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Longobardo



Indoeuropea
Germánica
Altogermánica

Los lombardos (en latín, langobardi, de donde procede el nombre alternativo de longobardos) fueron un pueblo germánico originario del norte de Europa que se asentó en el valle del Danubio y desde allí invadió la Italia bizantina en 568 d.C. bajo el liderazgo de Alboino. Establecieron el Reino lombardo de Italia, que duró hasta el año 774 d.C., cuando fue conquistado por los francos.

El relato completo de los orígenes lombardos, su historia y prácticas, se halla en la Historia gentis Langobardorum (Historia de los lombardos) de Pablo el Diácono, escrita en el siglo VIII. La principal fuente de Pablo en cuanto a los orígenes lombardos, sin embargo, es la obra del siglo VII Origo gentis Langobardorum (Origen del pueblo lombardo).

El Origo narra la historia de una pequeña tribu llamada los Winnili[1]​ que habitaban en el sur de Escandinavia[2]​ (Scadanan) (el Codex Gothanus escribe que los Winnili primero habitaban cerca de un río llamado Vindilicus en su frontera extrema de la Galia.)[3]​ Los Winnili se dividieron en tres grupos y una parte dejó la tierra natal para buscar campos extranjeros. La razón del éxodo fue probablemente la superpoblación.[4]​ La gente que se marchó estaba guiada por los hermanos Ybor y Aio y su madre Gambara[5]​ y llegaron a las tierras de Scoringa, quizás la costa báltica[6]​ o el Bardengau en las orillas del Elba.[7]​ Scoringa estaba gobernada por los vándalos y sus jefes, los hermanos Ambri y Assi, quienes concedieron a los Winnili elegir entre el tributo o la guerra.

Los winnili eran jóvenes y valientes y rechazaron pagar tributo, diciendo «Es mejor conservar la libertad por las armas que mancharla con el pago del tributo».[8]​ Los vándalos se prepararon para la guerra y consultaron a Godan (el dios Odín[2]​), quien contestó que concedería la victoria a aquellos a quienes él viera en primer lugar al amanecer.[9]​ Los winnili eran menos numerosos[8]​ y Gambara buscó la ayuda de Frea[2]​), quien le aconsejó que todas las mujeres winnili debían atar sus cabellos debajo de sus caras como si fueran barbas y marchar junto con sus esposos. Al amanecer, Frea giró la cama de su marido hacia el oriente y le despertó. Así que Godan vio a los winnili primero, y preguntó, «¿Quiénes son estos que llevan largas barbas?» y Frea contestó, «Señor, tú les has dado el nombre, ahora concédeles también la victoria».[10]​ Desde entonces, los winnili fueron conocidos como los langobardos (latinizado e italianizado como lombardos).

Cuando Pablo el Diácono escribió la Historia entre 787 y 796, era un monje católico y devoto cristiano. Por ello, pensaba que las historias paganas de su gente eran «tontas» y «ridículas».[9][11]​ Pablo explicó que el nombre «langobardo» venía de la longitud de sus barbas, por las palabras germánicas lang ‘largo’ y bard ‘barba’.[12]​ Una teoría moderna sugiere que el nombre «langobardo» viene de Langbarðr, un apodo de Odín.[13]​ Priester afirma que cuando los winnili cambiaron su nombre al de «lombardos», también cambiaron su antiguo culto a la fertilidad agrícola al culto de Odín, creando así una tradición tribal consciente.[14]​ Fröhlich invierte el orden de los acontecimientos en Priester y afirma que con el culto a Odín, los lombardos hicieron crecer sus barbas para parecerse al Odín de la tradición y su nuevo nombre reflejaba esto.[15]​ Bruckner remarca que el nombre de los lombardos se encuentra en una relación cercana a la veneración de Odín, cuyos muchos nombres incluyen «el de la larga barba» o «el de la barba gris», y que el nombre lombardo Ansegranus ('el que tiene la barba de los dioses') muestra que los lombardos tenían esta idea de su deidad jefe.[16]

