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Relaciones internacionales entre España y Estados Unidos



Las relaciones internacionales entre España y Estados Unidos se refieren a la coyuntura internacional que establecen estos países en temas como economía, política, comercio, etc., y que comienzan durante la colonización española de América. El primer asentamiento español en América del Norte se localizó en Florida, aunque también se colonizaron territorios como Texas, Luisiana, California, Nuevo México, etc. Hasta un total de dos tercios del actual territorio estadounidense llegaron a pertenecer al mismo tiempo al Imperio español.

Ambos países se llegaron a enfrentar en la Guerra Hispano-Estadounidense en 1898, que obligó a España a ceder a EE. UU. Cuba, Filipinas, Guam y Puerto Rico. Sin embargo, las relaciones diplomáticas actuales entre España y los Estados Unidos son estables y óptimas, siendo Estados Unidos uno de los aliados más firmes de España. Ambos países pertenecen a organizaciones internacionales como: la ASALE, el BERD, el G-12, el G-20, la OCDE, la ONU, la OSCE y la OTAN.

En la actualidad, Estados Unidos mantiene dos bases militares enclavadas en suelo español, la Base Aérea de Morón y la Base Aeronaval de Rota. España, en cambio, no tiene ninguna base militar enclavada en suelo estadounidense.

La relación entre la parte continental de América del Norte y la colonia española de Cuba comenzó en el siglo XVIII gracias a los contratos comerciales entre las colonias europeas en el Nuevo Mundo. Debido a que el comercio, tanto ilegal como legal, aumentó en la colonia española, se intensificaron las relaciones comerciales entre Cuba y América del Norte, sobre todo en productos como el tabaco y el azúcar. Debido a la posterior ocupación británica de la Habana en 1762 estos puertos se comunicaron mejor con la isla y, a partir de la revolución de las Trece Colonias, España abrió sus puertos a América del norte.

Durante la revolución de las Trece Colonias, tanto España como Francia apoyaron a éstas en detrimento de Gran Bretaña, y tras la batalla de Saratoga, Francia firmó un tratado de alianza con Estados Unidos en 1778. España no reconoció la independencia estadounidense hasta 1779, debido al riesgo de fomentar el mismo sentimiento independentista en sus colonias americanas.

Estados Unidos envió a España a sus primeros representantes diplomáticos, al embajador John Jay y en 1797 a William Willis como primer cónsul en Barcelona.[1]​ El gobierno español estableció algunos lazos de amistad con el estadounidense, y con su presidente George Washington, como el tratado de San Lorenzo, firmado en El Escorial, mediante el cual se estrechaban las relaciones hispano-estadounidenses, se definían las fronteras entre las colonias españolas y los Estados Unidos y se garantizaba el derecho a los Estados Unidos de navegar por el Misisipi.[2]

A comienzos del siglo XIX España y los Estados Unidos tuvieron una serie de conflictos diplomáticos, la mayoría relacionados por el mantenimiento de los territorios españoles. Los dos países mantuvieron una guerra en 1812 por el control de los territorios cercanos al río Misisipi, y con el apoyo clandestino del gobierno del presidente James Monroe, colonos estadounidenses en Florida se rebelaron contra el ejército español, como resultado de esto, España perdió parte del oeste de Florida. En 1819 se firmó el tratado de Adams-Onís, mediante el cual se volvía a la normalidad diplomática, para esto, España tuvo que conceder a Estados Unidos toda la Florida (aunque Estados Unidos reclamaba también una zona importante al oeste, lindando con las Montañas Rocosas, y en la orilla del río Sabine). Tras la firma de este tratado, la posición de España en América del Norte empezaba a debilitarse.

A mediados de la década de los años 1820s España se opone a la política internacional de Estados Unidos en América, donde las antiguas colonias españolas se habían independizado o estaban a punto de hacerlo.

