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Madrileño



Madrid es un municipio y una ciudad de España. La localidad, con categoría histórica de villa,[9]​ es la capital del Estado[10]​ y de la Comunidad de Madrid. Dentro del término municipal de Madrid, el más poblado de España, viven 3 334 730 personas empadronadas, según el INE de 2020. El área metropolitana asociada tiene una población de 6 779 888 habitantes,[11]​ por lo que es la segunda de la Unión Europea, según la fuente, tras la de París, y en algunas fuentes detrás también de la Región del Ruhr, así como la segunda ciudad más poblada de la Unión Europea, solo por detrás de Berlín.[12][13][14][15]

La ciudad cuenta con un PIB nominal de 133 129 millones de euros –el 12% del PIB nacional– y un PIB per cápita nominal de 41 600 (2018), siendo la 1.ª área metropolitana española en actividad económica ––19% del PIB.[16]​ Madrid es también la ciudad española con más pernoctaciones hoteleras.[17]

En calidad de capital de España, Madrid alberga las sedes del Gobierno de España y sus Ministerios, de las Cortes Generales (Congreso y Senado), del Tribunal Supremo y del Tribunal Constitucional, así como la residencia oficial de los reyes de España[18]​ y del presidente del Gobierno. En el plano económico, es la cuarta ciudad más rica de Europa, tras Londres, París y Moscú.[19]​ Para 2009, el 50,1 % de los ingresos de las 5000 principales empresas españolas son generados por sociedades con sede social en Madrid, que suponen un 31,8 % de ellas.[20]​ Es sede del 4.ª mayor mercado de valores de Europa,[21]​ y 2.ª en el ámbito iberoamericano (Latibex) y de varias de las más grandes corporaciones del mundo.[22][23]​ Es la 8.ª ciudad del mundo con mayor presencia de multinacionales, tras Pekín y Milán y por delante de Dubái, París y Nueva York.[24][25]

En el plano internacional acoge la sede central de la Organización Mundial del Turismo (OMT), perteneciente a la ONU, la sede de la Organización Internacional de Comisiones de Valores (OICV), la sede de la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB), la sede de la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI), la Organismo Internacional de Juventud para Iberoamérica (OIJ), y la sede de Public Interest Oversight Board (PIOB).[26]​ También alberga las principales instituciones internacionales reguladoras y difusoras del idioma español: la Comisión Permanente de la Asociación de Academias de la Lengua Española,[27]​ y sedes centrales de la Real Academia Española (RAE), del Instituto Cervantes y de la Fundación del Español Urgente (Fundeu). Madrid organiza ferias como FITUR, Madrid Fusión, ARCO, SIMO TCI, el Salón del Automóvil y la Cibeles Madrid Fashion Week.

Es un influyente centro cultural y cuenta con museos de referencia internacional, entre los que destacan el Museo del Prado, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, el Thyssen-Bornemisza y CaixaForum Madrid, que ocupan, respectivamente, el 14.º, 10.º, 67.º y 79.º puesto entre los museos más visitados del mundo.[28]​ El Museo del Prado se considera la mayor pinacoteca del mundo[29]​.

Los orígenes de la ciudad son objeto de revisión histórica tras recientes hallazgos de enterramientos visigodos así como de restos que se remontan a los carpetanos o periodo prerromano. Las excavaciones arqueológicas también arrojan restos que se atribuyen al Madrid romano. Estos hallazgos de época visigoda han venido a confirmar que el posterior asentamiento fortificado musulmán de Maǧrīţ (del siglo IX) se había asentado sobre un vicus visigodo del siglo VII llamado Matrice o matriz (arroyo).[30][31]​ No sería hasta el siglo XI cuando Madrid fue incorporada a la Corona de Castilla, tras su conquista por Alfonso VI de León en 1083. Fue designada como sede de la Corte por el rey Felipe II en 1561, convirtiéndose en la primera capital permanente de la monarquía española. La ciudad ha mantenido la capitalidad del país desde entonces, salvo por breves intervalos de tiempo.

El primer nombre documentado es el que tuvo en época andalusí, مجريط Maǧrīţ (AFI [maʤriːtˁ]), que dio en castellano antiguo Magerit [maʤeˈɾit]), sobre cuyo origen se han formulado a lo largo de la historia multitud de hipótesis.

La teoría más extendida hasta tiempos recientes era la del arabista Jaime Oliver Asín, quien afirmó en 1959 que Maŷriţ o Maǧrīţ (ŷ y ǧ son dos formas de representar el mismo sonido), deriva de maǧra, que significa «cauce» o lecho de un río, a la que se añadió el sufijo romance -it, del latín -etum que indica abundancia (los híbridos árabe-romance fueron frecuentes en al-Ándalus). En un primer momento, Oliver Asín afirmó sin embargo que el nombre actual de Madrid no procede de Maǧrīţ sino del romance mozárabe, Matrice, pronunciado Matrich con el significado de «matriz» o «fuente». Los dos topónimos, árabe y romance, según la hipótesis inicial de Oliver, coexistieron en el tiempo y eran utilizados por sendas poblaciones, musulmana y cristiana, que vivían respectivamente en los actuales cerros de la Almudena y las Vistillas, separados por un arroyo que discurría por la actual calle de Segovia, que es el que origina ambos nombres. Oliver fue más allá, afirmando que de estas dos poblaciones procede la denominación popular «los madriles», en plural, que se le da a la ciudad. Sin embargo, poco después Oliver se desdijo de esta teoría del nombre doble y afirmó simplemente que el nombre de Madrid procede del árabe Maǧrīţ.[32]

El lingüista Joan Coromines propuso en 1960 una teoría alternativa, apuntando que Maǧrīţ no es en realidad más que la arabización fonética de Matrich, con metátesis de ǧ y ţ y no tiene por qué relacionarse con la palabra árabe maǧra, posibilidad que ya apuntó Oliver Asín pero que descartó por razones no exclusivamente lingüísticas. Esta teoría la desarrolló más adelante el arabista y lingüista Federico Corriente Córdoba,[33]​ y es la más extendida en la actualidad.[34]

La capitalidad, con sus efectos espaciales, funcionales y fisonómicos, constituye el factor de diferenciación de Madrid con respecto al resto de ciudades españolas. La capitalidad favoreció el aumento demográfico y la prosperidad económica y cultural de la villa. A pesar de que desde 1561 el establecimiento permanente de la Corte en Madrid otorgara a la Villa la condición de capital (de la Monarquía Católica y del Imperio español entonces), el reconocimiento jurídico de la función de capitalidad hubiese de esperar más tiempo. En concreto, no fue hasta 1931, con el advenimiento de la Segunda República Española, que se oficializaba constitucionalmente este hecho. De igual modo, fue reconocida oficialmente como capital de España durante el franquismo en la Ley de Régimen Especial de Madrid del 11 de julio de 1963,[35][36]​ un hecho que fue sancionado después en la Constitución de 1978. Hasta 2006 no se promulgó una ley, la Ley de Capitalidad y de Régimen Especial de Madrid,[37]​ por la que el Parlamento desarrolló legislativamente las consecuencias de esta especificidad.

Desde 1561 perdió la condición de capital de España, y consiguiente sede del Gobierno y la administración del Estado, durante una serie de etapas históricas: la primera de ellas entre los años de 1601 y 1606, cuando la capitalidad pasó a Valladolid; posteriormente, de 1729 a 1733, en el llamado lustro real, la corte se trasladó a Sevilla por decisión de Isabel de Farnesio, que buscaba cura para el estado depresivo de su esposo, el rey Felipe V;[38]​ también durante la Guerra de la Independencia la Junta Suprema Central, opuesta a José Bonaparte, se estableció en Sevilla, en 1808, y en 1810, como Consejo de Regencia, en Cádiz; finalmente, durante la Guerra Civil, aunque Madrid no dejase de ser la capital de la República conforme al artículo 5º de la Constitución española de 1931, el Gobierno republicano se trasladó en noviembre de 1936 a Valencia y a Barcelona en noviembre del año siguiente, hasta la caída de Cataluña en febrero de 1939, cuando una parte del Gobierno encabezada por su presidente, Juan Negrín, se trasladó a Alicante. El Gobierno del bando sublevado, por su parte, se estableció en Burgos y, tras finalizar la guerra, se fijó allí la capital hasta el 18 de octubre de 1939 en que se volvió a trasladar a Madrid.

Los símbolos de la villa de Madrid son la bandera carmesí propia de los ayuntamientos castellanos y el escudo tradicional con el oso y el madroño, tocado con corona real antigua, según el actual reglamento de Protocolo y Ceremonial del Ayuntamiento de Madrid.[39]

Aunque siempre se habla del «oso y el madroño», antiguamente era una osa. Asimismo el madroño no era identificado como tal, sino era un árbol con frutos rojos, hasta que los frutos del madroño sirvieron para curar una plaga que asoló la ciudad. Desde entonces se identificó el árbol como madroño. En el siglo XVI se plantea la mejora del escudo:

Durante un tiempo el escudo de Madrid tuvo un dragón, aunque algunos expertos señalan que era una culebrilla alada o un grifo dorado.

A partir de entonces, muchos escudos en Madrid tenían dragones. El escudo oficial de 1859 incluía un grifo dorado que parecía un dragón.[41]

En 2004, la corporación municipal adoptó un logotipo basado en el escudo de la villa de Madrid, en línea de color azul claro, que es utilizado en los documentos internos y de comunicación externa.

Pese a que no se han encontrado restos fósiles humanos, sí se ha hallado gran variedad de útiles, especialmente en el entorno de Arganda del Rey y del Manzanares, que permiten probar la existencia de asentamientos humanos en las terrazas del río en el lugar que hoy ocupa la ciudad.[42][43]​ La ciudad actual se asienta en territorio que en el momento previo a la dominación romana ocupaba el grupo carpetano.

La conquista y colonización por Roma de la península ibérica, llevada a cabo inicialmente como maniobra militar romana en su larga serie de guerras con Cartago, dura casi dos siglos, desde la segunda guerra púnica hasta el 27 a. C. en el que completan la pacificación del norte del territorio y lo dividen en tres provincias.[44]​ La región que actualmente ocupa Madrid se situaría en la Tarraconense.

Si bien es posible que durante el periodo romano el territorio de Madrid no constituyese más que una región rural, beneficiada por la situación de cruce de caminos y la riqueza natural, el hallazgo de los restos de una basílica del periodo hispano-visigodo en el entorno de la iglesia de Santa María de la Almudena[45]​ ha sido presentado como una evidencia de la existencia de un asentamiento urbano en ese periodo. Otras muestras arqueológicas de la presencia de una población estable en Madrid se encuentran en los restos de dos necrópolis visigodas, una en la antigua colonia del Conde de Vallellano —paseo de Extremadura, junto a la Casa de Campo— y otra en Tetuán de las Victorias. Dentro del casco medieval se encontró una lápida bastante deteriorada con la leyenda, nunca completada e interpretada de varias formas, pero que podría indicar la presencia de población estable ya en el siglo VII:

La primera constancia histórica de la existencia de un asentamiento estable data de la época musulmana.[46]​ En la segunda mitad del siglo IX, el emir de Córdoba Muhámmad I (852-886) construye[47]​ una fortaleza en un promontorio junto al río,[46]​ que es una de las muchas fortificaciones que ordena construir en el territorio fronterizo de la Marca Media con el triple propósito de vigilar los pasos de la sierra de Guadarrama y proteger Toledo de las razzias de los reinos cristianos del norte, de ser punto de partida a su vez para incursiones musulmanas en dichos reinos y de asentar la autoridad de Córdoba en esta región. La primera noticia escrita sobre Madrid la encontramos en el cronista cordobés Ibn Hayyan (987-1075), quien, citando a otro cronista anterior, al-Razi (888-955), dice:

Junto a la fortaleza se desarrolla, hacia el sur y hacia el este, principalmente, el poblado. Esta población recibe el nombre de Maǧrīţ (AFI [maʤriːtˁ]) (en castellano antiguo Magerit [maʤeˈɾit]), que podría ser una arabización del nombre romance Matrice, «matriz», en alusión a un arroyo de ese nombre que discurría junto a la primitiva ciudad, por la actual calle de Segovia,[33]​ o bien ser un híbrido entre la palabra árabe Maǧra, que significa 'cauce' o 'curso de agua', y el sufijo romance -it (< latín -etum), que indica abundancia; el significado sería por tanto 'lugar abundante en aguas', en referencia a los varios arroyos de superficie y subterráneos que podían encontrarse en el solar de la ciudad.[49]

La noticia más completa sobre el Madrid musulmán la da el geógrafo al-Himyari en el siglo XV, quien citando fuentes más antiguas dice de esta ciudad que era:

Se ha mantenido a lo largo del tiempo la tradición de que el primitivo hisn o fortaleza andalusí ocupaba el solar en el que luego se levantó el alcázar cristiano y más tarde el actual Palacio Real. Muchos investigadores han trabajado con esta hipótesis, desarrollando propuestas de reconstrucción del trazado de las murallas de la vieja al-mudayna o ciudadela a partir de esta idea. Sin embargo, no hay ninguna evidencia arqueológica ni documental de que el hisn estuviera en ese emplazamiento, y en la actualidad los estudiosos tienden a pensar que la muralla de la ciudadela pasaba por la actual plaza que separa la catedral de la Almudena del Palacio y por tanto no incluía el solar de este último. La ciudad andalusí amurallada, por lo tanto, se habría levantado en el cerro delimitado al sur por la hondonada del arroyo de San Pedro (actual calle Segovia), al norte por la del arroyo del Arenal (actual calle del Arenal) y al oeste por el barranco que termina en la vega del Manzanares. Extramuros se desarrolló, hacia el sur y el oeste, una población mayor que fue rodeada en época cristiana de una segunda muralla.

