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Mapuches



Los mapuches (del autónimo en mapudungún mapuche), araucanos (nombre dado por los españoles a los indígenas que habitaban la región histórica de Arauco),[3][4]​ también denominados reches especialmente en el siglo XVI[5]​ son el pueblo indígena más numeroso del Cono Sur, que habita en la zona centro y zona sur de Chile y parte de Argentina.[6]

De modo estricto, se refiere a los que habitaban Arauco, los araucanos, o el territorio que corresponde a la actual región de La Araucanía en Chile y sus descendientes. De modo genérico, abarca a todos los que hablaban o hablan la lengua mapuche o mapudungún, incluyendo a varios grupos surgidos de la mapuchización producida entre los siglos XVII y XIX a través de la expansión hacia el este de la cordillera de los Andes, actual Argentina.

A la llegada de los conquistadores españoles en el siglo XVI, habitaban entre el valle de Aconcagua y el centro de la isla Grande de Chiloé, en el actual territorio chileno. Los grupos septentrionales, llamados picunches por los historiadores, se hallaban parcialmente bajo el dominio o influidos por el Imperio inca y en su mayoría fueron sometidos a los conquistadores, pero los que vivían en el territorio al sur del río Maule tuvieron una tradición militar y se enfrentaron con éxito a los incas en la Batalla del Maule y luego a los españoles en la Guerra de Arauco, donde mostraron un destacado dominio del caballo, que fue un importante factor en el desarrollo de su cultura. Desde mediados del siglo XVII se establecieron fronteras y periódicos acuerdos de paz (parlamentos).

A fines del siglo XIX, fueron sometidos por Chile y Argentina a través de las campañas militares conocidas, respectivamente, como Ocupación de la Araucanía y Conquista del Desierto. Esto significó la muerte de miles de personas y la pérdida de territorio, pues fueron desplazados hacia terrenos de menor extensión denominados "reducciones" o "reservaciones", y el resto de las tierras se declaró fiscal y fue subastado. En los siglos XX y XXI, han vivido un proceso de aculturación y asimilación a las sociedades de ambos países y existen manifestaciones de resistencia cultural y conflictos por la propiedad de la tierra, el reconocimiento de sus organizaciones y el ejercicio de su cultura.

El sistema económico tradicional, basado en la caza y la horticultura, dio paso a una economía agrícola y ganadera en los siglos XVIII y XIX, convirtiéndose en un pueblo campesino luego de la radicación forzosa en terrenos asignados por Chile y Argentina, que actualmente presenta una gran fragmentación cultural, una subdivisión de la propiedad y una migración hacia las grandes ciudades por parte de las generaciones más jóvenes, de modo que la población es mayoritariamente urbana, la cual vive principalmente en Santiago de Chile y Temuco, aunque vinculada en diferentes grados con sus comunidades de origen.

La población mapuche vive cierta discriminación racial y social en sus relaciones con el resto de la sociedad de Chile y Argentina, lo que se manifiesta en menores índices de educación, ingresos y mayor desempleo.[7][8][9][10][11]​ y según estadísticas oficiales, sus índices de pobreza son mayores que el promedio nacional chileno.[12][13][9]​ Tanto en Argentina como en Chile, algunas iniciativas de recuperación de sus tierras históricas se han encontrado con la negativa de gobiernos, empresas e individuos particulares.[14]

Desde el siglo XVIII en la lengua mapuche o mapudungún, el nombre que ellos mismos se dan es mapuche, o mapunche, compuesto de mapu, 'tierra, país', y che, 'persona, gente'; es decir, 'gente de la tierra', «nativo».[15][16]

Ello, en oposición a los extranjeros arribados desde Europa y sus descendientes, llamados wingka, y a quienes han adoptado su forma de vida. En algunas partes, se usan los términos mapuche y mapunche con leves diferencias de significado. Hasta el siglo XVIII, habría existido entre los integrantes de esta etnia la autodenominación che, 'gente',[17]​ o reche,[17]​ 'gente verdadera'.[18]

La denominación aucas procedería de la palabra quechua awqa, 'salvaje' o 'rebelde', 'enemigo', que les habría sido dada por los incas o por los españoles; según los cronistas, los incas ya habían denominado como purumauca a la población que habitaba el sur del río Cachapoal, y los españoles solo habrían adoptado la denominación «auca» para referirse a ella.[15]

La designación araucanos[3][4][nota 1]​ ha predominado en la historiografía para el periodo que abarca desde los primeros contactos con los españoles hasta el siglo XIX, aproximadamente y sigue teniendo uso, pero no es aceptada por los mapuches. El nombre «araucano» puede ser un gentilicio de «Arauco», denominación que para los españoles tenía la tierra que habitaban en forma independiente, cuya etimología es discutida.[19]​ Se ha postulado que «Arauco» podría derivar de una castellanización de la palabra mapuche ragko, 'agua gredosa', que los españoles habrían usado para los habitantes de un sitio llamado así y que luego por metonimia se habría extendido a todos los restantes pueblos del área;[20]​ de hecho actualmente la tierra próxima a Concepción al sur del Biobío sigue llamándose provincia de Arauco.

Los mapuches rechazan el uso del nombre «araucano» porque es una denominación ajena, otorgada por sus enemigos. Sin embargo, la palabra awqa fue adoptada por los mapuches en la forma awka con el significado de 'indómito', 'salvaje'[21]​ o 'bravo'[22]​ y se la aplicaron a sí mismos.[23]

El mapuche, también conocido como mapudungún (del autoglotónimo mapudungun, 'lengua de la tierra') o araucano,[24]​ es el idioma de los mapuches, un pueblo amerindio que habita los actuales países de Chile y Argentina. Su número de hablantes activos se estima entre 100 000 y 200 000 y el número de hablantes pasivos en unas 100 000 personas más.[25]​ Ha influido el léxico del español en su área de distribución y, a su vez, el suyo ha incorporado palabras del español y del quechua. No ha sido clasificada satisfactoriamente y por el momento se la considera una lengua aislada.[25]

Según el censo chileno de 2017, 1 745 147 personas en ese país se declararon pertenecientes al pueblo mapuche, un 9,93 % de la población total, lo que representa el 79,84 % de la población indígena total del país, y que corresponde aproximadamente al 90% del total de la población mapuche entre Chile y la Argentina. Viven principalmente en la Región Metropolitana (35,23 %), seguido de la Araucanía (18,00 %) y Los Lagos (12,65 %) y, en menor medida, en las regiones de Biobío (9,10 %), Los Ríos (5,34 %) y Valparaíso (5,31 %).[1]

En Argentina los mapuches son el pueblo indígena más numeroso aunque esta cantidad es aproximadamente diez veces menor si se la compara con la de Chile.

A partir de la Encuesta Complementaria de Pueblos Indígenas (ECPI) 2004-2005, llevada a cabo por el estado argentino a través del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), se calculó que casi 105 000 personas son las pertenecientes o descendientes en primera generación del pueblo mapuche. El 73 % de ellas vive en las provincias de Chubut, Neuquén y Río Negro.[27]

Según la ECPI, se autorreconocieron 78 534 mapuches en las provincias de Chubut, Neuquén, Río Negro, Santa Cruz y Tierra del Fuego, de los cuales 13 237 vivían en comunidades indígenas. En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y los 24 partidos del Gran Buenos Aires se autorreconocieron como mapuches 9745 personas. En el interior de la Provincia de Buenos Aires y en la Provincia de La Pampa lo hicieron 20 527 personas, ninguno de los cuales residía en comunidad. El total del país dio como resultado 113 680 personas que se autorreconocieron mapuches, viviendo 13 430 de ellas en comunidades.

Durante la preparación del Censo argentino 2001, representantes mapuches realizaron críticas sobre su diseño y realización por no garantizar una participación adecuada de los pueblos originarios, reproducir el estereotipo prejuicioso de «el indígena», subestimar la migración mapuche hacia las ciudades y apoyarse en funcionarios que incumplían los compromisos jurídicos y políticos.[28]

La Comisión de Juristas Indígenas en Argentina (CJIA) presentó un recurso de amparo en el que solicitaba la postergación del Censo 2001, alegando que no había tenido participación en las condiciones establecidas por el Convenio 169 de OIT y el artículo 75, inciso 17 de la Constitución Nacional Argentina. La controversia llegó a desencadenar una toma de las instalaciones del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI) por parte de estos representantes.

Al realizarse el Censo 2001, en algunas provincias hubo participación directa de censistas y capacitadores indígenas. Sin embargo muchos niegan su validez.[29]

Contrariando las cifras del INDEC, una publicación oficial del gobierno argentino informó que existían 200 000 mapuches viviendo en su territorio.[30]​ En cambio, otras fuentes no oficiales hablan de 90 000[31]​ y 200 000.[32]

La propia comunidad mapuche difiere mucho del censo realizado por el INDEC y estima que la población mapuche en Argentina es de 500 000 personas.[33][34]​ Cálculos de 1998-2000 estimaron que vivían en Argentina hasta 300 000 mapuches, de estos, unos 70 000 se encontraban en Neuquén.[35]

La crítica mapuche sobre la metodología censal argentino fue similar a la que se realizó contra el chileno.[36]​ Basándose en la encuesta del ECPI, las poblaciones de las provincias de Neuquén y Chubut son un 7 % y 5 % de origen mapuche, respectivamente.[37]

El Censo Nacional de Población de 2010 en Argentina reveló la existencia de 205 009 personas que se autoreconocieron como mapuche en todo el país, 39 869 de los cuales en la provincia de Río Negro, 39 634 en la del Neuquén, 36 706 en el interior de la provincia de Buenos Aires, 31 771 en la provincia del Chubut, 21 041 en el Gran Buenos Aires, 6806 en la Ciudad de Buenos Aires, 6132 en la provincia de Mendoza, 4973 en la Córdoba, 4408 en la de Santa Cruz, 4261 en la de La Pampa, 3084 en la de Santa Fe, 1280 en la de San Luis, 975 en la de Tierra del Fuego, 923 en la de Entre Ríos, 562 en la de Misiones, 437 en la de Tucumán, 417 en la de San Juan, 325 en la de La Rioja, 302 en la de Catamarca y 220 en la de Corrientes.[38][39]

En provincia de Buenos Aires, en los partidos de General Viamonte (Los Toldos) y de Rojas, a 280 y 220 km al oeste de Buenos Aires, respectivamente, existe una comunidad mapuche semiaculturada descendiente del boroano Ignacio Coliqueo, reconocido "cacique principal de los indios amigos y coronel del ejército nacional" argentino y quien obtuvo, junto a su tribu, la propiedad de dos leguas de tierra.[40][41]​ En esa comunidad ya no se practica la Rogativa y solo algunos hablan mapuzugun, sin embargo, han comenzado un proceso de recuperación de sus raíces y una de las tres escuelas primarias de la comunidad enseña el idioma mapuche.[42]

La Confederación Mapuche Neuquina, creada en 1970, agrupa a las comunidades rurales mapuches de la provincia del Neuquén, sus autoridades son electas en un trahun («parlamento») cada dos años.[43]

Particularmente importante es su presencia en el parque nacional Lanín, donde habitan entre 2500 y 3000 personas en 7 comunidades (Aigo, Cañicul, Cayún, Curruhuinca, Lefimán, Ñorquinko y Raquithue), en territorios que ellos consideran como propios,[44]​ ocupando unas 24 000 ha.[45]

La lista de comunidades rurales araucanas neuquinas existentes en 2003 era:[46][47]

(*) comunidades de constitución reciente.

