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Tarazona



Tarazona es una ciudad española perteneciente a la provincia de Zaragoza, en la comunidad autónoma de Aragón. Es la capital de la comarca de Tarazona y el Moncayo, cabeza del partido judicial homónimo y sede episcopal de la Diócesis de Tarazona desde al menos el año 449.[3]

Ocupa un espacio geográfico que históricamente ha sido frontera entre los reinos de Castilla, Navarra y Aragón. Esta singularidad, unida a que la comarca es un paso natural entre la Meseta Norte y el valle medio del río Ebro, han otorgado a Tarazona un carácter estratégico durante siglos. La ciudad se convirtió en la Edad Media en un enclave de referencia para las relaciones comerciales, diplomáticas, militares y religiosas —la Diócesis estaba conformada por territorios de tres reinos distintos—. Sin embargo, la progresiva unificación de las Coronas de Castilla y Aragón fue devaluando ese valor estratégico. Hasta entonces, Tarazona fue testigo de bodas reales, pactos, guerras y celebraciones de Cortes.

La fundación prerromana de la ciudad —así como su temprana designación como sede episcopal— han ido conformando el casco antiguo como un espacio monumental y con un gran valor histórico-artístico. La convivencia pacífica durante siglos de comunidades cristianas, judías y musulmanas ha enriquecido todavía más el conjunto urbano. El patrimonio turiasonense abarca desde el siglo I a.C. hasta el siglo XX. Tarazona cuenta con una larga tradición industrial, de cuyas numerosas fábricas quedan importantes vestigios de patrimonio industrial.

Tarazona se sitúa en el extremo occidental de la provincia de Zaragoza, a 86 km de la capital y a 15 km del Real Monasterio de Santa María de Veruela. Emplazada en el valle medio del río Queiles, el municipio es una encrucijada de caminos entre Aragón, La Rioja, Navarra y Castilla y León. La ciudad se encuentra a tan solo 7 km de la Comunidad Foral de Navarra por la N-121-C y a 10 km de la provincia de Soria por la N-122.

El núcleo urbano está formado, de una parte, por los barrios altos de San Miguel, La Almehora y el Cinto, trama medieval encintada por la muralla. Y de otra, por los barrios de más reciente creación como Capuchinos, la Inmaculada, la Faceda y Turiaso Este. Además del núcleo principal, existen tres pedanías que en el pasado fueron municipios segregados: Tortoles, Cunchillos y Torres de Montecierzo (Valverde).

En la actualidad, Tarazona ya no dispone de acceso por ferrocarril, aunque llegó a tener dos estaciones pertenecientes a dos líneas férreas diferentes. La estación de Tarazona, que dio servicio entre 1885 y 1972 en la línea Tudela-Tarazona, también conocido popularmente como el tarazonica o el escachamatas.[4][5]​ Esta infraestructura ha sido reconvertida en la vía verde del Tarazonica.[6]​ Y la estación de Tarazona-La Nava, situada a unos 10 km del centro urbano, perteneciente a la línea Soria-Castejón, que dejó de dar servicio en 1996, aunque no está oficialmente cerrada.[7]

El extenso término municipal de Tarazona presenta diferentes ecosistemas y marcados contrastes. Desde las zonas áridas más cercanas al río Ebro hasta las nivosas cumbres del Moncayo, que con sus 2315 m es el pico más alto del Sistema Ibérico y la décima montaña más prominente de la España peninsular. Entre ambos extremos se pueden observar las dehesas del somontano, el parque natural del Moncayo y la vega del Queiles. El Moncayo presenta una gradación bioclimática escalonada muy heterogénea, que varía desde restos de glaciares hasta bosques frondosos de haya, carrasca, roble, pino y enebro. Todo ello confiere a Tarazona una gran biodiversidad en su flora y fauna.[8][9]

En la zona de Agramonte se ubican las ruinas del antiguo sanatorio de tuberculosos.[10]

Tras los últimos cambios en 2002, que le devolvieron sus colores originales, el escudo de armas de la ciudad de Tarazona tiene el siguiente blasón:

La bandera de la ciudad de Tarazona se representa en un paño cuyas proporciones son de una longitud equivalente a tres medios su anchura: en paño azul, en el tercio al asta, el escudo de la localidad.

Diferentes estudiosos ubican el origen del topónimo Turiazu, o Turiasu, (evolucionado en Turiaso, Tirassona, Tarazona) en la lengua vasca. Alexander Von Humboldt incluye Turiaso entre los nombres derivados de la palabra vasca "iturria", fuente. Es habitual que desde el siglo XIX el topónimo Turiaso aparezca traducido como «abundancia de fuentes» a partir del vascuence.

El topónimo podría por tanto derivar de Ituria-so, tras haberse perdido la letra inicial, con el significado de «buen manantial o fuente», opción defendida posteriormente también por Aloïss Heiss. Esta abundancia de agua o de fuentes se relaciona con el nacedero del Ojo de San Juan.[12]

Como reza el escudo de la ciudad, la leyenda mitológica de la fundación de Tarazona atribuye la edificación de la misma a Tubalcaín, y la reedificación a Hércules: «TubalCain me aedificavit. Hercules me reaedificavit».

