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Ali Ibn Abi Tálib



Abu al-Hasan Ali ibn Abi Tálib (en árabe, أَبُو ٱلْحَسَن عَلِيّ ٱبْن أَبِي طَالِب‎, transliteración: ʾAbū al-Ḥasan ʿAlīy ibn ʾAbī Ṭālib; 17 de marzo de 599 o 600[5]​ – 27 de enero de 661[4]​), o simplemente Alí, era primo y yerno del profeta Mahoma (ya que estaba casado con la hija del profeta, Fátima). Fue el primer varón en convertirse al islam y el primer imán para los chiíes. Gobernó como cuarto y último califa ortodoxo bien guiado (Rashidun) desde 656 hasta 661 y fue asesinado por Abd al-Rahman ibn Mulyam.

Para los musulmanes sunitas, la importancia de Alí radica en que es considerado como el cuarto y último califa bien guiado, mientras que para los musulmanes chiíes Alí fue el primer imán y se le considera a él y a sus descendientes como legítimos sucesores de Mahoma, todos los cuales son miembros de la Ahl al-Bayt. Este desacuerdo produjo la división de la comunidad musulmana en tres ramas: la sunita, la chiita y la jariyita.[1][6]

Algunas fuentes sostienen que Alí fue la única persona nacida en el santuario de la Kaaba de La Meca,[1]​ el lugar más sagrado en el islam, hacia el año 600. Al momento del nacimiento del Imam Alí, la Kaaba de La Meca se abrió, permaneciendo hasta nuestros tiempos dicha grieta. Su padre era Abu Tálib ibn Abd al-Muttálib[7]​ y su madre Fátimah bint Ásad.[8]​ Fue criado en la casa de Mahoma desde los seis años como hijo adoptivo suyo. A su vez, el padre de Alí, Abu Tálib, era el tío y tutor de Mahoma y quien le acogió tras quedar este último huérfano. Se convirtió además en yerno del profeta, al casarse en 623 con Fátima, ya que Mahoma dijo a Alí que Alá le había ordenado que se casara con la hija que tenía con su primera esposa Jadiya.[1]​ Mahoma dijo a Fátima: "He casado a la más querida de mi familia."[9]

El padre de Alí, Abu Tálib ibn ‘Abd al-Muttálib, fue el guardián de la Kaaba y el jeque de los Banu Háshim, una rama importante de la poderosa tribu de los Quraysh. También era tío de Mahoma. La madre de Alí, Fátima bint Ásad, también pertenecía a los Banu Háshim, haciendo a Alí descendiente de Ismael, el hijo de Abraham.[10]

Muchas fuentes, especialmente las chiíes, indican que durante la época de Mahoma Alí nació dentro de la Kaaba en la ciudad de La Meca, donde permaneció con su madre tres días. Según la tradición, Mahoma fue la primera persona a la que vio Alí debido a que lo recogió cuando nació. Mahoma le dio el nombre de Alí, que significa «el exaltado».[1][11]​ Al momento del nacimiento del Imam Alí en la Kaaba, ésta se agrietó; esta grieta aún permanece hasta nuestros días.

Mahoma tenía una relación cercana con los padres de Alí. Cuando era huérfano y perdió a su abuelo Abd ul-Muttálib, el padre de Alí lo llevó a su casa. Alí nació dos o tres días después de que Mahoma se casara con Jadiya bint Juwáylid. Cuando Alí tenía cinco o seis años de edad, tuvo lugar una hambruna en y alrededor de La Meca, afectando a las condiciones económicas del padre de Alí, que tenía una gran familia a la que alimentar. Mahoma llevó a Alí a su casa para criarlo.[1][12]

Ali nació según las profecías para ser imán y acaba con la Hégira de Mahoma a Medina en 622.[1]​ Cuando Mahoma dijo haber recibido una revelación divina, Alí, entonces tan solo un niño de diez años, le creyó y se convirtió al islam.[1][4][13][14]​ Según Ibn Ishaq y otras autoridades, Alí fue el primer hombre en convertirse al islam. Tabari añade otras tradiciones indicando la similar proclama de que Alí se convirtió antes que Zayd o Abu Bakr.[15][16]​ Algunos historiadores e investigadores creen que la conversión de Alí no se puede considerar como la del primer hombre al islam porque tan solo tenía diez años.[17]

Las doctrinas chiíes afirman que llevando a cabo su misión divina, Alí aceptó el islam antes de tomar parte en ningún rito de la tradición religiosa preislámica de La Meca, vistas por los musulmanes como politeístas (véase shirk) o paganas. Los chiíes dicen que su cabeza es honorable pues nunca se postró ante ídolos. Los suníes también usan el honorífico Karam Allahu Wajhahu, que significa «el favor de Dios sobre su Cara».

La razón de su aceptación no se suele llamar conversión, porque nunca fue un adorador de ídolos como la gente de La Meca. Se le conoció por romper ídolos y por preguntar a la gente por qué adoraban algo que habían hecho ellos mismos. El abuelo de Alí, junto con otros miembros del clan de los Banu Háshim, eran hanif, es decir, seguidores de un sistema de creencias monoteísta antes de la llegada del islam.

Durante tres años Mahoma invitó a la gente al islam en secreto, después empezó a hacerlo en público. Cuando, según el Corán, se le ordenó que invitara a sus familiares más cercanos a aceptar el islam, reunió al clan de los Banu Háshim en una ceremonia.

Según Al-Tabari, Ibn Athir y Abu Al-Fida, Mahoma anunció que quien aceptara su invitación se convertiría en su hermano, fideicomisario y sucesor. Solo Alí, de unos trece años de edad, le ayudó. Esta invitación se repitió tres veces pero Alí fue la única persona que respondió a Mahoma. Sobre la constante declaración de Alí, Mahoma le declaró su hermano, heredero y vicerregente y la gente debería obedecerle. Muchos de los adultos presentes eran tíos de Alí y de Mahoma, y Abu Lahab se rio de ellos y declaró que Abu Tálib debería inclinarse ante su hijo ahora que era un emir. Este evento es conocido como el "Hadith de la advertencia".

Durante la persecución de los musulmanes y el boicot a los Banu Háshim en La Meca, Alí se mantuvo firme en su apoyo a Mahoma.

En 622, el año de la huida de Mahoma a Medina, Alí arriesgó su vida durmiendo en la cama de Mahoma para frustrar un complot de asesinato para que Mahoma pudiera escapar a salvo. Esa noche es conocida como Laylat al-Mabit. Según algunos hadices, un versículo fue revelado a Alí relativo a su sacrificio en la noche de la Hégira que dice «Hay entre los hombres quien se sacrifica por deseo de agradar a Alá. Alá es manso con Sus siervos».[18]​ Alí sobrevivió al complot, pero arriesgó su vida permaneciendo en La Meca para llevar a cabo las instrucciones de Mahoma: restaurar a sus propietarios todos los bienes y propiedades que habían sido confiadas a Mahoma para salvaguardarlas. Entonces Alí fue a Medina con su madre, la hija de Mahoma (Fátima) y otras dos mujeres.

Alí tenía 22 o 23 años cuando migró a Medina. Cuando Mahoma estaba creando lazos de hermandad entre sus compañeros, seleccionó a Alí como su hermano.[14][19]​ Durante los diez años siguientes que Mahoma dirigió la comunidad en Medina, Alí fue en extremo activo en su servicio como su secretario y diputado, sirviendo en sus ejércitos, como portador de su insignia en cada batalla, guiando partidas de guerreros en las incursiones y llevando los mensajes y las órdenes.[20]​ Como uno de los tenientes de Mahoma, y más tarde su yerno, Alí fue una persona de autoridad y prestigio en la comunidad islámica.[21]

En 623, Mahoma dijo a Alí que Dios le había ordenado que le diera a su hija Fátima az-Zahra a Alí en matrimonio. Mahoma dijo a Fátima: «Te he casado con el querido de mi familia para mí». Esta familia es glorificada por Mahoma con frecuencia y les declaró como su Ahl al-Bayt en eventos como la Mubahala y en hadices como el «Hadiz del caso de la capa». También son glorificados varias veces en el Corán como en el «verso de la purificación».

Alí tuvo cuatro hijos con Fátima, la única hija de Mahoma que le sobrevivió: Hasan ibn Ali, Husáyn ibn Ali, Záynab bint Ali y Umm Kulthum bint Ali. Sus dos hijos (Hasan y Husáin) son citados por Mahoma como sus propios hijos, honrados numerosas veces durante su vida y llamados «los líderes de la juventud de Jannah».

Su matrimonio duró hasta la muerte de Fátima diez años después. Aunque la poligamia estaba permitida, Alí no se casó con ninguna otra mujer mientras Fátima vivió, y su matrimonio con ella poseía un significado espiritual especial para todos los musulmanes porque es visto como el matrimonio entre dos personas importantes cercanas a Mahoma. Después de la muerte de Fátima, Alí se casó con otras mujeres y tuvo más hijos, de los cuales los más célebres fueron Al-Abbás ibn Alí y Muhammad ibn al-Hanafiyyah.[22]Hasan, nacido en el 625 d. C., fue el segundo imán chií y también ocupó la función de califa durante unos seis meses.