En la provincia de Río Negro, las comunidades mapuches se agrupan en la Coordinadora del Parlamento del Pueblo Mapuche de Río Negro.

A fines de 2002, existían las siguientes comunidades rurales y urbanas:[48]​ Cañumil; Anekon Grande; Cerro Bandera (Quimey Piuke Mapuche); Quiñe Lemu (Los Repollos); Wri Trai; Tripay Antu; Ranquehue; Monguel Mamuell; Pehuenche (Arroyo Los Berros); Makunchao; Centro Mapuche Bariloche; Trenque Tuaiñ; San Antonio; Los Menucos; Putren Tuli Mahuida; Ngpun Kurrha; Peñi Mapu; Cerro Mesa-Anekon Chico; Lof Antual; Wefu Wechu (Cerro Alto); Cañadón Chileno; Lof Painefil; Cai – Viedma; Fiske Menuco; Kume Mapu; Aguada de Guerra; Tekel Mapu; Carri Lafquen Chico Maquinchao; Laguna Blanca; Río Chico; Yuquiche; Sierra Colorada.

En la provincia del Chubut existe la comunidad Limonao y grupos mestizos de mapuches y tehuelches surgidos de la araucanización, que se autodenominan mapuches-tehuelches.

También hay cuatro comunidades mapuche-tehuelche en la provincia de Santa Cruz: en Caleta Olivia (Willimapu), Río Gallegos (Aitué), en Río Turbio (Millanahuel) y en Puerto Santa Cruz (Fem Mapu).[49][50]

Luego de la Conquista del Desierto, los pehuenches virtualmente desaparecieron como pueblo en el territorio argentino, muchos de ellos probablemente cruzaron la Cordillera de los Andes hacia Chile.

En la provincia de Mendoza, a partir de 2007, grupos pehuenches han comenzado a organizarse eligiendo un werkén («vocero») y conformando dos lof («comunidades») en el departamento Malargüe, que recibieron personería jurídica en 2009:

Desde 1995 el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI) comenzó a reconocer personería jurídica mediante la inscripción en el Registro Nacional de Comunidades Indígenas (Renaci), entre ellas a comunidades mapuches:[53]

Desde 2009 la provincia de Santa Fe comenzó a registrar a las comunidades indígenas en el Registro Especial de Comunidades Aborígenes de la Provincia de Santa Fe (RECA) del Instituto Provincial de Aborígenes Santafesinos, reconociéndoles en el ámbito provincial la personería jurídica, entre ellas a una comunidad mapuche:[55]​ Comunidad Xavn Inay Leufv (en la ciudad de Rosario del departamento Rosario, el 26 de noviembre de 2015).

Algunos estudios contemporáneos agrupan a los indígenas de habla mapuche en diferentes grupos según el territorio que ocupaban y ciertas diferencias culturales derivadas de esto; sin embargo, para ellos todos son mapuches, solo diferenciados según la lista a continuación, por el lugar geográfico donde se ubicaban. Los nombres asignados son deícticos y dados tomando como punto de referencia a los mapuches de La Araucanía:

Desde mediados del siglo XVII,[37]​ cuando la Guerra de Arauco se fue haciendo menos intensa, el comercio entre araucanos y criollos aumentó.

Asimismo los mapuches empezaron a criar ovejas y vacas que consiguieron tanto de los malones contra los españoles como contra los tehuelches y pampas; lo mismo sucedió con el contacto con los pueblos que habitaban el este de los Andes con los que comerciaban ganado y mercancías, principalmente la sal.[63]

Las movimientos de pueblos como el araucano o mapuche y el tehuelche estuvieron motivados, en gran parte, por el comercio tanto con los criollos como con otros indígenas. A su vez, de cuando en cuando distintos pueblos se disputaban el control sobre las principales rutas comerciales, pero el comienzo del proceso de "mapuchización" tiene sus orígenes totalmente pacíficos aún antes de mediados del siglo XVIII en las ferias de El Cayrú y Chapaleofú. En estas ferias, situadas en las sierras de la pampa húmeda de la actual Argentina, existió una importantísima actividad comercial y de intercambio de productos entre los habitantes nativos de las llanuras pampeanas y las sierras de la actual Provincia de Buenos Aires, los de la Patagonia septentrional y los de ambas márgenes de la Cordillera de Los Andes. Existían dos ferias muy importantes en el Cayrú y en Chapaleofú. En estas ferias, llamadas "ferias de los ponchos" por los jesuitas de la época que las registraron (como Thomas Falkner), se intercambiaban diversos tipos de productos: desde productos ganaderos y de la agricultura hasta vestimentas tales como ponchos. El Cayrú se hallaba en la parte más occidental de la Sistema de Tandilia (en territorio del actual Partido de Olavarría) y Chapaleofú hace referencia a las inmediaciones del arroyo homónimo, situado en el actual Partido de Tandil.[64]​ Es así como, a partir de estos movimientos de personas para el intercambio de productos se produjo, desde antes de mediados del siglo XVIII comienza a haber cierto intercambio cultural entre distintos pueblos que habitaban desde la pampa húmeda, pasando por la Patagonia septentrional y hasta la zona inmediata a la Cordillera de Los Andes (tanto en su margen oriental como occidental) hasta la costa del Océano Pacífico. Este es el comienzo del intercambio cultural y los movimientos migratorios, entre los distintos pueblos entre los cuales cabe mencionar a los Tehuelches, los ranqueles y los mapuches.[65]

La influencia mapuche tiene su origen en lo anteriormente mencionado, ya que partiendo de fines de comercio y alianzas, se terminó produciendo una gran influencia cultural sobre los tehuelches y otros pueblos, al punto que se la denomina "mapuchización" o "araucanización" de las Pampas y la Patagonia. Buena parte de los tehuelches adoptó muchas de las costumbres y lengua mapuche, mientras los mapuches adoptaban parte del modo de vida tehuelche (tal como lo de vivir en tolderías) y con ello se difuminaron las diferencias entre ambos grupos, al punto que sus descendientes se refieren a sí mismos como mapuches-tehuelches.[66]

El ganado robado y la sal extraída en la pampa era vendida por los indígenas a los criollos de Chile y Buenos Aires, lo que lograron gracias a otro aporte español: la introducción del caballo. Con el caballo, los mapuches podían cruzar la inmensidad de la pampa, un territorio de pastizales extensos y casi despoblado, arreando ganado en relativamente poco tiempo.

Con el nuevo modo de vida ganadero los pueblos de las pampas también cambiaron su modo de vida, la población aumentó, lo que motivó la serie de conflictos por los recursos entre grupos rivales. Esto facilitó la guerra de conquista y posterior aculturación de muchas tribus por los mapuches.[67]

Si bien a partir del siglo XVI, gracias al caballo, los tehuelches iniciaron su expansión desde el sur extendiendo su cultura a toda la pampa; a mediados del siglo XVIII, sin embargo, ese proceso de expansión territorial y cultural fue detenido por la llegada de los araucanos.[68]

La araucanización se caracterizó por la asimilación y mestizaje del pueblo conquistado y los mapuches de manera compleja y gradual, a través de varias generaciones.[69]

Hacia 1820 se produjo la migración de grupos numerosos de indígenas desde la Araucanía hacia el actual territorio argentino, en el marco de la guerra a muerte entre realistas y patriotas en el sur de Chile.[70]

Los principales pueblos araucanizados fueron:

A partir del siglo XXI, las subdivisiones son ligeramente distintas. Los nombres están dados casi siempre desde el punto de vista de los mapuches de la IX Región chilena, principalmente de Cautín:

Los mapuches nunca fueron un pueblo con gobierno centralizado, sino más bien una serie de grupos independientes que hablaban un mismo idioma y compartían ciertos rasgos culturales. Lo anterior dificultó tanto la defensa de su territorio como el fortalecimiento y crecimiento como etnia independiente del estado chileno, lo que llevó a su paulatina incorporación a Chile o Argentina.

El concepto de nación mapuche empezó a surgir hacía fines del siglo XIX durante el proceso de conquista por Chile y Argentina.[72][73]

El territorio reivindicado por los mapuches es llamado por ellos mismos como Mapuche Wallontu Mapu o simplemente Wallmapu ('tierra circundante' o 'tierra que circunda'), el cual se halla dividido en dos partes separadas por el Pire Mapu: la cordillera de los Andes. Estas dos partes se subdividen en espacios territoriales denominados fütanmapu, relacionados hasta cierto punto con los butalmapus de la Guerra de Arauco.

El Ngulu Mapu, «tierra del Oeste», parte del actual Chile, habitado por los nguluches, «gente del oeste», se extiende desde el río Aconcagua por el norte hasta el archipiélago de Chiloé por el sur, y entre el océano Pacífico por el oeste y la cordillera de los Andes por el este.