Del testimonio combinado de Estrabón (año 20) y Tácito (año 117), los lombardos habitaban cerca de la desembocadura del río Elba poco después del comienzo de la era cristiana, cerca de los caucos.[17]​ Estrabón afirma que los lombardos vivieron en ambas orillas del Elba.[18]​ El arqueólogo alemán Willi Wegewitz definió varios lugares de enterramiento de la Edad del Hierro en el Elba inferior como langobárdico.[19]​ Los lugares de enterramiento son crematorios y usualmente se datan desde el siglo VI a. C. hasta el III d. C., de manera que parece improbable una ruptura del asentamiento.[20]​Las tierras del Elba inferior caen en una zona de la cultura de Jastorf y se convirtieron en germánicos del Elba, difiriendo de las tierras entre el Rin, el Weser y el Mar del Norte.[21]​ Los hallazgos arqueológicos muestran que los lombardos eran un pueblo agrícola.[22]

La primera mención de los lombardos acontece entre el año 9 d. C. y el año 16, por el historiador de corte romano Veleyo Patérculo, quien acompañó a una expedición romana como prefecto de la caballería.[17]​ Patérculo describió a los lombardos como «más fieros que los salvajes germanos normales».[23]Tácito contaba a los lombardos entre las tribus suevas,[24]​ y súbditos de Marobod el rey de los marcomanos.[25]​ Marobod había hecho la paz con los romanos, y por ello los lombardos no formaron parte de la confederación de germanos a las órdenes de Arminio en la batalla del bosque de Teutoburgo en el año 9. En el año 17, estalló la guerra entre Arminio y Marobod. Tácito dice:

En 47, estalló una lucha entre los queruscos y expulsaron a su nuevo caudillo, el sobrino de Arminio, de su país. Los lombardos aparecen en la escena con suficiente poder, al parecer, para controlar el destino de la tribu que, treinta y ocho años antes, había encabezado la lucha por la independencia, pues restauraron al depuesto jefe.[26]​ A mediados del siglo II, los lombardos aparecen asimismo en Renania. Según Ptolomeo, los lombardos suevos se asentaron al sur de los sicambrios,[27]​ pero permanecieron en el Elba, entre los chauci y los suevos,[28]​ lo que indica una expansión lombarda. El Codex Gothanus menciona igualmente Patespruna (Paderborn) en relación con los lombardos.[29]Dión Casio nos informa de que justo antes de las guerras marcomanas, seis mil lombardos y los ubios cruzaron el Danubio e invadieron Panonia.[30]​ Las dos tribus fueron derrotadas, de ahí que desistieran de su empeño y enviaran a Ballomar, rey de los marcomanos, como embajador ante Elio Basao, quien estaba entonces administrando Panonia. Se hizo la paz y las dos tribus volvieron a su hogar, que en el caso de los lombardos estaba en las tierras del Elba inferior.[31]​ Por esta época, Tácito, en su obra Germania (98 d. C.), describe a los lombardos de la siguiente manera:

Del siglo II en adelante, muchas de las tribus germánicas de la época del emperador Tiberio comenzaron a formar grandes uniones tribales, dando como resultado a los francos, alamanes, bávaros y sajones.[32]​ La razón por la que los lombardos desaparecen como tales de la historia romana en el período 166–489 podría ser que habitaban tan profundamente en la Germania interior que solo se les detectó cuando reaparecieron en las orillas del Danubio, o bien porque los lombardos se vieron sometidos a una tribu más grande, probablemente los sajones.[33]​ Es, sin embargo, bastante probable que cuando el grueso de los lombardos emigraron, una parte considerable permaneció detrás y más adelante fueron absorbidos por las tribus sajonas en la región, mientras que solo los emigrantes conservaron el nombre de lombardos.[34]​ Sin embargo, el Codex Gothanus escribe que los lombardos fueron sometidos por los sajones alrededor del año 300, pero se alzaron de nuevo contra los sajones con su rey Agelmundo.[35]​ En la segunda mitad del siglo IV, los lombardos dejaron su hogar, probablemente debido a cosechas escasas, y se embarcaron en su migración.[36]