De los diversos trabajos arqueológicos desarrollados en la ciudad desde mediados del siglo XIX en adelante, han hallado restos como: la muralla árabe de la cuesta de la Vega, la atalaya de la plaza de Oriente y los vestigios de un viaje de agua de la plaza de los Carros. Se conocen otros restos de muralla, hoy desaparecidos, por los planos antiguos de la ciudad. La mezquita mayor, cuya existencia daba a la población el carácter de medina o ciudad, ocupaba el lugar en el que luego se levantó la iglesia de Santa María, derribada a su vez en el siglo XIX para ensanchar la calle Mayor. Esta ya era en tiempos andalusíes la calle principal de la ciudad.[34]

En el año 932, el rey Ramiro II en su proceso de conquista territorial en el sur del reino de León atacó la fortaleza omeya de Madrid, en su idea de conquistar Toledo. Pero ya ocupadas por al-Nasir, tiempo antes, las fortalezas de la margen derecha del Tajo, Ramiro solo pudo desmantelar las fortificaciones de Madrid y depredar sus tierras más próximas, de donde trajo numerosas gentes. Las murallas de Madrid fueron reforzadas tras este ataque.

Durante la época califal, Madrid perteneció a la cora de Guadalajara. Tras la desintegración de este califato, la ciudad pasó a integrarse en el reino taifa de Toledo.

En el Madrid árabe nació en el siglo X Maslama al-Mayriti, llamado «el Euclides andalusí», notable astrónomo y fundador de una escuela matemática en Córdoba.[51]

Con la caída del reino taifa de Toledo a manos de Alfonso VI de León, la ciudad fue tomada por las fuerzas cristianas en 1085 sin resistencia, probablemente mediante capitulación. La ciudad y su alfoz quedaron integrados en el reino de Castilla como territorios de realengo. Los cristianos sustituyen a los musulmanes en la ocupación de la parte central de la ciudad, quedando los barrios periféricos o arrabales, que en el periodo anterior fueron habitados por la aljama de la Villa. También existió una judería, que primeramente estuvo situada en torno al actual Teatro Real, y más tarde donde la actual catedral de la Almudena[53]​, aunque la tradición romántica tardía la situó en el entorno del que sería más tarde barrio de Lavapiés[54]​, lo cual es imposible porque en la Edad Media era una zona inhóspita y deshabitada, y además nunca ha habido juderías extramuros de las ciudades.

Durante el siguiente siglo, Madrid sigue recibiendo embates de los nuevos poderes musulmanes de la península, los almorávides, que incendian la ciudad en 1109 y los almohades, que la someten a sitio en 1197. La victoria cristiana de Las Navas de Tolosa aleja definitivamente la influencia musulmana del centro de la península.

De esta época proceden dos destacados hechos religiosos que marcan el desarrollo de la personalidad del cristianismo popular de Madrid: el «descubrimiento» de la imagen de la Virgen de la Almudena y la vida de Isidro Labrador, que más tarde sería canonizado.[55]​ La ciudad va prosperando y recibe el título de villa en 1123.[56]​ Siguiendo el esquema repoblador habitual en Castilla, Madrid se constituye en concejo, cabeza de una comunidad de villa y tierra, la comunidad de villa y tierra de Madrid. El gobierno de la ciudad recae en todos los madrileños con el rango de vecinos, reunidos en concejo abierto hasta que en 1346, el rey Alfonso XI implanta el regimiento, en el cual ya solo representantes de la oligarquía local, los regidores, gobiernan la ciudad. En 1152, el rey Alfonso VII estableció los límites de la comunidad de villa y tierra entre los ríos Guadarrama y Jarama. En 1188, una representación de Madrid participa por primera vez en las Cortes de Castilla. En 1202, Alfonso VIII le otorgó su primer fuero municipal, que regulaba el funcionamiento del concejo, cuyas competencias fueron ampliadas en 1222 por Fernando III el Santo.

A pesar del apoyo madrileño a Pedro I, posteriormente los soberanos de la casa de Trastámara residirían con frecuencia en la villa debido a la abundancia y calidad de sus cotos de caza, a la que eran muy aficionados. Antes incluso, ya el libro de Montería de Alfonso XI anotaba: «Madrid, un buen lugar de puerco y oso», y posiblemente de esa característica derivaba el escudo que las huestes madrileñas llevaron a la batalla de las Navas de Tolosa.[57]​ Posteriormente, un prolongado pleito entre el Ayuntamiento y la Iglesia acabó con un acuerdo de reparto de pastos para esta y pies de árbol para aquel, con lo que un árbol fue incorporado al escudo junto al oso u osa y las siete estrellas de la constelación homónima.[57]​ La identificación del árbol con el madroño es más oscura, más allá de la homofonía con el nombre de la ciudad.

Las Cortes de Castilla se reúnen por primera vez en Madrid en 1309 bajo el reinado de Fernando IV y posteriormente en 1329, 1339, 1391, 1393, 1419 y dos veces en 1435. A partir de la unificación de los reinos de España bajo una Corona común, las Cortes se convocaron en Madrid con mayor frecuencia.

En la guerra de las Comunidades, a la cabeza de su regidor Juan de Zapata, Madrid se une a la sublevación contra Carlos I (1520)[58]​, tomando el alcázar el 31 de agosto de 1520 (véase: Sitio del Alcázar de Madrid). Sin embargo, tras la derrota de los comuneros en Villalar, la villa es asediada y ocupada por las tropas reales a mediados de mayo de 1521. A pesar de todo ello, el sucesor de Carlos I, Felipe II decide instalar la corte en Madrid el 13 de febrero de 1561 (hace 460 años).[59]

El establecimiento de la capitalidad en Madrid sería decisivo para la evolución de la ciudad y haría que los avatares del país y la monarquía, en mayor o menor medida, influyeran en el destino de la ciudad. Salvo un breve periodo entre 1601 y 1606, en que la corte se traslada a Valladolid, la capitalidad será consustancial a Madrid. Una famosa expresión indicaba esa identidad: «solo Madrid es corte», lo que, de forma conceptista, también se entendía al revés: «Madrid es solo corte».[60]

Con el establecimiento de la corte en Madrid, su población empieza a crecer de forma significativa. A la burocracia real, los miembros de la corte y todas las personas necesarias para su sustento, se unen desheredados y buscavidas de todo el Imperio español. En 1625, Felipe IV derriba la muralla de la ciudad, ya sobrepasada, y edifica la que será la última cerca de Madrid. Esta cerca, construida exclusivamente por razones fiscales (impuesto de portazgo) limitará el crecimiento de la ciudad hasta el siglo XIX. Las tareas de gobierno se centralizan en el Alcázar Real, conjunto de edificaciones situadas en los terrenos que más adelante ocuparán el Palacio Real y la plaza de Oriente. Paralelamente, se aumenta la superficie de otro palacio en el extremo este de la ciudad, más allá de la cerca. Se trata del palacio del Buen Retiro, empezado a construir por los Reyes Católicos (que también trasladaron a sus proximidades el monasterio de San Jerónimo el Real, situado anteriormente cerca del Manzanares, zona de la actual estación de Príncipe Pío), del que se conservan sus jardines, el Salón del Reino y el Salón de Baile, conocido, este último, como el Casón del Buen Retiro y utilizado por el Museo del Prado.

El cambio de dinastía traería cambios importantes para la ciudad. Los monarcas de la nueva dinastía la encontraron como una población oscura, de calles angostas, masificada, sin sistemas de alcantarillado y pestilente.[62]​ Los Borbones se plantean la necesidad de equiparar Madrid a otras capitales europeas. El incendio del alcázar de Madrid en 1734 (suceso desgraciado que causa la desaparición de una tercera parte de la colección real de pinturas) dio lugar a la construcción del Palacio Real.[63]​ Las obras duraron hasta 1755 y no fue ocupado hasta el reinado de Carlos III. Puentes, hospitales, parques, fuentes, edificios para el uso científico, ordenanzas de alcantarillado y otras actuaciones fueron promovidas por este último monarca, (quien recibe el título popular de «mejor alcalde de Madrid»), con la colaboración de arquitectos y urbanistas de gran categoría profesional y artística: Francesco Sabatini, Ventura Rodríguez y Juan de Villanueva, entre otros.

El proyecto del Salón del Prado, en las afueras de la ciudad, entre el conjunto del Buen Retiro y la cerca, es probablemente el más importante y el que ha dejado una herencia más importante a la ciudad: los paseos del Prado y Recoletos, las fuentes de Neptuno, Cibeles y Apolo, el Real Jardín Botánico, el Real Observatorio Astronómico o el edificio inicialmente destinado a acoger al Real Gabinete de Historia Natural, aunque finalmente sería asignado al entonces recién constituido Museo del Prado. Sin embargo, no siempre la relación del «rey alcalde» con sus súbditos-vecinos fue buena; varias medidas de su programa de modernización fueron contestadas de manera violenta durante el motín de Esquilache de 1766 aunque en él confluyeron, además, causas más complejas.[64]

La ciudad aparece vista desde el suroeste, y algo distinta de como la pudo dibujar Wyngaerde doscientos años antes. El Alcázar de los Austrias ha sido sustituido por el palacio borbónico de Felipe V, el puente de Segovia (a la izquierda) es el actual, y el perfil de la enorme cúpula de San Francisco el Grande domina el resto de iglesias de la villa. Al norte (a la izquierda) se adivina la «montaña» del Príncipe Pío, donde tuvieron lugar los fusilamientos del 3 de mayo de 1808, inmortalizados en el cuadro de Goya.

El levantamiento del pueblo de Madrid en contra de las tropas francesas el 2 de mayo de 1808 marca el principio de la guerra de la Independencia.[65]​ El rey José Bonaparte realizó reformas en la capital, y fueron frecuentes sus órdenes de derribar conventos para hacer plazas, por las que adquiere el mote de Pepe Plazuelas.[66]​ El devenir de la guerra lo forzó en dos ocasiones a huir de Madrid pero la ocupación de la ciudad se saldó con la destrucción de valiosos recintos, como el Palacio del Buen Retiro.

La desamortización supuso un cambio drástico en el sistema de propiedad inmobiliaria, además de concentrar una gran colección de arte, el Museo de la Trinidad, que en 1872 fue disuelto y sus fondos pasaron a engrosar los del Museo del Prado (creado durante el reinado de Fernando VII en el edificio previsto para Gabinete de Ciencias). También supone la creación en Madrid de la Universidad Central, que conservará el nombre de Complutense ya que proviene del traslado físico y jurídico del claustro y alumnos de la renombrada Universidad de Alcalá a la cercana capital.

Durante el siglo XIX, la población de la ciudad sigue creciendo.[67]​ La percepción de los cambios que harán que desaparezca la ciudad preindustrial estimula la aparición de una literatura «madrileñista», de carácter costumbrista, como la de Ramón de Mesonero Romanos. La información estadística y de todo tipo recopilada por Pascual Madoz en su Diccionario geográfico-estadístico-histórico para toda España fue especialmente exhaustiva para Madrid, cuyo artículo tiene un encabezamiento muy significativo: «Madrid: audiencia, provincia, intendencia, vicaría, partido y villa».[68]

En 1868 se derriba por fin la cerca de Felipe IV y la ciudad puede crecer, en principio de una forma ordenada, gracias al plan Castro y la realización de los ensanches.[69][70]​ Será la oportunidad de fabulosos negocios, que enriquecieron a José de Salamanca y Mayol, marqués de Salamanca, quien dio nombre al nuevo barrio creado al este de lo que pasará a ser el eje central de la ciudad (el paseo de la Castellana, prolongación del paseo del Prado). Se establece un moderno sistema de abastecimiento de aguas (el Canal de Isabel II) y se establece la comunicación por ferrocarril que convertirá a Madrid en el centro de la red radial de comunicaciones, lo que también deja su huella en la trama urbana (estación de Delicias, estación de Atocha y estación de Príncipe Pío).

En los primeros treinta años del siglo XX, la población madrileña llega a más de un millón de habitantes.[71]​ Nuevos arrabales como Las Ventas, Tetuán o El Carmen acogían al recién llegado proletariado, mientras en los ensanches se instalaba la burguesía madrileña. Estas transformaciones fomentaron la idea de la ciudad lineal, de Arturo Soria. Paralelamente se abrió la Gran Vía, con el fin de descongestionar el casco antiguo y se inauguró el metro en 1919.[72]​ Durante el reinado de Alfonso XIII, se cedieron terrenos del real pecunio, al noroeste del Palacio Real, para fundar la Ciudad Universitaria.

