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España
El euskera, vasco o vascuenceeuskera batúa, euskara) es una lengua europea, ergativa y aglutinante que se habla principalmente en Euskal Herria. Existen además comunidades vascófonas en la diáspora vasca, especialmente en Europa y América. El euskera es oficial junto al castellano en el País Vasco y la zona vascófona de Navarra, mientras que en Francia no tiene estatus oficial. Lingüísticamente, es una de las pocas lenguas no indoeuropeas de Europa y es la única lengua aislada del continente.
(enEl origen de los vascos es desconocido; aunque hay múltiples hipótesis al respecto, ninguna ha sido probada definitivamente. Su posible conexión con otras lenguas de la Europa prehistórica y sus características únicas han suscitado el interés de lingüistas y antropólogos de todo el mundo.
El euskera presenta una gran variedad lingüística y diversidad dialectal, sobre todo en la comunicación oral. Actualmente se distinguen cinco dialectos, tres en España y dos en Francia; estos presentan, a su vez, varios subdialectos. Estos dialectos tienen léxico, gramática y fonética propios, lo que hace que algunos apenas sean mutuamente inteligibles. No obstante, la inteligibilidad ha aumentado notablemente en las últimas décadas, debido a la mejora de las comunicaciones y la estandarización de la lengua.
El euskera ha adquirido bastante léxico de otras lenguas,español y del latín y, en menor medida, del francés, pero, por su carácter aglutinante, también ha enriquecido su vocabulario mediante la derivación y la composición. A su vez, el euskera ha influido en las lenguas de la península ibérica (véase Sustrato vasco en las lenguas romances).
especialmente delEn 2016 el 28,4 % de los habitantes del País Vasco, Navarra y País Vasco francés eran vascófonos, unas 750 000 personas. Aproximadamente otras 400 000 personas, el 16,4 %, son vascoparlantes pasivos (entienden el euskera pero tienen dificultades para hablarlo). Así, el porcentaje de personas que hablan algo de euskera se eleva hasta el 40 % aproximadamente. El 93,2 % (700 300) de hablantes de euskera vive en España y el 6,8 % (51 200) restante en Francia. Existen también comunidades vascófonas en la diáspora vasca, principalmente en América. Desde las últimas décadas del siglo XX el conocimiento del euskera ha aumentado, aunque su uso en la calle descendió ligeramente entre 2007 y 2017, situándose en un 12,6%. El uso del euskera en casa, en general, es mayor que en la calle. La comarca con mayor porcentaje de vascohablantes es Lea Artibai, con un 88% de vascófonos en 1996.
Los vascoparlantes no están distribuidos uniformemente, sino que se concentran en una zona geográfica continua. En esta zona, el euskera es la lengua autóctona y la lengua materna de gran parte de la población; en algunos núcleos el uso del euskera en la calle supera el 90 %; por ejemplo, Lea Artibai (Vizcaya), el Goyerri (Guipúzcoa), las Cinco Villas (Navarra) o Sola (Francia) son zonas donde el uso del euskera es alto o muy alto. El porcentaje de personas que entienden el euskera es de más del 40 % en Vizcaya y Guipúzcoa, en toda Álava excepto en algunas zonas del sur y oeste, en la zona septentrional de Navarra, y en Baja Navarra, Sola y el sur de Labort; de aproximadamente el 40 % en el sur y oeste de Álava, el enclave de Treviño y el Valle de Villaverde; y menor al 20 % en el centro y sur de Navarra.
Se desconoce cuál es exactamente el origen de esta lengua.[aclaración requerida] Aunque léxicamente el euskera ha tomado una gran cantidad de préstamos de las lenguas romances (especialmente del latín y del español), mantiene una estructura gramatical única. Asimismo, muchos lingüistas han sostenido que el euskera tuvo una importante influencia en las lenguas romances, especialmente en las de la península ibérica (español, catalán, asturiano y gallego) y el occitano gascón. Existen cientos de topónimos de origen vascónico en La Rioja, Castilla y León, Cataluña, Aragón y Madrid.
Alrededor del año 1 d. C., el euskera se hablaba no solo en la totalidad de los territorios mencionados, sino más allá de sus actuales fronteras, ocupando un espacio geográfico delimitado aproximadamente por el cauce de los ríos Garona en Francia y Ebro en España. Desde entonces, lleva siglos en retroceso, desde el punto de vista geográfico, en buena medida debido a las divisiones administrativas del territorio, que llevó a su vez a la división lingüística del euskera (que hasta entonces estaba unificado) en dialectos o euskalkis, y a la falta de reconocimiento oficial o estatal, así como por su escasa literatura (que no surge hasta el siglo XVI), que redujo en buena medida su difusión.
En Francia, el advenimiento de la Revolución francesa llevó a la proclamación de la igualdad de todos los franceses, lo que se tradujo en que todos los franceses tenían una única lengua: el francés, con la consiguiente falta de reconocimiento oficial del euskera y del resto de lenguas de ese país, que se mantiene hasta hoy día. En España, durante los siglos XIX y buena parte del XX el Estado era centralista, por lo que el euskera carecía de reconocimiento. Durante la Restauración y parte de la dictadura de Francisco Franco, el uso del euskera en público fue estigmatizado y perseguido. A partir de la década de 1960, los esfuerzos por suprimir el euskera cesaron: el idioma volvió a utilizarse en educación, resurgieron las ikastolas y se dio un renacimiento de la literatura en euskera. Así, surge un movimiento que busca revivir el euskera y adaptarlo a los tiempos modernos, cuya máxima expresión fue la estandarización del idioma en un único conjunto de normas gramaticales y ortográficas: el euskera batúa, que es el que se utiliza en el ámbito administrativo, periodístico, literario, etc., aunque los dialectos siguen vivos en el habla cotidiana y muchos ayuntamientos han promovido la conservación de sus propias variantes dialectales del euskera.
España reconoce el euskera como un bien cultural que es objeto de especial respeto y protección. Ello, unido a la política lingüística del Gobierno Vasco, ha dado lugar a un gran aumento del número de hablantes del euskera, revirtiendo la tendencia histórica del retroceso. Actualmente, el euskera es lengua oficial y propia en el País Vasco y en la zona vascófona de Navarra. En Francia, la Constitución francesa establece que la única lengua oficial es el francés, aunque los distintos municipios que integran el País Vasco francés han tomado medidas en el ámbito de su competencia para conservar la lengua.
El euskera es la única lengua no indoeuropea de la península ibérica. El hecho de que durante la Alta Edad Media fuera hablada, además de en los territorios actuales vascoparlantes, en áreas de la Rioja Alta, la Riojilla Burgalesa y la Bureba [cita requerida] pudo hacer que tuviera influencia en la conformación del castellano y singularmente en su sistema fonológico de 5 vocales (véase sustrato vasco en lenguas romances). Tras un periodo de prolongado declive desde la Baja Edad Media, acentuado en los siglos XVIII y XIX, que hizo que dejara de ser hablado paulatinamente en áreas de Burgos, La Rioja, Navarra y Álava, desde finales de la década de 1950 y principios de la de 1960 fueron puestas en práctica diversas iniciativas para evitar su desaparición, entre ellas la adopción de un estándar lingüístico superador de la fragmentación dialectal. Con la llegada de la democracia a España, la Constitución de 1978 facultó a las comunidades autónomas a declarar también oficiales en su territorio lenguas distintas al castellano, lo que sería materializado para el País Vasco por el Estatuto de Guernica, que recoge la cooficialidad del euskera y en donde ha logrado volver a ganar espacios de uso en la vida pública. Asimismo, en el artículo 9.2 de la Ley Orgánica de Reintegración y Amejoramiento del Régimen Foral de Navarra de 10 de agosto de 1982, se estableció también la oficialidad del euskera en la zona vascoparlante de Navarra. La posterior Ley Foral del Vascuence de 1986 reconoció al castellano y al euskera el carácter de lenguas propias de Navarra, delimitando en el marco del concepto legal del predominio lingüístico la 'Zona Vascófona' en la que el euskera es lengua cooficial. En el País Vasco francés, al igual que el resto de lenguas regionales francesas, el euskera no goza de la condición de lengua oficial y es el único de los ámbitos territoriales de la lengua en el que el conocimiento y uso del euskera entre la población disminuye hoy en día.