Los restos más antiguos de la actual Tarazona datan de fines del siglo I a. C., si bien existen noticias documentales y numismáticas de la acuñación de moneda en la Turiasu celtíbera desde el siglo II a. C. Parece que en esta época la ciudad se reducía al barrio del Cinto. Sin embargo, no existen certezas arqueológicas de que la población celtíbera de Turiasu se ubicase bajo la Turiaso romana. De hecho, existe la hipótesis de que Turiasu podría también hacer referencia al cercano poblado de La Oruña (Vera de Moncayo).[12]​ Tras la conquista romana de Hispania crece el perímetro urbano extendiéndose hacia el río Queiles y ocupando la vega sobre la que hoy se alza la catedral.[13]

En la Hispania romana Tarazona recibió el nombre de Turiaso, siendo una próspera ciudad de derecho romano —sus habitantes tenían pleno derecho de ciudadanía romana— que continuó acuñando moneda en su propia ceca.[14]

Entre los varios hallazgos de época romana cabe señalar las escuelas «Allué Salvador» —villa urbana destruida en el siglo III d. C.—, la Casa de la Vicaría —otra villa destruida en la misma centuria que la anterior— y un sarcófago encontrado en el Convento de los Carmelitas Descalzas. La Exposición permanente «Arqueología del Moncayo», en los bajos del Palacio Episcopal, exhibe algunas de las piezas, que van desde la prehistoria hasta la época romana.[15]

Sin embargo, la pieza de mayor valor hallada en la ciudad se expone en el Museo de Zaragoza. Se trata de un busto excepcional del emperador César Augusto, tallado en sardónice indio a comienzos del reinado de Trajano.[16]​ Es la mayor pieza que se conserva en esta piedra semipreciosa en todo el mundo, con un tamaño de 15 centímetros. Este hallazgo recuerda que, según la tradición, Augusto pasó por Tarazona cuando volvía de las guerras de romanización del norte peninsular y paró durante algún tiempo para recuperarse de diversas dolencias en los baños de Turiaso. De hecho, existe la creencia de que las aguas del Queiles tenían valores curativos. La pieza fue calificada como el hallazgo romano más importante en España en el siglo XX.[17]

En 2007 se produjo otro gran descubrimiento de restos arqueológicos de esta época. Gracias a las obras de restauración de la catedral, salieron a la luz junto al pórtico un edificio semicircular con un gran mosaico romano de 100 metros cuadrados de superficie, una necrópolis y un baptisterio tardorromano, todo ello del siglo IV.[18]

En 2013 apareció un nuevo mosaico muy cercano al anterior.[19]​ Ambos mosaicos parecen estar relacionados con un gran complejo romano que podría tratarse del foro. Estos restos están en proceso de estudio y musealización, ya que destacan por no ser demasiado comunes en la península. Por otro lado, demuestran que el espacio actual de la catedral, a pesar de encontrarse fuera del recinto amurallado medieval, ha desempeñado un papel vital en el urbanismo de Tarazona desde muy temprano.[20]​ Ello vendría a justificar la construcción en ese lugar de la catedral por resultar ser un espacio sagrado antes ya de la invasión musulmana. Además, anteriormente a este descubrimiento ya se habían encontrado restos de un edificio romano de destacadas dimensiones en la obras de restauración del contiguo palacio de Eguarás. Por tanto, esta zona de importancia romana ocuparía un amplio espacio situado en el entorno de la actual plaza de la Seo.

Las invasiones del siglo III conllevaron la destrucción de la parte baja de Tarazona, quedando los supervivientes recluidos en la zona del Cinto.

A pesar de ello, la ciudad no desaparece sino que, por el contrario, surge en el siglo VI como una de las fortalezas visigodas más importantes frente a los vascones, conocida como Tirasona. La existencia de la diócesis de Tarazona está documentada desde el año 449, cuando el obispo León fue asesinado por las tropas bagaudas. Ello convierte a esta diócesis en una de las más antiguas de toda España. La catedral visigoda se hallaba situada en la actual iglesia de la Magdalena. La Virgen del Río es, desde entonces, la patrona de Tarazona, celebrándose su festividad el 7 de noviembre. En la época visigoda destacan las figuras de dos obispos: San Prudencio y San Gaudioso.

Ocupada por los musulmanes en torno al año 714, la ciudad crece notablemente en las siguientes décadas, constituyendo el barrio del Cinto el núcleo principal o medina. Asimismo, surgen dos arrabales, uno en el actual barrio de San Miguel y otro en la zona de la calle Alta Merced. Se desconoce la ubicación de la mozarabía, que debió de ser importante hasta su traslado en 878 a Tudela, hecho que propició una importante regresión demográfica. Por su parte, los judíos estaban instalados en la llamada judería vieja.

La ciudad fue reconquistada en 1119 por el rey Alfonso I de Aragón el Batallador, con un ejército de aragoneses y cruzados franceses en la campaña emprendida tras la toma de Zaragoza (18 de diciembre de 1118), dirigida a la conquista del valle del Ebro, la Dehesa del Moncayo y el Bajo Aragón. En recompensa por los relevantes servicios militares prestados, el conde gascón Céntulo II de Bigorra y de Lourdes, cruzado junto con su hermano el vizconde Gaston IV de Bearn en la conquista de Jerusalén en la Primera Cruzada (1096-1099) y participantes ambos en la conquista de Zaragoza, recibió, además de privilegios en esta ciudad, la mitad de la ciudad de Tarazona, en cuyo señorío le sucedió su yerno Pedro de Marsan. Tarazona volvió a convertirse en sede episcopal plena tras 405 años de ocupación musulmana con el nombramiento del obispo Miguel Cornel.

