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Relaciones Alemania-Francia



Las relaciones Alemania-Francia, relaciones franco-alemanas o relaciones germano-francesas son términos que aluden a las relaciones internacionales entre la República Federal de Alemania y la República Francesa. Han sido de gran importancia en el desarrollo de varios de los principales acontecimientos mundiales durante los últimos dos siglos. Así, los grandes conflictos bélicos europeos y mundiales entre 1870 y 1945 enfrentaron a Francia y Alemania.[1][2]

La pugna por la hegemonía política en Europa Central y Occidental, librada entre Alemania y Francia, fue una lucha por la distribución de poder y riqueza en ese espacio. La transformación del equilibrio de poder que tuvo lugar con la creación del Imperio Alemán en 1871, fue el resultado de una guerra en la que una unión de Estados alemanes se impuso al Segundo Imperio francés. Así, para sus relaciones bilaterales, los sucesos al final de la Guerra fría fueron una revisión de los de 1871, ya que la reunificación de Alemania de 1990 se llevó a cabo pacíficamente y con el consentimiento de Francia.[3]

Ambos países han construido desde los años 1950 un entramado de relaciones: institutos de investigación y universidades comunes, un intenso intercambio juvenil, más de 2000 ciudades hermanadas e innumerables contactos personales, además de compartir una frontera terrestre de 451 km de extensión. Esta situación puso el fundamento de la integración política de Europa. Los dos países son recíprocamente su principal socio comercial y juntos constituyen el motor económico de la Unión Europea (UE). Adicionalmente se llevan a cabo cumbres franco-alemanas de sus respectivos consejos de Ministros.[4]

A finales del siglo XV, con motivo de la sucesión del duque de Borgoña Carlos el Temerario, cuya hija se casó con Maximiliano I de Habsburgo, comienza la rivalidad entre las casas de Francia y Austria.[6]​ En el siglo XVIII, dicho conflicto fue explotado por los Margraves de Brandeburgo para desarrollar sus posesiones y lograr el acenso de Prusia al grado Reino. No fue sino hasta 1756 y la Guerra de los Siete Años que Francia y la Casa de Habsburgo unieron fuerzas contra el surgimiento de Prusia.[7]


Al principio, la Revolución Francesa fue generalmente bien recibida por los intelectuales alemanes; varios filósofos estaban entusiasmados con los avances democráticos provocados por la Revolución. Vieron en Napoleón Bonaparte al hombre que salvaguardaría y completaría las reformas revolucionarias, pero le tomaron aversión cuando se hizo emperador.[8]

La derrota en la Batalla de Jena de 1806, donde el ejército prusiano fue aplastado por el ejército francés, y la consiguiente ocupación de Berlín causó un trauma dentro de la élite prusiana y alemana. Como consecuencia de la derrota germánica en las guerras napoleónicas, el Tratado de París establece la Confederación del Rin, con lo que el Sacro Imperio Romano Germánico queda disuelto. El emperador Francisco II adopta el título de Francisco I, emperador de Austria y rey de Hungría.[9]

En el Congreso de Viena de 1815, las monarquías que han vencido al Imperio francés (Prusia, Austria y Rusia) crean la Santa Alianza para defenderse de posibles insurrecciones republicanas y nacionalistas. Pocas semanas después de clausurado el Congreso, el emperador de Austria, el zar de Rusia y el rey de Prusia suscribieron aquel solemne "pacto místico".[10]

Las revoluciones francesas que derrocan a los reyes Carlos X y Luis Felipe I se extienden al resto de Europa, en un intento de acabar con las monarquías absolutas. Las monarquías prusiana y austriaca se vieron afectadas.[8]

En 1871, tras la victoria de Prusia en la guerra franco-prusiana, Francia tiene que ceder su provincia de Alsacia y una cuarta parte de la Lorena, que quedan anexionadas. Se crea el Imperio alemán con lo que se logra la unificación de los diferentes Estados alemanes en torno a Prusia y excluyendo a Austria.[11]

Para compensar la pérdida de Alsacia-Lorena y modificar el equilibrio de poder franco-alemán que en adelante era desfavorable para Francia, la Tercera República, que había heredado de las numerosas colonias reunidas por los regímenes anteriores, amplió enormemente su imperio colonial.