La ruta de migración de los lombardos, desde su tierra natal a Rugiland en 489, abarcaba diversos lugares: Scoringa (que se cree que es su tierra en las orillas del Elba), Mauringa, Golanda, Anthaib, Banthaib y Vurgundaib (Burgundaib).[37]​ Según el Anónimo de Rávena, Mauringa era la tierra al este del Elba.[38]

El cruce a Mauringa era muy difícil, los assipitti (usipetes) les denegaron el paso a través de sus tierras; se arregló una lucha entre el hombre más fuerte de cada tribu. El lombardo salió victorioso, les permitieron el paso y los lombardos alcanzaron Mauringa.[39]​ El primer rey lombardo, Agelmundo, de la casa de los Guginger, gobernó durante treinta años.[40]

Los lombardos se fueron de Mauringa y llegaron a Golanda. El erudito Ludwig Schmidt cree que esto era más al este, quizás en la orilla derecha del Oder.[41]​ Schmidt considera que el nombre es el equivalente de Gotland y significa simplemente 'buena tierra'.[42]​ Esta teoría es muy plausible, Pablo el Diácono menciona un episodio de los lombardos cruzando un río, y los lombardos podrían haber alcanzado Rugiland desde el Oder superior a través de la Puerta Morava.[43]

Al marcharse de Golanda, los lombardos pasaron a través de Anthaib y Banthaib y alcanzaron Vurgundaib. Vurgundaib se cree que eran las tierras antiguas de los burgundios.[44][45]​ En Vurgundaib, los lombardos fueron derrotados por los «búlgaros» (probablemente hunos);[46]​ el rey Agelmundo fue asesinado. Laimicho fue ascendido al poder más tarde; estaba en su juventud y deseaba vengar la muerte de Agelmundo.[47]​ Los lombardos mismos eran probablemente súbditos de los hunos tras la derrota, pero los lombardos se alzaron de nuevo contra ellos y los derrotaron con gran matanza.[48]​ La victoria dio a los lombardos un gran botín y confianza pues ellos «...se hicieron más atrevidos a la hora de enfrentarse en la guerra».[49]

En los años 540, Alduino (que gobernó entre 546 y 565) guio a los lombardos al otro lado del Danubio de nuevo hacia Panonia. Se establecieron allí gracias a un foedus de 540,[50]​pues Justiniano los animó a luchar contra los gépidos para tenerlos por aliados y servir de barrera a Italia contra las invasiones de otros pueblos bárbaros. Dado que Justiniano les había apoyado en una guerra contra los gépidos, combatieron a cambio contra los ostrogodos.

En 560 surgió un nuevo y enérgico rey: Alboíno, que derrotó a sus vecinos gépidos, les hizo sus súbditos y en 566, se casó con la hija de su rey Cunimundo, Rosamunda. En la primavera del año 568, Alboíno invadió Italia al forzar el limes del Friuli junto a un ejército en el que había lombardos y otras tribus germánicas como bávaros, gépidos, sajones[51]​ y búlgaros. Entre cuatrocientos y quinientos mil lombardos cruzaron los Alpes Julianos e invadieron el norte de Italia (la población romana en el norte de Italia era aproximadamente de dos millones de personas) debido a la presión de los ávaros.[52]​ En aquel momento Longino, que había sucedido a Narsés en el gobierno de Italia con el título de exarca, no esperaba esta invasión. En el verano de 569, los lombardos conquistaron el centro romano del Norte de Italia, Milán. La zona estaba entonces recuperándose de las terribles guerras góticas, y el pequeño ejército bizantino dejado para su defensa no pudo hacer nada.

