Desde entonces los patriarcas latinos continuaron como titulares.

Los patriarcado titulares latinos de Oriente fueron abolidos en 1964 tras el Concilio Vaticano II.

Permanece como residencial el patriarcado latino de Jerusalén, que fue restablecido como residencial el 4 de octubre de 1847.

En la Iglesia católica una Iglesia particular sui iuris oriental es considerada una Iglesia patriarcal si en uso de su autonomía es guiada por un patriarca, que la gobierna asistido por un sínodo y la preside como padre y cabeza.

Desde la promulgación del Código de los cánones de las Iglesias orientales (CCEO) (en latín, Codex Canonum Ecclesiarum Orientalium) por el papa Juan Pablo II el 18 de octubre de 1990 mediante el documento Sacri Canones[25]​ y su puesta en vigencia el 1 de octubre de 1991,[26]​ las Iglesias patriarcales están reguladas específicamente por el título IV del código (TITULUS IV DE ECCLESIIS PATRIARCHALIBUS), que consta de 95 cánones.[27]

De acuerdo al Código de los cánones de las Iglesias orientales,[28]​ un patriarca es un obispo que tiene poder sobre todos los obispos, incluyendo metropolitanos, y otros fieles cristianos de la Iglesia que él preside (c. 56), cuyo título es personal e indelegable (c. 78-1). Esta definición está de acuerdo con el decreto Orientalium Ecclesiarum del Concilio Vaticano II, promulgado por el papa Pablo VI el 21 de noviembre de 1964: Con el nombre de Patriarca oriental se designa el Obispo a quien compete la jurisdicción sobre todos los Obispos, sin exceptuar los Metropolitanos, sobre el clero y el pueblo del propio territorio o rito, de acuerdo con las normas del derecho y sin perjuicio del primado del Romano Pontífice.[29]​ La erección, restauración, modificación y supresión de una Iglesia patriarcal es derecho exclusivo del papa (c. 57-1), quien es el único que puede modificar legítimamente el título de la sede concedida o reconocida por él a ese patriarcado (c. 57-2), y conserva en todo momento el ejercicio de la plena autoridad sobre toda la Iglesia (c. 43). El decreto Orientalium Ecclesiarum expresa al respecto: cuya constitución se reserva al Concilio ecuménico o al Romano Pontífice. Un ejemplo fue la creación del patriarcado de Alejandría de los coptos católicos el 26 de noviembre de 1895 por el papa León XIII, mediante la carta apostólica Christi Domini:[30]...patriarchatum Coptum Alexandrinum catholicum statuimus vel restituimus....

El patriarca no puede transferir su sede a otra ciudad, excepto por muy graves razones y con el consentimiento del sínodo patriarcal y el asentimiento del papa (c. 57-3). El 12 de julio de 1867 el papa Pío IX mediante la carta apostólica Reversurus trasladó la sede del patriarcado de Cilicia de los armenios a Estambul. El papa es quien define y modifica el territorio propio (territorium proprium) de una Iglesia patriarcal (c. 146-2), como lo hizo el papa León XIII el 30 de noviembre de 1894 con la encíclica Orientalium dignitas ampliando el territorio propio del patriarcado de Antioquía de los melquitas: Estendiamo al Patriarca Greco-Melchita la giurisdizione sopra tutti i fedeli del medesimo rito che dimorano entro i confini dell’Impero Turco.[31]

Junto con el sínodo patriarcal, el patriarca ejerce plenamente su poder solo dentro de los límites del territorio propio de la Iglesia sui iuris que preside (c. 78-2), pero en lo relativo a las leyes litúrgicas de su propio rito, y en otras materias aprobadas por el papa, su poder es ejercido sobre los fieles y clérigos de su Iglesia sui iuris en todo el mundo (c. 78-2)(c. 150-2). Con el asentimiento del papa, el patriarca puede tener un procurador en Roma (c. 61), como lo tienen los patriarcas de Antioquía sirios, maronitas y melquitas.

Los patriarcas católicos orientales son:

En la Iglesia latina se extendió también la costumbre de llamar patriarcado a las sedes cuya fundación se debiera a uno de los apóstoles o evangelistas. Por ejemplo, en Italia se le trata de patriarca al arzobispo de Venecia (sede fundada por Marcos el Evangelista) y en Portugal al arzobispo de Lisboa (dignidad otorgada en el siglo XVIII); ambos títulos son meramente nominales y sin ningún poder jurisdiccional en sus respectivas naciones.