Las elecciones municipales del 12 de abril de 1931 dieron un gran triunfo a la conjunción republicano-socialista en Madrid, que obtuvo el 69,2 % de los votos[73]​ (90 630 votos para la conjunción y 31 616 para los monárquicos,[74]​ que se tradujeron en 15 concejales socialistas y 15 republicanos frente a 20 concejales monárquicos). Pedro Rico, del Partido Republicano Democrático Federal, fue elegido alcalde por la corporación municipal. El triunfo republicano en Madrid y la mayoría de las capitales de provincia supuso la descomposición de la monarquía y el advenimiento de la Segunda República Española, apenas dos días después de los comicios. El comité republicano asumió el poder el día 14 por la tarde, y proclamó la República en la Real Casa de Correos de la puerta del Sol, sede del Ministerio de la Gobernación, ante una multitud enfervorizada.[75]​ La Constitución de la República promulgada en 1931 fue la primera que legisló sobre la capitalidad del Estado, estableciéndola explícitamente en Madrid.[76]​ Una de las primeras acciones del nuevo gobierno fue ceder al pueblo de Madrid la Casa de Campo, hasta entonces propiedad real; abriéndose al público por primera vez el 1 de mayo de 1931 en una fiesta campestre multitudinaria.[77]

El estallido de la Guerra Civil española tuvo lugar en Melilla a media tarde del viernes 17 de julio y fue conocido en Madrid en las horas siguientes. Todavía el sábado 18 y el domingo 19 guardó la ciudad una cierta normalidad. Tras el aplastamiento de la rebelión en Madrid, mal planificada, en el cuartel de la Montaña y los cuarteles de Carabanchel, en los que los elementos leales del Ejército y de las Fuerzas de Seguridad fueron auxiliados por las milicias populares (organizadas desde finales de 1934 por el Partido Comunista de España bajo el nombre de Milicias Armadas Obreras y Campesinas), a las que el Gobierno autorizó la entrega de armas. A partir de ese momento comenzó una represión indiscriminada no solo hacia los que habían participado en la rebelión, sino contra aquellos que por no compartir las ideas políticas del Frente Popular, estaban considerados como «desafectos al Régimen». Surgieron numerosos centros de interrogación, detención y tortura (las «checas»), de donde muchos detenidos solo salían para ser «paseados», y aparecían después sus cadáveres en los alrededores de la ciudad. Se produjeron numerosas «sacas de presos» en las que las llamadas Milicias de Vigilancia entraban en las cárceles (San Antón, Ventas, etc.) con sus listas de personas para eliminar, «sacaban» a los presos que figuraban en las listas y los fusilaban en las afueras de la ciudad. Especial magnitud revistieron las matanzas de Paracuellos de Jarama, y Torrejón de Ardoz en noviembre/diciembre de 1936, en las que los cálculos más fundamentados arrojan entre 2000 y 3000 víctimas. También innumerables domicilios particulares fueron incautados, y la misma suerte corrieron las sedes de los partidos políticos de derechas. Se asaltaron e incendiaron iglesias, con irreparables pérdidas artísticas y culturales y por decreto gubernamental oficial de agosto de 1936, fueron definitivamente cerradas todas las iglesias de la España republicana y por tanto también las de Madrid.

La resistencia de las milicias, militarizadas en forma de Ejército Popular de la República en 1937, dirigidas por la Junta de Defensa de Madrid, consigue frenar la ofensiva durante la batalla de Madrid en los barrios del oeste de la ciudad, especialmente en el entorno del barrio de Argüelles y la Ciudad Universitaria, donde se estabilizó el frente, y que resultó arrasada en el conflicto, perdiéndose además de los propios edificios de la Universidad elementos tan valiosos como el Real Sitio de la Moncloa, que incluía el palacio homónimo (el actual es una reconstrucción de la posguerra) y la Casa de Velázquez.[78]

La ciudad no volvería a sufrir otro asalto por tierra durante la guerra, pero fue castigada por el fuego artillero y los bombardeos aéreos, primeros en la historia sobre una capital, a imagen de los que otras europeas sufrirán durante la Segunda Guerra Mundial. Las operaciones de la aviación del bando sublevado, apoyada por aparatos de la Alemania Nazi y de la Italia fascista[79]​ provocan en cuatro meses, del 7 de noviembre de 1936 al 9 de marzo de 1937, 1490 muertos, 430 desaparecidos y 3.502 heridos.[80]​ aparte de causar numerosos destrozos en edificios emblemáticos, como los que afectaron, del 14 al 17 de noviembre de 1936, al Museo del Prado, el Museo de Arte Moderno, el Instituto Cajal, el Museo Arqueológico Nacional y el Palacio de Liria.[81]​ La aviación también fue utilizada para atemorizar al enemigo.[82]

La resistencia de Madrid fue exaltada por la propaganda en favor de la causa republicana con el lema «¡No pasarán!» y mofada al terminar la Guerra, con la canción de Celia Gámez «¡Ya hemos pasao!», pero la situación obliga a las instituciones y el Gobierno, así como aparte de la población civil, a ser evacuados hacia las regiones del interior y del Levante. El final de la guerra fue especialmente caótico en Madrid, con el enfrentamiento violento entre unidades armadas del Partido Comunista y las leales a la Junta de Defensa de Madrid, dirigida por el general Miaja, el coronel Segismundo Casado y el socialista Julián Besteiro. Los choques armados en las calles de la ciudad causaron numerosas víctimas y dieron lugar a sangrientas represalias y fusilamientos por ambos bandos. En los dos últimos días de marzo y primero de abril de 1939 entraron en la ciudad las tropas nacionalistas, acogidas con masivas manifestaciones de júbilo por la población[cita requerida].

Acabada la guerra el 1 de abril de 1939, Madrid comienza a padecer la represión franquista; en julio de ese año, el conde Galeazzo Ciano, ministro de Asuntos Exteriores de la Italia fascista, escribe en su diario que son entre 200 y 250 ejecuciones diarias.[83]

Terminada la guerra, la ciudad sigue su imparable crecimiento espacial, al tiempo que restaña las heridas que la contienda había dejado en la ciudad, especialmente en su fachada oeste. Cientos de miles de españoles emigran del campo a la ciudad.[84]​ Madrid (junto con Barcelona o Bilbao) es una de las ciudades que más se benefician de estos movimientos de población. A partir del 5 de junio de 1948, comienza el proceso de anexión a Madrid de hasta trece municipios limítrofes, que termina el 31 de julio de 1954 (Aravaca, Barajas, Canillas, Canillejas, Chamartín de la Rosa, Fuencarral, Hortaleza, El Pardo, Vallecas, Vicálvaro, Villaverde, Carabanchel Alto y Carabanchel Bajo, con lo que su extensión pasa de 66 km² a los 607 km² actuales y gana unos 300 000 nuevos habitantes.[85]​ El desorden urbanístico fue la norma: crecieron poblados chabolistas (descritos magistralmente por Luis Martín-Santos en su novela Tiempo de silencio), al tiempo que el centro histórico era sujeto a especulación, permitiéndose el derribo de edificios de valor artístico o tradicionales para ser sustituidos por otros de estética moderna, se construyen edificios de arquitectura innovadora como las suspendidas Torres de Colón. En algunos casos las intervenciones arquitectónicas tienen un carácter de marcar la presencia política, tratando de potenciar el concepto de «Madrid imperial» franquista, como en la zona de Moncloa, donde se levantan el Arco de la Victoria y el Ministerio del Aire, en un estilo neoherreriano, o la Casa Sindical (actualmente Ministerio de Sanidad), edificio de los Sindicatos Verticales.

El Plan de Ordenación del Área Metropolitana, aprobado en 1963, acuciado por la explosión demográfica de la capital, inició la tendencia a desviar la concentración poblacional urbana de Madrid hacia municipios metropolitanos como Alcorcón, Alcobendas, Coslada, Fuenlabrada, Getafe, Leganés, Móstoles, San Sebastián de los Reyes, San Fernando de Henares y Torrejón de Ardoz, que se convierten en ciudades dormitorio. En 1973 se inauguran los primeros tramos de la M-30, el primer cinturón de circunvalación de la ciudad.[cita requerida]

Tras la muerte del dictador Franco, Madrid fue uno de los escenarios principales durante el periodo de la Transición.[86]​ Los primeros meses del año 1977 destacaron por la agitación política y social, con huelgas, manifestaciones y contramanifestaciones violentas con víctimas mortales. Otros graves acontecimientos fueron los dos secuestros por parte del GRAPO y el episodio de la matanza de Atocha de 1977 que resultó en el asesinato por parte de miembros de la ultraderecha de los abogados laboralistas en un despacho situado en esta calle. Su multitudinario entierro, previo a la legalización del PCE fue narrado cinematográficamente en Siete días de enero, de Juan Antonio Bardem. Con la consolidación del régimen democrático, la constitución de 1978 confirma a Madrid como capital de la España democrática en cuyo apoyo tendrían lugar las manifestaciones multitudinarias tras el desbaratado golpe de Estado del 23 de febrero de 1981.

En 1979, tuvieron lugar las primeras elecciones municipales democráticas desde la Segunda República en las que la lista de la UCD con José Luis Álvarez al frente fue la más votada, pero sin mayoría absoluta. Resultó elegido alcalde de la ciudad Enrique Tierno Galván, gracias al pacto del PSOE con el PCE. Durante esta alcaldía el Ayuntamiento regeneró la ciudad desde el punto de vista urbanístico y social. Lo que era la capital agonizante del franquismo llegó a ser el núcleo cultural más importante de Europa. La Movida madrileña fue un ejemplo de esta pujanza. Hubo también importantes mejoras en la calidad de vida de los habitantes de la ciudad. Tras la muerte de Enrique Tierno Galván, fue sustituido por Juan Barranco, del PSOE, con apoyos del PCE. Después la ciudad viró a posiciones más conservadoras con Agustín Rodríguez Sahagún, del CDS, y José María Álvarez del Manzano, del PP. Alberto Ruiz-Gallardón, del PP, fue nombrado alcalde de la ciudad tras su periodo al frente del gobierno de la Comunidad Autónoma de Madrid. Finalmente, el 27 de diciembre de 2011, Ana Botella se convierte en la primera alcaldesa de la historia del municipio, tras el nombramiento de su antecesor como ministro de Justicia de España.

La elección democrática de alcaldes trae definitivamente grandes beneficios a la ciudad, al verse obligados los alcaldes a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, ante los que responden (los alcaldes franquistas eran elegidos directamente por Franco): construcción de bibliotecas, instalaciones deportivas, centros de salud; eliminación de los núcleos chabolistas; limpieza del río Manzanares; mejora del viario; cierre de la M-30 por el norte, enterramiento de la M-30 en la zona del Manzanares; construcción de nuevas vías de circunvalación (M-40, M-45, M-50), a la vez que se aumenta la capacidad de las carreteras de acceso (convertidas en autovías o duplicadas con autopista de peaje); regulación de aparcamiento (ORA) en el interior de la ciudad, que llega al límite de la M-30, con reiteradas protestas vecinales, todo ello con el objeto de absorber y regular el tráfico creciente. El papel de las grandes empresas inmobiliarias ha sido decisivo al marcar el nuevo estilo urbanístico en la ciudad de Madrid. Los nuevos barrios se articulan en torno a la manzana cerrada al exterior, con un núcleo formado por zonas verdes, piscinas, áreas de juegos infantiles, pistas deportivas, etc. Este nuevo estilo urbanístico ha ido modelando un nuevo concepto social en el que la calle ya no se entiende como un lugar de convivencia sino como un mero elemento de tránsito. Las personas en Madrid ahora tienden a reunirse más en bares, domicilios particulares, parques o incluso aparcamientos, apareciendo fenómenos antes desconocidos como el botellón.

En la mañana del 11 de marzo de 2004, la red de transporte de cercanías de la ciudad fue el escenario de los atentados del 11 de marzo de 2004 reivindicados por Al-Qaeda, el ataque terrorista más grave sufrido en España y en la Unión Europea por el que resultaron asesinadas 192 personas y se causaron heridas a más de 1900.[87]​ El 11 de marzo de 2007, justo tres años después, los reyes de España inauguran en la plaza de Carlos V un monumento conmemorativo a las víctimas del atentado.[88]​ El 30 de diciembre de 2006, ETA voló el aparcamiento de la terminal T4 del entonces conocido como Aeropuerto de Madrid-Barajas, causando la muerte a dos personas. Desde los atentados contra Luis Carrero Blanco (1973) y el bar de la calle del Correo (1974, frente a la Dirección General de Seguridad), Madrid ha sufrido buena parte de la actividad de esta banda terrorista, así como la de otros grupos de todo signo, como los de ultraderecha, el GRAPO o el terrorismo islámico.

En el siglo XXI, la ciudad sigue abordando nuevos retos: mantenimiento de la población dentro del núcleo urbano (Madrid es el municipio de España en el que el aumento del precio de la vivienda ha sido mayor); expansión de la ciudad (con la creación de nuevos barrios mediante el Plan de Actuación Urbanística: Montecarmelo, La Peseta, Arroyo del Fresno, Valdebebas, Las Tablas, Sanchinarro, Ensanche de Vallecas...); remodelación del centro histórico; absorción e integración de la inmigración que acude a la ciudad.

El municipio, que tiene una superficie de 605,77 km²,[89]​ cuenta según el padrón municipal para 2020 del INE con 3 334 730 habitantes y una densidad de  5504,94hab./km².

     Población de derecho según los censos de población del INE.[90]      Población según el padrón municipal de 2017.[91]

Entre 1877 y 1887 crece el término del municipio porque incorpora a La Alameda. Asimismo, crece entre 1940 y 1950 porque incorpora a Aravaca, Barajas de Madrid, Canillas, Canillejas, Carabanchel Alto, Carabanchel Bajo, Chamartín de la Rosa, Fuencarral, Hortaleza, El Pardo, Vallecas y Vicálvaro, y entre 1950 y 1960 incorpora a Villaverde.

La población de Madrid ha ido experimentando un importante aumento desde que se transformó en capital. Este aumento es especialmente significativo durante el periodo de 1940 a 1970, en que casi triplicó su número de habitantes debido a la gran cantidad de inmigración interior.[92]​ Este acelerado crecimiento y la falta de planificación urbana produjo que se organizaran núcleos de infraviviendas y zonas residenciales, principalmente en los distritos del sur, en las que los servicios públicos no llegarían hasta muchos años después.[93]

A partir de los años setenta, este aumento se desacelera en favor de los municipios de zona metropolitana y Madrid incluso comienza a perder población. Desde 1995 el crecimiento poblacional es de nuevo positivo, debido principalmente a la inmigración exterior.[94]​ Según los datos disponibles, a 1 de enero de 2019[95]​ la población de Madrid ascendía a 3 275 195 habitantes, frente a los 2 938 723 del censo de 2001.

En 2017 se registraron 29 032 nacimientos en la ciudad de Madrid, 14 916 varones y 14 116 mujeres. La tasa de natalidad es del 9 puntos. La mayor parte de los nacimientos fueron por parte de madres de entre 35 y 40 años, suponiendo un 34 % de todos los nacimientos; le siguieron las madres de 30 a 35 años con un 32 % del total y de 25 a 30 con el 13 %. Las madres de más de 40 años supusieron el 12 % de todos los nacimientos y las de menos de 25 años un 8 %. La edad media de las madres era de 33 años.