El Ngulu Mapu se divide en fütanmapu.[74]​ Destacan los cuatro mencionados por el sacerdote y científico criollo Juan Ignacio Molina a fines del siglo XVIII. En su obra Compendio de la historia geográfica, natural y civil del Reyno de Chile los llamados araucanos (tribus entre los ríos Biobío y Toltén) se agrupaban en cuatro «Uthanmapu ó Principados paralelos» de similar anchura y organizados en «Aillarehue ó Provincias», a su vez divididos en «Rehues ó Prefecturas»:[75]

Respecto a su población histórica existen diversos análisis para cada grupo. En 1995 el historiador Sergio Villalobos estima en aproximadamente 110.000 el número de picunches a la llegada de los españoles,[89]​ una disminución respecto a otra estimación de 1980, donde estimaba en 15.000 a 20.000 gentes del Aconcagua y 125.000 entre el Mapocho y el Maule.[90]​ Mientras su colega Jorge Hidalgo, basado en una carta de Pedro de Valdivia a Hernando de Pizarro en 1545 sobre el número de indios tributarios entre Copiapó y el Maule, hace otra estimación. Considera que el número se refiere a los jefes de familias, así que lo multiplica por cinco y luego duplica el resultado al considerar los muertos por las pestes en los primeros años de conquista, acaba por descontar a los aconcaguas y diaguitas y llega a 122.500.[91]​ Hidalgo también usa una carta de Bibar de 1558 donde habla de los indios tributarios entre los ríos Aconcagua y Maule para hacer el mismo tipo de cálculo, llegando a 120.000. Considera que los picunches perdieron el 50% de su gente hasta 1545 y el 72% hasta 1558.[92]​ En cambio, el antropólogo Horacio Larraín Barros afirmaba que: «Es casi imposible calcular el número de picunches hacia 1535. Tal vez la cifra de 220.000 se aproxime algo a la realidad»,[93]​ subdiviéndolos en 90.000 a 100.000 «picunches septentrionales»[94]​ y «picunches meridionales» serían más de 120.000.[94]​ También está la opinión de Francisco Antonio Encina, quien hablaba de 90.000 indígenas entre el Aconcagua y el Maule y otros 200.000 entre ese último río y el Biobío.[95]​ Mellafe habla de 200.000 entre los ríos Aconcagua e Itata.[96]

Respecto de los pueblos no conseguirían ser conquistados, es decir, al sur del Biobío, el antropólogo Larraín Barros creía que en 1535 se componían de 425.000 mapuches (lafquenches, wenteches y nagches),[97]​ 40.000 pehuenches (sólo algunas bandas vivían en la zona precordillerana de Chile, el resto en la actual Argentina),[98]​ 180.000 huilliches[99]​ y 100.000 cuncos.[100]​ En el caso específico de los mapuches, se basa en los listados de Ercilla y Bibar sobre el número de guerreros que disponía cada cacique. Así, considerando que los hombres en armas podían ser hasta un 20% de la población llega a tales conclusiones.[101]​ Por su parte, Encina creía que debían ser unos 350.000 mapuches y 430.000 huilliches entre el Biobío y Chiloé.[95]​ Villalobos en 1980 habla de 300.000 a 450.000 mapuches, 120.000 huilliches y 30.000 cuncos (estos últimos en Chiloé).[90]​ Mellafe creía que eran 450.000 entre el Itata y Toltén, la zona más poblada del país, y 200.000 al sur de este último.[96]

En cambio, Tomás Thayer Ojeda estimaba que debieron ser unos 980.000 a 1.440.000, incluyendo Chiloé.[102]​ En cambio, John Cooper creía que la Araucanía era un área densamente poblada que después se despobló, estimando entre medio millón y millón y medio.[103]​ Por último, Julian Haynes Steward habla de un millón.[104]​ Hidalgo cree que es muy difícil cualquier estimaciones sobre mapuches y huilliches, pues sus números de guerreros fueron muy exagerados en las crónicas y la información de sus pueblos entre la llegada de Valdivia y el alzamiento de Lautaro es fragmentaria.[92]​ Por último, el historiador José Bengoa se basa en estudios arqueológicos y estudios demográficos de los guaraníes, pueblo con un nivel cultural similar a los mapuches al llegar los españoles, para estimar que la Araucanía debió contar con cerca de medio millón de habitantes, la mitad del total nacional.[105]

Durante el siglo XVI los indígenas fueron afectados por pestes terribles a las que no tenían defensas naturales. Bengoa señala que entre 1553 y 1557 una epidemia de chavalongo (tifus) le quitó la vida a aproximadamente 300.000 mapuches y una viruela entre 1561 y 1563 eliminó a otros 100.000, llegando a paralizar los trabajos mineros y las operaciones militares. Y eso que no se cuantifica el daño de la sífilis.[106]​ Para él, a fines de esa centuria apenas quedaban 200.000 araucanos en Chile.[107]​ Similar catástrofe demográfica estima el historiador Rolando Mellafe. Del millón de habitantes originales del territorio chileno al llegar Valdivia, en 1570 se habían reducido en un 40%, en 1590 en un 46% y en 1620 en un 52%.[108]​ Después del desastre de Curalaba en 1598, la población de indígenas salvajes superó a los encomendados por la pérdida de los territorios al sur del Biobío y la fuga masiva a esa zona,[109]​ hasta que solamente el aumento de la población mestiza consiguió compensar la pérdida de mano de obra. Así, ochenta años después de la fundación de Santiago, la población indómita era de 250.000 personas.[108]

La población volvió a recuperarse durante el siglo XVIII gracias al largo período de paz, posiblemente llegando a unos 200.000, reduciéndose en la siguiente centuria por emigración y la guerra.[110]​ Hacia 1890 se estimaba en 100.000 o poco más mapuches, huilliches, cuncos y pehuenches araucanizados. Poco después, en 1913, el fray Jerónimo de Amberga afirma que habían 80.000 araucanos registrados en las misiones, a los que se suma un 20% que no vivían en reducciones, estaban aislados o se mudaron a las ciudades, totalizando 110.000.[111]​ El antropólogo Donald Brand estimaba en 300.000 en 1941, de los que dos tercios aún hablaban su idioma.[112]​ Hacia 1975 se los estimaba en más de medio millón.[113]

El Puel Mapu ('tierra del Este'), parte de la actual Argentina, habitado por los puelches (en sentido posicional, no histórico), se extiende entre los ríos Cuarto y Diamante por el norte hasta los ríos Limay y Negro por el sur, y entre la cordillera de los Andes por el oeste y el río Salado de Buenos Aires (o hacia 1750 la línea de los fortines y pueblos de San Nicolás de los Arroyos, San Antonio de Areco, Luján y Merlo) y el Océano Atlántico por el este.

El Puel Mapu se divide entre los siguientes butanmapus:

Entre todos que hablaban mapudungun y que vivían en las Pampas se sumaban hasta 150 000 personas antes de su sometimiento por las tropas argentinas.[117]

El origen de los mapuches no se conoce con mucha certeza. Sin embargo, hacia el siglo V ya existían manifestaciones culturales en la Depresión Intermedia del actual Chile que pueden rastrearse hasta la época actual. Se mencionan como posibles antecesores de los mapuches a los grupos creadores de las culturas Bato, El Vergel, Llolleo y Pitrén.

Los mapuches sufrieron la expansión del Imperio Inca o Tawantisuyo, que se hizo evidente a partir del siglo XV, con el avance hacia el Collasuyo, una de las cuatro regiones o rumbos en que se dividía el Imperio incaico y que se ubicaba al sur del mismo.

Durante el reinado de Túpac Inca Yupanqui, se realizó una expedición de conquista que inició recorriendo el Collao, Cochabamba y Tucumán. De Charcas se dirigió al sur y sometió a los diaguitas de los valles transversales y a parte de las poblaciones picunches, que habitaban el Valle de Chile (el actual valle del Aconcagua) y algunas comarcas ubicadas al sur de él.

Así se fijó el límite sur del Imperio inca, en una zona que convencionalmente los historiadores y la arqueología extienden hasta el río Maule.

El español Alonso de Ercilla, en el poema épico La Araucana (1569);[118]​ el Inca Garcilaso de la Vega, en su libro Comentarios reales de los incas (1609);[119]​ y los cronistas Jerónimo de Vivar (Crónica y relación copiosa y verdadera de los Reinos de Chile, 1558),[120]​ Miguel de Olaverría (Informe de Miguel de Olaverria sobre el Reyno de Chile, sus Indios y sus guerras, 1594)[121]​ y Vicente Carvallo y Goyeneche (Descripción histórico geografía del Reino de Chile, 1796)[122]​ relatan la expedición inca hacia el río Maule y su encuentro con los promaucaes.

Los incas llamaban promaucaes o purumaucas o purum aucca, a las poblaciones que no estaban sometidas a su Imperio. Los primeros sometieron a algunos pueblos del Valle de Chile quienes les pagaron tributos. En esta campaña al sur se libró una guerra entre 20 000 incas de Yupanqui y 20 000 mapuches, al sur del Maule. La tribu de los picunches, conocida como promaucaes por los españoles, enterada de la venida de los incas se alió con los Antalli, Cauqui y Pincu.

Los incas enviaron parlamentarios para que los promaucaes reconocieran a Túpac Inca Yupanqui como soberano. Los promaucaes decidieron dar batalla y se enfrentaron por tres días con los incas. Este suceso se conoce como batalla del Maule.[123]​ El enfrentamiento produjo gran cantidad de muertos en ambos bandos, sin que ninguno de los ejércitos resultara vencedor. Al cuarto día decidieron no enfrentarse. Los promaucaes se retiraron del campo de batalla cantando victoria. Los incas habrían evaluado perseguirlos para continuar con la batalla o asegurar lo que ya había sido conquistado. Finalmente decidieron no tratar de continuar la conquista, sino fortalecer sus posiciones y administrar los territorios ya conquistados al norte, donde los nuevos pueblos vasallos aceptaron de buen grado el dominio y obtuvieron ventajas de él.

