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Rock barrial



El rock barrial , también llamado rock cabeza o rock chabón, es una corriente dentro del rock argentino, nacida aproximadamente a fines de los años 1980, donde las letras de las bandas abordan frecuentemente temáticas relacionadas con las vivencias e intereses de la juventud de los suburbios obreros, utilizando generalmente una jerga callejera y teniendo en su público una presencia significativa de las clases sociales bajas.

El calificativo de barrial nace de la prensa al relacionar la lírica más frecuente de dicho estilo con las costumbres de la juventud de los barrios bajos (aunque hay bandas que fueron catalogadas como parte del mismo estilo pese a que provienen de la clase media); el calificativo de chabón surge debido a que los integrantes de las bandas y los seguidores de las mismas solían ser jóvenes provenientes de barrios obreros (chabón significa "joven" en el lunfardo y, hasta la década de 1990, era una palabra usada mayormente en las clases bajas); mientras que la denominación de cabeza nace debido a la clase social baja de muchos de los integrantes de las bandas y sus seguidores (en la jerga local, la palabra "cabeza" deriva del término cabecita negra y, al igual que éste, es usada para referirse peyorativamente a las personas de clase social baja).

Es considerara como la tercera ola del rock argentino, esta proliferación de bandas barriales también fue acompañada por la inmensa cantidad de bandas de rock extranjeras que brindaron recitales en Argentina, y más concretamente en Buenos Aires, algunas bandas de rock que son o fueron catalogadas en algún momento como parte de esta corriente son La Renga, Viejas Locas, Villanos, Sin Ley, Bersuit Vergarabat, Caballeros de la Quema, Los Gardelitos, Hermética, Mancha de Rolando, Pier, Horcas, Los Piojos, Vago, La 25, Fun People, Jóvenes Pordioseros, Jeriko, Callejeros, Flema, Attaque 77, 2 Minutos, A.N.I.M.A.L., Las Manos de Filippi, Los Brujos, Logos, Catupecu Machu, Pilsen, Gatos Sucios, Doble Fuerza, Cadena Perpetua, Todos Tus Muertos, Massacre Palestina, Tren Loco, Los Visitantes, Jason, Lethal etcétera.

Los términos de rock barrial, cabeza o chabón suelen ser utilizados erróneamente como sinónimos de rock rolinga, término que también hace referencia a una corriente del rock and roll argentino, nacida en los años 1980, cuyas bandas buscan imitar musical y estéticamente a The Rolling Stones y dio origen a la tribu urbana de los rolingas. Pese a que la denominación de esta corriente tiene un origen anterior, fue catalogada como parte del rock barrial a partir de los años '90 ya que la mayoría de sus bandas abordaban las mismas temáticas, especialmente las que surgieron o publicaron sus primeros discos en esa década (las que ya habían publicado discos antes de mediados de los '90 -Ratones Paranoicos, Blues Motel, no las abordaban con tanta frecuencia ni tenían un origen social bajo, aunque igualmente pasaron a ser catalogadas de barriales desde mediados de esa década).

Mientras el rock rolinga intenta emular, directamente a los Rolling Stones con pocas variaciones locales, el rock barrial basa su estilo no sólo en esta fuente, sino también en otras formas “tradicionales” del rock’n’roll, especialmente aquellas que ya habían sido incorporadas al canon del rock nacional argentino entre los años ’70 y ’80. En este punto radica una de las principales diferencias con el contemporáneo “Nuevo Rock Argentino”: las bandas enroladas en esta última categoría intentaban, de distintas formas y en distintas proporciones, incorporar a su música los estilos musicales que se encontraban en boga en ese momento en el Hemisferio Norte (shoegaze, britpop, dream pop, distintos tipos de electrónica, ambient, trip hop, etc.). Las bandas de rock barrial rechazan de plano estas influencias concentrándose en un rock considerado más “puro” y al que le suman, también de distintas formas y en distintas proporciones, elementos de otras músicas populares (principalmente reggae, murga, candombe y tango; también algo de cumbia o folklore).