A la muerte del Batallador, Alfonso VII de León ocupó varias ciudades aragonesas —entre ellas Tarazona— aunque poco después retornó a manos aragonesas. De esta manera, Tarazona quedó emplazada como ciudad fronteriza entre Castilla, Navarra y Aragón, cobrando especial importancia estratégica.

Tras la Reconquista, Tarazona acoge a un importante número de repobladores. Se crean dos barrios nuevos, uno en la calle Mayor y otro alrededor del arrabal de San Miguel. Los musulmanes son desplazados al alejado arrabal de Tórtoles y los judíos extienden su barrio mezclándose con los cristianos en la llamada judería nueva. Es a mediados del siglo XII cuando comienza la construcción al otro lado del río de la nueva catedral, en un espacio que había sido ocupado desde la época romana pero que había quedado abandonado por el repliegue de la ciudad al Cinto. A pesar de esta expansión, el centro social, político y comercial continuó estando en la actual calle San Atilano y plaza de la Cárcel Vieja, en el Cinto. Esta plaza medieval era el espacio donde se ubicaba la cárcel, de ahí su nombre hoy, y la Casas del Concejo, que aún se conservan. En ella también se organizaba el mercado.

Durante los siglos XII al XV Tarazona va a constituirse como un enclave de primera magnitud peninsular. La serie de hechos históricos que van a producirse demuestran una centralidad política y diplomática que sobrepasan el ámbito del reino de Aragón.

En septiembre de 1170 se produjo uno de los acontecimientos reales más señalados en la historia de la ciudad ya que en ese año se celebró en la iglesia de San Miguel la boda entre Alfonso VIII de Castilla y Leonor de Inglaterra. Ambos reyes jugaron un papel primoridal en su época. El enlace contó con la presencia de Alfonso II de Aragón, aliado del rey castellano.

Más tarde, en junio de 1177, se reunieron en Tarazona tres reyes cristianos. Fernando II de León, Alfonso VIII de Castilla y Alfonso II de Aragón celebraron un encuentro para tratar diferentes cuestiones.[21]

Por mediación del rey de Aragón y de la Santa Sede, volvió a celebrarse un encuentro real en marzo de 1197, esta vez en la muga entre Ágreda y Tarazona. Alfonso II consiguió que Alfonso VIII de Castilla y Sancho VII de Navarra firmaran una tregua y pusiesen fin a sus disputas, aunque la paz fue muy breve.[22]

En la batalla de las Navas de Tolosa estuvo presente el obispo de Tarazona, García Frontín I, que integró la retaguardia del flanco izquierdo del ejército cristiano, el flanco aragonés, junto al rey Pedro II de Aragón.

El 6 de febrero de 1221 Jaime I, el Conquistador, se casó en la vecina ciudad de Ágreda con Leonor de Castilla a la edad de trece años. Tras el enlace, la comitiva nupcial se trasladó a Tarazona para que el rey fuese armado caballero en la catedral y él mismo se ciñó la espada. Formaron parte de este cortejo real caballeros como Blasco I de Alagón, mayordomo del Reino de Aragón, Ato I de Foces, Guillermo IV de Cervera, Ramón de Moncada, Guillermo I de Cervelló o Bernardo Guillermo de Montpellier, que era tío del rey.

En las Cortes que se desarrollaron en Tarazona en 1283 se formó la «Unión» de los nobles contra el rey Pedro III, el Grande —véanse Unión de Aragón y Privilegio General—. Estas Cortes fueron decisivas en la estructura de poder del Reino de Aragón en el futuro ya que los nobles y el Justicia de Aragón institucionalizaron su influencia y se estableció la obligtoriedad por parte del rey de convocar Cortes al menos una vez al año. De este modo quedó definido un equilibrio de poderes que limitó la autoridad de los monarcas aragoneses de forma estricta hasta el reinado de Felipe II, que puso fin a la independencia de las instituciones del Reino de Aragón precisamente en otras Cortes celebradas también en Tarazona, en 1592.

Durante el reinado de Jaime II de Aragón la ciudad recibió diversas concesiones tales como la autorización para celebrar dos ferias al año (1301), el disfrute del Moncayo para los turiasonenses (1323) y el privilegio de franqueza para sus vecinos (1327).

Su hijo, el rey Alfonso IV de Aragón, contrajo matrimonio con Leonor de Castilla el 5 de febrero de 1329 en Tarazona (no está claro si en el Convento de San Francisco o en la iglesia de San Miguel). En la ceremonia nupcial estuvo presente Alfonso XI de Castilla, hermano de Leonor, la infanta María de Aragón, esposa del difunto infante Pedro de Castilla, así como los infantes Juan, Pedro y Ramón Berenguer, hijos de Jaime II de Aragón. Alfonso IV entregó a su nueva esposa la ciudad de Huesca y otras villas y castillos pertenecientes a la Corona.[23]​ En este encuentro real, Alfonso XI firmó un tratado con Alfonso IV, que también consignaron los embajadores del rey Alfonso IV de Portugal, por el que dichos monarcas se comprometían a no firmar treguas unilateralmente con el reino nazarí de Granada y a no amparar ni prestar ayuda a sus enemigos.[24][25]

En la llamada Guerra de los Dos Pedros, la ciudad fue ocupada por las tropas castellanas durante nueve años y sufrió enormes daños; finalmente los aragoneses, con la ayuda francesa, recuperaron la ciudad en 1366. En su reconstrucción participaron activamente los hermanos y obispos Pedro Pérez Calvillo y Fernando Pérez Calvillo. El primero compró la Zuda en 1376 para convertirla en la casa del obispo y el segundo, cardenal, finalizó las obras de la capilla catedralicia donde ambos se encuentran enterrados. Tarazona fue también sede de una de las cinco juntas que se ocupaban de la persecución de los malhechores en el Reino de Aragón.