Con la excepción de la batalla de Tabouk, Ali participó en todas las batallas y expediciones luchadas por el Islam.[14]​ Además de ser el abanderado en esas batallas, Ali estuvo al mando de grupos de guerreros en incursiones en tierras enemigas.

Ali se distinguió por primera vez como guerrero en 624 en la batalla de Badr. La batalla comenzó cuando Ali derrotó al campeón de La Meca, Walid ibn Utba. Un historiador describió la victoria inicial de Ali en la batalla como "la señal del triunfo del Islam".[23]​ Ali también mató a muchos otros soldados de La Meca en la batalla, según la tradición musulmana, entre veinte y treinta y cinco (la mayoría concuerda en veintisiete),[24]​ mientras que todos los demás musulmanes juntos mataron a otros veintisiete.[25]

Ali jugó un papel importante en la batalla de Uhud, así como en muchas otras batallas, donde empuñó una espada bifurcada conocida como Zulfiqar.[26]​ Tuvo el papel especial de proteger a Mahoma cuando la mayor parte del ejército musulmán huía de la batalla de Uhud,[1]​ y se dijo Lā fitā illā ʿAliyy, lā sayfa illā Dhul-Fiqār (لَا فِتَی إِلَّا عَلِيّ ق، لَا سإِيَّْفَ سا سإِيفَ , (No hay) joven valiente excepto Ali, no hay espada (que sirva) excepto Zulfiqar).[27]​ Estuvo al mando del ejército musulmán en la batalla de la Trinchera, donde derrotó al legendario guerrero árabe Amr ibn Abd al-Wud.[28]​ Mahoma nombró a Ali comandante en esta batalla, afirmando que "entregaré el estandarte a un hombre que ama a Alá y a Su Mensajero y es amado por Alá y por Su Mensajero. Él regresará con la conquista".[29]​ Después de esta batalla, Mahoma dio a Ali el nombre de Asadullāh (que significa "León de Dios") y, según se reporta, lo elogió diciendo que "el golpe de Ali contra Amr ibn Abd al-Wud es más grande que la adoración de toda la humanidad y los genios hasta el Día del Juicio".[29][30]​ Ali también defendió a Mahoma en la batalla de Hunáin en 630.[1]

Sherira Gaon (c. 906-c. 1006) describe en una responsa cómo el jefe de la comunidad judía en Peroz-Shapur (ahora al-ʾAnbār), una comunidad de unos 90 000, dio una cálida bienvenida a Ali ibn Abi Tálib cuando marchó con su ejército en el país y lo conquistó, y cómo los recibió con una disposición amistosa.[31]

Mahoma designó a Ali como uno de los escribas que redactaría el texto del Corán, que le había sido revelado a Mahoma durante las dos décadas anteriores. Cuando el Islam empezó a extenderse por Arabia, Ali ayudó a establecer el nuevo orden islámico. Se le ordenó escribir el Tratado de Hudaybiyyah, el tratado de paz entre Mahoma y los coraichitas, en 628. Ali era tan digno de confianza que Mahoma le pidió que llevara los mensajes y declarara las órdenes. En 630, Ali recitó ante una gran asamblea de peregrinos en La Meca una parte del Corán que declaraba que Mahoma y la comunidad islámica ya no estaban sujetos a acuerdos hechos anteriormente con politeístas árabes. Durante la conquista de La Meca en 630, Mahoma le pidió a Ali que garantizara que la conquista sería sin derramamiento de sangre. Ordenó a Ali que rompiera todos los ídolos adorados por los Banu Aus, Banu Khazraj, y Tayy, así como los que estaban en la Kaaba para purificarla después de su profanación por el politeísmo de los viejos tiempos. Ali fue enviado a Yemen un año después para difundir las enseñanzas del Islam. También fue conocido por resolver varias disputas y sofocar los levantamientos de varias tribus.[1][4]

Según colecciones de hadices, en 631, un enviado cristiano árabe de Naŷrán (actualmente en el norte de Yemen y en parte en Arabia Saudita) llegó a Mahoma para discutir cuál de las dos partes estaba equivocada en su doctrina sobre 'Isa (Jesús). Después de comparar el nacimiento milagroso de Jesús con la creación de Adán,[32]​ Mahoma los llamó a mubahala (conversación), donde cada grupo debía traer a sus hombres, mujeres y niños, y pedirle a Dios que maldijera al grupo mentiroso y a sus seguidores.[33]​ Mahoma, para demostrarles que era un profeta, trajo a su hija Fátima, a Ali y a sus nietos Hasan y Husáin. Se dirigió a los cristianos y les dijo "esta es mi familia" y se cubrió a sí mismo y a su familia con un manto.[34]​ Según fuentes musulmanas, cuando uno de los monjes cristianos les vio la cara, aconsejó a sus compañeros que se retiraran de la Mubahala por sus vidas y familias. Así, los monjes cristianos desaparecieron de Mubahala. Según el Tafsir al-Mizan de Allameh Tabatabaei, la palabra "Nosotros mismos" en este verso[33]​ se refiere a Mahoma y Ali. Luego narra que el Imam Ali al-Rida, octavo Imam chiita, en una discusión con Al-Ma'mún, califa abasí, se refirió a este verso para demostrar la superioridad de la progenie de Mahoma sobre el resto de la comunidad musulmana, y lo consideró una prueba del derecho de Ali al califato ya que Dios había hecho a Ali como a Mahoma.[35]

Cuando Mahoma regresaba de su última peregrinación en 632, hizo declaraciones sobre Ali que son interpretadas de manera muy diferente por sunitas y chiitas.[1]​ Detuvo la caravana en Ghadir al-Jumm, reunió a los peregrinos que regresaban para la oración comunitaria y comenzó a dirigirse a ellos.[36]

Según la Enciclopedia del Islam:

Tomando a Ali de la mano, preguntó a sus fieles seguidores si él, Mahoma, no estaba más cerca (awlā) de los Creyentes que ellos mismos; la multitud gritó: "¡Así es, oh Apóstol de Dios!"; luego declaró: "Aquel para quien yo sea su mawla, Ali es también su mawla (man kuntu mawlāhu fa-ʿAlī mawlāhu)".[37][38]

Los chiitas consideran que estas declaraciones constituyen la designación de Ali como el sucesor de Mahoma y como el primer Imam. Por el contrario, los sunitas las toman solo como una expresión de la estrecha relación espiritual entre Mahoma y Ali, y de su deseo de que Ali, como su primo y yerno, heredase sus responsabilidades familiares tras su muerte, pero no necesariamente una designación de autoridad política.[39][40]​ Muchos sufíes también interpretan el episodio como la transferencia del poder espiritual y la autoridad de Mahoma a Ali, a quien consideran el valí por excelencia.[1][41]

Fuentes, tanto chiitas como sunitas, afirman que, después del sermón, Abu Bakr, Úmar y Uthmán le juraron lealtad a Ali.[42][43][44]​ Sin embargo, ha habido dudas con respecto a la veracidad de la tradición debido a la evidencia de que Ali puede no haber estado presente durante el sermón, sino que se encontraba en Yemen en ese momento, una opinión sostenida por el historiador Ibn Kathir.[45]

La siguiente fase de la vida de Ali comenzó en 632, después de la muerte de Mahoma, y duró hasta el asesinato de Uthmán ibn Affan, el tercer califa, en 656. Durante esos 24 años, Ali no participó en batallas ni en conquistas.[4]​ Tampoco asumió ningún cargo ejecutivo, y en cambio se retiró de los asuntos políticos, especialmente después de la muerte de su esposa, Fátima az-Zahra. Usó su tiempo para servir a su familia y trabajar como agricultor. Ali cavó muchos pozos y plantó jardines cerca de Medina y los dotó para uso público. Estos pozos se conocen hoy como Abar Ali ("Pozos de Ali").[46]

Ali compiló una versión completa del Corán, mus'haf,[47]​ seis meses después de la muerte de Mahoma. El volumen fue completado y transportado en camello para mostrárselo a otras personas en Medina. El orden de este mus'haf difería del que se recopiló más tarde durante la era utmánica. Este libro fue rechazado por varias personas cuando les fue enseñado. A pesar de esto, Ali no opuso resistencia al mus'haf estandarizado.[48]

A la muerte de Mahoma en el año 632 d. de C., la comunidad musulmana no estaba preparada para la muerte de su líder y muchos experimentaron un profundo impacto. Inmediatamente después de su muerte se creó una gran división con respecto a quién debería ser el sucesor del Profeta como líder político y espiritual de la comunidad. A las diferencias respecto a esta sucesión se debe la división del islam entre las ramas chiitas y sunitas: El islam chiita sostiene que Ali ibn Abi Talib era el sucesor designado del profeta Mahoma como cabeza de la comunidad, mientras que el islam suní mantiene que Abu Bakr as-Siddiq es el primer líder después de Mahoma sobre la base de su elección por parte de la comunidad.[49]