Consecuentemente con esta elección de influencias, el formato predominante es el de canción, con un marcado protagonismo de la voz líder. Así la instrumentación y los arreglos suelen ser más simples que los del género llamado "alternativo". Prácticamente no hay tracks instrumentales, e incluso en las canciones no son habituales los pasajes instrumentales cuya longitud exceda al puente entre dos estrofas cantadas.

En la parte vocal, por ende, se nota una impronta muy clara y que cabría atribuir como otra influencia del tango. A diferencia de la preocupación de los cantantes indies por incorporar sus voces como un instrumento más a su música, las bandas de rock barrial se caracterizan por una voz potente que sobresale en la mezcla, muy por encima de la música. Siempre es una voz masculina (prácticamente no hay mujeres que hayan tenido un rol protagónico en el rock barrial y sus voces suelen quedar relegadas a algunos coros) y, al igual que en el tango, suelen apartarse por momentos de la melodía de la canción para adoptar inflexiones propias del lenguaje coloquial, más cercanas al lenguaje hablado que al canto. También en estas inflexiones se suele exagerar el tono característico del porteño, que además encuentra su correlato en el lenguaje utilizado, con modismos del lunfardo y del lenguaje “de la calle”. Este estilo vocal fue desarrollado por cantantes como Andrés Ciro (de Los Piojos) e Iván Noble (de Los Caballeros de la Quema), y ya en el siglo XXI se convirtió en norma para todas las bandas barriales como Callejeros, Las Pastillas del Abuelo, La Mancha de Rolando, Gardelitos, La Beriso, etc.

El rock pesado de principios de los '70 es el primer ejemplo de cultura marginal dentro del rock argentino, ya que en varios casos (como los de algunas canciones de Pappo) poseían letras que trataban temas de la vida cotidiana en barrios y suburbios de clase baja. Sumado a esto, sus recitales también eran dados en pequeños bares y cabarets de distintos barrios de clase media baja de Buenos Aires, mostrando un caso del underground con inspiración barrial.

Desde los años '80, paralelamente al apogeo del pop rock, hubo bandas que, desde un punto marginal, crecieron realizando una serie de actos propios de las bandas under. A principios de dicha época, Argentina experimentó una "primera época dorada del heavy metal", con toda una corriente de bandas de las cuales la primera fue V8. Mientras tanto, otras bandas como Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, habían crecido ejerciendo un estilo que desembocaría directamente en el aprecio por el público degustante del rock barrial. El libro "Historia del rock argentino" de 2010 (de Osvaldo Marzullo y Pancho Muñoz) había clasificado a ambas bandas como "rock marginal".[1]​ Otras de las características que, según el libro, se destacaba de ambas, era su crecimiento a pesar de la falta de apoyo de producción, la capacidad para haberse "hecho de abajo", convirtiéndose en representantes del circuito underground. Estas características serían influyentes en el rock barrial, aunque también influyeron notablemente a otros estilos, como el punk rock local. El blues de Memphis La Blusera y La Mississippi, muchas veces también con lírica barrial y un público de clase baja, también había influido con su temática a la corriente.

En 1987, el pop rock reinante en el país, comenzó a perder peso frente a la escena marginal debido a varios factores: el crecimiento de Sumo (banda de inspiración punk que musicalmente fusionaba varios géneros y luego de su disolución fue una gran influencia para las bandas underground) y de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, sumadas a la visita de Ramones a Argentina, la "resucitación" del punk local a causa de esta visita (formando bandas insignia como Ataque 77 y Dos Minutos), la popularización de géneros consumidos por una buena parte del público rockero como el reggae (encabezado por Los Pericos y Los Cafres) y el ska (encabezado por Los Auténticos Decadentes y Los Fabulosos Cadillacs), y el cambio en la temática del mismo pop rock llevado a cabo por Virus y Soda Stereo. La muerte de Luca Prodan, líder de Sumo, avivaría al rock marginal.

