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Mestizaje en América



Se llama mestizaje al encuentro biológico y cultural de etnias diferentes, en el que estas se mezclan, dando nacimiento a nuevas etnias y nuevos fenotipos. El mestizaje en América se dio debido a la colonización española y portuguesa en este continente. En el caso español, la escasez de mujeres españolas en las Américas determinó la tendencia a buscar parejas entre las mujeres locales. En la Real Cédula de 1514 el rey autorizaba la legalidad de los matrimonios mixtos para promover la evangelización, pero los españoles solamente se casaban con las indias provenientes de las elites o la nobleza, aunque continuaron teniendo hijos ilegítimos con las nativas y mancebas ya que, en muchos casos, tenían a su esposa legítima en la península.[1]​ En los primeros tiempos, ilegitimidad y mestizaje llegaron a ser categorías equivalentes.[2][3][4]​ En 1549, Carlos V prohibió que mulatos, mestizos y cualquier hijo ilegítimo pudiera acceder a cualquier cargo municipal, posición pública o repartimiento en las Indias. No tener sangre pura española era signo de inferioridad, y cuanto más «sangre» española, mayor era la jerarquía social del individuo; incluso para tener acceso a la educación superior había que presentar un examen de «pureza de sangre».[5]​ La pureza de sangre garantizaba el derecho de los hijos legítimos a heredar las encomiendas de sus padres y la obtención de determinados cargos públicos o religiosos.[1]​ Este mestizaje generó un sistema de castas en los territorios del Nuevo Mundo.[6][7][8]​ En 1533, la Audiencia y la Cancillería Real de la Nueva España solicitaron a la Corona que proporcionara algún consuelo para el creciente número de descendientes de españoles y mujeres indias que vivían desamparados entre indios.[9]​ Del mismo modo que las prohibiciones y autorizaciones no influyeron en el vínculo con las indias, el hecho de que la ley española prohibiera el matrimonio entre un funcionario español peninsular en ejercicio y una criolla, es decir, mujer blanca nacida en América descendiente de españoles, no impedía que se efectuaran uniones de hecho entre mujeres criollas y funcionarios españoles.[8]

Según las ciencias sociales, se consideran mestizas las poblaciones que han combinado sus distintas culturas.[11]

Según el Diccionario de la Real Academia Española de 1822, «mestizo» es un adjetivo o sustantivo que se aplica a la persona o animal nacido de padre y madre de diferentes castas, en especial el hijo de español e india (no de española con indio).[12]

A partir de 1899 ya se utiliza el concepto de «razas» en vez de «castas». En 1869 ya lo define como el hijo del europeo u hombre blanco y de india. En 1884 sigue esa definición[13]​ y en 1947, por ejemplo, «mestizar», significa corromper o adulterar las castas por el ayuntamiento o cópula de individuos que no pertenecen a una misma casta. «Mestizo» ya se define también como hijo de blanca con indio. En 1992 el mestizaje ya es definido como una mezcla de culturas diferentes y para la última versión «mestizar» se define como mezclar y no como corromper, y el «mestizaje» es una mezcla de culturas distintas, que da origen a una nueva.[14]

El concepto de mestizaje es una construcción ideológica del siglo XIX que se basa en el presupuesto teórico de que existirían «razas puras», algo que contradice el paradigma científico dominante en las ciencias biológicas en el siglo XXI que sostiene que existe una sola «raza humana».[11]

La idea de mestizaje como mezcla de razas parte también del supuesto de que habría habido en América una raza única a la cual se habrían unido los europeos, cuando entre los pueblos originarios había, cuando llegaron los colonizadores, una variedad muy grande de pueblos, etnias, culturas y lenguas completamente distintas, como el quechua, charrúa, guaraní, aimara, tupíes, quiché, náhuatl, naya, mapundungun, yuracaré, acateco, achí, chicomuselteco, chon, chol, sumo, yuruna, cacaopera, matagalpa, tzotzil, chibchenses, ye-tupí-caribe, totozoqueano, tehuelche, mapuche, mataco, ramarama y tantos otros. La historia genética de los indígenas de América muestra ancestros desde Siberia hasta Europa o Asia.

Los imaginarios que se fueron construyendo con respecto a la percepción del indio americano como «salvaje» y a la tierra americana habitada por los pueblos originarios como «desierto por conquistar» invisibilizando a los sujetos conquistados o vencidos es cada vez más objeto de estudio entre los historiadores y demuestran que el mestizaje, la plurietnicidad y la interculturalidad no son fenómenos recientes.[15]

Según el historiador Claudio Esteva Fabregat «el concepto de indio designa a los individuos descendientes de linajes indígenas o nativos de la América precolombina, que son, por tanto, racialmente distintos de los caucasoides y de los negroides», lo cual incluye etnias de orígenes muy diversos, tanto sea genético como culturas muy distintas.[16]​ Por lo que la mezcla entre blanco e india no es una sola sino que difiere según las zonas y las tribus nativas en América. Sin embargo, el concepto de mestizaje como metáfora se sostiene en Latinoamérica donde numerosos intelectuales lo han incorporado como algo característico de ese continente, como el mexicano José Vasconcelos, quien hablaba de una «nueva raza cósmica latinoamericana».[11]

Según el historiador hispanista inglés Hugh Thomas:

Las mujeres indígenes fueron el principal vehículo del mestizaje a través de los hijos que tuvieron con los españoles recién llegados de Europa.[6][18][7][19][2]

Michel de Cúneo, uno de los primeros hombres ya que llegó con los viajes de Colón, escribió:

Cuando apenas llegaron los colonizadores tomaban a las mujeres de los pueblos originarios.[6][18][7][19][2]

El clérigo Martín González, escribía en 1566:

El hecho clave para la aparición de la población mestiza fue la escasa presencia de mujeres blancas en los primeros años de la conquista de América.[21]​ A pesar de que, al menos desde el tercer viaje de Cristóbal Colón (1498), ya hubiera algunas mujeres españolas en las nuevas tierras y de que estas estuvieran presentes en algunas expediciones como la de Hernán Cortés a México (1519-1521), la de Pedro de Mendoza al Río de la Plata (1536) o la de Pedro de Valdivia a Chile (1541), su número no era representativo y, en la mayoría de los casos, las empresas de exploración y conquista fueron exclusivamente masculinas.[18]

Según el historiador Luis Ernesto Ayala Benítez, entre los factores históricos fundamentales que propiciaron el mestizaje, se pueden citar, en primer lugar «la falta de mujeres españolas en los primeros tiempos de la conquista», sumado a «la existencia de factores de prestigio y posición favorables a la unión de la mujer india con el español» y « el número reducido de familias de origen asentadas en suelo americano durante las primeras fases del poblamiento hispánico, o ibérico en general, de aquel continente».[7]

Según Diego García la baja extracción de los conquistadores emigrantes sumado al hecho de que eran muy pocas las mujeres españolas existentes en Indias fue lo que influyó grandemente en el fenómeno del mestizaje.[22][23]​ Entre ellos había ex soldados dasdos de baja, forajidos, expresidiarios indultados, nobles arruinados, es decir, todo tipo de aventureros atraídos por el oro y la riqueza del nuevo continente que buscaban elevar su posición social, [24][25][26]​ aunque también estaban quienes solían pertenecer a la pequeña nobleza.[27]

Esta escasez de mujeres europeas durante los primeros años de la conquista, hizo que los conquistadores españoles generaran, con las mujeres indias nativas de cada zona, a través del rapto, la violación y el amancebamiento, una nueva población mestiza.[19][28]

En la Real Cédula de 1514 el rey autorizaba la legalidad de los matrimonios mixtos para promover la evangelización, pero los españoles solamente se casaban con las indias provenientes de las elites o la nobleza, aunque continuaron teniendo hijos ilegítimos con las nativas y mancebas ya que, en muchos casos, tenían a su esposa legítima en la península.[1]​ Aunque hubo casos en los que los españoles se casaban con indias, en la mayoría de las ocasiones se ponía en práctica una costumbre herencia de un hábito practicado desde la Edad Media en España: la barraganía. El hombre se hacía responsable de la barragana y de los hijos habidos con ella, pero la mujer no podría gozar de los derechos propios de una esposa (como el de la herencia).[29]

Según el historiador Alberto M. Salas:[18]

Según el historiador Jesús Bustamente:

Las relaciones «libres», estables o temporales, de blancos con mujeres indígenas, se siguieron manteniendo como norma aceptada incluso cuando, a finales del siglo XVI, se equilibró el porcentaje de mujeres de origen europeo dentro del grupo dominante. Ello afectó a la estructura familiar, ya que junto al núcleo «legítimo» pervivieron otro u otros núcleos no legitimados, pero relativamente estables. La situación se complicó por la práctica del «reconocimiento» de los hijos naturales, ampliamente desarrollada desde los primeros años de la conquista.

Los varones blancos eran los que se mestizaban con mujeres indias, mestizas, negras y mulatas en uniones casuales, generalmente en relaciones de amo-esclava o amo-sirvienta.[6]

Los hijos e hijas que los conquistadores tenían con las mujeres indias fueron creando lo que se denominó una nueva «casta»: para la india significaba un ascenso social. En cambio, para la mujer española, mezclarse con el indio significaba una fuerte deshonra, por eso, cuando las cautivas blancas eran rescatadas preferían volver a vivir con los indios y sus hijos mestizos.[31][18]

Con la llegada de más mujeres europeas la situación cambia pero no tanto. Según la historiadora Cristina Iglesia:

Según el historiador Alberto M. Salas:

Por otro lado, según el historiador alemán Richard Konetzke:

La sociedad novohispana era una sociedad racista, multiétnica, multilingüe y estructurada según una fuerte jerarquía de «castas sociales».

La clase dominante estaba formada por los blancos que incluía a los españoles peninsulares y a sus hijos, los llamados «criollos», aunque también relegados en comparación con los peninsulares. Sin embargo, algunos mestizos podían ser tenidos por blancos puros si accedían a tener fortuna y podían acceder a una posición económica y social privilegiada.[7]

Existía una rivalidad entre los españoles peninsulares - los encomenderos, los nobles, los altos funcionarios de la Corona y los altos dignatarios eclesiásticos - y los criollos, o españoles nacidos en América, quienes tenían menos derechos y estaban relegados a un papel secundario en la administración. Esto generará un fuerte resentimiento de los hijos criollos hacia los padres españoles:

En esa sociedad de «castas», ser descendiente de indios era considerado una degradación dado que los españoles consideraban a la cultura indígena como inferior, por lo que los problemas de identidad de los mestizos se relacionaban prioritariamente con el hecho de haber crecido despreciando la cultura indígena influenciados por lo que decían los blancos. Además los mestizos provenían de uniones ilegales o libres, lo que les otorgaba el estigma de un origen vergonzoso. Los indios eran la primera fuerza de recursos pero los mestizos eran la segunda fuerza de trabajo explotada.[7]

El mestizaje entre personas de diferentes etnias y culturas dio lugar a denominaciones basadas en los orígenes de cada individuo. La variedad de mestizajes desarrolló una sociedad de castas jerárquicas en las que había blancos, negros, mulatos, mestizos, y otras mezclas. En muy pocos años los hombres europeos crearon una América mestiza e ilegítima, algo caracterizó a la población hispanoamericana durante los siglos siguientes.[19]

En América latina el mestizaje se convirtió en un importante vehículo de aculturación y, con mucha frecuencia, coincidieron el cruzamiento racial y la fusión cultural.[2]

Desde el comienzo de la conquista, la Corona restringió los permisos de matrimonio para que sus súbditos no se casaran con las indias ni con ningún grupo étnico diferente a los europeos, pero con el tiempo no tuvo más remedio que tolerar, a su pesar, las uniones mixtas interraciales libres.[6]

Según el historiador Enrique Otte, en una carta de Andrés García desde México a su sobrino Pedro Guinón en Colmenar Viejo fechada el 10 de febrero de 1571 escribía:

A partir de 1514, por Real Cédula de Fernando el Católico, se permitió el matrimonio entre españoles(as) e indígenas americanos(as). Uno de esos matrimonios resultó ser emblemático: el matrimonio entre Isabel de Moctezuma y Juan Cano, del que nacieron cinco hijos y que inició la genealogía de los duques de Miravalle, todavía hoy existente.