El municipio vuelve a ser escenario de Cortes del Reino de Aragón en 1483. Estas Cortes conllevaron la estancia durante cuatro meses de los Reyes Católicos en el palacio episcopal.

Tarazona recupera a lo largo del siglo XV la población que había perdido en el siglo XIV como consecuencia de las guerras y la peste. Sin embargo, con la unión de Castilla y Aragón (1479) la función defensiva de la ciudad dejó de tener relevancia.

En 1495 se vuelven a celebrar Cortes en Tarazona con la presencia de los Reyes Católicos. Los reyes se alojaron en el palacio episcopal y la sesiones tuvieron lugar en la cercana iglesia de la Magdalena. En el transcurso de las mismas se ordenó arzobispo primado de Toledo a Francisco Jiménez de Cisneros en la capilla de la Piedad del Convento de San Francisco. También se ordenó a Bernardo de Boyl como primer vicario apostólico de América, que partió en el siguiente viaje con Colón. Además, se decidió establecer y determinar la población de Aragón, llevándose a cabo el primer censo completo y fidedigno del reino.

El siglo XVI trajo consigo el despegue demográfico y económico en la ciudad, fundándose numerosos conventos. La pujanza económica llevó a construir una lonja para mercaderes, que en el siglo XVII pasaría a ser el palacio municipal. Con ello, el centro político, comercial y social del municipio se trasladó de la plaza de la Cárcel Vieja a esta zona, que pasó a denominarase plaza del Mercado. En ella también se celebraban los espactáculos taurinos.

En las Alteraciones de Aragón, provocadas en parte por el caso de Antonio Pérez, secretario real perseguido por Felipe II, Tarazona se puso de parte del monarca, tal y como hicieron el resto de ciudades del reino a excepción de Zaragoza. En 1592 se celebraron Cortes en Tarazona en la lonja en presencia de Felipe II. En ellas se reformaron los fueros para incrementar el poder real y evitar la repetición de las alteraciones. La figura del Justicia de Aragón vio limitadas sus atribuciones y pasó a ser elegido directamente por el monarca. Además, la Generalidad de Aragón vio recortadas sus competencias, especialmente en materia militar. Con esta ocasión también visitó la ciudad el príncipe Felipe, futuro Felipe III, que juró los Fueros de Aragón como heredero al trono del reino. En agradecimiento por el apoyo turiasonense a Felipe II, este regaló una coraza de plata labrada a la ciudad, la cual se perdió a comienzos del siglo XX.

La expulsión de los moriscos (1609-1610) supuso una importante pérdida para Tarazona, hasta el punto de que algunas poblaciones del valle del Queiles quedaron deshabitadas. Por otra parte, en 1644 la ciudad recuperó la reliquia de San Atilano, patrón de Tarazona. En 1658 falleció en la ciudad el escritor aragonés Baltasar Gracián, una de las grandes referencias del Siglo de Oro. Está enterrado en la fosa común del Colegio jesuita de Tarazona, hoy Hogar Doz.

En la Guerra de Sucesión, Tarazona apoyó al que sería el futuro monarca, Felipe V, quien en 1707 recompensó su fidelidad con los títulos de Fidelísima y vencedora ciudad y la Flor de lis borbónica, que luce en su escudo; además de otra serie de privilegios. Aunque el siglo XVIII conllevó el empobrecimiento de la ciudad, a finales de dicho siglo Tarazona era la segunda población de Aragón, solo superada por Zaragoza.

En el siglo XIX, durante la Guerra de la Independencia, las tropas francesas ocuparon Tarazona en 1808 y la ciudad envió un representante a las Cortes de Cádiz para defender la Constitución. La ocupación duró hasta 1813. Después de la contienda comienza la industrialización de la ciudad, quedando incorporada definitivamente en la provincia de Zaragoza tras la reforma del Estado de 1833. Tras el ascenso demográfico a lo largo del siglo XIX y principios del siglo XX, Tarazona pierde parte de su función comercial y de servicios al quedar fuera de los nuevos ejes de comunicación.

Aun así, la Primera Guerra Mundial supuso un primer impulso para la industria textil, pero sería la Guerra Civil Española la que curiosamente conllevaría un mayor auge económico, constituyendo un importante centro industrial en el que destacaba la producción de fósforos y la industria textil. La posterior crisis de ambos sectores así como la competencia planteada por la vecina Tudela supusieron un estancamiento en la demografía y en la expansión urbana de la ciudad.

En Tarazona nació en 1940 el político Gabriel Cisneros quien ha pasado a la historia como uno de los siete ponentes que redactó la Constitución española de 1978.

