x
1

Sur de Italia



Italia Meridional es la parte sur de la península itálica y comprende las regiones de Abruzos, Molise, Campania, Apulia, Basilicata y Calabria.[2]​ Generalmente, las ciudades del sur son menos industrializadas que las del norte. Aunque geográficamente central, la región de Abruzos es considerada como meridional por cultura, economía y por haber estado bajo el régimen del Reino de las Dos Sicilias.

El sur de Italia tiene una cultura parcialmente distinta a la del Norte, con sus músicas folclóricas relacionadas al fenómeno del tarantismo, como las tarantelas, sus monumentos, su gastronomía y sus paisajes.

La Italia meridional limita al norte con las regiones de Lacio y Marcas en la Italia central, al este con el mar Adriático, al sur con el mar Jónico y al oeste con el mar Tirreno y se separa de la isla de Sicilia por el estrecho de Mesina frente a la ciudad de Regio de Calabria.

Magna Grecia (en griego Μεγάλή Ελλάς Megalê El'lás) es el nombre dado en la Antigüedad al territorio ocupado por los colonos griegos al sur de la península italiana y Sicilia, donde fundaron polis que comerciaron con su metrópoli. Originalmente, Magna Graecia fue el nombre usado por los romanos para describir el área alrededor de la antigua colonia griega de Graia (Γραία), de forma que el área entera de colonización griega en la península Italiana y Sicilia fue conocida por este nombre. De hecho, los términos "Grecia" y "griegos" en español y muchos otros idiomas vienen del término latino.

Muchas de las nuevas colonias se convirtieron en poderosas y prósperas ciudades, como Neápolis (Νεάπολις, Nápoles), Sýbaris (Σύβαρις, Síbaris). Otras ciudades de la Magna Grecia fueron Syrakousses (Συρακούσσες, Siracusa), Akragas (Άκραγας, Agrigento), Selinus (Σελινοΰς, Selinunte), Taras (Τάρας, Tarento), Locri (Λοκροί), Rêgion (Ρήγιον), Kroton (Κρότων, Crotona), Thurioi (Θούριοι, Turios), Elea (Ελαία), Messana (Mesina), Tauromenia (Taormina) e Hímera. Desde estos emplazamientos se mantenían vínculos con la Grecia más occidental, la del actual litoral hispanofrancés: Massalia (Marsella), Antípolis (Antibes), Nikaia (Niza), Emporion (Ampurias) o Mainake (Málaga).

Se dice que la Magna Grecia fue la tierra donde Odiseo (Ulises en la cultura romana), rey de Ítaca, se perdió durante diez años, después de regresar de Troya y antes de llegar a su reino. Numerosas leyendas e historias mitológicas de la Έλλάς Hélade tienen lugar allí.

Fue conquistada por Roma, que tras vencer en las guerras samnitas continuó su expansión hacia el sur. Caso famoso es el de Tarento, que tenía una alianza con Roma, lo que no impidió que ésta violara la cláusula que le impedía llevar una flota más allá de estrecho de Mesina. A su paso por Tarento, para mayor provocación pidieron atracar en la ciudad. El convoy fue asaltado declarándose la guerra. Los tarentinos, ahora conscientes de su acción, llamaron a Pirro de Epiro.

La intervención de Pirro de Epiro casi logró salvar las colonias, aunque su derrota final puso fin a toda esperanza de independencia. Desde entonces, el sur de Italia formó parte de la Italia romana.

Después de la pérdida de las provincias occidentales del Imperio Romano, toda Italia fue invadida por los ostrogodos y, posteriormente, especialmente el sur de Italia, por los bizantinos.