El euskera (o su inmediato antecesor, el euskera arcaico) fue el idioma predominante[cita requerida] de una amplia zona a ambos lados de los Pirineos, que abarca desde el río Garona y Burdeos al norte; la sierra de la Demanda y el Moncayo al sur (incluyendo toda La Rioja y el norte de la provincia de Soria); zonas de la provincia de Burgos al oeste; y Andorra al este. Existen evidencias toponímicas y epigráficas sobre su presencia en todo este ámbito. Por ejemplo, en la zona norte de la provincia de Soria, existen decenas de topónimos vascos como Urbión, Larralde, el Acebal de Garagüeta de Arévalo de la Sierra, Garray o Narros. Según estudios epigráficos recientes, la presencia del euskera en Soria es anterior a que se impusiese una lengua céltica y después latina. Las evidencias toponímicas y epigráficas de la presencia del euskera en la zona norte de Soria, han sido respaldadas con un estudio genético elaborado en 2017 por los departamentos de Genética Humana y de Estadística de la Universidad de Oxford (Reino Unido), la Fundación Pública Gallega de Medicina Genómica de Santiago de Compostela y el Grupo de Medicina Genómica de la Universidad compostelana, que ha determinado que los sorianos de la zona norte de la provincia, en la que se incluyen las comarcas de las Tierras Altas, Almarza y Pinares, tienen cierta coincidencia en su genoma con las características genéticas de la población vasca y navarra, aunque sus similitudes son más importantes con las zonas del centro y del noreste de la península.
Desde la Baja Edad Media, el euskera viene sufriendo un declive que se debe a factores geográficos, políticos y sociológicos de diversa índole. Según el Atlas de lenguas en peligro de extinción elaborado por la Unesco, el euskera está en situación de «vulnerable». Cuando se aprobó la Constitución española de 1978, en Navarra, el euskera se hablaba en su zona noroeste. En Álava, el retroceso fue aun mayor, y se hablaba prácticamente solo en el valle de Aramayona, y algo en los pueblos colindantes. En Vizcaya, a pesar de hablarse en casi toda la provincia, al no hablarse en las Encartaciones ni en el área metropolitana de Bilbao, que alberga entre el 85% y el 90% de la población, la extensión del euskera era también reducida. En Guipúzcoa, se hablaba en toda la provincia, aunque con focos fuertemente deseuskerizados, sobre todo en las zonas de fuerte migración desde otros lugares de España durante el siglo XX. Finalmente, dentro de Francia se hablaba en la mitad aproximadamente del departamento de Pirineos Atlánticos.
Se discute cuál es el origen exacto de la voz euskara; no obstante parece acreditada la identificación de dicho término con la identidad cultural vasca. Así, de la palabra euskara se deriva la palabra euskaldun (literalmente ‘el que posee euskara’), que designa al hablante del euskera. Asimismo, de la voz euskara se originó el término Euskal Herria, originalmente denotativo del territorio en que se hablaba euskera (‘la tierra del euskera’) y que en el Estatuto de autonomía del País Vasco es utilizado como sinónimo de «pueblo vasco». El neologismo Euskadi, creado como alternativa de la expresión Euskal Herria y actualmente sinónimo de País Vasco, también procede de la voz euskara. Se discute la relación que las palabras «vasco» y «gascón» presentan con euskara. Para designar a todos los demás idiomas, los vascohablantes usan la palabra erdara y a las personas no vascohablantes se les conoce genéricamente como erdaldunak (literalmente ‘los poseedores de otra lengua’, no vascoparlantes).
El filólogo Alfonso Irigoyen propone que la palabra euskara procede del verbo "decir" en vasco antiguo, reconstruida como *enautsi (mantenida en formas verbales como el vizcaíno dinotzat, "yo le digo"), y del sufijo -(k)ara, "forma (de hacer algo)". Por tanto, euskara significaría literalmente "forma de decir", "forma de hablar", "habla" o "lenguaje". Irigoyen presenta como evidencia para sostener esta teoría la obra Compendio Historial (1571), del vasco Esteban Garibay, donde el autor afirma que el nombre nativo de la lengua vasca es «enusquera». Véase también eusk- < *ausc-, del nombre del importante pueblo aquitano de los auscos (Auch, Gers).
Es tema discutido la extensión que tuvo el ámbito lingüístico euskérico en la antigüedad y Alta Edad Media. Algunos estudios apuntan a que llegó a abarcar un área territorial que se extendía desde el golfo de Vizcaya hasta el Pirineo catalán, incluyéndose en dicho ámbito los territorios de la hoy Gascuña, La Rioja, norte de Soria, este de Cantabria, norte de Huesca, nordeste de Burgos, noroeste de Zaragoza y parte de la provincia de Lérida, así como parte del actual departamento francés de los Altos Pirineos. Otras opiniones defienden que la versión primitiva del actual euskera tiene su origen en la región de Aquitania y creen que sería ya en tiempos históricos cuando se produjo su expansión a los territorios españoles en los que se habla actualmente. Durante los siglos VIII y XI se estima que el euskera vivió un segundo periodo de expansión, extendiéndose por territorios de la Rioja Alta y la provincia de Burgos, periodo del que la toponimia claramente euskérica de estas áreas (Herramélluri, Ochánduri, Bardauri, Sajazarra, etc.) sería una prueba.
En la actualidad, dentro de España el euskera es hablado como primera o segunda lengua en las tres provincias del País Vasco (Álava, Vizcaya y Guipúzcoa), en la Comunidad Foral de Navarra, en el enclave de Treviño (Castilla y León) y en el Valle de Villaverde (Cantabria).
En la totalidad del territorio de Guipúzcoa, en el centro y oriente de Vizcaya, así como en algunos pocos municipios del norte de Álava y en el tercio septentrional de Navarra, el euskera es la lengua tradicional de la mayoría de la población. Por el contrario, en el occidente de Vizcaya (Las Encartaciones y Gran Bilbao) y en la mayor parte de Álava y Navarra, en el enclave de Treviño y en Valle de Villaverde, la lengua tradicional es el castellano.
Dentro de Francia el euskera es hablado en los territorios de Labort, Baja Navarra y Sola, comúnmente denominados en conjunto como País Vasco francés (Iparralde en euskera, ‘Zona Norte’) e integrantes junto a Bearne del departamento de Pirineos Atlánticos. El euskera es la lengua tradicional predominante de Baja Navarra (excepto el enclave gascoparlante de La Bastida de Clarenza), de Sola y de la mayor parte de Labort, en tanto que el extremo noroccidental de este último territorio, donde se encuentran las ciudades de Biarritz, Anglet y Bayona, es predominantemente francófono en la actualidad, y se hablaba idioma gascón anteriormente.