Posteriormente cayó Pavía, tras un asedio de tres años, en 572, convirtiéndose en la primera capital del nuevo reino lombardo de Italia. Al año siguiente, los lombardos penetraron más al sur, conquistando la región de Toscana. Posteriormente, las tribus lombardas también se instalaron en el centro y el sur de Italia estableciendo los ducados de Spoleto y Benevento, que pronto se hicieron semi-independientes. Los bizantinos consiguieron conservar el control de la región de Rávena y Roma, unidos por un estrecho corredor que discurría a través de Perugia.

Cuando entraron en Italia, algunos lombardos conservaron su forma nativa de paganismo, mientras que algunos eran cristianos arrianos. De ahí que no tuvieran buenas relaciones con la Iglesia católica, a la que persiguieron con el celo de neófitos.[53]​ Gradualmente, adoptaron títulos romanos, nombres y tradiciones, y en parte se convirtieron a la ortodoxia (siglo VII), no sin una larga serie de conflictos religiosos y étnicos.

A consecuencia de estos sucesos, se formaron en el territorio conquistado por los lombardos treinta y seis ducados independientes, pero esta desmembración fue perjudicial para ellos y funesta para Italia. Sus dirigentes se asentaron en las ciudades principales. El rey gobernaba sobre ellos y administraba la tierra a través de emisarios llamados gastaldi. Esta subdivisión, sin embargo, junto con la independiente falta de docilidad de los ducados, privó al reino de su unidad, debilitándolo incluso en comparación con los bizantinos, especialmente después de que empezaron a recuperarse de la invasión inicial. Esta debilidad se hizo todavía más evidente cuando los lombardos tuvieron que enfrentarse con el creciente poder de los francos. En respuesta a este problema, los reyes intentaron centralizar el poder a lo largo del tiempo; pero perdieron el control sobre Spoleto y Benevento definitivamente en el intento.

La invasión lombarda, por otro lado, destruyó el limes de Friuli y las plazas fuertes del Véneto. En consecuencia, esta zona quedó abierta a que otros bárbaros cruzaran los Alpes y la invadieran. Así lo hicieron los ávaros y los eslavos, que atacaron las llanuras llegando en ocasiones hasta el mar Adriático.[53]

El idioma lombardo está extinto. El idioma germánico declinó a partir del siglo VII, pero pudo seguir conservando un uso disperso hasta alrededor del año 1000. El idioma solo se conserva fragmentariamente, siendo la principal evidencia palabras individuales citadas en textos latinos. En ausencia de textos lombardos, no es posible llegar a ninguna conclusión sobre la sintaxis y morfología del idioma. La clasificación genética del lenguaje está basada necesariamente de forma total sobre la fonología. Puesto que hay evidencia de que el lombartico participó en él, y de hecho muestra algo de la evidencia más antigua para, el cambio consonante alto-alemán, está clasificado como un germánico del Elba o dialecto alemán superior.

Fragmentos longobárdicos están conservados en inscripciones rúnicas. Entre los textos de fuentes primarias se encuentran breves inscripciones en futhark antiguo, entre ellos la «cápsula de bronce de Schretzheim» (h. 600). Hay un número de textos latinos que incluyen nombres lombárdicos, y textos legales lombardos contienen términos tomados del vocabulario legal vernáculo. En 2005, hubo algunas pretensiones de que la inscripción de la espada Pernik pueda ser lombarda.