En 2017 se registraron 28 594 defunciones en la ciudad de Madrid.

Según el censo de 2019[98]​ la población extranjera de Madrid es de 462 343 habitantes sobre un total de 3 238 191, lo que supone el 14,12 %. Los distritos con más población inmigrante son Centro con un 22,81 %, Usera con un 22,07 %, Villaverde con un 19,50 % y Carabanchel con el 19,37 %. Por el contrario, los distritos con menor población inmigrante son Retiro con el 7,75 %, Fuencarral-El Pardo con el 8,50 %, Moratalaz con el 9,36 % y Barajas con el 9,45 %.

Junto a la ciudad de Madrid, se conforman una serie de núcleos urbanos que establecen una relación de interdependencia entre sí. En el caso de Madrid, la interdependencia se decanta claramente a una dependencia hacia el centro del área, Madrid, lo que se conoce como un área metropolitana dependiente de su núcleo, en oposición a conurbación, en el que la dirección de la dependencia es menos clara, con una mayor interdependencia en ambos sentidos. Según el concepto moderno de área metropolitana,[99]​se clasifican regiones de distinta intensidad en sus relaciones urbanas: área urbana metropolitana, área suburbana metropolitana, área de expansión periurbana y área de difusión periurbana. Existiría otro nivel de relación, el de área de influencia de Madrid, que llegaría a zonas interiores de las comunidades autónomas vecinas de Castilla-La Mancha y Castilla y León. Cada nivel de interdependencia es más estricto que el siguiente, pudiéndose asimilar la idea de área suburbana metropolitana con la idea de área metropolitana definida por la Universidad Complutense.[99]​La población de esta área en 2004 sería de 5 045 947.[100][101]

El gentilicio de los habitantes de Madrid es «madrileño» o «matritense».[102][103]​ No obstante, históricamente, los habitantes de Madrid han sido apodados también como «gatos» debido a que, según la leyenda, la conquista de la ciudad por las tropas de Alfonso VI, a finales del siglo XI, se realizó mediante el asalto de la muralla por la que treparon las tropas castellanas.[104]​ Otras leyendas señalan, en cambio, que este apelativo de «gatos» les fue otorgado a los ciudadanos de Madrid en la Edad Media por su gran habilidad a la hora de trepar por murallas y acantilados con las manos desnudas.

El casco antiguo, con origen en la medina musulmana, surge de un emplazamiento estratégico (el control de un vado del Manzanares) que determinará una serie de limitaciones topográficas: la disposición del caserío original en las zonas elevadas sobre el río y el barranco de la calle de Segovia, donde se establecerán, al lado norte la alcazaba y al sur los barrios mozárabe y judío (transmutados en morería y judería con la ocupación cristiana del siglo XI).

Cuando Felipe II hizo de Madrid la capital de España, acordó con las autoridades de la Villa establecer una llamada Carga de Aposento, que no era exactamente lo mismo que la anterior regalía de aposento, puesto que fue una carga permanente, no transitoria, que las autoridades madrileñas pactaron con el rey, a cambio de que este estableciese la capitalidad en Madrid, Según esta carga, aquellos que tuvieran una casa de más de una planta, cederían una de ellas para aposentar la gran cantidad de funcionarios y cortesanos de segundo rango que habrían de llegar a la flamante capital de un importante imperio. Las autoridades de la ciudad pensaron en las ventajas económicas que la capitalidad traería, pero los madrileños, no especialmente contentos, empezaron a construir las que fueron llamadas casas a la malicia, de una sola planta, para no sufrir las incomodidades de la Carga. Como resultado de esto el casco urbano se extendió rápidamente y en unos cuarenta años (a principios del siglo XVII) llegó hasta la cerca que más tarde se construiría (por el norte hasta los llamados bulevares y por el este hasta el arroyo de la fuente Castellana, es decir, el paseo de Recoletos y El Prado) y que perduraría prácticamente hasta el siglo XIX, mientras la ciudad volvía a crecer en altura.

Las ampliaciones urbanas necesariamente hubieron de hacerse hacia el este, por el obstáculo de las pendientes sobre el río. Las calles más amplias que desembocan en el Prado servían como espacio de prestigio, como escenario de procesiones y paradas cortesanas. El planteamiento del paseo del Prado en tiempo de Carlos III respondía a los mismos criterios, determinó el futuro eje viario y de expansión urbana del paseo de la Castellana.

La rápida expansión del siglo XVI se hizo tan deprisa que no dejó espacio para la creación de plazas. Fue a principios del siglo XIX, con el rey José I, que tenía como pretensión equiparar Madrid a otras capitales europeas que ya contaban con museos reales abiertos al público. Con dicha institución pretendía retener las obras de arte que su hermano Napoleón y ciertos militares franceses estaban llevándose a Francia. El museo como tal no llegó a fundarse; fue su sucesor en el trono español, Fernando VII de España, quien abordó su creación y lo inauguró en 1819, como Museo del Prado.​ El pueblo de Madrid le apodó El «rey plazuelas», puesto que abrió muchas plazas en la capital en perjuicio de iglesias y conventos, que fueron derribados. La más importante fue la plaza de Oriente, delante del Palacio Real.

Tras unos siglos en que el crecimiento quedó contenido en el casco antiguo, aumentando la densidad de ocupación originando, entre otras cosas, el modelo de las corralas, bien descrito por el costumbrismo madrileño), el ayuntamiento, impulsado por promotores privados (marqués de Salamanca), planteó una ambiciosa ampliación urbana.

Más allá de los bulevares que se abrieron cuando se derribó de la cerca del siglo XVII, se construyó el ensanche de la segunda mitad del siglo XIX proyectado por Carlos María de Castro llegando la zona urbana hasta el entonces denominado paseo de Ronda, que discurría por las actuales Reina Victoria, Raimundo Fernández Villaverde, Joaquín Costa, Francisco Silvela, Doctor Esquerdo, Reina Cristina, Infanta Isabel, Ronda de Atocha, Ronda de Valencia y Ronda de Toledo. De 1878 a 1910 duran los trámites de expropiación para la construcción del cementerio de la Almudena en tierras del entonces pueblo de Vicálvaro, motivo por el este pierde parte de su territorio en favor de la capital, al desgajarse de él las conocidas como «las Huertas de Vicalvaro» (los barrios de La Elipa y Las Ventas del Espíritu Santo). En las zonas que quedan en el extrarradio del ensanche van apareciendo núcleos espontáneos de viviendas de autoconstrucción más o menos precarias en las vías de acceso a la ciudad.

A comienzos del siglo XX se planifica en su zona noreste la Ciudad Lineal de Arturo Soria. Su ambicioso plan no llegó a completarse en todos sus extremos, y su integración con la naturaleza quedó definitivamente desvirtuada con la urbanización de todos los espacios intermedios, tanto hacia el centro urbano como hacia el exterior. También se amplió la edificabilidad en la mayor parte de las parcelas, aunque todavía hay algunas siguen teniendo el mismo aspecto que a principios de siglo. También es uno de los pocos bulevares que se han conservado.[105]

Desde finales del siglo XIX el centro histórico sufrió alteraciones puntuales de alguna importancia, siendo la intervención más significativa la apertura de la Gran Vía, que junto con zonas de la Castellana (Nuevos Ministerios, AZCA) forman unos ejes «pantalla» que aíslan a ambos de sus lados zonas de menor altura de edificación y menor anchura del viario.

La periferia urbana actual corresponde con el espacio exterior a la llamada «almendra central» definida por la M-30, y que corresponde en su mayor parte a los antiguos municipios absorbidos tras la Guerra Civil. Además de los cascos históricos de esas poblaciones, las nuevas áreas residenciales creadas en el antiguo suelo agrícola son: o bien barrios de chabolas posteriormente reedificados (Orcasitas, El Pozo del Tío Raimundo); o zonas de planificación de los años 1950 (San Blas); o promociones privadas de especulación urbanística de los años 1970 (barrio del Pilar), que a veces se han calificado de «chabolismo vertical». Los espacios intersticiales son ocupados por zonas de utilización productiva o los equipamientos públicos, que en la mayor parte de los casos tuvieron que conformarse con el escaso suelo que quedó libre de la especulación, en ausencia de una planificación con mayor perspectiva.[106]

La mayor parte de los lugares turísticos de Madrid se encuentran en el interior de la llamada almendra central (la zona circundada por la M-30), principalmente en los distritos Centro, Salamanca, Chamberí, Retiro y Arganzuela.

El centro neurálgico de Madrid es la Puerta del Sol. En ella, frente a la Real Casa de Correos (actual sede de la Comunidad de Madrid), está el kilómetro 0, punto de partida de la numeración de todas las carreteras radiales del país. La razón es que cuando se hizo dicha numeración, en el siglo XIX, la Real Casa de Correos era la sede del Ministerio de la Gobernación, equivalente al actual Ministerio del Interior, que era el que tenía las competencias en la materia.[107]​ De esta plaza nacen diez calles: calle Mayor, Arenal, Preciados, del Carmen, Montera, Alcalá, carrera de San Jerónimo, calle de Espoz y Mina, Carretas y del Correo.

La calle Mayor conduce hasta la plaza Mayor, construida y reconstruida en sucesivas intervenciones de los Maestros Mayores de Obras de Madrid, los arquitectos más presentes en el plano madrileño, como Juan Gómez de Mora (1619) o Juan de Villanueva (1790). Continuando por el llamado Madrid de los Austrias (en referencia a la dinastía de los Austrias) se llega finalmente a la calle Bailén, cerca de la catedral de la Almudena y de la Real Basílica de San Francisco el Grande (Francisco Cabezas y Francesco Sabatini, 1784). La catedral de la Almudena tuvo diversos proyectos desde el siglo XVIII (Ventura Rodríguez) hasta llegar al que finalmente se ejecutó (el de Fernando Chueca Goitia y Carlos Sidro, ganadores del concurso convocado en 1950); la cripta neorrománica de la catedral es la parte más antigua y valiosa del conjunto, de finales del siglo XIX (autoría de Francisco de Cubas). Cerca de este punto se encuentra el origen de Madrid, las ruinas de la muralla musulmana y Torre de los Huesos de la antigua fortaleza de Mayrīt, así como de la posterior muralla cristiana. En este entorno se encuentran algunas de las zonas ajardinadas más bellas de la ciudad, como el Campo del Moro y los Jardines de Sabatini (y algo más al oeste están la Casa de Campo y el Parque Madrid Río, cruzado por el puente de SegoviaJuan de Herrera— y puente de ToledoPedro de Ribera—, cercano este a la puerta de Toledo —de Antonio López Aguado—).

La calle de Arenal llega a la plaza de Ópera, donde se encuentra el Teatro Real (Antonio López Aguado y Custodio Moreno, 1850). Continuando, se llega hasta la plaza de Oriente, donde se encuentra el Palacio Real (Filippo Juvara y Juan Bautista Sachetti, 1738-1764) en el cruce con la calle Bailén. Desde allí en sentido norte se llega hasta la plaza de España, que con 36 900  es la plaza más grande de España, en la que se encuentran el monumento a Miguel de Cervantes, los edificios España y Torre de Madrid y el Templo de Debod (un templo egipcio trasladado piedra a piedra a España como agradecimiento por la ayuda ofrecida en la construcción de la Presa de Asuán). También en la plaza de España (en dirección hacia el este) nace la calle Princesa que conduce hasta la plaza de Moncloa (coronada por el Faro de Moncloa) y la Ciudad Universitaria; por otra parte, desde plaza de España (en dirección hacia el oeste) nace la Gran Vía de Madrid.

La calle Preciados, calle del Carmen y la calle de la Montera nacen en la Puerta del Sol y se dirigen hacia el norte cortando la Gran Vía de Madrid. Las calles del Carmen y Preciados lo hacen en la plaza de Callao y dejan al norte el barrio de Malasaña (de una importante actividad nocturna y cultural); y en el cruce de Gran Vía con la calle Montera, la zona de Malasaña deja paso al barrio de Chueca (centro neurálgico LGTB en España). La Gran Vía, que nace en la Plaza de España, llega finalmente hasta el cruce con la calle Alcalá en las inmediaciones de la Fuente de Cibeles y el Paseo de la Castellana.

La calle de Alcalá conduce desde la Puerta del Sol hacia el noreste de la ciudad. Desde ella se llega a la plaza de Cibeles, en la que se encuentran lugares emblemáticos como la fuente de Cibeles, el Banco de España o el Palacio de Comunicaciones (Antonio Palacios, 1918), actual sede del Ayuntamiento de Madrid. Posteriormente la calle alcanza la plaza de la Independencia, en la que se encuentran la puerta de Alcalá, la calle Serrano y una entrada al parque del Retiro (en el que se encuentran lugares emblemáticos como el palacio de Cristal de 1887 —Ricardo Velázquez Bosco—, el Estanque Grande, el Casón del Buen Retiro o la Casa de Fieras). La calle Alcalá continúa cruzando el barrio de Salamanca (milla de oro de Madrid donde se encuentran las firmas de moda y lujo más importantes del mundo) hasta llegar a las inmediaciones del Palacio de Deportes (en la calle Goya). Más adelante, la calle Alcalá llega a la plaza de Toros de Las Ventas (de José Espeliús en 1929, ejemplo muy tardío del estilo neomudéjar). La calle Alcalá cruza la M-30 y continúa hasta llegar a la carretera A-2 en las inmediaciones del Aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas.