A mediados del siglo XIX, y con la reina Isabel II como protagonista, las relaciones hispano-estadounidenses seguían siendo tensas. La política internacional desarrollada durante la llamada «Década Moderada» distanció aún más a los dos países. La anexión de la República Dominicana en 1861 y la Guerra Hispano-Sudamericana (1865-1866) fueron motivo de disputa. En esta última, y ante los ataques españoles a Chile, el gobierno chileno pidió ayuda a través de su embajador a la Marina estadounidense que, aunque llegó a amenazar con el uso de la fuerza a la escuadra española, no llegó a intervenir.

Pero el tema que dominó las relaciones entre España y los Estados Unidos durante este período fue el de Cuba. Al mismo tiempo que los Estados Unidos deseaban ampliar su comercio y las inversiones en Cuba durante este período, las autoridades españolas aplicaron una serie de normas comerciales destinadas a desalentar las relaciones comerciales entre Cuba y los EE. UU. España creía que la invasión económica de Estados Unidos daría lugar a la anexión física de la isla, el reino de moda de su política colonial en este periodo. En 1854 el gobierno estadounidense ofreció al español una suma total de 130 millones de dólares por la compra de Cuba, alegando como excusa la poca importancia de la colonia cubana para España y la preocupación por «lesiones y molestias» (palabras del presidente Buchanan) que la isla originaba al pueblo estadounidense.

Durante la Guerra Civil Estadounidense, España se mantuvo neutral, pero exigió a las dos facciones no atacar a Cuba, ya que España seguía creyendo que tras la guerra, la política imperialista internacional estadounidense se reanudaría.

Las hostilidades diplomáticas comenzaron en 1897 cuando el presidente estadounidense McKinley proponía ofrecer «ayuda» a España para resolver el problema independentista cubano, a la cual esta se negó; además, Estados Unidos también estaba interesado en otros territorios como Filipinas, Puerto Rico, Guam, etc.

Tanto William Randolph Hearst como Joseph Pulitzer, magnates periodísticos conectados a las altas esferas gubernamentales estadounidenses, manipularon las historias publicadas en sus periódicos para hacer creer a la opinión pública de EE.UU. que el pueblo cubano estaba siendo injustamente perseguido y maltratado por los españoles, y que la única manera de que los cubanos pudieran alcanzar su libertad era a través de la intervención militar estadounidense. Hearst y Pulitzer ensalzaban a menudo las historias en sus periódicos proporcionando nombres, fechas y lugares totalmente falsos de escaramuzas y atrocidades cometidas por los españoles.

En 1898 se produjeron unos disturbios antiespañoles en La Habana que sirvieron de excusa para que el gobierno estadounidense enviara a la capital cubana al buque de guerra USS Maine, que fue destruido por una explosión en extrañas circunstancias.

La prensa estadounidense culpó a España del suceso, y un sentimiento belicista afloró en la opinión pública estadounidense, dando comienzo así a la guerra. La guerra finalizó con el llamado Tratado de París firmado el 10 de diciembre de 1898, y mediante el cual, España cedía los territorios de Filipinas, Puerto Rico y Guam a Estados Unidos. Fue este el acontecimiento que acabaría con lo que en su día fue el Imperio Español y originó en España una gran crisis política y social interna, dando lugar incluso a movimientos culturales, como la Generación del 98.

Tras la Guerra Hispano-Estadounidense, fructificó en España un sentimiento antiestadounidense, pero durante la primera parte del reinado de Alfonso XIII, España mejoró su posición comercial y mantuvo estrechas relaciones con Estados Unidos, lo que provocó la firma de tratados comerciales entre ambos países en 1902, 1906 y 1910.

Durante la Primera Guerra Mundial, España se mantuvo neutral y fue una época de bonanza económica y comercial, sobre todo debido a la venta de productos industriales y agrícolas. En 1919, y tras el fin de la guerra y la Paz de París, España pasó a ser miembro fundador de la Sociedad de Naciones.

Durante la década de 1930, una década marcada por la Gran Depresión, España y los Estados Unidos no acercaron posturas y mantuvieron las mismas líneas diplomáticas que años anteriores.