Los reyes lombardos pueden remontarse hasta alrededor del año 380 y por lo tanto a comienzos de la Gran Migración. El reinado se desarrolló entre los pueblos germánicos con la unidad de un solo mando militar se consideró necesario. Schmidt creía que las tribus germánicas se dividieron por cantones y que el gobierno más antiguo fue una asamblea general que seleccionaba los jefes de los cantones y los caudillos guerreros de los cantones (en tiempos de guerra). Tales figuras probablemente estaban seleccionados entre una casta de nobles. Como resultado de las guerras de su vagabundeos, el poder real se convirtió en tal manera que el rey se convirtió en representante del pueblo; pero la influencia del pueblo sobre el gobierno no desapareció completamente.[54]​ Pablo el Diácono da un relato de la estructura tribal lombarda durante la migración:

La completa emancipación parece haberse garantizado solo entre los francos y los lombardos.[55]

La sociedad lombarda estaba dividida en clases comparables a aquellos que se encuentran en los otros estados sucesores germánicos de Roma: Galia franca y la España visigótica. Los lombardos confiscaron las tierras y aniquilaron la nobleza autóctona, fuera esta romana o goda.[53]​ Esta clase noble ocupaba el escalón superior de la sociedad. Por debajo de ellos, había una clase de hombres libres; después estaban los siervos, no esclavos pero tampoco libres y, finalmente, los esclavos. La aristocracia lombarda era más pobre, más urbanizada, y menos vinculada a la tierra que la de los otros pueblos germánicos. Además de los más ricos y poderosos duques y el propio rey, los nobles lombardos tendieron a vivir en ciudades, a diferencia de sus equivalentes francos. Sus posesiones de tierra eran poco más del doble que la tierra que poseía un comerciante, lo que está muy lejos de la aristocracia franca provincial, que poseían vastas extensiones de tierra cientos de veces mayores que las de los hombres de la clase social inmediatamente inferior. La aristocracia del siglo VIII dependía en gran parte del rey para obtener ingresos relacionados especialmente con deberes judiciales: muchos nobles lombardos están mencionados en documentos contemporáneos como iudices (jueces) incluso cuando sus cargos tenían también importantes funciones militares y legislativas.

Los hombres libres del reino lombardo eran bastante más numerosos que entre los francos, especialmente en el siglo VIII, cuando son casi invisibles en la evidencia documental superviviente para los últimos. Pequeños terratenientes, propietarios-cultivadores, y renteros son los tipos más numerosos de personas en los diplomas que quedan del reino lombardo. Pueden haber poseído más de la mitad de la tierra en la Italia lombarda. Los hombres libres eran exercitales y viri devoti, esto es, 'soldados' y 'hombres devotos' (un término militar como «criados»); ellos formaron la leva del ejército lombardo y fueron, aunque infrecuentemente, a veces llamados a servir, aunque esto parece que no ha sido su preferencia. La clase de pequeños propietarios de la tierra, sin embargo, carecieron de la influencia política necesaria con el rey (y los duques) para controlar la política y la legislación del reino. La aristocracia era más rigurosamente política si no económicamente en Italia que en la Galia contemporánea y España.

La urbanización de la Italia lombarda estaba caracterizada por la città ad isole ('ciudad en isla'). Resulta de la arqueología que las grandes ciudades de la Italia lombarda —Pavía, Lucca, Siena, Arezzo, Milán— estaban ellas a su vez formadas por pequeñas islas de urbanización dentro de las murallas de la antigua ciudad romana. Las ciudades del Imperio romano ha sido parcialmente destruida en la serie de guerras de los siglos V y VI. Muchos sectores quedaron en ruinas y los antiguos monumentos se convirtieron en campos de hierba usados como pastos para animales, así el Foro Romano se convirtió en el campo vaccinio: el 'campo vacuno'. Las porciones de las ciudades que permanecieron intactas eran pequeñas y modestas y contenían una catedral o una iglesia principal (a menudo suntuosamente decorada) y unos pocos edificios públicos y ciudades natales de la aristocracia. Pocos edificios de importancia eran de piedra, la mayor parte eran de madera. Al final, las partes habitadas de las ciudades estaban separadas unas de otras por franjas de pasto incluso dentro de las murallas ciudadanas.