Aunque la arqueología no ha encontrado evidencia de que haya existido una presencia inca al sur del río Maule, también existen algunas crónicas españolas que indicaron que, en esa expansión u otra posterior, se habría producido una hipotética última expansión o invasión más al sur, hasta el río Biobío, la que habría sido realizada por fuerzas incas durante el reinado de Túpac Inca Yupanqui o de Huayna Cápac. Las crónicas mencionadas son el Informe de Miguel de Olaverría, p. 24:

y la crónica del padre Anello Oliva en su "Historia del Perú" (publicada en una traducción al francés):

Sin embargo, los historiadores indican que las conquistas de los incas más allá del río Maule, referida en su conjunto, solo se basan en lo indicado por cronistas que realizaron crónicas generalmente escritas con poco discernimiento y que raras veces concuerdan entre sí.[124]

Las crónicas mencionan que durante los años 1520, los dos hijos del inca Huayna Cápac, Huáscar y Atahualpa, se disputaron el Imperio en una encarnizada guerra civil, debilitando el ejército inca en territorio mapuche, lo cual los habría forzado a abandonar sus posiciones y a replegarse al norte para defender en mejores condiciones su territorio conquistado.[cita requerida]

Décadas más tarde, los conquistadores españoles abatieron al Imperio inca y, posteriormente, también intentaron someter a los araucanos, cuya población se estimaba cerca de un millón de personas.[125]

Sin embargo, la resistencia de los mapuches llevó a un prolongado conflicto conocido como la Guerra de Arauco. Así, personajes como Lautaro (destacado líder militar mapuche, hecho prisionero de niño por los españoles, sirvió a Pedro de Valdivia como paje) y más tarde la sublevación de Pelantaro en la década de 1590, influyeron para fijar la frontera militar entre españoles y mapuches en el río Biobío. La batalla de Curalaba, en 1598, donde perdió la vida el gobernador Martín Óñez de Loyola, marcó la derrota de las fuerzas españolas en territorio mapuche.

Durante dicho período inicial, la segunda mitad del siglo XVI y la primera del XVII, la población indígena del actual Chile (estimada en cerca de un millón de personas)[126]​ se vio muy reducida, principalmente por las pestes traídas por los europeos y para las que los nativos no tenían inmunidad, una de tifus (1554-1557) mató a trecientas mil vidas humanas y otra de viruela (1561-1563) a otras cien mil.[127]​ Es muy probable que al momento de la batalla de Curalaba en Chile no hubiera más de 200 000 indígenas.[128]

El poema épico Arauco Domado del escritor español americano Pedro de Oña, más la obra teatral homónima de Lope de Vega, narran desde el punto de vista hispano parte de la guerra contra el pueblo mapuche. Asimismo, la obra La Araucana (1569, 1578 y 1589) del conquistador español Alonso de Ercilla, dedicada al rey Felipe II de España, es una epopeya que destaca la resistencia realizada por el pueblo araucano. En ella, Ercilla habla de los mapuches como los araucanos, como la gente que produce el país de Chile.


Bien se ha documentado por la historia que los grupos ubicados entre los ríos Biobío y el Toltén lograron resistir con éxito a los conquistadores españoles en la llamada Guerra de Arauco, una serie de batallas y sucesos que duró unos 300 años, con largos períodos de tregua.

En los siglos siguientes, los españoles fueron cautelosos en adentrarse en territorio mapuche. En un comienzo lo hicieron a través de misiones religiosas (pacíficas) lideradas por el padre Luis de Valdivia en la llamada Guerra defensiva, que no dio resultados, dando paso a los "parlamentos", una forma de negociar precolombina. En estos encuentros ambos bandos intercambiaban regalos, comían y bebían a saciedad. Posteriormente los comensales negociaban y luego firmaban pactos que juraban respetar.

Fue así como, en el Parlamento de Quillín, en 1641, se acordó terminar con la guerra y fijar la frontera en el río Biobío;[129]​ los mapuches prometieron liberar a los cautivos y a hacer frente a enemigos de la Corona. Posteriormente se celebraron otros parlamentos, con aprobación del Rey de España;[130]​ en que se reiteraba el reconocimiento de la independencia de los mapuches frente a la Corona española, y las partes se comprometían a dejar de lado las acciones bélicas. Estos tratados fueron reconocidos por el gobierno republicano del Director supremo Ramón Freire en Tapihue, el 7 de enero de 1825 en el Parlamento General de Tapihue.[130]​ En sus artículos 18 y 19 se reconoce la soberanía mapuche sobre los territorios comprendidos al sur del Biobío.[131]

Tras esto se vivió un período de relativa paz (aunque seguía habiendo pequeñas "protestas" en distintos lugares de todo el país) que permitió a la población mapuche recuperarse y alcanzar los 150 000 a 200 000 para fines del siglo XVIII.[132]​ Poco después empezaron a producirse migraciones masivas a la Pampa.[133]

El antropólogo norteamericano Tom Dillehay, el mismo que descubrió en Monte Verde (Chile) el primer asentamiento humano de América, acaba de publicar un libro en el que explica por qué los mapuches eran, a la llegada de los españoles, una sociedad más desarrollada de lo que hasta ahora se pensó.[134]

Según las teorías, su presencia en la actual Argentina se debe en parte a la presión ejercida por los españoles, y a un largo proceso de migración a través de los pasos de la cordillera de los Andes y de transmisión cultural, entre los siglos XVII y XIX se expandieron hacia los territorios ubicados al este cordillerano:[135]​ el Comahue, gran parte de la región pampeana, y el norte de la Patagonia oriental, tierras hasta entonces ocupadas por diversos pueblos de culturas y lenguas muy diferentes. De tal modo fueron sometidos a un proceso de "araucanización", ya sea de forma violenta o pacífica, los tehuelches septentrionales y los pehuenches antiguos.

Durante la Guerra de Independencia de Chile, lo más habitual fue que los mapuches tomaran partido por los realistas, aunque no participaron mucho de las batallas, porque estas tuvieron lugar fuera de su territorio. Solo al final del período, con la Guerra a muerte se vieron muy involucrados.[136]

Después de su independencia de España, Chile siguió una política de no agresión y cautela hasta la segunda mitad del siglo XIX, cuando avanzó la expansión estatal sobre el territorio mapuche.[137]

Así, de 1861 a 1883, el ejército chileno ensayó diferentes estrategias, desde las alianzas con clanes enemigos entre sí, hasta la guerra, pasando por el soborno a base de bebidas alcohólicas. Las operaciones militares estuvieron fundamentalmente a cargo de Cornelio Saavedra (militar chileno nieto del presidente de la Primera Junta de Gobierno argentina instalada el 25 de mayo de 1810), que culminaron con el completo sometimiento de los mapuches en 1883. A todo este proceso se le dio el nombre de Ocupación de la Araucanía.

En diciembre de 1866, el Congreso chileno aprobó una ley que reconocía los derechos propietarios de los mapuches en el "Territorio Indígena", creando una Comisión de peritos, —la Comisión Radicadora de Indígenas—, cuya misión era deslindar las posesiones indígenas. De acuerdo a esa ley, aquellas tierras donde los mapuches no pudiesen probar posesión serían consideradas tierras baldías,[137]​ por tanto fiscales de acuerdo al artículo 590 del Código Civil de 1857.[138]​ La constitución de la propiedad, de acuerdo a la ley de 1866, solo pudo realizarse tras el triunfo militar chileno en 1883, tras el cual el Estado tomó el control militar de territorio mapuche, y trató las tierras como si fuesen fiscales, contraviniendo el sentido de su propia legislación, y se desconocieron masivamente los derechos propietarios de los mapuches. De esta manera, los mapuches pasaron de controlar unas 10 millones de hectáreas, a tener que sobrevivir en apenas 500 mil, es decir, en un 5 % de su territorio anterior.[139]​ Por otra parte, las políticas de colonización de las tierras del sur terminaron por marginarlos,[140]​ y propiciaron la usurpación irregular de muchas de sus tierras; incluso de las reconocidas en los Títulos de Merced.

Respecto a las comunidades más al sur de Chile como los lafquenches o costinos de la provincia de Arauco, los huilliches de Valdivia, Llanquihue y San Juan de la Costa (cerca de Osorno) y los del archipiélago de Chiloé, hay poca información, sin embargo, se sabe que los primeros participaron de la Guerra a Muerte y de la rebelión de 1881; aunque de forma menor.[141]​ Esta menor participación en el caso de los huilliches continentales, fue a consecuencia de la adquisición de parte de sus tierras ancestrales en el periodo colonial previo a la independencia de Chile; que fue producto del establecimiento de la propiedad hacendal en la zona. Por ello posteriormente establecida la República de Chile, sería la colonización de Llanquihue, y el proceso de crecimiento y expansión de las ciudades y pueblos asentados, los hechos que llevarían a la disminución de los territorios de las comunidades huilliches y el arrinconamiento de su población hacia los sectores de la costa y la cordillera.[142]

La relación e intercambios entre los pueblos a ambos lados de los Andes es previa a la llegada de los europeos a América.[143]​ Desde antes del siglo XVIII hubo una importante actividad comercial y de intercambio de productos entre los habitantes nativos de las llanuras pampeanas y las sierras de la actual Provincia de Buenos Aires, los de la Patagonia septentrional y los de ambas márgenes de la Cordillera de Los Andes. Existían dos ferias muy importantes en el Cayrú y en Chapaleofú. En estas ferias, llamadas "ferias de los ponchos" por los jesuitas de la época que las registraron (como Thomas Falkner), se intercambiaban diversos tipos de productos: desde productos ganaderos y de la agricultura hasta vestimentas tales como ponchos. El Cayrú se hallaba en la parte más occidental de la Sistema de Tandilia (en territorio del actual Partido de Olavarría) y Chapaleofú hace referencia a las inmediaciones del arroyo homónimo, situado en el actual Partido de Tandil,[64]​ ambos municipios o partidos se sitúan en el interior de la actual Provincia de Buenos Aires. Es así como, a partir de estos movimientos de personas para el intercambio de productos se produjo, desde antes de mediados del siglo XVIII comienza a haber cierto intercambio cultural entre distintos pueblos que habitaban desde la pampa húmeda, pasando por la Patagonia septentrional y hasta la zona inmediata a la Cordillera de Los Andes (tanto en su margen oriental como occidental) hasta la costa del Océano Pacífico. Este es el comienzo del intercambio cultural y los movimientos migratorios, entre los distintos pueblos entre los cuales cabe mencionar a los tehuelches, los ranqueles y los mapuches.[65]