Los patriarcas latinos titulares son:

Tras los viajes de descubrimiento de los siglos XV y XVI se establecieron otros dos patriarcados. Estos patriarcas solo llevan el título de forma nominal, ya que son nombrados por el papa y no tienen ningún poder real de jurisdicción patriarcal sobre las Iglesias americanas o asiáticas:

Han sido abolidos los anteriores patriarcados latinos de:

En el 554 los arzobispos metropolitanos de Milán y de Aquilea rechazaron adherirse a la sentencia pronunciada por el emperador bizantino Justiniano contra los escritos de tres obispos nestorianos, conocido como «Los Tres Capítulos», provocando un cisma. En el 557 durante el sínodo provincial convocado en Aquilea para la elección del nuevo metropolitano Paolino, con la participación de las diócesis sufragáneas, se decidió no reconocer las conclusiones del Concilio de Constantinopla II y convertirse en una Iglesia autocéfala. En el 568, bajo presión de las invasiones lombardas, Paolino trasladó la sede metropolitana a Grado, bajo protección de Bizancio, donde será proclamado patriarca. En 606 el patriarcado se dividió en dos con un patriarca en Aquilea (adherente a Los Tres Capítulos-) y otro en Grado (en comunión con el papa). El cisma de Los Tres Capítulos llegó a su fin en 699 con el concilio de Pavía con la vuelta de Aquilea a la ortodoxia católica. La diócesis de Aquilea, con Grado, fue reunificada en un solo patriarcado, hasta que en 731 se estableció la separación canónica entre el patriarcado de Aquilea (con las diócesis sufragáneas del Friuli) y el patriarcado de Grado (con diócesis sufragáneas en el Ducado de Venecia). En 1751 la sede patriarcal fue trasladada a Venecia y renombrada.

A partir de 2006 el papa Benedicto XVI renunció al título de patriarca de Occidente.[32]​ El Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos publicó una nota en marzo de ese mismo año donde se explicaba:[33]

La renuncia al patriarcado no fue tomada con agrado en la Iglesia ortodoxa y el 8 de junio de 2006 el patriarcado de Constantinopla emitió una declaración crítica.[34]

A lo largo de la historia una parte de los obispados orientales sufrieron las divisiones creadas por las querellas cristológicas, partiéndose sus feligresías entre los que sostenían el credo expresado en Calcedonia en 451 y los que confesaban el credo nestoriano, el monofisita (o más propiamente miafisita) o el monotelista. Así, por ejemplo, las sedes de Echmiadzín (Armenia), Mtsjeta-Tiflis (Georgia) y Seleucia-Ctesifonte —actualmente en Bagdad (Irak)— vienen ostentando el título de catolicós, equivalente al de patriarca, desde el siglo IV. Estas Iglesias son conocidas como Iglesias no calcedonianas y no están en comunión con el patriarca ecuménico de Constantinopla. Posteriormente han tenido divisiones y uniones, bien con el patriarca ecuménico (por ejemplo, el catolicós de los georgianos), bien con el papa de Roma (por ejemplo, el catolicós de Armenia).

Estos patriarcados «no calcedonianos» de la comunión ortodoxa oriental son los siguientes:

En el caso de los patriarcados copto y siríaco, estos surgieron durante el siglo VI, como consecuencia del cisma miafisita que afectó a las sedes de Alejandría y Antioquía y que dieron origen a la duplicidad de jerarquías y el nacimiento de estas Iglesias nacionales contrarias a la Iglesia oficial del Imperio (Iglesia ortodoxa).

La sede de Adís Abeba (Etiopía) alcanzó el título patriarcal en 1948, cuando la Iglesia copta de Alejandría reconoció su autocefalía. Igualmente, la sede de Asmara en Eritrea pasó a ser patriarcal en 1993, tras la segregación de Etiopía de esta nación y el reconocimiento por parte del abuna etíope de la autocefalía de la Iglesia de Eritrea.

En las Iglesias que solo aceptan los dos primeros concilios ecuménicos:

El título de patriarca es asumido también por los líderes de ciertos grupos relativamente recientes, que no están en comunión con ninguna de las Iglesias cristianas históricas, pero que sostienen la sucesión apostólica.

En Iglesias católicas independientes:

Iglesia católica oriental independiente:

Iglesia ortodoxa independiente:

Iglesia ortodoxa oriental independiente:

Iglesia husita:

Iglesia protestante:

Iglesia mormona:

En el maniqueismo:



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