En el año 535, el emperador Romano de Oriente Justiniano, dio dos golpes de mano que le permitieron tomar Sicilia al mando de Belisario y Dalmacia por Ilírico Mundo. Teodato recurrió a una embajada papal, pero se envió una embajada Imperial paralela al propio monarca ostrogodo para establecer un acuerdo secreto de cesión de Italia al Imperio. Los diversos contratiempos que atravesaba el Imperio en ese momento, como la revuelta de África y la recuperación de territorios por germanos en Dalmacia indujeron a Teodato a romper el compromiso y a hacer frente a los ejércitos de Justiniano.

Justiniano reorganizó la jerarquía militar para poder poner al frente de las campañas italianas a Belisario ya que Mundo había fallecido en la ofensiva de Dalmacia. En su lugar se puso a Constantiniano, que recuperó la ofensiva en Dalmacia, reocupando Salona y expulsando a los ostrogodos de la región. Belisario ocupó Nápoles y finalmente Roma a comienzos de diciembre. Teodato, antes de la caída de Roma, fue depuesto por Vitiges, comandante de su guardia personal que demostró tener gran capacidad para las artes guerreras y puso sitio a Roma.

El precio de la conquista del reino ostrogodo quizá podría considerarse excesivo. Se provocaron continuas campañas de desgaste, siendo víctima principal la población itálica que sufrió la destrucción de su tejido social, productivo, político y fue azotada por la peste. Los veinte años de lucha aceleraron dramáticamente la transición al mundo medieval. Roma perdió su entidad urbana y dejó de ser la ciudad por antonomasia del mundo Mediterráneo.

El Emirato de Sicilia fue un estado islámico medieval establecido en la isla italiana de Sicilia durante el periodo comprendido entre los años 965 y 1072.[3]

Sicilia fue conquistada hacia el 1071 por el gran conde Roger, siendo a partir de esta conquista un condado. El conde Roger formaba parte de unos mercenarios normandos que habían estado pagados por bizantinos que deseaban expulsar a los sarracenos de la península Itálica. Con él se iniciará la dinastía Hauteville en Sicilia.

El antipapa Anacleto II inviste a su hijo Roger II como rey de Sicilia. Los descendientes de Roger II, Guillermo I y Guillermo II, reinaron en Sicilia desde de su muerte en 1154 hasta 1189. Guillermo II, al morir sin descendientes varones, plantea un problema en la sucesión.

La heredera legítima de Guillermo II era su hija, Constanza I de Sicilia. La cual se casa con Enrique VI, cosa que permite la llegada al poder de la dinastía Hohenstaufen. El papa Clemente III teme por los bienes de la iglesia de Sicilia al subir al poder la dinastía Hohenstaufen, cosa que provoca su rechazo al matrimonio entre Constanza I y el emperador Enrique VI. Clemente III invita al emperador a rendirle juramento de vasallaje, pero el emperador lo rechaza. El papa decide entonces dar apoyo a Tancredo de Sicilia, bastardo de Roger II, que muere en 1194.

Enrique VI se proclama rey de Sicilia el 25 de diciembre de 1194, en Palermo, junto con su esposa Constanza I de Sicilia. Su reinado será sin embargo corto, ya que muere en 1197. Entre esta fecha y 1220, el Papa intenta frenar el poder de los Hohenstaufen en Sicilia. El reino de Sicilia sin embargo no tiene ningún poder central como en las demás monarquías, así que los barones y los obispos usurpan las prerrogativas reales, y las ciudades grandes no aconsejan seguir adelante con sus instituciones comunales.

En 1220 Federico II, el hijo de Enrique VI, se proclama emperador. Ese diciembre en Capua deroga la ley normanda y cancela las concesiones de 1189 para castigar a los que aprovecharon el vacío de poder para hacerse fuertes. En 1230, las constituciones de Melfi, inspiradas en la ley romana, dan leyes reales al reino.