La carrera de San Jerónimo sale desde la Puerta del Sol hacia el sureste, cruzando la plazas de Canalejas y la plaza de las Cortes (junto al Palacio de las Cortes, sede del Congreso de los Diputados), hasta finalmente llegar a la plaza Cánovas del Castillo, donde se encuentra la fuente de Neptuno y los famosos hoteles históricos Ritz y Palace. Junto a ellos se encuentra el llamado Triángulo del Arte (museo del Prado, Reina Sofía y Thyssen-Bornemisza), en el ajardinado Salón del Prado. No muy lejos se encuentra el Jardín Botánico, el Observatorio Astronómico (Juan de Villanueva), el Ministerio de Agricultura (de Ricardo Velázquez Bosco), la Basílica de Nuestra Señora de Atocha, el Panteón de Hombres Ilustres (Fernando Arbós y Tremanti) y la Real Fábrica de Tapices. También en este entorno se encuentra la iglesia de San Jerónimo el Real, el Palacio de la Bolsa (de Enrique María Repullés) y la Real Academia de la lengua Española.

La calle del Correo, calle de Carretas y la calle de Espoz y Mina, parten desde la Puerta del Sol hacia el sur, hacia el barrio de las Letras (zona donde se encuentran multitud de bares de copas y pubs, especialmente en el entorno de la calles Huertas, calle Atocha y la plaza de Santa Ana), y posteriormente se llega hasta el barrio de Lavapiés (actual zona multicultural de bares). El barrio de las Letras termina en el Paseo del Prado, en las inmediaciones de la glorieta del Emperador Carlos V y la emblemática Estación de Atocha (del ingeniero y arquitecto Alberto de Palacio, ampliada en la década de 1990 por Rafael Moneo). En esta zona también se encuentra el Museo del Ferrocarril, en el distrito de Arganzuela.

El Paseo del Prado, que comienza en la glorieta del Emperador Carlos V, llega hasta la fuente de Cibeles, continuando hacia el norte con el nombre de Paseo de Recoletos hasta la plaza de Colón, en la que se encuentra la Biblioteca Nacional (Francisco Jareño), las Torres de Colón (Antonio Lamela) y un centro cultural subterráneo bajo los Jardines del Descubrimiento (en el espacio ocupado por la antigua antigua Casa de la Moneda —obra de Jareño— y en cuyo exterior se levantan el Monumento al Descubrimiento de América —de Joaquín Vaquero Turcios—). Allí también se encuentra el Monumento a Colón (de Arturo Mélida y Jerónimo Suñol) y la bandera de España más grande del país (con una superficie cercana a los 300 metros cuadrados y un mástil de 50 metros de altura). En este punto, el paseo de Recoletos cambia de nuevo su nombre a paseo de la Castellana, se convierte en una de las vías más importantes de la capital, donde se localiza el Estadio Santiago Bernabéu junto las áreas empresariales de Nuevos Ministerios, AZCA y Cuatro Torres Business Area (con algunos de los edificios más altos del país, como las Cuatro Torres). Cercano a ello se levantan algunas obras destacadas de la arquitectura contemporánea en Madrid: la Torre del Banco de Bilbao (de Francisco Javier Sáenz de Oiza, autor asimismo de otro de los hitos de este periodo: el edificio Torres Blancas), la Torre Picaso y las populares Torres Kio (dos torres gemelas inclinadas), desde donde nace el espacio Madrid Nuevo Norte.

Si bien Madrid nunca ha sido una ciudad que destaque por sus rascacielos, durante el siglo XX, especialmente con la construcción de la Gran Vía, se levantaron los primeros que, aunque no podían considerarse rascacielos, sí eran edificios destacados. No es hasta 1953 cuando se levanta el primer rascacielos en Madrid, el Edificio España y en 1957 le supera la Torre de Madrid. En la década de 1980 se levantan los rascacielos de AZCA, como la Torre Picasso y la torre de telecomunicaciones Torrespaña (popularmente conocido como el Pirulí), si bien esta no se suele considerar como un rascacielos. Durante el siglo XXI fue construida en AZCA la Torre Titania (de 104 metros, erigida en el solar de la destruida Torre Windsor); y en el paseo de la Castellana se edificó el parque empresarial Cuatro Torres Business Area (Torre Espacio, Torre de Cristal, Torre PwC y Torre Cepsa), complejo de cuatro rascacielos de más de 200 metros de altura, los cuatro más altos de España. Junto a ellas, en 2020 se construye la Torre Caleido y se aprueba la construcción del espacio Madrid Nuevo Norte, donde se tiene previsto albergar una gran zona de rascacielos.

Madrid cuenta con un considerable número de iglesias, la mayor parte católicas, aunque también hay templos protestantes y ortodoxos.

En Madrid existen numerosos inmuebles considerados palacios, entre los que se incluyen varias residencias de la realeza española.[108]

Las calles de Madrid son un verdadero museo de escultura al aire libre. Desde el siglo XVIII, el espacio del Salón del Prado se adornó con un programa iconográfico de fuentes monumentales con referencias clásicas: la fuente de la Alcachofa, las Cuatro Fuentes, la fuente de Neptuno, la fuente de Apolo y la fuente de Cibeles, todas ellas diseñadas por Ventura Rodríguez. En las tres puertas del Museo del Prado se encuentran las estatuas dedicadas a Murillo (Sabino Medina), Velázquez (Aniceto Marinas) y Goya (Mariano Benlliure); y a continuación, en la Plaza de la Lealtad se encuentra el Obelisco a los caídos por España con una llama de fuego encendida permanentemente. A continuación del Salón de Prado, en el paseo de la Castellana se encuentra una serie de estatuas de literatos españoles en las escalinatas de la Biblioteca Nacional (y en su interior, una destacable de Marcelino MenéndezPelayo). En el paseo de la Castellana se sitúan notables estatuas del siglo XIX y XX como la estatua de Colón, el monumento a Castelar (de Mariano Benlliure, prolífico escultor que tiene mucha obra expuesta en calles, edificios y en el Panteón de Hombres Ilustres de Madrid), la Mano de Fernando Botero, el Monumento a la Constitución (un cubo de mármol de MacaelAlmería–), el Monumento a José Calvo Sotelo (en la plaza de Castilla) y el llamado Museo de Escultura al aire libre de la Castellana, dedicado a obras abstractas, entre las que destaca la Sirena varada (de Eduardo Chillida) y Unidades Yunta (de Pablo Serrano). En el Paseo de la Castellana también se localizan Importantes esculturas del siglo XXI: en la plaza de Castilla destaca el Obelisco de Calatrava, y en la plaza de Colón se erigen la Rana de la Fortuna (de Eladio de Mora) y la cabeza Julia (de Jaume Plensa).

Las esculturas ecuestres son particularmente importantes en la ciudad. Cronológicamente, destacan dos esculturas del siglo XVII: la de Felipe III, en la Plaza Mayor (obra de Giambologna) y la de Felipe IV en la plaza de Oriente (una de las estatuas más importante de Madrid) proyectada por Velázquez y construida por Pietro Tacca con asesoramiento científico de Galileo Galilei. En la Puerta del Sol se encuentra una escultura ecuestre de Carlos III, realizada sobre un diseño del siglo XVIII.Y, del siglo XIX son la estatua de Espartero (en la calle de Alcalá frente al Retiro) y la del Marqués del Duero (en el Paseo de la Castellana).[109]​ En Nuevos Ministerios estuvo la estatua ecuestre de Francisco Franco (de José Capuz), que se retiró en 2004 por decisión del gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, suscitando algún escándalo y coincidiendo con el debate sobre memoria histórica.

En el centro de la ciudad de Madrid se encuentran importantes zonas escultóricas con notables monumentos: en la plaza de Oriente se exhibe una serie de reyes de España desde los visigodos y los distintos reinos cristianos medievales, que fueron bajados de la cornisa del Palacio Real de Madrid donde previamente se habían colocado, a consecuencia, según una versión, de un sueño premonitorio de la reina Isabel de Farnesio, en el que vio como las estatuas se venían abajo, lo que interpretó como una caída de la monarquía. La otra versión dice que el motivo fueron los problemas de cimentación que se vio que su considerable peso podía causar, por lo que fueron sustituidas por adornos más ligeros. Otras de estas estatuas se conservan en los Jardines de Sabatini, en el parque del Retiro, en el Salón de Reinos (antiguo Museo del Ejército) o en las ciudades de Burgos y Toledo.

Otra zona escultórica es el parque del Retiro, donde se encuentra El Ángel Caído (de Ricardo Bellver), el Monumento a Alfonso XII (proyectado por José Grasés Riera), la estatua ecuestre de Martínez Campos (de Benlliure) y más escondidos los monumentos dedicados a Julio Romero de Torres y a Ramón y Cajal (Victorio Macho, 1926). Frente al Casón del Buen Retiro se alza una estatua de la reina regente María Cristina de Borbón (realizada por Benlliure) y junto a ello, dentro del Jardín Botánico se encuentra una estatua dedicada a Carlos III.

Dispersas en el centro de Madrid se encuentran muchas otras notables esculturas: en la misma Puerta del Sol, en un extremo se encuentra la escultura símbolo de Madrid El Oso y el Madroño, y en el otro extremo se sitúa la réplica de La Mariblanca (cuyo original está en el Museo de Historia). En la plaza de la Ópera se encuentra la estatua de Isabel II (que fue apartada durante la Segunda República). Otras de las esculturas más famosas de la capital son los Leones de las Cortes, hechos por Ponciano Ponzano con el bronce fundido de los cañones de la Guerra de África (1886), frente a los que se encuentra una estatua de Miguel de Cervantes. En la plaza de España se encuentra un grupo escultórico de grandes dimensiones: el Monumento a Cervantes, de Lorenzo Coullaut Valera. Otras estatuas populares de Madrid son el grupo escultórico dedicado a Daoiz y Velarde (en la plaza del Dos de Mayo, donde estuvo el cuartel de artillería de Monteleón) y la escultura de Eloy Gonzalo, conocida como "el héroe de Cascorro", que preside el Rastro de Madrid (obra de Aniceto Marinas y con pedestal del arquitecto José López Sallaberry).

En época contemporánea se encuentran más ejemplos escultóricos, como La Gloria y los Pegasos del Palacio de Fomento (en Atocha), originalmente esculpidos en mármol por Agustín Querol y que fueron reemplazados por copias huecas en bronce a causa de su excesivo peso. Tras años almacenados, los Pegasos realizados en mármol fueron colocados en 1997 en la plaza de Legazpi, y La Gloria esculpida en mármol fue instalada en 1998 en la glorieta de Cádiz, en Usera. Otros ejemplos destacables son el Fénix situado en la cúspide del edificio de La Unión y el Fénix de la calle Alcalá; la Minerva del Círculo de Bellas Artes; o los aurigas del Banco Hispano Americano en la plaza de Sevilla. También, algunas estatuas de republicanos destacados fueron apartadas tras la Guerra Civil y rescatadas en democracia, como el busto de Pablo Iglesias, obra de Emiliano Barral. Otro famoso busto, el de Antonio Machado (obra de Pablo Serrano en 1966) fue esculpido durante el franquismo y tuvo que mantenerse oculto durante años, hoy instalado en la entrada de la Biblioteca Nacional.[111]​ Otra escultura más moderna es La Puerta de la Ilustración, una estructura de tubos semicirculares de grandes dimensiones que cruza la calzada de la avenida de la Ilustración, es realizada por Andreu Alfaro, autor también del grupo escultórico del intercambiador de Aluche. Asimismo, dispersas en Madrid también destacan importantes esculturas del siglo XXI, como La Dama del Manzanares (de Manolo Valdés y Ricardo Bofill), y monumentos conmemorativos como El abrazo de Juan Genovés, (también conocido como monumento a los abogados de Atocha en recuerdo de las víctimas de la matanza de 1977), el Monumento a las víctimas del 11M (frente a la Estación de Atocha) y El árbol de la vida (de Jaume Plensa) en memoria de las víctimas de la covid-19.

En forma de relieves, adosadas a edificios o encaramadas a sus cornisas se encuentran multitud de esculturas. En las postrimerías del barroco destacan las complejas portadas de Pedro de Ribera (la del antiguo Hospicio, hoy Museo de Historia de Madrid, y la del Monte de Piedad, además de la decoración de puente de Toledo y muchos otros edificios singulares). En otro orden de cosas, también destacan los letreros publicitarios luminosos de neón, algunos de los cuales han adquirido rango de históricos y están legalmente protegidos, como el de Schweppes en la plaza del Callao, o el de Tío Pepe en la Puerta del Sol.[112]

Madrid es una de las ciudades europeas con mayor proporción de zonas verdes por habitante, concretamente 70 m² frente a los 20 m² de media en Europa. Además, con cerca de 300 000 árboles, es la segunda ciudad del mundo en número de estos en las calles y paseos, solo superada por Tokio.[113][114]​ Dos de los tres parques regionales existentes en la Comunidad de Madrid protegen porciones del municipio de Madrid. Más de la cuarta parte de su término se encuentra protegido por el Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares, donde se incluyen el monte de El Pardo y el Soto de Viñuelas, espacios naturales situados al noroeste y norte del casco urbano, respectivamente. Al sur quedan protegidas 783 ha dentro del Parque Regional del Sureste.

Si bien es la zona centro la que concentra la mayor parte del interés turístico, algunos lugares de interés se encuentran en los barrios de la periferia. Es el caso del Planetario, situado en el parque de Enrique Tierno Galván junto a la M-30, en el entorno de Arganzuela y Puente de Vallecas.

El Palacio Real de El Pardo se encuentra en el distrito no urbanizable de Fuencarral-El Pardo. Su entorno, el monte de El Pardo, está protegido tanto por formar parte del Patrimonio Nacional como por su valor ecológico, debido a sus abundantes y diversas flora y fauna autóctonas. También este espacio protegido alberga el palacio de la Zarzuela, residencia de la familia real española y el llamado «Pabellón del Príncipe de Asturias», de reciente construcción (año 2001).[118]​ Este último fue objeto en su día de mucha polémica, tanto por su coste (2,7 millones de euros),[119]​ como por lo anacrónico de su diseño.[120]

La ciudad de Madrid está gobernada por el Ayuntamiento de Madrid, cuyos representantes se eligen cada cuatro años por sufragio universal de todos los ciudadanos mayores de 18 años de edad. El órgano está presidido (2019) por el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida.