Para el caso del País Vasco, los datos de la VI Encuesta Sociolingüística (2016) realizada conjuntamente por el Gobierno Vasco, el Gobierno de Navarra y la Oficina Pública del Euskera del País Vasco francés, señalaba que un 33,9 % de la población mayor de 16 años era vascoparlante bilingüe (631 000 habitantes), un 19,1 % vascoparlante bilingüe pasivo (356 000) y un 47 % era castellanoparlante exclusivo (877 000). Según ese estudio, el número de vascoparlantes era mayoritario en Guipúzcoa (50,6 % de vascoparlantes bilingües, 20,4 % bilingües pasivos, 32,1 % castellanoparlantes exclusivos) y minoritario en Vizcaya (27,6 % bilingües, 17,8 % bilingües pasivos, 52 % castellanoparlantes monolingües) y Álava (19,2 % vascoparlantes bilingües, 18,4 % bilingües pasivos y 62,4 % castellanoparlantes monolingües). Los datos muestran una tendencia de aumento del número de vascoparlantes bilingües y bilingües pasivos y un descenso de monolingües castellanoparlantes en los tres territorios, especialmente en Álava (pasando del 7 % de vascoparlantes bilingües en 1991 a 19,2 % en 2016). Este incremento se debe al número de vascoparlantes entre la población joven (71,4 % entre 16 y 25 años).
En el enclave de Treviño, según el estudio sociolingüístico realizado en 2012, el 22 % de la población del enclave es bilingüe, y el 17 % es bilingüe pasiva. En el periodo 2002-2012 el porcentaje de bilingües se ha doblado. Por rangos de edad, el bilingüismo es mayor conforme la edad disminuye: entre los menores de 15 años, el 65 % domina el euskera. El principal factor en el crecimiento del euskera en este territorio ha sido el movimiento demográfico de habitantes originarios de Álava, especialmente desde Vitoria. Es también muy positiva la actitud general de los habitantes de Treviño hacia el euskera, donde en torno a un 40 % de la población manifiesta tener un gran interés por la lengua.
En Valle de Villaverde, según datos de 2002, el 20,70 % de la población del municipio era bilingüe, y el 16,98 % era bilingüe pasiva. Teniendo en cuenta que en 1986 solamente el 3,4 % sabía euskera, es de suponer que en la actualidad el porcentaje de bilingües haya aumentado. Las razones principales del incremento son, por un lado, la desaparición de la enseñanza en el enclave debido a la falta de alumnado, con lo que la mayoría de familias optan por escolarizar a sus hijos en Trucios (Vizcaya), donde se imparte enseñanza bilingüe; por otro lado, numerosos vizcaínos, parte de los cuales son vascoparlantes, tienen segundas residencias en la población.
En el caso de Navarra, este último estudio sociolingüístico realizado en 2016 indicó que para el conjunto de la población de Navarra el porcentaje de vascoparlantes activos en mayores de 16 años era del 12,9 % (69 000), además de un 10,3 % (55 000) de bilingües pasivos, frente a un 76,8 % de navarros que eran exclusivamente castellanoparlantes. Los datos muestran una tendencia de aumentos de vascoparlantes activos (3,4 puntos más que en 1991) y especialmente de bilingües pasivos (5,7 puntos más que en 1991) y un descenso de monolingües castellanoparlantes (9,1 puntos menos que en 1991). Esta tendencia también se debe al número de vascoparlantes entre la población joven (25,8 % entre 16 y 25 años, frente al 10 % en 1991). El conocimiento del euskera en Navarra presenta realidades muy distintas en función de las zonas que estableció la Ley Foral del Vascuence en 1986. Así, en la zona de predominio lingüístico vascoparlante de Navarra hay un 61,1 % de vascohablantes activos, mientras que en la Zona Mixta es del 11,3 % y en la "Zona no vascófona" del 2,7 %. Los datos de la VI Encuesta Sociolingüística referidos a Navarra se concretarán más a mediados de este año.
En el País Vasco francés, según datos de 2016 el 28,4 % de la población es vascoparlante y el 16,4 % vascoparlante pasivo. La tendencia ha sido de descenso en el número de hablantes debido a un mayor número de hablantes entre la población mayor, si bien se trata de un descenso ralentizado debido a cierto aumento de conocimiento entre la población joven.
Fuera de Europa, existen algunas comunidades vascohablantes en el continente americano, en las cuales se pueden encontrar vascos de segunda y tercera generación que siguen hablando la lengua en el dialecto original, e incluso híbridos de los dialectos tradicionales, resultado del encuentro de vascos de diferentes regiones. Muy llamativa es, por ejemplo, la existencia de una comunidad de origen vasco en el estado estadounidense de Idaho que ha logrado mantener vivo el idioma. De hecho existen muchas teorías no contrastadas acerca del uso del euskera por parte del ejército estadounidense durante la Segunda Guerra Mundial para impedir que sus comunicaciones internas pudieran ser interceptadas por las Potencias del Eje.
En 2009 fue mencionado en el libro rojo de la Unesco sobre lenguas en peligro como un lenguaje vulnerable.
El uso del euskera varía según la zona, siendo más hablado en Guipúzcoa con un 30,6% y menos hablado en Álava con un 4,8%. En todos los territorios con presencia del euskera, el español (en el País Vasco y Navarra) o el francés (en el País Vasco francés) es el idioma más hablado. Por edades, el euskera es más hablado entre los niños de entre 2 y 14 años de edad, hablado por un 19,3% de niños. Su uso va bajando progresivamente cuanto más mayor es la persona hasta llegar a un 8,1% para las personas mayores de 65 años de edad.
El estatus detentado por el euskera en los territorios en los que es hablado es diverso.
Tanto España como Francia fueron signatarios en 1992 de la Carta Europea de las Lenguas Minoritarias o Regionales promovida por el Consejo de Europa. No obstante, solo España procedería a ratificar la carta por instrumento depositado en 2001 mediante el que se declara que la efectividad plena de la aplicación de los compromisos, obligaciones y garantías que se derivan de la Carta alcanzará a todas aquellas lenguas españolas declaradas cooficiales por las distintas comunidades autónomas; lo que en el caso del euskera supone su aplicación al territorio del País Vasco, por un lado, y a la zona vascófona de Navarra, por otro.
En el caso de España, la vigente Constitución de 1978 declara en el artículo 3 que el castellano es la «lengua española oficial del Estado», y que «las demás lenguas españolas serán también oficiales en las respectivas Comunidades Autónomas de acuerdo con sus Estatutos».
Así, en el País Vasco, su Estatuto de Autonomía de 1979 establece que tanto el euskera como el castellano son lenguas oficiales en todo su territorio, independientemente de la existencia de áreas tradicionalmente vascoparlantes y áreas tradicionalmente castellanoparlantes en el territorio de la comunidad autónoma. Tal declaración sería desarrollada posteriormente por la Ley 10/1982 Básica de Normalización del uso del Euskera que regula el régimen de oficialidad de las dos lenguas en las esferas administrativa, educativa y social, disponiendo la obligatoriedad de la enseñanza del euskera, bien como asignatura, bien como lengua vehicular.