Una banda fundamental para el desarrollo posterior del mismo fue Ratones Paranoicos, surgida en 1984, que dio origen al rock rolinga. Esta banda, con fuertes influencias de The Rolling Stones, también había sido clasificado como parte del «rock marginal» en dicho libro, al igual que como una banda underground. El libro también destacaba que, al tiempo que la banda había tenido varios cambios en su formación, «su nombre aparecía pintado en infinidad de paredes de Buenos Aires». Entre fines de los '80 y principios de los '90 se formarían varias de las bandas que, en el futuro, acompañarían el ascenso implacable del rock barrial: en 1986 se formó Flema; en 1987, Attaque 77, Dos Minutos y Los Piojos; en 1988 se formaron Bersuit Vergarabat y Sin Ley; en 1989, La Renga y Viejas Locas; en 1990, Caballeros de la Quema; en 1991, Mancha de Rolando; en 1992, Guasones; y, en 1993, Jóvenes Pordioseros.

Además, había causas extramusicales: la pobreza en el país, la decadencia institucional y moral que experimentó el país durante el gobierno de Carlos Menem y el crecimiento y popularización de la violencia en el fútbol desde mediados de los años '80.

A mediados de los años '90, aunque el denominado “nuevo rock argentino” (donde se englobaban bandas tildadas como alternativas para la época, como Babasónicos, Massacre, Los Brujos, Peligrosos Gorriones, Martes Menta o Juana La Loca) crecía, lo hacía de manera lenta y progresiva. Aún no había logrado desarrollarse por completo. Ninguna banda perteneciente a ese movimiento había alcanzado aún un seguimiento masivo del público como las de pop de los '80. Su música, intelectual en algunos casos (y que precisaba varias lecturas para su comprensión y gusto, por lo que distaba de ser demagógica) también estaba desarrollándose. A causa de estos factores, el movimiento era muy vulnerable a la aparición de un nuevo fenómeno musical que fuera simple y accesible para un público más marginal.

En 1994 se da el hecho que la prensa considera como hito fundacional del rock barrial: la publicación del disco Valentín Alsina, de Dos Minutos, que fue el primero en centrarse en la temática callejera (si bien anteriormente ya existían canciones referidas a los mismos temas, no había antecedentes de que un disco entero se centrara en ellos, aunque algunos de Sin Ley, Attaque 77, Comando Suicida y Flema se acercaban mucho a ello), sumado a la jerga juvenil y callejera utilizada por la banda y la fuerte impronta de la misma por marcar su orgullo por su identificación con su lugar de origen, Valentín Alsina (ubicado en la zona sur del área metropolitana de Buenos Aires), que erróneamente es tildado de "barrio" (ya que en realidad se trata de una ciudad), algo que igualmente es común en la mayoría de las localidades del Gran Buenos Aires, debido a que demográficamente muchas son equiparables a los barrios propiamente dichos de la ciudad de Buenos Aires. El disco entero se refiere a peleas callejeras, alcohol, fútbol y violencia hacia la policía y la burguesía.

Al año siguiente, se daría otro hecho que haría crecer aún más a esta corriente: la primera visita al país de The Rolling Stones como parte de su Voodoo Lounge Tour. Los integrantes de la banda eligieron como bandas "teloneras" a Ratones Paranoicos y Las Pelotas. Su influencia quedó plasmada en el rock local, dando más notoriedad al rock rolinga (y, por consiguiente, al rock barrial), estilo que acaparó toda la atención del público, obteniendo inmediatamente éxito comercial masivo y debilitando a las otras corrientes ("nuevo rock" y punk). Ese mismo año además Viejas Locas publicó su primer disco, el cual contenía una temática principalmente referida al sexo, las drogas y el alcohol, lo que hizo crecer al rock rolinga enormemente en las clases bajas pero también contribuyó al crecimiento del rock barrial, debido a las temáticas de las canciones de la banda y al origen proletario de sus integrantes y de gran parte del público. También en ese año se formaría Los Gardelitos, banda cuyos recitales al principio se realizaban usualmente de manera gratuita o con precios bajos en suburbios obreros , villas de emergencia e incluso cárceles (muchas veces con fines benéficos).