A continuación se recoge una lista de los alcaldes de la ciudad desde las elecciones democráticas de 1979:

Madrid está dividido administrativamente en 21 distritos, que a su vez se subdividen en barrios, no necesariamente coincidentes con los barrios tradicionales. Cada uno de los distritos está administrado por una Junta Municipal de Distrito, con competencias centradas en la canalización de la participación ciudadana de los mismos. La última división administrativa de Madrid data de 1988 y estructura a la ciudad en un total de 21 distritos y 131 barrios:

La ciudad de Madrid se encuentra en la zona central de la península ibérica, a pocos kilómetros al norte del cerro de los Ángeles, centro geográfico de la Península. Las coordenadas de la ciudad son 40°26′N 3°41′O / 40.433, -3.683. El centro de población de Madrid está situado a 657 metros sobre el nivel del mar,[6]​ siendo así una de las capitales más altas de Europa. La altitud máxima del municipio es de 846 metros aproximadamente, la cual se da al noroeste del Pardo, cerca de Torrelodones, y su altitud mínima de unos 543 metros se da en el sur, a orillas del río Manzanares.[7]​ El punto costero más cercano se encuentra a 305 kilómetros de Madrid, situado en la provincia de Valencia.[122]

El contexto geográfico y climático de Madrid es el de la Submeseta Sur, dentro de la Meseta Central. La ciudad está situada a pocos kilómetros de la sierra de Guadarrama e hidrográficamente se encuentra emplazada en la cuenca del Tajo.

Municipios limítrofes con Madrid:[123]

El principal río de Madrid es el Manzanares, que penetra en el municipio en el entorno del monte de El Pardo alimentando el embalse del mismo nombre, al que también llegan las aguas de los arroyos de Manina y Tejada. Pasado este espacio natural, el río comienza su curso urbano en torno a la ciudad universitaria, entrando después, brevemente, en la Casa de Campo, donde recibe las aguas del arroyo de Meaques.

En este tramo más propiamente urbano, hacia el puente del Rey, recibía las aguas de arroyo Leganitos (su vaguada es el paseo de San Vicente), luego la de otro arroyo que discurría por la calle de Segovia, y más adelante las aguas del arroyo de la Fuente Castellana (la fuente estaba situada en los llamados Altos del Hipódromo, hacia donde está el actual Museo Nacional de Ciencias Naturales, y la vaguada del arroyo discurría por el actual eje Castellana-Prado).

En su siguiente tramo sirve de frontera entre numerosos distritos, dejando en su margen suroeste a los de Latina, Carabanchel, Usera y Villaverde y en el noreste a los distritos Centro, Arganzuela, Puente de Vallecas, Villa de Vallecas y al resto de la ciudad. En esta fase, concretamente entre los distritos de Arganzuela y Puente de Vallecas, recibe el cauce del soterrado arroyo Abroñigal, cuyo recorrido coincide en su casi totalidad al de la autopista M-30, al usarse la depresión causada por su cauce como medida de insonorización de la vía rápida; también recibe las aguas del arroyo Butarque, estas en torno al distrito de Villaverde.

A su salida de la ciudad de Madrid, el río entra en el extremo oriental del municipio de Getafe, donde recibe las aguas del arroyo Culebro, para desembocar poco después en las aguas del río Jarama, ya en el entorno de Rivas-Vaciamadrid.

Además de los que desaguan en el Manzanares, existen otros pequeños cursos fluviales en la ciudad de Madrid y en su entorno. Es el caso de arroyos de la Moraleja, de la Vega, Valdelamasa o Viñuelas, que desaguan directamente en el Jarama o del arroyo Cedrón, que lo hace en el río Guadarrama.

De acuerdo con la clasificación climática de Köppen, el clima de Madrid en el periodo 1981-2010 se puede considerar de transición entre el clima mediterráneo típico (Csa) y el clima semiárido frío (BSk), tendiendo más al primero.[124][125][126][127]​ Otras fuentes describen el clima de Madrid como mediterráneo continentalizado, diferenciándolo del clima mediterráneo típico (que se da en zonas cercanas a la costa), por tener una mayor amplitud térmica anual y menor cantidad de precipitaciones debido a su altitud y lejanía del mar. El clima de Madrid está muy influido por las condiciones urbanas (véase: isla de calor). La temperatura media (periodo de referencia: 1981-2010) se sitúa alrededor de los 14,5 y 15 °C.[128][129]

Los inviernos son moderadamente fríos, con temperaturas medias en el mes más frío (enero) de alrededor de los 3-6 °C. Las heladas son frecuentes en invierno y las nevadas ocasionales (entre uno y cinco días de nieve al año). En este mes la media de temperaturas máximas se sitúan en torno a 9 °C y la de mínimas alrededor de 0-2 °C. Los veranos son muy calurosos. Los meses más cálidos son julio y agosto, aunque julio es ligeramente más cálido. En este mes, las medias superan los 25 °C, con temperaturas máximas medias de entre 32 y 33,5 °C y temperaturas mínimas medias de alrededor de los 17 a 19 °C. En algunos momentos del día se pueden alcanzar los 41 °C durante el verano.[130]​ La amplitud térmica diaria es importante en la periferia urbana (llegando a superar los 13 °C), pero se ve reducida en el centro de la ciudad por el efecto antrópico (bajando incluso de los 10 °C). La amplitud térmica anual es alta (entre 19 y 20 °C, cifra propia de la Meseta Sur) como consecuencia de la gran distancia al mar y la altitud (en torno a los 650 metros).

Madrid disfruta de unas 2800 horas de sol anuales, que la convierten en una de las ciudades con más horas de sol de la península. De hecho, junto con Atenas, que tiene una precipitación anual similar, aunque con inviernos menos fríos, es la capital más seca de Europa. Las precipitaciones anuales se sitúan alrededor de los 400 mm, con un mínimo marcado en verano (especialmente en julio y agosto). El máximo de precipitación se da en otoño (de octubre a diciembre) y en los meses primaverales de abril y mayo. La humedad media durante el año se sitúa alrededor del 57 %, con una gran oscilación entre las épocas frías, mucho más húmedas, y las cálidas, que resultan muy secas. La velocidad media del viento anual se sitúa entre 7 y 10 km/h.[128][129]

A continuación se muestran tres tablas con los valores climatológicos en el periodo de referencia comprendido entre los años 1981 y 2010 en los tres observatorios de la AEMET situados en el municipio de Madrid: el observatorio del Retiro situado a 667 m s. n. m., el observatorio del aeropuerto de Madrid-Barajas a 609 m s. n. m. y el observatorio del aeropuerto de Madrid-Cuatro Vientos a 690 m s. n. m.. Nótese que los valores extremos están tomados también en el periodo 1981-2010.[128][129]

A continuación se muestran algunos valores extremos registrados en las tres estaciones meteorológicas de la AEMET del municipio de Madrid considerados a partir de entre el año 1920 y 1961 dependiendo de la estación y de la variable climatológica. La temperatura máxima absoluta es de 42,2 °C, registrada el 24 de julio de 1995 en el observatorio del aeropuerto de Madrid-Barajas, y la temperatura mínima absoluta de –15,2 °C registrada el 16 de enero de 1945 en el observatorio del aeropuerto de Madrid-Barajas. El récord de precipitación máxima en un día es de 87 mm el 21 de septiembre de 1972 en el observatorio del Retiro, y la máxima racha de viento de 147 km/h registrada el 7 de julio de 2017 en el observatorio del Aeropuerto de Madrid-Barajas.[134]

La ciudad de Madrid tenía en 2003 un producto interior bruto (PIB) de 79 785 millones de euros, lo que suponía el 10 % de la renta nacional. De los sectores económicos de la ciudad, el más importante es el terciario o sector servicios, que representa ya un 85,09 % de la economía de la ciudad. Dentro de este sector destacan los servicios financieros (31,91 % del PIB total) y las actividades comerciales (31,84 % del PIB total). El resto del PIB lo aporta la industria (8,96 % del PIB total), el sector de la construcción (5,93 % del PIB total). La agricultura tiene un carácter residual, de manera que apenas aporta un 0,03 % del total.

Es el mayor centro empresarial de España: en 2008, el 72 % de las 2000 mayores empresas de España tenían su sede central en Madrid.[135]​ Y actualmente, el 50,1 % de los ingresos de las 5000 principales empresas españolas son generados por sociedades con sede social en Madrid, las cuales representan el 31,8 % de ellas.[136]

Madrid fue calificada en un informe de Mastercard de 2008 como el 5° mayor centro de comercio[aclaración requerida] de Europa (tras Londres, París, Fráncfort y Ámsterdam) y el 11° a nivel mundial.[137]

La ciudad experimentó un gran desarrollo a raíz de que Felipe II la convirtiese en capital del Reino.[138]

La función administrativa que desempeñó desde entonces, acentuada por el carácter centralista del sistema de gobierno instaurado por los Borbones, propició el desarrollo de la actividad artesana, con la inclusión de algunas instituciones protocapitalistas, como fueron los Cinco Gremios Mayores o el Banco de San Carlos y algunas manufacturas reales, como la famosa Porcelana del Buen Retiro, destruida en la Guerra de Independencia o la Fábrica de Tabacos de la glorieta de Embajadores. El abastecimiento urbano ocupaba un lugar central en la preocupación de los poderes públicos (estatales y municipales), y descansaba en una compleja red de agentes e instituciones públicas y privadas (pósito, fiel almotacén, rastro, repesos, obligados, tablajeros, revendedores, etc.) que funcionaban en torno al mercado (plazuelas y Plaza Mayor), siguiendo el sistema paternalista y proteccionista propio del mercantilismo. Durante el Antiguo Régimen, Madrid fue una capital imperial, descrita a veces como un parásito económico que succionaba los recursos de sus dominios sin contribuir directamente a la génesis de su riqueza.[138]

A diferencia de otras ciudades en la transición del feudalismo al capitalismo (notablemente Londres o París), su posición geográfica, en una meseta no conectable fluvialmente y aislada por cordilleras de una costa a cientos de kilómetros, le imposibilitaba ser el centro comercial de la Monarquía Hispánica (papel que podría cumplir Sevilla, o hubiera podido ser Lisboa, si así la hubiera elegido Felipe II). Por tanto, la función principal de Madrid fue ser el centro de la vida política y social, y en lo económico un mercado de consumo suntuario y el mercado de referencia de la agricultura castellana (fundamentalmente cerealista). La integración de un mercado nacional no fue posible hasta muy entrado el siglo XIX, con el trazado de los ferrocarriles y los cambios político-económicos de la era liberal (como la desamortización).[138]

Madrid no se transformó en un centro de importancia industrial en el siglo XIX, al contrario de otras ciudades españolas y europeas. La principal mercancía que transportaba el tren de Aranjuez (primer destino conectado con Madrid y que es llamado aún hoy el Tren de la Fresa) fueron las maderas que los gancheros bajaban desde las sierras del Alto Tajo y que alimentaban la construcción, que siempre ha sido una de las principales actividades económicas, a falta de un tejido productivo más básico.[139]​ Buena muestra de la debilidad industrial fue el relativamente escaso desarrollo del movimiento obrero, que siempre tuvo su centro de gravedad en Barcelona. La fundación del PSOE y la UGT en Madrid fueron curiosamente fruto de la personalidad de Pablo Iglesias, un obrero tipógrafo (una industria vinculada a una tradicional actividad urbana madrileña: la edición de libros y periódicos).

La expansión industrial se produjo en el siglo XX, sobre todo tras la Guerra Civil y la posguerra.[140]​ El desarrollo se centró en sectores dinámicos, como la química, la metalurgia y otras especialidades relacionadas con el consumo urbano de tecnología avanzada: mecánica de precisión, electrónica, farmacéutica, y otras. Un factor que favoreció el desarrollo industrial de esta época fue el estímulo de la Administración, a consecuencia de ser Madrid la capital del Estado, lo que trajo como consecuencia indirecta la localización de un gran número de sedes de empresas nacionales e internacionales. También el movimiento obrero, encuadrado obligatoriamente en el sindicato vertical franquista, responde a esa nueva dinámica con la extensión de las ilegales Comisiones Obreras (nacidas en la minería asturiana) por las fábricas de la periferia industrial madrileña, gracias a la actividad de activistas como Marcelino Camacho y el padre Llanos.

Desde la llegada de la democracia y a pesar de la descentralización administrativa, la tendencia expansiva de la ciudad se ha mantenido, de manera que presenta hoy en día una de las economías más dinámicas y diversificadas de la Unión Europea.[141]​ A esto ha contribuido sin duda la privilegiada posición geográfica de la ciudad, un muy buen nivel de infraestructuras y un elevado grado de concentración de capital humano, con un alto nivel de formación.

La industria en la ciudad de Madrid pierde peso poco a poco, para trasladarse a los municipios del Área metropolitana de Madrid, especialmente del arco Sur-Sureste. Aun así la industria sigue suponiendo un porcentaje relevante del PIB de la ciudad. La construcción era en 2005 el sector de más crecimiento de Madrid, estimado en un 8,2 %. La tendencia muestra un aumento de la construcción no residencial, empujada por la ligera desaceleración del incremento del precio de la vivienda en 2005.

Pero es el sector servicios el que lidera la actividad económica de Madrid, con un 85 % del total, y ocupa a dos terceras partes de la población activa. A las tradicionales funciones administrativas, por albergar la Administración central del Estado, y financieras (Madrid es la sede de gran cantidad de empresas que desarrollan su actividad en toda España y acoge la mitad del capital financiero nacional), se han sumado las relacionadas con el transporte o con la pujanza del aeropuerto Adolfo Suárez, Madrid-Barajas. De hecho los mayores centros de empleo y aportación al PIB de la ciudad de Madrid, son el propio aeropuerto e Ifema, el recinto ferial de la ciudad, que con sus 4,7 millones de visitantes anuales es la primera feria de España y una de las principales de Europa.