En el caso de Navarra, el Amejoramiento del Fuero otorga al castellano el carácter de lengua oficial de Navarra y también al euskera, pero en este caso solo para las zonas vascoparlantes de la comunidad foral; disponiéndose que una ley foral sería la que delimitase de manera concreta la extensión de esa área vascoparlante en la que el euskera sería cooficial. Así, en 1986 se aprobó la Ley Foral del Vascuence que efectuó dicha delimitación de acuerdo al concepto legal de predominio lingüístico, determinando que las «zonas vascoparlantes de Navarra» a las que alude el Amejoramiento del Fuero serían las incluidas en la denominada «Zona Vascófona», área esta en la que tanto el euskera como el castellano serían lenguas cooficiales, mientras que en las zonas castellanoparlantes de Navarra (las denominadas «Zona Mixta» y «Zona No Vascófona») la única lengua oficial sería el castellano.
Para la Zona Vascófona se estableció la obligatoriedad de la enseñanza del euskera en el sistema educativo (bien como asignatura o bien como lengua vehicular), así como la regulación del uso oficial y normal de ambas lenguas. Además, la ley foral estableció que dentro de las zonas castellanoparlantes de Navarra se reconocería para una de ellas, la Zona Mixta, una regulación especial consistente en el derecho de los ciudadanos a recibir la enseñanza en euskera o del euskera de acuerdo con la demanda, así como la facultad de que los ciudadanos de esta zona pudieran «dirigirse» (aunque no relacionarse con la administración o recibir los servicios públicos en esa lengua, como sí se establece para la Zona Vascófona) a las administraciones públicas en euskera sin que la administración pudiese requerir a los ciudadanos la traducción de su escrito al castellano; dándose el hecho de que a causa de la concentración macrocefálica de la población navarra en el área metropolitana de Pamplona y el fenómeno de despoblamiento sufrido por la Montaña de acuerdo con los datos de la Encuesta Sociolingüística de 2001 el mayor número de vascoparlantes de Navarra en términos absolutos se concentre precisamente en esta llamada Zona Mixta.
El estatus oficial del euskera en el País Vasco francés viene determinado por la Constitución de la República Francesa, que establece que la única lengua oficial de Francia es el francés, por lo que el resto de lenguas habladas en territorio galo, como el euskera, no tienen carácter de lengua oficial, ni están incorporadas al sistema educativo. En 2001, un acuerdo entre el Gobierno nacional francés, la región de Aquitania, el departamento de Pirineos Atlánticos y un comité de cargos públicos electos del País Vasco francés permitió la creación de la Oficina Pública del Idioma Vasco (Office Public de la Langue Basque en francés) como entidad oficialmente reconocida para accionar una política en favor de la lengua y cultura vascas, y a la que se le atribuye la facultad de expedir los certificados acreditativos de aptitud en el idioma.
El euskera es una lengua de tipología aglutinante y genéticamente aislada, es decir, no muestra un origen común claro con otras lenguas, lo que ha llevado a diversas y múltiples teorías sobre el origen de esta lengua.
Aunque hay muchas hipótesis sobre el origen y parentescos del euskera,antiguo aquitano, euskera arcaico o vasquitano del cual sólo se conservan unas 400 breves inscripciones fúnebres dispersas por la actual Aquitania, Aragón, norte de Soria, La Rioja, Navarra y el País Vasco. Es por ello que el único parentesco que se considera demostrado es el del euskera con el antiguo idioma aquitano, ya desde los trabajos de Luchaire en 1877, ampliados posteriormente por Mitxelena y Gorrochategui. De hecho, los especialistas en historia del euskera consideran que el aquitano es simplemente vasco antiguo.
todas ellas carecen de fundamentos sólidos. La única probada es la que lo relaciona con elTres son las teorías historiográficas principales sobre el parentesco:
Al margen de los estudios puramente lingüísticos, desde la antropología y la historiografía se ha intentado dar respuestas al origen del euskera a partir de los datos obtenidos en la investigación del origen de los vascos, siendo también tres las propuestas más conocidas en este aspecto:
Con independencia de las teorías sobre su parentesco lingüístico, la onomástica y la toponimia histórica atestiguan que la versión primitiva del euskera ocupó durante la Edad Antigua un área de extensión mayor que la que tendría posteriormente al producirse la caída del Imperio romano de Occidente, y que las sucesivas llegadas de pueblos de lengua indoeuropea desde el fin de la Edad del Bronce y el comienzo de la Edad del Hierro, supusieron para el euskera como para el resto de lenguas paleohispánicas una disminución de su área de extensión geográfica.
Es habitual la consideración de que los vascones (pueblo prerromano que las fuentes clásicas sitúan en el territorio del norte y centro de la actual Navarra, además de en las Cinco Villas aragonesas y en la desembocadura del río Bidasoa) eran de habla eúskara, así como también los aquitanos (establecidos según las fuentes romanas en el extremo suroccidental de la actual región de Aquitania); resulta polémica sin embargo la filiación lingüística que presentaban el resto de pueblos prerromanos que las fuentes clásicas sitúan en áreas limítrofes con los vascones (los iberos iacetanos y las tribus celtas de várdulos, caristios, autrigones y berones).
Con la Conquista de Hispania y la infiltración romana en el territorio de los vascones, se ha presumido que el euskera recibiría una intensa influencia de la lengua latina, contextualizándose precisamente en esta época la primera gran adopción por el euskera de palabras de raigambre latina.
Tras la caída del Imperio romano de Occidente y la conformación dos siglos después del núcleo del primitivo Reino de Pamplona el euskera viviría un periodo de expansión en el contexto de las repoblaciones que trajo consigo la Reconquista como atestiguan fuentes documentales como la fazaña de Ojacastro.
A partir de la Baja Edad Media, en cambio, el euskera iniciaría un periodo de lenta regresión desplazado en un primer momento por el gascón y el navarro-aragonés, y en un segundo, por el castellano y el francés.
Pese a este declive, a comienzos de la Edad Moderna el euskera era todavía la lengua ampliamente predominante entre la población de Guipúzcoa, la mitad septentrional de Navarra, la práctica totalidad de Vizcaya y la mitad norte de Álava; una situación que se mantendría sin cambios sustanciales hasta los procesos sociales, económicos políticos y culturales puestos en marcha con la industrialización y el liberalismo siglo XIX que ocasionarían el gran retroceso del euskera que llevaría ya en el siglo XX a la creación de la Sociedad de Estudios Vascos y la Real Academia de la Lengua Vasca y al incremento de iniciativas en favor del euskera que conjurasen el riesgo de su desparición.
Siendo patente que una de las causas que facilitaban el retroceso acelerado del euskera en los territorios en los que todavía se hablaba era el alto grado de fragmentación dialectal que el vascuence presentaba, en los primeros años del siglo XX se fue extendiendo el convencimiento de que el euskera sólo podría tener futuro como lengua de comunicación y expresión, en tanto que se lograra superar la situación de fragmentación con la creación de un registro escrito único reconocido por todo el ámbito vascohablante. De esta manera, el proceso para la unificación literaria sería iniciado ya en 1918 con la fundación de la Real Academia de la Lengua Vasca (Euskaltzaindia) y la presentación de distintas propuestas. Entre ellas, una corriente de opinión apostaba por utilizar como base el "labortano clásico" de Axular de acuerdo con la misma función que tuvo el toscano en la unificación de la lengua italiana, siendo Federico Krutwig el principal defensor de este modelo y seguido por personas como Gabriel Aresti y Luis Villasante. Aunque en sus inicios ganó apoyos, finalmente la propuesta acabó siendo rechazada por la mayoría de los escritores y estudiosos por encontrarse demasiado alejada de la base sociológica de la lengua. El debate sobre la unificación culminaría en 1968, en la reunión del Santuario de Aránzazu (Arantzazuko Batzarra) en la que la Real Academia de la Lengua Vasca durante la celebración de su 50 aniversario decidió apoyar y promover formalmente el informe de las Decisiones del Congreso de Bayona (Baionako Biltzarraren Erabakiak) de 1964 redactado por el Departamento Lingüístico de la Secretaría Vasca (Euskal Idazkaritza) de Bayona, apoyado por distintos literatos éuskaros a través de la recién creada Idazleen Alkartea (Asociación de Escritores) y Ermuako Zina (Juramento de Ermua) de 1968. Los postulados de este informe fueron recogidos en la ponencia presentada por el académico Koldo Mitxelena, quien se encargaría de entonces en adelante y junto con Luis Villasante de dirigir el proceso de la unificación literaria.