Cuando la guerra civil española irrumpió en 1936 los Estados Unidos permanecieron neutrales y prohibieron cualquier venta de armas a cualquiera de los lados. Esta política mantuvo la misma línea que la mayoría de las potencias de Europa de no vender armas a ningún bando para que el conflicto no escalara en una guerra mundial. El Congreso apoyó el embargo con una votación casi unánime. El embargo se limitó al armamento mientras que las empresas estadounidense pudieron vender combustible y víveres a ambas facciones. Roosevelt apoyaba a los republicanos (la facción de izquierda o "leales"), pero la presión intensa que ejercieron los católicos americanos forzaron a que mantuviera una política de neutralidad. Los católicos estaban furiosos por considerar que se ejercía una tortura sistemática, secuestros y ejecuciones de sacerdotes, monjes y monjas y miembros del clero por los anarquistas de la coalición republicana. La presión ejercida por éstos es considerada una de los pocas victorias políticas de los católicos conseguidas en el siglo XX en la Casa Blanca.[3][4]​ Años después el propio Roosevelt se lamentó de no haberle vendido armas a los republicanos cuando tuvo la oportunidad.

Alemania e Italia por su parte proveyeron municiones, apoyo aéreo y tropas a los nacionalistas, liderados por Francisco Franco. La Unión Soviética ayudó al gobierno republicano y movilizó miles de voluntarios a la lucha, incluyendo varios cientos de estadounidenses en el Batallón Abraham Lincoln. La mayor parte del ejército se unió a los golpistas y poco a poco las fuerzas del gobierno tuvieron que irse retirando. En 1938 Roosevelt planeó enviar aviones de guerra americanos en secreto, a través de Francia para ayudar a la coalición republicana en una situación desesperada. Sus asesores lo desanimaron al entender que esto empeoraría la crisis europea.[5]

Los nacionalistas, liderados por Francisco Franco, recibieron un apoyo importante de varias empresas americanas. La compañía americana Vacuum Oil Company en Tánger, por ejemplo, se negó a vender combustible a los barcos leales a la República; la Texas Oil Company desvió petroleros dirigidos para el bando gubernamental hacia un puerto controlado por Franco, Tenerife,[6]​ y aportó toneladas de gasolina en crédito a Franco hasta el final de la guerra. Los fabricantes de vehículos Ford, Studebaker y General Motors proveyeron a los nacionalistas de 12 000 camiones. Después de que la guerra terminara, José María Doussinague, que era por aquel tiempo vicesecretario del Ministro de Exteriores español dijo: "sin el petróleo americano, sus camiones y sus créditos jamás podríamos haber ganado la guerra civil".[6]​ Mientras trabajaron para el North American Newspaper Alliance (NANA) el novelista Ernest Hemingway y la corresponsal de guerra Martha Gellhorn intentaron demostrar la conexión entre Adolf Hitler y Franco, incluso aunque ambos líderes no se gustaban mutuamente, y Franco tendía a manipular a Hitler para su propio beneficio durante la guerra; Franco nunca devolvió judíos refugiados a la Alemania Nazi como esta pedía, y cuando la División Azul fue despachada para ayudar a los alemanes se les prohibió combatir a los aliados, y solo lucharon contra los soviéticos. Aunque no tuvieron apoyo oficial, muchos voluntarios americanos como la Brigada Abraham Lincoln lucharon por los republicanos, al igual que anarquistas americanos como Sacco y Vanzetti y en la Columna Durruti.[7]​ Poetas americanos como Alvah Bessie, William Lindsay Gresham, James Neugass y Edwin Rolfe fueron miembros de las Brigadas Internacionales. Wallace Stevens, Langston Hughes, Edna St. Vincent Millay, Randall Jarrell y Philip Levine también escribieron poemas sobre la guerra civil. La poesía de Kenneth Porter habla del "aislamiento por el océano y 2000 millas de complacencia" que demostraban los americanos, además describía a los americanos como "hombres de los campos de trigo/ España fue un furioso sol que les trazó un camino de luz".[8]

Durante y después de la guerra civil española, los miembros de la ALB (Abraham Lincoln Brigade) fueron considerados aliados de la Unión Soviética. Durante el período del pacto Molotov-Ribbentrop la ALB se unió a la American Peace Mobilization en protesta por el apoyo americano a los británicos contra la Alemania Nazi.[9]​ De hecho durante y después de la Segunda Guerra Mundial, particularmente durante la caza de brujas de los comunistas, el gobierno estadounidense consideró a los antiguos miembros de la ALB como personas de poca confianza. De hecho, el directo J. Edgar Hoover persuadió a Roosevelt de asegurarse que ningún miembro de la ALB fuera ascendido a oficial o recibiera cualquier condecoración.