La influencia mapuche a otros pueblos de la Patagonia y de la Pampa tiene su origen en lo anteriormente mencionado, ya que partiendo de actividades comerciales o alianzas, se terminó produciendo una gran influencia cultural sobre los tehuelches y otros pueblos, al punto que se la denomina "mapuchización" o "araucanización" de las Pampas y la Patagonia. Buena parte de los tehuelches adoptó muchas de las costumbres, lengua y vestimenta mapuche, mientras los mapuches adoptaron el modo nómada de vida tehuelche (tal como lo de vivir en tolderías) y con ello se difuminaron las diferencias entre ambos grupos, al punto que sus descendientes se refieren a sí mismos como mapuches-tehuelches.[66]

Debido a la relación que los mapuches tenían desde antes de mediados del siglo XVIII con pueblos nativos que habitaban al este de la Cordillera de Los Andes, después de la independencia de Chile, una parte de las fuerzas mapuches que lucharon principalmente en el bando realista, decidieron a emigrar hacia la región pampeana de Argentina, donde ya había mapuches que convivían con los tehuelches,[65]​ conformado por los borogas y otros grupos.

Posteriormente los hermanos Pincheira alentaron a los grupos mapuches borogas y a los araucanizados ranqueles a realizar malones que, atacaron los pueblos y las estancias en la zona de frontera, produciendo numerosos muertos y llevándose cautivos, robaron el ganado y lo arrearon a través de la ruta de la rastrillada grande hacia los pasos de la cordillera de los Andes con el objetivo de ser trocado en Chile o en poblaciones hispano-criollas fronterizas. por los pehuenches (que dominaban los pasos cordilleranos); intercambiando el ganado generalmente por armas y bebidas alcohólicas.[cita requerida]

En Argentina los mapuches y los "pampas araucanizados" o "pampas mapuchizados" fueron sometidos por el Estado Argentino a través de varias incursiones realizadas al sur del Río Salado a partir de mediados del siglo XIX, las cuales alcanzaron su punto culmine con la campaña denominada la Conquista del Desierto. "Desierto" es la palabra con la que en Argentina se denominaba a toda esa extensa zona bajo dominio indígena que coincidiría con todo lo que actualmente es: las provincias de la Patagonia argentina, toda la Provincia de La Pampa, la mitad sur de San Luis, la mitad sur de Mendoza, todo el interior de la Provincia de Buenos Aires situada hacia el sur del Río Salado del sur, el sur de la Provincia de Córdoba y parte del sur de la Provincia de Santa Fe (al sur y oeste del Río Salado del sur).

Los sucesivos gobiernos realizaron las Campañas previas a la Conquista del Desierto y la posterior Campaña de Rosas al Desierto, un intento en 1833 que permitió a las tropas argentinas ocupar casi todo el territorio al norte del río Negro; unas 2 900 leguas cuadradas, (aproximadamente 14 500 km²) que quedaron fuera del dominio indígena.[144]​ La guerra civil en Argentina permitió que los mapuches y mapuchizados se rehicieran, de modo que a inicios de 1870 estos pueblos realizaban sus correrías casi hasta las inmediaciones de las ciudades de la ciudad de Mendoza, de la ciudad de San Luis, de la ciudad de Río Cuarto, el sur de la provincia de Santa Fe y gran parte de la provincia de Buenos Aires, llegando hasta unos 70 km de la ciudad de Buenos Aires.

Posteriormente, y paralelamente al proceso de Ocupación de la Araucania que se estaba realizando en Chile, Argentina llevó a cabo un proceso similar y exitoso, la Conquista del Desierto, el cual fue muy perjudicial para los mapuches.

La derrota de los aborígenes fue total. Esta conquista, iniciada formalmente en 1879 y que dirigida por el general Julio Argentino Roca fue una de las causas que motivaron que al año siguiente, en 1880, fuera elegido presidente de Argentina.

En las siguientes generaciones de mapuches, emergieron diferentes organizaciones, tales como la Corporación Araucana de Venancio Coñoepan, Federación Araucana de Aburto Panguilef, la Sociedad Caupolicán y la Unión Araucana de Antonio Chiwailaf. Entre estas organizaciones mapuches existían diferentes posiciones, desde el tradicionalismo hasta el catolicismo asimilacionista, pero todos compartían la idea de recuperar las tierras usurpadas para poder conservar la cultura propia. De esta manera el "movimiento mapuche" ingresó a la escena pública chilena, entremezclándose con la política y sus partidos; aunque siempre conservando su especificidad. Este proceso llegó a su clímax a finales de la década de 1960 y principios de la de 1970.

La crítica radical al statu quo por parte de vastos sectores de la sociedad chilena, permitió a los mapuches incorporarse con sus demandas por la tierra. Fue así como en 1969 comenzaron las tomas de tierras reclamadas por los mapuches en la provincia del Cautín, proceso conocido como "el Cautinazo".

Con el proceso de Reforma agraria acelerado por el gobierno de Salvador Allende, muchas comunidades mapuches se radicalizaron e iniciaron una inédita recuperación de tierras, al margen de los programas de gobierno. Hacia 1972, los latifundistas afectados se organizaron en los comités de retoma, grupos paramilitares armados que fueron perseguidos por el gobierno mediante la Ley de Seguridad del Estado.

La dictadura militar fue cruenta en la Araucanía, donde cientos de personas desaparecieron o fueron torturadas. Las organizaciones reaparecieron a partir de 1978, como reacción al Decreto Ley 2568 que liquidaba la figura jurídica de la propiedad comunal sobre la tierra, último resguardo sobre sus propiedades, y además la calidad de indígena de sus ocupantes. Surgieron así, promovidos por la Fundación Instituto Indígena del Obispado de Temuco, los Centros Culturales Mapuches,[145]​ nombre que permitía una mayor probabilidad de eludir la persecución de la dictadura, que más tarde (1981) darían paso a la organización Ad Mapu, tronco de posteriores organizaciones.[146]

Desde 1978 en aplicación del artículo 25 del decreto ley N.º 2568, se dispuso la ampliación de las tierras indígenas, traspasando a 2639 indígenas un total de 51 predios agrícolas durante el período, que eran propiedad del Fisco, SAG, ex CORA, CORFO y CONAF, con una superficie total de 113.342,07 hectáreas. Con la aplicación de dicha normativa, desde 1978 a 1990 se entregaron, en total, 69 mil 984 títulos de dominio individual a los indígenas, y en virtud de las demás disposiciones de ese texto legal y las nuevas tierras traspasadas, se completaron 72 931 títulos de dominio.[147]

En 1989, Ana Llao de la Comunidad Ad- Mapu junto a otras dirigentas de diversas organizaciones mapuches se reunieron en Nueva Imperial con el candidato de la coalición opositora (Concertación de Partidos por la Democracia), Patricio Aylwin Azócar. En ese "parlamento" se acordó que el Estado daría reconocimiento constitucional a los derechos económicos, sociales y culturales de los Pueblos Indígenas, se formaría una Comisión Especial en conjunto con las organizaciones indígenas para elaborar un proyecto de ley indígena. A cambio de esto, las organizaciones indígenas se comprometían a utilizar la vía institucional para canalizar sus demandas.[148][149]

Recién comenzada la década de 1990 y vuelta parcialmente la democracia, el Consejo de Todas las Tierras llevó a cabo varias ocupaciones simbólicas de tierras ancestrales mapuches en manos de privados.[150]​ La respuesta del gobierno fue el requerimiento de aplicación de la Ley de Seguridad del Estado, promulgada durante el gobierno de Carlos Ibáñez del Campo, lo que terminó con 141 mapuches condenados y con sus derechos políticos suspendidos.

En 1993 se aprobó la Ley de Desarrollo Indígena 19.253. Sin embargo, la nueva institucionalidad que consagraba operó con la cooperación de los principales referentes mapuches hasta que en 1997 sobrevino una nueva crisis. La empresa ENDESA España comenzó la construcción de una segunda central hidroeléctrica en la zona del Alto Bío Bío (con el nombre de Ralco). Las hermanas Berta Quintremán y Nicolasa Quintremán junto a otras familias mapuches-pehuenches que habitaban la zona se negaron a abandonar sus tierras, amparados en la nueva legislación que exigía la autorización de la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (CONADI) para poder permutar tierras indígenas. Ante la negativa de este organismo gubernamental a aprobar dicha permuta,[151]​ por no cumplir con los requisitos legales, medioambientales y sociales,[152]​ el Presidente Eduardo Frei destituyó al director de la CONADI y a la autoridad ambiental que también se oponía el megaproyecto. De esta manera, se inundaron miles de hectáreas de tierras y sitios sagrados para el pueblo mapuche-pehuenche,[153][154]​ de una manera totalmente autoritaria.