Las uniones matrimoniales legítimas sancionadas por el credo católico se realizaban preferentemente entre personas del mismo grupo étnico por lo que el sustrato de la ilegitimidad marcará definitivamente a los hijos nacidos de las uniones extramatrimoniales interraciales. En Lima, por ejemplo, durante los siglos XVII y XVIII, el 91,2 % de los matrimonios legítimos fueron entre personas del mismo grupo étnico. En 1778 se prohibieron las uniones entre miembros de distintos grupos étnicos a no ser que contaran con el consentimiento paterno.[6]

Mestizo llegó a ser sinónimo de ilegítimo.[2]​ En 1533, la Audiencia y la Cancillería Real de la Nueva España solicitaron a la Corona que proporcionara algún consuelo para el creciente número de descendientes de españoles y mujeres indias que vivían desamparados entre indios por no haber sido reconocidos por sus padres españoles.[9]

Entre los matrimonios legítimos mixtos lo más frecuente era encontrar mezclas entre negro-mulato, indio-mestizo y mulato-mestizo pero no con blancos. Los miembros de la elite española, en especial los hacendados y encomenderos, contraían matrimonio mediante el rito católico cuando se casaban entre ellos y para lograr alianzas económicas importantes. Los indios se casaban entre ellos por influencia de la Iglesia.[6]

Los negros esclavos, que llegaron desde el siglo XVI, cuando trabajaban en el campo y en la agricultura, con el tiempo terminaron absorbidos por el mundo mestizo, perdiendo su distinción étnica al mezclarse con éstos y pasaron a formar parte de la «casta» de los mestizos.[7]

Los hombres europeos tenían muchos hijos con sus concubinas. Incluso practicaban la poligamia, algo prohibido en el Viejo continente, pero que en el Nuevo Continente era usual. Cada español podía poseer tantas indias como pudiera mantener. Esto afectó completamente la estructura familiar tanto de los europeos como de los indígenas. Junto al núcleo «legítimo», es decir, la esposa blanca y sus hijos, convivía el núcleo «no legítimo», es decir, la manceba india y sus hijos naturales. A veces el señor reconocía a estos hijos naturales, lo cual traía muchas complicaciones.[8]

También hubo casos en los que el español reconocía sus hijos ilegítimos, como el de Hernán Cortés y Malintzin o La Malinche. Ella era una princesa painala hija del cacique de los Painala y fue regalada como esclava a Hernán Cortés el 15 de marzo de 1519 por el cacique Tabscoob luego de la derrota en la Batalla de Centla. La bautizó y le cambió su nombre a «Marina» y luego de tener un hijo con ella se la regaló a su vez a Alonso Hernández Portocarrero, uno de sus capitanes. Cortés posteriormente, en Orizaba, casó a Malintzin con un hidalgo, Juan Jaramillo, de quien se sabe que ella tuvo otra hija, María Jaramillo.[37][38]

El hijo primogénito ilegítimo de ambos fue Martín Cortés, un mestizo reconocido por su padre que tuvo que ser legitimado especialmente en 1529 por una bula del Papa Clemente VII. Viajó a España con su padre, recibió una educación de primer nivel y llegó a ser Caballero de la Orden de Santiago, el estatus más alto que se podía alcanzar en España. También fue paje de Felipe II. Por otra parte, Hernán Cortés tuvo otra hija mestiza llamada Leonor Cortés Moctezuma, su madre fue Isabel Moctezuma (Tecuichpo), quien fuera hija favorita del tlatoani Moctezuma Xocoyotzin.

Otro caso es el de Domingo Martínez de Irala, quien escribía en su testamento:

Cuando la corona autorizó el matrimonio mixto, igualmente los españoles continuaron teniendo hijos ilegítimos con las nativas o porque tenían varias mancebas, o porque tenían una esposa legítima en la península.[1]​ Las esposas blancas no tenían más remedio que aceptar esta situación de hecho, algo que se mantiene, en algunas zonas de Latinoamérica, hasta el momento: la casa grande y la casa chica. Las relaciones sexuales ilegítimas entre súbditos de condición social superior y mujeres de condición social inferior fue un hábito tan difundido que llegó incluso a afectar a los sacerdotes y comisarios del Santo Oficio. La ley prohibía el matrimonio entre un funcionario español peninsular y una criolla, es decir, mujer blanca nacida en América de padres españoles. En estos casos era común la convivencia y una vez terminado el período de servicio en la administración pública contraían matrimonio.[8]

Las uniones ilegítimas, incluso con mujeres blancas, a pesar de la Iglesia, no eran tan mal vistas como en España. Los hábitos resultaban mucho más laxos que en el viejo continente. El problema lo tenían sus hijos, en especial si no habían sido reconocidos, algo que sucedía, en general, con los mestizos y no con los blancos.