Las últimas Cortes de Aragón que tuvieron lugar en Tarazona fueron en 1987. Ese año se celebró en el Salón de Obispos del Palacio episcopal una sesión plenaria extraodinaria cargada de un gran simbolismo. El 2 de diciembre, las Cortes eligieron como 67º Justicia de Aragón a Emilio Gastón, [26]​ el primer Justicia tras 280 años de su abolición definitiva, con los Decretos de Nueva Planta de 1707. Gastón juró el cargo ante las Cortes y con la presencia en la sala de la arqueta que contenía los restos óseos del Justicia Juan de Lanuza V. Tanto la fecha como el espacio fueron elegidos de forma simbólica, ya que en ese mismo Salón de Obispos, el 2 de diciembre de 1592 Felipe II refrendó con su firma las Cortes de Tarazona de 1592. Ello supuso el final de la concepción del Justicia como contrapoder al rey y la decapitación unos días después de Juan de Lanuza V. Con las Cortes de 1987 quedó restaurada esta institución, 395 años después de que en el mismo lugar fuese cercenada y despojada de su esencia y función.

Tarazona acoge la única Casa del Traductor de España, un centro para estancias creativas de traductores literarios de todo el mundo que trabajen con uno de los idiomas oficiales de España (castellano, catalán, vasco, gallego) y cualquier otra combinación de idiomas. La casa fue fundada en 1988 por Francisco Uriz, Premio Nacional de Traducción, pero está inspirada en la Escuela de Traductores de Tarazona, existente entre el siglo XI y XII, y en la que participaron traductores árabes y hebreos que tradujeron tratados de matemáticas, astrología, alquimia o filosofía.[27]​ Forma parte de la Red Europea de Centros Internacionales de Traducción (RECIT).[28]

El Centro de Estudios Turiasonenses (CET) fue fundado en 1962, dependiente de la Institución «Fernando el Católico», para investigar o apoyar la investigación, divulgar y defender el patrimonio cultural y natural de la comarca del Moncayo. Desarrolla sus actividades en cinco secciones: Arqueología, Arte, Ciencias, Etnología e Historia. En su trayectoria ha descubierto más de doscientos yacimientos o elementos arqueológicos.[29]

Desde los 3700 habitantes a finales del siglo XV,[30]​ la población de Tarazona alcanzó los 8790 habitantes a comienzos del siglo XX.

Pero es después de la Guerra Civil cuando surge un significativo auge demográfico: 11 237 habitantes en 1940 y 12 054 en 1950. No obstante, la crisis de la industria textil y la competencia con la vecina Tudela conllevan una disminución de la población, pasando esta de 12 020 habitantes en 1960 a 10 864 habitantes en 2014. La población, como en el resto de Aragón y comunidades vecinas, presenta un elevado envejecimiento.

A pesar de los cambios mencionados, la población turiasonense se ha caracterizado por su estabilidad durante décadas, sin el gran crecimiento que han vivido otras ciudades. El estancamiento secular de la población ha llevado a que Tarazona haya pasado de ser el segundo municipio más poblado de Aragón en el siglo XVIII al undécimo que es en la actualidad.

     Población de hecho (1900-1991) según los censos de población del INE.      Población de derecho (2001 en adelante), población según el padrón municipal, datos del INE.

Con una población en torno a los 11 000 habitantes y pese a no estar situada en uno de los principales ejes de comunicación, la industria desempeña un papel muy importante en la economía de Tarazona. Como en cualquier economía moderna los servicios son el sector más importante de Tarazona.

La ganadería y la agricultura también están presentes en la economía local, aunque con un peso menor. En el término municipal hay censadas 16.000 cabezas de ganado extensivo, principalmente ovino. También es importante la ganadería intensiva, destacando las explotaciones porcinas, avícolas y ovinas.[35]

Tarazona ha sido una ciudad con una larga tradición industrial y ha sufrido varias crisis durante el siglo XX.[36][37]​ Cabe resaltar históricamente la relevancia de la industria textil turiasonense, junto a las tres fábricas de cerillas y fósforos. Estas empresas impulsaron la industrialización y el desarrollo de la ciudad después de la Guerra Civil Española.

Empresas también destacadas fueron la papelera Celulosas del Queiles o la antigua harinera Viuda de Marqueta, donde el actor turiasonense Paco Martínez Soria grabó parte de una de sus películas. Estas compañías hoy han desaparecido, y sus edificios se mantienen en pie pero en estado de ruina. Otras empresas que han desaparecidas son las factorías de alcohol, chocolate, galletas, lejía o pastas y fideos, entre otras muchas.[38]

Más recientemente, la Gran Recesión afectó especialmente a la economía turiasonense, con el cierre de Wrigley y Deplhi en 2007.[39][40]

A pesar de ello, existen algunas empresas de alto componente tecnológico como Aragonesa de Componentes Pasivos, Chemik o Aeromac y NMF, del grupo aeronáutico Aernnova.[41]​ El sector de componentes del automóvil, con varias décadas de implantación en Tarazona, está actualmente representado por Faurecia y Cooper Standar.[42]

El casco antiguo de Tarazona fue declarado Conjunto histórico artístico en 1965.[43]​ Está conformado por un amplio número de calles estrechas y empedradas y sin demasiado orden. Tras sus visitas a la ciudad, el poeta Gustavo Adolfo Bécquer la denominó como la pequeña Toledo aragonesa.