En los años siguientes, la mayoría de las bandas de rock barrial que surgirían (como La 25, en 1996) o publicarían sus primeros discos (Jóvenes Pordioseros), serían parte del rock rolinga, tendencia que continuó hasta mediados de la década del 2000, por lo que se confundieron ambos conceptos, y de esta manera se relacionó toda la corriente barrial del rock and roll argentino como parte de la subcultura rolinga, cuando en realidad es exactamente al revés. Esto hizo que bandas como Los Gardelitos, Callejeros, La Beriso y muchas otras del circuito underground, fuesen catalogadas como rolingas, cuando, si bien tenían influencia de The Rolling Stones, no buscaban imitarla como hacían las bandas pertenecientes al rock rolinga. Sin embargo, sí poseían una mayoría de seguidores rolingas, la tribu urbana más ligada al rock barrial.

Las causas de la decadencia del rock barrial son varias: la aparición de otros géneros musicales que acapararon la atención masiva (como la cumbia villera y el pop electrónico), el trágico incendio del boliche República Cromañón y la disolución o el ligero cambio de estilo de bandas que pertenecieron a la corriente.

A fines del 2001, el fenómeno underground de la cumbia villera (nacido en 1999) se haría masivo a causa de la grave crisis económica que Argentina experimentó y, por lo tanto, gran parte de la juventud de las clases bajas se volcó hacia ese estilo lírico de cumbia, la cual retratara, con distintos matices, vivencias de las clases bajas, ya para entonces más empobrecidas. Cabe destacar que la cumbia ya tenía una fuerte presencia de público de clase obrera o baja e incluso marginal desde hacía algunas décadas (aunque las líricas eran principalmente románticas), algo que el rock and roll comenzó a tener, de forma significativa, recién en la década de 1980 con bandas como Riff y V8, y principalmente en Buenos Aires, mientras que géneros como el chamamé, la chacarera, la zamba y el cuarteto contaban con mayor popularidad en las clases bajas de otras regiones del país. Como contrapartida, ese mismo año se publica el primer disco de La 25, banda que ganó gran popularidad entre el público del rock barrial, especialmente entre los rolingas.

En el año 2002 se dio la separación de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota y Caballeros de la Quema (bandas con una cantidad significativa de rolingas entre el público) y la muerte Ricky Espinosa, cantante de Flema, banda de punk rock, gran referente para el rock barrial, especialmente en el circuito underground. En tanto, La 25 publicó su segundo disco y continuó ganando popularidad en una corriente que contaba con menos difusión que años anteriores, mientras que Iván Noble (vocalista de Caballeros de la Quema) comenzaría una carrera musical solista, y adoptaría actitudes y un modo de vida privada más semejante a la de un "burgués", como él mismo se describiese. Por otra parte, Skay Beilinson, exguitarrista de la ya extinta Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, comienza su carrera como solista y publica su primer disco.

Para el año 2003 la cumbia villera continúa siendo un éxito masivo, arraigado firmemente en las clases bajas. Dentro del rock and roll comienza a hacerse evidente el dominio de bandas alejadas de la lírica barrial o cabeza, como por ejemplo Catupecu Machu, Árbol, etc.

En el 2004 se profundizaron estos cambios. Babasónicos, banda que en los '90 fue identificada como parte del denominado "nuevo rock" y sobrevivió a su desaparición, comenzó a ser más exitosa con su nuevo sonido de pop electrónico (inaugurado en el álbum Jessico, seguido por Infame). Miranda, banda de pop, se haría masivamente famosa en el mismo año mientras otras bandas como Catupecu Machu y Árbol (bandas completamente alejadas de la lírica barrial), sacarían nuevos trabajos discográficos. Todas esas bandas fueron reemplazando a las de rock barrial en los medios de comunicación, que así disminuyeron su difusión. Por otro lado, la muerte de Eduardo "Korneta" Suárez (líder de Los Gardelitos), significó un punto de quiebre en el rumbo de su grupo, aunque su hijo Eli Suárez, decidió seguir adelante con la banda. Justo a finales de ese año ocurrió la tragedia de República Cromañón, donde se vieron implicados, entre otros, Callejeros. Este hecho fue el que dejó en evidencia la decadencia del estilo barrial y provocó su criminalización por parte de la opinión pública.