En aquella época la ilegitimidad y el mestizaje eran categorías equivalentes y la ilegitimidad era inseparable de la mezcla racial. Debido a los prejuicios raciales, los españoles peninsulares no se casaban, usualmente, con las indias por lo que los hijos nacidos de ambos, que poseían una identidad racial mixta, eran generalmente ilegítimos.[3]

A fines del siglo XVIII, en la provincia de Nicaragua, por ejemplo, la mitad de la población ya era mestiza, mientras que la otra mitad se dividía entre un muy reducido número de europeos y una mayoría de indios que, sin embargo, no lograban superar el número de mestizos.[7]

A pesar de que más de la mitad de la población era ilegítima, la ilegitimidad era vista por la Iglesia como una infamia, una mancha o un defecto. Tanto el derecho canónico como el derecho civil discriminaban a los niños nacidos ilegítimos, quienes no podían ser ordenados curas o asumir cargos en la burocracia real o en el gobierno municipal. También se les prohibía ejercer profesiones liberales, como médicos, escribanos o abogados. Hasta 1784 les estuvo prohibido ser comerciantes o artesanos.[4]

A las poblaciones rurales de mestizos les costaba ser aceptadas legalmente como «ciudades», «pueblos» o «villas», ya que la legislación vigente para la fundación de pueblos obligaba a la Corona a darles tierras comunales a las nuevas poblaciones. Los mestizos tenían que pasar por difíciles y larguísimos procedimientos para poder lograr el estatuto legal de pueblo. Esa fue una de las razones por las cuales empezaron a reclamar sus raíces paternas hispanas adoptando el idioma, la religión, la cultura y las costumbres de los blancos.[7]

A los mestizos también se les prohibía tener cabalgadura porque estaba reservada solamente para los caballeros. Para tener acceso a la educación superior había que presentar un examen de «pureza de sangre», algo similar a los estatutos de limpieza de sangre. Además sin esta pureza de sangre, los mestizos no podían, legalmente, acceder a los cargos públicos.[5]​ La pureza de sangre garantizaba el derecho de los hijos legítimos a heredar las encomiendas de sus padres y la obtención de determinados cargos públicos o religiosos..[1]

En 1549 una orden real de la corona española prohibió a los mestizos tener «indios de servicio». Luego se les prohibió ser sacerdotes.[21]

Al comienzo de la conquista los españoles despreciaban a los indios tanto como los indios a los españoles. Según el historiador Jorge Basadre:

Con el tiempo, para cualquier súbdito de los territorios americanos lo «natural» era una estratificación social definida en relación con la ascendencia española, es decir, cuanto más directa la genealogía con el conquistador, cuanto más «sangre» española, mayor era la jerarquía social.[4]

Entre los españoles peninsulares resultaba más fuerte el sentido del linaje, el culto del honor y la conciencia genealógica que entre los indios.[6]

Para la «pureza de la sangre» importaba tanto como en España demostrar no ser descendiente de nuevos cristianos. No tener sangre pura española era signo de inferioridad. En 1549 Carlos V prohibió que mulatos, mestizos y cualquier hijo ilegítimo pudiera acceder a ningún cargo municipal, posición pública o repartimiento en las Indias.[4]​ En 1600 Felipe III ordenó realizar una investigación en Perú porque llegó a oídos de la corona que había mestizos en posiciones públicas. En 1621 la corona española prohibió que mestizos o mulatos pudieran ser escribanos, clara prueba de que ya había algunos de ellos letrados.[4]

Según la historiadora Nara Milanich:

En 1768, el rey Carlos III ordenó a la Audiencia de Lima que prohibiese acceder a la carrera de leyes a todos aquellos que no pudieran demostrar su legitimidad y pureza de sangre, debido «al daño pernicioso ocasionado a la República y al buen gobierno por la multitud de juristas de oscuro nacimiento y mala educación que abundan en aquel reino y para remediar el daño que es tan nocivo al público como vergonzoso para todos aquellos que no están marcados por la mancha infame del vil nacimiento de los zambos, mulatos y otras castas, con quien los hombres de mediana condición se avergüenzan de tener relaciones».[1]

El mestizaje comenzó con la fundación de la Nueva Francia. Los tratantes de pieles empleaban a los mestizos fundamentalmente como canoneros. La Compañía de la Bahía de Hudson explotaba a los indios de los pueblos originarios pero no los expulsaron ni intentaron cambiar su estilo de vida. Muchos inmigrantes se casaron con mujeres indias. Estos mestizos entre pueblos originarios y franceses se opusieron al avance de los ingleses pero perdieron todas las batallas y ya en el siglo XIX perdieron su autonomía a manos de los colonos ingleses.[41]

En 1497 hubo un intento de exploración del territorio canadiense cuando el navegante italiano Giovanni Caboto (Juan Caboto) exploró la costa atlántica de América del Norte al servicio de Inglaterra. En 1534, Jacques Cartier hizo lo mismo en nombre de Francia.[42]

En 1524, el navegante italiano Giovanni da Verrazzano exploró la costa oriental y llamó al nuevo territorio Francesca, en honor al rey Francisco I de Francia. En 1534, Jacques Cartier levantó una cruz en la península de Gaspesia y reclamó las tierras en nombre de Francisco I. Sin embargo, en un principio Francia no estaba interesada en respaldar la reivindicación mediante asentamientos. Barcos de pesca franceses continuaron cruzando el Atlántico hasta el río San Lorenzo, estableciendo alianzas con tribus indias que fueron de notable importancia una vez que Francia comenzó a ocupar la tierra. Los comerciantes franceses se percataron de que la región del río San Lorenzo producía pieles, en especial pieles de castor que eran difíciles de encontrar en Europa, ya que el castor europeo estaba cerca de la extinción. La Corona francesa decidió colonizar el territorio para asegurar y extender su influencia en América. Los vastos territorios que pasaron a ser conocidos como Acadia y Canadá estaban habitados por pueblos nómadas amerindios y también había asentamientos de hurones e iroqueses. Las tierras estaban llenas de riquezas naturales por explotar que atrajeron la atención de los europeos. Hacia 1580, las compañías francesas se habían establecido y se habían fletado barcos para llevar pieles a Europa. La interacción entre nativos y europeos en este primer periodo es desconocida en gran medida, debido a la falta de documentos históricos.