En esta época tuvo especial relieve la capital de los lombardos, Pavía. Era centro administrativo en donde se encontraba la Cámara real, o sea, la tesorería u organismo financiero del reino lombardo; pero igualmente era metrópoli religiosa, primero del arrianismo y luego del catolicismo, en la que se celebraron sínodos obispales.[56]

Las primeras indicaciones de la religión lombarda muestran que ellos originariamente veneraban a los dioses germánicos del panteón Vanir mientras estaban en Escandinavia. Después de establecerse a lo largo de la costa báltica, a través del contacto con otros germanos adoptaron el culto de los dioses Aesir, un cambio que representaba un cambio cultural desde una sociedad agrícola a una sociedad guerrera.[cita requerida]

Tras su migración a Panonia, los lombardos entraron en contacto con los sármatas iranios. De estos pueblos tomaron prestado una larga costumbre de simbolismo religioso. Un largo palo coronado por la figura de un pájaro, usualmente una paloma, derivada de los estandartes usados en batalla, se colocaba por la familia en el terreno en la casa de un hombre muerto en el campo de batalla en guerra y quien no podía ser traído a casa para el funeral y enterramiento. Usualmente el pájaro estaba orientado hacia el punto en que el guerrero había caído.[cita requerida]

Estando en Panonia, los lombardos fueron afectados por vez primera por el cristianismo, pero solo tocaso: su conversión y cristianización era ampliamente nominal y lejos de completarse. Durante el reinado de Wacho, ellos eran católicos aliados con el Imperio bizantino, pero Alboino se convirtió al arrianismo como un aliado de los ostrogodos e invadieron Italia. Todas estas conversiones cristianas afectaron, durante la mayor parte,a la aristocracia; la gente común a veces siguió siendo pagana.

En Italia, los lombardos fueron intensamente cristianizados y la presión de convertirse al catolicismo era grande. Con la reina bávara Teodelinda, una católica, la monarquía fue llevada bajo una fuerte influencia católica. Después del apoyo inicial para los Tres Capítulos, Teodelinda permaneció en estrecho contacto y apoyo del papa Gregorio I. En 603, Adaloaldo, el heredero al trono, recibió un bautismo católico. Durante el siglo siguiente, el arrianismo y el paganismo siguieron existiendo en Austria (al noreste de Italia) y el ducado de Benevento. Una sucesión de reyes arrianos eran militarmente agresivos y representaban una amenaza al Papado en Roma. En el siglo VII, la aristocracia nominalmente cristiana de Benevento aún practicaba rituales paganos, tales como sacrificios en bosques «sagrados». Al final del reinado de Cunincperto, sin embargo, los lombardos se habían vuelto más o menos católicos por completo. Bajo Liutprando, el catolicismo se convirtió en real conforme el rey buscaba justificar su título de rex totius Italiae al unir el sur de la península con el norte y juntar a sus súbditos ítalo-romanos y los germánicos en un solo estado católico.

El ducado y eventualmente principado de Benevento en Italia meridional desarrolló un rito cristiano único en los siglos VII y VIII. El rito de Benevento está relacionado más estrechamente con la liturgia del rito ambrosiano que el rito romano. El rito de Benevento no ha sobrevivido en esa forma completa, aunque la mayoría de las principales fiestas y varias fiestas de significado local aún existen. El rito de Benevento parece haber sido menos completo, menos sistemático y más litúrgicamente flexible que el rito romano.

Característico de este rito era el canto beneventano, un canto de influencia lombarda que lleva similitudes con el canto ambrosiano del Milán lombardo. El canto beneventino está definido ampliamente por su papel en la liturgia del rito beneventino; muchos cantos beneventinos tuvieron asignados múltiples roles cuando se insertan en los cantorales gregorianos, apareciendo variadamente como antífonas, ofertorios y comuniones, por ejemplo. Fue con el tiempo suplantado por el canto gregoriano en el siglo XI.