Mientras Ali preparaba el cuerpo de Mahoma para su entierro y realizaba sus ritos funerarios, un pequeño grupo de aproximadamente catorce ansar (nativos de Medina) sostuvo una reunión en el Saqifah (patio) del clan Banu Sa'ida.[50]​ La creencia general en ese momento era que el propósito de la reunión era que los ansar decidieran sobre el nuevo líder de la comunidad musulmana entre ellos, excluyendo intencionalmente a los Muhaŷirun (migrantes de La Meca), aunque esto ha sido motivo de debate.[51]Abu Bakr y Úmar, al enterarse de la reunión, se preocuparon por un potencial golpe de estado y se apresuraron a asistir. Abu Bakr les increpó afirmando que de no elegir a un líder de la tribu de Mahoma, los coraichitas, habría un conflicto, y entonces Úmar tomando la mano de Abu Bakr y le juró su alianza, ejemplo que siguieron los hombres reunidos. Abu Bakr fue entonces aceptado de manera casi universal como la cabeza de la comunidad musulmana, asumiendo el título de Califa, ‘sucesor del Mensajero de Dios’ (خليفة رسول الله jalīfat Rasūl Allāh), como resultado de Saqifa, si bien tuvo que enfrentar oposición debido a la naturaleza apresurada del evento.

Varios de los compañeros, el más prominente de ellos siendo Ali, se rehusaron inicialmente a reconocer su autoridad.[52]​ Entre los chiíes se afirma también que Alí había sido designado previamente como heredero de Mahoma y que la elección era una contravención a los deseos del Profeta.[53][54]​ En cualquier caso, después de la reunión en Saqifa, Úmar y sus partidarios supuestamente fueron enviados por el nuevo califa a la casa de Ali donde se habían reunido Ali, Fátima y algunos de sus aliados.[55]​ Varios estudiosos, como Al-Tabari e Ibn Qutaybah, relatan que Úmar amenazó con quemar el edificio si Ali se negaba a reconocer la autoridad de Abu Bakr.[56][57][58]​ Por otra parte, el historiador Al-Baladhuri afirma que el altercado nunca se puso violento y que terminó con la sumisión de Ali,[59]​ y algunas tradiciones añaden que Úmar y sus partidarios entraron por la fuerza en la casa, lo que habría provocado que Fátima perdiera a su hijo en vientre, Muhsin.[60]​ El Kitab Sulaym ibn Qays (atribuido a Sulaym ibn Qays, pero posiblemente una creación mucho más tardía)[61]​ concluye el incidente afirmando que Ali fue arrastrado fuera de la casa con una cuerda atada alrededor del cuello.[62]​ Estos eventos han sido motivo de disputa, con varias fuentes históricas tempranas argumentando que el hijo de Fátima, Muhsin, había muerto en su infancia y no por un aborto espontáneo. Otras fuentes añaden que Ali más tarde ofreció voluntariamente a Abu Bakr su juramento de lealtad y pronunció un discurso lleno de elogios durante su funeral.[63][64]​ La profesora Coeli Fitzpatrick conjetura que la historia del altercado refleja las agendas políticas del período y, por lo tanto, debe tratarse con cautela.[65]

En cualquier caso, la cuestión de la sucesión de Mahoma provocó que los musulmanes se dividieran en dos grupos, sunitas y chiitas. Los sunitas afirman que si bien Mahoma nunca nombró un sucesor, Abu Bakr fue elegido primer califa por la comunidad musulmana. Los sunitas reconocen a los primeros cuatro califas como legítimos sucesores de Mahoma (califas Rashidun, o correctamente guiados), en tanto que los chiitas creen que Mahoma nombró explícitamente a Ali como su sucesor en Ghadir al-Jumm y el liderazgo musulmán le pertenecía por orden divina.[49]

Según Wilferd Madelung, el propio Ali estaba firmemente convencido de su legitimidad para el califato, basada en su estrecho parentesco con Mahoma, su conocimiento del Islam y sus méritos para servir su causa. Le dijo a Abu Bakr que su demora en jurarle lealtad (bay'a) se basaba en que creía en su propio derecho al califato. Ali no cambió de opinión cuando finalmente le juró lealtad a Abu Bakr y luego a Úmar y a Uthmán, pero lo hizo por el bien de la unidad del Islam, en un momento en el que estaba claro que los musulmanes no le querían.[49][66]​ Ali también creía que podía cumplir el papel de imán sin necesidad de ir a la batalla.[67]

Al comienzo del califato de Abu Bakr, hubo una disputa sobre la dote de Mahoma a su hija, especialmente el oasis de Fadak, entre Fátima y Ali de una parte y Abu Bakr por la otra. Fátima le pidió a Abu Bakr que les devolviera sus propiedades, las tierras de Fadak y Jáibar, pero Abu Bakr se negó y le dijo que los profetas no tenían ningún legado y que Fadak pertenecía a la comunidad musulmana. Abu Bakr le dijo: "El Apóstol de Alá dijo, no tenemos herederos, lo que dejemos es Sadaqa. Junto con Umm Ayman, Ali testificó sobre el hecho de que Mahoma se las había concedido a Fátima az-Zahra, cuando Abu Bakr le pidió que convocara a testigos para su reclamo. Fátima se enojó y dejó de hablarle a Abu Bakr hasta el día de su muerte.[68]​ Según algunas fuentes, 'Ali no prestó juramento de lealtad a Abu Bakr hasta algún tiempo después de la muerte de su esposa, Fátima, en el año 633.[4]

Ali juró lealtad al segundo califa, Úmar ibn Khattab, y lo ayudó como un consejero de confianza. Úmar confiaba particularmente en Ali como el juez principal de Medina. También le aconsejó a Úmar que estableciera la Hégira como el comienzo del calendario islámico. Úmar seguía las sugerencias de Ali en asuntos políticos y religiosos.[69]

Ali fue uno de los miembros del consejo electoral que eligió al tercer califa que fue designado por Úmar. Aunque Ali era uno de los dos candidatos principales, el consejo se inclinó en su contra. Sa'd ibn Abi Waqqas y Abdur Rahman bin Awf, que eran primos, estaban naturalmente inclinados a apoyar a Uthmán, quien era cuñado de Abdur Rahman. Además, Úmar dio el voto decisivo a Abdur Rahman, quien ofreció el califato a Ali con la condición de que gobernase de acuerdo con el Corán, con el ejemplo dado por Mahoma, y con los precedentes establecidos por los dos primeros califas. Ali rechazó la tercera condición, mientras que Uthmán la aceptó. Según los Comentarios de Ibn Abi al-Hadid sobre el pico de la elocuencia, Ali insistió en su prominencia a este punto, pero la mayoría de los electores apoyaron a Uthmán y se instó a Ali a aceptarlo a regañadientes.[70]

Uthmán ibn' Affan expresó generosidad hacia los miembros de su clan, el Banu Abd-Shams, que parecían tener control sobre él, y su supuesto maltrato arrogante hacia varios de los primeros compañeros como Abu Dharr al-Ghifari, Abd-Allah ibn Mas'ud y Ammar ibn Yasir provocó indignación entre algunos grupos de personas. Resistencia abierta en su contra surgió en 650-651 en la mayor parte del imperio.[71]​ El descontento contra su gobierno y contra los gobiernos por él designados no se limitaba a las provincias fuera de Arabia.[72]​ Cuando los miembros del clan de Uthmán, especialmente Marwán, ganaron control sobre él, los nobles compañeros, incluyendo a la mayoría de los miembros del consejo elector, se volvieron contra él o al menos le retiraron su apoyo, presionando al califa a que enmendara sus caminos y redujera la influencia de sus asertivos parientes.[73]

Para este momento, Ali había actuado como una influencia restrictiva sobre Uthmán sin oponerse directamente a él. En varias ocasiones Ali estuvo en desacuerdo con Uthmán en la aplicación de los Hudud, y había mostrado públicamente simpatía por Abu Dharr al-Ghifari y hablado enérgicamente en defensa de Ammar ibn Yasir. Ali transmitía a Uthmán las críticas de otros Compañeros y actuó en nombre de Uthmán como negociador con la oposición provincial que había llegado a Medina. Debido a esto parece haber surgido cierta desconfianza entre Ali y la familia de Uthmán. Ali trató de mitigar la severidad del asedio que se alzó contra Uthmán con su insistencia en que se le permitiera agua, y envió a sus hijos Hasán y Husáin a vigilar su casa.[4]