Los cambios siguieron y al pop electrónico de Miranda! y Nerdkids entre 2004 y 2007 se sumó la popularización de los fotologs (que dio origen a los floggers, una nueva tribu urbana) y el crecimiento de los solistas como Gustavo Cerati (ex Soda Stereo) y Vicentico (excantante de Los Fabulosos Cadillacs). Por otra parte, la banda Guasones había sido etiquetada como una banda stone por la prensa, pero su líder, Facundo Soto, renegó de ello y mostró una mayor apertura musical con los discos que lo llevaron a la popularidad durante esos años, a pesar de conservar una fuerte influencia de The Rolling Stones.[2]

En el 2007, Massacre y El Otro Yo (bandas sobrevivientes a las que en los '90 fueron identificadas como parte del "nuevo rock"), ganaron popularidad tras comenzar a ser más difundidas en las radios. Varias bandas mostraron nuevos trabajos discográficos, que, al igual que los de 2004, carecían de relación alguna con los géneros marginales. Entre ellas se puede mencionar a Las Pelotas, Catupecu Machu, Kapanga y Árbol. Es además el año del regreso de Soda Stereo, cuyo rotundo éxito comercial no tardó en evidenciar la vigencia del rock and roll alejado de la temática marginal. Las bandas barriales nuevas, como La Trifásica, mostraron un interés en acercarse a las melodías radiables para triunfar.

El año 2008, Jóvenes Pordioseros, que en los últimos años se había convertido en una de las bandas insignias del movimiento, se separó, aunque su vocalista formó Hijos del Oeste, banda de estilo similar, mientras que el resto de los exintegrantes formó Culpables de Este Sentimiento, que incursionó en el hard rock y la fusión con otros géneros musicales. La cumbia villera ya contaba con poca difusión y se centraba en un pequeño circuito underground. Los medios que se dedicaban a difundir cumbia villera, desde hacía algunos años habían comenzado a disminuir la difusión de la misma y la reemplazaron con nuevas bandas (muchas de ellas creadas por productores musicales a través de castings), cuyos integrantes mantenían la estética de la cumbia villera y compartían el mismo público, pero su lírica era romántica y su sonido comenzó a fusionarse cada vez más con el pop, la música electrónica y el reggaeton, géneros que en ese entonces eran mayormente consumidos por las clases media y alta (el reggaeton sin embargo ya se encontraba popularizándose en todas las clases sociales, y en los siguientes años terminó de consolidarse y pasó a ser uno de los géneros más difundidos y consumidos en el país). Las únicas bandas mainstream que eran difundidas regularmente eran Damas Gratis, El Empuje (formada en 2006) y La Liga (formada recientemente), mientras otras bandas históricas del movimiento, como Meta Guacha o Supermerk2, contaban con menor difusión. En cuanto al mainstream del resto de la música argentina, continuó creciendo el éxito predominante de artistas y bandas pop y se popularizaron nuevas tribus urbanas como los emos y los floggers. Esta última (de preferencia por la música electrónica, estética frívola y temática narcisista) se destacó del resto y pasó a ser la moda del momento en Argentina. Por ellos, los más jóvenes de varias tribus urbanas, incluidos los rolingas, comenzaron a rivalizar con la subcultura flogger, produciéndose muchas veces peleas (sin embargo, quienes más rivalizaban con los floggers eran los cumbieros, seguidos de los emos, contra quienes había un desprecio similar de parte de otras tribus urbanas en toda Sudamérica). Los floggers dejaron de ser una moda masiva hacia 2009.