Además, Madrid se ha convertido en una de las ciudades más visitadas de Europa, solo por detrás de Londres, París, Estambul, Barcelona, Ámsterdam, Milán, Roma y Viena,[142]​ además de ser la segunda de España. En la ciudad se desarrolla gran cantidad de actividades de carácter turístico, lúdico y cultural.

Madrid además de líder nacional en cuanto a ferias y exposiciones se refiere,[143][144]​ es el principal organizador de feria de Europa,[145]​ teniendo en cuenta tanto las ferias internacionales, nacionales y regionales en términos de superficie alquilada por sus expositores. Cuenta con la primera organización ferial de España, IFEMA, que organiza ferias como: FITUR, Madrid Fusión, ARCO, SIMO TCI, el Salón del Automóvil y la Cibeles Madrid Fashion Week.[146]

Madrid es un referente de la moda española y cuenta con eventos internacionales del sector, como la Cibeles Madrid Fashion Week.

La Cibeles Madrid Fashion Week, a partir de 2012 Mercedes-Benz Fashion Week, es la cuarta pasarela más importante del mundo detrás de las de Nueva York, Milán y París.[147]​ Tiene lugar durante los meses de febrero y septiembre. Es celebrada en IFEMA. Es la primera Pasarela que exige una imagen saludable a sus modelos.[147]

La ciudad de Madrid cuenta con una gran cantidad de marcas de moda. Además, gracias al acontecimiento internacional de Pasarela Cibeles, llamada desde 2007 Cibeles Madrid Fashion Week, todas las marcas principales tienen sede en la ciudad. Si bien las tiendas minoristas se distribuyen por toda la ciudad, también existen áreas de especial concentración comercial como son los entornos de la Puerta del Sol, las calles Serrano y Goya.

Hay establecimientos especializados en alta costura de todas las principales marcas internacionales, como Emporio Armani o Gucci, así como de las españolas como Zara, Loewe o Cortefiel. Y de alta joyería, como el de la firma madrileña Carrera y Carrera. También hay multitud de tiendas de ropa informal y deportiva, con presencia de las principales marcas. Es de reseñar la cadena El Corte Inglés, especialmente dedicada a la moda, y que cuenta con centros en los puntos de la ciudad más concurridos.

En la Plaza Mayor y sus soportales se sitúan todos los domingos puestos de venta de sellos, monedas y de todo tipo de objetos coleccionables. Actualmente es el mayor mercado filatélico y numismático de España. También es conocido el mercadillo callejero de El Rastro, que se despliega los domingos y festivos en torno a la calle Ribera de Curtidores. Madrid ofrece la posibilidad de disfrutar de los pocos cafés clásicos que quedan. Destacan el literario Café Gijón (paseo de Recoletos, 21) y el Café Comercial (glorieta de Bilbao, 7), cerrado en 2015,[148]​ pero reabierto el 27 de marzo de 2017 totalmente restaurado.[149]

Madrid, en la primera mitad de 2019, fue la ciudad de España más visitada con 10,4 millones de turistas, superando a ciudades como Barcelona, Palma de Mallorca o Sevilla.[150][151]​Es además sede de la Organización Mundial del Turismo y de la Feria Internacional del Turismo (FITUR). Durante 2017 fue el destino más buscado por los turistas de Argentina.[152]

Los lugares más visitados en 2013 en la ciudad por los turistas, tanto nacionales como extranjeros, fueron:

Durante la década de 1980 y tras el fin de la dictadura de Francisco Franco, Madrid vivió una época de auge contracultural y del ocio nocturno, conocido como «movida madrileña», lo que desde entonces ha posicionado a la ciudad como una de las más conocidas por su vida nocturna, bares y discotecas. A esto se lo conoce popularmente como «marcha» o «fiesta».[161]​ Se organiza principalmente en el distrito centro, donde se junta todo tipo de estilos y nacionalidades, dando lugar a una rica mezcla, con muchas opciones, hasta altas horas de la madrugada (1:00-7:00h). Existe marcada diferencia entre los locales enfocados al turismo nacional y el internacional. Las zonas tradicionalmente orientadas a la concentración de locales de diversión son la plaza de Santa Ana, en el llamado «Barrio de las Letras», y los barrios de Malasaña, alrededor de la plaza Dos de Mayo, La Latina, Lavapiés, y Chueca. También cabe destacar áreas como Moncloa, la avenida de Brasil o el barrio de Salamanca.[161]​ El barrio de las Letras o Huertas, es conocido por su heterogeneidad social durante la noche madrileña, ya que se mezclan gran número de turistas internacionales con turismo de provincias y el local madrileño. El rango de edad también es muy variado.

Por otro lado, Malasaña ha sido tradicionalmente un barrio de ocio diferente o bohemio, con lo que son muy comunes los bares de música «alternativa», rock, pop y determinada música electrónica. Fue uno de los precursores del «botellón» en Madrid, hasta su abolición, y tiene varios locales muy famosos. Lavapiés es conocido por su multiculturalidad, y sus bares y discotecas lo reflejan. Bares marroquíes, hindúes, música flamenca, rock y bastantes salas de conciertos.

De estas zonas, destaca Chueca, caracterizado por la numerosa oferta orientada al público gay. Las celebraciones multitudinarias del Orgullo de Madrid y el reconocimiento de derechos de las personas LGBT en España fueron reconocidos internacionalmente con el nombramiento de Madrid como sede del Europride en 2007[162]​ y del WorldPride en 2017.[163]

Moncloa es un barrio frecuentado por jóvenes, pues se trata de la zona de "marcha" para universitarios de entre 18 y 24 años. Algo semejante ocurre en la avenida de Brasil, mientras que el barrio de Salamanca, donde residen personas de gran poder adquisitivo, es la zona de discotecas y pubs enfocados a una clase más alta o a los personajes más conocidos de la escena televisiva española.

Cabe destacar la celebración de grandes festivales de música electrónica, especialmente importantes son aquellos que se celebran el día 1 de enero (destacando Space of Sound) y durante las fiestas del Orgullo Gay.[164]

El concepto de deuda viva contempla solo las deudas con cajas y bancos relativas a créditos financieros, valores de renta fija y préstamos o créditos transferidos a terceros, excluyéndose, por tanto, la deuda comercial.[165]

     Deuda viva del ayuntamiento en miles de euros según datos del Ministerio de Hacienda y Ad. Públicas.[166]

La deuda viva municipal por habitante en 2014 ascendía a &&&&&&&&&&&01876.&100001876,01 €.[167]

El Ayuntamiento ha publicado el Balance energético del municipio de Madrid, que concluye, entre otros, la disminución de la dependencia energética y el aumento significativo de la generación de energía a partir de fuentes renovables entre 2003 y 2006.[168]

La educación en Madrid depende a su vez de la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid, que asume las competencias de educación a nivel regional.[169]

Se estima que hay unos 167 000 alumnos en educación infantil, 320 800 en educación primaria, unos 4500 en Educación Especial, y en torno a 50 000 de Formación Profesional.[170]​ El total de estudiantes no universitarios es superior al millón de alumnos, de los que unos 600 000 estudian en centros públicos, 260 000 como máximo en centros privados concertados y unos 150 000 en centros privados no concertados.[170]

En los veintiún distritos de la ciudad de Madrid hay 520 guarderías (98 públicas y 422 privadas), 235 colegios públicos de educación infantil y primaria, 106 institutos de educación secundaria, 309 colegios privados (con y sin concierto) y 24 centros extranjeros.[171]

La Comunidad de Madrid es sede de seis universidades públicas (además de la UNED, de ámbito nacional). De ellas, cuatro tienen su paraninfo o alguna de sus facultades o escuelas en la ciudad de Madrid:

Además de las universidades públicas, en la Comunidad de Madrid se encuentran las siguientes privadas: Colegio Universitario Cardenal Cisneros, IE University, Universidad Alfonso X el Sabio, Universidad Antonio de Nebrija, Universidad Camilo José Cela, Universidad a Distancia de Madrid, Universidad Europea de Madrid, Universidad Francisco de Vitoria, Universidad Internacional Menéndez Pelayo, Universidad Pontificia Comillas, Universidad Eclesiástica San Dámaso, Universidad Pontificia de Salamanca (Campus de Madrid), Universidad San Pablo CEU, Universidad de Navarra y Universidad Villanueva, así como campus de diversas universidades extranjeras, como la Saint Louis University, la Suffolk University o University of San Diego.

Asimismo, Madrid es la sede del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) y de la Biblioteca Nacional con su colección de archivos históricos.

Es sede de las siguientes Academias Nacionales:

En el distrito de Moncloa-Aravaca está la Ciudad Universitaria de Madrid, un barrio en el que se concentran la mayor parte de las facultades y escuelas superiores de las universidades Complutense, Politécnica y UNED, así como algunos centros del CSIC. En su centro se ubica, además, el Palacio de la Moncloa, sede de la Presidencia del Gobierno.

A finales de mayo y principios de junio, se celebra cada año en los Jardines del Retiro, la Feria del Libro de Madrid, que comenzó su andadura en tiempos de la Segunda República, en 1933. También se celebra cada año desde 1977 en el Paseo de Recoletos, entre finales del mes de abril y principios de mayo, la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión de Madrid, organizada por la Asociación de Libreros de Lance de Madrid

Aunque no son pocas las referencias a Madrid en la literatura medieval, e incluso hay célebres madrileños en ella, como Ruy González de Clavijo, es desde la literatura del siglo de Oro cuando las referencias a Madrid son muy abundantes, bien por ser el escenario de obras literarias o aparecer en sus títulos (El acero de Madrid o Las Ferias de Madrid, de Lope de Vega o bien por referirse en concreto a la villa, sus costumbres y moradores, entre los que se encontraban los propios Cervantes, Lope de Vega (él mismo natural de Madrid), Quevedo, Góngora (inquilino y enemigo mortal de aquel, que se dio el gusto de desahuciarle), y Tirso de Molina. Las calles entre Atocha y la Carrera de San Jerónimo concentran la mayor parte de los lugares de vida y enterramiento de estos genios, incluyendo el local donde se imprimió el Quijote, y son conocidas como Barrio de las Letras o Barrio de Las Musas (a no confundir con el homónimo situado en San Blas-Canillejas). Dos corrales de comedias (el Corral del Príncipe, precedente del Teatro Español, y el de los Caños del Peral, precedente del Teatro de la Ópera) se repartían la audiencia popular, rivalizando en estrenar a Tirso de Molina o a Calderón de la Barca (ambos madrileños). El siglo XVIII significó una decadencia de la calidad de la literatura, incluida la escénica, aunque el público madrileño se deleitaba con los sainetes de Ramón de la Cruz, de ambiente castizo (uno de los cuales acuñó el término Manolo), o las más intelectuales producciones de los Moratín (padre e hijo).[174]

Más brillantez tuvo la escena musical, en que aparte de los nacionales, figuras extranjeras como el castrato Farinelli y el compositor Luigi Boccherini, que llegó a identificarse lo suficiente con la ciudad como para producir la celebérrima Ritirata Notturna di Madrid. También es destacable la presencia de Domenico Scarlatti, que vivió y compuso alguna de sus más célebres obras en Madrid, donde murió en 1757.

El romanticismo madrileño del siglo XIX tiene en el madrileño Mariano José de Larra su principal exponente. Su suicidio y entierro (con lectura de epitafio por José Zorrilla incluida) solo se entienden en el contexto y ambiente que refleja a la perfección el Museo Romántico. Con autores como Francisco Asenjo Barbieri, Federico Chueca y Tomás Bretón se desarrolla un género dramático musical autóctono, de ambiente popular y costumbrista: la zarzuela, de la que Madrid es capital mundial, en ella se ha especializado la programación del Teatro de la Zarzuela o del Teatro Apolo. El ambiente costumbrista madrileño también produjo comedias de mucho éxito de público, como las del alicantino Carlos Arniches, que más que reflejar el habla popular, la exageraba hasta un punto paródico que, curiosamente, terminó siendo imitado por los hablantes reales.

Finalizado el siglo, el canario Benito Pérez Galdós reflejará en sus Episodios nacionales muchos hechos ocurridos en Madrid, y en otras novelas atrapará el ambiente de las distintas clases sociales (Fortunata y Jacinta, Miau, Misericordia). Es el momento (1896) en que Alexandre Promio, un camarógrafo de la empresa Lumière llega a Madrid y toma las primeras películas, en que aparece la Puerta del Sol. A comienzos del siglo XX, posiblemente sea el esperpento de Valle Inclán (Luces de bohemia, un viaje nocturno de un poeta ciego por un sórdido Madrid) el que mejor refleje la realidad de la villa. En un célebre pasaje, se cita a los espejos deformantes del callejón del Gato como inspiración de esa visión, que también se ha comparado con la estética del pintor José Gutiérrez Solana o la del Ramón Gómez de la Serna (tan famoso por su obra como por sus jugosa tertulia en el Café Pombo).