El principal centro de canto beneventino era Montecassino, uno de los primeros y más grandes abadías del monacato occidental. Gisulfo II de Benevento ha donado una gran parte de tierra a Montecassino en 744 y que se convirtió en la base de un estado importante, el Terra Sancti Benedicti, que estaba sometido solo a Roma. La influencia de Montecassino sobre el cristianismo en el sur de Italia fue inmensa. Montecassino era también el punto de comienzo de otra característica del monacato beneventino: el uso de una escritura beneventina distintiva, una forma de escritura clara, angular, derivada de la cursiva romana tal como se usaba por los lombardos.

Durante su fase nómada, los lombardos crearon poco arte del que no pudiera llevarse fácilmente con ellos, como armas y joyería. Aunque ha sobrevivido relativamente poco de estas obras, se asemejan a las de las demás tribus germánicas del norte y centro de Europa de la misma época.

Las primeras grandes modificaciones del estilo germánico de los lombardos acontecieron en Panonia y especialmente en Italia, bajo la influencia de los estilos locales, bizantino y paleocristiano. De nómadas paganos se convirtieron en sedentarios cristianos y ello también se abrió nuevas formas de expresión artística, tales como la arquitectura (especialmente iglesias) y las artes decorativas que la acompañan (como frescos).

Pocos edificios lombardos han sobrevivido. La mayor parte se han perdido, reconstruido, o renovado en algún momento, de modo que conservan poco de su estructura lombarda original. La arquitectura lombarda ha sido bien estudiada en el siglo XX, y los cuatro volúmenes de Arthur Kingsley Porter Lombard Architecture (1919) resultan un «monumento de historia ilustrada».

El pequeño Oratorio di Santa Maria in Valle en Cividale del Friuli es probablemente una de las piezas conservadas más antiguas de arquitectura lombarda, pues Cividale fue la primera ciudad lombarda en Italia. Aquí se encuentran además las piezas más destacadas de la escultura lombarda, influida grandemente por el estilo bizantino: el altar del rey Rachis (740) y las santas.[57]

Se han conservado partes de construcciones lombardas en Pavía (San Pietro in Ciel d'Oro, criptas de Sant'Eusebio y San Giovanni Domnarum) y Monza (catedral). La Basílica autariana en Fara Gera d'Adda cerca de Bérgamo y la iglesia de San Salvatore en Brescia también tienen elementos lombardos. Todos estos edificios se encuentran en Italia septentrional (Langobardia major), Sin embargo, la estructura lombarda mejor conservada se encuentra en la Italia meridional (Langobardia minor). Se trata de la iglesia de Santa Sofía en Benevento; fue erigida en 760 por el duque Arechis II. Conserva frescos lombardos en las paredes e incluso capiteles lombardos en las columnas.

La arquitectura lombarda floreció gracias al impulso dado por los monarcas católicos como Teodolinda, Liutprando y Desiderio a la fundación de monasterios para promover su control político. En esta época se fundó la abadía de Bobbio.

Algunas de las estructuras lombardas tardías de los siglos IX y X contienen los elementos de estilo asociados con la arquitectura románica y han sido llamados «primer románico». Se considera que estos edificios, junto con otros similares en el sur de Francia y Cataluña, marcan una fase transitoria entre el prerrománico y el románico pleno.

Como la mayoría de los pueblos germánicos, los lombardos destacan en las artes aplicadas, lo que tiene su lógica dentro de una tradición nómada en que la fortuna se invertía no en la tierra, sino en objetos que podían llevar consigo, como las joyas, la ropa o las armas. Los lombardos recibieron influencias escito-sármatas, con rasgos propios del arte de las estepas que incluía la representación de animales fantásticos, como grifos; estos temas pasaron a la orfebrería goda por influencia de los lombardos.[58]​ Merece especial mención el tesoro de la catedral de Monza, que se adjudica a la reina Teodolinda y que incluye la Corona Férrea de los longobardos, que se dice hecha con un clavo de la cruz de Cristo.[59]



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