Hacia mediados del siglo XVII la penetración francesa era bastante modesta (el Censo de población de Nueva Francia de 1666 arrojaba una población de 3 215 habitantes[43]​). Debido a estos fracasos, en 1663 el rey Luis XIV decidió tomar cartas en el asunto y la colonización de América quedó bajo estricto control de la Corona francesa. A partir de entonces se dio un increíble impulso a la colonización. Los colonos franceses que poblaban la provincia francesa del Canadá provenían principalmente de las antiguas provincias de Francia de Aunis, Bretaña, Normandía, Poitou, Saintonge y del País Vasco francés.[44]

Los ingleses establecieron puestos de pesca avanzada en Terranova alrededor del año 1610 y establecieron las Trece Colonias al sur.[45]​ Una serie de cuatro guerras intercoloniales se desataron entre 1689 y 1763.[46]​ En 1713, la parte continental de Nueva Escocia quedó bajo dominio británico con el Tratado de Utrecht. Cuando terminó la Guerra Franco-india en 1763, con la firma del Tratado de París Francia cedió Canadá y la mayor parte de Nueva Francia a Gran Bretaña.[47]

En Canadá existe una «tarjeta de identidad mestiza» que es un documento que da el derecho a subvenciones y becas. En 2013 la Corte Suprema de Canadá falló a favor de la comunidad de los Mestizos de la Rivière Rouge en Manitoba y declaró que la Corona no cumplió con sus obligaciones de concederles miles de kilómetros de tierras que les había prometido en los 1870.[48]

El mestizaje en Estados Unidos, surge con los primeros colonizadores europeos, en este caso con la llegada de los conquistadores españoles como Juan Ponce de León, quien desembarcó en la península de Florida, documentada en la primera historia estadounidense y los actuales estados del Suroeste que durante la época colonial española, estos territorios formaron parte del Virreinato de Nueva España y el actual estado de Florida a la Capitanía General de Cuba. Tras la independencia de México y la guerra provocada entre los Estados Unidos y México y la toma por parte de los estadounidenses de los territorios actuales del Suroeste y la compra de la Florida a España, la herencia del mestizaje entre los pueblos indígenas de los apaches e hispanos que habitaron en estos territorios, hasta la fecha han quedado intactos al igual de varios países de Latinoamérica. Si bien el legado hispano e indígena en estos territorios estadounidenses, los rasgos como nombres, apellidos, religión y cultura se encuentran todavía marcados. Gracias a la inmigración de latinoamericanos a los Estados Unidos, los usos y costumbres de estos mestizos han sido reforzados en estos territorios. Por otra parte, tras la llegada de los colonos ingleses quienes tuvieron éxito en colonizar el país, exterminaron casi en su mayoría a los pueblos indígenas, principalmente pertenecientes a la etnia de los pieles rojas, Cheyennes, Sioux, entre otros, y que fueron sustituidos por esclavos traídos de África. Durante la época colonial británica en el país, algunos ingleses también mantuvieron relaciones sexuales con los nativos y los esclavos africanos. Los hombres blancos de origen anglosajón, fueron quienes se mestizaron con mujeres indias y africanas. Pese a la extinción de los pueblos indígenas y la fuerte inmigración europea hacia los Estados Unidos como británicos, irlandeses, alemanes e italianos, estudios recientes han revelado en la población de fenotipia blanca en el país norteamericano, que también existe un porcentaje de mestizaje en esta población. Es decir que bajo pruebas genéticas, se ha comprobado que la población blanca lleva también una minoría de sangre amerindia y africana, dejando a un lado a la población latina o hispana.

En 1512 la monarquía hispánica acometió las reformas necesarias para regular su trato de forma oficial y abolir la esclavitud indígena mediante las leyes de Burgos.[49]​ Se ha atribuido a la bula del papa Pablo III Sublimis Deus de 1537,[50][51]​ que declaró a los indígenas hombres con todos los efectos y capacidades de cristianos,[52]​ el efecto del mestizaje, el cual fue excepcional en el continente: la conquista católica habría buscado incorporar a los indígenas a su civilización y su Iglesia, a costa de la anulación de su identidad cultural.[53]

El más antiguo mestizaje registrado data de la época en que el conquistador, explorador y colonizador español Domingo Martínez de Irala fue nombrado en 1544 Gobernador del Río de la Plata y del Paraguay en donde no solo convivió con varias concubinas desde el inicio de la ocupación de Asunción, sino que además permitió que los españoles también vivieran cada uno de ellos con varias mujeres indígenas, lo que le valió la crítica de las autoridades religiosas, quienes para calumniar al gobernador ante el rey, llegaron a comentarle que llamaban a la Asunción el "paraíso de Mahoma". Sin embargo, esta permisividad fue el modo que halló Irala para concertar la paz con diferentes parcialidades indígenas, y en ello fue exitoso.

Consecuentemente tuvo gran descendencia mestiza, que fue base de la raza criolla en esa parte de América. Sus hijas fueron entregadas en matrimonio a diferentes conquistadores también con el espíritu de establecer alianzas y equilibrios entre las distintas facciones cuya existencia caracterizó a la primitiva Asunción.

