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Final de la Copa Libertadores 1991



La final de la Copa Libertadores 1991 fue la serie final a doble partido que determinó el campeón de la Copa Libertadores, máximo certamen internacional a nivel de clubes de la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol). Fue disputada entre el club chileno Colo-Colo y el club paraguayo Olimpia, el campeón defensor. El partido de ida del duelo entre ambos, se jugó el 29 de mayo en el Estadio Defensores del Chaco de Asunción, mientras que el partido de vuelta, se jugó el 5 de junio en el Estadio Monumental de Santiago.

Olimpia pasaba por uno de sus mejores momentos deportivos de su historia. En 1988 el presidente Osvaldo Domínguez Dibb comenzó el proceso que intentaba ganar la Copa Libertadores por segunda vez, al decidir mantener el grueso del equipo y el cuerpo técnico. Ese año llegó el entrenador uruguayo Luis Cubilla, y varios refuerzos como el delantero Raúl Vicente Amarilla, que venía de jugar en el Barcelona de España. Luego de un inicio poco auspicioso, Olimpia logró el campeonato de 1988 luego de tres años, aunque a nivel internacional quedó eliminado en la primera ronda de la Libertadores por los equipos bolivianos Bolívar y Oriente Petrolero. Al año siguiente, el equipo logró el bicampeonato de Paraguay, y en la Copa Libertadores llegó a la final del certamen, en donde se inclinó en definición a penales frente a Atlético Nacional de Colombia en Bogotá.[1]

Colo-Colo clasificó a la Copa Libertadores luego de consagrarse campeón del Campeonato Nacional de 1990. En la fase de grupos fue emparejado con Deportes Concepción y los ecuatorianos Liga de Quito y Barcelona. En su primer enfrentamiento igualó sin goles contra Concepción en el sur de Chile, pero revirtió esta presentación al lograr la victoria en los tres encuentros siguientes en su estadio: 3-1 a Barcelona, 2-0 al propio Concepción y 3-0 frente a Liga de Quito. Estos triunfos, sumados a los dos empates conseguidos en Ecuador, 2-2 ante Barcelona y 0-0 frente a Liga, permitieron al conjunto albo liderar su grupo con nueve unidades.[2]

En octavos de final se encontró con Universitario de Lima, y, luego de un empate en blanco en la capital peruana, logró vencer en un ajustado encuentro en el partido de vuelta por 2-1, con dos tantos de Rubén Martínez. En la siguiente ronda se enfrentó a Nacional de Montevideo. Un abultado triunfo por 4-0 en Santiago, con tantos de Rubén Martínez, dos de Ricardo Dabrowski y Rubén Espinoza, fue clave para sentenciar la llave, a pesar de inclinarse como visitante por 0-2, en la que fue la primera derrota de la campaña.[3]

El rival en semifinales fue Boca Juniors, campeón de Argentina. El primer duelo, jugado en La Bombonera, terminó con el triunfo del cuadro argentino por 1-0 mediante un lanzamiento penal de Alfredo Graciani. El segundo partido, disputado en el Monumental, es conocido como la batalla de Macul.[4]​ A los sesenta y cuatro minutos de juego Rubén Martínez puso en ventaja a los locales, y dos minutos después Marcelo Barticciotto anotó el segundo gol colocolino. A pesar de que Diego Latorre marcó un descuento para el conjunto boquense, Colo-Colo logró ampliar su ventaja con otro gol de Martínez a los ochenta y dos minutos, que selló el 3-1 final. Luego de este tanto, los jugadores argentinos se enfrascaron en una pelea que debió ser calmada con el ingreso de Carabineros al campo de juego. A pesar del alboroto, el encuentro pudo continuar hasta su término, lo que concretó el paso de Colo-Colo a la final.[5]

Olimpia logró la Copa Libertadores 1990 tras vencer en la final a Barcelona de Guayaquil.[6]​ Debido a lo anterior, pasó la fase de grupos por exención y enfrentó en octavos de final al también paraguayo Atlético Colegiales.[7]​ El primer encuentro terminó en un empate 1-1, y en la revancha se impuso Olimpia por 2-1 con dos goles de Luis Alberto Monzón más el descuento de Felipe Peralta para Colegiales.[8]​ En cuartos de final se encontró con su clásico rival, Cerro Porteño. El primer encuentro terminó con la victoria de Cerro por 1-0 con gol de penal de Ramón Hicks, pero en la vuelta, un autogol de Justo Jacquet y dos tantos de Luis Alberto Monzón le dieron a Olimpia la victoria y el acceso a las semifinales.[9]