Además de los monumentos, paseando por sus calles se pueden admirar palacetes, arcos de paso y casas populares que han mantenido su aspecto tradicional, levantadas con los métodos constructivos habituales de esta zona de Aragón: arcos de medio punto, ladrillo, teja árabe, adobe, verdugadas y machones de ladrillo aragonés. En este aspecto destacan algunas calles como Conde, Quiñones, Tudela, Baltasar Gracían o Mayor. Fuera de ellas destacan el palacio de los Condes de Visconti, el palacio Linares, la Casa de los Capitanes[45]​ o las casas de los canónigos de la catedral.[46]​ Como muchas de las ciudades y pueblos de Aragón, Tarazona posee notables representaciones del arte mudéjar aragonés.

A pesar de que el conjunto ha sido objeto de varios planes públicos de restauración en los últimos años, numerosos inmuebles se encuentra en mal estado, presentando un deterioro progresivo.

La catedral de Nuestra Señora de la Huerta, de planta gótica, es una de la primeras catedrales edificadas en este estilo en España y es el mejor ejemplo de arquitectura gótica en Aragón. A pesar de ello, su aspecto ha variado mucho desde entonces ya que ha ido incorporando diferentes estilos, dando como resultado un rico conjunto monumental.

Su construcción fue iniciada a mediados del siglo XII y fue consagrada en 1235 por el obispo García Frontín II. Resultó gravemente dañada en el siglo XIV a causa de la Guerra de los dos Pedros, especialmente el claustro, que quedó destruido. A consecuencia de este hecho, la construcción de la catedral fue reformulada en estilo mudéjar. Por ello, la planta es gótica, con sus tres naves desiguales en altura, girola, arbotantes y triforio en la cabecera. Sin embargo, el claustro y el exterior del cimborrio son mudéjares. En el siglo XVI también se llevaron a cabo importantes obras en estilo renacestista como el pórtico del crucero, la decoración interior del cimborrio, las bóvedas de la nave principal, los ventanales interiores y las pinturas de la capilla mayor.

La torre campanario refleja perfectamente esta evolución. Mientras el primer cuerpo, de piedra sillar, data de la fase gótica, el cuerpo intermedio, levantado a fines del siglo XV, es de ladrillo y de inspiración mudéjar. Finalmente, el cuerpo superior (siglo XVI) es renacentista.

Declarada Monumento Histórico Artístico en 1931, desde 1985 permaneció cerrada al público debido a unas largas obras de restauración integral hasta 2011.[47]

Tarazona ha contado a lo largo de su historia con ocho conventos, de los que únicamente ha desaparecido el de frailes capuchinos. Sin embargo, ninguno mantiene en la actualidad su uso original.[50]

El resto de ex conventos son el de la Concepción, el de las Carmelitas San Joaquín, el de las Carmelitas de Santa Ana, el del Carmen, el Colegio de Jesuitas de San Vicente Mártir y el de la Merced. Este último, erigido a comienzos del siglo XVIII, sirve hoy de sede al Conservatorio Estatal de Música. El gran conjunto de edificios religiosos existentes en la ciudad es consecuencia, en gran medida, de su condición de sede episcopal.

Tarazona contó con un barrio judío[54]​ cuyo entramado primitivo es conocido desde el siglo XII y se denomina Judería Vieja. La trama está formada por la calles Judería, Aires, Rúa Alta de Bécquer, Rúa Baja de Bécquer, plaza de los Arcedianos y plaza de la Mata (o de los Corderos). Estas calles han mantenido su encanto medieval, sinuosas, estrechas, empredradas y con callizos, característicos de las juderías.

El barrio judío estaba fuera del Cinto amurallado pero disponía de su propia muralla, con puertas de acceso que se cerraban por la noche. Estos portones se situaban en la entrada desde la plaza España (Puerta de la plaza Nueva), bajo los arcos del palacio Episcopal (Poticiella) y en las escaleras de subida al Cinto.

La Rúa Alta era la calle en la que vivían las familias de la elite cultural y económica de la aljama y es probable que en ella se encontrasen las dos sinagogas que hubo: la mayor y la de las mujeres. En la plaza de los Arcedianos tenía lugar la celebración judía del sucot.

En el siglo XV se produce una expansión de la judería por la cuesta de los Arcedianos y placeta de Nuestra Señora. Esta ampliación se denomina judería nueva y contaba con dos puertas: la de Santa Ana, cuyo arco aún se conserva, y otra en el extremo contrario de la plaza. En esta parte se pueden observar dos callizos, uno de los cuales todavía es público y transitable.

La judería de Tarazona fue una de las más importantes de Aragón y llegó a albergar a 70 familias. Entre sus vecinos se encontró Moshé de Portella, judío turiasonense de gran relevancia en el siglo XIII. Fue Bayle y Merino de Tarazona e incluso Bayle General de Aragón bajo el reinado de Pedro III, el Grande. Fue el judío más relevante de esta aljama y el centro de interpretación de la cultura judía de Tarazona lleva su nombre. Este museo está a punto de ser reabierto en la Casa de los Capitanes, sede de la institución comarcal, tras unos años cerrado.