Existe controversia entre los historiadores sobre la relación entre Ali y Uthmán. Aunque prometió lealtad a Uthmán, Ali no estuvo de acuerdo con algunas de sus políticas. En particular, se enfrentó a Uthmán sobre la cuestión de la ley religiosa. Insistía en que se debía imponer un castigo religioso en varios casos, como los de Ubayd Allah ibn Umar y Walid ibn Uqba. En 650, durante la peregrinación, le reprochó a Uthmán sus cambios del ritual de oración. Cuando Uthmán declaró que tomaría todo lo que necesitara del fey' Ali exclamó que en ese caso el califa sería impedido por la fuerza. Ali se esforzó por proteger a compañeros como Ibn Mas'ud del maltrato por parte del califa.[74]​ Por lo tanto, algunos historiadores consideran a Ali uno de los principales miembros de la oposición contra Uthmán, si no el principal. Sin embargo, Wilferd Madelung rechaza esta conclusión debido al hecho de que Ali no tenía el apoyo de los coraichitas para ser elegido califa. Según él, ni siquiera hay evidencia de que Ali tuviese estrechas relaciones con rebeldes que apoyaran su califato, y mucho menos dirigió sus acciones.[75]​ Algunas otras fuentes dicen que Ali había actuado como una influencia restrictiva sobre Uthmán sin oponerse directamente a él.[4]​ Sin embargo, Madelung relata que Marwán le dijo a Zayn al-Abidin, el nieto de Ali, que "Nadie [entre la nobleza islámica] fue más tranquilo hacia nuestro maestro que vuestro maestro".[76]

Ali fue califa entre 656 y 661 durante la Primera Fitna, uno de los períodos más turbulentos de la historia musulmana. Dado que los conflictos en los que participó Ali se perpetuaron en la polémica historiografía sectaria, el material biográfico suele estar sesgado. Sin embargo, las fuentes coinciden en que era un hombre profundamente religioso, dedicado a la causa del Islam y al imperio de la justicia de acuerdo con el Corán y la Sunna. Las fuentes abundan en comentarios sobre su austeridad, su rigurosa observancia de los deberes religiosos y su desprendimiento de los bienes terrenales. Los autores han señalado que Ali se mantuvo firme en sus principios y no los comprometió en busca de su propio beneficio político.[77]

El asesinato de Uthmán significó que los rebeldes tuvieron que elegir un nuevo califa. Esto resultó difícil ya que los rebeldes se dividieron en varios grupos: los muhaŷirun, los ansar, los egipcios, los kufanos y los basoritas. Había tres candidatos: Ali, Talhah y Al-Zubayr, estos dos últimos compañeros del Profeta y parte de los diez de quien el Profeta dijera que irían al paraíso. Los acontecimientos exactos que llevaron al nombramiento y al reconocimiento público de Ali como califa por sobre Talhah y Al-Zubayr son relativamente inciertos y contradictorios.[78]

Primero, los rebeldes se acercaron a Ali y le ofrecieron el califato. Algunos de los compañeros trataron de persuadir a Ali para que aceptara el cargo,[79][80][81]​ pero él rechazó la oferta, solicitando que lo nombraran consejero en lugar de jefe.[82]​ Talhah, Zubayr y otros compañeros también rechazaron la oferta de los rebeldes. Por lo tanto, los rebeldes advirtieron a los habitantes de Medina que seleccionaran un califa dentro de un día, o tomarían medidas drásticas. Para resolver el estancamiento, los musulmanes se reunieron en la Mezquita del Profeta el 18 de junio de 656 para nombrar al califa. Al principio, Ali se negó a aceptar el cargo, simplemente porque sus partidarios más vigorosos eran rebeldes. Sin embargo, cuando algunos notables compañeros de Mahoma, además de los vecinos de Medina, le instaron a aceptar la oferta, finalmente accedió. Según la narración de Abu Mekhnaf, Talhah fue el primer compañero prominente que le dio su promesa a Ali, pero otros relatos afirmaron lo contrario, indicando que se vieron obligados a hacer su promesa. Además, Talhah y Al-Zubayr afirmaron más tarde que lo apoyaron solo a regañadientes. Independientemente, Ali refutó estas afirmaciones, insistiendo en que lo reconocieron como califa voluntariamente. Wilferd Madelung cree que la coacción no fue un factor y que se comprometieron públicamente en la mezquita.[83][84]​ Si bien la abrumadora mayoría de la población de Medina, así como muchos de los rebeldes, le juraron lealtad, algunas figuras o tribus importantes no lo hicieron. Los omeyas, parientes de Uthmán, huyeron al Levante o permanecieron en sus casas, negando más tarde la legitimidad de Ali. Sa'ad ibn Abi Waqqas estaba ausente y Abdullah ibn' Umar se abstuvo de jurar lealtad, pero ambos le aseguraron a Ali que no actuarían en su contra.[83][84]​ Ali heredó así el califato Rashidun, que se extendía desde Egipto en el occidente hasta los altiplanos iraníes en el oriente, mientras que la situación en el Hiyaz y las otras provincias en vísperas de su elección no estaba resuelta.

Uthmán había designado a miembros de su familia como gobernadores y en otros puestos de poder, y el descontento público con este nepotismo había sido uno de los factores que había provocado una rebelión en su contra.[85]​ Además, los gobernadores de Uthmán eran ampliamente conocidos por su corrupción y saqueo. Poco después de que Ali se convirtiera en califa, destituyó a los gobernadores de Uthmán inmediatamente, en contra del consejo de sus asesores de que no era políticamente prudente hacerlo, ya que se negaba a ser cómplice de su injusticia y corrupción.[86][87][88][89]​ Según Madelung, Ali estaba profundamente convencido de su derecho y de su misión religiosa, no estaba dispuesto a comprometer sus principios en aras de la conveniencia política y estaba dispuesto a luchar contra obstáculos abrumadores.[90]​ Algunos de los gobernadores nombrados por Uthmán fueron reemplazados, pero otros, como Muawiya (un pariente de Uthmán y gobernador del Levante), se negaron a someterse a las órdenes de Ali.[4]

La elección de Ali como califa fue pues, problemática y controvertida. Según las normas que Abu Bakr y Úmar habían establecido, como el que el nuevo califa fuera designado por consenso de una shura de compañeros del Profeta, el califato de Ali carecía de legitimidad. Asimismo, carecía de respaldo entre los coraichitas, quienes habían gozado de poder sobre la decisión gracias a las normas impuestas por Abu Bakr.[91]​ A la vez, Ali estaba firmemente convencido de la legitimidad de su nombramiento, con base en su parentesco cercano con el Profeta, su temprana aceptación y conocimiento del islam, y sus méritos militares y civiles al servir a la causa del islam.[91]​ La irregular elección, apoyada por los rebeldes de las provincias y por los Ansar (conversos al islam de Medina) a quienes Abu Bakr había privado del derecho al voto, dejó a la comunidad musulmana dividida profundamente en tres facciones:[92]​ Por una parte, Ali y sus partidarios. En segundo lugar, los omeyas, encabezados por Muawiya y Marwán, y sus partidarios que creían que el califato que habían obtenido a través de su pariente Uthmán se había convertido en 'su propiedad.' Finalmente, el grupo de la mayoría de coraichitas que esperaba restaurar el califato coraichita sobre los principios establecidos por Abu Bakr y Úmar. En tanto cada facción estaba lista para luchar por sus presuntos derechos, el Islam se vio envuelto en una brutal guerra interna que se extendió hasta después del fin del califato de Ali.

Cuando fue nombrado califa, Ali declaró ante los ciudadanos de Medina que la política musulmana había llegado a estar plagada de disensiones y discordias; deseaba purgar el islam de cualquier mal. Aconsejó a la población que se comportaran como verdaderos musulmanes, advirtiendo que no toleraría la sedición y que aquellos que fueran declarados culpables de actividades subversivas serían tratados con dureza. [93]

Aisha, la esposa favorita del Profeta, nunca le había perdonado a Ali que le hubiera sugerido a Mahoma que se divorciase de ella. Tras el asesinato de Uthmán, Aisha se unió a Talha, Al-Zubayr y a los Omeyas, especialmente Muawiya I y Marwán I (familiares de Uthmán), quienes supuestamente querían que Ali castigara a los alborotadores que habían matado a Uthmán.[94][95]​ Reunieron todos sus tropas con el supuesto propósito de capturar a los asesinos de Uthmán y acamparon cerca de Basora. Las conversaciones duraron muchos días y el acalorado intercambio y las protestas que siguieron durante el diálogo pasaron de las palabras a los golpes, lo que provocó la pérdida de vidas por ambas partes. En la confusión, estalló la Batalla del Camello (llamada así porque Aisha supervisaba a las tropas a lomo de camello) en 656, donde Tahla y Al-Zubayr murieron y Ali salió victorioso.[96]​ Se ha sugerido que el asesinato de Uthmán fue usado como un pretexto para buscar sus propias ambiciones políticas porque encontraron el califato de Ali en contra de su propio beneficio. Los rebeldes sostenían en cambio que Uthmán había sido justamente asesinado, por no gobernar según el Corán y la Sunna, y que por tanto, no debía invocarse ninguna venganza.[4][14][97]​Algunos afirmaban que el califato le había sido dado a Ali como un regalo de los rebeldes y que Ali no tenía la fuerza suficiente para controlarlos o castigarlos, mientras que otros afirmaban que Ali había aceptado el argumento de los rebeldes o que al menos no consideraba a Uthmán como un gobernante justo.[93]​ El propio Ali escribió, en el Nahj al-Balagha, que los omeyas lo culparon del asesinato de Uthmán.[98]