En dicha instancia se encontró con Atlético Nacional, que tuvo que recibir a Olimpia en San Cristóbal, Venezuela, debido a las amenazas sufridas por los árbitros en Colombia en la edición anterior del certamen.[10][11]​ Ese primer encuentro terminó en un empate sin goles, pero en el partido de vuelta Olimpia se impuso por 1-0 a través de un tanto de tiro libre de Adriano Samaniego a los treinta y seis minutos del primer tiempo, lo que aseguró el paso a su tercera final consecutiva.[12]

El día del partido un grupo de ministros de Estado, senadores y diputados de gobierno y de oposición tomaron un avión de la Fuerza Aérea de Chile con rumbo a Asunción para presenciar el encuentro, en lo que fue conocido como el «Boeing del consenso».[13]

La iniciativa inicial del encuentro la tomó el conjunto franjeado, pero la falta de finiquito de los delanteros sumado a una gran actuación del arquero colocolino Daniel Morón, impidieron la apertura de la cuenta por parte del local. En el primer tiempo, Gabriel González tuvo la más clara desde fuera del área, pero el meta del Cacique la desvió hacia el tiro de esquina, cuando el disparo parecía colarse por debajo del travesaño.

La visita, por su parte, no generó mayor peligro en la parte inicial, pero en el complemento buscó más, con intentos de Rubén Espinoza y Rubén Martínez, quienes no estuvieron finos al momento de definir la jugada. Fue precisamente una acción entre ambos la que mayor susto provocó a Olimpia: Espinoza lanzó un centro para Martínez, pero antes de que este último conectara, el defensor Virginio Cáceres se interpuso a la entrada del área chica para desviar el balón hacia el córner.

Las incidencias del partido llegaron sobre el final. A los 80 minutos fueron expulsados el defensor paraguayo Virginio Cáceres y el delantero chileno Rubén Martínez, tras un encontrón entre ambos cuando Colo-Colo se aprestaba a jugar desde el tiro de esquina, impidiéndoles ser considerados para la revancha en Santiago.

Olimpia llegó con las bajas de Raúl Vicente Amarilla por lesión, y de Adriano Samaniego, luego de un accidente tras el encuentro de ida, en donde recibió un balazo en el tobillo.[14]

A la suspensión del delantero Rubén Martínez por la expulsión en Paraguay, Colo-Colo sumaba las ausencias por lesión de los atacantes Patricio Yáñez y Ricardo Dabrowski, por lo que Mirko Jozic puso en ofensiva a Luis Pérez.[15]

El plantel tenía bastantes cábalas, pero una de las más recordadas —junto con escuchar en el camarín la canción Sopa de caracol[16]​ era el viaje que realizaban desde el lugar de concentración en los duelos de local, el Hotel Sheraton, al estadio en sus automóviles particulares.[17][18]​ El día de la segunda final la caravana salió desde el hotel a las 18:30 con el vehículo del delantero Ricardo Dabrowski a la cabeza. El portero Daniel Morón iba en su automóvil junto al entrenador Mirko Jozic, pero quedaron detenidos sin mayor explicación a la salida del hotel. Un grupo de hinchas y el mismo Jozic ayudaron a empujar para poder reiniciar su rumbo al estadio.[7][19]​ El primero en llegar al Monumental fue Marcelo Barticciotto, quien entró al camarín, y colgó en la pizarra una carta que había escrito en su habitación de la concentración.[20]

Luego de saludar a los seguidores, los jugadores de Colo-Colo fueron a posar para los reporteros gráficos. En ese momento, un niño vestido de amarillo, cara pintada y con una bandera al cuello como capa, corrió para deslizarse a ras de pasto, lo que hizo que lograra posar junto a los jugadores albos.[21]​ La identidad del niño, que pasó a ser conocido como el «hincha fantasma», pasó a ser un misterio, y después de que varias personas afirmaran haber sido el joven, en 2007 salió a la luz que se llamaba Luis Mauricio López, y que había muerto en 1999.[17][22][23]

Olimpia controló el juego en los primeros minutos del encuentro, y en su primera oportunidad, Adolfo Jara Heyn probó suerte con un remate a portería que el arquero de Colo-Colo Daniel Morón sacó con el pie, y que luego fue despejado por Javier Margas. A los doce minutos, Luis Pérez esquivó al central paraguayo Remigio Fernández al realizar una doble pared con Rubén Espinoza. Pérez quedó en posición de remate, definió a un costado de Jorge Battaglia y anotó el primer tanto del encuentro. Cinco minutos más tarde derrotó al portero de Olimpia por segunda vez, tras aprovechar un centro de Marcelo Barticciotto, amagar a dos defensas rivales y definir de forma cruzada.