Al mismo tiempo, en los valles centrales comenzaba la explotación de las plantaciones forestales sembradas a mediados de la dictadura militar, en predios que habían sido recuperados por los mapuches durante el gobierno de Allende, pero que posteriormente pasaron a manos de empresas privadas.[155]​ Tanto los intereses de las grandes empresas madereras que explotan plantaciones forestales en territorio mapuche, como el temor de los agricultores que explotan predios considerados como usurpados por las comunidades mapuches, y el aumento de la violencia hacia fines de los años 1990 en la zona, motivaron al Senado a expresar en un informe su preocupación por la grave amenaza a la seguridad jurídica en la zona del conflicto (S 680-12). El informe fue cuestionado por entidades de derechos humanos chilenas e internacionales como Human Rights Watch y otras, que señalaron la existencia de múltiples situaciones que justificaban las demandas. Los informes de las entidades coincidían en criticar que se aplicaran a la protesta social leyes destinadas al combate contra el terrorismo.[156]

Durante el gobierno de Ricardo Lagos la respuesta estatal al conflicto mapuche, adquirió dos principales vías. Por un lado a través de la aplicación de la ley contra las acciones ilegales y violentas de los activistas mapuches, cuyo momento más crítico ocurrió en 2002, durante una ocupación ilegal de tierras en el Fundo Santa Alicia en la comuna de Ercilla, Provincia de Malleco, el joven comunero Álex Lemun Saavedra perdió la vida por la acción de Carabineros de Chile, quienes hicieron uso de escopetas antimotines cargadas con balines de plomo. Por otro lado, mediante una operación de inteligencia llamada "Operación Paciencia" dirigida desde la Subsecretaría del Interior presidida por Jorge Correa Sutil se sindicó a la Coordinadora de Comunidades en Conflicto Arauco-Malleco, como una organización de carácter terrorista y fue perseguida como tal, encarcelándose a sus dirigentes. Ejemplos paradigmáticos de estos juicios fueron el llamado "Caso Loncos" —donde los Lonkos Pascual Pichun y Aniceto Norin fueron condenados a 5 años y 1 día de prisión por "amenaza de incendio terrorista"— y el "Caso Puluco-Pidenco" —donde cuatro comuneros fueron condenados a 10 años y un día de prisión por "incendio terrorista"—.

Estos juicios han sido denunciados por la Organización de Naciones Unidas, a través de su Relator Especial para Pueblos Indígenas Rodolfo Stavenhagen, y por organizaciones como Amnistía Internacional, que los denuncian como juicios que presentan una legalidad cuestionable. Los hechos fueron denunciados a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, por infracción al debido proceso, entre otras razones, consagrado en la Convención Interamericana de Derechos Humanos. Este órgano decretó la admisibilidad de la denuncia.[157]

Por su parte, en marzo de 2007, el Comité de Derechos Humanos, órgano encargado de la supervigilancia del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de 1966, en sus observaciones al informe de Chile, también denunció las prácticas criminalizadoras contra el movimiento social mapuche. En este sentido, instó al Estado chileno a modificar la Ley N° 18.314 (conocida como ley antiterrorista). Además, en relación a los artículos 1 y 27 del Pacto, el Comité lamentó la información de que las "tierras antiguas" continúan en peligro debido a la expansión forestal y megaproyectos de infraestructura y energía, expresando que el Estado chileno debía realizar todos los esfuerzos posibles para que sus negociaciones con las comunidades indígenas lleven efectivamente a encontrar una solución que respete los derechos sobre las tierras de estas comunidades de conformidad con los artículos 1, párrafo 2, y 27 del Pacto, debiendo agilizar los trámites con el fin de que queden reconocidas tales tierras ancestrales, debidamente demarcadas. También exhortó al Estado chileno a efectuar consultas con las comunidades indígenas antes de conceder licencias para la explotación económica de las tierras objeto de controversia y garantizar que en ningún caso la explotación de que se trate atente contra los derechos reconocidos en el Pacto.[158]​ El 2004 el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales ya había formulado observaciones en el mismo sentido.[159]

En marzo de 2006, 4 de los 9 presos mapuches condenados por ley antiterrorista iniciaron una huelga de hambre indefinida, que alcanzó más de 62 días sin lograr que el gobierno de Michelle Bachelet acceda a revisar el polémico juicio llevado a cabo bajo el gobierno de su antecesor.[cita requerida]

En 2007 muchos grupos mapuches[¿quién?] no han renunciado a sus demandas territoriales y muchas de sus organizaciones[¿quién?] exigen autonomía para sus territorios, devolución de sus tierras y más oportunidades de representación política.[cita requerida] En octubre de 2007 se[¿quién?] inició una nueva huelga de hambre; que finalizó sin que el gobierno chileno haya dispuesto la mesa de negociación demandada por los huelguistas.

En 2008, ejerciendo el cargo de Jefe de Estado Michelle Bachelet Jeria, Matías Catrileo (n. 11 de septiembre de 1985 - † 3 de enero de 2008), estudiante de agronomía, chileno de origen mapuche, muere el 3 de enero de 2008, cuando una subametralladora Uzi perforó por la espalda el pulmón. Matías Catrileo se encontraba participando de una ocupación ilegal de un fundo de propiedad privada que las comunidades mapuches reclamaban como territorio ancestral, razón por la cual, la fuerza pública fue llamada a actuar.

Tras los hechos el carabinero sindicado como el autor del asesinato fue encarcelado mientras se realizaron las investigaciones pertinentes.[160]​ Se[¿quién?] han elevado críticas[161]​ en contra del fiscal militar, José Pinto Aparicio, que investiga la causa por ser el mismo que indagó acerca del asesinato de Alex Lemún el año 2002, que permanece impune, pues la causa fue sobreseída por la Corte Marcial en 2004.[162]

Si bien el Imperio español no llegó a ocupar efectivamente la totalidad del territorio que habitaron los mapuches, la desintegración del primero que sobrevino como consecuencia de las Guerra de independencia hispanoamericana produjo, una vez concluido ese proceso, el nacimiento tanto de Chile y de Argentina como estados independientes, los que varias décadas después, lograron consolidar efectivamente la soberanía sobre los territorios heredados de España, luego de la Ocupación de la Araucanía y de la Conquista del Desierto y asignaron a los mapuches a "reducciones" en Chile y "reservas" en Argentina.

En el siglo XXI la población mapuche es principalmente urbana pero mantiene vínculos con sus comunidades de origen y subsisten los reclamos de territorio y reconocimiento de su cultura.

Varias organizaciones mapuches [¿quién?] están reclamando el reconocimiento del derecho a la autodeterminación que les corresponde en su calidad de pueblos,[163]​ según reconoce la Carta de la Organización de las Naciones Unidas.[164]​ Con la adopción de la Declaración de los Derechos de los Pueblos Indígenas por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 13 de septiembre de 2007[nota 2]​ la comunidad internacional ha reconocido expresamente el carácter de pueblos de los indígenas, como ya lo afirmara el Relator Especial de Naciones Unidas, Miguel Alfonso Martínez, quien en su estudio encargado por esa organización internacional sostuvo que “no he podido hallar argumento jurídico suficiente para que pueda defenderse la idea de que los indígenas han perdido su personalidad indígena internacional como naciones/pueblos”.[165]​ Actualmente poseen representación en la UNPO.

Si bien la amplitud de la autonomía y beneficios reclamados varían entre los distintos sectores mapuches, muchas de las organizaciones mapuches[¿quién?] que la reclaman, la relacionan y la piden de la misma forma que el derecho de autodeterminación obtenida por el pueblo inuit en Groenlandia, desde la década de 1990; o como los beneficios logrados por los indígenas de Bolivia a partir de la más reciente elección de un presidente aymara en ese país (Evo Morales).

Además organizaciones mapuches como Wallmapuwen han entablado vínculos con el Bloque Nacionalista Gallego (BNG) y Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), proponiendo replicar el sistema de comunidades autónomas en Chile, así como el reconocimiento de los pueblos indígenas en la constitución (similar caso al reconocimiento de las administraciones y lenguas regionales en España).[166]

También en el mundo de la cultura no mapuche, su causa ha encontrado eco. Ejemplo de ello son el caso del escritor internacionalista Asel Luzarraga que estuvo detenido;[167]​ o el de la cineasta Elena Varela, que tras estar detenida posteriormente fue dejada en libertad vigilada;[168]​ hechos que, para los partidarios de las peticiones mapuches, parecen una ofensiva de Chile para apagar las voces en defensa de este pueblo indígena.[169]

Su cultura se basa en la tradición oral. La conducta social y religiosa estaba regida por el Admapu (conjunto de antiguas tradiciones, leyes, derechos y normas). Su idioma es el mapudungun, una lengua aglutinante polisintética que hasta ahora no se ha relacionado de modo satisfactorio con ninguna otra.[170]​ Como deporte tradicional tienen el palín o chueca, un deporte que se presenta más o menos parecido al hockey, y en otros tiempos también al linao, especialmente entre los huilliches.

Entre el patrimonio cultural tangible, se destaca el arte textil, la platería y la gastronomía.

Su organización y estructura social está basada principalmente en el núcleo familiar, y las relaciones establecidas con otras familias. La familia mapuche tradicional estaba conformada por el padre, sus mujeres y sus hijos. Las conductas matrimoniales que permitía este sistema de parentesco fueron interpretadas por los españoles como moralmente reprobables, otorgándoles un sentido negativo. Actualmente la poligamia tradicional ya no existe entre los mapuches, aunque pueden persistir ciertas formas de vida conyugal compartida.[171]​ Las relaciones de parentesco, como parte de la articulación de las comunidades, reciben nombres específicos: tuwün refiere a la ascendencia materna, küpan a la paterna y reñma a la red extendida a partir de la línea paterna.[172]

Los grupos de familias relacionados en torno a un antepasado común se denominaban los lof, a menudo escrito lov, levo o caví por los historiadores. Las familias que conformaban un lof vivían en rucas vecinas y se ayudaban entre ellas; cada uno tenía como jefe a un lonco ('cabeza' en mapudungun).

En tiempos de guerra se unían en grupos más amplios denominados rehues, que eran formados por varios lofs, que conformaban un grupo equivalente al de una tribu,[cita requerida] a cargo de cada rehue existía un jefe militar llamado toqui.

En tiempos de grandes calamidades como sequías, epidemias, invasiones u otros grandes problemas que afectaban una gran extensión de territorio; se reunían varios rehues y conformaban unas agrupaciones denominadas aillarehues. Su jefe era el Mapu-toqui ('jefe militar de una comarca en estado de guerra'). Los aillarehues adquirieron gran importancia para enfrentar a los españoles.