Al subir al trono Manfredo I de Sicilia el papa Clemente IV lo excomulga por ser hijo ilegítimo de su padre, volviéndose el reino de Sicilia propiedad del Papado. En 1262 Constanza II de Sicilia, hija del anterior se casa con Pedro el Grande, rey de Aragón y conde de Barcelona. Esta situación de acoso entre la dinastía Hohenstaufen y la casa de Aragón-Barcelona, siendo Constanza la heredera de Manfredo, provoca la antipatía del francés Clemente IV que busca ayuda en Carlos I de Anjou, hermano pequeño de su aliado Carlos IX de Francia. Así las tropas de Carlos de Anjou entran en la isla y luchan con Manfredo I en la batalla de Benevento, mientras Carlos es coronado rey de Sicilia en Roma en 1266.

Bajo Carlos de Anjou, y posteriormente su hijo Carlos II, el norte se favorece en detrimento del sur, así la capital se trasladada de Palermo a Nápoles. Esta situación de dominación angevina concluye con las Vísperas sicilianas, que conducen a la división del reino de Sicilia en 1282, en el reino de Sicilia insular, bajo dominio de la Corona de Aragón, y reino peninsular o reino de Nápoles, bajo dominio angevino.

Con el matrimonio de la heredera legal de Manfredo I, Constanza II de Sicilia, con Pedro el Grande de Aragón, el reino de Sicilia se convierte en uno de los principales intereses del rey aragonés. Las Vísperas sicilianas representan una doble ruptura: primero contra los angevinos, con los cuales los impuestos eran muy altos; y después contra la herencia de Federico I, una herencia siempre en disputa (entre Hohenstaufen y angevinos) y que no estabilizaba el reino. Así mismo fue una petición de autonomía. Para poder hacer frente a los angevinos, los sicilianos invitan a Pedro el Grande a reivindicar los derechos de su esposa, cosa que comporta la separación en dos reinos.

Los conflictos entre los reinos de Sicilia y Nápoles fueron constantes hasta que es elegido Papa Benedicto XII en 1334, quien tenía relaciones de amistad con Federico II de Sicilia, y le promete respeto en la Santa Sede en Trinacria.

Los dos reinos resultantes están separados hasta 1442 cuando el rey de Aragón, Alfonso el Magnánimo, conquista el Reino de Nápoles y provoca el nacimiento del Reino de las Dos Sicilias.

Tras el matrimonio de Fernando de Aragón con Isabel de Castilla, los antiguos territorios de la Corona de Aragón en Italia: Reino de Nápoles, Reino de Sicilia y Reino de Cerdeña, quedan bajo dominio de la recién nacida Monarquía Hispánica

Con Carlos I comienza el reinado de la dinastía de los Habsburgo, o Casa de Austria, con la que la Monarquía Hispánica conocerá su mayor expansión territorial gracias a la conquista de extensos territorios en América y otras colonias de ultramar que constituirán el Imperio español. En este mismo periodo, los Estados italianos del sur de Italia bajo dominio de los Habsburgo de España quedarán administrados, juntos al Ducado de Milán, a través del organismo imperial conocido como Consejo Supremo de Italia.

Para el año 1714, los Habsburgo de España dejaron de gobernar el Reino de Nápoles como resultado de la Guerra de Sucesión Española; a partir de este momento, el reino pasó a ser gobernado por los Habsburgo de Austria a través del emperador Carlos VI, quien gobernaba desde Austria mediante virreyes.[4]​ La Guerra de Sucesión Polaca tuvo como resultado que los españoles recuperaran Sicilia y Nápoles como parte de una unión personal, que en el tratado de Viena fueron reconocidos como independientes bajo una rama menor de los Borbones españoles, los Borbones de Nápoles, en 1738, con Carlos VII.[5]

En 1734, Carlos de Borbón, por entonces Duque de Toscana e hijo de Felipe V de España, luego de vencer a los austriacos, se apodera del Reino de Nápoles con la ayuda española, recuperando el territorio para los borbones; siendo reconocido muy pronto por Francia en virtud del Primer Pacto de Familia, en 1737, lo harían los Estados Pontificios y, a continuación, el resto de los Estados italianos del sur de Italia.