Un contraste literario sería la visión realista de Pío Baroja en su trilogía La lucha por la vida (El árbol de la ciencia, Mala hierba, Aurora roja) o la de Arturo Barea (La forja de un rebelde). La generación de 1927 tuvo uno de sus lugares de reunión en la Residencia de Estudiantes, donde pudieron entrar en contacto Federico García Lorca, Salvador Dalí y Luis Buñuel.[175]​ No es exagerado hablar de Edad de Plata. Pero poco más tarde, los poetas que «ganara quien la ganase» perdieron la guerra,[176]​ estuvieron en los dos frentes, tocando «geográficamente» sufrir la represión del bando republicano en Madrid a literatos como Enrique Jardiel Poncela o Pedro Muñoz Seca y Ramiro de Maeztu (que fueron fusilados); y cantar la resistencia del «Rompeolas de las cincuenta provincias españolas» a Antonio Machado:

¡Madrid, Madrid; qué bien tu nombre suena,
rompeolas de todas las Españas!
La tierra se desgarra, el cielo truena,
tú sonríes con plomo en las entrañas.[177]

La «victoria»[178]​ llevó al exilio (interior o exterior) a buena parte de los supervivientes. En Madrid quedaron Vicente Aleixandre o Gerardo Diego, según este en una ciudad de «algo más de un millón de cadáveres». En el bando triunfador no veían las cosas mucho más alegres, como demostró La colmena de Camilo José Cela o la película Surcos, de José Antonio Nieves Conde, que denunciaba desde una ideología falangista la corrupción que la ciudad ejercía sobre una familia de emigrantes campesinos. La generación de los cincuenta insistió en los tintes sombríos (La taberna fantástica de Alfonso Sastre, ambientada en el arroyo de Abroñigal, hoy M-30; El Jarama de Rafael Sánchez Ferlosio, que narra el paso del tiempo de unos jóvenes madrileños que van a refrescarse a las riberas de ese río; o Tiempo de silencio de Luis Martín-Santos, que recorre Madrid entero, desde el Centro Superior de Investigaciones Científicas, el Ateneo y las mansiones aristocráticas hasta los prostíbulos, las verbenas populares y las chabolas).

La cinematografía que retrata el Madrid de la época contaba con productos de evasión de gran consumo, que propagaban valores tradicionales con tintes más o menos edulcorados, como en las películas de Rafael J. Salvia (Manolo, guardia urbano; Las chicas de la Cruz Roja, La gran familia, esta codirigida por Fernando Palacios). Otra de mayor altura estética y compromiso social enmascarado en el humor negro puede verse en Luis García Berlanga (Una pareja feliz, El verdugo), Edgar Neville (Domingo de Carnaval y El último caballo) o Marco Ferreri (El pisito y El cochecito). La escena madrileña, al mismo tiempo que recoge la última época del género ínfimo (el cuplé y la revista musical, estrechamente sometidos a censura),[179]​ representa las obras de tinte pesimista de Antonio Buero Vallejo, desde Historia de una escalera (1949) y otras ambientadas en Madrid (La detonación, en la época de Larra, Un soñador para un pueblo, en la de Esquilache).

El color gris posiblemente no se despejó del ambiente artístico hasta el estallido de la movida madrileña entre finales de los setenta y comienzos de los ochenta. Las películas de Pedro Almodóvar y la denominada nueva comedia madrileña (Fernando Colomo) reflejan un Madrid definitivamente superador del de Muerte de un ciclista de Juan Antonio Bardem veinte años antes. A finales de la década de 1980 y principios de los 90 los estertores de la movida dejaron paso a una degradación urbana generalizada, a causa del auge de la heroína, que se hizo sentir en Chueca (hoy barrio de abierta presencia gay), Villaverde, San Blas o Vallecas y poblados marginales adyacentes. Algo de todo esto trasciende en la canción «Pongamos que hablo de Madrid» de Joaquín Sabina o en las películas El día de la Bestia (1995) y en clave de humor, Torrente (1998), donde el concepto de caspa —vocablo muy madrileño que designa algo en decadencia y rancio, ya sea mentalidad, moda o ambiente— cobra pleno significado. La historia entera de la ciudad se refleja en un minuto en ¡Mírala!, la Puerta de Alcalá cantada por Víctor Manuel y Ana Belén.

Madrid cuenta con importantes museos, entre los que destacan las pinacotecas, las cuales constituyen una de las principales atracciones turísticas de la ciudad. El llamado Triángulo del Arte concentra próximos uno de otro, tres centros de referencia: el Museo del Prado, el Thyssen-Bornemisza, y el Museo Reina Sofía:

Otros importantes museos madrileños son:

Otros museos de la capital son el Museo del Traje, el Museo Nacional del Romanticismo, el Museo Arte Público (antes Museo de Escultura al Aire Libre de la Castellana), el Museo de los Orígenes (antiguo Museo de San Isidro), el Museo Geominero, el Museo Naval, el Museo tiflológico de la ONCE, el Museo de Artes y Tradiciones Populares de la Universidad Autónoma de Madrid o el Museo de Aeronáutica y Astronáutica (Museo del Aire) de Cuatro Vientos.

La gastronomía tradicional de Madrid se engloba dentro de la cocina española en general, y en particular de la gastronomía castellana, de la cual conserva en algunos platos y preparados las características culinarias heredadas de los tiempos de la instalación de la corte de Felipe II en la villa. Algunas de las elaboraciones más características son el cocido madrileño, los callos a la madrileña, la sopa de ajo, la casquería en general y postres como las rosquillas tontas y listas, los huesos de santo o las torrijas madrileñas. La cocina madrileña siempre se ha sentido muy influida por su característica de ciudad de aluvión, recogiendo costumbres y usos culinarios andaluces, manchegos, extremeños y de otras regiones españolas, especialmente entre los años transcurridos entre 1950 y 1970.

Con frecuencia, el aroma típico de la cocina madrileña se impregna de las propiedades de la fritura en aceite vegetal (oliva, girasol y otros) como se comprueba en los platos populares servidos en bares, restaurantes y otros establecimientos en la ciudad: los churros, la tortilla de patatas, o los típicos bocadillos de calamares servidos en los alrededores de la Plaza Mayor, así como otras tapas o raciones clásicas como son las patatas bravas. Entre los clásicos más representativos figuran los "Entresijos y gallinejas",[187]​ un plato que se prepara friendo en su propia grasa intestinos de cordero, que se sirven churruscados y acompañados de patatas fritas también en esta grasa, componiendo una de las estampas más representativas de las verbenas.

A partir de la década de 1980 y con el cambio de los hábitos de consumo han proliferado los establecimientos multinacionales de comida rápida así como de comida «étnica», como es el caso de la pizza o los kebab.[188]

El auge de la inmigración a finales del siglo XX contribuyó a la introducción de las gastronomías representativas de los distintos grupos culturales que se han asentado en la ciudad. Así se han desarrollado algunas como la gastronomía china, ecuatoriana y rumana, existiendo incluso en Madrid mercados especializados[189]​ en cocinas foráneas, como el mercado de los Mostenses.

El mercado de San Miguel se ha convertido en un lugar emblemático de obligada visita en Madrid al ser el pionero de un nuevo concepto gastronómico[190]​ enfocado a los productos gourmet en donde se pueden comprar y a la vez degustar productos y elaboraciones.

Algunas de sus festividades y verbenas más populares son:[191]

Las principales autovías de Madrid tienen un recorrido radial. Las más importantes son las herederas de las anteriores radiales (numeradas con números romanos: N-I, N-II, etc.).

Otras autovías que tienen su origen en Madrid y de gran importancia por la densidad de su tráfico son la A-42 que une Madrid con Toledo y la M-607, una autovía de titularidad autonómica que une Madrid con el puerto de Navacerrada, dando servicio a las localidades de Colmenar Viejo y Tres Cantos.

Madrid tiene además una serie de carreteras circunvalatorias:

La ciudad de Madrid tiene un protocolo anticontaminación con 4 posibles fases, dependiendo de los niveles de dióxido de nitrógeno, que restringen la circulación por la almendra central.[194]​ En concreto la fase 3 se activó por primera vez el 29 de diciembre de 2016.[195]

El Metro de Madrid fue inaugurado el 17 de octubre de 1919 por el rey Alfonso XIII y sus trece líneas tienen una longitud total de 294 kilómetros.[196][197]​ Es la tercera de Europa por kilómetros, después de las de Londres y Moscú, y la novena del mundo.[196]​ Durante 2014 se contabilizaron 569,73 millones de desplazamientos.[198][199]

La red de Metro de Madrid la componen 12 líneas convencionales, el ramal que une Ópera y Príncipe Pío y tres líneas de metro ligero que suman un total de 27,78 km y cuentan con 38 estaciones.

De las 302 estaciones actuales (2019), 201 son sencillas, en 27 trasbordan dos líneas, en 10 tienen parada tres líneas y la estación de Avenida de América, que sirve de transbordo a cuatro líneas. En 21 paradas hay correspondencia con la red de Cercanías Madrid de Renfe.[197]

La compañía pública de ferrocarriles (Renfe) opera en casi todas las líneas de tren españolas. Las estaciones de ferrocarril más importantes de Madrid son las de Atocha (oficialmente Puerta de Atocha), Chamartín y, para el transporte de mercancías, las estaciones de Abroñigal y Vicálvaro-Clasificación, al este de la ciudad.

De las estaciones de Atocha y Chamartín parten además líneas de tren hacia todas las capitales de provincia españolas. Las redes de tren, cercanías y metro están ampliamente interconectadas con intercambiadores como los de Atocha, Chamartín, Príncipe Pío o Nuevos Ministerios.

Existe además una red de trenes de alta velocidad, actualmente en crecimiento, que parten de Madrid. Las líneas que operan actualmente son:[200]

Y las siguientes líneas están en ejecución:[201]

Existe una red de autobuses urbanos gestionada, como el resto de la red de transporte público, por el Consorcio de Transportes de Madrid y por la Empresa Municipal de Transportes de Madrid, que cuenta con 1900 vehículos y 207 líneas.[202]​ Muchos habitantes de los barrios periféricos de la capital, la misma autonomía y provincias limítrofes utilizan los servicios del ferrocarril de cercanías y autobuses interurbanos para llegar a la capital y luego utilizar el metro. Por eso también la red de autobuses está ampliamente interconectada con los ferrocarriles. Los principales intercambiadores son los de Avenida de América, Méndez Álvaro y Plaza de Castilla, aunque hay otros menores como los de Moncloa, Príncipe Pío y Plaza Elíptica.[203][204]

El principal aeropuerto de Madrid es el aeropuerto Adolfo Suárez, Madrid-Barajas (IATA: MAD, OACI: LEMD), situado en el nordeste de la ciudad, a 12 kilómetros del centro.[205]​ Inició su servicio en 1928, aunque se inauguró oficialmente en 1931 y actualmente está gestionado por Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea AENA. Es además el principal aeropuerto de España por tráfico de pasajeros.[206]

En 2019 el aeropuerto movió 61,7 millones de pasajeros, con un crecimiento respecto al anterior del 6,6 %. Ocupó el puesto número 13 a nivel mundial y quinto europeo por número de pasajeros transportados. En 2007, el tráfico de pasajeros ha ascendido a 52 122 702, convirtiendo a Barajas en el décimo del mundo por volumen de pasajeros y el cuarto de Europa, superando al de Ámsterdam-Schiphol que hasta ahora ostentaba ese puesto dentro de los aeropuertos europeos.[207]

El aeropuerto está comunicado con la ciudad por medio de la línea 8 de Metro, la red de Cercanías Renfe, numerosos autobuses y taxis.

La ciudad cuenta además con un aeropuerto de segunda categoría, el de Cuatro Vientos, destinado al uso militar y escuela de vuelo. Este último fue el primero en construirse de España.[208]

Panorámica nocturna de Madrid desde Paracuellos de Jarama, con el aeropuerto Adolfo Suárez, Madrid-Barajas en el centro.

Entre los deportistas nacidos en Madrid destacan el tenista Manuel Santana, los esquiadores Francisco y Blanca Fernández Ochoa, el piloto de rally Carlos Sainz, los futbolistas Luis Aragonés (técnicamente nació en un municipio hoy en día distrito), Emilio Butragueño, Iker Casillas, Raúl González, Dani Carvajal, Nacho Fernández , Gabi Fernández, Mario Hermoso, Álvaro Morata o Koke entre otros, los waterpolistas Jesús Rollán y Pedro García Aguado, la gimnasta Estela Giménez o la futbolista Soni.

El deporte más seguido en la ciudad de Madrid es el fútbol, representado en la Primera División de la Liga de Fútbol Profesional por el Real Madrid Club de Fútbol, uno de los clubes de fútbol más importantes de Europa y del mundo que juega como local en el Santiago Bernabéu, el Club Atlético de Madrid, cuyo estadio es el Metropolitano y el Rayo Vallecano de Madrid, club que juega en la Segunda División jugando sus partidos como local en el Estadio de Vallecas, recinto propiedad de la Comunidad de Madrid.

En Segunda División B, juegan la Agrupación Deportiva Unión Adarve y el Internacional de Madrid y los filiales Real Madrid Castilla y Atlético de Madrid "B", y en categoría inferior el CD Colonia Moscardó (que, como los dos anteriores, llegó a jugar en Segunda). Otros clubes de lo que hoy es la ciudad, ya desaparecidos (como el Español, el Racing, la Real Sociedad Gimnástica Española o el Nacional), o actualmente relegados a inferiores categorías (como el Real Club Deportivo Carabanchel, a día de hoy el tercer club más antiguo de la ciudad y el 13.º de España), fueron clave para el desarrollo del deporte rey en España a principios del Siglo XX. De hecho, fue Madrid uno de los primeros lugares donde se introdujo el fútbol en España, con la constitución en 1879 del Cricket y Foot-ball Club.

Pasando al fútbol femenino, dos equipos de la ciudad han sido campeones de la Liga Iberdrola y de la Copa de la Reina: el Club Atlético de Madrid (vigente campeón de Liga, que juega en el término municipal sus partidos más importantes, en el estadio del primer equipo masculino)[209][210]​ y el Rayo Vallecano de Madrid (que juega en la Ciudad Deportiva Fundación Rayo Vallecano). En tiempos recientes, se ha sumado a la máxima categoría nacional el Madrid CFF, equipo que tradicionalmente jugaba como local en la capital (Polideportivo Luis Aragonés), pero que trasladó su estadio a otro municipio de la Comunidad al ascender de categoría.[211]



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