El conocimiento que los omeyas tenían de mí no les impidió acusarme, ni mi precedencia en la aceptación del Islam impidió que estas personas ignorantes me culparan. Las amonestaciones de Alá son más elocuentes que mi lengua. Soy el contendiente contra los que se apartan de la Fe y el oponente de quienes albergan dudas. Las incertidumbres deben colocarse ante el Corán, el Libro de Alá (para ser aclaradas). Ciertamente, la gente será recompensada según lo que tenga en su corazón. - Nahj al-Balagha: Sermón 75[98]

Los problemas de Ali no cesaron con su victoria en la batalla del Camello, pues le surgió un nuevo oponente, Muawiya, quien como se dijo antes era un miembro del clan omeya y familiar de Uthmán y tenía considerable poder sobre él, y quien le había nombrado gobernador de Siria. En tales circunstancias, se produjo un cisma que condujo a la primera guerra civil en la historia musulmana. Algunos musulmanes, conocidos como uthmaníes, y que incluían a Muawiya y sus partidarios consideraban a Uthmán como un califa legítimo y justo hasta el final, que había sido asesinado ilegalmente. Otros, conocidos como el partido de Ali, creían que Uthmán había caído en un error, había perdido el derecho al califato y había sido ejecutado legalmente por negarse a enmendar sus caminos o renunciar; por lo tanto, Ali era el Imam justo y verdadero y sus oponentes eran infieles. Esta no era la posición del propio Ali. Esta guerra civil generó divisiones permanentes dentro de la comunidad musulmana sobre quién tenía el derecho legítimo a ocupar el califato.[95]​ La Primera Fitna, 656–661, siguió pues al asesinato de Uthmán, continuó durante el califato de Ali y terminó cuando Muawiya asumió el califato, y se lamenta como el final de la unidad inicial de la umma (nación) islámica.[96]

Ali nombró a Abd Allah ibn al'-Abbas gobernador de Basora.[97]​ Muawiyah, entretanto, rechazó las demandas de lealtad de Ali. Ali abrió negociaciones, pero Muawiya insistió en la autonomía de su gobierno en Siria. Muawiya movilizó un ejército y se negó a rendir lealtad a Ali con el pretexto de que su grupo no había participado en las elecciones. Ali respondió trasladando sus ejércitos al norte y los dos bandos acamparon en Siffin durante más de cien días, la mayor parte del tiempo se pasó en negociaciones. Aunque Ali intercambió varias cartas con Muawiya, no logró hacerlo retirar ni persuadirlo de que le jurara lealtad. Las constantes escaramuzas entre las partes finalmente dieron inicio a la batalla de Siffín en 657.[4][99]

Tras una semana de combate una violenta batalla nocturna, conocida como Laylat al-Harir (la noche del clamor), estalló. El ejército de Muawiya estaba a punto de ser derrotado cuando Amr ibn al-As le aconsejó a Muawiya que hiciera que sus soldados izaran mus'haf (pergaminos inscritos con versículos del Corán o copias completas del mismo) en las puntas de sus lanza para así causar desacuerdos y confusión entre el ejército de Ali.[4][99][101]​ Ali entendió la estratagema, pero solo una minoría de sus tropas quería continuar con la guerra.[49]​ Los dos ejércitos finalmente acordaron resolver el asunto de quién debería ser califa mediante arbitraje. La negativa del grupo más grande dentro del ejército de Ali a luchar fue el factor decisivo en su aceptación de este arbitraje. El califa se adhirió a la voluntad de la mayoría en su ejército y aceptó la propuesta de arbitraje.[102]​ Además, Ali estuvo de acuerdo con la demanda de Amr de omitir su título formal de amīr al-muʾminīn (comandante de los fieles o príncipe de los creyentes, el título tradicional de un califa), del documento de arbitraje inicial redactado el 2 de agosto.[103][104]​ Según Kennedy, el acuerdo obligó a Ali "a negociar con Mu'awiya en igualdad de condiciones y abandonar su derecho indiscutible a liderar la comunidad",[105]​ y Madelung afirma que "le dio a Mu'awiya una victoria moral" antes de inducir una "desastrosa división en las filas de los hombres de Ali".[106]

La cuestión de si el árbitro escogido representaría a Ali o a los Kufanos provocó una nueva división en el ejército de Ali. Ash'ath ibn Qays y algunos otros rechazaron a los nominados de Ali, Abd Allah ibn' Abbas y Malik al-Ashtar, e insistieron en que Abu Musa al-Ash'ari, fuera el árbitro por su neutralidad. Finalmente, se instó a Ali a aceptar a Abu Musa. En el otro bando, Amr ibn al-As fue designado por Muawiya como su árbitro. Siete meses después de la batalla, en febrero de 658, los dos árbitros se reunieron en Adhruh a unos 14 kilómetros al noroeste de Maan en Jordania. Amr ibn al-As convenció a Abu Musa Ash'ari de que tanto Ali como Muawiya debían dimitir y elegir un nuevo califa. Ali y sus seguidores quedaron atónitos por la decisión, que había rebajado al califa al estatus del rebelde Muawiya. Así pues, Muawiyah y Amr ibn al-As fueron más listos que Ali.[107][108]​ Cuando los árbitros se reunieron en Daumet-ul-Jandal, se organizaron una serie de reuniones diarias para discutir los asuntos en cuestión. Cuando llegó el momento de tomar una decisión sobre el califato, Amr bin al-As convenció a Abu Musa al-Ashari de que debían privar tanto a Ali como a Muawiya del califato, y dar a los musulmanes el derecho a elegir al califa. Abu Musa al-Ashari también estuvo de acuerdo.[109]​ Según Poonawala, parece que los árbitros y otras personas eminentes, excluyendo a los representantes de Ali, se reunieron en enero de 659 a discutir la selección del nuevo califa. Amr entonces apoyó a Muawiya, mientras que Abu Musa prefirió a su yerno, Abdullah ibn Umar, pero este último se negó a presentarse a las elecciones por falta de unanimidad. Entonces Abu Musa propuso, y Amr estuvo de acuerdo, en deponer tanto a Ali como a Muawiya y someter la selección del nuevo califa a una Shura. En la declaración pública que siguió, Abu Musa observó su parte del acuerdo, pero Amr declaró a Ali depuesto y confirmó a Muawiya como califa.[4]

Ali se negó a aceptar esta situación y se encontró técnicamente en violación de su promesa de cumplir con el arbitraje.[110][111][112]​ Ali protestó que tal decisión era contraria al Corán y la Sunna y por lo tanto no vinculante. Luego trató de armar un nuevo ejército, pero solo los Ansar, los remanentes de los Qurra liderados por Malik Ashtar, y algunos miembros de su clan le permanecieron leales.[4]​ Esto puso a Ali en una posición débil incluso entre sus propios seguidores [128]. El arbitraje resultó en la disolución de la coalición de 'Ali, y algunos han opinado que esa era la intención de Muawiyah.[113][114]

Para hacer la situación peor para Muawiya, un vociferante grupo de sus partidarios rechazó el acuerdo y, finalmente, se volvió contra él, exigiendo que los musulmanes se adhirieran solo al "juicio de Dios" (la hukma illa li-llah, manifestado en el campo de batalla y en los mandamientos judiciales del Corán) en lugar de juicios humanos falibles ejercidos en el arbitraje. Este grupo de unos 12,000 hombres, conocido como los Qurra, había participado en el asesinato de Uthmán. Se retiraron en Kufa y se instalaron en Harura, y llegaron a ser conocido como los Jariyitas ("los que se van"), y empezaron a considerar infieles a todos sus enemigos.[115]​ Así, en tanto el arbitraje acordado en Siffin no había resuelto el conflicto, la comunidad islámica se dividió en tres grupos rivales: los partidarios de Ali, los partidarios de Muawiya y los jariyitas.