En el complemento, Leonel Herrera sentenció el encuentro luego de anotar el 3-0 final a favor de Colo-Colo, que se proclamó por primera vez campeón de la Copa Libertadores de América en su historia.



Una vez terminado el encuentro, el presidente de la Conmebol Nicolás Leoz entregó el trofeo de la Copa Libertadores al presidente de Colo-Colo Eduardo Menichetti, quien se lo cedió al capitán Jaime Pizarro.[24]​ Luego, cada uno de los miembros del plantel, cuerpo técnico y dirigencia posaron con la copa para los fotógrafos, mientras en el campo de juego había una gran cantidad de gente. Enseguida comenzó la vuelta olímpica, que se detuvo un gran tiempo sobre el arco norte del estadio Monumental.[25]

Ya en los camarines, un centenar de personas llegaron a congratular a los campeones, entre gritos de ceacheí y abrazos. En medio de las celebraciones del plantel, el entrenador Jozic declaró: «Este logro es para el pueblo chileno, que siempre creyó en nosotros y nunca nos defraudó».[26]​ Gabriel Mendoza, que se había trasladado en una ambulancia a la Clínica Santa María, en donde escuchó por radio el tercer gol albo y ratificó la magnitud de su lesión —una luxación de codo—, volvió al camarín del estadio Monumental para festejar con sus compañeros.[27]​ La celebración oficial del plantel fue en el restaurante Don Carlos, ubicado en Las Condes, y se prolongó hasta la madrugada.[28]

En las calles de Santiago, caravanas de automóviles inundaron las principales arterias de la ciudad, y una gran multitud de gente llegó a plaza Italia, el centro neurálgico de las celebraciones, festejando con banderas, fuegos de artificio y cánticos que repetían la consigna «la Copa se mira y se toca».[29]​ Estas manifestaciones se repitieron en todo el país, desde Arica hasta la Región de Magallanes,[30]​ e incluso los festejos llegaron a la filial de Colo-Colo en Sídney, Australia, y a la colonia chilena en Estados Unidos.[31]​ Sin embargo, a pesar de este clima festivo, las celebraciones dejaron un trágico saldo de 12 muertos y 128 heridos de diversa consideración debido a accidentes, agresiones, peleas y excesos. De las muertes, nueve fueron en Santiago, y tres en el resto del país, debido a atropellos o infartos.[24]

Dos días después de la victoria, el plantel, el cuerpo técnico y los dirigentes fueron recibidos en el Palacio de La Moneda, por el presidente chileno Patricio Aylwin, fue homenajeado por el Congreso Nacional y por el Comité Olímpico de Chile.[10]

En Chile, ambos partidos fueron trasmitidos en conjunto por señal abierta en una inédita alianza entre Televisión Nacional de Chile (TVN) y Canal 13. Si bien las semifinales fueron transmitidas por Megavisión —canal que tenía poca cobertura—,[32]​ TVN y Canal 13 establecieron la transmisión conjunta para adjudicarse los derechos para las finales, y así poder llevar la señal a todo el país.[33]​ El partido en el Monumental, con relatos de Pedro Carcuro, y comentarios de Sergio Livingstone, Julio Martínez y Alberto Fouillioux,[34]​ alcanzó un récord histórico de sintonía con 94,5 puntos de índice de audiencia en su instante más alto, que superó los 73 puntos del debate presidencial de 1989, que hasta entonces ocupaba la primera posición.[35]

Dentro de los relatos radiales de la final de vuelta, se recuerda de forma especial el que realizó Vladimiro Mimica durante el entretiempo para la radio Monumental, que se conoció con el tiempo como la «oda a la Copa Libertadores», y que incluso se editó en un casete que estuvo a la venta,[36][37]​ que obtuvo disco de oro y de platino.[38]




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