El testamento del conquistador del 13 de marzo de 1556 expresa lo siguiente:

Por lo que se concluye que con los siguientes concubinatos procrearía, usando a todas las mujeres a su disposición, sean sirvientas o esclavas, una vasta descendencia:

Según el genealogista Narciso Binayán Carmona, el conquistador español Domingo Martínez de Irala tuvo gran descendencia mestiza guaraní, cuyas hijas fueron entregadas en matrimonio a diferentes conquistadores, de cuya estirpe descienden muchos de los próceres de Mayo y grandes personajes argentinos y paraguayos como son:

Mariano Moreno, Manuel Belgrano, Juan Francisco Seguí, Juan Francisco Tarragona, Remedios de Escalada de San Martín, José Gaspar Rodríguez de Francia, Juan Antonio Álvarez de Arenales, José Evaristo Uriburu, José Félix Uriburu, Victoria Ocampo, Bernardo de Irigoyen, Saturnina Otálora –segunda mujer de Cornelio Saavedra–, Carlos Saavedra Lamas, Manuel Quintana, Francisco Solano López, Joaquín Samuel de Anchorena, Alfredo Stroessner, Julio César Saguier, Adolfo Bioy Casares y el Che Guevara.[55][56]

En las guerras de 1680 se permitía a los criollos, es decir, los hijos de españoles nacidos en América, alistarse como soldados siempre y cuando no fueran mestizos o mulatos de ningún tipo.[57]

En el imaginario social del siglo XIX había 61 colores diferentes de piel que tenían su nombre correspondiente. 23 colores correspondían a la mezclas entre español e india, 21 a la mezcla entre español y negra - entre española y negro era impensable -, 14 a la mezcla entre negros e indias, y a eso deben sumarse el supuesto blanco puro, negro puro e indio puro.

Había blancos, negros, mulatos, zambos, indios, trigueños, pardos, cholos, chinos, barnizo, puchuelo, tresalbo, torna atrás, tente en el aire, galfarro, salto atrás, castizo cuatrialbo, coyote, coyote mestizo, chamizo, zamabayo, lobo, cambujo, jarocho, gíbaro, ahí te estás, barcino y otros.[58]

La problemática indígena es inseparable de la existencia de Bolivia.[59]

En el siglo XVIII muchos caciques se vieron obligados a mestizarse para poder conservar su estatus. En Bolivia, el mestizo estaba exento del tributo que la Corona de España imponía a los indígenas y estaba bajo la protección jurídica de la misma. Durante el siglo XIX apareció la posibilidad de movilidad social y económica de los mestizos. Pero durante la revolución de 1952 se reivindicaron las ideas de oposición al mestizaje como posibilidad de unificación nacional. A principios del siglo XX aparecieron en Bolivia novelas sobre cholos, que condenaban el mestizaje, por un lado como causa del “retraso” y la explotación de los indígenas, y por el otro como causa de la degeneración de familias criollas que realizaban alianzas matrimoniales con personas de origen cholo como una forma de recuperar patrimonio después de que, durante el siglo XX, individuos mestizos cholos pudieran emerger como una burguesía comercial.[60]

Durante los siglos XIX y XX la intención política era intentar «mejorar la raza» atrayendo inmigrantes europeos. En cambio, para el movimiento nacionalista de la década de los '40 y los '50 el mestizaje era la manera de arribar a la unión nacional. Por eso levantaron la bandera del mestizaje como razón de ser de la bolivianidad. Eso es lo que muchos autores bolivianos llamaron el «espejismo del mestizaje».[59][61]

El mestizaje en Chile se dio en un segmento amplio de la población donde en una primera etapa hubo una intensa mezcla entre conquistadores españoles y los pueblos nativos (principalmente mapuches); y en una segunda etapa (desde mediados del siglo XX) la mezcla fue entre los descendientes de los conquistadores y mestizos con inmigrantes europeos y árabes, principalmente alemanes, croatas, ingleses, italianos, franceses y palestinos. Desde los años 80 se podría sumar una tercera etapa de mestizaje entre los chilenos e inmigrantes latinoamericanos y asiáticos, que podría situarse aproximadamente en un 2% de la población actual. Un estudio, realizado en 2013 bajo el nombre de Proyecto Candela, estimó que el chileno promedio estaría compuesto genéticamente en un 52% de genes europeos, 44% de genes indígenas y un 4% de genes africanos;[62]

Según la académica Sonia Montecino:

En Chile, a la mezcla del blanco y de la india vino a agregarse la del blanco con la esclava negra, aunque durante mucho tiempo no hubo información al respecto. La esclava negra llegó a Chile con los primeros conquistadores. Los españoles también tuvieron relaciones con mujeres negras, mulatas y zambas a través de amancebamientos la que las obligaba su situación de esclavitud. Más tarde las esclavas se dieron cuenta de que tener hijos con hombres blancos podía hacer que sus hijos fueran liberados aunque, en los casos en los que la esclava negra obtenía su libertad pero su vientre quedaba cautivo, sus hijos procreados nacían esclavos. También hubo algunos casos de matrimonios de españoles con mujeres negras y en algunos casos matrimonios entre negros e hijas mestizas de los conquistadores con las indígenas. Si bien la proporción del aporte negro en Chile es muchísimo más bajo que en el resto de Latinoamérica, actualmente se tiene información fidedigna de que los procesos de mestizaje de personas de raza negra con mestizos y blancos sí ocurrieron.[64][65]

La población colombiana se divide tradicionalmente en tres grupos principales: los amerindios que constituyen la población nativa; los españoles y europeos, y los africanos.[66][67][68]​ Desde el siglo XVI hasta el siglo XIX llegaron los europeos en busca de prosperidad ( todo el sur y norte de España así como gitanos y semitas convertidos),[69]​ el pueblo dominante en el territorio colombiano al momento del ingreso de los europeos fueron los muiscas,[70]​ en el siglo XVII la etnia negra entró al país, forzados por europeos (franceses, españoles, portugueses, holandeses e ingleses) en calidad de esclavos, fueron traídos de territorios africanos como África Occidental Francesa, Congo francés y la Guinea Portuguesa.[66]