Los jariyitas rehusaron negociar con Ali, a quien empezaron a llamar infiel (kafir) por aceptar el arbitraje y se negaron a apoyarle en contra de Muawiya. Ali decidió dejarlos, pero cuando empezaron a asesinar a sus partidarios, incluyendo al gobernador de Nahrawan, Ali decidió que debía enfrentarlos. En 659, las fuerzas de Ali y los jariyitas se encontraron en la batalla de Nahrawan.[109][109][116][115]​ Aunque Ali ganó la batalla por un gran margen, el conflicto constante había comenzado a afectar su posición.[109]​ Mientras lidiaba con los iraquíes, a Ali le resultó difícil construir un ejército disciplinado e instituciones estatales eficaces. También pasó mucho tiempo luchando contra los jariyitas, quienes no desaparecieron con la victoria en Nahrawan y de hecho seguirían rebelándose por décadas contra los omeyas y contra los primeros gobiernos abasíes. Como resultado, a Ali le resultó difícil expandir el estado en su frente oriental.[117]

Casi de manera simultánea, disturbios se estaban gestando en Egipto. El gobernador de Egipto, Qais, fue llamado, y Ali lo reemplazó por Muhammad ibn Abi Bakr (el hermano de Aisha e hijo del primer califa del Islam, Abu Bakr, y a quien Ali había tomado como su hijo adoptivo). Muawiya autorizó entonces a Amr ibn al-'As a movilizarse contra Egipto y Amr finalmente lo conquistó por segunda vez en su carrera.[118]​ Amr había capturado Egipto de mano de los romanos por primera vez dieciocho años antes, pero había sido despedido por Uthmán.[118]​ Muhammad ibn Abi Bakr no tenía respaldo popular en Egipto y aunque logró reunir a 2,000 hombres, se dispersaron sin luchar.[118]​ La capital provincial de Fustat fue capturada y Muhámmad fue ejecutado por orden de Mu'awiya ibn Hudayj, líder de los rebeldes pro-utmanitas.[119]​ La pérdida de Egipto fue un gran golpe para la autoridad de Ali, quien tenía las manos ocupadas luchando contra los desertores jariyitas en Irak, y cuyo control en Basora y las dependencias del este y el sur de Irak se estaba erosionando.[120][121]

En los años siguientes, el ejército de Muawiya ocupó muchas ciudades de Irak, lo que los gobernadores de Ali no pudieron evitar, y la gente no ofreció apoyo para la defensa. Mu'awiya se había abstenido de lanzar un asalto directo contra Ali.[121]​ En cambio, su estrategia consistió en sobornar a los jefes tribales del ejército de Ali para que se pasaran a su lado, y en hostigar a los habitantes a lo largo de la frontera occidental de Irak.[121]​ La primera incursión fue realizada por al-Dahhak ibn Qays al-Fihri contra nómadas y peregrinos musulmanes en el desierto al oeste de Kufa.[122]​ A esto le siguió un fallido ataque de Nu'man ibn Bashir al-Ansari contra la ciudad Ayn al-Tamr, y luego, en el verano de 660, incursiones exitosas de Sufyan ibn Awf contra las ciudades de Hit y Anbar.[123]​ En 659/660, Mu'awiya expandió las operaciones al Hiyaz (Arabia occidental, donde se encuentran La Meca y Medina), enviando a Abd Allah ibn Mas'ada al-Fazari a recoger el impuesto de limosna y a obtener promesas de lealtad a Mu'awiya por parte de los habitantes del oasis Taima.[124]​ Esta incursión inicial fue derrotada por los kufanos,[124]​ mientras que un intento de obtener promesas de lealtad de los coraichitas de La Meca en abril de 660 también fracasó.[125]​ En el verano, Mu'awiya envió un gran ejército bajo el comando de Busr ibn Abi Artat a conquistar el Hiyaz y Yemen.[126]​ Ordenó a Busr que intimidara a los habitantes de Medina sin lastimarlos, que dejara en paz a los mecanos, y que matara a cualquiera en Yemen que se negara a jurar lealtad.[127]​ Busr avanzó a través de Medina, La Meca y Ta'if, sin encontrar resistencia y obteniendo reconocimiento para Mu'awiya de esas ciudades.[128]​ En Yemen, Busr ejecutó a varios notables en Naŷrán y sus alrededores debido a que habían criticado a Uthmán en el pasado o por tener vínculos con Ali, y masacró a numerosos miembros de la tribu Hamdan y habitantes de Sana'a y Ma'rib.[129]​ Antes de que pudiera continuar su campaña en Hadramaut, se retiró al acercarse un ejército de apoyo de los kufanos.[130]

Así, para el final de este periodo, Muawiyah dominaba Egipto, el Hiyaz, Yemen y otras áreas.[131]​ En el último año del califato de Ali, el estado de ánimo en Kufa y Basora cambió a su favor ya que la gente se desilusionó con el reinado y las políticas de Muawiyah. Sin embargo, la actitud de la gente hacia Ali difería profundamente. Solo una pequeña minoría de ellos creía que Ali era el mejor musulmán después de Mahoma y el único con derecho a gobernarlos, mientras que la mayoría lo apoyaba solo gracias a que desconfiaban y se oponían a Muawiya.[132]

La noticia de las acciones de Busr en Arabia impulsó a las tropas de Ali a unirse en la campaña que tenía planificada contra Mu'awiya,[133]​ pero la expedición fue abortada como resultado del asesinato de Ali por un jariyita en enero de 661 (40 AH).[134]​ Fue asesinado por un muradita fanático de la secta de los jariyitas, Abd al-Rahman ibn Mulyam, quienes planeaban matar al mismo tiempo a Muawiyya, pero su plan falló. El 19 de Ramadán de 40 AH, lo que correspondería al 25/26 de enero de 661 d.C., mientras rezaba en la gran mezquita de Kufa, Ali fue atacado por Ibn Mulyam. Fue herido por la espada envenenada de Ibn Mulyam mientras se postraba en el Rezo de Fachr. Alí ordenó a sus hijos que no atacasen a los jariyíes. En caso de que sobreviviera, Ibn Mulyam sería indultado, mientras que si moría, Ibn Mulyam debería recibir solo un golpe igual (independientemente de si moría o no por el golpe).

Alí murió pocos días después, el 31 de enero de 661 d.C. (21 de Ramadán de 40 AH). Hasan cumplió el Qiṣāṣ (Castigo por ley del talión) y le dio igual castigo a Ibn Mulyam tras de la muerte de Alí.[135][136]​ La proclamación de Muawiyya como Califa, en el 661, pone fin a la época llamada en la historia del islam «de los califas bien guiados» o «califas ortodoxos» (Abu Bakr, Ómar, Otmán y Alí) e inaugura el califato omeya, con capital en Damasco.

La muerte de Alí no cerró la cuestión sucesoria, ya que sus partidarios pronto se rebelaron contra el Califa de Damasco aclamando a los hijos de Alí (Hasan, y a la muerte de él, Huséin) como legítimos sucesores y nietos, del profeta.

El personaje de Alí goza de gran popularidad en el mundo islámico, sobre todo, lógicamente, entre los chiíes. Su mausoleo en la ciudad de Náyaf es un importante lugar de devoción chií y suní.

Después de la muerte de Ali, los musulmanes de Kufa le juraron lealtad a su hijo mayor Hasan, ya que Ali en muchas ocasiones había declarado que solo la gente de la Casa de Mahoma tenía derecho a gobernar la comunidad musulmana.[137]​ Para ese momento, Muawiya dominaba tanto el Levante como Egipto y, como comandante de la fuerza más grande del imperio musulmán, se había declarado califa y había llevado a su ejército a Irak, la sede del califato de Hasan.

Siguió la guerra durante la cual Muawiya puso a su favor gradualmente a los generales y comandantes del ejército de Hasan con grandes sumas de dinero y promesas engañosas hasta que el ejército se rebeló contra él. Finalmente, Hasan se vio obligado a hacer las paces y cederle el califato a Muawiya. Muawiya luego transformó el califato en un reino secular (Sultanato). El califato omeya se convirtió más tarde en una monarquía centralizada bajo Abd al-Málik ibn Marwán.[138]

Los omeyas ejercieron una presión extrema sobre la familia de Ali y sus chiitas. Maldecir públicamente al Imam Ali en las oraciones congregacionales se convirtió en una práctica regular hasta que Úmar ibn Abd al-Aziz abolió la práctica, 60 años después.[76]

Madelung escribe:

La altanería, el desgobierno y la represión de los omeyas iban a convertir gradualmente a la minoría de admiradores de Ali en una mayoría. En la memoria de las generaciones posteriores, Ali se convirtió en el Comandante de los Fieles ideal. Frente al falso reclamo omeya sobre su legítima soberanía en el islam como Vice-regentes de Dios en la tierra, y en vista de la traición omeya, su gobierno arbitrario y divisivo y su retribución vengativa, llegaron a apreciar su honestidad [la de Ali], su inquebrantable devoción al reinado del Islam, su profunda lealtad personal, su trato equitativo a todos sus seguidores y su generosidad al perdonar a sus enemigos derrotados.[139]

Ibn Abi'l-Hadid narra lo siguiente sobre el trato omeya hacia Ali y sus seguidores:

"Todo el mundo sabe que cuando los omeyas tomaron las riendas del mundo islámico, no escatimaron esfuerzos para apagar la luz de Ali e inventar fallas en su contra. Además, tomaron la decisión de maldecirlo abiertamente desde los minbares de sus mezquitas y sentenciaron a muerte a cualquiera que mencionara alguno de sus incalculables méritos. También impidieron que la gente relatara cualquier narración que pudiera referirse a alguno de sus elogios. Finalmente, incluso impidieron que la gente llamara a sus recién nacidos por su nombre."[29]: 6 