Tras el apoyo militar e ideológico del régimen franquista al Tercer Reich durante la Segunda Guerra Mundial, y tras la derrota de este, España quedó aislada en el contexto internacional y fuera del Plan Marshall. Debido a la Guerra Fría y a la posición estratégica de España, Estados Unidos se volvió a interesar por reanudar las relaciones. Esta alianza militar se afianzó en el Pacto de Madrid de 1953 y en 1955 España entró en la Naciones Unidas, además, el presidente estadounidense Dwight D. Eisenhower visitó España en 1959 para afianzar las relaciones. Algunas de las bases militares estadounidenses en territorio español fueron las bases de Rota, Morón y Torrejón de Ardoz, esta última, cedida al gobierno español en 1988.[10]

Entre 1969 y 1977, el período comprendido por los mandatos de Henry Kissinger como consejero de Seguridad Nacional y secretario de Estado durante las administraciones Nixon y Ford, la política exterior de los Estados Unidos en relación a España estuvo encaminada a garantizar el acceso estadounidense a las bases militares en territorio español.[11]

Tras la muerte de Franco en 1975, España y los Estados Unidos firmaron un tratado de Amistad y Cooperación, debido a la instauración del nuevo régimen democrático en España.

Entre los días 2 y el 6 de junio de 1976, los reyes de España, Juan Carlos I y Sofía de Grecia visitaron los Estados Unidos –un viaje calificado por el periodista Juan Manuel Fernández Fernández-Cuesta como el más importante de su reinado– en su primera visita de Estado. En esa mañana del 2 de junio fueron recibidos en la Casa Blanca por el presidente, Gerald Ford y la Primera Dama, Betty Ford. Por la tarde, Juan Carlos I se convirtió en uno de los tres jefes de Estado que en ese año que se celebraba el Bicentenario de los Estados Unidos pronunciaron un discurso ante el Congreso de los EE.UU..

En 1987, por primera vez un jefe de Estado español, Juan Carlos I, viajaba a la antigua provincia española de Puerto Rico y además, dedicó una estatua del rey Carlos III a la ciudad de Los Ángeles, fundada bajo mandato de este rey.

Ver: Nueve presidentes en 57 años y [1]

El 12 de junio de 2001, el 43 presidente de los Estados Unidos; George W. Bush inició su gira de países europeos en España. Tras pisar suelo español acudió al Palacio de la Zarzuela para reunirse con los reyes de España y después viajaría a la finca de Quintos de Mora en Toledo para reunirse con el presidente del Gobierno, José María Aznar.[12]​ Esta finca pasaría a ser bautizada como el rancho de Aznar. Este día estaría marcado con el inicio de las relaciones bilaterales más estrechas de la historia entre España y los Estados Unidos.[13]

El 16 de marzo de 2003, Aznar, Bush, el primer ministro del Reino Unido, Tony Blair, y el primer ministro de Portugal, Durão Barroso, se reunieron en las Azores.[14]

En materia antiterrorista, Canadá y Estados Unidos fueron los únicos países americanos que clasificaron a la organización ETA como grupo terrorista.[15][16][17]

Tras dejar Aznar la presidencia, fue patente la relación de amistad entre él y Bush. El 9 de noviembre de 2004, Aznar fue invitado por Bush a la Casa Blanca para mantener una reunión privada de 40 minutos, lo que contrastaba con el gesto de que el presidente norteamericano no contestó la llamada de Zapatero para felicitarle por su reciente reelección. Al año siguiente, la esposa de Aznar, Ana Botella y uno de sus hijos fueron invitados a la tribuna de honor durante la toma de posesión de George W. Bush para su segundo mandato. Aznar no pudo acudir por tener un compromiso en Madrid.[18]​ En 2010, George W. Bush publicó sus memorias titulada Decision Points, en ellas describió a Aznar como un «líder visionario». En mayo de 2014, Aznar visitó y posó junto al retrato que le realizó Bush y que se expone en su biblioteca presidencial en Dallas (Texas).