La lucha contra de los conquistadores españoles forzó a los mapuches a formar alianzas entre varios aillarehues, que se denominaron butalmapus o zonas de guerra. Los jefes de los butalmapus eran elegidos por los toquis, y este jefe era conocido por los españoles como Gran toqui. Existieron tres butalmapus históricos principales:

Actualmente en su organización social, a los grupos de familias cercanas ubicadas en un sector geográfico específico se les denomina comunidades.

La familia mapuche desempeña, esencialmente, dos funciones: económica y cultural.

Pero estos dos aspectos, el económico y el cultural, no se hallan disociados: el desarrollo cultural se efectúa en el mismo proceso de producción y consumo, y viceversa. Es por esto que el desarrollo cultural es indisociable del desarrollo económico. La transmisión de los saberes culturales se efectúa en el ámbito doméstico (de padres-madres a hijos, de abuelos a nietos, de tías y tíos a sobrinas y sobrinos, etc.) y a través de las prácticas: en el mismo momento en que se realiza una actividad se está enseñando y aprendiendo (la cría del ganado, la elaboración de comidas, la confección de tejidos, etc). Mientras en las grandes sociedades humanas son principalmente la familia, la escuela y los medios de comunicación quienes administran y transmiten la cultura; en las comunidades o grupos humanos más pequeños, tales como las comunidades mapuches, estas funciones suelen estar mezcladas con otras de índole económica y social.

La religión mapuche se basa en términos generales en la ligación del mundo espiritual con el mundo tangible.

Sus aspectos principales son el respeto al mundo espiritual; el culto a los espíritus y a los antepasados míticos, llamados Pillanes y Wangulén (Antu, Kuyén, etc.), el culto a los espíritus de la naturaleza, llamados Ngen; y la interrelación del pueblo mapuche con la Tierra.

Que la creencia en un ser superior y omnipotente sea anterior al contacto con el cristianismo es un tema disputado, pero actualmente se cree en Ngünechen ("Dueño de la Gente", castellanizado Guenechén o Ngenechén) como el dios equivalente o un sinónimo al Dios cristiano; pero que antes de la influencia cristiana en esta cultura, sus características habrían correspondido realmente a características de espíritus individuales e independientes.

Así, actualmente producto del sincretismo y/o conversión producida por la influencia cristiana, en sus comunidades se profesa la religión cristiana mayormente católica y, en menor proporción, evangélica.

En noviembre de 2007, se llevó a cabo la beatificación del primer mapuche, el joven argentino Ceferino Namuncurá (1886-1905).[173]

Además la mitología se caracteriza por presentar numerosos seres mitológicos, tales como el chonchón y personajes semimíticos como los kalku. Dentro de su tradición, destaca el mito de la creación de la geografía del sur de Chile, en la historia de Cai Cai y Tren Tren o Ten Ten.

Referente a las figuras más importantes dentro de la religión mapuche son por excelencia el ngenpin, la machi y el lonco, encargados del culto, el conocimiento y de la celebración de variados rituales; en el que destaca un ritual mezcla de adoración y diversión, llamado guillatún, según el territorio en dónde se celebre, siendo de carácter netamente religioso en la zona de precordillera y cordillera; y el machitún, que es una ceremonia de sanación y augurio.

Existen antecedentes de sacrificios humanos de niños entre los picunches bajo el dominio inca, y de prisioneros asesinados de forma ritual en la Guerra de Arauco, o como sacrificios, para evitar o finalizar una calamidad o desastre en el pueblo mapuche.

El último caso que se conoce ocurrió luego del terremoto de Valdivia de 1960, el más devastador de los registrados por la sismología, cuando en las cercanías de Puerto Saavedra una machi sacrificó y lanzó al mar a un niño de cinco años luego del maremoto.[174]

El pueblo mapuche cuenta con múltiples ceremonias y tradiciones que son su costumbre, entre las más reconocidas el guillatún, el machitún, el llellipun, el machiluwün, el awün, el ngeykurewen,[175]​ el afafan y la celebración del We Tripantu. De ellas, se explican a continuación tres de las principales:

El guillatún[176]​ (ngillatun) es una ceremonia de petición y agradecimiento a la divinidad. Para esto se necesita de un lugar especialmente dispuesto para este fin, ngillatuwe. En su centro se instala un rehue y a su alrededor los participantes. Dura un mínimo de dos días y un máximo de cuatro y tiene por objeto pedir a los Guenechén u otros seres espirituales que beneficien al pueblo con lluvias, cosechas abundantes, el aumento del ganado y otros favores. Durante la ceremonia se realizan bailes acompañados de oraciones y se hacen ofrendas, como el sacrificio de animales o la entrega de frutos de la tierra y muday.

El machitún[177]​ (machitun) se efectúa para sanar a alguien enfermo. Para ello interviene un chamán llamado machi, quien suele orar y cantar junto al enfermo, hasta entrar en trance (küymin), así como descubrir la causa de la enfermedad, que según la creencia se debe a maleficios o transgresiones. Existen ayudantes (dungumachife) que traducen las palabras del machi y otros que ahuyentan a los espíritus malignos involucrados en la enfermedad. Junto con señalar al causante del mal, "sacado" del cuerpo del enfermo, se recetan yerbas medicinales y otros tratamientos.

We tripantu[178]​ (We Tripantu o Wiñoy Tripantu) es la celebración del año nuevo mapuche. Se realiza en el día de solsticio de invierno, entre el 21 y el 24 de junio. De esta manera, al amanecer del 24 de junio, se inicia otro ciclo de vida en el mundo mapuche y en la tierra. Por lo general es un día de reencuentro, de armonización y equilibrio de las relaciones humanas. Una tradición corriente de esta fiesta es bañarse en un río o lago al amanecer.

La vivienda tradicional de los mapuches es una construcción de gran tamaño denominadas rucas (ruka), con superficies que varían entre los 120 y 240 metros cuadrados; las cuales estaban formadas por paredes de adobe o tablas o de varas de colihue, reforzadas por dentro con postes de madera y se tapizan con totora. El techo es de junquillo o de algún pasto semejante a paja brava. Usualmente no tienen ventanas. En el centro de la vivienda se encuentra un espacio destinado a encender el fuego (kütralwe). Sobre ese espacio, en la techumbre, se practica un hueco destinado a la salida del humo. El interior de algunas rucas puede estar subdividido mediante paneles a fin de conformar espacios más pequeños o incluir plataformas horizontales que amplían en un segundo nivel el espacio destinado al almacenamiento.[179]​ El telar se ubica cerca de la entrada, a fin de aprovechar la iluminación natural. Las camas y otros objetos del mobiliario se distribuyen cerca de los laterales. Las vigas de la techumbre y otros elementos estructurales se utilizan para colgar diversos objetos, como riendas, sogas o bolsas de cuero.[180]

Una estructura ritual importante es el rehue (rewe), que consiste en un altar sagrado utilizado por los mapuches en muchas ceremonias. También destaca las estatuas de madera denominadas chemamüll (de che, persona y mamüll, madera, "madero con aspecto de persona"), las cuales utilizaban en ritos funerarios.

En 2007 el arqueólogo Tom Dillehay identificó la existencia de alrededor de 300 túmulos funerarios en las vecindades de Purén y Lumaco, a los que denominó "cuel" (< kuel, "lindero"). Estas colinas artificiales cónicas, de piedra y barro, superan en algunos casos los 40 metros de altura. Según la hipótesis del autor, en la ciénaga de Purén se habría desarrollado un núcleo altamente poblado, que permitió la edificación de monumentos. Dillehay data los cueles a las dos centurias anteriores a la llegada de los españoles: el siglo XIV y el siglo XV. Como hipótesis, postula que las estructuras podrían ser fruto de la influencia inca o de alguna otra de las culturas de los Andes centrales en general.[181]

El sistema de numeración mapuche es uno decimal, con nombres propios para las nueve unidades (kiñe, epu, küla, meli, kechu, kayu, regle, pura, aylla), la decena (mari), la centena (pataka) y el millar (warangka) y el resto de los nombres formado por composición, mediante sumas y multiplicaciones, en que una unidad nombrada a la izquierda de un número de orden superior, lo multiplica y si está nombrada a la derecha, se le suma. Por ejemplo kechu pataka küla mari küla es 533 (5 x 100 + 3 x 10 + 3).

Según Félix de Augusta, los mapuches no tenían un método establecido para operar con fracciones y decimales, de modo que él adaptó la terminología castellana a los usos mapuches.

En el siglo XIX, Claudio Matte en el "silabario del ojo" planteaba que los mapuches no sabían contar y que usaban metáforas para determinar números. Esa afirmación indujo a una creencia errónea durante décadas.[182]

Los datos más antiguos sobre la existencia de tejidos en las zonas más australes del continente americano (sur de los actuales Chile y Argentina) se encuentran en algunos hallazgos arqueológicos, como los de los cementerios Pitrén en las proximidades de la ciudad de Temuco, el sitio Alboyanco en la Región del Biobío y el Cementerio Rebolledo Arriba en la Provincia de Neuquén. Se han hallado evidencias de tejidos realizados con complejas técnicas y diseños con un fechado que ronda entre el 1300-1350 d. C.[183]​ Sobre la base de estos y otros hallazgos se ha vinculado a la práctica textil desarrollada en la Araucanía con las culturas del norte andino (actuales Ecuador y Perú): los textiles y el saber textil habrían llegado a la región araucana a través de los contactos e intercambios mantenidos con esas lejanas regiones.[184]

Los documentos históricos más antiguos que refieren sobre la existencia del arte textil entre los aborígenes del sur del actual territorio argentino y chileno, datan del siglo XVI y consisten en crónicas de exploradores y colonizadores europeos. Esos testimonios aseguran que a la llegada de los europeos a la región de la Araucanía, los nativos de esa zona vestían textiles realizados con pelo de camélidos que ellos mismos confeccionaban con la materia prima que obtenían de la cría de esos animales. Posteriormente, y con la incorporación del ganado ovino traído por los europeos, estos aborígenes comenzaron a criar esos animales y a utilizar su lana para la confección de sus tejidos, luego de lo cual ésta prevaleció por sobre el empleo del pelo de camélidos. Hacia finales del siglo XVI, estos ovinos criados por los indígenas habían llegado a tener un cuerpo más robusto y una lana más gruesa y larga que la del ganado traído por los europeos, características éstas que permiten suponer que se trataba de animales de una mayor calidad.[185]

La prenda principal era el chamal, especie de manta cuadrada, que los hombres sujetaban en la cintura y la envolvían en las piernas a modo de pantalón; las mujeres la sujetaban en el hombro izquierdo con un alfiler grande, mientras otra manta les servía de falda. Estas prendas se teñían con arcillas y pinturas vegetales, combinando tonos y dibujos con gran sentido artístico. Completaban la vestimenta con mantos, vinchas, cintas para la cabeza y cintura. El telar mapuche se dispone en forma vertical y se compone de un armazón de cuatro maderos, un madero para subir la urdimbre, otro para apretar la trama, una lanzadera y una caña para sostener los hilos que levantan un plano de la urdimbre. De él se deriva el telar chilote o quelvo, de mayor tamaño y disposición horizontal.