En el año 2009 se disolvió Intoxicados para dar regreso a Viejas Locas (aunque sin uno de sus antiguos integrantes -Sergio Toloza-), cuyo primer recital tras la nueva reunión de la banda se dio en el estadio José Amalfitani (del Club Atlético Vélez Sarsfield), donde hubo graves incidentes entre el público y la policía, dejando como saldo un joven muerto (Rubén Carballo) y unos treinta heridos. También hubo incidentes menores entre algunos fanáticos de la banda y una parte de La Pandilla (barra brava de Vélez Sarsfield), la cual estuvo presente en el estadio y sus alrededores esa noche con la excusa de cuidar las instalaciones de los posibles destrozos que produjera el público de la banda.

El año 2010 fue el de la vuelta de Jóvenes Pordioseros y de la separación de Callejeros (en el mes de noviembre), banda que si bien no imitaba a The Rolling Stones (aunque era una de sus influencias), era muy cercana al rock rolinga y estaba etiquetada dentro del rock barrial. En febrero, el baterista de la banda, Eduardo Arturo Vázquez, había protagonizado un confuso hecho donde su esposa Wanda Taddei, recibió quemaduras graves que la llevaron a la muerte,[3]​ lo que llevó a su posterior encarcelamiento. Los guitarristas del grupo se alejaron del mismo para formar sus bandas (Esas cosas —liderada por Djerfy desde 2009— y El Hito —liderada por Delgado—), mientras que Carbone (saxofonista) formaría la banda Perfil Bajo. En cada una, los músicos incursionaron en otros estilos como el hard rock, mientras que la última se volcaría al tango. Ese mismo año el vocalista Patricio Santos Fontanet y el bajista, Cristian Torrejón, formaron (junto a Abel Pedrellos, Luis Llamas y Álvaro Puentes) una nueva banda de rock and roll llamada Casi Justicia Social, la cual se separó en 2014, formámdose posteriormente Don Osvaldo.

La tragedia de Cromañon acontecida en 2004 provocó que la ciudad de Buenos Aires clausurara varios locales o pubs donde tocaban bandas, mientras que los festivales quitaron de sus grillas a las bandas del género. Esto provocó que algunos grupos se separaran, dejaran de tocar por un tiempo o algunas intentaron seguir realizando sus conciertos en el cordón del gran Buenos Aires cerca de la capital. Claramente el género que tuvo gran repercusión en los años 90 tuvo grandes bajas para mediados de la década del 2000.[4]

Para mediados de la década de 2010, o casi una década después de la tragedia, bandas propias del género como Guasones y Los Gardelitos resurgieron con un público masivo, en el caso de la última, llegaron en mayo de 2010 por primera vez al viejo templo del boxeo, mientras que La 25 reunió a 25.000 personas en Tecnópolis.[4]​ Fue el surgimiento de otras bandas como Las Pastillas del Abuelo, Don Osvaldo (con dos miembros de la disuelta Callejeros), El Bordo y La Beriso (aunque esta última, mucho más apoyada en los sellos internacionales, algo raro en el género), para los especialistas se trata del resurgimiento del género.[5]

Luego de la muerte de Luca Prodan, Sumo (banda que influyó a la corriente) se había separado, generando dos nuevas bandas: Divididos y Las Pelotas. Esta última sería la banda más relacionada con el rock barrial. El tercer disco de Divididos, La era de la boludez (1993), hizo que la banda fuese considerada por ciertos medios como el Lado A de la herencia de Sumo,[6]​ opinando que Las Pelotas era el "Lado B", aunque brillaría en la escena underground. A comienzos de los años 2000 (y luego de su hit «Será»), la popularidad de Las Pelotas fue en ascenso.

El rock barrial indirectamente contribuyó al despegue de bandas argentinas de blues que hasta ese entonces se habían mantenido en el circuito underground. Entre ellos Memphis La Blusera y La Mississippi, que a su vez habían influenciado a la corriente.