A finales del siglo XIX Alemania no tenía colonias. El Imperio, en nombre de la Weltpolitik iniciada por el Kaiser Guillermo II, desea su "lugar en el sol",[12]​ es decir, contar con imperio como los que los franceses y británicos habían establecido. Así, con la Conferencia de Berlín y el reparto de África se logra constituir el Imperio colonial alemán.[13]

Francia y Alemania deseaban cada una establecerse en Marruecos, lo que llevó a una multiplicación de incidentes diplomáticos entre los dos países. En noviembre de 1904, Francia otorgó un gran préstamo al Sultán, que equivalía a una administración fiduciaria de sus finanzas. En 1905, Guillermo II hizo una visita a Marruecos y afirmó su independencia. Este "golpe de estado de Tánger" condujo a la reunión al año siguiente de una conferencia internacional en Algeciras, España. En 1911 se dio la Crisis de Agadir que se resolvió gracias a la política de apaciguamiento del presidente del Consejo francés, Joseph Caillaux, que dio como resultado el Tratado de Fez de noviembre de 1911. Alemania concedió a Francia total libertad de acción en Marruecos y a cambio recibió territorios en el Congo, colonia francesa, que vienen a aumentar la colonia alemana de Camerún.[14]

Al inicio de la Primera Guerra Mundial en 1914, Alemania integra la coalición de las Potencias Centrales, procedente de la Triple Alianza, mientras que Francia forma parte de la Triple Entente.

La guerra de trincheras en el frente occidental alemán, en territorio francés, devastó parte del territorio y produjo miles de muertos y heridos. El armisticio del 11 de noviembre de 1918 acabó con la guerra y las tropas alemanas recibieron la orden de retirarse de los territorios ocupados en un plazo de 15 días.[15]

Al resultar los imperios alemán y austrohúngaro derrotados por los Aliados en 1918, el Reich es disuelto y Alemania se ve forzada a aceptar el Tratado de Versalles. Alsacia y la parte de Lorena vuelven a Francia.

Tras la debacle de la Primera Guerra Mundial, finalizó la era en que las potencias europeas determinaban de forma predominante el orden internacional. Las relaciones entre Francia y Alemania en el período de entreguerras estuvieron marcados por la pugna entre el movimiento alemán revisionista —que rechazaba los tratados de paz y su trazado de fronteras— y su contraparte francesa defendía el orden logrado después de 1918.[16]

Entre 1939 y 1945 durante la Segunda Guerra Mundial, Francia y Alemania pertenecen de nuevo a coaliciones enfrentadas: la primera es parte de las potencias aliadas y la segunda integra las potencias del Eje. En junio de 1940, durante la Batalla de Francia, las tropas de Adolf Hitler vencen al ejército francés y ocupan la mitad norte del país. En 1942, invaden la zona sur.

Aunque la resistencia francesa existió, principalmente contribuyó al final de la guerra. Logró que Alemania se viera obligada a destinar más soldados a Francia en lugar de enviarlos al Frente Oriental. Sin embargo no existe consenso sobre en que proporciones la población francesa sostuvo las actividades de la resistencia, fue indiferente o colaboracionista.[17][18]

Los dos países derrotados —Francia por Alemania y Alemania por los aliados— sufríeron el resultado catastrófico de la revancha que significó la guerra: una Europa destruida, dominada por dos potencias extracontinentales.[19]​ A final de la contienda, la Alemania vencida es ocupada por los ejércitos de la Unión Soviética en el este,y por Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña, lo que dará lugar a dos zonas de influencia y a la consecuente partición del país entre la República Federal de Alemania y la República Democrática Alemana.

En Francia nacieron unos &&&&&&&&&0200000.&&&&&0200 000 "Niños de la guerra" de padre alemán y madre francesa desde que comenzó la ocupación hasta los meses posteriores al fin de la guerra.[20]

Tras la guerra, la reconciliación entre Alemania y Francia parecía incierta. Sin embargo, a partir de 1945 se adoptaron iniciativas que pretendían un acercamiento bilateral y la cooperación descentralizada empezó a desempeñar un papel a partir de aquel momento, mediante el hermanamiento de ciudades, por ejemplo, aunque solo afectara aún a un número limitado de la población. Más tarde, se dieron varios momentos que marcaron las grandes etapas de la reconciliación y de la cooperación entre los dos países.[21]

El líder soviético Iósif Stalin, victorioso tras la guerra, sólo accedió al establecimiento de una zona de ocupación francesa en Alemania cuando obtuvo el compromiso de que esta saldría de las zonas adjudicadas a británicos y estadounidenses. Ya en el verano de 1945, las potencias que habían derrotado a la Alemania nazi no aceptaron que hubiese un representante francés del General Charles De Gaulle en Conferencia de Potsdam.[22]

El 9 de mayo de 1950, Robert Schuman pronunció un discurso, preparado junto con Jean Monnet, en el que buscaba un acercamiento entre los dos países y que es considerado como la primera propuesta oficial para la construcción de una Europa integrada. Este texto se conoce a partir de esa fecha como la Declaración Schuman.

En 1951, el Tratado de París, firmado el 18 de abril, crea la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA), integrando Alemania, Francia, Bélgica, Italia, Luxemburgo y los Países Bajos.