Estos tejidos eran realizados por las mujeres, quienes transmitían sus conocimientos de generación en generación, en forma oral y mediante la imitación gestual, usualmente dentro del ámbito familiar. Ellas eran altamente valoradas por su saber textil: a través de la elaboración de sus tejidos las mujeres desempeñaban un importante rol económico y también cultural. Por tales razones, al momento de entregar una dote por su matrimonio, un hombre debía entregar una dote mucho mayor si la mujer desposada era una buena tejedora.[186]

En la actualidad, muchas mujeres mapuches continúan realizando los tejidos según la usanza de sus ancestros y transmitiendo su saber de la misma manera: en el ámbito doméstico y familiar, de madres a hijas, de abuelas a nietas, tal como sucedía en el pasado. Esta forma de aprendizaje se basa en la imitación gestual y solo en contadas ocasiones, y cuando resulta estrictamente necesario, la aprendiza recibe instrucciones explícitas o ayuda por parte de sus instructoras. Es decir que el saber se transmite en los momentos de realización de los tejidos: hacer y transmisión del saber van juntos.[186]

En las sociedades andinas los textiles tenían una gran importancia. Ellos eran elaborados con el fin de ser empleados como vestimenta, como utensilio y abrigo para el hogar, y también como símbolo de estatus.[187]​ Esta característica de los textiles también fue visible en la región de la Araucanía en los siglos XVI y XVII, en donde, según informan distintos cronistas de Chile, los indígenas se esforzaban por conseguir ropa y telas hispanas como trofeo de guerra y en los tratados con los españoles, e incluso los cadáveres eran vestidos con sus mejores prendas en sus sepelios.[188]

Pero además, los tejidos constituían un excedente y un bien de cambio muy importante para los indígenas. Numerosos relatos a partir del siglo XVI evidencian que los tejidos eran destinados al trueque entre los diferentes grupos aborígenes y, a partir del establecimiento de las colonias, entre estos y los colonos. Estos trueques permitían obtener aquellos bienes que los indígenas no producían o que tenían en alto aprecio, como por ejemplo, los equinos. Los volúmenes de tejidos realizados por las mujeres aborígenes y comercializados en la Araucanía y en el norte de la Patagonia argentina eran realmente considerables y constituían un recurso económico fundamental para las familias indígenas.[189]​ Por lo tanto resulta erróneo afirmar que la confección de tejidos en los tiempos previos a la colonización europea estaba destinada exclusivamente al uso de la familia o miembros de los grupos indígenas.[190]

En el presente, los tejidos elaborados por los mapuches continúan destinándose para el uso doméstico así como también para regalo, venta o trueque. Aunque desde los inicios del siglo XX las mujeres y sus familias visten prendas con diseños foráneos y confeccionadas con materiales de origen industrial y solo los ponchos, las mantas, las fajas y los cintos son de uso asiduo. Gran parte de los tejidos realizados se destinan al comercio y en muchos casos constituyen una importante fuente de ingresos para las familias.[191]

Como tradicionalmente ocurre, la música popular o civil se pierde fácilmente con las modas o el tiempo sin dejar registros. No así con la música religiosa que es repetida ceremonialmente, como las cantadas en guillatún (por ejemplos las tayüḻfe, quienes acompañan al choyke con cantos en su danza), lo que es tomado como ejemplo de música tradicional mapuche. Sin embargo también existen composiciones amorosas, de borracheras, canciones acerca de los sucesos de la tierra natal y de personas importantes. Puede estar cantada a modo de monólogo o estar acompañada de algún instrumento musical ceremonial, haciendo de la música en si un cuerpo fusionado.

Se disponen de instrumentos de percusión como el cultrún, pero de uso exclusivamente ritual, y las cascahuillas, que son cascabeles atados a los nudillos.

Instrumentos de vientos son la trutruca, una caña hueca de coligüe con un cuerno en su extremo, la pifilca un aerófono de la familia de las flautas, sin aeroducto, semejante a un silbato.

Un instrumento original es el trompe, que usa la garganta y boca como caja de resonancia.

Además se han incorporado otros instrumentos, como el acordeón y la trompeta en La Araucanía y la guitarra y el bombo en Los Lagos. Algunas cantantes destacadas de música mapuche son:

El pueblo mapuche cuenta con una dilatada literatura oral, alentada por el tradicional aprecio de este pueblo por el uso estético del idioma y la capacidad oratoria como suprema destreza social. Las principales formas de relato son el epew y el nütram.

Durante la segunda mitad del siglo XX numerosos poetas mapuches decidieron cruzar la frontera entre oralidad y escritura. Muchos de ellos publican sus poemarios en ediciones bilingües, en castellano y mapudungun, pero el uso de la lengua vernácula y los tópicos literarios propios de la etnia, como las referencias al entorno natural, la simbología y la cosmovisión mapuche, son características centrales de la mayoría de estos autores.

Entre los poetas mapuches contemporáneos se encuentran:

En los años recientes, algunas comunidades mapuches han empezado a desarrollar programas de turismo, más específicamente de etnoturismo, denominados turismo mapuche. Este se desenvuelve en el ámbito de una nueva tendencia turística que se orienta hacia una forma más responsable.

El turismo, desde su nacimiento en la segunda mitad del 1900, en general ha creado laceraciones, modificado equilibrios de siglos o milenios, introducido conceptos de civilidad unidireccionales, borrado o relegado en un rincón tradiciones y usanzas locales, destruido ecosistemas naturales de cualquier tipo.

Últimamente la tendencia es a revertir esta situación, con formas alternativas de desarrollo turístico a partir del respeto hacia el recurso y las comunidades locales.[193]

A partir de la realización de los daños implicados en el turismo masivo del sol y la playa, surgió la necesidad de crear una nueva forma de viajar y experimentar otros lugares. Una forma en la cual en vez de destruir, se puede proteger y fortalecer la cultura y el medioambiente del destino turístico. Se define este turismo responsable como un viaje que toma en consideración los contextos naturales, socioculturales, económicos y políticos de un destino, procurando aumentar los beneficios y minimizar los impactos negativos del turismo.[194]

En este aspecto se desarrolla el etnoturismo realizado a través del ecoturismo en zonas habitadas por el pueblo mapuche. En él destaca como ejemplo el ecoturismo llevado a cabo por comunidades huilliches, con su participación en la creación de una red de parques silvestres en el Área marina y costera Lafken Mapu Lahual.

Al hacer eso, se crea un turismo verdaderamente sustentable. Esta idea se manifiesta en varias formas incluyendo turismo aventura, agroturismo, turismo rural, turismo ecológico, turismo científico, turismo histórico-cultural, y etnoturismo. Aunque cada uno tiene sus especificaciones, la idea en general es explorar la realidad que existe en los destinos. Particularmente, el etnoturismo tiene como metas la preservación de la identidad étnica y la valorización y la transmisión del patrimonio cultural.

En América Latina, la tendencia hacia un turismo responsable ha resultado en el desarrollo de programas y redes que desean proveer oportunidades tanto al nivel internacional como al nivel nacional. La iniciativa de Redturs, una red que tiene como meta la formación y fortalecimiento de programas de turismo comunitario, representa un esfuerzo del nivel internacional.

Los países como Perú, Bolivia, México y Nicaragua tienen adentro ejemplos muy desarrollados a nivel nacional. De hecho, en comparación con otros países latinoamericanos, Chile está todavía al principio de este proceso. No obstante, sigue en crecimiento rápido, gracias en parte a los mapuches —un pueblo que sí tiene una valorización de sus raíces y quiere compartirla con el mundo—.[193]​ Dando cuenta de que es fundamental usar las herramientas que tienen, algunos grupos, comunidades e individuos mapuches se han dirigido a programas de turismo mapuche para compartir con el mundo su cultura.

Han practicado juegos y ejercicios como el linao, el palín, el pillmatún, el longkotun, los saltos y las prácticas de combate con armas. Los participantes llevan el trarilonco (cintillo) con un color distintivo para diferenciar los equipos.[195]​ Entre los juegos tradicionales se encuentran el awar kuden, el quechucán y una variante del tejo, entre otros.[196]​ En Chile, son promovidos por el Instituto Nacional de Deportes, asesorado por la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena.[197]​ Su principal estadio es el Campo Deportivo Ñielol en Temuco.[198]

En fútbol, es representado por la selección mapuche de La Araucanía y por la selección huilliche de Chiloé. Entre los clubes profesionales que toman nombres de figuras mapuches se encuentran Club Social y Deportivo Colo-Colo —el «equipo más popular y laureado de Chile»— y Lautaro de Buin.[199][200]

Antes de la Conquista de Chile, los mapuches eran un pueblo seminómada, que practicaba la agricultura de roza y quema y complementaban su dieta con la caza, la pesca y la recolección. Principalmente cultivaban maíz, papas, porotos, quínoa, zapallos y mango, un cereal local. Los animales domésticos comestibles eran la gallina y el chilihueque (un tipo de llama). La horticultura y la recolección estaban a cargo de las mujeres y los niños, mientras que la caza y la pesca las realizaban los varones.

Con los granos fermentados de maíz se preparaba muday y con diferentes frutos silvestres se preparaba otras clases de chicha.



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