Según Ash-Shayj Al-Mufid, Alí no quería que su tumba fuera profanada por sus enemigos y por lo tanto pidió a sus amigos y familia que lo enterraran en secreto. Esta tumba secreta fue revelada más tarde, durante el califato abasí por el Imam Yafar al-Sadiq, su descendiente y sexto Imam de los chiitas. La mayoría de los chiitas aceptan que Ali está enterrado en la tumba del Imam Ali en la mezquita del Imán Ali en lo que ahora es la ciudad de Náyaf, que creció alrededor de la mezquita y santuario llamado la Mezquita del Imán Ali.[140]

Sin embargo otra historia, por lo general mantenida por algunos afganos, señala que su cuerpo fue llevado y enterrado en la ciudad afgana de Mazar-e-Sharif en la famosa Mezquita Azul o Rawze-e-Sharif.[141]

Ali es respetado no solo como un guerrero y líder, sino como un escritor y autoridad religiosa. Una numerosa gama de disciplinas de la teología y la exégesis, de la caligrafía y la numerología, de la ley y el misticismo de la gramática y retórica árabe se consideran que fueron esbozadas primero por Ali según un Hadiz que es narrado por chiitas y sufíes: Mahoma dijo de él "Soy la ciudad del conocimiento y Ali es su puerta...".[142][143]

Los musulmanes consideran a Ali como una autoridad importante en el islam. El propio Ali da este testimonio:

Ni un solo versículo del Corán descendió sobre (fue revelado a) el Mensajero de Dios, que no procediera a dictármelo y hacérmelo recitar. Me gustaría escribir con mi propia mano, y me gustaría que se instruyera en el tafsir (la explicación literal) y el ta'wil (la exégesis espiritual), la nasij (el versículo que abroga) y el mansuj (el verso abrogado), la muhkam y la mutashabih (Fijo y Ambiguo), lo particular y lo general.[144]

Según Seyyed Hossein Nasr, a Ali se le atribuye haber establecido la teología islámica y sus citas contienen las primeras pruebas racionales entre los musulmanes de la Unicidad de Dios. Ibn Abi al-Hadid ha citado:[145]

En cuanto a la teosofía y el tratamiento de los asuntos de la divinidad, no era un arte árabe. Nada de eso era conocido entre sus ilustres o los de rangos inferiores. Este arte era patrimonio exclusivo de Grecia, cuyos sabios eran sus únicos expositores. El primero entre los árabes en tratar sobre él fue Ali.[146]

En adelante en la filosofía islámica, sobre todo en las enseñanzas de Mulla Sadra y sus seguidores, como Allameh Tabatabaei, refranes y sermones de Ali fueron considerados cada vez más como fuentes centrales de conocimiento metafísico, o la filosofía divina. Los miembros de la escuela de Sadra consideran a Ali como el metafísico supremo del islam.[1]

De acuerdo con Henry Corbin, el Nahch al-balagha (La cumbre de la elocuencia) puede ser considerado como una de las fuentes más importantes de las doctrinas profesadas por los pensadores chiíes, especialmente después del 1500. Su influencia se puede detectar en la coordinación lógica de términos, la deducción de conclusiones correctas, y la creación de ciertos términos técnicos en árabe, que entraron en el lenguaje literario y el lenguaje filosófico independientemente de la traducción al árabe de los textos griegos.[145][144]

Ali fue también un gran estudioso de la literatura árabe y fue pionero en el campo de la gramática árabe y la retórica. Numerosas frases cortas de Ali se han convertido en parte de la cultura islámica en general y se citan como aforismos y proverbios en la vida diaria. También se han convertido en la base de obras literarias o se han integrado en verso poético en muchos idiomas. Ya en el siglo VIII, las autoridades literarias como 'Abd al-Hamid Ibn Yahya al-Amiri señalaron la elocuencia sin par de los sermones y dichos de Ali, al igual que al-Jahiz en el siglo siguiente.[1]

Incluso el personal en el Diván de los Omeyas recitaban los sermones de Ali para mejorar su elocuencia.[147]​ Por supuesto, La cumbre de la elocuencia (Nahch al-balagha) es un extracto de las citas de Ali desde un punto de vista literal como su compilador menciona en el prefacio, mientras que hay muchas otras citas, oraciones (du'as), sermones y cartas en otros libros literarios, históricos y religiosos.

Además, algunas ciencias ocultas o de ocultismo como el jafr, numerología islámica o la ciencia del significado simbólico de las letras del alfabeto árabe, se dice que fue establecido por Ali a través de sus estudios de los textos de al-Jafr y al-Jamia.[1]

La recopilación de sermones, conferencias y citas atribuidas a Ali se compilan en forma de varios libros.

Los dichos de Ali Ibn Abi Tálib en este libro tienen tres partes:

-La primera parte: sermones y mandatos.

-La segunda parte: las cartas y testimonios.

-La tercera parte: las palabras, dichos y consejos cortos.

Muchas personas famosas como Abdol Hamid kateb (siglo II después de la hégira), Jahez (siglo III), Qodamah Ibn Yaafar (siglo IV), Ibn Abel Hadid (siglo VI) y Khalil Ibn Ahmad Farahidi (siglo VIII), destacan los dichos de Ali. Jahez en su libro, Al-bayan va al-tebiyan dijo: Si hubiéramos tenido estos dichos (de Nahj ol Balaghah), nos habría sido bastante, ya estas palabras son valores y nos afirman sobre la elocuencia de Ali Ibn Abi Tálib.

Ali al-Najdi, el jefe de la universidad de Gaherah en su libro dice: una forma de música hay en la palabra de Ali Ibn Abi Tálib que influencia en nuestra alma y nuestro corazón, la verdad muy ordenada se parece a un poema.

Jorj Saman, Jordaq, que escribió unos libros sobre el Nahŷ al-balaghe, dijo: "No he visto a ningún escritor como Ali Ibn Abi Tálib, por eso no he escrito de nadie excepto de Ali Ibn Abi Tálib."

Sheij Muhammad Abdeh, uno de los científicos del Egipto musulmán, cuando conoció el Nahŷ al-balaga, fue a compartirlo entre los jóvenes egipcios, y escribe en su libro: no hay nadie entre los árabes sino la palabra de Ali Ibn Abi Tálib después de la palabra de Dios, y como profeta del islam es una palabra más elocuente y universal.[148]

Hay varios comentarios sobre el pico de la elocuencia por los sunitas y los chiitas como los comentarios de Ibn Abi al-Hadid y comentarios de Muhammad Abdu.

A excepción de Mahoma, no hay nadie en la historia islámica de quien tanto se haya escrito en las lenguas islámicas como Ali.[1]​ En la cultura musulmana, Ali es respetado por su coraje, el conocimiento, las creencias, la honestidad, la devoción inquebrantable al islam, en el fondo la lealtad a Mahoma, la igualdad de trato de todos los musulmanes y generosidad al perdonar a sus enemigos derrotados, y por lo tanto es fundamental en las tradiciones místicas del islam, como el sufismo. Ali conserva su estatura como una autoridad en la exégesis coránica, la jurisprudencia islámica y el pensamiento religioso.[141]​ Ali tiene una alta posición en casi todos los órdenes sufíes que trazan su linaje a través de él a Mahoma. La influencia de Ali ha sido importante a lo largo de la historia islámica.[1]

Los chiitas consideran a Ali como la figura más importante después de Mahoma.[151]​ De acuerdo con ellos, Mahoma sugirió en varias ocasiones durante su vida que Ali debía ser el líder de los musulmanes después de su muerte. Esto es apoyado por numerosos hadices que han sido narrados por los chiitas, incluyendo el «Hadiz del Jumm»: De quien yo sea su Mawla (guía, líder religioso y político), éste, Alí, es su Mawla ¡Dios mío! Sé amigo de quien sea su amigo, y enemigo de su enemigo, y auxilia a quien lo auxilie, y humilla a quien lo humille, y haz morar la verdad con él donde se encuentre.,[54]Hadiz de las dos cosas pesadas, Hadiz de la pluma y el papel, Hadiz de la capa, Hadiz de la posición, Hadiz de la invitación de las familias cercanas y Hadiz de los doce sucesores.