El resultado sería el euskera batua (literalmente ‘euskera unificado’ o ‘euskera unido’), que es el soporte normativo (o registro) del euskera escrito.dialecto navarro, dialecto navarro-labortano y el dialecto central del euskera, y se encuentra influido por el labortano clásico del siglo XVII, precursor de la literatura en euskera y lazo de unión entre los dialectos españoles y franceses.
Se basa en los dialectos centrales del euskera como elEste registro, adoptado oficialmente a partir del reconocimiento de la autoridad normativa de la Real Academia de la Lengua Vasca por las instituciones de Navarra y el País Vasco, es el preferido y potenciado en la administración, la enseñanza y los medios de comunicación.
Desde los primeros años de la vigencia del batúa se ha desarrollado una importante polémica sobre el efecto que el batúa iba a tener sobre los dialectos del euskera real, hablado hasta esa fecha. Así, escritores como Oskillaso y Matías Múgica sostuvieron que el euskera batúa y el impulso institucional que llevaba a cabo iba a ser letal para los dialectos matando al 'euskera auténtico' en pos de la variante unificada, artificialmente creada.Koldo Zuazo han venido sosteniendo que el batúa no es más que el registro destinado a ser utilizado en los ámbitos más formales (como la educación, la televisión pública, los boletines oficiales...) y viene a complementar al resto de los dialectos, no a sustituirlos; argumentó incluso que la extensión del batúa ayuda a reforzar los dialectos al incidir en la recuperación general de la lengua.
No obstante, otros escritores comoSe considera que los textos más antiguos de esta lengua encontrados hasta ahora son varias palabras aparecidas en epitafios del siglo II d. C. en Aquitania, investigadas por primera vez por Achille Luchaire, después por Julio Caro Baroja y Koldo Mitxelena, y en épocas más recientes por Joaquín Gorrochategui. En el municipio navarro de Lerga (Estela de Lerga) se encontró una estela funeraria hispanorromana con antropónimos indígenas, datada en el siglo I. Mitxelena definió el parentesco entre la inscripción de Lerga y la epigrafía aquitana, así como con las inscripciones hispánicas éuscaras que se encontraría posteriormente. Es por ello que hoy en día se considera que el aquitano es simplemente vasco antiguo o euskera arcaico.
La información disponible sobre el euskera medieval es bastante escasa y fragmentaria. La mayor parte de la información sobre el euskera medieval proviene del estudio de la toponimia y la antroponimia, además de algunas pocas palabras (como términos jurídicos del Fuero General de Navarra) y algunas frases cortas. El latín y los romances fueron las lenguas del saber, de las minorías cultas y de la administración oficial, tanto civil como eclesiástica. Pero aquellos grupos también debían de conocer la lengua de los collazos y siervos. Los escribanos utilizaban el romance para escribir, aunque la lengua de uso cotidiano fuera el euskera. Del siglo XI se cree que son las glosas halladas en el monasterio de San Millán de la Cogolla, en La Rioja, pequeñas anotaciones de traducción en un texto latino, las llamadas Glosas Emilianenses, escritas en latín y romance salvo la 31 y 42 que son frases en algún dialecto desconocido del euskera. Estas glosas son las siguientes:
No hay total acuerdo sobre el significado de esas dos glosas. Nótese que la placa conmemorativa situada en el monasterio comete el pequeño error de reproducir el texto con una grafía modernizada, utilizando la letra zeta, cuando en el texto original se observa claramente la ce cedilla. En los primeros siglos del segundo milenio de nuestra era, las referencias al uso del euskera en el área pirenaica son diversas. Así, en una escritura del siglo XI, la donación del monasterio de Ollazábal (Guipúzcoa), además de fórmulas latinas, están los detalles ofrecidos de los linderos del terreno en euskera. También se encuentran huellas de esta lengua en una guía para peregrinos de Santiago de Compostela del siglo XII y atribuida a Aimeric Picaud, que incluye un pequeño vocabulario en euskera. Así mismo, en 1349, en la ciudad de Huesca se promulga un decreto que sanciona a los que hablaran en el mercado en árabe, hebreo o basquenç con 30 soles de multa.
A medida que avanza la Edad Media la información es más abundante, aunque no llegamos a tener textos extensos hasta los siglos XV y XVI. El fragmento original más extenso en lengua vasca se contiene en una carta bilingüe intercambiada en 1416 entre el secretario del rey navarro Carlos III y el jefe del tesoro del reino, la llamada "carta bilingüe de Matxin de Zalba". Son de gran interés los fragmentos de romances y cantares que citan las crónicas históricas, como el Cantar fúnebre de Milia de Lastur que recoge en sus Memorias Esteban de Garibay en 1596. Refranes y sentencias publicado por la misma época en Pamplona es un recopilatorio de refranes populares, probablemente del entorno de Bilbao, según Joseba Lakarra. Cartas personales y otros textos manuscritos o actas de testigos en juicios se consideran de un valor preciadísimo, como raros testimonios del euskera hablado en aquellos siglos. Entre la correspondencia personal destaca la de fray Juan de Zumárraga, primer obispo de México, que en 1537 escribió a su familia una carta redactada en dialecto vizcaíno y en castellano. Por su importancia, esta carta ha sido publicada por la revista Euskera, órgano oficial de la Real Academia de la Lengua Vasca. Es probablemente el texto vasco en prosa más largo conocido anterior a los primeros libros en euskera.
El primer libro conocido se imprimió en 1545, con el título Linguae Vasconum Primitiae (‘Primicias de la lengua de los vascos’) y firmado por el sacerdote bajonavarro Bernat Dechepare. Es una colección de poemas de tema erótico, autobiográfico y religioso. Dedica también versos al euskera, y es de reseñar que el autor es consciente de que el suyo es el primer intento de llevar su lengua a la imprenta. En su poema Kontrapas dice lo siguiente:
Entre 1564 y 1567 Juan Pérez de Lazarraga escribe su manuscrito, recientemente descubierto y compuesto por 106 páginas. En él podemos encontrar poesías y novela pastoril renacentista.
La siguiente obra conocida es la traducción del Nuevo Testamento (Iesu Christ Gure Iaunaren Testamentu Berria), encargada por la reina de Navarra Juana de Albret al ministro calvinista Joanes Leizarraga, impresa en 1571 en La Rochelle.
La Contrarreforma trajo consigo una nueva «política lingüística» por parte de la Iglesia católica. Así pues, se tradujeron catecismos y otras obras de la literatura cristiana, destinados a la formación de los fieles. En el siglo XVII en el País Vasco francés hay un grupo de escritores, hoy día llamado «la escuela de Sara», que basándose en el habla de la costa de Labort (zona de gran importancia económica) desarrollará un modelo literario para la lengua vasca. El mayor exponente de estos escritores es Pedro Axular.