Con el fin de la guerra fría, Francia que perdió influencia política sin obtener poder económico. Por su parte Alemania ganó poder político con la reunificación, y también influencia económica con la posterior apertura de la Comunidad Europea hacia el Este.[23]

En 2001 fueron establecidas las consultas informales conocidas como Proceso Blaesheim para impulsar el eje París-Berlín en la construcción de la UE, siendo iniciadas en la localidad de Blaesheim (Alsacia), entre el entonces canciller alemán Gerhard Schröder y el presidente francés Jacques Chirac. También se establecieron reuniones periódicas entre los respectivos ministros de Asuntos Exteriores.

El eje franco-alemán mostró su posición común en cuestiones como su postura contra de la Invasión de Iraq de 2003.[24]​ Sin embargo, mientras Francia era golpeada por la recesión, la Alemania de Schröder, primero, y Angela Merkel, después, esquivaron la tormenta actuando en base a su interés nacional.[25]

Desde que Angela Merkel asumió el cargo de Canciller alemana a finales del 2005, las relaciones bilaterales han mantenido la misma intensidad, dándose continuidad al Proceso Blaesheim y las cumbres de ministros. Entre tanto cuatro mandatarios han ocupado la presidencia francesa y los medios de comunicación han creado términos como Merkozy que está formado por los nombres de la canciller alemana Angela Merkel y del entonces presidente francés Nicolas Sarkozy. A este siguieron los términos Merkollande y Merkron en referencia a François Hollande y Emmanuel Macron respectivamente.[26][27]

Durante la Guerra de Libia de 2011, Alemania no respaldó el activismo francés de liderar la intervención militar. El gobierno de Merkel decidió abstenerse en la votación de la Resolución 1973 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, en contra de las solicitudes de Francia y otros socios internacionales. En esos momentos, Alemania estaba centrada en combatir la crisis del euro y había tomado decisiones como los rescates a Grecia, Irlanda y Portugal.[28]

Por otra parte, en medio de la Crisis migratoria en Europa de la década de 2010, Alemania registró más de un millón de refugiados mayoritariamente sirios, afganos e iraquíes.[29]​ Los refugiados de guerra prefierieron emigrar a Alemania, Suecia y Dinamarca, donde los programas de inserción y posibilidades de trabajo eran más probables que en Francia.[30]

La refundación de la Unión Europea es un proyecto institucional liderado por la Comisión Europea (CE) y el "Eje franco-alemán",[32][33][34]​ que ha iniciado su desarrollo en 2017, dentro del contexto creado por la salida del Reino Unido de la UE (Brexit),[35][36][37]​ y la dinámica iniciada tras la postura de relativa ruptura planteada por el gobierno estadounidense de Donald Trump respecto a la UE y los Estados miembros de la organización.[38][39]

Un día después de posesionarse como presidente de Francia, Emmanuel Macron realizó su primera visita a Berlín donde se entrevistó con la canciller, Ángela Merkel, manifestando la meta de reforzar la UE a través del eje franco-alemán.[40]​ Ambos mandatarios dejaron clara su voluntad de reformar los Tratados constitutivos de la Unión Europea de ser necesario.[41]

La pandemia de enfermedad por coronavirus en 2020 ha sumido a la UE en una crisis sin precedentes. La situación de crisis sanitaria desatada en varios de sus Estados miembros ha abierto un périodo de incertidumbre que previsiblemente marcará la evolución del proyecto de reforma institucional.[42]

Durante el mes de mayo de 2020, la Comisión Europea organizó una respuesta global a la pandemia mediante una conferencia de donantes por videoconferencia. Desde el primer día del evento, decenas de líderes mundiales confirmaron su contribución de fondos para “garantizar el desarrollo colaborativo y el despliegue universal de diagnósticos, tratamientos y vacunas contra el coronavirus”.[43]​ Von der Leyen abrió el evento anunciando el aporte de 1000 millones de euros por parte de la UE.[44]​ Le siguieron Macron y Merkel, quienes confirmaron la contribución de más de 1 000 millones de euros por parte de los dos países.[45]

Región comprendida entre el Sarre y el Mosela, a ambos lados de la frontera franco-alemana. Ubicada en el “corazón de Europa”, en dos siglos sus habitantes cambiaron su nacionalidad ocho veces.[48]

Entre los siglos XIX y XX, su historia estuvo marcada por las industrias pesadas y, en particular, la minería del carbón y la industria del acero.[48]

La prensa política ha reconocido importantes divergencias entre el ideal de la "amistad franco-alemana" y la realidad de la competencia entre los dos países. Según The Economist, desde la Gran Recesión, el denominado Eje franco-alemán ha servido “para esconder la fuerza de Alemania y la debilidad de Francia”.[49]

También el proyecto comunitario de la UE parece deambular sin que nadie asuma el liderazgo, una situación que el historiador Timothy Garton Ash resumió como: “Los franceses quieren, pero no pueden; los alemanes pueden, pero no quieren”.[25]



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