A finales del siglo XVIII, el rey Fernando IV, tuvo que huir de Nápoles a Palermo, donde lo protegía la flota británica.[6]​ Se produjo en Nápoles una lucha entre los defensores de los Borbones y los partidarios de la Primera República francesa. Los lazzaroni (la clase más baja del pueblo), dirigidos por Fabrizio Ruffo, lograron que los franceses rindieran los castillos napolitanos y se les permitió navegar de vuelta a Toulon.[6]​ Con ello se restauró en trono a Fernando IV, pero le duró poco, ya que siete años más tarde, Napoleón, conquistó el reino e instaló en él a su hermano José.[7]​ Tras la derrota de Napoleón, el Congreso de Viena, en 1815, vio los reinos de Nápoles y Sicilia combinados para formar el Reino de las Dos Sicilias,[7]​ con Nápoles como capital.

En 1861, a través del proceso conocido como Risorgimento, durante la unificación de Italia, el Reino de Cerdeña, tras la expedición de los Mil liderada por Giuseppe Garibaldi,[8]​ logró anexar el Reino de las Dos Sicilias a las demás posesiones italianas bajo los Saboya y fundando así el Reino de Italia.[9]​ Con esta conquista, el Reino de las Dos Sicilias deja de existir como estado independiente.

En 1860, Giuseppe Garibaldi intentó lograr la liberación del reino de las Dos Sicilias, en el que Francisco II de Nápoles ejercía una monarquía absoluta. Las constantes revueltas producidas fueron el caldo de cultivo para la expedición de los Mil, auspiciada por Cavour Benso conde de Cavour. Al frente de su tropa de voluntarios, partió del puerto de Quarto, cerca de Génova, con mil animados hombres. Desembarcó en Marsala, Sicilia y, tras vencer al ejército borbónico en la batalla de Calatafimi, entró en Palermo, la capital siciliana. Allí el pueblo vitoreó el nombre de Garibaldi y muchos valientes se unieron al ejército.

Garibaldi cruzó el estrecho de Mesina y entró en el continente. Tras vencer al ejército borbónico en varias oportunidades tuvo la vía libre para entrar en Nápoles, ya que el rey Fernando II había abdicado para no provocar una guerra civil. Así Garibaldi entró triunfalmente en Nápoles conquistando todo el Reino de las dos Sicilias.

El clima es típicamente mediterráneo, con el verano bastante árido y caluroso, especialmente en la época estival. Los inviernos son máshumedos y puede llover con frecuencia.

Nápoles es la ciudad más poblada del sur de Italia, capital de la región de Campania y de la Ciudad metropolitana de Nápoles. Nápoles tiene 964.004 habitantes (2018),[10]​ y 4.434.136 en el área metropolitana,[11]​ la segunda de Italia tras la de Milán. Está situada en las orillas del golfo homónimo a medio camino entre el monte Vesubio y otra área volcánica, los Campos Flégreos. Los habitantes reciben el gentilicio de napolitanos. La Ciudad metropolitana de Nápoles consta de 92 municipios.

Capital histórica del Mezzogiorno, Nápoles posee una gran riqueza histórica, artística, cultural y gastronómica.

Palermo es capital de la región autónoma de Sicilia y de la Ciudad metropolitana de Palermo. Es la segunda ciudad más poblada del sur de Italia y en ella habitan 860 000 personas (2016) y su aglomeración urbana cuenta con cerca de 980 000, cifra que aumenta hasta 1 500 135 habitantes en toda su área metropolitana, la quinta más poblada del país.