De acuerdo con este punto de vista, Ali como el sucesor de Mahoma no solo gobernó sobre la comunidad en la justicia, sino también interpretó la Sharia o Ley y su significado esotérico. De ahí que se le consideraba como exento de error y pecado (infalible- Ismah), y nombrado por Dios por decreto divino - nass (en:) - a través de Mahoma. Se cree entre los chiitas duodecimanos e ismailíes que 'AQL, la sabiduría divina, era la fuente de las almas de los Profetas y los Imames y les dio el conocimiento esotérico llamado Hikmah y que sus sufrimientos eran un medio de la gracia divina a sus devotos.[1]​ A pesar de que el Imán no era el destinatario de una revelación divina, él tenía una relación estrecha con Dios, a través del cual Dios lo guía, y el Imam a su vez, guía y dirige a las personas. Sus palabras y acciones son una guía y modelo a seguir para la comunidad; como consecuencia se trata de una fuente de la ley sharia.[152][153][143]

Peregrinos chiitas suelen ir al santuario de Ali en Náyaf en peregrinación, rezan allí y leen el "Ziyarat Amin Allah" u otro Ziyaratnamehs. Bajo el Imperio safávida, su tumba se convirtió en el foco de mucha atención devota, ejemplificada en la peregrinación realizada por el Shah Ismail I a Náyaf y Kerbala.[154]

Los musulmanes suníes consideran a Ali con gran respeto como uno de los Ahl al-Bayt (literalmente: "la gente de la casa -del Profeta-) y el último de los califas Rashidun, así como uno de los líderes más influyentes y respetados en el islam. También, él es uno de los Al-Asharatu Mubashsharun, los Diez Compañeros de Mahoma a quien el profeta prometió el Paraíso.

Casi todas las órdenes sufíes remontan su linaje a través de Mahoma desde Ali; una excepción son los Naqshbandi, que pasan por Abu Bakr, pero incluso en esta orden, estuvo Yafar al-Sadiq, el tataranieto de Ali. Los sufíes creen que Ali heredó de Mahoma el poder santo (wilayah) que hace que el viaje espiritual a Dios sea posible.[1]

Eminentes Sufíes como Ali Hujwiri afirman que su tradición comenzó con Ali y Junayd de Bagdad considerando a Ali como el jeque de los principios y prácticas del sufismo.[155]

Los sufíes recitan el Manqabat Ali en alabanza a Ali.

Ali aparece en algunas tradiciones prohibiendo a los que le buscaban adorarlo en vida.[156][144]

Algunos grupos como los Alauitas (Nusayri árabe: نصيرية), creen que Ali era Dios encarnado. Son descritos como ghulat (Ar: غلاة) "exageradores" por la mayoría de los eruditos islámicos. Estos grupos, según los musulmanes tradicionalistas, abandonaron el islam debido a su exageración de rasgos loables de un ser humano.[156]

Entre los Ali-Illahitas, un culto sincrético, existe la creencia de que se han producido sucesivas encarnaciones de su Deidad a lo largo de la historia, manteniendo particular reverencia por Ali, el yerno de Mahoma, quien es considerado una de tales encarnaciones.[157]

Los Drusos creen que Dios se encarnó en algunos seres humanos, especialmente en Ali y sus descendientes, entre ellos Al-Hakim bi-Amr Allah.

Ernest Renan (filólogo e historiador francés):

«‘Alî, el verdadero representante de la tradición primitiva del islam, fue durante su vida entera un hombre inconcebible, y su elección no fue jamás tomada en serio en las provincias. De todas partes se tendía la mano a la familia de los Omeyas, que por costumbre e intereses se había hecho siria. Ahora bien, la ortodoxia de los Omeyas era muy sospechosa. Bebían vino, practicaban ritos del paganismo, no hacían caso alguno de la tradición, de las costumbres musulmanas, ni del carácter sagrado de los amigos de Mahoma. Así se explica el sorprendente espectáculo que ofrece el primer siglo de la hégira, ocupado por completo en exterminar a los musulmanes primitivos, los verdaderos padres del islam. ‘Alî, el más santo de los hombres, el hijo adoptivo del profeta; ‘Alî, a quien Mahoma había proclamado vicario suyo, es implacablemente degollado. Husséin y Hassan, sus hijos, que Mahoma había hecho saltar en sus rodillas y cubierto de besos, son degollados».[158]

«El caballero árabe se llama faris y sus virtudes son: el valor, la fidelidad, el amor a la verdad, la protección concedida a las viudas, a los huérfanos y a los pobres, la generosidad... Todas estas virtudes caracterizan igualmente a ‘Alî b. abi Tâlib, el héroe del “Libro de las batallas”. ‘Alî es el paladín invencible, cuyo valor no tiene medida... Como los héroes de las epopeyas o libros de caballerías, ‘Alî tiene también sobrenombres significadores. Tabarí nos cuenta que el propio ‘Alî estaba orgulloso y gustaba que se le llamase por su apodo de Abu Turab ‘el hombre de polvo’... Otros sobrenombres que recibe ‘Alî hacen alusión a sus cualidades guerreras. Así es denominado Haydar o Assad, que significa ‘león’, y también Gâlib, que equivale en español a vencedor... El sable de ‘Alî, como el de todo caballero, tiene también su nombre, se llama Du-l-Faqar, o Du-l-Fiqar en las leyendas aljamiadas. Este sable, que se hizo proverbial entre los árabes del Hiŷaz, perteneció en un principio a Mahoma; el profeta lo había encontrado en el botín de Badr. Originalmente se le representó dotado de dos filos... La tradición o hadiz, recogida por Tabarí, nos cuenta cómo se hizo la transmisión: ‘Alî, en la batalla de Uhud, combatía en las primeras filas. Dio un golpe en la cabeza de un infiel, que se cubría con un casco muy resistente; se rompió el casco y mató al enemigo, pero su sable se quebró. ‘Alî volvió al profeta y le dijo: “Oh enviado de Dios, he matado de un golpe de sable a un infiel, pero mi sable se ha partido, y no tengo otro”. El profeta le dio entonces su sable Du-l-faqar, pensando que no lo cogería y no lo podría manejar. Sin embargo, ‘Alî, cogiendo el sable, se lanzó de nuevo a la lucha. El profeta le vio luchar con violencia, golpeando con Du-l-Faqar adelante y atrás, a la derecha y a izquierda. ‘Alî golpeó a uno de los Quraish, que se cubría con un escudo, de forma tal que el sable penetró a través del escudo y del casco, hendió la cabeza de este hombre y atravesó su cuerpo hasta el pecho. El profeta, viendo esta hazaña, dijo: “No hay sable como Du-l-Faqar, y no hay héroe como ‘Alî” » ().[159]

«El nacimiento, el parentesco, el carácter de ‘Alî, que lo exaltaba de entre el resto de los hombres de su tierra, justifican plenamente su designación como Califa y único sucesor de Mahoma. El hijo de Abu Tâlib era, por derecho propio, el jefe de los Bani Háshim y el príncipe heredero o guardián de la ciudad de La Meca y de la Kaaba. ‘Alî poseía las cualidades de un poeta, un soldado, y un santo: su prudencia y sabiduría aún perduran en una extensa colección de enseñanzas morales y proverbios filosóficos, y cada uno de sus antagonistas, en los combates de la lengua y de la espada, fueron abatidos por su elocuencia y su valor. Desde la primera hora de su misión hasta los últimos rituales de su funeral, el Mensajero no fue jamás olvidado por el generoso amigo, al cual gustaba llamar su hermano, su substituto, y el fiel Aarón de un segundo Moisés».[160]

Él era de la rama noble de la noble raza de Koreish. Poseía las tres cualidades más preciadas por los árabes: el coraje, la elocuencia y la munificencia. Su espíritu intrépido le había ganado desde el profeta la denominación de El León de Dios; ejemplares de su elocuencia se mantienen en algunos versos y refranes conservados entre los árabes; y su generosidad se manifiesta en el intercambio entre otros, todos los viernes, lo que quedaba en la tesorería. Por su magnanimidad, hemos dado repetidos casos; su noble desprecio de todo lo falso y media, y la ausencia en su conducta de todo como la intriga egoísta.[161]

Una criatura noble de mente, ya que muestra a sí mismo, ahora y siempre después; lleno de afecto, de la audacia de fuego. Algo caballeresco en él; valiente como un león; sin embargo, con una gracia, una verdad y afecto digna de la caballería cristiana.[162]

Dotado de una inteligencia clara, cálida en el afecto, y confiando en la amistad, que era desde el corazón y el alma devota infancia al Profeta. Sencillo, tranquilo, y poco ambicioso, cuando en días después obtuvo el imperio de la mitad del mundo musulmán, fue más bien empuje sobre él de lo que se busca.[163]

Él tenía un desprecio del mundo, su esplendor y la pompa, temía mucho a Dios, dio muchas limosnas, fue solo en todas sus acciones, humilde y afable; de un rápido ingenio superior y de un ingenio que no era común, fue muy aprendido, no en aquellas ciencias que terminan en especulaciones, sino aquellas que se extienden a la práctica.[164]

Una cosa particular que merece ser notado es que su madre fue entregada a él en La Meca, en el propio mismo templo; lo que nunca sucedió a cualquier otra persona.[165]

En mi opinión, 'Alī fue el primer árabe en tener contacto y conversar con el alma universal. Murió, mientras la oración estaba entre sus dos labios. Los árabes no se dieron cuenta de su valor hasta que apareció entre sus persas vecinos algunos que conocían la diferencia entre gemas y gravas.[166][167]



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