Esta es la única judería aragonesa que forma parte de la Red de Juderías de España.[55]​ Desde hace unos años se ha investigado el pasado judío de la ciudad, se han editado publicaciones, se han restaurado muchas viviendas y se organizan cada año las jornadas de la cultura judía "El retorno de Sefarad a Tarazona", organizada por Asociación de Amigos de la Cultura Judía de Tarazona “Moshé Portella”.[56]

Tarazona ha sido una ciudad con un carácter marcadamente industrial ya desde el siglo XIX. Por toda la ciudad quedan vestigios de las numerosas fábricas que han existido a lo largo del siglo XX, aunque de muchas tan solo quedan las chimeneas.[57]​ Permanecen en pie, aunque en ruina, la papelera Celulosa del Queiles y la harinera Viuda de Marqueta, entre otras. Esta última data de 1919 y presenta una fachada modernista muy diferente al del resto de industrias turiasonenes.

De entre las fábricas históricas, se conserva intacto el silo de almacenamiento de grano o la fosforera del Carmen, denominada la catedral de los fósforos. Relacionada con esta, se mantiene, aunque en estado de ruina, la casa de la familia Lizarbe, fundadores de la misma.[58]

En 1885 llegó el tren a Tarazona gracias a la Compañía del Norte, que construyó la línea de vía estrecha Tudela-Tarazona. La primera estación de viajeros aún se conserva y es sede actual de la Comunidad de Regantes de Tarazona.[59]

En 1952, se cambia el ancho de la vía al convencional y se inaugura una nueva estación, más amplia. Este edificio de estilo regionalista también se conserva y es un centro municipal socio-cultural.[60]​ Frente a ella se pueden ver los viejos andenes. La última de las que se mantiene en pie de este complejo ferroviario es la nave de reposición de máquinas. Es un edificio singular que mantiene los fosos donde se llevaban a cabo las operaciones de reparación de los trenes. La vía de ferrocarril se ha transformado íntegramente hasta Tudela en la vía verde del Tarazonica.

La Guerra Civil supuso un punto de inflexión para la industria textil en Tarazona. Gracias a la contienda bélica se potenció este sector ya que las textiles de Tarazona eran de las pocas que quedaron bajo control del bando sublevado y se utilizaron para suministrar uniformes y mantas al ejército de Franco, aumentando así su producción. Además de varios talleres de confección, en su momento coincidieron en el tiempo tres grandes fábricas textiles: Fibras Textiles Nacionales (Fitena), Textil de Cipriano Gutiérrez Tapia y Textil Tarazona.

En el solar que ocupaban el resto de naves se ha construido el nuevo centro de salud del Servicio Aragonés de Salud (SALUD). El gran patio de acceso a la fábrica se ha reurbanizado y construido una plaza semipetaonal dedicada a la pintora Joaquina Zamora Sarrate. Por otro lado, los jardines que pertenecían a la casa de los Gutiérrez Tapia, que se conserva, han sido integrados en el espacio público y forman el actual parque de la Milagrosa. El parque alberga a modo expositivo dos máquinas telares. Junto a la factoría ha quedado un curioso conjunto de viviendas uniformes en su estilo en la barrio de la Milagrosa. Se construyeron como viviendas para los trabajadores de la fábrica y aún se mantienen habitadas.[62]

Durante los siglos XIX y XX España sufrió una perdida enorme de patrimonio por razones muy diversas[63]​ y Tarazona cuenta con destacados ejemplos de ello. Algunos casos son:

El «Cipotegato» es la tradición más conocida de Tarazona y tiene lugar cada año el 27 de agosto. Esta tradición fue declarada de interés turístico regional en 1998 y de interés turístico nacional en 2009.[70]​ Las fiestas, en honor al patrón San Atilano, se alargan hasta el 1 de septiembre.

A las 12 horas del día 27, el Cipotegato —personaje turasionense encapuchado y disfrazado de arlequín con los colores amarillo, rojo y verde— irrumpe en la plaza de España saliendo desde al Ayuntamiento a través de un pasillo abierto entre la multitud por amigos y antiguos Cipotegatos. Atravesando la plaza, es perseguido por la muchedumbre que le arroja tomates. Si sale triunfante, será subido a la escultura erigida en su honor en la misma plaza.

La fiesta está documentada en el archivo de la Catedral de Tarazona desde 1706. En ella, un personaje llamado «el Pellexo de Gato» persigue a los niños durante la fiesta del Corpus Christi.[71]​ Tras un periodo de al menos 200 años ligado a lo religioso pasa a la órbita civil, participando en el dance de Tarazona. Finalmente ha evolucionado hasta la fiesta que conocemos actualmente.[72][73]

El Cipotegato significa el pistoletazo de salida a seis días de festejos. Entre las actividades más destacadas se encuentra la procesión de la reliquia de San Atilano y la ofrenda de flores y frutos a la patrona, la Virgen del Río, del día 28. La Feria Taurina de Tarazona, los castillos de fuegos artificiales, las charangas, los conciertos, las verbenas o los almuerzos populares estructuran el programa de fiestas.