En el País Vasco español a partir del siglo XVII también aparecerán libros impresos en euskera, consagrando el uso literario de los dialectos vizcaíno y guipuzcoano primero, y del resto con el devenir de los siglos. Es preciso reconocer que inicialmente, en el siglo XVIII, esta labor literaria se limitó a traducciones mediocres de textos religiosos, aunque Agustín Kardaberaz destacara por la calidad de su obra religiosa y retórica.
Dejando a un lado estos antecedentes, junto con otros manuscritos encontrados en el siglo XX, el que podría considerarse el primer clásico de la literatura en euskera fue la obra ascética Gero (‘Después’) del también sacerdote Pedro de Agerre Azpilikueta, escrita en «labortano clásico» e impresa por primera vez el año 1643 en Pau. Su prosa fue tomada como ejemplo del buen escribir entre los escritores tanto al norte como al sur del Pirineo. Manuel de Larramendi se refiere a Axular como maestro.
Hasta muy tardíamente los escritores laicos fueron una excepción y la mayoría de las obras publicadas fueron de temática religiosa, limitándose principalmente a traducciones de doctrinas y catecismos, biografías de santos y algunos tratados teológico-filosóficos. Entre las obras que tratan temas profanos encontramos gramáticas, apologías (que pretendían demostrar la pureza y perfección de la lengua de los vascos, aunque casi todas fueron escritas en castellano), antologías de refranes y poemas, además de obras del teatro tradicional vasco o pastorales.
En el siglo XVIII, uno de los grandes dinamizadores culturales y políticos de Vasconia fue el padre jesuita Manuel Larramendi (1690-1766), quien fue autor de una gramática y un diccionario vascongado. Su influencia marcó un antes y un después en la literatura vasca. Se ocupaba de corregir los manuscritos de muchos escritores de su época antes de imprimirlos, y puede considerársele uno de los líderes o referentes en su tiempo.
En la segunda mitad del siglo XIX, la derrota en las Guerras Carlistas y los cambios que se estaban dando en la sociedad originaron cierta preocupación sobre el futuro de la lengua, lo cual motivó la fundación de asociaciones como la Sociedad Euskara de Navarra, la celebración de certámenes literarios y juegos florales y la aparición de las primeras publicaciones en euskera. La lingüística europea comenzó a interesarse por ella y empezó a estudiarse la lengua de manera científica. Floreció la literatura y los folcloristas y musicólogos se interesaron por recuperar la tradición oral. En 1918 se fundó la Sociedad de Estudios Vascos-Eusko Ikaskuntza con el patrocinio de las cuatro diputaciones vasconavarras y un año después, la Real Academia de la Lengua Vasca (Euskaltzaindia) fue fundada por Alfonso XIII.
Por el contrario, algunos intelectuales vascos de la época como Miguel de Unamuno llamaban a aceptar con dolor y resignación la muerte del euskera, lengua con la que —según él— no podían transmitirse ideas abstractas. El filósofo llegaba a afirmar en momentos de íntimo pesimismo depresivo [cita requerida] que los vascos debían abandonar su lengua y tradiciones para así poder entrar en la modernidad española.
Siendo esta postura, con algunas excepciones, la mayoritaria entre la izquierda y el liberalismo vascos de aquel momento, tanto en España como en Francia, los mayores defensores de la lengua fueron los sectores foralistas, tradicionalistas y nacionalistas.
Entre 1848 y 1936, se produjo el llamado euskal pizkundea o renacimiento vasco, cuando se encuentra la poesía cultista de autores como Nicolás Ormaetxea Orixe, Xabier Lizardi o Esteban Urkiaga Lauaxeta, impregnada del estilo de los poetas simbolistas. Sin embargo, la guerra civil y su desenlace pospusieron esa etapa de maduración literaria y social.
La identificación del euskera con la vida rural y por lo tanto con una idealizada Arcadia vasca, tan atractiva para muchos vascos, tuvo que durar hasta el relevo generacional de los años cincuenta y sesenta. Es entonces cuando en un ambiente de efervescencia cultural y política, el euskera empezó a oírse en boca de los jóvenes universitarios y ambientes urbanos.
El euskera aún era hablado por la mayoría de los habitantes de la zona vascoparlante (Vizcaya salvo su extremo occidental, Guipúzcoa, puntos del norte de Álava, norte de Navarra y el País Vasco francés salvo el área de Biarritz-Anglet-Bayona) inmediatamente antes de la industrialización. Según los datos de 1866-1868 que maneja Ladislao de Velasco, lo hablaban 170 000 de los 176 000 habitantes de Guipúzcoa (140 000 de manera habitual), 149 000 de los 183 000 vizcaínos (de los que 6000 eran extranjeros y 28 000 vivían en el distrito de Valmaseda-Encartaciones, donde el euskera desapareció de su parte oriental a finales del siglo XVIII y principios del XIX, con el final de la Primera Guerra Carlista), 12 000 de los 120 000 alaveses, 60 000 de los 300 000 habitantes de la Navarra española y 80 000 de los 124 000 habitantes del País Vasco francés.
Tipológicamente el euskera es una lengua fuertemente aglutinante. En cuanto a la clasificación genética, actualmente se considera que el euskera es una lengua aislada, ya que carece de lenguas emparentadas. Sería sucesora directa del euskera arcaico o histórico de los siglos I a III d. C.
El euskera, por su situación geográfica, adoptó el alfabeto latino cuando comenzó a desarrollarse como lengua escrita en el siglo XVI. Generalmente se escribía según los sistemas del castellano y del francés, adaptándolas con mayor o menor éxito a la fonética vasca. El líder nacionalista Sabino Arana diseñó un particular sistema ortográfico, logrando cierto éxito entre sus seguidores. Tras la guerra civil española, el sistema aranista fue abandonándose porque las consonantes tildadas que precisaba encarecían las ediciones y resultaban muy poco prácticas.
La Academia de la Lengua Vasca fue estableciendo a partir de 1968 una normativa unificada. Actualmente el alfabeto vasco está compuesto de las siguientes letras:
En total 27 letras, las mismas que en castellano (ü, ç, é no se consideran letras separadas).
Asimismo, tiene los siguientes dígrafos: dd, rr, tt, tx (pronunciada como la «che» en español), ts (pronunciada como una che suave), tz (pronunciada de modo parecido a la «zz» italiana en «pizza»).
En el caso de algunas consonantes precedidas de la i, palatalizan su sonido después de pronunciar la «i»: il (la l se pronuncia como la «ll» en España; ej.: ilea se pronuncia illea), in (la n se pronuncia como la «ñ» en español; ej.: ikurrina se pronuncia ikurriña), is (la s se pronuncia como la «x» del euskera), its (la ts se pronuncia como la «tx» en euskera).
En las variedades más orientales, en algunas palabras existe la posibilidad de aspiración después de consonante, lo que ha solido reflejarse en la literatura de estos dialectos. Ejemplos: aphez, ithurri, kherestu, orho, alha, unhatu.
No existen las tildes o acentos ortográficos más que en préstamos y modismos de otras lenguas, ya que el acento en euskera no tiene valor fonológico, como sí ocurre en el castellano. Normalmente la sílaba fuerte en la entonación es la segunda empezando por la izquierda.
Las cinco letras c, q, v, w e y, de uso muy poco frecuente, se llaman ze, ku, uve, uve bikoitza e i grekoa; la letra modificada ç es denominada ze hautsia o zedila.