Un año después, el 11 de marzo de 2004, y en víspera de las elecciones generales, España sufrió un atentado terrorista. Este atentado, que se cobró la vida de 191 civiles, originó un gran revuelo en la opinión pública. Tres días después, el 14 de marzo de 2004, se celebraron las elecciones generales, que fueron ganadas por el partido que entonces lideraba la oposición, el PSOE, pasando a ser presidente del gobierno José Luis Rodríguez Zapatero.

El 18 de abril de 2004 un día después de tomar posesión como presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero ordenó la retirada de las tropas militares españolas desplegadas en Irak, esta decisión no gustó a la Administración Bush, además se añadió dos hechos más: que Zapatero pidiera a otros países que siguieran su ejemplo y aquel gesto que realizó el 12 de octubre del año anterior de no levantarse al paso de la bandera estadounidense, se vio en los Estados Unidos como un desprecio a su país. Dichas relaciones bilaterales fueron inexistentes hasta 2009. En 2015, en un libro escrito por José Bono Diario de un Ministro reveló que en 2005 tuvo que recurrir a la ayuda del cantante español Julio Iglesias para poder reunirse con el entonces Secretario de Defensa, Donald Rumsfeld.[19]​ Zapatero y Bush nunca mantuvieron ninguna entrevista oficial y únicamente se reunieron en tres ocasiones: en la cumbre de la OTAN en Estambul durante 7 minutos (en junio de 2004), en una cena (en septiembre de 2007) para tener una conversación de ocho segundos y ya por última en la cumbre de Washington del G20.[20]

Tras los años de inactividad diplomática entre ambos países durante el gobierno de George W. Bush, la llegada de Obama a la Casa Blanca abrió un nuevo periodo en las relaciones bilaterales. El presidente español apoyó abiertamente la candidatura de Obama y, poco después de ganar las elecciones, Zapatero telefoneó personalmente a Obama para felicitarle.

Poco después, el Ministro de Asuntos Exteriores español, Miguel Ángel Moratinos, visitó Washington en visita oficial para entrevistarse con la Secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, tras la cual, los dos dirigentes declararon que empezaba una nueva etapa en la relación entre España y los Estados Unidos; por otra parte, el ministro español se comprometió a acoger a presos de la prisión de Guantánamo.

Obama y Zapatero no se vieron en persona hasta la cumbre del G-20 en Londres, el 2 de abril de 2009, y tuvieron su primera entrevista oficial en la cumbre de Praga tres días después, donde se reunieron 45 minutos, y sería la primera entrevista oficial entre un presidente español y uno estadounidense desde 2004.[21]

El 3 de junio de 2009, la secretaria de Organización del PSOE Leire Pajín aseguró que «el próximo acontecimiento histórico que se producirá en este planeta, la coincidencia en breve en ambos lados del Atlántico de Obama y Zapatero en la presidencia de la Unión Europea».[22]

Al año siguiente, desde el 1 de enero hasta el 30 de junio de 2010, España presidía por cuarta vez la Unión Europea.[23]

El 21 de diciembre de 2011, Mariano Rajoy (Partido Popular) tomaba posesión como sexto presidente de Gobierno en periodo democrático. Veinticinco meses después de alcanzar la presidencia, el 14 de enero de 2014, Rajoy visitaba la Casa Blanca.[24][25]

Embajada de España en Washington, D.C.

Consulado-General de España en San Francisco

Embajada de los Estados Unidos en Madrid

Consulado-General de los Estados Unidos en Barcelona



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