Es tradicional, como en numerosos municipios de la zona de Navarra y Aragón, vestir durante estos días con ropa blanca y, en este caso, pañuelo y faja azules, color de la bandera de Tarazona. La comparsa de gigantes (siglo XVII) y cabezudos que desfila estos días es una de las más antiguas de España.[74]

La conclusión de las fiestas tiene lugar el 1 de septiembre con la denominada «quema del sapo», en donde se quema la imagen de un sapo o rana en una maqueta relacionada con algún hecho acaecido en Tarazona o en el resto del país.[75]

La Semana Santa es la otra gran festividad de Tarazona, atrayendo a un gran número de visitantes. Fue declarada de interés turístico regional en 2005[76]​ y en ella participan 10 cofradías que toman parte en multitud de actos como el pregón, la exaltación de cornetas, tambores y bombos, el Vía Crucis o las procesiones particulares. Especialmente destacada es la procesión general del Santo Entierro, que se celebra la tarde del Viernes Santo, y en la que procesionan todas las cofradías; excepto la Resurrección del Señor, que lo hace el Domingo de Resurrección.[77]

En total, salen a la calle doce imágenes entre las que destacan por su valor artístico la talla de la Piedad de Francisco Gutiérrez (manierista, siglo XVIII),[78]​ la imagen del Cristo del Rebate, talla de madera policromada del último tercio del siglo XVI (atribuida a un discípulo de Juan de Anchieta)[79]​ y el Cristo del Consuelo y Santa María Magdalena, cuya cofradía fue fundada en 1618.[80]​ También destaca el fervor por el Santo Cristo de la Venerable Orden Tercera, que puede venerarse en la Iglesia de San Francisco, y que es portado a hombros por los hermanos cofrades, en la procesión general.[81]

En 2004 el Ayuntamiento de Tarazona creó el festival de cine de comedia "Paco Martínez Soria" en conmemoración de este actor turiasonense. El certamen se celebra cada año a mediados de agosto y congrega a los principales actores y directores españoles de este género, que asisten a diversos coloquios y a la gala de clausura.[82]​ En esta se entregan varios premios:

El festival se ha consolidado y es actualmente una de las actividades culturales anuales más populares de Tarazona. Además, es un festival preseleccionador a los Premios Goya y a los Premios Forqué en cortometrajes de comedia.[83]​ En 2017 consiguió el Certificado AIC de Calidad para Festivales de Cortometraje.[84]

A pesar de que las fiestas en honor al patrón San Atilano se celebran a finales de agosto, la festividad como tal es el 5 de octubre. Ese día también se realizan diferentes actos para honrar al santo como conciertos musicales, actividades culturales y se come un postre dulce con forma de pez en recuerdo de la leyenda de San Atilano. Como es habitual en estos actos se realiza una misa en la catedral.

También se conmemora la festividad de San Miguel, en el barrio del mismo nombre y en el barrio de Cunchillos, a finales de septiembre; la romería al Moncayo del Quililay, el primer domingo del mes de julio, la cual se remonta a 1515;[85]San Isidro, con una procesión de tractores engalanados; San Antón, con la bendición de animales domésticos; el Corpus Christi o la festividad del Carmen.[86]

La gastronomía de Tarazona se enmarca en la variada gastronomía aragonesa. Dentro de ello podemos destacar las verduras de la vega del Queiles, especialmente la borraja, el cardo y la achicoria, el ternasco, las migas con uvas o el rancho, cuya base es la carne de conejo, patatas y verduras de temporada, carne de cerdo adobado, carne de cordero y caracoles.

En repostería sobresalen el guirlache, el roscón de San Blas, la culeca de San Jorge (bollo dulce con huevo) y el pastel de chorizo por San Vicente.[87]

Como alimentos autóctonos cabe señalar el aceite de oliva Denominación de Origen Sierra del Moncayo, la judía trapera, la judía tempranilla, la judía barrada negra, la judía barrada roja y el higo negro de Tarazona.[88][89]​ Los vinos de la tierra están incluidos en la indicación geográfica protegida Ribera del Queiles.

La riqueza micológica del Moncayo también define una parte importante de la gastronomía turiasonense.

Existen dos grandes complejos deportivos, las piscinas de La Glorieta,[90]​ junto al Queiles, y el polideportivo municipal, que alberga las piscinas climatizadas, los pabellones cubiertos, el campo de fútbol, el frontón y las canchas de tenis y pádel.[91]

En el campo municipal juegan sus partidos los dos equipos de fútbol: el C.D. Eureka y la S. D. Tarazona, principal club deportivo de la ciudad. El municipal tiene una capacidad para 1500 personas, fue inaugurado en 1979 y reformado en 2014.[92]​ También destacan la A.D. Balonmano Tarazona, el Centro Excursionista Moncayo[93]​, el Club Atletismo Tarazona[94]​ o la Agrupación de Caza y tiro de Tarazona.[95]

El Seminario de Tarazona que data de 1958, además de ser hostal, casa de espiritualidad y albergue, dispone de unas amplias instalaciones deportivas. En el campo de rugby del seminario juega sus partidos el Club de Rugby Seminario Tarazona, fundado en 1965 y club decano del rugby en Aragón.[96]

Casa tradicional

Ermita de la Vigen del Río

Puerta de Lizarra

Convento del Carmen

Iglesia de San Atilano (Centro Sociocultural)

Iglesia del Ex Convento de la Merced

Iglesia de San Vicente Martir

Iglesia de San Miguel

Ex Convento de Santa Ana, de MM Carmelitas Descalzas

Torre del Ex Convento de la Concepción



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