Debido a los grandes periodos de abstinencia que enfrentaron los colonos en las primeras expediciones por la larga duración de sus viajes y porque prácticamente todo el personal eran varones, ellos estaban dispuestos a la violencia, listos para aprovechar el dominio establecido sobre los indígenas para utilizar sexualmente a las indias, aunque más adelante en la época de la Colonia se permitió los matrimonios entre blancos e indígenas, dando lugar a los mestizos.[69]​ A los mestizos se les prohibió tener encomiendas, vivir en pueblos de indios y ser caciques.[71]​ Los zambos que son la mezcla de indígenas y negros, se diferencian del negro solo porque su piel es un tanto más clara y su cabello menos crespo, fueron considerados durante mucho tiempo como «hijos del pecado».[72][71]​ Los mulatos que son la mezcla de blancos y negros, tenían como características su cabello corto y crespo y en algunos casos de color rubio cenizo, su tono de piel castaño oscuro y un conjunto de rasgos faciales africanos y europeos, unido a su elevada estatura.[71][72]

En el mestizaje colombiano también se encuentran los judíos sefarditas, que fueron perseguidos durante la inquisición, después llegaron los judíos asquenazíes procedentes de Palestina y Europa Oriental y en la II Guerra Mundial procedentes de Alemania, Polonia y los países nórdicos que se instalaron principalmente en los departamentos de Antioquia y Santander.[66]​ A finales del siglo XIX llegaron los árabes provenientes del Imperio otomano y se instalaron principalmente en Maicao, Guajira, donde se encuentra la comunidad musulmana más numerosa de Colombia; también tienen fuerte presencia en los departamentos del Caribe, en Bogotá, Valle del Cauca y Nariño.[73]​ Los gitanos que llegaron con los españoles, también se mezclaron con los no gitanos, aunque esta comunidad se esfuerza por conservar sus tradiciones y costumbres.[74]

Etnográficamente la población de Costa Rica es un crisol de razas, ya que esta es el resultado de generaciones de inmigrantes provenientes de diferentes latitudes geográficas y su mezcla con los pueblos originarios, criollos, africanos, mulatos y mestizos que habitaban el país durante la Colonia.

Uno de los mitos más consolidados de la mentalidad popular costarricense durante los siglos pasados ha sido la españolidad o blancura de los ticos. Sin embargo, hay que tomar en cuenta que el origen primigenio de su pueblo se remonta a tres raíces básicas: la indígena, la africana y la española. La composición de estas tres raíces en las diferentes regiones del país fue variable durante la Colonia, pero su presencia, innegable. El resultado del fenotipo en Costa Rica se debe, precisamente, a que las poblaciones indígenas y negras no eran tan elevadas como en otras regiones de América; por eso hubo un proceso de "blanqueamiento" que homogeneizó el fenotipo costarricense.

Durante la Colonia misma llegaron al país centroamericano gran cantidad de inmigrantes, entre ellos: latinoamericanos (algunos de ellos también mestizos o mulatos), italianos, irlandeses, ingleses, franceses y hasta un sueco. Luego de la independencia en 1821, arribaron más latinoamericanos e italianos, franceses, estadounidenses y alemanes.

Con la construcción del ferrocarril al Caribe, en el último tercio del siglo XIX, llegaron los primeros chinos (muchos de ellos adoptaron apellidos españoles), más italianos y, por supuesto, los afrocaribeños (sobre todo de Jamaica, pero también llegaron del resto del Caribe), quienes lograron resistir las duras condiciones ambientales y humanas del levantamiento de la vía ferroviaria en la costa caribeña costarricense.

A fines de siglo pasado y principios del XX, llegaron más italianos, afrocaribeños, alemanes, españoles (muchos catalanes y gallegos entre ellos), irlandeses, ingleses, franceses, alemanes, libaneses (conocidos por los costarricenses como turcos), judíos (conocidos en primer momento como polacos), filipinos, hindúes, más chinos, daneses y, por supuesto, más latinoamericanos.

Para finales del siglo XX e inicios del siglo XXI, Costa Rica ha recibido inmigración principalmente provenientes de: Nicaragua, Colombia, Estados Unidos, República Dominicana, Argentina, Chile, Venezuela, etc.

La colonización española de Cuscatlán comenzó cuando Hernán Cortés escogió a uno de sus terratenientes, Pedro de Alvarado —quien partió de Tenochtitlán en diciembre de 1523—, para dirigir una expedición al sur de Guatemala. Según las crónicas, la anexión del territorio fue violenta y supuso la expulsión de grupos indígenas que no les eran amistosos y la introducción de etnias que sí lo eran.[75]​ Las villas de San Salvador y San Miguel eran comunidades muy pequeñas, que oscilaban entre veinte y cien pobladores españoles. Si la comunidad indígena era importante, la comunidad española se establecía.[75]​ A partir del siglo XVI se distinguían dos grupos: españoles y amerindios, y en menor medida los esclavos africanos,[75][76]​ y se estableció la «élite colonial»: españoles (los criollos), sacerdotes (que representaban a la Iglesia católica) y caciques (a los indígenas).[77]​ La distribución de indios y españoles fue muy desigual, de ellos surgió un grupo híbrido dominado por mestizos,[76]​ aunque ciertas comunidades de indígenas y afrodescendientes no se integraron:[78]​ en 1798 51 % de los habitantes de la colonia eran indígenas y 48.4 % eran mestizos,[79]​ para 1807 el porcentaje de indígenas aumentó a 54.1 contra el 43 % de mestizos.[79][80]

La abolición de los ejidos y las comunidades indígenas por Rafael Zaldívar, provocó la desintegración del grupo amerindio y la reducción de su población.[81][82]​ El conflicto entre los indígenas y el gobierno trascendió el carácter racial tornándose político: el levantamiento campesino de 1932 fue un ejemplo de etnocidio.[83][84]

En tiempos de la República, los mestizos alcanzaron el 75 % de la población en 1940, los indígenas el 20 % y los extranjeros 2 %.[79]​ El término ladino fue utilizado en lugar de mestizo, al referirse a los hijos de españoles e indígenas, a juzgar por las descripciones del arzobispo Pedro Cortés y Larraz, hacia finales del siglo XVIII.[77][76]​ Al país llegaron con el tiempo numerosos emigrantes europeos debido a su ubicación geográfica,[79]​ por ejemplo, la escritora Claudia Lars tenía ascendencia mestiza e irlandesa.[85]

Actualmente, más de 110 grupos étnicos componen a la mayor parte de la población mexicana, La población mestiza, a diferencia de los indígenas, no constituye una etnia por sí mismos, ya que sus ancestros pueden proceder de diferentes etnias y pueden no tener ningún rasgo fenotípico, lingüístico o cultural exclusivo. En general, en México se aplica el término mestizo a personas con una apariencia fenotípica intermedia entre los estereotipos indígenas y los estereotipos europeos.