Está dotada de un considerable patrimonio artístico y arquitectónico que abarca desde restos púnicos hasta casas de estilo art nouveau, pasando por residencias de estilo árabe y normando, iglesias barrocas y teatros neoclásicos.[12]​ En julio de 2015, el conjunto «Palermo árabe-normando y las catedrales de Cefalú y Monreale» fue incluido en la lista del patrimonio de la Humanidad por la Unesco.[13]

Bari, capital de la región de Apulia, es la tercera ciudad más poblada de la Italia meridional tras Nápoles y Palermo, ya que cuenta con 321.206 habitantes (2018) (750.000 en la entera área metropolitana). Su Ciudad metropolitana es la sexta de Italia por población con casi 1.300.000 habitantes (2018). La ciudad de Bari se localiza en la costa del mar Adriático, del que representa un importante puerto.

Catania es la segunda ciudad más poblada de Sicilia y la cuarta del sur de Italia. Situada en la costa este de la isla, es la capital de la Ciudad metropolitana que lleva su nombre. La ciudad posee 337 862 habitantes (2014), su comarca 770 000 y la ciudad metropolitana 1 200 000. Se encuentra limitada al norte por el monte Etna, el volcán activo más grande de Europa.

Regio de Calabria, capital de la homónima Ciudad metropolitana, con sus 181.035 habitantes (2018) es la ciudad más poblada de la región de Calabria. Se encuentra encarada al Estrecho de Mesina.

El napolitano (llamado de manera local napulitano y en italiano napoletano) es la lengua romance, perteneciente al grupo italorromance, hablada en Campania y varias regiones vecinas del centro y del sur de Italia (Abruzos, Apulia, Basilicata, Calabria, Lacio, Marcas y Molise). Lo hablan más de 11 millones de personas.[14]

Se trata del idioma en que se escriben todas las canciones folklóricas napolitanas, tales como 'O surdato 'nnammurato, 'O sole mio, Funiculì, funiculà, Torna a Surriento y Santa Lucia. Al igual que todas las lenguas romances, el napolitano deriva del latín. También se han supuesto huellas del osco y del griego, hablado en Nápoles hasta los siglos II-III d.C.

El idioma griko es una lengua griega notablemente diferente del griego moderno que pertenece al grupo grecoitaliano de las lenguas griegas modernas. Existen dos subvariedades principales de griko:

Las dos lenguas grecoitalianas suelen mencionarse conjuntamente como “lengua grecoitaliota” (Κατωιταλιώτιικα o kato-italiótika, palabra cuyo significado es ‘bajo italiano’ y, más exactamente por el contexto ‘griego italiano meridional’), grecánico o griko, aunque estas dos versiones son diferentes en su desarrollo histórico. El dialecto grecocalabrés usualmente es llamado por sus hablantes “(lengua) grika”.[16]

El idioma siciliano es una lengua romance hablada en la isla de Sicilia, en el sur de Italia. Pertenece al grupo de las lenguas italorromance y, más exactamente, al subgrupo italiano extremomeridional, hablado también en la península itálica, principalmente en el centro-sur de Calabria, en Cilento y en Salento, en Apulia meridional.

Tiene una rica historia y literatura y un extenso vocabulario con más de 250.000 palabras, debido a la influencia de los distintos dominadores de la isla. El siciliano también se habla en la parte central y sur de Calabria y en la parte sur de Apulia, llamada Salento. El siciliano tuvo una fuerte influencia en la formación de la lengua maltesa, sobre todo hasta finales del siglo XVIII.

Esta lengua, en el Libro Rojo de UNESCO, está clasificada como lengua que no corre ningún riesgo de extinción.

El uso del siciliano como lengua hablada en familia o entre amigos es muy común en toda la región; menos común es su uso en ocasiones oficiales y en la forma escrita.

Los mayores escritores y poetas de la literatura en lengua siciliana son: Giovanni Meli, Nino Martoglio, Domenico Tempio, Alessio Di Giovanni e Ignazio Buttitta.



Escribe un comentario o lo que quieras sobre Sur de Italia (directo, no tienes que registrarte)


Comentarios
(de más nuevos a más antiguos)


Aún no hay comentarios, ¡deja el primero!