El rock barrial también trajo un fenómeno social: se hizo evidente el fenómeno de las violencia en el fútbol y la pobreza en Argentina. Dejó una influencia para la música que vendría años más tarde, en especial para la cumbia villera, y para la música del momento, dando por ejemplo, a través de la influencia en el reggae, origen a un estilo que algunos medios llamaron "reggae stone".[7]

El rock barrial, si bien gozó de un éxito rotundo, ya desde sus inicios fue criticado por un gran sector de la sociedad y de los músicos de la época. Hubo críticas para la cultura chabón en general (la cual se consolidó en la década de 1990 y conlleva el consumo de bebidas alcohólicas y drogas, la fuerte identificación con sus barrios de origen, el acostumbramiento a la violencia y el odio hacia la policía y la burguesía) y sobre la llamada cultura del aguante (originada en los '80 en las hinchadas argentinas de fútbol -en particular las barras bravas- y por lo tanto asimiladas por el rock barrial y, en parte, por la cumbia villera), la cual consiste en que el público que asiste a los recitales tenga comportamientos similares a los de las hinchadas de fútbol en los estadios, como por ejemplo realizar cánticos (en el caso del rock barrial en alusión a la banda), llevar banderas identificatorias (de sus barrios, ciudades, provincias, etc. o de los nombres o apodos de los propios dueños de las banderas), tirar pirotecnia (esto fue lo que desencadenó la tragedia de la discoteca República Cromañón) y, ya sea en recitales o en la vida diaria, estar siempre dispuesto a combatir o provocar a la policía o guardias de seguridad, lo que implica tener aguante (fortaleza, resistencia). Cabe destacar que muchas veces éste comportamiento derivaba en tomar como rivales o enemigos a otras bandas y su público, lo cual muchas veces provocaba encuentros violentos entre los seguidores de ellas, donde justamente siempre se intenta demostrar tener más aguante que el rival, comportamiento propio de los hinchas de fútbol que se enfrentan por ser de distintos clubes.

Con respecto a la cultura del aguante, la prensa especializada advirtió sobre el empobrecimiento en el lenguaje que el rock barrial conllevaba,[8]​ y su carencia creativa y necesidad de hablar repetitivamente de temas que sus intérpretes creen prohibidos, pero que en realidad ya hace mucho tiempo que son moneda corriente en las canciones de rock y son ampliamente conocidos y aceptados por el público (Una interesante sátira de esta situación la hacía el comediante televisivo Diego Capusotto cuando escenificaba la publicidad de un libro para "pasar a ser parte de esa elite de catorce millones de personas que entienden las alusiones veladas a la marihuana)".[9]​ Claudio Díaz, autor de "Libro de viajes y extravíos: un recorrido por el rock argentino (1965-1985)", opinó que la música era cada vez más "tonta", que el aplanamiento del rock era parte de un "fenómeno general de empobrecimiento" relacionado con un cambio en las "coordenadas culturales" del rock y de la sociedad en general. Según sus propias palabras, "el rock de los '70 hasta los '80 estaba fuertemente anclado en lecturas literarias, poéticas y filosóficas, de una impronta muy vinculada a las vanguardias. Eso ahora no está. El mundo de referencias culturales, desde que se impone como dominante eso que se llama el rock chabón, es el barrio, el fútbol, la cerveza.".

En su libro "El rock perdido", el periodista especializado en rock, Sergio Marchi, sostuvo que con Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, los referentes del rock nacional, se habían vuelto estereotipados: o bien criticaban la televisión y la farándula, o bien enzalsaban la vida cotidiana de los barrios, la tribuna y la calle, caso de bandas como La Renga o Los Piojos, que (según él) transformaron así a figuras como Fito Páez o Gustavo Cerati en "dinosaurios" o directamente en enemigos. Más adelante (luego de la tragedia de la discoteca República Cromañón) Sergio Marchi criticó al rock barrial, entre otras cosas, por su falsedad, diciendo que sus intérpretes escondían su falta de talento diciendo que tocaban mal porque eran auténticos, que ellos creen que no saber tocar es un mérito, que creen que si saben tres "tonos", pueden armar una banda (según él, eso era el "punk mal entendido"), que según la "filosofía del género": "Si no te tomás una cerveza en la esquina sos un careta, que el rock no nació para encarcelar sino para dar más libertad; aunque aclarando que "no la libertad de ir con una bengala prendida y tirarla en un lugar cerrado, sino la libertad de poder imaginarte un mundo distinto y poder generar arte a partir de esa idea".

