El marcionismo fue una doctrina cristiana del siglo II. Durante esta temprana etapa de consolidación cristiana, el fundamento teológico de esta rama tuvo una notable influencia dualista. Toma su nombre de su principal creador, el teólogo Marción (85-150 d. C.).
Nacido en Frigia, en Asia Menor, Turquía), hijo de un obispo que fue excomulgado, Marción prosperó como comerciante y naviero. Viajó a Roma entre 135 y 140 d.C. buscando ser nombrado dignatario de la Iglesia, sin lograrlo.
Fue declarado hereje y excomulgado en 144 de nuestra era. En el momento de su muerte (150) había logrado exitosamente el primer cisma del Cristianismo, cuyos efectos se prolongarían hasta el siglo III. Elaboró la primera gran herejía cristiana y redactó el primer canon del Nuevo Testamento, sistemáticamente organizado conforme a su propio dogma. A pesar de que suele atribuírsele el carácter de “gnóstico” nunca tuvo ese carácter, no obstante su cercanía, antes de elaborar su propio cuerpo doctrinal, con la herejía Docética.
Este primer canon de "su nuevo testamento", ayudó a la iglesia cristiana del segundo siglo a motivarse rápidamente para preparar el canon auténtico de los libros del Nuevo Testamento. Hasta entonces se leía el Antiguo Testamento, porciones del Nuevo Testamento y cartas del apóstol Pablo en las congregaciones, pero no había un canon del Nuevo Testamento como tal.
En su época, siglo II, Roma es la ciudad más importante del mundo, centro del poder, del comercio, de la cultura, es habitada por personas que provienen de todas partes de Europa, del Norte de África y de Asia Menor, Durante la primera mitad de este siglo el Cristianismo se encuentra unido, tiene como símbolo principal al pez, todavía no han conquistado para su fe el carácter de religión oficial del Imperio y aún son una secta más, pero es la más activa: tiene adeptos en todos los estratos de la sociedad, incluso entre los patricios. El Emperador Tito Elio Adriano Antonino prohíbe la persecución de cristianos y en la primera parte de este siglo se inicia la costumbre de enterrar en el subsuelo a los muertos en “las catacumbas”, es la época de los más grandes “gnósticos”, Valentín y Basílides, este último vive en Alejandría.
Roma disfruta de un largo período de prosperidad y de respeto a los cultos religiosos, lo cual permite el florecimiento del cristianismo y es precisamente en ese momento cuando Marción llega a la capital del imperio romano, con el propósito de obtener una archidiócesis y para ello dispone de 200.000 sextercios, sin embargo no logra su cometido y es entonces que decide organizar su propia iglesia, cosa que logra con éxito, además de que organiza su cuerpo doctrinal y publica su versión revisada del Nuevo Testamento.
Los textos que eventualmente conformarían el Nuevo Testamento, hasta antes de Marción, circulaban en fragmentos aislados como cartas, algunas apócrifas, sin que existiera un canon unificado respecto a ellas.
La extraordinaria idea de publicar su propio Nuevo Testamento y separarse del cuerpo principal, obligó al cristianismo a revisar y a establecer su propio canon del Nuevo Testamento.
A pesar de que no existe ninguna duda de que Marción escribió al menos dos obras muy importantes, “Los Evangelios” y “Antítesis” ambas se han perdido, sin embargo gracias a Tertuliano, su más devoto impugnador en su obra Ad Martionem, es posible reconstruir las enseñanzas de Marción.
El primer aspecto relevante es que Marción distingue y separa como cosas totalmente diferentes al Dios Creador del Antiguo Testamento, Yahvé, del Dios verdadero, Padre, capaz de encarnar a un hijo hombre, Cristo conforme al Nuevo Testamento y concluye que ambas religiones son paralelas y que tienen por única conexión a la geografía.