En suletino, hay vocales nasales (õ, û) y sibilantes sonoras (ss, zz), pero nunca se reflejan en la escritura.
Consonantes
Vocales (euskera general)
El suletino además además incluye la vocal anterior labializada /y/ usualmente escrita como ü.
En euskera, el acento no se representa ortográficamente pero sí que existen sílabas átonas y tónicas y es muy diferente a las lenguas románicas. La unidad de acentuación no tiene por qué estar en una palabra como sucede en castellano sino en el sintagma. Es decir, la sílaba tónica puede desplazarse dentro de una misma palabra dependiendo de lo que le acompañe.
Normalmente, en euskera, se tiende a acentuar la segunda sílaba y la última, si bien el acento de la última sílaba no se marca tanto como el de la segunda.
santu izan bedi zure izena,
etor bedi zure erreinua,
egin bedi zure nahia,
zeruan bezala lurrean ere.
Emaiguzu gaur
egun honetako ogia;
barkatu gure zorrak,
guk ere gure zordunei
barkatzen diegunez gero;
eta ez gu tentaldira eraman,
baina atera gaitzazu gaitzetik.
santu izen beiti zure uzena,
etor beiti zure erreinue,
ein beiti zure gura,
zeruan legez lurrean be.
Emoiguzu gaur
egun ontako ogie.
Parkatu gure zorrak,
geuk be gure zordunai
parkatzen dautzegun ezkero;
eta ez gu tentaldira eroan
baña atara gagizuz gatxetik.
santu isen beiti sure usena,
etor beiti sure erreiñue,
ein beiti sure gura,
seruan leges lurrean be.
Emoigusu gaur
egun ontako oguie.
Parkatu gure sorrak,
geuk be gure sordunai
parkassen daussegun eskero;
eta es gu tentaldira eroan
baña atara gaguisus gachetik.
zagozana, donestsia izan
bedi zure izena, betor
gugana zure erreguekuntzea,
eguin bedi zure naia,
zelan zeruan alan lurrean.
Egunean guneango gure
oguia gaur
emon eiguzu ta partaku eiguzuz
gure zorrak gure
zor
Oles egitera gatoz,
aterik ate ohitura zaharra
aurten berritzeko asmoz.
Ez gaude oso aberats diruz,
ezta ere oinetakoz.
Baina eztarriz sano gabiltza,
ta kanta nahi degu gogoz.
Santa Ageda bezpera degu
Euskal Herriko eguna,
etxe guztiak kantuz pozteko
aukeratua deguna.
Santa maitea gaur hartu degu
gure bideko laguna.
Haren laguntzaz bete gentzake
egun hontako jarduna.
venimos a saludar,
de puerta en puerta la vieja costumbre
con intención de renovarla este año.
No somos muy ricos en dinero,
ni en zapatos.
Pero estamos sanos de garganta,
y queremos cantar con ganas.
Tenemos la víspera de Santa Águeda
como el día de Euskal Herria,
El día que hemos elegido
para llenar las casas de alegría cantando.
a la querida Santa hoy hemos cogido
como amiga para el camino.
Con su ayuda podemos llenar
el jornal de este día.
La morfología del euskera es muy rica en la estructura del sintagma nominal y verbal.
La forma de construir los grupos nominales y verbales es compleja, debido a la declinación, a la ergatividad (caso nork) y a la gran cantidad de información que el verbo contiene, no solo sobre el sujeto, sino también sobre el objeto directo e indirecto. Además, en la forma de tratamiento familiar (hika), el verbo varía sus desinencias según el sexo de la persona a la que se habla, en la segunda persona del singular del alocutivo.
Los sintagmas nominales: la declinación
El euskera dispone de dos medios para reflejar la relación entre los sintagmas de la oración: la declinación y las posposiciones.
La declinación es el conjunto de marcas del sintagma nominal para expresar la función sintáctica que desempeña, es decir, los casos gramaticales (sujeto, complemento directo e indirecto), casos de lugar-tiempo (complementos circunstanciales) y otros complementos.
Las principales características de la declinación vasca son:
Ejemplo: dativo singular (caso nori), -ari: gizon-ari, anaia-ari, beltz-ari, katu-ari (al hombre, al hermano, al negro, al gato). Si termina en -a: osaba+ari = osaba-ri (al tío).
Ejemplo: dativo singular: -ari / dativo plural: -ei / dativo indefinido: -(r) i: Gizonari eman dio / Gizonei eman die / Zein gizoni eman dio? (Lo ha dado al hombre / Lo ha dado a los hombres / ¿A qué hombre(s) se lo ha dado?
Sin embargo, cuando el sintagma nominal tiene función de objeto directo, pero se encuentra en una frase interrogativa o negativa con un valor no determinado, el caso que se utiliza es el partitivo y la marca que se añade es -(r) ik: Ez daukat dirurik (No tengo dinero).
Ergativo: es el caso donde el sintagma nominal cumple la función de sujeto de un verbo transitivo y la marca que se añade es -(e) k. Mendiek gero eta zuhaitz gutxiago dituzte (Los montes cada vez tienen menos árboles).
Dativo: en este caso, el sintagma nominal adopta la función de objeto indirecto en aquellas oraciones con tres elementos nor-nori-nork, o de dos elementos nor-nori. La marca que se añade es -(r) i, por ejemplo, Umeari esan diot (Se lo he dicho al niño).
Los casos de lugar: Los casos de lugar varían si se añaden a un nombre animado o a uno inanimado. Ama-rengana joan naiz (He ido donde la madre)/ Etxe-ra joan naiz (He ido a casa).
2-Nun gaindik? ¿por donde?, gaindi (por, a través),-tik, -ti: etxetik ("por;" a través de")
2-handik ("por allí")
Otras declinaciones: son las correspondientes a los siguientes casos: instrumental (acerca de qué/quién; mediante qué/quién), sociativo (con qué/quién), genitivo (de quién), motivativo (a causa de qué/quién), destinativo (para quién) y prolativo ([tomado] por qué/quién). Las declinaciones empezadas por "nor" se refieren a seres vivos (a excepción de plantas); las empezadas por "zer", a objetos inanimados y a plantas.
En euskera los determinantes pueden ir incluidos en la palabra:
O también pueden ir fuera de la palabra:
Los cardinales son éstos:
1-bat, 2-bi, 3-hiru, 4-lau, 5-bost, 6-sei, 7-zazpi, 8-zortzi, 9-bederatzi, 10-hamar, 11-hamaika, 12-hamabi (diez dos), 13-hamahiru (diez tres), 14-hamalau (diez cuatro)... 18-hamazortzi o hemezortzi, 19-hemeretzi, 20-hogei, 21-hogeita bat (veinte y uno), 22-hogeita bi (veinte y dos)... 30-hogeita hamar (veinte y diez), 31-hogeita hamaika (veinte y once), 32-hogeita hamabi (veinte y diez dos), 33-hogeita hamahiru (veinte y diez tres)... 40-berrogei (doble veinte), 41-berrogeita bat (doble veinte y uno)... 50-berrogeita hamar (doble veinte y diez), 51-berrogeita hamaika (doble veinte y once), 52-berrogeita hamabi (doble veinte y diez dos)... 60-hirurogei (tres veintes), 61-hirurogeita bat (tres veintes y uno)... 70-hirurogeita hamar (tres veintes y diez), 71-hirurogeita hamaika (tres veintes y once)... 80-laurogei (cuatro veintes), 81-laurogeita bat (cuatro veintes y uno)... 90-laurogeita hamar (cuatro veintes y diez), 99-laurogeita hemeretzi (cuatro veintes y diez nueve), 100-ehun, 200-berrehun, 300-hirurehun, 400-laurehun, 500-bostehun, 600-seiehun, 700-zazpiehun, 1000-mila, 1001-mila eta bat... 1 000 000-milioi
Ordinales:
1.-lehen/aurren, 2.-bigarren, 3.-hirugarren... n-garren.