El mestizaje en México se caracteriza por ser el resultado de la mezcla de diversos grupos étnicos: indígenas, europeos y africanos, y de todos ellos resulta el concepto de mestizo para el pueblo mexicano. Durante el siglo XIX y parte del siglo XX se pensaba que la población mexicana estaba formada por el mezcla directa de dos grupos principales, que se denominan amerindios e ibéricos; luego se anexó un tercer grupo: el de los negros africanos, y poco a poco se sumaron pequeños grupos de inmigrantes provenientes de otros países europeos y americanos.

El mestizaje forma parte indisoluble del proceso histórico de conformación de la identidad latinoamericana. En el Uruguay los españoles e italianos llegaron en su mayoría durante los siglos XIX y XX.[86]​ En Uruguay se dio una mezcla entre blancos europeos, indios y africanos muy especial. En la zona que queda al norte del río Negro los descendientes de pobladores de origen afroamericano y los descendientes de pobladores de origen indígena son mayor cantidad que los que habitan en los departamentos del Sur. En Artigas y Rivera, la población afrodescendiente constituye entre el 15% y el 25%.[87][88][89][90][91]

La etnografía de Venezuela se caracteriza por ser el resultado de la mezcla de tres grupos étnicos principales: amerindios, europeos y africanos subsaharianos. Los mestizos representan la mitad de la población, seguido por los blancos, negros e indígenas americanos. Otros grupos, como los asiáticos, se han incorporado recientemente a la etnografía venezolana.

Los mestizos venezolanos como grupo mayoritario son en su mayoría de tez clara, esto debido a la poca influencia de esclavos africanos llevados a Venezuela por los españoles durante la época de la colonización. En Venezuela los mestizos y blancos son mayoría representado el 51,6% y el 43,6% de la población respectivamente, por lo general los pocos afrodescendientes que existen en Venezuela son producto de migrantes colombianos, esto en la parte occidental del país donde Venezuela limita con Colombia, ahora sí hablamos afrodescendientes autóctonos que es el 3,6% de la población venezolana se ubican cerca de las costas Venezolanas ya que en el interior del país esto es casi nulo.


Pocos países en el mundo pasaron por un mestizaje tan intenso como Brasil.[92]

Los portugueses ya trajeron a Brasil varios siglos de integración genética y cultural entre grupos europeos, y ejemplo de ello son los pueblos celta, romano, germánico, y lusitano. A pesar de que los portugueses básicamente son un grupo europeo, siete siglos de convivencia con moros del norte de África así como con judíos, dejaron por cierto en ellos un importante legado genético y cultural. Y en Brasil, una parte importante de los colonizadores portugueses se mezcló con indios y con africanos, dando lugar a un proceso que resultó muy importante para la formación del futuro nuevo país en suelo americano.

Al citado y a otros procesos, se sumó luego una fuerte inmigración desde otras regiones de Europa. Desde mediados del siglo XIX hasta mediados del siglo XX, Brasil recibió cerca de 5 millones de inmigrantes europeos, en su mayoría portugueses, italianos, españoles, y alemanes. La suma de estos procesos dio por resultado la actual composición de la población brasilera. En 2008, 48% de la población de Brasil se consideraba blanca, 44% se identificaba como parda, y 7% se consideraba negra.[93]

Los indios brasileños no presentan relevantes diferencias genéticas entre sí, pues serían todos descendientes del primer grupo de cazadores asiáticos que llegaron a América, hace 60 mil años atrás.[94]​ Pero en lo cultural, los aborígenes brasileros constituían una diversidad de naciones con lenguas y costumbres distintas. La llegada de los primeros portugueses, en su mayoría hombres, culminó en relaciones esporádicas y de concubinato con las indias. Y el 4 de abril de 1755, D. José, rey de Portugal, firmó un decreto autorizando el mestizaje de portugueses con indios.[95]

Los africanos esclavizados en Brasil pertenecían a muchas diferentes etnias, aunque la mayor parte eran bantúes, originarios de Angola, Congo, y Mozambique. De todas maneras, en lugares como Bahía predominaron esclavos de Nigeria, Daomé, y Costa da Mina, especialmente durante el siglo XVIII. Algunos esclavos islámicos habían sido alfabetizados en árabe, trayendo así a Brasil un rico y variado aporte cultural.

A fines del siglo XIX, el gobierno brasilero liberó a los esclavos, aunque sin darles adecuada asistencia social, y por varios motivos, incluyendo la necesidad de mano de obra y el deseo de «blanquear» a la población nacional, durante al menos un siglo se estimuló muy especialmente la inmigración europea. Había entre los gobernantes de Brasil de la época, la idea de que si inmigrantes europeos se casaban con pardos y negros, el resultado sería un paulatino «emblanquecimiento» de la población brasilera. La conocida pintura A Redenção de Cam,[96]​ obra hecha en 1895 por Modesto Brocos y Gómez, sintetiza la idea corriente de esa época: A través del mestizaje con europeos, los brasileros se volverían de piel cada vez más blanca.



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