El primer paso en la lógica de Marción, fue desterrar del cristianismo al Antiguo Testamento y de inmediato agregar que el Mesías al que se refiere el Antiguo Testamento no es Cristo, que aún no se ha cumplido esa profecía y que cuando ocurra, si llegara a ocurrir, el Mesías del Antiguo Testamento se llamará Emmanuel y no Jesús.
Emmanuel, el Mesías judío estaría destinado de manera exclusiva al pueblo judío y solo tendría prosélitos entre estos, los descendientes de David, además contra él se levantarán los pueblos y los imperios y él responderá bélicamente, insiste Marción: este Mesías no ha llegado ni se ha cumplido esa profecía con Cristo, ni en el Antiguo ni en el Nuevo Testamento.
En este punto Marción dice que solo Pablo logró entender a Cristo, razón por la cual tuvo profundas diferencias con Pedro quien no comprendió las enseñanzas de Cristo y junto con los demás apóstoles trató de conservar el cristianismo como una secta judaica, cosa que finalmente debe ser resuelta separando con nitidez y de manera definitiva ambas religiones, ambos testamentos, ambos dioses, para lo cual no solo rechazó el Antiguo Testamento, sino que procedió a rechazar todos los elementos del Nuevo Testamento que consideraba judíos. Para lograrlo, de todas las Escrituras escogió el Evangelio de Lucas, excluyendo los relatos sobre el nacimiento de Cristo por considerarlos citas de la Biblia judía, y revisa minuciosamente y acepta como verdaderas solo diez de las cartas de Pablo por considerarlas exentas de judaísmo (Gálatas, 1ª y 2ª de Corintios, Romanos, 1ª y 2ª de Tesalonicenses, Efesios, Colosenses, Filipenses y Filemón), rechazando las otras cuatro (1ª y 2ª Timoteo, Hebreos y Tito).
De esta manera Marción es el primer cristiano que establece un canon preciso, una estricta delimitación del Nuevo Testamento aceptado y verdadero, lo cual constituye un poderoso instrumento religioso en esa época y a la postre obliga a la Iglesia primitiva a seguir por ese mismo camino y a formular el Nuevo Testamento.
Posteriormente escribió la “Antítesis” que es un análisis de las contradicciones entre el cristianismo, el Dios Padre del Nuevo Testamento y el judaísmo y el Dios Creador del Antiguo Testamento.
La siguiente es una reconstrucción de las Antítesis de Marción:
Su rechazo al Dios del Antiguo Testamento suponía también un rechazo de su obra: la Creación; por lo que predicaba que la materia y el cuerpo eran en esencia malos. Basándose en este principio doctrinal predicó que Jesús no se encarnó jamás, que su cuerpo fue solo apariencia, por lo que negaba la encarnación del Verbo, así como la resurrección de los muertos. A pesar de negar la corporalidad de Jesús, afirmaba que su sufrimiento y muerte fueron reales en cierta medida.
Asimismo la negación de la encarnación suponía para Marción que Jesús no era hijo de José ni de María, para lo cual se basaba en Lucas 8, 21: “Mas Él respondió: Mi madre y mis hermanos son los que oyen la palabra de Dios y la ponen en práctica”.
Influido por la herejía docética y por el platonismo, Marción considera que la carnalidad es corrupta, o un simple reflejo de la realidad, por ello ordena la abstinencia carnal, rechaza el placer en cualquier forma, obligando a los creyentes de su Iglesia a una vida de pobreza y privación extrema, la cual fue parte importante para el fin de esta herejía, pues incluso se opuso al placer sexual dentro del matrimonio.
En lógica con lo anterior y no obstante que el rito de la Iglesia marcionita copiaba el rito católico, difería en la pobreza de los hábitos y en que, en lugar del vino se utilizaba agua, pues la asociación del vino con la sangre era contraria con la parte gnóstica que influyó en menor grado, pero que definitivamente se aprecia en estos dos aspectos del ritual.
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