Distributivos:
1-bana (uno para cada uno), 2-bina (dos para cada uno)... 10-hamarna... n-na.
En Euskera el número ‘20’ hogei es un grupo numérico importante, aparentemente relacionado al número de dedos en ambas manos y pies, ya que aparece como base complementaria en la construcción de los números superiores. Comparando con otras lenguas, la construcción de números superiores en base ‘20’ es menos común que en base ‘10’, sin embargo no es inexistente ya que aparece también en otros sistemas numerales.
Para los números superiores en Euskera tenemos: ‘40’ berr-hogei (2x20), ‘60’ hirur-hogei (3x20), y ‘80’ laur-hogei (4x20).Además del léxico patrimonial heredado del protoeuskera existen formas léxicas que son préstamos de otras lenguas, procedentes de:
En 1729, el jesuita Manuel de Larramendi publicó en Salamanca una gramática del euskera, a la que titula El Imposible Vencido. El arte de la lengua bascongada, donde hablaba de los diversos dialectos: cita al guipuzcoano, al vizcaíno y al navarro o labortano (que comúnmente es uno mismo, dice).
Una clasificación posterior de los dialectos fue obra del vascófilo Louis-Lucien Bonaparte, sobrino de Napoleón Bonaparte. El mapa fue revisado por el sacerdote y primer presidente de la Academia de la Lengua Vasca, Resurrección María de Azkue (1864-1951).
En 1998, el lingüista Koldo Zuazo realizó una renovación de la distribución de los dialectos, basándose en criterios desconocidos o ignorados por los anteriores autores. Esta clasificación moderna divide al euskera en seis dialectos (en euskera llamados euskalkiak): dialecto occidental; dialecto central; navarro, navarro oriental (roncalés, extinto), navarro-labortano y suletino. Bonaparte consideraba el dialecto roncalés un subdialecto del suletino ("suletino español"), mientras que Azkue lo clasificó como dialecto diferenciado. Esta variante hablada antiguamente en los siete pueblos del valle de Roncal (Navarra), desapareció definitivamente en 1991 con la muerte de Fidela Bernat, su última hablante. Se podría hablar también de un dialecto alavés, hoy día extinto, aunque por la toponimia y los testimonios escritos que se conocen sabemos que era muy parecido al dialecto occidental. La principal fuente de información del euskera hablado en Álava es hoy día el recientemente descubierto manuscrito de Juan Pérez de Lazarraga (siglo XVI), ya que se trata del testimonio escrito más completo.
Los mapas se realizan uniendo en grupos las hablas con coincidencias generales, ya que el euskera se caracteriza por su variedad en giros y acentos. Las diferencias se pueden apreciar de una localidad a otra, e incluso de un barrio a otro. Por ejemplo, si tomamos la palabra ogia (el pan), a lo largo de los territorios vascohablantes encontraremos variantes de la misma palabra como ogiya, ogiye, ogixa, ogixe, uía, uíe, uíxe, oía, etc.
Las diferencias fonológicas, morfosintácticas y léxicas entre dos dialectos geográficamente distantes pueden ser tantas como las que existen entre el catalán y el castellano. Este es el caso del vizcaíno (extremo occidental) y del suletino (extremo oriental), que se caracterizan por su lejanía respecto a los demás dialectos, y que son hablados precisamente en los dos extremos del dominio lingüístico del euskera. Aun así, para la mayoría de los vascohablantes hablar dialectos diferentes no es un obstáculo insalvable para entenderse. Por otra parte, la inteligibilidad mutua puede depender, además de la distancia geográfica, de la costumbre y el "don de lenguas" de los hablantes, además del nivel de escolarización y del consiguiente conocimiento de la propia lengua más allá del registro coloquial. Un caso ilustrativo puede ser el del vizcaíno: un vascohablante navarro, por ejemplo, puede entender sin grandes dificultades a alguien que habla una variedad occidental, gracias a que no le son extrañas las palabras que utiliza, las cuales ha podido leer en los libros y usarlas en un registro formal. Además, el vascohablante navarro puede acostumbrarse a escuchar euskera vizcaíno en los medios de difusión y hacerse entender con interlocutores vizcaínos, hablando cada uno en su respectivo dialecto, sin excesivas complicaciones. Esto, dicho está, depende de la predisposición, pronunciación, o nivel cultural de los interlocutores. Estas situaciones son habituales en lenguas que se caracterizan por su diversidad dialectal, como son los casos del alemán y el italiano.
A este respecto, el lingüista Koldo Mitxelena opina que
Muchas personas han aprendido principalmente el euskera unificado, con mayor o menor influencia del habla de su región. Aunque el euskera batúa es la versión oficial del idioma, los dialectos son muy utilizados en las radios y publicaciones locales, con el objetivo de acercarse más al lenguaje cotidiano. En los casos del dialecto occidental y del suletino, también están presentes en la enseñanza y la propia academia ha dictado normas sobre su escritura. Ello no se contrapone al uso del euskera batúa, pues se considera que la convivencia entre los dialectos y el vasco estándar es una condición indispensable para garantizar la vitalidad de la lengua.
Por las condiciones históricas en las que la literatura vasca se ha desarrollado, la comunidad lingüística no ha dispuesto de un único modelo para el uso escrito, sino varios, que no pudiendo imponerse completamente al resto, se han ido desarrollando paralelamente desde el siglo XVI. En los manuales de historia de la literatura vasca se habla de los "dialectos literarios" guipuzcoano, vizcaíno, labortano y suletino, ya que estos son los más utilizados en la producción literaria. Tanto el guipuzcoano al sur de los Pirineos, como el labortano al norte, han sido durante siglos los más utilizados como estándar, y son variedades que ganaron cierto prestigio en sus áreas de influencia, siendo referenciales a la hora de emprender el proyecto de la unificación en los años 60.
Labortano
"Alabainan Jainkoak altean du mundua maithatu, non bere Seme bekharra eman baitu, hunen baithan sinhesten duen nihor ez dadien gal, aitzitik izan dezan bethiko bizitzea"
Suletino
"Zeren Jinkoak hain du maithatü mundia, nun eman beitü bere Seme bekhotxa, amorekatik hartan sinhesten dian gizoneratik batere eztadin gal, bena ükhen dezan bethiereko bizitzia"
Guipuzcoano
"Zergatik ain maite izan du Jaungoikoak mundua, non eman duen bere Seme Bakarra beragan fedea duan guzia galdu ez dedin, baizik izan dezan betiko bizia"
La forma euskera (de los dialectos guipuzcoano, vizcaíno y altonavarro) es más usada que el término vascuence entre los hispanohablantes vascos y es la adoptada en el Diccionario de la lengua española en su XXIIª edición. En cambio, en batúa se le denomina únicamente euskara (la más común en los dialectos centrales). También, según la región, se le llama euskala, eskuara, eskuera, eskara, eskera, eskoara, euskiera, auskera, oskara, uskera, uskaa, uska o üskara.
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