Álvarez Núñez tiene una opinión más definitiva: "La crisis de hoy en día no es otra cosa que comodidad burguesa (‘si total a los pibes no les importa nada’) e incomodidad gerontocrática (‘el tiempo pasa y nos vamos poniendo viejos’)", apelando a Sigmund Freud para explicarlo: "El rock vive la pulsión de muerte como pocos estadios del arte, y como ciertos artistas se ven alejados de ese caudal de energía y sin sentido que es la juventud, terminan a la merced de una necesidad que los sobrepasa y angustia. Y para no perder el carro, ‘descarrilan’ haciéndose los ‘pendex’; ahí está la mirada irónica de los Decadentes en «Pendeviejo». El sociólogo Pablo Semán dijo que "El rock chabón es pobre, como la Argentina decadente".[10][11]

Luis Alberto Spinetta argumentó que no le interesaba la corriente y que rescataba unos pocos músicos.[12]​ Gustavo Cerati criticó al rock chabón diciendo que los argentinos "habíamos estado exportando un producto netamente nuestro".[13]Fito Páez dijo crudamente que el rock chabón "Tiene 194 muertos ahí por no revisar lo que hace y por todo lo que genera el manifiesto del barrio argentino; y por ser del palo y pensar la argentinidad desde la birome", que "Para esa gente, si te ponés a estudiar música sos puto o jazzero y, entonces, no sos del palo”., y que "un pueblo que se funda en la ignorancia genera tragedias, y esta cosa tribal argentina es terrible y es asesina porque te deja en la ignorancia".[14]

Los hermanos Fernando y Gabriel Ruiz Díaz, de Catupecu Machu argumentaron que era un género demagógico, que apelaba a letras que hablasen de drogas y vicios para vender, y que era hipócrita por el hecho de querer copiar a The Rolling Stones pero no comportarse como sus integrantes.[15]​ Por su parte, Aprile Sosa de Cuentos Borgeanos, dijo que el rock barrial es nefasto.[16]

El periodista Omar Vallejos describió la escena del rock argentino de principios del siglo XXI con estas palabras: "lo que sí se saturó en Argentina fue cierta cultura del “aguante”: entrar a un recital para ver “la fiesta” que se iba a vivir abajo del escenario, enfrentar las bengalas que pasaban cerca de cualquier cabeza, lidiar con la falta de aire que se podía llegar a sentir por la sobreventa del show o aguantar “heroicamente” los golpes que podía dar la policía eran sólo algunas de las consignas de un repertorio que, llegado desde la cultura del fútbol, le daban una épica particular al rock. Por momentos, parecía que el espectáculo tenía más importancia que la música. El consecuente remate de esta idiosincrasia fue la masacre de Cromañón".

Los miembros de la banda de punk rock Marzo del '76, han criticado la actitud cabeza de su propio público en el sentido de que, cuando tocan, algunos seguidores se emborrachaban y peleaban en lugar de interiorizarse con las ideas de la banda y escuchar la música. Nuevamente, el término "punk chabón" aparecería en 2006, con motivo de la salida del disco Yo estuve ahí, nosotros también de Bulldog, el suplemento "No" del diario Página 12 calificó de esta forma la actitud de dicha banda en el arte del disco porque "implicaba un exceso de protagonismo popular, de cancha".

La influencia del rock barrial en la cumbia dio nacimiento a la cumbia villera, la cual recibió agresivas críticas de la opinión pública y los medios de comunicación debido a su lírica muchas veces cargada de referencias a la violencia, la delincuencia, el alcohol, las drogas y el sexo explícito. En cuanto al reggae, el cantante de Los Cafres, Guillermo Bonetto, opinó en la revista Rolling Stone de septiembre de 2008 que "la escena de reggae estaba dominada por la pose del reggae chabón, de la boludez del fasito y la remera de Marley". El término "reggae chabón" fue nombrado y criticado algunas veces más.[17][18]



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